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patriarcal)
Marielle Franco, brasileña, mujer, negra, lesbiana, activista social LGTBQ y concejala de
Río de Janeiro, fue asesinada el pasado miércoles 14 de marzo. Significativamente, el
próximo 4 de abril se cumple medio siglo desde el asesinato de otro líder radical negro,
Martin Luther King Jr. (MLK). Estos dos hechos están conectados por la historia global, pero
indisolublemente americana, de colonialismo y capitalismo racial y patriarcal.
Sabemos hoy que Marielle Franco fue una de las niñas y niños de su favela (Maré, en el
norte de Río de Janeiro) en asistir con regularidad y creciente compromiso a su iglesia
católica barrial. La influencia cierta de la teología de la liberación, nunca desaparecida del
todo del mapa latinoamericano, contribuyó a moldear su militancia del lado de los propios:
los pobres y excluidos. A las desventajas estructurales que conlleva ser mujer, pobre y de
color, en su caso se sumarían, primero, una maternidad soltera y sin apoyo alguno del
‘padre’, y después las múltiples discriminaciones que cualquier desafío a la
heteronormatividad despierta en la mentalidad conservadora. En este caso, se trataba no
sólo de su orientación sexual lesbiana, sino de su firme compromiso con el movimiento
LGTBQ y las luchas feministas y antipatriarcales.
Pese a todos estos obstáculos estructurales, Marielle no solo concluyó de manera brillante
sus estudios de pre y posgrado en sociología y políticas públicas, sino que inició una
promisoria actividad política bajo el alero del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), primero
como jefa de gabinete y luego, en octubre de 2016, resultando electa concejala de Rio de
Janeiro con la quinta mayor votación entre los 51 representantes escogidos. Marielle
asumió su cargo en marzo de 2017, bajo el mandato explícito de seguir defendiendo a los
marginalizados, a la población de color, a las diversidades sexuales y a las mujeres.
Desde este nuevo espacio de representación, su voz comenzó a ser escuchada y
amplificada a través de sus constantes debates y denuncias, en los que Marielle articulaba
de modo elocuente feminismo, género y racismo desde una perspectiva popular y de clase.
En poco más de un año, Marielle destacaba como la principal impulsora del proyecto ‘Para
hacer valer el aborto legal’ (puesto que en muchos países de América Latina el aborto es
reconocido legalmente pero no practicado). Asimismo, se levantó como una férrea opositora
al conjunto de medidas de ajuste económico, y en particular a la fallida reforma (neoliberal)
al sistema de pensiones impulsada por Temer. En esta batalla, Marielle apuntó nuevamente
al carácter estructural de la explotación femenina, cuestionando el discurso de que un
renovado marco para las pensiones permita alcanzar igualdad en el momento de la
jubilación.
Estados Unidos y Brasil son países construidos en base a una larga y cruenta historia de
sometimiento y trabajo forzado, fundamentalmente hacia la población negra que fuera
esclavizada, abusada, y sobre cuyas espaldas se construyó la ‘moderna’ civilización
capitalista. Se debe especificar el carácter racializado de la servidumbre y esclavitud
capitalista, pues todo indica que la raza no jugaba un rol preponderante en las antiguas
formas de esclavitud (romana, griega, etc.). Tanto en Brasil como en Estados Unidos, una
tardía y conflictiva abolición de la esclavitud no daría origen a la libertad de estas
poblaciones, sino que las condujo hacia nuevas formas de opresión y subalternización. Esto
perdura hasta hoy bajo distintos (pero no tan distintos) mecanismos, siendo los más
prominentes la segregación, la marginalización y la criminalización.
En Estados Unidos, país que durante el siglo XX pasara a ser la potencia central del
concierto capitalista, la población negra se conformó como la ‘periferia doméstica’, en
palabras del intelectual negro Manning Marable. Este lenguaje hace sentido en América
Latina, región que desde el comienzo ha formado parte de la periferia del capitalismo global.
Del mismo modo, permite identificar las continuidades que las exclusiones impuestas por el
capital dibujan en el mundo entero. Siguiendo a Marable, podemos considerar que en
Estados Unidos ‘el problema negro’ expresa la presencia del Sur Global en el centro del
Norte Global, una presencia que es constitutiva, estructural y no meramente accidental o
accesoria.
En este sentido, la palabra y la actividad de MLK operó como una lectura contra-
hegemónica del American Dream: mientras el establishment lo entendía (y entiende
todavía) desde las coordenadas de las libertades (individuales) de propiedad, empresa y
acumulación, en cambio para el movimiento negro que comenzara a despertar a mediados
del siglo XX este dream no era otro que el de la igualdad constitutiva de todos los hombres
y mujeres. “Aún tengo un sueño”, decía MLK en su discurso en Washington DC en 1963.
“Es un sueño profundamente enraizado en el American Dream. Tengo el sueño de que,
algún día, esta nación se levantará para vivir el sentido verdadero de su credo: ‘Sostenemos
estas verdades como autoevidentes: que todos los hombres son creados iguales’.” Esta
última frase es parte de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos.
En América Latina, la larga noche de las dictaduras nos privó (entre muchas otras cosas) de
movimientos similares al de los derechos civiles, los cuales sí dieron vida en otras latitudes
a una ‘nueva izquierda’. Aunque sea parcialmente, esta ‘nueva izquierda’ se propuso
articular el descontento anti-sistémico con las llamadas ‘nuevas’ identidades y espacios de
resistencia que se vieron en ebullición: raza, etnia, género, y en general la multiplicidad de
diversidades que trajo consigo la desestabilización de los códigos culturales en clave
binaria. Pero en América Latina la izquierda (vieja y nueva) fue borrada del mapa político
bajo el imperio de la Doctrina de Seguridad Nacional, la que aún define el proceder de
nuestros estados (como demuestran las militarizaciones de Río y la Araucanía).
Nutrido por ese conjunto de posiciones y rebeldías, el activismo de Marielle se vio sin duda
multiplicado (no acallado ni higienizado) desde el lugar de representación alcanzado en
2016: por eso la asesinaron. Del mismo modo que el 2016 asesinaron a Berta Cáceres; del
mismo modo que el 2017 asesinaron a 14 activistas colombianas; dl mismo modo que ese
mismo año asesinaron a Miriam Rodríguez en México, país en que van más de 50 activistas
mujeres asesinadas desde 2010. Y así como todo indica que el año pasado asesinaron a
Macarena Valdés en la comunidad Newen de Tranguil, Panguipulli.
En otras palabras: las izquierdas necesitan aprender más y mejor de las experiencias y
avances que suceden en otros países y latitudes, redefiniendo y rearticulando con ello las
fronteras de la solidaridad popular tanto en sus geografías (cada vez más espuria e
indeterminada gracias a la globalización y financiarización) como en las intersecciones que
la politización y radicalización antineoliberal ha adquirido, y que hoy permiten la confluencia
de las luchas clasistas, raciales y étnicas, de género y orientación sexual.
Sabemos que hace medio siglo MLK fue asesinado a los 39 años en Memphis, Tennessee
por un supremacista blanco llamado James Earl Jay. Y sabemos que este evento terminaría
por radicalizar a muchos militantes y activistas del movimiento afroamericano, tal y como
tres años antes lo hiciera el asesinato de otro líder negro, Malcom X.
Sobre el asesinato de Marielle, en Río y a tres meses de cumplir 39, no se sabe mucho,
pero dos hechos parecen claros: el carácter altamente organizado del atentado, y el que las
balas utilizadas pertenecen a los registros de la policía federal. Ocurrido solo días después
de una de las mayores demostraciones de poder femenino a nivel mundial, y en medio del
creciente descontento por las políticas de ajuste neoliberal (que son políticas racializadas y
genderizadas) en Brasil y toda América Latina, el asesinato de Marielle fue ejecutado
minutos después de ella cerrara su participación en un encuentro de mujeres afrobrasileñas
con las siguientes palabras: “Yo no soy libre mientras cualquier mujer no lo sea, incluso si
sus cadenas son diferentes a las mías.” Estas palabras recuerdan a las de MLK, quien
pocos días antes de ser baleado dijo en un sermón en la Catedral Nacional de Washington,
D.C.:
“Estamos juntos, atados en una misma prenda de destino, atrapados en una red de
mutualidad inescapable. Y lo que afecta a uno directamente nos afecta a todos
indirectamente. Por alguna extraña razón, yo nunca podré ser lo que debo ser hasta que tú
seas lo que debes ser. Y tú nunca podrás ser lo que debes ser hasta que yo sea lo que
debo ser.”