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Justo Sierra
La situación cada vez era más inestable. Por ello la Audiencia actuó rápidamente;
el 15 de septiembre de 1808 envió a 300 soldados a tomar el palacio virreinal y
deponer al virrey Iturrigarray y poner a uno nuevo: Pedro de Garibay. La Junta de
Sevilla fue informada del hecho y procedió a reconocer al nuevo gobierno virreinal.
La Nueva España ya no tendría una junta. Todo seguiría igual pero en vez de
Iturrigaray sería Garibay el virrey. Éste sería sustituido a los pocos meses por un
nuevo virrey enviado por la Junta de Sevilla: Francisco Javier de Lizana y
Beaumont.
Pero este estado de cosas no contentó a todos y las intrigas y conjuras siguieron
produciéndose. En la ciudad de Valladolid(actual Morelia) se organizó un
levantamiento que tendría lugar el 21 de diciembre de 1809, para imponer una junta
soberana pero dichas intenciones fueron descubiertas y sus organizadores
encarcelados.
Al levantamiento se unió otro sacerdote llamado José María Morelos que se ocupó
de la zona del sur de la Nueva España y que tenía como objetivo principal la toma
del puerto de Acapulco. Morelos sí trató de hacer mejor las cosas y logró crear
un ejército de más calidad que el de Hidalgo, bien organizado, correctamente
abastecido y con soldados de verdad. En noviembre de 1812 lograron
ocupar Oaxaca en donde el general Ignacio López Rayón redactó los Elementos
Constitucionales, siendo este el primer proyecto de constitución para la futura
nación mexicana y en el que se basarían posteriores documentos.
En junio de 1813 Morelos emitió un decreto constitucional en el Congreso de
Anahuac en el que se declaraba la independencia, la soberanía popular, se abolían
las castas, el tributo indio y la esclavitud. Morelos fue nombrado generalísimo de las
fuerzas insurgentes. Tras varias batallas victoriosas su éxito empezó a decaer hasta
ser hecho prisionero en la batalla de Temalaca, enjuiciado en Ciudad de México y
llevado a San Cristóbal Ecatepec en donde fue ejecutado en 1815.
El 15 de junio de 1814 llegaron noticias a México de que Fernando VII había vuelto
al poder derogando la Constitución de 1812 por lo que el absolutismo retornaba
al poder y ya no había posibilidad de cambios políticos. Pero los insurgentes
decidieron seguir con la lucha adelante a pesar de que esta tras la muerte de
Morelos perdió bastante fuelle y quedó dividida en numerosos grupos insurgentes
que hacían la guerra cada uno por su lado. Además el virrey Juan de
Apodaca tuvo bastante éxito con la política de capitulaciones e indultos que ofreció
a numerosos insurgentes y que estos aceptaron.
Desde el exterior se vio con preocupación este declive del bando insurgente y se
pusieron manos a la obra. Un exfraile llamado Servando Teresa de Mier que había
sido expulsado de Nueva España y exiliado en la Península por decir que el
cristianismo ya existía en Mesoamérica antes de la llegada de los españoles y que
Quetzalcóatl en realidad fue el apóstol Santo Tomás que predicó el evangelio, allá
por el siglo IV, en tierras mesoamericanas.
El fraile en su estancia en Europa entró en ambientes liberal-masónicos y en
Londres conoció al militar español Francisco Xavier Mina, también masón, y con
financiación no se sabe muy bien de quién organizaron una expedición de apoyo a
los insurgentes que partió de Londres, hizo escala en Nueva York y
Filadelfia recogiendo más hombres y pertrechos y desembarcaron en Soto la
Marina, Tamaulipas, el 15 de abril de 1817. Los 400 hombres de la expedición se
unieron a los insurgentes en su lucha por la revolución político-social pero fueron
rápidamente derrotados y Mina fusilado el 11 de noviembre.
Ya solo quedaban varios ejércitos insurgentes activos con Vicente Guerrero como
el más importante y que ya había rechazado varias ofertas de indulto por parte de
Apodaca. La insurgencia estaba prácticamente vencida en 1819.
Restauración liberal en 1820 y la Conspiración de la Profesa
Iturbide marchó con sus tropas hacia el sur para ofrecer un pacto al general Vicente
Guerrero que, tras rechazar la propuesta inicialmente y producirse algunas
batallas, terminó aceptando y sellaron la paz y la unión en el Abrazo de
Acatempan. Ambos jefes militares firmaron el Plan de Iguala que proclamaba la
independencia de La Nueva España respecto de la España liberal, si bien se ofrecía
a Fernando VII la posibilidad de ser rey de México o que lo fuera cualquier infante
de España, se defendía la religión católica y a su iglesia, se establecía la igualdad
entre todos los ciudadanos y se hacía una llamada a la unidad y la paz después.
Pero Apodaca de repente cambió de opinión y junto al Ayuntamiento de México
declaró su fidelidad a la constitución y al rey Fernando VII por lo que Iturbide y su
Plan de Iguala fueron puestos fuera de la ley. Rápidamente formó un ejército para
ir a combatir al Ejército Trigarante formado recientemente por Iturbide y Guerrero,
reavivándose el fuego de la guerra y produciéndose numerosas batallas y
escaramuzas que no finalizaron hasta el 19 de agosto de 1821 en que terminó la
última batalla de la guerra, la de Azcapotzalco.
TRATADO DE CÓRDOBA
El 3 de agosto de 1821 llegó a San Juan de Ulúa enviado por el gobierno español
el general Juan O’Donojú como nuevo capitán general (el cargo de virrey
desapareció con la constitución liberal) de México. Una de sus primeras medidas
fue el cese de las hostilidades por parte de los realistas y solicitar una
entrevista con Agustín de Iturbide. Se reunieron en la villa de Córdoba en donde
el 24 de agosto firmaron el Tratado de Córdoba en el que se reconocía la
soberanía e independencia del Imperio Mexicano.