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Enmanuel Jesus Alvarez Granados

enjalvarezgr@unal.edu.co
Ricardo Ernesto Dazas
23 de abril de 2018

Alegoría de Venus y el Tiempo


Giovanni Battista Tiepolo (1754-1758)

El arte de Tiepolo ha sido objeto de admiración y estudio a lo largo del tiempo, siendo el
ultimo gran artista del rococó, su obra se encuentra en el espacio inter-subjetivo acompañado de
una fuerte narrativa en sus obras. El uso del claro oscuro por el joven Tiepolo en su obra es llevado
a otro nivel, y en esta obra, ya madura, se denota la frescura y brillo de su expresión, basándose en
la organización barroca en zigzag erige la composición de la gran cantidad de sus cuadros. En este
texto, nos acercaremos principalmente al fresco de la denominada alegoría de Venus y el tiempo,
para esto no solo nos apoyaremos de lo ya visto en el cuadro, sino en un constante vaivén
realizaremos contrastes con descripciones originarias de los poetas griegos que nutren a la obra de
su significado simbólico.

La obra fue encargada entre 1754 y 1758 por la familia Contarini, destinada a ubicarse en el
cielo raso de su palacio, un Tiepolo adulto de 58 años ya con la madurez pictórica alcanzada y el
desarrollo compositivo en su punto mas alto, nos presenta esta alegoría de 2.9 metros de altura y
1.9 metros de ancho en la que encontramos la escena donde Venus deja a su hijo Eneas con el
tiempo, o al menos eso es lo que se vislumbra con un sencillo paso sobre el cuadro. Ahora, es
realmente tan textual y evidente lo que pasa en aquel cuadro siendo que ya se ha hablado de el
espacio inter-subjetivo en el que se desenvuelven las obras de tiepolo, hacia que limite se acerca
mas la obra para desarrollar una idea clara de la misma, y como podemos inferir el propósito
original del autor.

De esta obra tímidamente se ha hablado, los que se deciden a citarla resuelven en unos
cuantos párrafos o lineas el complejo contenido de dicha obra. Es así como nos encontramos con
descripciones poco sugerentes de lo que vendría siendo el cuadro algunas de estas tomadas ya
como verdades. La intención de este escrito no es la de refutar o pretender elevar el significado de
lo que es realmente la obra. Solo busca ensamblar los elementos del cuadro con una constante ínter
relación con la mitología greco-romana para de esa manera llevar una visión no tanto del periodo
en el que se pinto sino en el sentido original de los símbolos usados por Tiepolo en la obra.

Nos encontramos en primera medida con el hecho de que esta obra es una alegoría, como tal
busca conectar un hecho como tópico y tintarlo con elementos de carácter distinto, derivado y
abstracto perteneciente al mundo de la mitología, buscando encubrir aquella verdad superior
revelada solo a los que atraviesan los diferentes espacios en los que el fresco se desarrolla, con
espacios, nos referiremos en este texto a dos en particular: el objetivo, es el que va ligado al encargo

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y al contexto inmediato y tangible de la obra, y el subjetivo, siendo este el ligado al mito, las
relaciones conceptuales ademas del alma de la obra.

«Esta encantadora serie de curvas rotas es algo así como un óvalo en su forma general, pero
no exactamente. También es un poco - solo un poco - como una representación estilizada de ese
caparazón flotante y festoneado» [2011, Michael Glover]. La obra se manifiesta como un
intersección entre el mundo del arte pictórico y la arquitectura; Michael G. Describe el entorno
geométrico en el que se encuentra la obra y como este interactúa con el cielo raso del palacio, esta
disposición logra que el cuadro se lea de forma elongada. Tiepolo traduce la disposición de este
marco para el cuadro en una composición alargada, en la que los personajes son dispuestos en
zigzag generando una tensión mayormente diagonal en la obra.

Una vez dejado de lado el marco de la obra entramos en el fresco y nos encontramos con
personajes mitológicos, desvestiremos la obra de arriba hacia abajo. Encontramos en la parte
superior el amoroso revoloteo de dos palomas blancas, sabemos que estas son las palomas que
arrastran el carruaje dorado de Venus. Bajando en diagonal, con dirección derecha al cuadro, yacen
tres mujeres que no solo parecieran ser espectadoras de la escena que están presenciando, ellas
están agasajando a Venus con una hermosa lluvia de rosas, siendo esta flor una de sus plantas
sagradas. Pero, ¿cual es la identidad de las observadoras? En varias descripciones encontramos
que, sin dudad alguna, los autores se refieren a estos tres personajes como las tres gracias; no
encuentro en estas afirmaciones un sentido del todo exacto de las identidades. Me remito a los
poemas originales que describen el nacimiento de Venus, ella sin padre ni madre nace del mar y
saliendo de la playa a Chipre.

En esta isla al salir del mar se encuentra con tres deidades menores, conocidas como las tres
horas, seres encargados de las estaciones griegas. Esta narración tiene mas sentido teniendo en
cuenta el estilo, posición y vestimenta utilizados para cada figura. La primera en divisarse, se
encuentra con los brazos extendidos hacia arriba abrazada por una ligera tela color rosado justo
debajo de sus pechos, fundiéndose con la nube que reposa bajo el brazo de la misma, esta se
encarga de esparcir aquellos pétalos de rosas que bañan a Venus. Tiene lógica decir que esta es
primavera, siendo la mas floreciente y radiante de las tres; justo a su lado en la parte inferior mucho
mas tímida y escondida, se sitúa una figura que solo deja mostrar su cabeza sobresaliendo, su rostro
alberga una mirada curiosa hacia abajo, mientras que mano izquierda se encuentra agarrando a la
ultima de las tres, en este caso el manto que lleva es de color naranja oscuro, su relación es mas
fuerte con la ultima que con la ya nombrada primavera, estas dos se están abrazando y apoyando
mutuamente, he decidido denominar esta deidad como otoño, es evidente por sus vestimentas y la
relación cronológica con la anterior. En primer plano encontramos el cuerpo desnudo de una mujer
recostada de espaldas al espectador, su mirada, se encuentra mas oculta a comparación de la de
sus hermanas, mientras que asoma ligeramente sus ojos sobre el hombro, en este caso pareciese
compartir manto con otoño, pero a medida que avanza en su cuerpo, va perdiendo color hasta
convertirse en un blanco pedazo de tela alargada, cuyo fin descansa en la nube que apoya a las tres
horas; primavera, otoño e invierno.

Al bajar la mirada diagonalmente, siguiendo el sentido de las tres horas, se encuentra Venus,
diosa del amor y, porque no, del desamor; se encuentra como uno de los personajes principales de
la obra, adornada con las gasas de colores respectivos de sus sirvientas, las tres horas, posandose

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sobre un manto rosado; su cuerpo descansa, en su lugar el muslo y pierna izquierda se encuentran
cobijados por uno de color blanco confeccionado por invierno, mientras que su cabellera dorada
es contenida por un paño anaranjado, evidentemente obra de otoño. Sus pequeños labios y fina
nariz son complementados de una mirada que demuestra tener una fuerte narrativa, dice algo,
básicamente entabla una conversación con los receptivos ojos del Tiempo. Sin embargo, ambas
miradas pareciesen saber algo, algo que es intangible para el observador, pero que seguramente
esconden lo que Freud, en su escrito sobre el moisés de Miguel ángel, (1914) llamaría: «la fuerza
pulsional del artista». Aquel sentido y significado escondido para los no iniciados en la obra,
moviéndose en aquel espacio inter-subjetivo.

Ornamentando el cuello blanquecino de aquella diosa, la abraza un collar de perlas blancas


de simbólica importancia al ser esta su piedra sagrada. Bajando por aquel femenino pecho que
yace descubierto y abdomen suave a la vista, encontramos un cinturón, aquel cinturón bordado por
atenea el cual se encarga de enamorar a quien sea que Venus desee, con solo un rastro de su mirada,
el mejor llamado: amor a primera vista. En su bordado dorado, se encuentran narradas diferentes
escenas de amor y pasión. El brazo derecho de Venus descansa sobre una tinaja de lo que se intuye
es agua, esta vasija mitológica llamada pithos, la cual consta de una forma circular y un gran lazo
de seda atado al asa, siendo esta misma, en algunos escritos, la famosa caja de Pandora. Su otro
brazo, direccionado al mismo sentido que su cabeza y mirada, se encuentra entregando un pequeño
infante recién nacido, su único hijo mortal, Eneas.

Venus no se encuentra sola, un pequeño y regordete bebe alado se encuentra en su compañía,


el cual no es mas que un eroto, un ser al servicio de ella. Aquel bebe alado no se encuentra mirando
a Venus, su madre, apoyando su corto y regordete brazo sobre el manto rosado de Venus, dispone
su cabeza con rizos dorados; se encuentra mirando hacia arriba, a través de aquellos azulados ojos
divisa el enamorado revolotear de las dos palomas blancas ubicadas en la parte superior del cuadro.
En el orden de personajes no se encuentra solo este bebe subordinado de Venus, sino aquel amado
hijo de Venus, Cupido.

Es encontrado en la parte inferior del cuadro justo de bajo de Venus, Cupido comparte la
misma postura de invierno, ambos de espaldas al observador, pero a diferencia de esta, su rostro
se encuentra imperceptible, su mirada no se puede apreciar, sus ojos son un desconcierto para el
observador, ya que es el único personaje del cuadro en el que se desconoce la totalidad de su rostro.
Agarrado por su brazo derecho se encuentra el carcaj de puntas doradas y cuerpo rojo que contiene
aquellas flechas encargadas de enamorar a cualquier desprevenido que se cruce en el camino del
joven alado. Como ultimo detalle, se encuentran ligeramente sus testículos asomándose en medio
de las hinchadas y cortas piernas, sin duda alguna cupido se convierte en una figura misteriosa,
obscura, oculta y que a mi parecer esconde lo que seguramente sea el desamor de alguien,
básicamente, una interpretación directa a el hecho de que el amor le dio o dará la espalda. Estas
deducciones no encontrarán paz hasta terminar de analizar todos los elementos de aquel escenario.

Entrelazando la mirada de Venus se encuentra la de el Tiempo, una mirada casi de


resignación al recibir aquel recién nacido dado por la diosa al cuidado de el Tiempo. Este se
encuentra vestido con dos mantos, uno azul representando el cielo y otro dorado representando el
sol y la eternidad. El tiempo es representado como un anciano alado sentado, de barbas largas y
grises como es habitual en los cuadros de Tiepolo, en la cintura se encuentra colgado un reloj de

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arena lo que es usado de manera constante por los artistas para simbolizar que el personaje es el
Tiempo, con esto se confirma la identidad del hombre. Se encuentra sobre una nube y a su lado
descansando la alargada hoz que atraviesa la nube donde el Tiempo descansa. Este se encuentra
recibiendo el neonato que se le es entregado a su cuidado por parte de Venus, en su mirada yace
una suplica inmiscuida, una petición hacia Venus. Finalizando el cuadro justo en la parte mas
inferior de la composición se encuentra lo que se supone es la tierra, aquella esfera azulada que es
testiga de los dioses.

En este punto, una vez analizado el aspecto físico y detalles escondidos en el fresco, podemos
pasar a deducir aquel sentido pulsional de la obra, es decir, aquello que quiere transmitir o narrar.
Para esto definiremos que es lo que esta ocurriendo en el cuadro. Venus a dado a luz otro crío,
paso siguiente lo baña con el agua encontrada en la vasija, corta un pedazo del mano que cubre su
muslo derecho para poder envolver al recién nacido, al momento se lo confía al cuidado
delTiempo, seguramente la diosa del amor no tiene tiempo para cuidar hijos. Este hecho puede ser
inferido ya que no es la primera vez que la diosa deja el cuidado de alguien mas un hijo suyo, es
tal como el mito de adonis nos narra como la diosa deja al recién nacido al cuidado de Persefone
en el inframundo mientras el pequeño crece, maduro y vigorosamente, antes de volver con su
madre. El tiempo se resigna a tomar aquel niño que va a quedar a su cuidado, no sin antes darle un
mirada suplicante a la bella diosa, o una mejor interpretación de aquella mirada es una mirada de
que al cuidado del tiempo del pasar de los años y las estaciones, como también dan a interpretar
las ya mencionadas tres horas. El alado anciano será testigo del porvenir de Eneas, una vez
confirmado la identidad de aquel pequeño, será pertinente enlazar los personajes y simbolismos
de la obra con el pequeño y lo que se conoce de el.

Es así que podemos darle significado y entender la postura que toma cupido en el cuadro,
con esa coloración mas oscura y aturdida, este personaje puede ser sin duda el preámbulo del
infortunio amoroso que recibiera el joven Eneas al ser echado por Jupiter de la isla en la que residía
su amada llevándola al suicidio por la perdida de Eneas y el hecho de no volverlo a ver, Eneas
desde bajar al infamando en busca de su amada, pero una vez aventurado en aquel sitio, su amada
decide no verlo, no desea ver lo que perdió y bajo esta tristeza Eneas se queda sin la posibilidad
de reencontrarse con su amada. Pero no todo es infortunio para este personaje, los antiguos escritos
redactan como aquel pequeño varón llegara a convertirse en príncipe e incluso como será el primer
jefe de Roma, su fundador. Del pequeño se encuentra una larga vida de aventuras digna del héroe
olímpico, es muchas veces ayudado y hasta custodiado por los dioses, es un relato que no se lee
regularmente en las lineas de los poemas griegos.

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CRITICA DE LA ARQUITECTURA

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