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“Más cornadas da el hambre (1951) de Luis Spota: la ideología oculta”


“Man is born into a sexual world composed of
institutions and legitimations which are
apprehended as an objective reality”
Kenneth Plummer
(48)
En la literatura mexicana de los años cuarenta 1, varios escritores tratan el tema de

lo que John S. Brushwood llama “la realidad mexicana” y escriben las novelas de protesta

de la época. La reconocida gran influencia en la narrativa literaria con la aparición de las

obras de varios autores2 al mismo tiempo que la de Luis Spota (1925-85), entre otros

factores, ha causado que la de éste último no haya recibido suficiente atención de parte de

la crítica. Sin embargo, algunos estudiosos han encontrado en la obra de Spota temas de

interés para el análisis crítico (Joel B.Pouwels 421, Evodio Escalante 62, Bell 417).

A Spota se le considera poseedor de una obra sin complicaciones ni ideológicas ni

narrativas (combinando su talento periodístico con el de narrador). Mi interés principal en

este ensayo se basa en lo ideológico que va encerrado en el discurso spotiano,

particularmente en la obra Más cornadas da el hambre (1951). Esta crítica se dirige desde

el punto de vista socio-cultural, el adentrarse en aspectos ideológicos contenidos en el

texto de la mencionada novela.

En la tercera parte de su estudio sobre la obra de Spota, Sara Sefchovich identifica

repetidamente, y en forma atinada, a Luis Spota con una herencia conservadora, añeja y de

gran influencia en los eventos importantes en la historia de México, propia del sector

empresarial en este país que siempre ha mostrado una fuerte oposición a ciertas medidas

económicas “socializantes”3 del gobierno. La mencionada proclividad de Spota, como se

mostrará posteriormente, se hace presente en sus creaciones literarias intentando mostrar

una realidad cotidiana, más como un llamado de atención al lector para que no caiga en los
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“excesos” que contravengan la paz y evolución social que como una medida de protesta

contra el sistema social. Brushwood, hablando sobre las novelas de protesta de la época,

no menciona a Spota (44), pero los que sí menciona tampoco logran impacto en el canon

literario.

Con los temas de la Revolución Mexicana ya explotados hasta el cansancio, con la

influencia de los Contemporáneos en la urbanización de la novela (Bell 403) y con el

ascendiente del movimiento gubernamental con miras a la industrialización del país, la

literatura se desarrolla más y más con referencia al medio urbano en donde se maneja el

poder. La ciudad (sobre todo México D.F.) ejerce una seducción sobre la población del

medio rural, producto de la concentración de bienes y servicios, con un consecuente

aumento en su población, y así mismo, constituyendo una fuerza latente y tremenda en la

conformación de la identidad de un pueblo.

De acuerdo a Brushwood, la internacionalización de la ciudad de México se logra

por medio de dos novelas: Casi el paraíso ( 1956) de Luis Spota y La región más

transparente (1958) de Carlos Fuentes. Revisando los trabajos de Spota, encontramos que

ya anteriormente él se había servido del medio urbano para sus novelas, algunas de las

cuales (por ejemplo, Más cornadas da el hambre y Casi el Paraíso) podemos encontrarlas

actualmente en nuevas ediciones en los supermercados o tiendas de autoservicio

mexicanos, lo que muestra su popularidad y actualidad en el gusto del público en general

que no acude a las librerías especializadas para sus temas de lectura.

Podemos decir que de los escritores de los cuarenta, el que ideológicamente se

encuentra en el extremo contrario a José Revueltas 4 (1914-1976) es Luis Spota.

Revueltas, un escritor comprometido con la causa del marxismo en todos sus trabajos
3

literarios, expresa su ideología abiertamente. Luis Spota no lo hace así, en las obras de

éste, se hace necesario profundizar en el contenido para encontrar el hilo del cual pende la

obra, no que lo ideológico se “esconda”, sino que se encuentra camuflajeado con la

ideología imperante, la de cada día, la “normal”; por esta razón a Spota se le acusa de

exponer problemas sociales sin aportar una crítica terminante y clara. De acuerdo a

Sefchovich, “La narrativa de Luis Spota forma la visión literaria más amplia que se ha

escrito en México sobre el poder con un afán totalizador por abarcar la historia, economía,

sociedad, política y cultura de este país” (15). No es el afán totalizador de Spota lo que

nos interesa; más bien es el hecho de que, como se reconoce ampliamente, la literatura de

Spota ha sido la más leída en México y que la crítica sobre su obra no ha considerado con

más detenimiento su técnica de proclama de los valores sociales hegemónicos. Dos

aspectos se conjuntan para considerar más a fondo la obra de Spota: 1) es una literatura

de proclama y 2) su popularidad en las masas.

La obra de Spota es, como también lo apunta Sefchovich, una literatura de masas

(17), para ser leída y asimilada interpretativamente por el lector de acuerdo a su

genotexto, 5 de acuerdo al molde que le permite su acto-espacio 6 delimitado por el medio

en que vive. Los medios de comunicación son otra herramienta de divulgación al servicio

del sistema social que finalmente promulga, divulga y defiende todo lo que tenga que ver

con el mantenimiento del status quo. Por otro lado, hay que tomar en cuenta que a Spota

se le acusa de valerse de los casos del margen para causar impacto sensacionalista,

precisamente, haciendo uso de situaciones de “mal gusto”; lo que propongo en este

ensayo es que lo que Spota expone en sus novelas no lo hace como muestra “real” de la

vida diaria, sino que magnifica lo marginal como ejemplo para el “escarmiento” al que
4

trate de cruzar los límites del acto-espacio social. Steven M. Bell propone la atracción

hacia la murmuración como una de las atracciones del público lector para con la obra de

Spota (417), este punto de vista es también reforzado por Walter M. Langford (103).

Propongo que no es solamente la “murmuración”, o el chisme lo que atrae al público

lector de Spota, sino el reconocer cuestiones que sólo allí se presentan (aunque

distorsionadas) como lo es el deseo erótico y las prácticas sexuales de la porción de la

sociedad escogida, cuestiones que se discuten en otros ámbitos sólo tras bambalinas por

ser consideradas del espacio “privado”.7 Como resultado de la preocupación social por

los “buenos valores” la discusión de estos temas se escapa y aparece en manifestaciones de

otra índole, aunque no como tema de discusión pública. Desgraciadamente, la escritura de

Spota, 8 por la falta de precisión en su “crítica” (en la cita de Sefchovich), deja siempre en

alto modelos estereotipos de la sociedad mexicana. Caso concreto, el del machismo

mexicano, modelos que aunque corruptos, son al parecer, tomados como la “normalidad”

y en ocasiones casi idolatrados.9

El trabajo de Sefchovich, que por otro lado es de los más completos, cae también

en contradicciones, primero cataloga a Spota dentro de un grupo de escritores

reformadores (41), para luego encuadrarlo con los empresarios (51). Aseveramos que,

comparando a Spota con José Revueltas o Rosario Castellanos (1925-1976), Spota no

tenía nada de revolucionario en cualquier sentido social estricto de la palabra pero que su

proyecto ideológico va más allá de poner “lo que ya sabe todo el mundo” por escrito para

la fácil lectura; la labor de Spota es la de “convencimiento” del lector por medio del

ejemplo manipulado. La lectura que Spota forza, implica que el lector tiene una serie de

conocimientos propios comunes a todos y que le auxilian en la interpretación del texto.


5

Sin embargo, y es lo más importante, también presupone que el acto-espacio del lector

está definido por una serie de principios “generales” o “aceptables” a la sociedad: los

valores del patriarcado. Por esto, en las novelas de Spota, el narrador dirige al lector por

un solo camino, sin que exista una actitud de arengar. La técnica de Spota es muy

diferente a la de los escritores considerados más “intelectuales”, en los escritos de Spota,

los personajes mismos, fortalecidos por el narrador, son los que proponen los valores que

se deben defender; por sus bocas se emite la “moralidad social” que es la que se defiende

en última instancia.

El problema de que las obras de Spota no presentan o que no propongan

complicaciones ideológicas profundas, queda rebasado desde el momento en que esa

ausencia aparente es en sí una técnica planeada para circunscribir. Los textos de Spota,

aparentemente, proponen una “realidad” como la vida diaria en donde las cosas suceden

sin que nadie esté al punto para comentarlas y analizarlas: a cada cuál le queda la libertad

de hacerlo. Es decir, en la vida diaria no tenemos a ese intermediario que nos guíe a través

de los hechos, o a una voz omnisciente que proponga un colofón. Sin embargo, el

problema intrínseco es que lo narrado es una realidad escogida por el narrador, o por el

autor implícito, y este hecho tiene la capacidad de inclinar al lector a sacar conclusiones

con base a lo narrado y que desde un inicio se orienta con solamente una cara visible: la

del acto-espacio patriarcal, muchas veces valiéndose de un estilo de reportaje casi

periodístico (Sefchovich 115).

Más cornadas da el hambre es la historia de unos aprendices a torero,

particularmente el personaje central Luis, y sus dificultades ante la competencia y el poder

corrupto de los empresarios e intermediarios; lo que deben hacer para poder presentarse
6

en plazas de importancia y así convertirse en figuras del toreo. Es ésta una de las novelas

de Spota que en el presente podemos encontrar en nuevas ediciones en las tiendas de

autoservicio mexicanas, lo cual hace pensar que el tema tratado no ha dejado de ser tema

de lectura entre la gente que cotidianamente ocurre a estos establecimientos (y no

necesariamente a las librerías especializadas) y lo cual hace pensar también que el mensaje

de Spota sigue siendo útil para el movimiento de la masificación de la cultura controlada o

la “educación cultural” del mexicano. La novela no se limita a “exhibir problemas de una

sección de la sociedad de la época” (términos tan manoseados que ya no se sabe lo que se

quiere decir), más bien parece que se interesa en prolongar los principios de la “realidad

objetiva”10 en boga. De cómo nació esta novela, Elda Peralta dice que los empresarios se

reunían en la oficina del jefe de espectáculos de México D.F. (Luis Spota), presentándose

también los torerillos y aspirantes que seguían a los empresarios; así es como Spota

aprendió el lenguaje taurino y nació la idea de la novela (119).

Como veremos adelante, Lo que Peralta llama, en la ultima página citada de su

libro, “gracia y autenticidad” de la novela se encuentra salpicada también de homofobia.

La novela se centra en la obtención del poder, en cómo se logra el dominio del otro. Al

contrario del intelectualismo que se le atribuye a las obras de Carlos Fuentes, a Spota sólo

le interesa narrar, sin complicaciones intelectuales, dicen los críticos (Sefchovich,

Brushwood, Escalante, Langford, Passafari). Como lo veremos, el intento mencionado es

engañoso y parcial ya que esa “literatura de masas” de Spota se convierte en un arma

adoctrinadora en donde los lectores reconocen lo que por todos lados, como se dijo

anteriormente, prevalece: el patriarcado.


7

De Más cornadas da el hambre, Sefchovich sólo dice que “como todas las

primeras obras del autor, [es] una novela que quiere combinar el cuadro crítico de la

sociedad con un tema de interés periodístico” (59). Sin embargo, ¿qué es lo que realmente

se critica de la sociedad? ¿La búsqueda del poder a toda costa? La crítica de la sociedad

está en resaltar los problemas que todos conocen como la corrupción, pero en el proceso

se ejerce una retroalimentación para el lector con una valoración apropiada del tema que

se trata.

En Más cornadas da el hambre se tiene, fundamentalmente a dos grupos: los que

detentan el poder (en sus diferentes manifestaciones) y los que tratan de obtenerlo por

diferentes medios. En esta tensión forjada por estos polos contrarios, la narración expone

el conflicto creando espacios queer11 para resolverlos (la exposición de las relaciones

eróticas), pero la solución del problema se da por medio de la destrucción de los espacios

antes creados, reafirmando de paso lo que el lector se presupone reconoce; así se reiteran

las limitantes del los acto-espacios aceptables en la sociedad.

En la novela,12 el discurso narrativo comunica al lector, primeramente, el abuso del

poder por el empresario (al tratar de forzar la relación erótica) y luego, en el discurso del

narrador, la homofobia prevalente. De alguna manera, esta novela trata de reforzar el

heterosexismo con una historia en la que el “hombre” venido a menos (don Paco, el

empresario) no logra la conquista otro hombre “macho” (Luis, el novillero) heterosexual.

Pero, al mismo tiempo, ese esfuerzo se debilita ya que, leyendo con cuidado, se encuentra

a un personaje inseguro en Luis, y un discurso que trata de fortalecer su imagen de

“hombre cabal” pero sin lograrlo. Hay en la novela una aparente crisis de subjetividad

masculina13. El narrador pretende disipar esta crisis proponiendo un contraste entre el


8

actuar de don Paco y el de Luis, enfocando la acción de tal forma que se abre lugar para la

confrontación entre tres acto-espacios: el de don Paco versus el de Luis y, como Spota lo

espera, el del lector.

A continuación se reproduce la parte más importante del primer encuentro entre

Luis el torero novato y don Paco el empresario, cuando éste invita a aquél a tomar unas

copas en casa y por primera vez le hace el ofrecimiento de tener una relación sexual con

él. En un momento dado don Paco, con cierta confianza, inicia la “seducción”:

Abrió Luis los ojos. Don Paco se había hincado y luchaba,

jadeando, con un botón necio que no quería saltar. Parecía una bestia senil;

alzó la mirada, una mirada de buey, muy grande, muy implorante.

Entonces Luis comprendió todo lo que pasaba. Se paró de un

brinco. Don Paco le rodeó las piernas con los brazos.

¡Suélteme! gritó el torerillo, asustado.

No, nodecía el otro.

Levantó Luis su brazo y vio que su mano se había formado en

puño. Lo dejó caer pesadamente sobre la cabeza de don Paco, una, dos,

tres, quién sabe cuántas veces. El dolor que sentía en las articulaciones lo

espabiló.

No lo hagas, no me pegueschillaba don PacoYo puedo

hacerte torero; yo puedo sacarte el domingo...

Consiguió Ortega librarse de las tenazas. Todavía lanzó una patada

y sintió cómo la punta de su pie se hundía, profunda, en el estómago de

aquel miserable sujeto.


9

PargoescupióMaricón de mierda... (26)

Lo más interesante en esta relación es la elaboración desmedida de la figura del

empresario. La descripción de la acción que se lleva a cabo es parcial porque en la pareja

don Paco-Luis, sólo don Paco recibe el tratamiento de seductor mientras que el “torerillo”

es una completa “víctima”.

En la figura de don Paco se reúne lo siguiente (además de empresario poderoso):

bestia senil, con mirada de buey implorante, que chilla (o no es humano y/o no es

“hombre”); lo anterior, unido al acto de don Paco de arrodillarse para desabotonarle la

bragueta a Luis, conforma en la mente del lector la relación estereotípica de un individuo

viejo, que por sus prácticas sexuales se degenera hasta parangonarse a una bestia.

El deseo homosexual, esa urgencia de don Paco de expresar el deseo erótico con

otro del mismo sexo (pero escogido por algo que don Paco ya no posee: juventud),

termina con la capacidad del ser de actuar conforme a la moralidad social normativa y lo

reduce al comportamiento bestial y, como tal, sólo a golpes se le hace entender. Luis, por

otro lado, considerándolo como el receptor de las insinuaciones de don Paco, por lo tanto

el que inserta, es el que mantiene el poder físico en esos momentos; el empresario ruega

por sus favores sexuales. Entonces, la parte “masculina” de la pareja Paco-Luis, queda

colocado en una posición clara y superior de heterosexual. Si Luis se acuesta con don

Paco o no, no tiene nada que ver con su “hombría” demostrada. Si lo hiciera, sería

entonces resultado de la otra clase de seducción: poder salir a la plaza vestido de luces,

más no por el deseo o la apetecencia sexual del cuerpo del viejo. Esto es lo que podría

empañar la personalidad, más no la “masculinidad” de Luis.


10

Debe quedar claro que aquí se presentan dos ejes, que tal vez para el lector estarán

muy débilmente entrelazados (por los relieves tan diferentes): el uso del poder por el

empresario y su expresión homosexual. Pero es este último eje el que permanece en la

mente del lector. Es la homosexualidad la que se hará aborrecible al lector “normal”.

Por otro lado, la figura de Luis queda conformada, por el momento, como un

hombre “íntegro”, al defender, a pesar del costo (no presentarse el domingo en la plaza) y

entre otras cosas, su heterosexualidad. De cierta forma (cuando Luis no penetra algún

orificio de Don Paco) se rechaza el modelo machista según el cual la masculinidad de Luis

quedaría intacta y don Paco sería el homosexual, pero esto se hace con la intención clara

de no quitar ninguna culpabilidad al homosexual que intenta seducir al joven “torerillo

asustado”.

Después de este enfrentamiento, Luis le dice a Camioneto: “El toreo ha dejado

de ser cosa de hombres...” (27), algo que ha sido discutido en el medio popular, ya que la

forma de vestir y desplantes al caminar del torero permiten a la crítica popular acusarlo

por lo menos de narcisismo, amanerado, etcétera.

El Ciego Muñoz responde a la pregunta de Luis de que si todos los empresarios

eran como don Paco: “Por desgracia, casi todos...y les enumeró sus nombres y

fisonomías, sus edades y los sistemas que solían emplear. Sistemas que si bien diferían en

la forma eran el mismo en el fondo: ayuda al golfillo a cambio de íntimos servicios” (27).

Así, los torerillos son las víctimas del poder degenerado de los empresarios, pero el

lenguaje del texto extiende esta situación para que la homofobia tome posesión del

discurso y alcanza a todo homosexual y sus expresiones.14


11

El texto en sí manifiesta el triunfo de Luis Ortega contra el sistema “corrupto” de

los empresarios “sin escrúpulos”. Es el triunfo del heterosexismo constrictivo contra la

homosexualidad rebajada a la definición médico-criminal (Foster 34). En esta novela, la

personalidad de Luis se encarece con el discurso admonitorio, por su tenacidad de resistir

todo (con el riesgo a perder la vida) para cumplir con los preceptos patriarcales. Juanito

Lavín resume su punto de vista en la siguiente frase: “¿Le pusiste? Ya sabes que caen

siete años de mala suerte” (30). Es decir, para él, el problema no está en el acto de

“ponerle” sino en el resultado, los siete años de mala suerte, algo que Luis también adopta

con fe. 15

El texto en la novela Más cornadas da el hambre privilegia la posición del

heterosexismo con el encubrimiento de la verdadera personalidad de Luis, quien en

realidad no pasa de ser más que un manipulador de las mujeres. Esto puede fácilmente

determinarse de la narración: primero vive del sueldo de una prostituta (convirtiéndose en

un “padrote”); luego se aprovecha de una viuda y finalmente de una novillera.16

Esto no resalta sobremanera, porque en la sociedad del patriarcado es “común”

que un hombre se valga de la mujer para salir adelante. La hombría parece reafirmarse en

la utilización de los atributos biológicos con las mujeres, éstas recibiendo a cambio, según

se predica, “satisfacción”, “protección” y “sustento”. 17 Esto concuerda con la actividad del

padrote, que si no es moralmente aceptado, socialmente es considerado necesario por el

patriarcado para que proteja a la mujer caída, a la prostituta.

Bajo estas circunstancias, el personaje de la prostituta, Estela, es quizás el más

claro de todos en la novela, porque nunca esconde su actitud ante la vida, su preferencia

por el sexo y los demás; no promete y tampoco espera algo a cambio; ve la vida como
12

es.18 A pesar de que el estado de salud de Estela no es bueno, y su edad prima ha pasado,

al final de la novela, ella demuestra tener más caridad humana para con Luis en el hospital

que viceversa. Viéndose Luis de nuevo casi en traje de luces, le niega siquiera un poco de

su amistad. Aún así, Estela, de una manera por demás desinteresada, le deja a Luis (sin que

él lo sepa) cien pesos sobre el buró del cuarto del hospital. A la vez, por la construcción y

desempeño del personaje, Estela es el modelo más deplorable en la novela, y con una

razón meditada, ya que de acuerdo al texto, su final será el de la pobreza, olvido y una

vejez fastidiada por las enfermedades venéreas. Estela es un ejemplo “a no seguir”

propuesto por Spota, y todo lo que al final le sucede a Estela es en pago por cruzar los

límites del acto-espacio seleccionado para la mujer “decente” en esa sociedad promulgada

por la novela. Creo que es aquí donde mayormente se desmorona la fachada construida

para Luis. Aún así, Langford dice: “Barnaby Conrad, a respected voice in this field says:

‘This is the most powerful bullfighting novel I have ever read’” (108). Este tipo de críticas

se concentran en lo aparente, dejando las contradicciones ideológicas de lado.

Si bien es cierto que en apariencia, Más cornadas…presenta un drama lineal, sin

complicaciones narrativas o intelectuales, también es cierto que, por medio del discurso,

propone una valorización comprometida en el lado hegemónico. Esta novela refuerza la

ideología imperante por medio de ejemplos de personajes marginales, de los cuales se sirve

para dejar en claro (sobre todo para la mujer) las consecuencias de actuar fuera del acto-

espacio social predominante, dejando al lector encaminado para que saque una moraleja

obligada: “el que la hace la paga”. Sin embargo, el arribo a esta moraleja presupone la

existencia (en el lector) de una serie de valores contenidos en su propio acto-espacio, es

decir, en una coincidencia con el de la sociedad en general, y necesario para que ésta
13

continúe adelante —y a propósito, en lo que sigue usando un lenguaje sexista— en bien

del hombre.

El tipo de lectura propuesto aquí no es del todo popular, y podrá juzgarse

exagerado, pero propone una alternativa contracorriente. Sin embargo, como se ha

mostrado, el texto de la novela sustenta el esperpento que el narrador conforma del

“degenerado” sexual (el homosexual y la prostituta), y lo exhibe como tal, al mismo

tiempo, congratula sobremanera al modelo heterosexual proponiendo que tendrá un futuro

con potencial de triunfo.


14

Obras citadas

Altamiranda, Daniel. “Literary Theory and Criticism”. Mexican Literature: A History.

David W. Foster, Ed. Austin: University of Texas Press, 1994.

Bell, Steven M. “Mexico”. Handbook of Latin American Literature. 2nd ed. David

William Foster, Ed. New York: Garland, 1992. 357-442.

Brushwood, John S. Narrative Innovation and Political Change in Mexico. New York:

Peter Lang, 1989.

Cirlot, J.E. A Dictionary of Symbols. 2nd. ed. New York: Dorset Press, 1971.

Foster, David W. Producción cutural e identidades homoeróticas: teoría y

aplicaciones. San José: Ed. de la U. de Costa Rica, 1999.

Langford, Walter M. The Mexican Novel Comes of Age. Notre Dame: University of

Notre Dame Press, 1971.

Plummer, Kenneth. Sexual stigma: an interactionist account. London: Routledge &

Kegan Paul, 1975.

Peralta, Elda. Luis Spota: las sustancias de la tierra. México D.F.: Grijalbo, 1990.

Pouwels, Joel B. “Luis Spota Revisited: An Overview of His Narrative Art.” Revista

HispánicaModerna 47.2 (1994): 421-35

Sefchovich, Sara. Ideología y ficción en la obra de Luis Spota. México: Grijalbo, 1985.

Siverman, Kaja. Male Subjectivity at the Margins. New York: Routledge, 1992.

Spota, Luis. Más cornadas da el hambre. México, D.F.: Porrúa, 1952.

Valverde, Mariana. Sex, Power and Pleasure. Philadelphia: New Society Publishers,

1987.
1
Para una semblanza de los cambios ocurridos durante esta época, Ver por ejemplo Entre la guerra y la estabilidad
política: El México de los 40. Loyola, Rafael. Coord. México: Ed. Grijalbo, 1990.
2
Como Agustín Yañez (1904-80; con Al filo del agua [1947]), José Revueltas (1914-76; con Los muros de agua [1941] ) y
posteriormente Juan Rulfo (1918-86; El llano en llamas [1953], Pedro Páramo [1955]) y Carlos Fuentes (1928- ; con La
región más transparente [1958])
3
Sobre todo la repartición de tierras de labor a los campesinos por parte de Lázaro Cárdenas; o la oposición al presidente
Luis Echeverría Álvarez (1922-) y el movimiento pseudosocialista durante su período presidencial (1970-1976), como
medida de lavado de manos a su intervención , como secretario de gobierno, en la masacre del 68.
4
Steven Bell considera a Revueltas como la antítesis de Agustín Yañez (409). Por otro lado, Daniel Altamiranda, citando a
A.F. Jasso, dice: “Revueltas distinguished himself [among the Marxist theorists and critics, both inside and outside
Mexico] because of the capability, the profundity and the consummate apprehension of what the Marxist aesthetic should
be according to Marx and Engels” (354).
5
Ese nivel de elaboración profunda de las obras, el espacio en el que se articula el sujeto de enunciación y en el que se le
da significado de acuerdo a las experiencias que vivimos y asimilamos día con día.
6
Ver el ensayo "Los acto-espacios y los espacios queer con una aplicación a la obra Don Juan Tenorio" en el RMMLA,
Spring 98 (Edición electrónica: http://rmmla.wsu.edu/rmmla/articles/spring98/articles/robledo.asp /).
7
Me refiero aquí a la tensión en la confrontación de lo privado vs. lo público. Esta dualidad no es más que el manejo
efectivo de la visibilidad de lo erótico, controlada por el sistema. Así entonces, las expresiones eróticas son ampliamente
aceptadas por ejemplo en carnavales, bailes, centros nocturnos, bares, etcétera. Estos son, esencialmente, espacios
controlados, y la necesidad de este control se encuentra siempre con el respaldo de la “realidad objetiva”, y los límites son
impuestos con la perenne pretensión de “el bien” de la sociedad.
8
Quién ya conocía el alcance y poder del periodismo amarillo urbano.
9
Porque de otra forma, ¿cómo puede explicarse que sigan existiendo en los puestos de poder público y en los sindicatos
blancos, mostrando un servilismo patético a la autoridad y en beneficio propio?
10
“Man is born into a sexual world composed of institutions and legitimations which are apprehended as an objective
reality” (Kenneth Plummer 48)
11
El término se adopta del inglés siguiendo la práctica de ensayos escritos en español, tratando de evitar los términos de la
traducción como “raro”, “invertido”, etcétera, que conllevan una connotación homofóbica dentro de la cultura hispana. En
la cultura anglosajona el término queer ha logrado ganar un lugar de identificación más que de señalamiento. El acto-
espacio queer no se opone al acto-espacio patriarcal, sino que lo contiene, por lo cual es más abierto, permitiendo mayores
opciones de expresión.
12
Una de las partes en la trama de esta novela nos hace recordar el tipo de relaciones sexuales en la Grecia antigua de las
que Halperin nos habla en su libro One Hundred Years of Homosexuality: la iniciación sexual de un joven, con un hombre
de mayor edad y autoridad y un joven adolescente. Esta relación según Halperin, se buscaba el estrechar los lazos de
relación y el joven en turno, posteriromente, iniciaría a otro. Esto se daba en la alta sociedad; no se efectuaba la
penetración y era bien vista en la sociedad del tiempo, no así la reversión de los roles (la penetración podía efectuarse entre
amo-esclavo). En la novela, la relación torero-empresario reproduce, con variaciones (el poderoso degenerado y la
víctima), ese modelo
13
Algo que Kaja Silverman anota también en bastantes de las películas norteamericanas después de los sucesos
cataclísmicos de los cuarenta (53), que también fueron producidas para reforzar el concepto de masculinidad en la
sociedad de la postguerra mundial
14
Leyendo en forma perversa, el “casi todos”, ¿salva al pseudo-empresario y “amo” Spota de ser igual a don Paco?
15
Aquí el concepto del “mal agüero” es utilizado para satirizar la relación sexual entre iguales, lo cual es común en
México. El problema no es el que un hombre se acueste con otro hombre; el problema resulta de las consecuencias que
vienen como “castigo” al hecho, una actitud que puede ser atribuida a la creencia religiosa en un Dios castigador y
vengativo, en conjunto con el número cabalístico siete (J. E. Cirlot 232), una especie de sincretismo.
16
Que por otro lado, en el texto, triunfa más por su cuerpo que por su arte.
17
Aquí se pone una interesante versión de la actividad del hombre para con la mujer : “It is as if way back in prehistory
Mother Nature had searched for the most effective way of protecting mothers and children. Without some to provide food
for and defend the mother and child, they were at the mercy of wild beasts and predatory males…The obvious source of
protection and provisions was the male. But how to keep him around? Mother Nature’s solution was sex. Sex on tap, so to
speak. The day-in, day-out sexual availability of the human female created what scientists call a pair bond and most of us
call love. The nuclear family was born.” Joyce Brothers (cit. en Mariana Valverde, 49)
18
Por eso es criticada por Camioneto, quien juega el papel del manejador siempre preocupado por Luis, su torero pero que
en realidad es un misógino recalcitrante, y además celoso de las actividades de Luis con las mujeres. ¿Celo de manejador o
de “hombre”?

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