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La cultura de la imagen y el declive de la lecto-escritura

Article  in  Arbor · June 2010


DOI: 10.3989/arbor.2010.743n1202 · Source: DOAJ

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Fernando R. de la flor
Universidad de Salamanca
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ARBOR Ciencia, Pensamiento y Cultura
CLXXXVI 743   m ayo-junio (2010)   3 65-375   I SSN: 0210-1963
doi: 10.3989/arbor.2010.743n1202

LA CULTURA DE LA IMAGEN THE CULTURE OF IMAGES


Y EL DECLIVE DE LA AND THE DECLINE OF
LECTO-ESCRITURA TEXT-BASED WRITING

Fernando R. de la Flor
Universidad de Salamanca
C/ San Pablo 26-28 5 E
37001 Salamanca
frflor@usal.es

ABSTRACT: This article surveys the so-called visual turn that has RESUMEN: El artículo aborda en perspectiva el llamado visual turn
currently taken place in cultural studies. It departs from the existing producido en los estudios culturales: remonta la cuestión de una
rivalry between writing and image and it advances a genealogy for rivalidad entre la escritura y la imagen, estableciendo una cierta
this confrontation. This study insists on the diverse effects that the genealogía para este “enfrentamiento”. Para concluir, el trabajo
so-called visual turn has brought about in the reorganization of vari- finalmente recala en ciertos efectos que dicho giro visual tendrá sin
ous areas of academic studies. duda en la reorganización de los campos de saber académicos.

KEY WORDS: Visual turn. PALABRAS CLAVE: Giro visual.

Quien no ama la imagen es injusto con la verdad


Filóstrato

El parangón entre las artes del discurso textual y aquellas mitopoéticos que piensan en la profundidad y verdad de
otras que crean las formas bi o tridimensionales es un paso la representación le han concedido de siempre al mundo
dialéctico clásico fuertemente enraizado, al menos desde de las formas y de las figurae una suerte de monarquía en
la cultura humanística en lo que fue su primer período1, lo que es el régimen de la mimesis de ese mismo real3, y
y ello alcanza todo tipo de reformulaciones en todas las ello con una potencialidad y registro más amplio del que
estéticas epocales, en las que ciertamente se ha discuti- pudiera alcanzarse a través de la escritura.
do con qué pertenencia uno y otro de aquellos sistemas
de representación “representan” verdaderamente mejor el Después de un lapsus temporal de acaso quinientos años
mundo2, satisfaciendo el horizonte de perspectivas que las –el que corresponde al primado de la imprenta–, acaso
sociedades históricamente depositan en estos procesos. estemos reingresando de nuevo en una suerte de “civi-
lización de la imagen”, que destronaría de su lugar a la
Si bien es verdad que se ha primado en muchas circunstan- cultura basada en la escritura. La potencia de la imagen;
cias aquel pensamiento de Horacio que, haciendo reposar el triunfo indiscutible de la imagen y su correspondiente
toda su confianza en la escritura de sus Odas, llegó a decir ubicuidad en la vida de la polys contemporánea sería el
de ellas que, sin duda, por estar escritas y ser reproduci- corolario de este nuevo estadio4. Potencialidad ésta a la
bles serían más duraderas que los propios monumentos que no puede, ciertamente, aspirar la palabra escrita, en
conmemorativos de bronce que ponían ante los ojos la razón sobre todo del cambio necesario de código sígnico
evidencia de una memoria única, solidificada y real (“Exegi (que en la escritura ya no es morfológicamente analógico
monumentum aere perennius”... “construiré un monumento al relieve y superficie del mundo, como, al cabo, sí lo puede
más duradero que el bronce”), es evidente que los tejidos ser el trazo o el modelado picto-escultórico5) y, también,
por la abierta abstractalización que tales signos alfabéticos torio de lo mítico –tal y como queda representado en la
comprometen6; es decir: su ser completamente arbitrario historia de Pygmalion11–, y que, en todo caso, tiene su raíz
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(al menos en la escritura occidental). Una última cuestión en unas estructuras antropológicas compartidas por toda
será la del propio ritmo secuencial de la lectura de signos la humanidad y con base en el reservorio psíquico colec-
tipográficos, la cual, realizada en un orden sucesivo, pierde tivo al que no por nada denominamos “imaginario”12, ha
LA CULTURA DE LA IMAGEN Y EL DECLIVE DE LA LECTO-ESCRITURA

entonces ventaja frente a la simultaneidad estructural y sido, sin embargo, continuamente negada por los teóricos
orgánica que alcanza la visión de imágenes. de una cultura unilineal, los cuales han querido suponer
siempre que la escritura adviene en estadios superiores
Si de simulacros se trata, la imago mentis, generada por las de la cultura, y que la misma releva completamente con
escrituras en su lector (cuando lo encuentran7), no puede su autoridad manifiesta y dogmática los restos “primiti-
al cabo competir con la imago vera que producen las artes vos” y “animistas” depositados en la cultura visual, en la
miméticas por excelencia: la pintura y la escultura (segui- imagen13.
das por la ficción de realidad que aporta en nuestros días el
píxel; y, antes, la propia imagen sin soporte, la imagen pro- Quizá lo más significativo de las percepciones a que nos
yectada)8. En definitiva, el poder de una activa “persuasión” conduce nuestro tiempo es la de que con toda evidencia
y de una apelación contundente a la imaginación humana se estaría produciendo una nueva y más potente (acaso
se encuentra profundamente enraizado en las configura- también decisiva, por última) translación de una visión del
ciones formales y plásticas de las imágenes –imago; figu- mundo generada a través de textos14, a otra basada en la
ra–, cuya fuerza turbulenta y acaso inconsciente9 ha sido visión del mundo en cuanto imagen, o reducida a imagen,
históricamente más relevante y decisiva que las del propio recordando tal vez aquí la pulsación efímera de la misma,
texto (Moxey, 2003), y de cuya compleja fenomenología la inestabilidad temporal de la que se habría hecho ya
y perceptualismo –además del “efecto pragmático” que eco un San Pablo: Pertranseat imago mundi.... “pasará la
encadena su propia presencia– empezamos a tener una imagen del mundo...”. En efecto, la antigua metáfora del
información más detallada, sobre todo por la antropología, “libro del universo”, que pudo ser incluso teóricamente de-
ciencia que nos ha revelado la trascendencia mayúscula de sarrollada por ingenios peninsulares como Alejo Venegas,
la imagen en lo que fue la constitución de la humanidad ha sido definitivamente transformada en “imago mundi”
arcaica (Brysson, 1991). En definitiva: “La imagen es una (Venegas, 1540). Focalidad, entonces, de lo visual; capaci-
cuestión vital, viva y altamente compleja: un verdadero dad de la imagen por contener, por dar cuenta del mundo15,
centro neurálgico, la clavija dialéctica por excelencia de y, subsidiariamente, y como corolario, quizá comencemos
la vida histórica” (Didi-Huberman, 2005, 55). Las imágenes a situarnos sobre la pista de un pensamiento imaginativo,
mueven con más fuerza que los textos, ésta podría ser la mucho más adelantado que un pensamiento conceptual,
conclusión, la de que la fuerza pragmática está siempre desequilibrándose a favor de lo primero el viejo orden his-
del lado de la imagen; que su presencia enlaza y desem- tórico, en el cual se compensaba, por un lado, el poder de
boca en lo vital de modo más natural que lo puede hacer la concepción y, por otro, el de la representación. La vida
el texto. Y, entonces, en ese caso, la imagen, por encima psíquica se desenvuelve en el terreno de lo imaginario, en
de la abstractalización que supone la escritura, promueve todo caso estamos habitados por representaciones men-
un efecto de “real” cuya reconquista ha podido constituir, tales de imágenes (Sartre, 2005).
por otra parte, un horizonte de nuestra posmodernidad
(Foster, 2001). Los ídolos de la tribu en estos momentos históricos son,
antes que nada, eso, eidolon, imágenes, y deberemos re-
En definitiva, el texto, si bien es capaz de desarrollar un cordar a este respecto que en el relato fundador bíblico
mundo propio, no parece en suma tan capaz de venir a Moisés rompe las tablas de la Ley evidenciando, en un
desembocar en lo real, apareciendo como más propio de él gesto de la máxima relevancia simbólica, la superior ca-
el reino de lo imaginario y de lo radical virtual10. pacidad persuasiva que sobre el pueblo judío tenían en ese
momento los simulacros (sacrílegos) (Ginzburg, 2000) a los
Esta supremacía de la imagen en cuanto simulacro y “ana- que adoran por estar dotados de una fuerza apotropaica,
logon” de lo real, que a menudo se ha jugado en el terri- por un investimiento que da cuenta con vigor inusitado del

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anudamiento simbólico allí producido y canalizado en el manifiesta como ausencia, reintegrando el “arte” en la vida
icono, y, por tanto, casi se diría que encarnado o apresado (dando soplo vital a las formas, a las figuras) y borrando
en un objeto que posee dimensiones y existencia física, y por este procedimiento (que contiene dosis importantes
cuya virtud última es la de trabar una relación empáti- de engaño, de tromp-l-oeil) las barreras entre ambos. Esta
ca con su observador, constituyéndose en una suerte de historia pues de Pygmalion, como dicho fundador que es,

FERNANDO R. DE LA FLOR
imagen sublime y cultual16. Las formas plásticas cuajan devuelve al hombre su anhelada posición demiúrgica, y
en universales antropológicos, directamente reconocibles hace reposar sobre las imágenes una posibilidad que nunca
y de una gran potencialidad expresiva. Abby Warburg, alcanzarán los propios textos, en este sentido, sólo mani-
que partió desde principios del siglo XX a la búsqueda de festaciones de la capacidad reduplicativa del hombre (en
estas imágenes radicalmente habitadas de una poderosa cuanto actúa exclusivamente en una suerte de segunda
energía semántica, las denominó: pathosformel y por ellas naturaleza que ocupa un dominio mental, fantasioso).
podemos entender:
Sucede pues que los Zeuxis y los Apeles han devenido al
“Un conglomerado de formas representativas y significantes, cabo como aquellas figuras centrales en el desarrollo de
históricamente determinado en el momento de su primera la representación en la cultura occidental, y ello incluso
síntesis, que refuerza la comprensión del sentido de lo repre- más que lo puedan ser aquellos otros Zeuz (el dios inventor
sentado mediante la inducción de un campo afectivo donde de los caracteres de la escritura) o Zamus (el monarca al
se desenvuelven las emociones precisas y bipolares que una que le fue regalado el alfabeto escrito), citados por Platón
cultura subraya como experiencia básica de la vida social” (Fedro), que pusieron entre los hombres un pharmakon que
(Burucúa, 2006, 15). había de devenir peligroso y ambiguo: la escritura (Derrida,
1975), precisamente por atenuarse en su uso la resonan-
Una elaboración más sofisticada de esta idea de arquetipos cia originaria del mundo y promover en consecuencia un
figurales es la teorización de Walter Benjamín de la “ima- “olvido” del mismo o, al menos, de la experiencia sensorial
gen dialéctica”, definida por el filósofo como aquello que del mismo. Víctor Hugo viene aquí al caso cuando prevé la
“despierta” e induce un conocimiento fulgurante mediante muerte del monumento “asesinado” (la expresión es de un
el cual “el Otrora se encuentra con el Ahora”. Esta figura, más tardío Marcel Proust) por la imprenta, que difunde de
que es en sí misma dialéctica, no es de otra naturaleza que él discursos que no están ya sujetos a experiencia directa
no sea “figurativa”17. (Hugo, 2006).

De este modo resulta que Pigmalión, a través de la creación


de una imagen pregnante y casi viva, siempre se enfrentará
con ventaja a Kadmos (este último el organizador mítico Ofensiva visual
del mundo de la escritura), y el relato del primero alcanzará
así más fuerza definitoria y más entidad y presencia en la Este antiguo enfrentamiento entre sistemas de represen-
cultura18, en la medida misma en que la historia del hom- tación sobre el que han sido vertidos ríos de tinta alcanza
bre, que logra dar vida a una representación que él mismo hoy, entre nosotros, un momento verdaderamente climáti-
crea, funda la institución del arte de la fabricación de co y especial. Esto es así porque parece que la “civilización
imágenes, como convocación absoluta de lo que siempre de la imagen”, y, en general, el proceso que ha podido
permanece ausente en la propia representación: la vida. Y ser conocido como “imagocentrismo” (o, también, si lo
entonces, cabe decir de esta vida que es más susceptible que se acentúa es la otra polaridad del hecho visual: el
de ser evocada y conjurada a mostrarse encarnándose en “ocularcentrismo”) avanza sobre sí mismo, descubriendo
la materia que en la propia sustancia lingüística19. las fronteras insospechadas de lo digital, lo holográfico, lo
virtual20, generando así una “democracia” visual (y la co-
Así, la creación plástica (estaríamos tentados de decir “al- rrespondiente “imagen democrática”), al cabo una verda-
farera”) del analogon naturalista (amparada en las cosmo- dera internacional de la imagen total (del, diríamos, efecto
logías primitivas, en el inconsciente y en los mitos) aspira “pantalla total”21), en sí mismo todo ello más potente y
sin ambages a convertir en presencia lo que siempre se universalizador que lo logrado por la civilización del texto

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a partir de la difusión de la imprenta; lo que ha generado los textos (cuyas praxis, en todo caso, siempre supone o
que, en realidad, de modo masivo, la era de la reproductibi- requiere un apartamiento, una distancia, una diferencia,
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lidad técnica de la imagen (y, en particular, de la imagen de una reserva, una retirada del mundo en derredor23). Cuando
la obra de arte22) haya venido a suceder –e incluso a dejar de estos últimos, los textos, se trata, el acceso al campo
en la sombra– aquella primitiva reproductibilidad técnica del escrito se encontrará siempre custodiado por unos
LA CULTURA DE LA IMAGEN Y EL DECLIVE DE LA LECTO-ESCRITURA

que para siempre vincularemos a una cultura del impreso protocolos insoslayables, los cuales aumentan fantástica-
y del texto (aunque lo fuera también, al cabo, de la propia mente en el caso de la alta cultura escrita. Mientras, la
imagen –Iving, 1953–), cultura tipográfica forzadamente “lectura” de la imagen es siempre algo inmediato, se ofrece
en ello reductora, y pronto ya dispuesta para ser conside- desregularizado, e, incluso, está dotado de un aspecto
rada naif, arcaica, rudimentaria. inquisitivo, interrogativo, que demanda una aproximación
primera al sentido de la misma y que en sí mismo lo fuer-
Podemos incluso suponer con Latour (1998), que a la im- za, haciendo que la percepción de la imagen contenga ya
prenta basada en la tipografía como objeto fetiche único inevitablemente los primeros pasos de lo que es su propia
del racionalismo moderno, le envuelve ya hoy otro fenó- interpretación24.
meno superior, el cual atañe a la completa remodelación
de la visión y al alumbramiento de la perspectiva también La imagen convoca de modo instantáneo un sentido que se
moderna que permite unos traslados cada vez más per- manifiesta en un aspecto empático y profundo, haciendo
fectos en sus efectos realistas del mundo no ya ahora que la respuesta a la figuración desencadene una mecá-
“sobre el papel” (Olson, 1997), sino sobre las superficies nica psicológica en la que alcanzan todo su papel, como
inmateriales, sobre el aire mismo, como sucede en el caso escribe Freedberg, sentimientos tales como la admiración,
notable del holograma. En definitiva, nos encontramos en el sobrecogimiento, el terror, el deseo... (Freedberg, 1989),
el último y más potente de los regímenes de visualización que es lo que constituye específicamente el “visual thin-
que ha conocido la modernidad (Jay, 2003). king” (Arnheim, 1969). Los analfabetos “técnicos”, que sí
existen en el dominio lecto-escritor, no tienen homólogos
El ataque sobre lo textual, el cual proviene del mismo en- en el espacio de la imagen, donde, en efecto, en rigor no
grandecimiento de la dimensión que cobra la esfera de lo los hay, ya que, en todo caso, aquélla siempre alcanza una
visual, hace que el sentimiento de la lengua se repliegue suerte de cognoscibilidad y transmite una cierta informa-
hacia realizaciones altamente sofisticadas donde encuen- ción a aquel sujeto ante el que se constituye, podríamos
tra una suerte de última línea de resistencia. En palabras decir que estructurándole también y constituyéndole a su
de Jordi Ibáñez, se produce la “exacerbación de la función vez25. Con toda evidencia, hoy comenzamos a ver alzarse
poética convertida en reserva testimonial” (Ibáñez, 2004). una “cultura visual”26, que en su objeto y en sus métodos
parece inflexionar de modo tan potente, al menos (pero
Diremos que, entre tanto, en realidad lo que ha sucedido en realidad se revelará como mucho más) como la antigua
es un cambio de escenario trascendental, pues el lugar de cultura basada en el discurso, en el texto, en el escrito27.
diafanía de la imagen es hoy, no el sancta sanctorum de En definitiva, está en marcha una revolución epistémica y
la reserva intelectual del gabinete, del estudio, del circuito un cambio en lo que es el paradigma cognitivo28.
de las letras constituidas como tales, sino la extensión
inabarcable de la vida cotidiana en donde campea sin Ello da pie a formular ya una suerte de ley del giro visual,
restricciones la imagen multiplicada y el simulacro general y a interpretar los signos acentuados de la decadencia
que afecta a todas las almas de la polys. palpable del escrito, y ello en un aspecto que nos es es-
pecíficamente cercano: el de la constitución de un campo
La visión, en suma: la “lógica de la mirada” (Brysson, 1991), de estudios humanísticos propio, es decir: formado en la
como quieren los modernos promotores de una cultura o plena posmodernidad.
civilización de la imagen, tiene las mismas (si no supe-
riores) cualidades hermenéuticas que el propio lenguaje, Es una evidencia el hecho de que tal emergencia de lo
construye al cabo mundo, y tal vez lo hace de un modo más visible (por encima de lo legible), tal ubicuidad de la ima-
firme e impresivo de aquello a que alcancen a movilizar go, como veremos, obliga a una reconstrucción entera del

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campo de saberes humanísticos, en cuyo centro siempre entretanto puede que se haya hecho verdad el que “la vida
tuvieron un lugar de privilegio las disciplinas de la pala- moderna” –como ha escrito recientemente un especialis-
bra (sacralizadas en la forma del codex), manifestándose ta de la cultura visual– “se desarrolla ya toda ella en la
tradicionalmente de manera ancilar aquellas otras que se pantalla” (Mirzoeff, 2003, 17), y, en todo caso, metodoló-
ocupaban de la imagen29. De lo que tal vez constituyan gicamente se aventura ahora una vía de privilegio en el

FERNANDO R. DE LA FLOR
un ejemplo los propios libros de aquellos dos Filóstrato, acceso a la dimensión histórica de lo humano, siendo este
el Joven y el Viejo, Imagénes (Eikones), en donde, de un acceso del orden de lo visual; se realiza a través de objetos
modo explícito, se señalaba la vocación instrumental de la visivos. Si nos preguntamos por la genealogía de esta su-
imagen a través del relato del segundo sobre el modo en premacía de la imagen adquirida por encima del poder de
que en la Nápoles helenística, huyendo de pronunciar los los discursos y del objeto escrito, diremos que fue el propio
discursos en el foro, se inventan las galerías de imágenes Benjamín quien puso esa misma imagen en el centro de la
para formar en la palabra a sus generaciones de jóvenes, vida histórica; asunto que fue materia en su día del gran
quienes necesitarán de este “suplemento” imaginal para libro de Peter Burke, Visto y no visto (Burke, 2001).
asimilar las abstrusas lecciones de la política y de la fi-
losofía30. La cuestión aquí permanece incólume: ¿quién es En todo caso, la ubicuidad de las imágenes, su actual
el suplemento de quién en esta historia fundacional de la omnipresencia espectralizada (condición que se da en el
lectura comentada de imágenes? O, dicho ahora en térmi- caso de la reciente expansión de las llamadas “imágenes
nos debatidos por Derrida (Derrida, 1976), cuál actúa aquí incorpóreas”) en el campo de la óptica social, donde han
de parergón: ¿es la imagen lo que está fuera del texto a terminado por formalizar una “cultura de la pantalla”,
modo de un marco, de un contexto; o es más bien el propio con su inmanencia logra definitivamente desplazar de
texto el que ilustra y acota la imagen?31. Quizá no haya su centro de gravedad ponderada a las culturas del es-
necesidad de remontarse tan lejos en la resolución de esta crito, antaño las poderosas y realmente significativas en
quaestio, pues, al cabo, todo ha dado en que es, en efecto, el campo de la historia cultural. Lo que, como corolario,
la organización misma del capitalismo tardío en torno a la tiene otro efecto, que es por ahora el que nos interesa
imagen espectacular32, la que fuerza inevitablemente esta en adelante analizar aquí. Pues, en realidad, lo que ha
ascensión de la cultura de la imagen, ahora ya en la forma venido a suceder en el espacio académico de las Huma-
totalizadora de una ciber-óptica, que releva a su vez de su nidades, puesto radicalmente en crisis por esta revolución
posición, tanto a las realizaciones figurativas de órdenes epistémica, es que hoy el campo de la antigua batalla se
imaginarios que la preceden, como, en otra perspectiva, a ha desplazado desde las competencias y pugnas de las
aquella superior manifestación de “legibilidad” alcanzada prácticas simbólico-plásticas, por un lado, y las simbólico-
por formas como la novela o el periodismo escrito en el discursivas y textuales (por otro) a lo que es el terreno
siglo XIX, hasta hace poco tenidas como los medios de ma- especulativo hermenéutico y crítico de las propias disci-
yor alcance y difusión de toda la historia y los instrumentos plinas que las soportan y las teorizan, abriendo una cierta
cumbre en la creación de una lectura de mundo. fosa entre las mismas, y enfrentando duramente ambas
formaciones por la hegemonía en el dominio del campo
En efecto, la imagen releva a la escritura, pero también la simbólico de la cultura.
relega a constituir su comentario, a ilustrarla; la fuerza a
una servidumbre, disponiéndola en una posición ancilar, Cuestión esta a la que nos dedicaremos en lo que sigue,
dado que la imagen reclama ahora ser, por encima del según promesa contenida en el exergo y título de este
texto, “el instrumento de análisis del mundo y el mejor comentario.
soporte de la memoria [histórica]” (Choay, 2007, 83).

Nuestro tiempo, indudablemente, se hace más legible en


lo imaginal y visivo, que en la postulación que del mismo Ruptura del antiguo orden disciplinar
puedan hacer las escrituras (o sus correlatos orales, pues
también cabe decir que ha retrocedido la posición del oído La lógica del capitalismo tardío o avanzado termina por
como canal hermenéutico, antaño privilegiado). En efecto, imponerse en el espacio social con una firmeza que arre-

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bata a las formaciones sobrevivientes y a los órdenes sim- La posición singular, solitaria, elevada que el arte hasta
bólicos arcaicos todo su fundamento de ser33. Los debates este momento habría tenido es, en efecto, como habría
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cerrados, los consumos restringidos, las interpretaciones avisado Hegel, ya “cosa de otros tiempos”. Fenómenos en-
esotéricas son devueltos hoy a su matriz decisiva (y acaso tonces concomitantes, por un lado, éste de la muerte o
última, pues integra ya al total de lo social): se trata de fin del arte con la agresiva afirmación de un campo de
LA CULTURA DE LA IMAGEN Y EL DECLIVE DE LA LECTO-ESCRITURA

la esfera pública, convertida en el lugar y en el hogar del estudio que mediante un acto imperialista y arriesgado
tránsito de las cosas. Allí, en el interior de esa esfera de lo convierte automáticamente en objeto de la disciplina toda
público, lo que se produce es el consenso sobre el consumo la producción social de la imagen. La formación académica
que las cosas deben tener. Es ese el lugar último y tribunal resultante –a la que provisionalmente bien podemos deno-
postrero de la negociación, escena de la atribución y el minar: Estudios de Cultura de la Imagen–, en consecuencia,
espacio natural que toda producción simbólica se da a sí amenaza ya, desde su foco originario en la universidad
mismo en tanto instancia decisiva e instancia de superior americana, en convertirse en la nueva estrella rutilante en
decisión. el cielo de los estudios de Humanidades. No se trata, en
todo caso, de una operación de partogénesis, sino de un
Una actual estetización general, masiva y democrática, de movimiento a partir del cual un campo de estudio crece y
las imágenes del mundo habría pues aniquilado el sentido engloba la unidad inferior de la que partía. Podemos decir
de un arte superior o elevado, y dado por concluida la re- así que la historia del arte, núcleo originario en los últimos
lación privilegiada de éste con la “verdad”34, mientras que doscientos años de una historia del objeto artístico (que
la propia cuestión de lo “bello”, y acaso también la de lo subsidiariamente se enfrentaba a una homóloga historia
sublime, se vuelve irrelevante, abriendo de este modo el de la literatura/filología, la cual realizaba su praxis sobre
paso a una más general y potente epistemología del ver un canon de textos), ha sido definitivamente englobada en
o de la construcción social de la visión (Virilio, 1989), que una superior unidad, que en cierto modo la anula, o, en
tiene su momento historicista en la formación de saber que todo caso, la desplaza: de nuevo, los estudios de cultura
se ocupará de la “arqueología de la mirada”. Tal desinvesti- de la imagen, los estudios visuales que se dan por objeto,
miento simbólico y, en realidad, fin de régimen para el arte la cultura visual generada sin recortes en lo social. En
elevado habría venido siendo anunciado por las mismas realidad, la cultura visual no sería otra cosa sino el pre-
vanguardias que, en el caso de la música, preconizaban ya cipitado, la consecuencia misma del “encuentro” –como
la llegada imparable de una “música de mobiliario”, cuya escribe Mirzoeff– “de la modernidad con la vida cotidiana”
presencia sería en el futuro comparable a la de la mani- (Mirzoeff, 2003, 101).
festación del papel pintado en la pared. Podríamos decir,
en efecto, con Arthur Honegger: Frente a esta unidad superior, en realidad, la historia de
las artes plásticas no constituyen sino una “provincia”, una
Nuestras artes se van, se alejan... temo que la música sea parte necesariamente integrada en el conjunto superior.
la primera en desaparecer. Cuanto más miro a mi alrededor, Estos estudios parten, pues, de un reconocimiento expreso:
más la veo desviarse de su vocación: la magia, el encanta- el de que al presente resulta imposible separar los objetos
miento, esa solemnidad que debe envolver la manifestación visuales artísticos de otro tipo de imágenes o realizacio-
artística (Fernández Magdalena, 2005, 37). nes; faltos de criterio de discriminación en un universo de
dobles y simulacros, la formación científica parece haberse
En todo caso, ciertamente a lo que asistimos en este mo- así rendido a la evidencia y comenzado a desarticular el
mento en el debate crítico es, precisamente, a la presenta- viejo paradigma disciplinario sobre el que estaba montada
ción y puesta en escena de esa “muerte del arte”; momento toda su misión36.
en el que, cumplida su misión, e, incluso rebasadas ya sus
últimas emergencias históricas en tanto que praxis revo- En efecto, el nuevo estudio de la imagen, sin más especi-
lucionaria y radicalización de la teoría crítica, el arte se ficaciones ni fronteras en su interior, se reorganiza ahora
habría disuelto sin fronteras en la corriente de la vida, y diciéndole adiós a la hasta hoy todopoderosa metodología
ya no constituiría más esa especial posición desde la cual historicista en que ha abundado su análisis. En lugar de
se hacía posible la toma de autoconsciencia35. ello –de ese corte diacrónico que siempre impone el mo-

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delo académico, como reflejo de su voluntad de hacer his- Giro visual vs. giro lingüístico
toria– la imagen se reintegra en el campo antropológico,
donde se revela su pura sincronía, su inmediatez funcional, Los efectos de esta ampliación sorpresiva se dejan sentir
su conexión directa con los “hechos de vida”. Cabe decir sobre todo desestabilizando la vieja pugna entre estudios
aquí, como apostilla, que el trabajo desrealizador de la es- de historia del arte vs. estudios de literatura –algo que se

FERNANDO R. DE LA FLOR
fera del arte autónomo que llevó a cabo Marcel Duchamp había mantenido latente en las viejas facultades europeas
tiene mucho que ver con la situación actual que tratamos de Humanidades–, y obligan u obligarán muy pronto a una
de describir, en la que un objeto privilegiado y la formación remodelación de las posiciones que sin duda deberán ir
científica que lo ha legitimado en la historia inician su encaminadas a la creación, a su vez, de unos “estudios de
retroceso, mientras ceden definitivamente el interés social, la cultura del escrito”40, cuyo propio amanecer creo que ya
desplazándose a otras prácticas más abiertas y omnicom- puede comenzar a observarse en los manifiestos teóricos
prensivas para con lo que es la nueva situación creada. En que desde hace veinte años producen estudiosos como
todo caso, apuntemos a aquel Marcel Duchamp como un Olson, Havelok o Chartier y Darnton, y que claramente han
verdadero desarticulador de un régimen restrictivo de la comenzado a desbordar el objeto textual inscrito canó-
imagen, así como un artista que se constituye en ejemplo nicamente en la historia de la literatura, para dirigirse al
para un porvenir inmediato del que se convierte en su escrito sin más determinaciones (como a la imagen sin más
máximo profeta. Martín Jay ha sustantivado el registro de determinaciones se dirige ahora mismo la formación acadé-
operaciones deconstructivas en que se inscribe el ciclo de mica denominada, al menos en España a modo de tentativa:
trabajo conceptual de Marcel Duchamp. En efecto, el ar- comunicación visual, en la que idealmente se engloban las
tista francés (el más influyente en el panorama artístico de imágenes artísticas, tanto como aquellas otras que no lo
nuestro tiempo) abre el camino del desinterés por “lo esté- son, sucediendo en realidad que esa vieja distinción pierde
tico”, que ya no se ofrece más como objeto de una búsque- toda su fuerza y eficacia, viniéndose a anular).
da y que conllevaba el discurso del canon, hoy combatido y
pulverizado. Duchamp –los “duchampianos” de toda hora–, En suma, este inminente “giro visual”41, al desplazar la
pues, desafía la institución diferenciada del arte, y se salen zona central de expresión de lo social desde el logos a la
y sacan también sus producciones del campo artístico en imago, supone un gran cambio de paradigma cultural y
que éstas tradicionalmente venían jugando. Con el borrado filosófico42 –y, en realidad, una mutación epistemológica
minucioso de las fronteras de lo culto y lo popular, y acaso de primer orden–, pero sobre lo cual advertiremos en este
también rechazando visceralmente la relevancia concedida punto uno de sus primeros efectos que pueden ser com-
de antiguo a la singularidad, al unnicum, Duchamp ha dado probados directamente con el valor paradigmático que la
un paso decisivo a favor de la simulación y el régimen de imagen comienza a cobrar, incluso en el interior del propio
los dobles, los falsos, las parodias, la copia y, en general, campo expositivo de otras disciplinas, como, entre todas,
la perversión misma de la “imagen” (perversión que llega a puede ser destacadamente la propia literatura, que pasa a
su límite en las manipulaciones del discípulo Warhol, o de ser así de disciplina colonizadora de mundos en la primera
su coetáneo Salvador Dalí)37. Ello, además, ha visto redu- época de la modernidad, a resultar colonizada en la era
plicado el efecto de su estatuto espectral con la aparición posmoderna; dicho en otros términos: a constituirse en
de la imagen incorpórea, virtual, fractal, hologramática38; una suerte de parergon o suplemento para todo lo visual,
también la pos-fotografía, objetos todos que apuntan a un inaugurando de este modo el declive de su estrella en la
tecno-sublime, a una sublimidad tecnológica39. historia de los medios de representación.

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NOTAS “el deseo que anima El inconscien-
te óptico es empañar desde dentro
1 Para la revisión de este asunto en el de la visión moderna, nublando su
Nº 743
Renacimiento italiano, véase el clási- enfoque cristalino, disipando sus su-
co Lee, 1982. blimaciones y reubicando lo visual en
LA CULTURA DE LA IMAGEN Y EL DECLIVE DE LA LECTO-ESCRITURA

2 La dialéctica “pictura/poesis” ha po- una anatomía opaca impulsada por


dido ser invertida en nuestros días, en automatismos inconscientes” (87).
el sentido de encontrar, no sólo que la Las relaciones entre la forma y lo
poesía pone ante los ojos la realidad inteligible han conocido un análisis
del modo analógico, como lo hace de tipo historicista que permanece
la pintura, sino que de modo más como un texto de referencia, el de
profundo es el sistema de las artes Klein, 1980.
visuales el que se dota de recursos 10 Y, sin embargo, la literatura se es-
descriptivos y retóricos extraídos de fuerza en suministrar las evidencias
las artes del discurso, véase García de su fuerza pragmática, como quedó
Berrío y Hernández Fernández, 1988. inmortalizado en el “Canto V” del In-
3 Cuestión que se hace muy evidente fierno dantesco: allí Paolo y Frances-
en el caso de la representación del ca caen presas del amor al leer juntos
rostro humano en la pintura, y que ha un episodio del beso de Lanzarote y
sido tratada por Gombrich, 1982. Ginebra: “Leímos un día por gusto
4 Éste es el tinte mcluhaniano de nues- como fue que el amor hirió a Lanza-
tro momento histórico. Véase Mclu- rote. Estábamos solos y sin sospecha.
han, 1968. Nos miramos muchas veces duran-
5 Y, sin embargo, la paradoja, como te aquella lectura, y nuestro rostro
es bien sabido, reside en la común palideció; pero sólo fuimos vencidos
procedencia etimológica, tanto de por un pasaje. Cuando leímos que la
los “signos” de la escritura, como de deseada sonrisa fue besada por el
los “trazos” (de la pintura). Ambos en amante, éste que ya nunca se aparta-
griego son graphe, graphein. rá de mí, a su vez me besó temblando
6 Asunto éste explorado en nuestra en la boca”.
tradición inmediata por Lledó, 1992. 11 Mito del que ahora ofrece una revi-
7 Imago mentis lograda en el texto sión Stoichita, 2006.
mediante la operación retórica a la 12 Durand, 1981. Véase también, Sartre,
que se conoce como hypotiposis, 2005.
una disposición del discurso textual 13 Sin embargo, lo cierto de la imagen
u oral que “hace ver” y que configura es que ésta también se “lee”. Sobre
la imagen mental de la cosa evoca- tal asunto véase: Manguel, 2002, y
da, haciendo realidad la expresión de R. de la Flor, 1995.
Simónides de Ceos: “La palabra es la 14 El defensor más clarividente de esta
imagen de las cosas”. imagen del mundo como texto con-
8 Para la relación que se establece en- seguido a través de una operación
tre verdad y pintura, debe verse ahora de traslados abstractos es Olson,
Derrida, 2001. 1997. Sin embargo, y en lo que se
9 Pues, en efecto, hay un inconscien- refiere a la arqueología de esos mis-
te óptico que ha sido el objeto del mos traslados, Baxandall, 1978, ha
Recibido:  1 de diciembre de 2008 análisis de Krauss, 1997, tarea que demostrado que en todo el Antiguo
Aceptado:  1 de mayo de 2009 la propia autora expresa como que Régimen la realidad se trasladaba

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prioritariamente en la forma de ima- de las imágenes en la caverna, y pro- del escrito, las siguientes fases, hasta
gen, tanto en la cartografía como en blematiza y hace aflorar la crisis es- venir a dar en esta reciente, a la que
la retratística cuanto en otros obje- pecífica de este nuestro tiempo, que conocemos como posmodernidad, se
tos de producción simbólica basados sólo se deja percibir, precisamente, expresan a sí mismas en una imple-
en la primacía de la mirada, que se en este terreno de la visión humana mentación progresiva del régimen de

FERNANDO R. DE LA FLOR
presenta desde luego, para toda una y de la creación de imágenes; lo- lo visual, convirtiendo a este último
larga época, como el agente que cus donde los límites de lo real y lo registro en la “escena” verdadera de
constituye y canaliza la representa- representado se hallan confundidos, sus operaciones taumatúrgicas y de
ción simbólica. contribuyendo efectivamente a un sus estrategias, que han podido ser
15 Habría sucedido que se habría abier- descrédito de la naturaleza física del consideradas desde el punto de vista
to en la modernidad la “era de la mundo y a una espectralización de lo del “hombre natural” como “estrate-
imagen del mundo”, el momento que él contiene. gias fatales” (Baudrillard, 1984). Para
decisivo en que el mundo alcanza 21 Estoy, naturalmente, citando a Jean esta dialéctica puede también verse
su representación en imágenes uni- Braudrillard, 1993, y recordando sub- el libro de Wellmer, 1993.
versales. Cuestión ésta avanzada por sidiariamente a Virilio, 1991. 28 Proceso al cual, un fenomenólo-
Heidegger, 1995, en su texto del año 22 Asunto sobre el cual aún permanece go actual, Bruno Latour, ha podido
38. el magisterio de Benjamin, 1973. bautizar como “iconoclash” (Latour,
16 Algo de lo que vino a dar cuenta por 23 He analizado (R. de la Flor, 2006) muy 2002).
vez primera en la historia del arte someramente estas condiciones que 29 Situación implosiva, la que resulta
Abby Warburg, desarrollando en sus se producen en torno al hecho de la al cabo del desequilibrio contempo-
análisis los conceptos de pathosfor- lecto-escritura, y que son en realidad ráneo de estas polaridades (palabra
mel, engrama y dinamograma, con protocolos melancólicos de negación e imagen) que se habían mantenido
resonancias en la psicología profun- del mundo, y he ampliado el cam- como aliadas en un hoy lejano An-
da. Véase: Didi-Huberman, 2002. po de esas mismas observaciones en tiguo Régimen, y que, junto a otra
17 Véase sobre tales imágenes dialécti- R. de la Flor, 2005. Sobre el tema serie de causas, ha producido la cri-
cas en la teoría benjaminiana, el libro general de una derrota final de las sis de las humanidades y de la ins-
de Buck-Morrs, 1995. (Bellas) Letras, véase también R. de titución universitaria que se encarga
18 Como viene a demostrar un libro an- la Flor, 2004. de gestionar tal saber. Para el caso
tes citado: el de Stoichita, 2006. 24 Sobre estos problemas aquí evoca- peninsular ha dado cuenta de ello
19 Si entendemos la escritura como pró- dos, véase Marin, 1978. Thiebaut, 1999, y, de un modo que
tesis de la memoria cognitiva, enton- 25 Pues, ciertamente, existe lo que po- singularmente revisa el impacto del
ces es evidente que su crecimiento demos denominar una “dialéctica de “giro visual”, Brea, 2004. Véase tam-
es nefasto para la memoria orgánica, la mirada”, y un juego muy comple- bién de este último, Brea, 2005.
que, en cambio, si se sacia y se forti- jo en la observación, uno de cuyos 30 El libro de los dos Filóstrato ha tenido
fica en presencia de la imagen o de primeros estudiosos es, de nuevo, una reciente e importante edición:
la cosa, al establecer un vínculo más Walter Benjamín. Véase este aspecto Imágenes (Filóstrato, 1993). Véase,
fuerte y empático con ella. Ha desa- estudiado en la obra de Buck-Morss, para el episodio de la galería de imá-
rrollado este punto de confrontación 1996. genes, el prólogo.
en lo que se refiere al patrimonio 26 El término aparece ya aclimatado en 31 Para la formulación de este proble-
cultural Chuay, 2007. obras como de la Mirzoeff, 2003. ma –que es el que se desarrolla en
20 Todas estas categorías tienen hoy a 27 La cuestión pide ser también leída en el seno de la estética vanguardista–,
su filósofo en Virilio (1998), quien la forma de un cambio del paradigma véase Monegal, 1998.
describe el proceso de constitución epistémico entre dos épocas que re- 32 Citemos aquí de Guy Debord dos
de la “imagen incorpórea” como un sultan conexas. Si la primera fase de obras significativas por el espacio
proceso de creciente “desrealización” la modernidad capitalista decimonó- crítico que han generado, Debord,
del mundo. En suma, Virilio, retoma nica estuvo vinculada a una expan- 1976 y Debord, 1990. También: Su-
de nuevo el viejo asunto platónico sión sin precedentes de las culturas birats, 2005.

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33 Para una rápida supervisión de esta título de Psicoanálisis del arte. Véase dades”, en Estudios visuales, n.º 2,
“lógica cultural” enteramente nueva, un cuestionamiento analítico de la 133-154.
veáse Jameson, 1995. relación entre estas dos esferas, en Brea, José Luis (2005): Estudios visuales.
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34 Desmontada a estos efectos por un Scheneider, 1996, y, antes, en el libro La epistemología de la visualidad en la
Derrida, 2001. de Versan, 1986. era de la globalización, Madrid, Akal.
LA CULTURA DE LA IMAGEN Y EL DECLIVE DE LA LECTO-ESCRITURA

35 Muerte entonces del arte cuyo más 39 De la que se ha ocupado Molinuevo, Bryson, Norman (1991): Visión y pintura. La
conspicuo profeta en nuestros días 1992. lógica de la mirada, Madrid, Alianza
es Danto (2002). 40 Cultura del escrito que actúa bajo el Forma.
36 Como puesta de largo de tal disciplina presupuesto expresado por Christo- Buck-Morrs, Susan (1995): Dialéctica de la
ocurrida en el contexto universitario pher Word: “Yo argumentaría que mirada, Madrid, La Balsa de la Me-
americano, tal vez pueda fijarse el los llamados textos estéticos no se dusa.
año 1996, con la encuesta publicada diferencian en género de los textos Burke. Peter (2001): Visto y no visto. El uso
en la influyente revista October en su en general. El texto estético es sólo de la imagen como documento histó-
número 77, donde un vasto conjunto un texto excepcionalmente ambiguo rico, Barcelona, Crítica.
de prestigiosos estudiosos de la ima- y cohibido” (Word, 2003, 124). Burucúa, José Emilio (2006): La imagen y la
gen, críticos literarios y filósofos de 41 La fórmula está acreditada; en reali- risa. Las pathosformel de lo cómico en
la cultura contestaban un cuestiona- dad se opone y sucede al denominado el grabado europeo de la modernidad
rio muy completo, que ahora puede “giro lingüístico” o “giro semiótico”, temparana, Mérida, Perférica.
verse traducido en el número 1 de que expresa a su vez el triunfo de los Choay, François (2007): Alegoría del patri-
la revista Estudios visuales (Madrid), modelos de textualidad, y cuya pri- monio, Barcelona, Gustavo Gili.
2003, 82-125. mera formulación se pude encontrar Danto, Arthur (2002): Después del fin del
37 Sobre la imagen perversa, pero con en la obra de Rortry, 1998, y, sobre arte, Barcelona, Paidós.
otro sentido más estricto con rela- todo, Rortry, 1999. Debord, Guy (1976): La sociedad del espec-
ción a una determinada moral, véase 42 Reconozcamos aquí a quien fue el táculo, Barcelona, Castellote Editor.
el reciente libro de Gubern, 2005. Re- analista pionero en esta transforma- Debord, Guy (1990): Comentarios sobre la
cordemos aquí también la aserción ción fulgurante de la masa crítica de sociedad del espectáculo, Barcelona,
del teórico de la posmodernidad, una cultura: Marshall Mac Luhan. Editorial Anagrama.
Frederick Jameson, cuando escribe Derrida, Jacques (1975): “La farmacia de
que “lo visual es básicamente por- Platón”, en La diseminación, Madrid,
nográfico” (1990, 1). BIBLIOGRAFÍA Fundamentos.
38 Esta última “novedad” es trascenden- Derrida, Jacques (1976): La diseminación,
tal, pues reintroduce en el estudio de Arnheim, Rudolf (1969): Visual Thinking, Madrid, Fundamentos.
la estética el valor heurístico que tie- Berkeley, University of California. Derrida, Jacques (2001): La verdad en pin-
ne una disciplina como el psicoanáli- Baudrillard, Jean (1984): Las estrategias tura, Barcelona, Paidós.
sis, que ciertamente retorna entonces fatales, Barcelona, Anagrama. Didi-Huberman, Georges (2002): L’Image
como una de las grandes formacio- Baudrillard, Jean (1993): Pantalla total, survivante. Histoire de L’Art et temps
nes del saber contemporáneo que no Barcelona, Anagrama. des Fantômes selon Aby Warburg, Pa-
pueden sufrir un desplazamiento o, Baxandall, Michael (1978): Pintura y vida rís, Les Editions de Minuit
peor, un ocultamiento prolongado cotidiana en el Renacimiento. Arte y Didi-Huberman, Georges (2005): Ante el
como al que parecía condenado en el experiencia en el Quattrocento, Bar- tiempo, Buenos Aires, Adriana Hidal-
campo tradicional de unos estudios celona, Gustavo Gili. go.
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