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N° 748 06 de Mayo 2014

(*) “Evidencias” Es una publicación semanal entregada en propias manos y vía


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facilitar elementos de juicio para que cada lector saque sus consecuencias.
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Editor: Luis Pico Estrada


Jorge Todesca, es un notable economista que no pierde de vista la
política real, o sea los problemas de la genta.

El consumo deja de ser el motor de la economía.


En el segundo semestre de 2013 el consumo privado fue dinamizado
por el aumento del gasto público en la forma de subsidios y otras
transferencias, asociadas, a su vez, al proceso eleccionario.

Pero el panorama cambió sustancialmente en el primer trimestre de


2014. Las ventas reales (facturación ajustada por inflación) en los
supermercados pasaron de expandirse a una tasa interanual de 3,6%
en el último trimestre de 2013 a incrementarse a un ritmo de 1,6%
durante los primeros tres meses de 2014.

Por su parte, la tasa de crecimiento interanual de las compras reales


en los shoppings se desaceleró desde 5,2% en el segundo semestre
de 2013 a 1,9% en el primer trimestre del corriente año. Incluso,
durante marzo, ese guarismo resultó negativo (-5,2%).

Indudablemente, el principal factor que afecta negativamente al


consumo es la combinación entre el estancamiento del empleo y la
creciente disminución en los salarios reales, iniciada a finales de 2013,
como consecuencia de la aceleración en la tasa de inflación. A su vez,
el techo parcialmente respetado que el gobierno pretende imponer en
las paritarias y el retraso en la resolución de las mismas tiende a
profundizar este efecto.

En síntesis, el consumo ha dejado de impulsar a la economía, como


ocurrió en los últimos años, pero tampoco la inversión aumenta y sólo
el sector agropecuario crece.

Demanda y oferta privados permanecen deprimidos, lo que no parece


modificarse en los meses por delante.

El ajuste llegó al consumo:

Luego de un segundo semestre de 2013 en que el consumo privado


resultó dinamizado por el aumento del gasto público en la forma de
subsidios y otras transferencias -asociadas, a su vez, al proceso
eleccionario –, aquel agregado se ralentizó sensiblemente durante el
primer trimestre de 2014.

Al respecto, las ventas reales – facturación deflactada por el Estimador


de Precios de FINSOPORT – en los supermercados pasaron de
expandirse a una tasa interanual de 3,6% en el último trimestre de
2013 a incrementarse a un ritmo de 1,6% durante los primeros tres
meses de 2014.

Por su parte, la tasa de crecimiento interanual de las compras reales


en los shoppings – facturación deflactada por el Estimador de Precios
de FINSOPORT –, se desaceleró desde 5,2% en el segundo semestre
de 2013 a 1,9% en el primer trimestre del corriente año. Incluso,
durante marzo, ese guarismo resultó negativo (-5,2%), determinando
una ralentización todavía superior.

En definitiva, actualmente se observa una dinámica de notable


desaceleración en el consumo privado, tanto para las compras
masivas (supermercados) como para la demanda “suntuaria”
(shoppings) – a la que se suma la caída de 25% en las ventas internas
de automotores en el transcurso de 2014 –.

Indudablemente, el principal factor que afecta negativamente al


consumo radica en la combinación entre el estancamiento del empleo
y la creciente disminución en los salarios reales iniciada a finales de
2013 – evolución que, a su vez, obedeció a la aceleración en la tasa
de inflación –.
Más aún, la contracción de los salarios reales se profundizaría en el
resto de 2014. Por un lado, las paritarias se demoran en un contexto
de inflación mensual de 3%, lo que permite que los precios sigan
“ampliando su ventaja”. Por otro lado, la tasa de inflación convergería
a 40% para diciembre, en tanto que las subas salariales promediarían
30%.

En consecuencia, se produciría una sensible caída en los salarios


reales (en torno de 9%) durante 2014, que afectará adversamente a la
dinámica del consumo privado.

En el caso de las compras reales en los shoppings (y en lo que


respecta también a los automotores), su ralentización radica, además
de la caída en el salario real, en la suba en los precios de los bienes
durables – autos, electrodomésticos – y de los artículos suntuarios
propiciada por la devaluación de enero.

Nótese que, antes de esa devaluación, ese segmento del consumo


privado había estado dinamizado por el ostensible “retraso” del tipo de
cambio real, que determinaba que esos bienes resultaran
comparativamente baratos, máxime en un contexto de ausencia de
instrumentos de ahorro.

Además, la dinámica del componente “suntuario” del consumo privado


también se vio limitada por la reducción en la oferta de financiamiento
para esas compras y por la satisfacción previa de la necesidad de
adquirir y/o de renovar diversos bienes durables, como artículos
electrónicos y automotores.
Asimismo, en el caso de las compras reales en los shoppings y de
automotores, se sumó el derrumbe en la confianza de los
consumidores, proceso que se inició a finales de 2013 y que afectó
con mayor intensidad a los bienes durables.

VENTAS EN SUPERMERCADOS

Aún cuando se trata de una demanda comparativamente inelástica (es


decir poco sensible a las variaciones de precios), al interior de las
ventas en supermercados se advierte que las significativas subas en
los precios de algunos alimentos derivaron en una importante
contracción de su consumo medido en volumen.

En este sentido, las cantidades vendidas de carnes se redujeron


13,6% en los primeros tres meses de 2014, en tanto que las compras
de verduras y frutas disminuyeron 34,6%, las de bebidas, 5%, las de
productos de almacén, 8,5% y las de alimentos preparados y rotisería,
5,1%.
En el primer caso, la caída en las compras de carne vacuna se suplió
parcialmente mediante el aumento del consumo de otras carnes
(principalmente, de pollo). En el segundo, en el tercer y en el cuarto
caso, la merma se compensó merced al crecimiento en las compras
de los mismos productos en otros centros de venta. En el último caso,
la retracción se suplió parcialmente mediante la preparación de
alimentos en los propios hogares.

VENTAS EN SHOPPINGS
En los primeros meses de 2014, los rubros que mostraron los mayores
aumentos de ventas nominales en los centros de compra fueron:
Indumentaria, Diversión y esparcimiento, Perfumería y Farmacia y
Electrónicos
Excepto en el segundo caso, el incremento en la facturación de esos
rubros se asoció estrechamente con la suba en el tipo de cambio
nominal, dado que los productos importados tienen un peso
preponderante en sus ventas.
Por otro lado, se aprecian incrementos nominales por debajo de la
tasa de inflación para las ventas de Librería y papelería y de Ropa
deportiva, lo que da cuenta de una notable caída en las cantidades
comerciadas de esos productos.

EVOLUCIÓN REGIONAL DE LAS VENTAS:


En cuanto a la dinámica del consumo privado por regiones, tomando
como referencia a las ventas en supermercados registradas en el
transcurso de 2014, las mayores tasas de incremento se observaron
en el Gran Buenos Aires (43,6%), en Chubut (38,7%) y en Salta
(38,5%).
Por su parte, la Ciudad de Buenos Aires (34,9%) exhibió un aumento
que se situó por encima del incremento general (33,6%), en tanto que
Mendoza (17,4%) el Interior de Buenos Aires (17,8%) y Córdoba
(24,6%) mostraron las menores tasas de crecimiento – que fueron
nítidamente inferiores al aumento en el nivel general de precios
registrado en el mismo período –.

REFLEXIONES FINALES:
Los datos recientes sobre la evolución del consumo privado revelan,
en parte, los resultados de contener los aumentos salariales a fin de
que operen como “ancla anti-inflacionaria”.
Al respecto, la intención de poner límites a los aumentos salariales
resulta claramente contradictoria con la idea de sostener una tasa
elevada de crecimiento económico. De ese modo, la caída en las
remuneraciones reales propiciada por el propio Gobierno ha terminado
por erosionar la dinámica del consumo masivo.
Se revela, entonces, una nueva distorsión derivada de la búsqueda de
combatir indirectamente a la inflación mediante el control de otra
variable macroeconómica, estrategia que llevó a la apreciación del tipo
de cambio real en el pasado y que conduce a la caída del salario real
en la actualidad.
Paradójicamente, la propia inflación y la falta de creación de
alternativas de ahorro han fomentado en el pasado el consumo de
bienes durables y de artículos suntuarios, cuya sobredemanda incluso
contribuyó a debilitar el saldo de la balanza comercial como resultado
de un crecimiento excesivo de las importaciones.
Estos resultados contradictorios con la redistribución progresiva del
ingreso que proclama el Gobierno no deberían sorprender, dado que
se trata de un nuevo capítulo en una larga serie de errores de política
económica.

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