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PODER Y LEGITIMIDAD
Carlos Raimundi
25 de junio 2004
Además contamos con dos trabajos sobre la crisis de legitimidad del poder político en la
Argentina. Uno se llama “La Argentina como formación política”, que hace un pantallazo histórico
desde la colonización y una comparación entre los procesos de colonización de las colonias
anglosajonas y las colonias hispanas. De ahí se pueden extraer muchos de los fundamentos que
después dieron lugar a la relación estado-sociedad civil en los países de América Latina y los
colonizados fundamentalmente por Gran Bretaña. El otro documento es “La crisis de legitimidad en
la Argentina de las últimas décadas”. Los pongo en este orden porque el primero es más global, se
refiere a América Latina, y el segundo a nuestro país. Así tratamos de ir de lo general a lo particular.
Se invalida a priori la palabra del Estado porque se presupone que esa palabra no va a ser
cumplida. Pero esto no se reduce al Estado. No se trata de que porque pierde credibilidad el Estado, se
fortalece la credibilidad en la sociedad. No es que el debilitamiento del Estado forme parte de un
juego de suma cero. En general, la relación entre el Estado y la sociedad es objeto de un juego de
suma positiva o de suma negativa, donde el fortalecimiento de uno de los términos produce el
fortalecimiento del otro y viceversa. Cuando el grueso de la gente no se siente bien, está angustiada,
no tiene noción de destino, esa situación la lleva a organizarse, a movilizarse. El conflicto social hace
que la sociedad se movilice para estar mejor.
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Pero la realidad demuestra esto hasta cierto punto, que podría equivaler al punto de
utilidad marginal de la ciencia económica. Es decir, pasado cierto estado de malestar en la sociedad,
en lugar de llevar a la movilización y la organización, lleva a marginarse del espacio público, a
resignarse, a disciplinarse. Eso fomenta las medidas de control social, no el reclamo de mayor poder
social.
Acá estamos tan colonizados, que cuando uno plantea el espacio de la sociedad, lo asocia
con el mercado, con el sector empresario, no con las organizaciones de la sociedad civil. Hay que
romper un mito y plantear un paradigma de legitimidad, porque tenemos que contribuir a generar un
estado de debate entre nosotros, de debate permanente, de reflexión, de toma de posición, de defensa
de opiniones, de divulgamiento.
Había que mostrarle eso a la sociedad como sinónimo de la política. Deslegitimando la política, se
podría legitimar el mercado como único asignador de recursos materiales y culturales.
Hay que romper el paradigma de la teoría del derrame, que dice que la acumulación
económica hecha por los sectores que motorizan la economía, los sectores más dinámicos, iba a
redundar en un crecimiento colectivo.
Una cosa a analizar es: las sociedades achican la brecha entre los de más altos y los de
más bajos ingresos cuando crecen económicamente o las sociedades se desarrollan económicamente
a partir de que se piensan a sí mismas como sociedades cohesionadas. Hay que mirar ejemplos de
desarrollo humano. Los dos países que en este momento presentan mayor nivel de desarrollo humano
son Noruega y Dinamarca. La tabla va cambiando, pero en general son los países escandinavos:
Suecia, Noruega Finlandia, Canadá está cerca, Holanda, Bélgica, mucho más que los EE.UU., que es
mucho más desigual que los países europeos. En esos países culturalmente la acumulación individual
de riquezas no es un valor, la ostentación de riqueza es un disvalor social.
Nosotros estamos en una crisis de inoperancia del MERCOSUR, ya que no es algo que
se palpe en la vida cotidiana, y en Europa se sigue el proceso contrario en materia de integración. Allí
los países quieren incorporarse. No estoy hablando de la última elección del Parlamento europeo,
porque los parlamentos, por distintas razones, son las instituciones más deslegitimadas. Aún así la
gente votó y lo ve como un mal necesario.
¿Por qué los países quieren ingresar en la comunidad europea? ¿Por qué se agranda
permanentemente? Porque la integración está presente en la calidad de vida cotidiana.
En Europa existen los fondos estructurales, esto es: la recaudación que hacen los países
europeos del arancel externo de la exportación, en lugar de cobrarlo cada país, lo recauda el órgano
comunitario y lo redistribuye socialmente. Los fondos estructurales están destinados a equiparar el
nivel de desarrollo de los indicadores sociales de las regiones y los países más rezagados. A partir de
la incorporación, los países dan un salto de calidad, como Grecia, Portugal, España. Éste último país
en el año 70 tenía un PBI per capita inferior que la Argentina. En el año 70 nosotros teníamos el doble
de PBI per cápita que Brasil. Y hoy Brasil está peleando un sillón en Naciones Unidas, con potencias
de segundo orden como China, la India, Sudáfrica y Rusia, inmediatamente después del G-7, del
grupo de siete países más desarrollados del mundo. La “pequeña” diferencia es que desde el año 70
hasta ahora, la Argentina tuvo un ministro que dijo que daba lo mismo producir acero que caramelos,
y después tuvo otro ministro que dijo que la mejor política industrial es la que no se tiene. Y Brasil,
aún en dictadura, siguió desarrollando su aparato industrial nacional.
Volviendo al principio, antes que dar una definición de las que se dan el primer día de
clase en Instrucción Cívica o en el primer año de la facultad, quisiera tratar de convenir con ustedes
de qué estamos hablando cuando hablamos de poder y de qué estamos hablando cuando hablamos de
legitimidad. Eso se logra transmitiendo algunas ideas afines.
Vamos a tratar de dar una idea de poder que es distinta de la que han visto o van a ver en
otras clases del curso, porque han visto el poder desde la “Microfísica del Poder” de Foucault, que
dice que el poder es omnipresente, está presente en toda relación humana, ya que toda relación
humana es una relación de mando y obediencia, como ocurre en la familia, en las relaciones
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comerciales, en las terapéuticas. Foucault agrega que son dinámicas, son cambiantes, no son estáticas,
no siempre se está en el mismo rol, y se pueden modificar. Esta lógica la podemos trasladar al campo
de lo social y lo político, porque si no creyéramos que las relaciones de poder son modificables y que
se pueden crear escenarios, acontecimientos, nuevos tiempos y nuevos lugares, no tendría sentido que
estuviéramos en un curso de formación. Si uno cree que el statu quo es una cuestión fatal, convendría
adaptarse al statu quo de la mejor manera posible y no involucrarse en un cambio.
Nosotros vamos a ver el tema, desde el punto de vista de los sujetos de las relaciones de
poder político, donde también está presente el tema de mando y obediencia, la pequeña dominación,
la pequeña autoridad y donde el Estado juega un papel fundamental como sujeto de poder político.
Más allá de los cambios, el Estado sigue siendo el sujeto del poder político por excelencia. Vamos a
compararlo con el Estado que tuvimos a lo largo del siglo XX. Vamos a ver la cuestión del poder
desde el punto de vista del poder político y vamos a ver la legitimidad desde su dimensión filosófica,
no desde su dimensión sociológica. Si la viéramos solamente desde la dimensión sociológica, la
legitimidad del poder político estaría reducida exclusivamente al criterio de estabilidad. Mientras un
orden político se mantenga en el tiempo, ese orden sería legítimo, porque no se ha creado un
movimiento social lo suficientemente fuerte y poderoso como para cuestionar esa legitimidad.
Me gustaría también compartir con ustedes otra pregunta: cuándo el pueblo vota
¿decide? Esta pregunta también tiene sus bemoles. En este caso me remito más a la situación de
nuestro país y de América Latina. No es lo mismo cuando se cubren determinados umbrales de
desarrollo humano y social, en materia de calidad de la educación, de estabilidad de las relaciones
laborales y demás, donde, al haberse cumplido determinados umbrales, el voto tiene un componente
donde el individuo decide sobre otras cosas, donde no se sitúa como rehén del asistencialismo. No es
lo mismo una sociedad desarrollada que una subdesarrollada.
El problema que tenemos, es que nos movemos para decidir sobre nuestra democracia,
por el concepto de democracia que marcan otros. Nosotros decidimos qué es o no democracia, de
acuerdo con lo que es la democracia en otros lugares, no aquí. En los lugares donde se cubren estos
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umbrales, el voto popular tiene otra dimensión. E inclusive no estaría cuestionado el voto optativo,
como es en los EE.UU. No es lo mismo en determinadas sociedades que en otras, donde el único
instante en que un desocupado y un megaempresario valen lo mismo, es en el momento de depositar
el voto. Ni un minuto antes ni un minuto después esas dos personas en términos de la relación con el
poder valen lo mismo. No es lo mismo el voto obligatorio y optativo porque depende del perfil de las
sociedades. Además en nuestras sociedades estamos absolutamente colonizados. Nosotros utilizamos
los conceptos y tomamos posición frente a conceptos que se originan en realidades económicas,
sociales y culturales totalmente distintas.
Los partidos políticos europeos tienen mucha capacidad de lograr consenso desde el
punto de vista programático, lo que les permite generar políticas de estado sobre grandes lineamientos
estratégicos que los ha convertido en países desarrollados. Nosotros que venimos de partidos políticos
que no rivalizan tanto desde el punto de vista de las corrientes ideológicas, tenemos mucha menos
capacidad de lograr consensos programáticos.
En aquel momento era la sociedad, porque todo esto viene acompañado de un proceso
cultural. A partir de la posguerra se genera una reacción en cadena de los movimientos de liberación
nacional que llevan, en los años 60, al proceso de descolonización de la mitad del planeta. Cuando
termina la guerra, sólo había cincuenta países soberanos, y la independencia de la India inicia un
proceso de descolonización muy fuerte tanto en el continente asiático como en el africano. Estos
procesos están protagonizados por movimientos de liberación nacional que están relacionados con la
crisis entre los bloques, porque estos movimientos tenían soporte económico y político del bloque
soviético, mientras que las potencias coloniales estaban sostenidas por los EE.UU. Esto en cuanto a
superestructura política, pero en sí estaban guiados por un espíritu de independencia nacional de los
propios pueblos. Se inicia un proceso, en el mundo, de ligazón muy fuerte entre la utopía y el cambio
social. La utopía era entendida como un fenómeno de realización política, no como un fenómeno de
idealización, que es una manera de degradarla. Es decir ¿para qué vamos a pensar la utopía si no se
puede realizar?. En este caso la utopía de la independencia generó un cambio en el escenario político,
un acontecimiento político. Creó espacio y tiempo político distinto. Hoy tenemos doscientos estados
independientes en el mundo. La inmensa mayoría vivió el proceso de descolonización de los años 50,
60, en Asia y África.
liberación. La reacción de las iglesias oficiales, en muchos países de América Latina, como
Centroamérica, Colombia, Chile, Brasil, fue muy distinta de la reacción que tuvo el episcopado
argentino con respecto a la dictadura militar. Desde la misma iglesia se generaron movimientos de
apertura.
La guerra de Vietnam fue el conflicto regional más fuerte desde la posguerra hasta la
guerra del Golfo. El impensable triunfo que tuvo un ejército popular de personas no equipadas, que
no tenía la tecnología que tenía el ejército más poderoso de la tierra, se basa en la moral de lucha de
ese ejército popular. Esa guerra tuvo legitimidad para el pueblo vietnamita, que defendía su territorio,
y una fuerte ilegitimidad en la opinión pública estadounidense, que fue el origen de la derrota. Antes
de la derrota militar vino la derrota moral de un ejército, que no contaba con la legitimidad popular,
que confrontaba en términos de una estrategia militar que ni la opinión pública ni los propios
soldados entendían.
Yo tuve la oportunidad de visitar el frente de batalla vietnamita y repté por los túneles, y
ahí entendí cómo los vietnamitas, que eran en promedio entre 15 y 20 cm. más bajos de estatura que
los soldados norteamericanos, infundían temor, que es el temor que infunde un pueblo cuando conoce
el territorio y defiende lo suyo. Se produjo una derrota moral a partir de una tecnología absolutamente
primitiva, pero ese ejército tenía conocimiento del lugar y convicción. La diferencia era grande, con
los ataúdes que llegaban a los EE.UU., que generaron la derrota que hizo que una parte importante de
la humanidad viera que la utopía era posible. Además, siguió generando movilizaciones populares en
la propia opinión pública norteamericana, porque el hippismo es un movimiento contestatario en este
sentido. El rock es un movimiento contestatario a esta guerra, y esto cunde después en el resto de la
humanidad, porque era la primera derrota del imperialismo más poderoso del mundo.
Otra lucha para destacar es la de los negros en los años 60 en EE.UU., la lucha más
violenta de Malcom X en el norte y una lucha pacífica de Martín Luther King en el sur, que dijo “tuve
el sueño de que podíamos ser iguales”.
El mundo, en ese momento, vivía en un estado de movilización popular muy fuerte, que
creó todo un clima de romanticismo revolucionario. Romanticismo en el sentido de que veían valores,
objetivos, posibilidades de cambiar, no resignación. Platean otras cosas más allá de lo material,
aunque eso llevaba a una demanda material. Esto lleva a un fenómeno político, a un epifenómeno de
toda esta estructura social que se estaba movilizando en el mundo y que cuestionaba el poder. Lo que
estuvo en juego en los años 70 en el mundo, que después repercute en Argentina, es un
cuestionamiento muy fuerte a la estructura de poder mundial, en base a valores y utopías.
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En estos años, países que no eran poderosos, generan un proceso de ruptura en el sistema
económico, que fue la crisis del petróleo. Cuando el cuestionamiento al poder llega al punto máximo
de fricción, el poder reacciona con inteligencia. El poder económico, el poder de los países
industrializados, el poder de los grupos que concentran la riqueza en el mudo y que concentraban los
movimientos culturales oficiales, no los contestatarios, dice: la verdad es que estoy recibiendo un
impacto muy fuerte. Multiplicaron por diez el precio del barril del petróleo. El poder se planteó que
tenía que encontrar una manera de que por cada punto de crecimiento económico, se necesitara cada
vez menos puntos de energía en base al petróleo. Así se precipita la revolución tecnológica. El poder
contesta que alguien lo tiene que financiar y puso en juego la inteligencia para que sean ellos mismos
los que lo financien. Se produce, entonces, la apertura financiera en el mundo con la inconvertibilidad
del dólar. Entonces, las empresas por falta de control en los países productores de petróleo que habían
generado la ruptura, terminan, en lugar de reinvirtiendo para generar el desarrollo de esos mismos
países, ubicando los dólares en las plazas financieras para financiar la revolución tecnológica de los
mismos afectados. La segunda fuente de financiamiento de la revolución tecnológica que terminó con
el cuestionamiento del poder, fue la deuda externa que generaron las dictaduras latinoamericanas.
Había discusión por la distribución del ingreso a nivel interno, como el caso del
Cordobazo, pero se generaba ingreso. Esto se cambia por tres paradigmas que son absolutamente
monetaristas: tasa de interés, tipo de cambio y política arancelaria. La mayoría de los que somos de
mi generación para arriba, nos acordamos perfectamente que nuestras economías, sacando algunas
variables macroeconómicas que se mensuraban en dólares, se leían en moneda nacional. No
hablábamos de dólares. Sólo lo hacíamos cuando hablábamos de la deuda externa, de las grandes
inversiones internacionales. La economía doméstica estaba estructurada en moneda nacional.
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Luego llega la segunda fase de la primera parte del ajuste que es la tablita, un
cronograma programado de descenso del tipo de cambio y de descenso de la tasa de interés. Ese
dinero que yo coloqué a una tasa muy elevada se va desvalorizando, y yo me quedé sin la fuente de
producción y sin el ahorro. Tanto la producción como el ahorro se lo quedaron los grandes grupos
industriales y financieros, que terminaron siendo los que legitimaron, después de eso, el modelo
neoliberal.
Yo no creo que hayan fracasado los gobiernos de la transición solamente por condiciones
objetivas, sino también por su propia incompetencia. Pero objetivamente, había sobredemanda de
políticas estatales y había Estados destruidos que no podían responder a esa demanda. Es aquí donde
también en términos de análisis de estructura política, la sociedad termina legitimando con el voto las
recetas neoliberales. La salida socialdemócrata, la salida popular, de Alan García, de los que dicen
que el Estado tiene que intervenir en la economía no sirvió, vamos a probar con esto otro.
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Indudablemente, hay una discusión muy fuerte que es el papel de los medios de
comunicación en los procesos de legitimación y deslegitimación de los sistemas políticos y
económicos.
- Con respecto a Europa, seguían manteniendo el poder. Que hayan perdido una guerra no
significa que hayan perdido el poder. Europa fue así en toda la historia.
- Después del petrodólar en los 70, toda Latinoamérica sufre el proceso del incremento de la
deuda externa, y las dictaduras militares desaparecen por la necesidad de la gente de ir hacia la
democracia. Yo me pregunto, si ya teníamos una deuda suficiente y estábamos disciplinados
de alguna manera ¿era necesario sacar a los militares, había realmente necesidad de la gente
de sacarlos o ya los militares habían cumplido un fin?
América Latina tuvo una primera fase de desmantelamiento del sector privado de la
economía. Hubo una segunda fase del ajuste que fue el desmantelamiento del sector público de la
economía (además con consenso). Tenemos que pensar mucho, y ojalá pudiéramos aportar un granito
de arena, en un debate fuerte de esta sociedad, para que no nos vuelva a pasar lo mismo con la tercera
etapa. Si miramos para atrás, decimos que nos robaron el Estado y que no nos dimos cuenta (en el
mejor de los casos). Tenemos que hacer lo posible para que dentro de cinco años no tengamos que
decir: “nos robaron la tierra, los recursos naturales y no nos dimos cuenta”.
- Una de las características, y por eso es emblemático el caso argentino, es que siempre es
declamatoria la respuesta. Nunca hay una verdadera respuesta y una concientización de lo que
está ocurriendo. A los argentinos, las cosas nos pasan como una película, sin ninguna
posibilidad de participación, como que vienen de afuera y nosotros no tenemos nada que ver.
En realidad, tenemos todo que ver. Esto puede pasar acá porque no tenemos ninguna
posibilidad de respuesta. La clase media que tendría los argumentos intelectuales para
responder a estas situaciones, no tiene la conciencia política para responder.
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- Pinti fue a nivel cultural el único que tuvo las pelotas suficientes como para mostrar
irónicamente lo que nos estaba pasando como argentinos. Y nosotros lo tomamos como un
espectáculo para ir a reírnos. Algo nos pasa con la cuestión de la identidad.
- Estamos aquí para hacer un gran esfuerzo de reflexión, incluso para hacer un gran esfuerzo
desde cada uno para superar vergüenzas y pasar al frente. Hay que poner el cuerpo y asumir
ese primero y pequeño riesgo. Acá empieza también la legitimidad, superemos esas
limitaciones que también nos colonizan y nos degradan.
- Nos está faltando el análisis en primera persona del singular, porque la sociedad la hace la
suma de individuos que la condicionan. Creo que para los partidos políticos argentinos no
existen cuadros de valores bien definidos. Cuando uno tiene el cuadro de valores bien definido
se plantea la posibilidad de negociar. En la teoría de la negociación no tenemos que olvidarnos
de que la creación de valor del conjunto depende más los intereses diferentes que las partes
tiene con más contribución que los intereses comunes que las partes tienen. Los intereses
diferentes crean más valor cuando se pueden combinar. Poder hablarnos con mayúsculas sería
algo que los partidos políticos y nosotros como individuos que lo formamos, tenemos que
empezar a pensar.
- Soy militante del ARI y lo digo con orgullo porque hay que reivindicar el compromiso y la
participación partidaria. Pienso que esto no ha sido una película, lo digo desde el dolor porque
acá hubo treinta mil compañeros desaparecidos, acá hubo mucha gente que se comprometió y
pagó muy caro eso.
- Un tema importante: los medios dominan o imponen lo que se discute, que no es lo que pasa
en la realidad.
- Yo estaba pensando, que es muy difícil pensar desde la crisis; y estamos hundidos en la crisis
hasta la médula. Ni siquiera sé si es posible pensar en medio de la crisis. Por otro lado pensaba
que a la palabra poder, yo le opongo otra palabra, y Raimundi decía que sufrimos crisis de
palabras. A la palabra poder yo le opongo la palabra potencia. El poder supone cierto orden,
cierta estructura de valores, mientras que la palabra potencia no tiene orden, es caótica, no
tiene certidumbres. Es la incertidumbre misma. No tiene verdades absolutas, es paradójica. Y
no olvidemos que la paradoja es la reina del acontecer. En general la paradoja domina el
acontecer, por eso nos sorprende. Es difícil pensar la crisis, inmersos en la incertidumbre, en
el caos, y en la paradoja. Creo que tenemos que ponernos calmos, analizar lo que sucede lo
más fríamente posible, pero creo que lo que sucede y sucederá, viene del lado de la potencia,
el caos, la incertidumbre y la paradoja. Habrá que reafirmar todo o casi todo.
- A mí me quedó dando vueltas este tema que planteaste de la diferencia entre una sociedad
desarrollada como puede ser la europea y lo que pasa con la nuestra. Vos dijiste que por ahí
hay líderes en las sociedades desarrolladas, como puede ser un Churchill por ejemplo, y que
hay una diferencia muy importante con lo que vivimos nosotros y nuestros líderes. Creo que
en realidad, los líderes son resultado de la sociedad que tenemos, que los líderes surgen de
nuestras sociedades. Y como tal, mucho de lo que está pasando es culpa nuestra, como
sociedad, como individuos que formamos esta sociedad. Esto tiene que ver también con el
tema de los valores que planteamos. Cuando vos planteaste que se ha perdido el valor de la
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palabra, que se ha perdido el valor de la verdad, creo que está implícito en esto. ¿Por qué?
Porque da la impresión que en los últimos años de nuestra vida democrática, nosotros
buscamos a los líderes que nos mienten, sabiendo que nos mienten, y que el que más miente,
es el que nosotros más vamos a votar. Creo que es una enfermedad que vivimos como
sociedad. Creo que inclusive las sociedades europeas tienen mecanismos que regulan esto. Y
lo vimos claramente en esta etapa, en lo que pasó en la guerra con Irak. Me parece que la
excusa que se pone para invadir a Irak, hoy por hoy tiene un efecto dominó en los líderes
mundiales. Ha pasado en España, pasó con Blair, está pasando en Francia, puede pasar en
Estados Unidos. ¿Esto qué quiere decir? Que la sociedad, cuando descubre que le mintieron,
que no le dijeron la verdad, reacciona en consecuencia. Me parece que nuestra sociedad es al
revés. Nosotros buscamos al que nos miente, avalamos al que nos miente. Es más. En la
última elección, volvió a ganar el que nos miente. Y no tenemos la excusa de la segunda
elección, del electro-doméstico. En esta tercera todos sabíamos, lo teníamos re-claro, y sin
embargo volvió a ganar. Cuando vemos que ya es insostenible, todos decimos: “¡Qué hijo de
puta! Mirá cómo nos engañó! ¡Cómo nos mintió! ¡Mirá lo que nos hizo!”. Pero como una
situación lógica de una situación que ya no toleramos y en la cual fuimos partícipes y somos
responsables directos de esto. Entonces, líderes, es cierto, no hay; pero surgen de nuestra
sociedad, y nosotros los avalamos y lo llevamos adelante. Es hora de cambiar esta actitud, a
nivel personal y como sociedad, para que esto no vuelva a pasar.
- Yo tengo mis años, pero me llena de satisfacción, no soy pesimista, porque veo mucha gente
joven que está con los mismos impulsos que yo tenía, y veo mucha gente de mi edad, algunos
gerontes, que están tirados por el suelo. Hay que pelear como gato panza arriba. Yo creo que
los gerontes pueden ser el Consejo de Ancianos de la República de Platón, sirve para
aconsejar. Y los muchachos, ¿qué es lo que nos falta? Los que están acá, y las chicas. No es
incendiar gomas, sino unirse, como hacen los militares. Yo estoy de acuerdo que éste es un
lugar donde se puede debatir ideas, dónde hay gente que se quiere comprometer, y hacer
realidad lo que dicen. Una golondrina no hace primavera, pero muchas golondrinas sí. Yo
tengo unas cositas que anoté que creo que pueden aclarar algo. La política exterior americana,
siempre fue un caos, y una gran mentira. Los que somos viejos sabemos que en la época de
Eisenhower había un avión espía que todavía está volando, y que los soviéticos lo bajaron.
Eisenhower decía: “no, no puede ser”. Mentía como con Irak ahora. Igual. Cosas así, son
ridículas. Es infantil. Ellos publican para afuera una cosa, los periodistas independientes tipo
Lanata, y para adentro hacen una censura y hacen creer que todo está bien. ¿Qué pasó en
Vietnam? Como dijo acá Carlos, un super ejército de una potencia, contra el Vietcong, gente
desnutrida. Pero había un gran genio militar, el general Giap. ¿Ustedes saben las
condecoraciones, y a las academias militares que fue? Era un profesor de historia. No era un
militar de carrera. Como fue Manuel Belgrano. Eso pone en duda, que a veces falta la
voluntad, juntarse, pensar y actuar. No era un militar formado en West Point, ni en ninguna
academia de Europa. Era un profesor de historia, y se pusieron a trabajar. ¿Por qué fracasaron?
Porque Giap ideó que había que pasar del Vietnam del Norte al Vietnam del Sur armas, y las
pasaba en féretros. Llegó un momento que llamaba la atención. Y cuando atacaron la
embajada americana en Saigón, que fue en directo o en diferido por la televisión, fue tanta la
indignación, que tuvieron que retirar las tropas, por una cuestión moral de degradación. Los
americanos llevan la estadística de todo. Cuántos oficiales morían, cuántos suboficiales y
cuántos soldados. Llegó un momento en que en esa estadística empezaron a morir muchos
más oficiales. ¿Qué descubrieron? Que estaban en un territorio ajeno, lleno de mosquitos, no
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incentivados. Llegó un momento que los soldados mataban a sus propios jefes, porque les
tenían bronca. Porque no estaban motivados. Yo acá veo una juventud muy motivada. No hay
que desesperarse. Tenemos un líder natural: Blumberg. ¿Con qué plata salió?...
- No...
- Bueno, perdonen el ejemplo. A este país le sobra clase media. Todos somos hijos o nietos de
inmigrantes. No lo hizo ni la clase alta, ni los nativos. Aristóteles escribió sobre economía en
el siglo III A.C., y dijo: la clase media tiene que ser muy fuerte, como un amortiguador entre
ricos y pobres. Eso que dijo Carlos acá, no es obra de la casualidad que a la clase media la
diezmaron, para que no tenga capacidad de pensar, ni de obrar. Entonces nada se hace por
generación espontánea. Hay mentes perversas, que hacen todo esto en forma maquiavélica,
tuvimos muchos ministros de economía brillantes, y héroes de la patria para algunos, pero
eran todos al servicio del Tío Sam. Entonces para redondear, creo que no hay que desesperar.
Éste es un buen lugar, donde los que pensamos, y los que no tuvimos capacidad de hacer algo,
por lo menos la gente joven la va a poder hacer. Gracias.
- Yo lo que quería proponer era lo siguiente. Hablamos de los argentinos, y creo que es algo
peligroso, porque desde los comienzos hay dos argentinas, una Argentina metropolitana, y una
Argentina del interior, donde conforman sistemas económicos diferenciales, sistemas políticos
diferenciales, el fenómeno de los caudillos feudales, que ahí en el noroeste no es un proceso
que se podría dar en la región metropolitana. Hay una Argentina colonial, y otra que está más
integrada en el sistema capitalista. Me parece peligroso hablar de los argentinos, y no tener en
cuenta todas estas diferencias que nos separan tan grandes, y una de las primeras cosas que
tenemos que ver es quiénes somos y cómo somos. No atribuirnos con mentalidad de clase
media, y hablar de los argentinos. La clase pasada se hablaba de los aborígenes. Ellos también
son argentinos. Y me pregunto: ¿esos argentinos tienen el acceso al sistema político, al sistema
económico, y que hablamos en representación de todos los argentinos? Lo dudo. Por eso yo
diría que hay que tener en cuenta todos estos aspectos importantes, antes de declararnos como
un ente abstracto, los argentinos. Yo pediría que concreticemos, que dividamos la Argentina en
las distintas argentinas, y veamos cómo se articulan cada una de ellas.
- Lo mío era un poco lo que había dicho el señor. Me extraña que nos estamos manejando con
preconceptos. Esto de “somos inmigrantes”, no sé. Lo que me parece es que como sociedad
estamos absolutamente fragmentados, y me pega en la cabeza cómo se accede al poder,
cuando yo escucho hablar me quedó algo que decía Raimundi al principio. El decía que hay
un lugar donde se iguala el empresario con el desocupado, que es el momento de la votación.
Yo no sé. Porque realmente creo que el empresario sabe claramente qué tiene que votar,
porque además tiene opciones muy claras que todos los medios se lo dicen. El desocupado, o
el excluido, no sé si tiene las herramientas por un lado, y por otro lado, todos los medios le
juegan en contra. Me remito a las votaciones últimas.
Totalmente de acuerdo. Yo lo que digo es que cuando vos sacás una boleta, vale lo mismo que la
otra. Ahora, en términos de condicionamientos, no me cabe ninguna duda.
- Acá se habló de que somos responsables de los estadistas y de los políticos que tenemos en el
poder, y se puso como ejemplo Europa. Creo que eso es parte también de nuestro pensamiento
colonizado. Europa tiene personajes como Berlusconi, como Aznar, como Blair, que es un
mercenario ideológico y económico. Y esta cosa de nosotros pensar que Europa tiene otra
idiosincrasia... Creo que Europa tiene plata, pero que nosotros no tenemos que subestimarnos,
ni someternos a ese pensamiento, que viene como bajada de línea de Europa.
La verdad es que se han dicho tantas cosas, que cada una de ellas es una reflexión.
- Si bien algunos líderes son producto del desarrollo de comunidades en Europa, pero no es el
caso de América Latina, los verdaderos líderes quedan en la memoria de un pueblo que
escribe su propia historia. Tenemos el ejemplo en Chile con Allende, en Nicaragua con César
Augusto Sandino, y otros ejemplos. Creo que los verdaderos líderes en América Latina, se
forjan por una convicción ideológica, que creo que esa falta le hace al pueblo argentino.
Voy a tratar de ir por el orden que fui anotando. Rescato algunas cosas muy importantes de lo que
ustedes planteaban. Una es esto de poner las responsabilidades afuera. El hecho de que desde el poder
haya una estrategia, no quiere decir que haya que justificar nuestra victimización, como metodología
de deslindar responsabilidades. Los responsables de cómo actuamos frente a la estrategia del poder,
somos nosotros.
La segunda cuestión, es que todos conocemos la película, todos sabemos qué discurso hacer frente
a la película, pero el problema es que la palabra no se traduce en verdad, y al no traducirse la palabra
en verdad, no puede crear acontecimiento. Ésta es otra cuestión que tenemos que seguir
profundizando. Tratar de encontrar un punto de contacto -esto que estuvo flotando en todas las
intervenciones-, creo que no tenemos que encontrar antagonismos entre la actitud suya de no querer
pasar, y lo que dijo el señor. Creo que tenemos que encontrar un punto, porque no está mal lo que dijo
el señor: asumamos riesgos. ¿Qué es lo que rescato yo de lo que dijo el señor? Rescato un valor
positivo: asumamos riesgos. Y también creo que si una persona no quiere hablar frente a una cámara,
tiene todo el derecho de no hacerlo. Por eso digo, no encontrar antagonismos, sino ver cómo
encontramos lo que rescatamos de una actitud y de la otra.
Hay una cosa que estuvo flotando. Lo dije en una clase la semana pasada, pero fuera del
programa, influenciado por algunas cosas que habían pasado en esos días, que hoy me refrescó una
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noticia. En esta cuestión de los valores, creo que es importante lo que está pasando en la sociedad
argentina. Porque los valores se van a filtrar. Si no se pueden filtrar por los canales naturales, se van a
filtrar por los canales que puedan, como el agua. El agua pareciera más débil que el cemento, y
termina horadando el cemento. O construimos el canal institucional, o se va a filtrar de cualquier
manera.
La Justicia, en este documento en el que comento un proyecto de Naciones Unidas que se llama
“La democracia en América Latina”, lo empiezo cuestionando desde su propio nombre, porque pienso
yo —no digo que ustedes piensen lo mismo— que en América Latina no hay Democracia, que está
mal que un proyecto se llame “La democracia en América Latina”, cuando en América Latina no hay
Democracia. Y en la presentación hecha por el director del proyecto, dice “Cuidado con cuestionar
mucho a la democracia, no vaya a ser que volvamos al autoritarismo”. Yo quiero terminar con este
planteo: no resignarnos a empobrecer tanto el concepto de democracia en América Latina, como para
reducirlo a la ausencia de gobiernos militares. ¿Por qué tenemos que seguir remitiendo el valor de la
democracia a la ausencia de autoritarismo? ¿Por qué no fuimos capaces de pensar la Democracia de
futuro? Porque no hubo Justicia. Porque lo único que cierra la herida del pasado es la Justicia. ¿Cuál
fue el planteo de Alfonsín —y dicho en el más elevado de los conceptos, lo digo para que ayude a la
reflexión— cuando selló el Punto Final y la Obediencia Debida? Dijo: voy a limitar la Justicia, para
salvar la democracia. Y al haber limitado la Justicia, lo que hizo en lugar de salvar la democracia, es
obligarnos a seguir reduciendo la democracia a la ausencia de autoritarismo. Como no pudimos cerrar
el pasado, que sólo se cierra con Justicia, seguimos mirando la democracia con relación al pasado y
no con relación al futuro. Era necesario hacer Justicia, para salvar la Democracia; no limitar la
Justicia para salvar la Democracia.