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Introducción y justificación.

Con este ensayo trataré de explicar; a mí entender, el proceso que llevó a Agustín de Tagaste, a convertirse en Agustín
de Hipona, uno de los padres de la iglesia, y cuyo pensamiento dominó durante muchos años la concepción religiosa, de la
que llegaría a ser la religión más extendida en el occidente. Me parece importante, ya que su influencia aún se deja sentir en
nuestra cotidianeidad, aunque desconozcamos de donde nos viene esta forma de pensar, toda persona que haya sido
educada en la religión católica lleva consigo la influencia de su pensamiento. Iniciaré con delimitar el marco histórico en el
que se desenvolvió Agustín, para de manera ordenada ir viendo cuales fueron las influencias que recibió a lo largo de su
vida, hasta llegar a una de sus obras más conocidas, La ciudad de Dios.
Esto con miras a dar una opinión de una obra religiosa, que puede dar una opinión diferente acerca de los motivos de la
caída del imperio romano. Y en esta medida analizar si se puede considerar un aporte a la historiografía.

Desarrollo.
El imperio romano ha comenzado a sentir los primeros resultados de su corrupción, los excesos de sus emperadores
han contagiado a la gente del pueblo, quienes se entregan a los mismos, con singular alegría. Este hecho fue notado por los
pueblos bárbaros quienes decidieron aprovechar la oportunidad que la ocasión les pone en frente, y comienzan a atacar los
extremos más lejanos del imperio, lentamente logran avances; los dioses comienzan a abandonar a los romanos y es en
este contexto que surge el cristianismo primitivo, como la opción más extendida para mantener la cohesión entre las gentes
que forman el pueblo romano.

La nueva religión ha ido escalando posiciones desde las clases más bajas, la clase media burguesa y los aristócratas de
Roma. Sus ideas encuentran eco principalmente entre los campesinos, donde sus prácticas y sus creencias causan mayor
impacto, su culto a las reliquias y la creencia en los milagros se extiende rápidamente en la campiña romana.
Constantino se da cuenta del potencial que la religión que él mismo toleró con el Edicto de Milán en el 313, con el cual
les reconoce su derecho a practicar sus cultos, les devolvió los bienes que les habían sido confiscados, así como el respeto
a sus iglesias y cementerios; e incluso llegó a disponer que el erario público les ayudase a construir iglesias, otorgando al
clero de la nueva religión importantes privilegios.

A pesar de ello el paganismo sigue siendo la religión oficial y el emperador su máximo representante. Doce años
después la situación ha cambiado, con el apoyo del citado edicto los conversos a la fe de Jesucristo se multiplicaron y el
propio Constantino convoca al Concilio de Nicea, como un recurso para acabar con la división ideológica y geográfica del
imperio; Oriente y Occidente, el grupo más numeroso del concilio lo forman los obispos griegos y sólo dos o tres eran latinos,
uno de ellos Osio de Córdoba, quien representa directamente al emperador.

Es en ese Concilio; que por primera vez alcanza el carácter de Ecuménico, que se comienza a consolidar la nueva
religión, se vota la consubstancialidad de Jesucristo y El Padre, y con la aceptación de este hecho Jesucristo deja su
carácter de profeta; es elevado a la divinidad.

Por su parte Constantino es bautizado en su lecho de muerte por el Obispo de Nicomedia, Eusebio, tal vez pensando
que si alguien debía de morir, mejor que fuese uno de ellos. Después de todo su apoyo al cristianismo bien pudo ser sólo
política, y en el fondo seguía siendo un pagano. No obstante esto fué definitivo; el cristianismo se extendió por todos los
rincones de imperio.
El camino que la nueva religión imperial habría de ser muy largo y apenas comenzaba, los hijos de Constantino no
logran establecerse definitivamente en el poder y además apoyan a otras religiones, como es el caso de Constancio; el
último sobreviviente del antiguo emperador, quien favorece al arrianismo. Declara Cesar a Juliano y lo envía a pelear contra
los alemanes en los territorios de la Galia, en el 356 logra expulsarlos de los territorios del imperio en Occidente y se
proclama emperador en París, iniciando de esta manera su rebeldía contra Constancio.

Juliano resucita el antiguo paganismo y desata una lucha intestina contra el cristianismo. Es en medio de esta división
que nace Agustín; en una familia que muestra claramente la división del imperio, hijo del gentil Patricio y de Mónica; una
mujer educada en la tradición cristiana, Patricio le da mucha importancia a la educación de su hijo, le hace tomar clases de
latín, oratoria y literatura, y apenas tiene edad suficiente le envía a Madaura, donde profundiza sus estudios en la materias
mencionadas y se añade la filosofía y la gramática. Mónica por su parte le enseña los preceptos de su religión, pero el joven
Agustín no le da mucha importancia a esta, y se deja llevar por el carácter del padre y en su afán de agradarle hace notables
avances en sus estudios.

Durante el imperio de Valentiniano II, quien subió al trono imperial en el año 364, la división religiosa continúa, el prefecto
de Roma, Símaco hizo un llamado al emperador: Reclamamos el respeto para los dioses de nuestros padres, para los
dioses de nuestra patria. Es justo creer que lo que todos los hombres adoran es el Uno. Todos miramos las mismas
estrellas, el mismo cielo está sobre nosotros, el mismo universo nos rodea. ¿Qué importa el modo por el que cada uno
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alcanza la verdad? No se puede llegar por un solo camino a un misterio tan grande.

Un razonable llamado a la cordura y el respeto a la diversidad de culto. A favor de uno de los cultos sería llamado
Agustín. Sin embargo antes de que todo esto suceda, el joven habrá de hacer un largo camino, en el cual conoce otras
formas de pensar y profundiza en la filosofía.

Leerá a los autores griegos Eneas y Homero, a quien en sus confesiones define como un narrador de fabulillas. Para su
décimo sexto año de vida se entrega a los placeres de la libido, esto parece no tener mayor importancia, en una época en
que existía tal liberalidad, no obstante creo que cada paso que se da en la vida forma la persona que somos y seremos, y en
este ensayo pretendo entender cómo se construyó el pensamiento del futuro padre de la iglesia. Suspendió sus estudios en
Madaura y regresó a Tagaste, en sus confesiones se lamenta del esmero que puso su padre en la formación académica; y
que descuidara su espiritualidad; sin embargo declara que Mónica procuraba alejarlo de ese camino, quería ella – y
recuerdo que me lo amonestó en secreto con grandísima solicitud- que no fornicase y, sobre todo, que no adulterase con la
mujer de nadie. 2.

De una prohibición se puede deducir el comportamiento habitual de cualquier persona, y o grupo de personas; a la
anterior observación hizo oídos sordos por considerarlas simplemente aprehensiones de mujer. Después de este año de
vacaciones, debidas en buena parte a las dificultades económicas de su padre, llega a Cartago, se relaciona con otra mujer
de quien no da el nombre; pero esta vez el vínculo va mas allá, y adquiere un carácter sentimental, porque al fin fui amado, y
llegué secretamente al vinculo del placer, y me dejé atar alegre con ligaduras trabajosas, para ser luego azotado con las
varas candentes de hierro de los celos, sospechas iras y contiendas. 3.
1 Henrí-Charles Puech (coord.) et al, Historia de las religiones 7 “Las religiones constituidas en occidente y sus contracorrientes I, Siglo XXI, México, 1999, p71 pp504.

2
2 San Agustín, Confesiones, Lumen, Argentina, 1999, p. 42.
3 Ibíd., p. 52.

Por su forma de expresarse podríamos aventurar que no fue del todo feliz en esos días, a pesar de ello continuó con sus
estudios y alcanzó la edad de diecinueve años, su padre había muerto en el año 370, cuando Agustín contaba diecisiete, iba
logrando avances en la retórica y leyó el Hortensio de Cicerón, libro que le provocó acercarse a la filosofía, en sus
confesiones declara: ¡Cómo ardía, Dios mío, cómo ardía en deseos de remontar el vuelo hacia ti, sin que yo supiera lo que
entonces tú obrabas en mi! Porque en ti está la sabiduría, tiene un nombre en griego, que se dice filosofía, al cual me
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encendían aquellas páginas. Conoció casi al mismo tiempo las Sagradas Escrituras, pero al compararlas en ese tiempo
con la obra de Cicerón, las consideró como una obre menor, la redacción le pareció sencilla y su mente las rechaza.

Es en este estado de ánimo que entra en contacto con la ideología de Manes y que básicamente dice que: existen
dos elementos primitivos encontrados, que son la Luz y las Tinieblas. El Dios por antonomasia es la Luz increada, espiritual y simple
en su ser, que, no obstante, consta de cinco virtudes dobles á saber: Mansedumbre, Ciencia, Entendimiento, Secreto y Visión, con
sus correlativas Amor, Fe, Fidelidad, Heroísmo y Sabiduría. Estos diez elementos componen el reino de la luz, reino que en el sentir
de Manes es algo personal y simple. El principio opuesto, que son las tinieblas rompió este equilibrio, invadiendo la luz. El primer
hombre resultó de este rompimiento, y cayó en poder de las tinieblas; pero pronto fué rescatado por el Dios de la luz. La creación ó
mejor producción, pues creación propiamente dicha no la reconocen los maniqueos, es obra del Dios bueno, así como la formación
particular del hombre es efecto del malo. Esta última afirmación provenía de no poder concebir el maniqueísmo cómo el Dios bueno
no podía permitir el mal moral en el hombre, por eso hacían provenir á este del espíritu malo por excelencia. De este dualismo
Ontológico, resulta que su Ética es también dualista. En principio exige una abstención absoluta en materia de las tendencias
naturales, la cual explican por tres sellos: el de la boca, el de la mano y el del seno. Por el primero se abstenían, los maniqueos de la
carne, vino, leche y pescado, cosas para ellos impuras; por el de la mano hacían escrúpulo de arrancar hierbas o coger frutos ú hojas;
por el del seno hacían profesión de una absoluta castidad. En cambio, se sabe que se entregaban á excesos con comida y bebida
como práctica de culto, sirviéndose de los manjares que no consideraban impuros. 5.

En esos días Mónica, enterada de la asociación de su hijo con esa secta tiene una visión, que le relata a su hijo y este
interpreta como que su madre se volverá maniquea, a lo que Mónica responde: No me dijo: donde él está allí estas tú, sino
donde tú estas ahí esta él. 6.

A pesar de la agudeza de esta respuesta habrán de pasar nueve años, para que Mónica vea logradas sus esperanzas;
de que Agustín se convierta al cristianismo. Estos nueve años los continuaría Agustín en la vida de estudiante adherido al
maniqueísmo y conociendo diferentes formas de pensamiento, cambia una vez más de pareja pero a esta última le guarda
fidelidad y la menciona de la siguiente manera: tuve yo una fulana no conocida por lo que se dice legitimo matrimonio, sino
buscada por el vago ardor de mi pasión, falto de prudencia; pero una sola a la que guardaba la fe del tálamo, en la cual hube
de experimentar por mí mismo la distancia que hay entre el amor conyugal pactado con el fin de la procreación de los hijos y
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el amor lascivo, en el que la prole nace contra el deseo de los padres, bien que, una vez nacida, les obligue a quererla. En
estos años ya enseña retórica, aunque para la época que escribió sus Confesiones lamenta la codicia que lo llevó a ello,
aunque no deja de decirnos en su descargo que lo hacía para que con ella sus alumnos defendieran al culpado sin
fundamento. Continua conociendo diversas formas de pensamiento, artes adivinatorias; a las que declara que no se entregó
por amor a Dios, ya que en ese tiempo no lo sabía amar, antes bien le repugnaba sacrificar animales a una deidad, aunque
él mismo se exponía a perder su alma por esa vía.

4 Ibíd., p. 52.
5 Marisol Palés Castro, (Coord.) et al., Enciclopedia Universal Ilustrada, Europeo Americana Tomo 14, Espasa-Calpe, España, 2003, p. 910.
6 San Agustín, Loc. Cit., p. 66.
7 ibíd., p. 70.

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Entró en contacto con astrólogos y matemáticos, regresa a Tagaste donde de cátedra, también escribe sus primeras
obras, llamadas Sobre lo hermoso y apto, las que dedica a Hierio, retórico de Roma, a quien admiraba por la fama que había
alcanzado con su doctrina, pero sobre todo impulsado por una idea de imitación, queriendo alcanzar para si los honores de
los cuales Hierio se beneficiaba. La temática de esta obra compuesta por do o tres tomos era la utilidad de las cosas y el
amor que se siente por lo hermoso, - al menos eso entiendo de la propia descripción que hace Agustín de su obra- Y notaba
y veía que en los mismos cuerpos una cosa era el todo, y como tal hermoso, y otro lo que era conveniente, para
acomodarse aptamente a alguna cosa, como la parte del cuerpo respecto del conjunto, el calzado respecto del pie y otras
cosas semejantes. 8.

En esta obra define lo hermoso como conveniente por si mismo y a lo apto como lo conveniente a otro, es decir lo
hermoso se basta a si mismo y lo apto, lo es en la medida que arroja alguna utilidad. También es esos años llega a sus
manos Las diez categorías de Aristóteles, las cuales le enseñaron las cualidades de la sustancia, cual es el hombre, y de las
cosas que en ella se encierran, como son la figura, cualidad, altura, cantidad, raza y familia del mismo, o dónde se halla
establecido y cuándo nació y si está de pie o sentado, y si calzado o armado, o si hace algo o lo padece, y demás cosas que
se contienen en estos nueve predicamentos o géneros.9.

Asegura haber comprendido por si mismo esta obra, no sin cierto dejo de orgullo, pero que en ese momento de poco le
servía ya que consideraba a Dios como un cuerpo luminoso y su propia persona un pedazo de ese cuerpo. Aún estaba por
venir su decepción del maniqueísmo y que le llegaría después de su encuentro con Fausto, a quien define como un hombre
elocuente capaz de seducir la mente por este medio. A pesar de ello Agustín declara que por ser un maestro en la retórica se
hallaba en situación de distinguir las verdades que el discurso de Fausto encerraban. Conocedor de las obras filosóficas, las
comparaba con las palabras del maniqueo y lo veía en gran desventaja, ya que si bien los filósofos no lograron conocer a
Dios por medio de su ciencia, tenían más fundamento que las fábulas de Manes y sus discípulos. En el momento de redactar
sus confesiones Agustín deplora que los conocimientos alcanzados por los filósofos sólo sirvan para su propio
envanecimiento, ya que si bien toda ciencia es buena; al no reconocerla como una dádiva de Dios, se enorgullecen de haber
penetrado en sus misterios. Erogándose con esto le mérito de la creación, como si fuese producto de ellos, porque así como
es mejor el que sabe poseer un árbol y te [a Dios] da gracias por su utilidad, aunque ignora cuantos codos tiene de alto y
cuántos de ancho, que no el que lo mide y cuenta todas sus ramas, mas no lo posee, ni conoce ni ama a su Creador. 10. Cae
en la cuenta que Manes encaja dentro de esta última categoría a quien incluso señala errores al hablar del cielo y las
estrellas, y dice que no puede el Espíritu Santo habitar en una mente con esos errores, sin embargo, no había aún
claramente averiguado si lo que había leído yo en otros libros sobre los cambios de los días y las noches, unos más largos y
otros más cortos… y otras cosas semejantes, podrían explicarse conforme a su doctrina. 11.

De su encuentro con Fausto sale desencantado; al exponerle algunas cuestiones nota que esta delante de un hombre
que ha leído algunas obras, pero que dista mucho de ser docto, le reconoce elocuencia, pero debida más a la práctica de
hablar que al conocimiento que contienen sus palabras y de esta manera decide mantenerse dentro de la secta, pero sin
hacer tentativas de progreso dentro de ella, en la que no pasó de ser aprendiz, a la espera de encontrar la verdadera fe.

8 Ibíd., p. 82.
9 ibíd., p. 87.
10 Ibíd., p. 93.
11 Ibíd., p. 94.

En el año 384 viaja a Roma, para seguir dando clases, le acompaña su mujer y su hijo Adeodato, quien nació durante el
año 372, dice que viajó atraído por el sosiego y respeto que demuestran los estudiantes en Roma, todo lo contrario de sus

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alumnos en Cartago. Aunque no deja de reconocer que el deseo de lograr honores y reconocimiento influyó en su decisión.
Mónica se rehusaba a que partiese, pero Agustín; hábilmente logró engañarla.

En Roma enfermó nuevamente y a poco estuvo de morir, a pesar de esto se resiste a ser bautizado. Atribuye su curación
a la oraciones de su madre, quien no dejó de orar por él, pero esto sería ya cuando fuese obispo en Hipona, a los treinta
años sólo vio la posibilidad de seguir con su vida como la llevaba hasta ese momento, seguía actuando conforme a la
dualidad del maniqueísmo, creyendo que quien actuaba mal en él era una entidad negativa y no él mismo.

Leyó las obras de los filósofos que él llama académicos y que hoy conocemos como Presocráticos; quienes
desconfiaban de los sentidos, muy probablemente haya sido el poema ontológico de Parménides el que le llevó a esta
conclusión, Nunca jamás en esto domarás al no-ente: a ser. Fuerza más bien al pensamiento a que por tal camino
investigue; ni te fuerce a seguirlo la costumbre hartas veces intentada y a mover los ojos sin tino y a tener mil ecos
resonantes lengua y oídos. Discierne, al contrario, con inteligencia la argucia que propongo, múltiplemente discutible. 12.

En este punto reconoce que su error al rechazar la fe cristiana le proviene de no poder imaginar un Dios que no tuviese
forma humana, que por los estudios que había realizado y las ideas del maniqueísmo; creía que todo el provenía de la tierra
y no aceptaba que la piedad fuese creación de un Dios bueno, el cual no podía crear algo malo, veía al bien y al mal como
dos entidades con capacidades creadoras encontradas, pero consideraba de mayor peso a la entidad positiva.

En el año 384 es enviado a Milán y ahí escucha al obispo Ambrosio, en un principio lo hace para; por si mismo deducir si
su discurso es tan sabio como había oído decir. En sus confesiones Agustín compara los discursos de Fausto y Ambrosio,
aunque Fausto le aventaja en dulzura en su forma de expresarse, como si las palabras de este último requiriesen mayor
esmero, debido a la falta de sustento.

Es en este mismo año que decide ser catecúmeno, no tanto por fe en la doctrina del cristianismo, sino por su decisión de
desconfiar de los sentidos, intuye que el maniqueísmo es una falsedad y que si bien en su mente el cristianismo no ha
vencido, reconoce que puede ser cierta.

Después de alabar al emperador en un panegírico, compara su vida con la de un mendigo, dice que si bien su alegría le
viene de un estado de ebriedad, este obtuvo su vino de manera honrada, en tanto que él se encontraba encumbrado por la
serie de mentiras que en su discurso dijo, se debate entre la mueva religión y su forma de pensar.

De los cambios que la religión le imponía, el que más le pesaba era el celibato, aunque para entonces aún vivía con su
mujer, de esto habla largamente con Alipio, quien por elección propia vivía en el celibato, sin embargo tanto hablaba Agustín
de las bondades de de la vida en matrimonio; porque comparaba su convivencia con el matrimonio. Mónica por su parte
llega a Milán y trata de convencer a su hijo de que se case, pues piensa que esto lo preparará para el bautismo y arregla un
matrimonio.

12 Juan David García Bacca, (Comp.), Los presocráticos, Fondo de Cultura Económica, México, p. 41 pp. 391

De esta manera consigue que aleje de si a la mujer con la que procreó a su hijo, y de esto en particular nos dice: Entre
tanto multiplicábanse mis pecados, y, arrancada de mi lado, como un impedimento para el matrimonio, aquella con quien yo
solía partir mi lecho, mi corazón, sajado por aquella parte que le estaba pegado, me había quedado llagado y manaba

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sangre. Ella en cambio, vuelta al África, te hizo voto, señor de no conocer a otro varón, dejando en mi compañía al hijo
natural que yo había tenido con ella. 13.

Él en cambió no tardó en procurarse otra mujer, a la espera de que su prometida; que en ese entonces cantaba once
años tuviese la edad necesaria para cumplir con el compromiso. Existe una obra que si bien puede ser ficción, está basada
en lo que podría ser la respuesta que la madre de Adeodato da a Agustín, la cito aquí porque bien podría haberle dicho algo
similar. Pero no había otras mujeres en tu vida simplemente amabas más la salvación de tu propia alma que a mí. A tu alma
que antaño encontrara reposo en mí, era a quien querías salvar. No había en ti deseo de casarte, no mientras me tuvieras a
mí, decías. Ese matrimonio no era más que una obligación filial. Pero ni siquiera te casaste. Tu elegida no era de este
mundo. Y luego el hijo; ante Dios tú eres el padre carnal de Adeodato, pero yo era su madre. Yo le llevé en el vientre, yo le
amamanté porque no teníamos ama. Y escribes que yo dejé que se quedara contigo. Ninguna madre hace algo así por
voluntad, ninguna abandona a su único hijo sin que le produzca el más profundo de los dolores. 14.

Finalmente su matrimonio no se consuma, hace avances en su catecumenado y en el año 386 recibe el bautismo junto
con Alipio y Adeodato, en el inter comienza a abrazar la fe, después de conocer la filosofía neoplatónica, cuyos principales
representantes son Orígenes, Filón de Alejandría y Porfirio. Esta corriente de pensamiento deriva del pensamiento de Platón,
el cual tiende a buscar la explicación en una fuente única de conde todo proviene, esta concepción le viene bien al
cristianismo por ser monoteísta, a su vez el pensamiento helénico se cristianiza por la caída de los dioses olímpicos y la
necesidad que este vacío crea.

En el año 387 muere Mónica en Ostia y un año después Agustín parte a África donde inicia su vida monástica y asiste a
la muerte de Adeodato en el año 389, en el 391 Valerio; entonces obispo de Hipona ordena a Agustín sacerdote, para el año
396 es designado como auxiliar de Valerio y sólo un año después, a la muerte de Valerio, Agustín es nombrado obispo. En el
año 398 escribe sus confesiones, en el 410 Alarico saquea Roma, y en el 412 comienza a escribir La ciudad de Dios, la cual
terminaría catorce años después.

En esta obra Agustín emprende una defensa del cristianismo de aquellos años, orientada principalmente contra los
paganos conversos al cristianismo, quienes después del saqueo de Alarico se preguntan si tal hecho no será un castigo de
sus antiguos dioses por el abandono que han sufrido, en su obra Agustín les recuerda que guerras siempre ha habido y que
antes bien muchos de los conciudadanos se salvaron al refugiarse en los templos cristianos y que los vándalos contuvieron
sus saqueos frente a los templos y que esto sólo puede deberse a la mediación del Dios cristiano.

Les recuerda que los dioses paganos no les proporcionaron una doctrina para vivir bien, cosa que si hace el
cristianismo, hace ver que deidades que no gustaban de juegos escénicos no podían ser dignas de culto, que la corrupción
ya existía en Roma antes que Cristo prohibiese el culto a los falsos dioses, y que estos mismos dioses no cuidaron que su
República no se perdiese por sus malas costumbres.

13 San Agustín, Loc. Cit., p.130.


14 Jostein Gaarder, Vita Brevis, La carta de Floria Emilia a Aurelio Agustín, Siruela, España, 1997, p. 25. pp. 130.

Recuerda que los mismos dioses adoraban los griegos y que estos mismos no cuidaron de la destrucción que de ellos
hicieron los romanos. ¿Por qué habrían de cuidarlos a ellos? Después de todo ya una vez habían fallado. Cosa que no era
de extrañarse si compartían los vicios del hombre, ¿o el hombre transfirió sus vicios a los dioses? De los oídos sordos que
esos dioses hicieron durante las guerras púnicas. Y así continúa comparando situaciones pasadas con la que se vivía

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después de la implantación del cristianismo, como religión imperial, toma ejemplos pasados y de su presente para establecer
la defensa del cristianismo.

Conclusiones.
La ciudad de Dios podría considerarse una obra historiográfica, abarca buena parte de la historia de los griegos y
romanos, pero para esto habría que leerla sin la carga ideológica de una religión, su intencionalidad es bastante clara y sus
fuentes bastas, aunque no son citadas como se hace en la actualidad, si es posible deducirlas, a lo largo de la obra,
menciona a los autores. El aporte que esta obra hizo al mundo está fuera de discusión, durante muchos años dominó el
pensamiento religioso y su influencia aún se siente.

Agustín de Hipona es sin lugar a dudas, un personaje complejo, el presente ensayo no es más que un panorama general
de su pensamiento, no por nada gente de grandes méritos le ha dedicado obras completas, su importancia no la pondré en
duda. Sin embargo me parece mucho más interesante Agustín; el Hombre, que San Agustín.

Bibliografía.
Agustín, San, Confesiones, Lumen, Argentina, 1999, pp. 352.
Agustín, San, La Ciudad de Dios, Porrúa, México, 1998, pp. 625.
Gaarder, Jostein, Vita Brevis, La carta de Floria Emilia a Aurelio Agustín, Siruela, España, 1997, pp. 130.
García Bacca, Juan David (Comp.), Los presocráticos, Fondo de Cultura Económica, México, pp. 391.
Jaeger Werner, Cristianismo primitivo y paideia griega, Fondo de Cultura Económica, México, 1971, pp. 147.
Palés Castro, Marisol (Coord.) et al., Enciclopedia Universal Ilustrada, Europeo Americana, Tomo 14, Espasa-Calpe,
España, 2003, pp. 1520.
Puech, Henrí-Charles (coord.) et al, Historia de las religiones 7, Las religiones constituidas en occidente y sus
contracorrientes I, Siglo XXI, México, 1999, p71 pp504.

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