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Al-Ándalus

INTRODUCCIÓN

El Al-Ándalus se inicia con la llegada de los musulmanes a la Península Ibérica en relación con
la expansión islámica por el Norte de África, la conquista musulmana comenzó en el año 711,
con el desembarco de Tariq en Tarifa. Unos meses después su ejército derrotaría al rey Don
Rodrigo en la batalla de Guadalete (711), ese mismo año dio inicio al dominio musulmán en la
Península.

En apenas tres años y con poca resistencia, los árabes y bereberes consiguieron hacerse con el
control peninsular. La conquista fue rápida debido a la debilidad del poder hispanovisigodo, así
como también la asistencia de numerosos pactos. Al-Ándalus era el nombre que los
musulmanes dan al territorio en la península.

DESARROLLO

La evolución política del Estado andalusí comienza con:

1ª Etapa. Emirato dependiente del califato de Damasco (711-756)

En esta etapa Al-Ándalus es una provincia del califato Omeya y los califas prenden controlar un
territorio lejano en el que la población invasora es una minoría respecto a los nativos.

Para someter las áreas conquistadas, los musulmanes organizaron el territorio en coras,
impusieron tributos a los cristianos y repartieron las tierras entre los guerreros. Además, para
consolidad su poder establecieron dirigentes árabes y la capital en Córdoba para controlar el
valle de Guadalquivir. También, se crearon las marcas fronterizas de carácter defensivo
(Mérida, Toledo y Zaragoza)

Sin embargo, los musulmanes no prestaron atención a la presencia de cristianos en la Meseta


Septentrional, además de que pronto surgieron conflictos entre los bereberes, pueblos que
ayudaron a la invasión y los árabes.

2ª Etapa. Emirato independiente del califato de Bagdad (756-929)


En esta etapa destaca el emir Abd al Rahmán I el cual tuvo que enfrentarse a distintos núcleos
de oposición para asentarse en el poder. Sin embargo, este emir consiguió diversos logros
como reunir un ejército permanente no consiguió conquistar toda la península debido a la
oposición cristiana del norte. Entre sus sucesores resaltan Al-Hakam I y Abd-Al Rahmán II que
reforzaron el poder del Estado. Pese a esto, surgieron continuas reivindicaciones de
independencia que produjeron una crisis en el poder central a partir del siglo IX.
Se produjeron numerosas revueltas locales que deseaban un mayor poder en la que
participaron muladíes, pidiendo obtener los mismos derechos que los musulmanes y
mozárabes, grupo social cada vez más escaso pues los cristianos se convertían al islam o
emigraban al norte. Estos conflictos se centraron sobre todo en el valle del Ebro, liderado por
la importante familia muladí Banu Qasi. Por otra parte, a finales de siglo, Umar ibn Hafsun
lidera una rebelión para crear un estado alternativo en Málaga, aunque fracasó.
3ª Etapa. Califato de Córdoba 929-1031

Se inicia con Abd al Rahmán III, quién consiguió convertirse en califa. Con Abd al Rahmán III se
da la fase de mayor esplendor político, económico, social y cultural en el Al-Ándalus. Se
consigue dar unidad al territorio, se reorganiza el ejército, se consigue un equilibrio de fuerzas
con los reinos cristianos. En el ámbito exterior manifiesta su ortodoxia religiosa y su
independencia política frente a Bagdad y a Kairuam. Para demostrar su poder se apoderó de
Ceuta, Melilla y Tánger, lo que hoy se conoce como Marruecos.

Sin embargo, tras la muerte de Al Hakam II y la minoría de edad de Hisham II, el poder cayó en
manos de los hayib (valido) cargo en el que destaca Almanzor, que controló la administración
y el ejército, imponiendo una dictadura militar. Se rodeó de una guardia de berebere
reclutados de África y esclavos. Atrajo a los ortodoxos religiosos y extendió los dominios del Al-
Ándalus por todo Marruecos ocupando Fez.

4ª Etapa. Los reinos de taifas (1031-1090)

Al-Ándalus se componía de 26 reinos de taifas, muestra de las divergencias entre los propios
musulmanes. El número de taifas inicial se fue reduciendo debido a la incorporación de las más
pequeñas a las grandes. Sin embargo, su supervivencia pasaba por el hecho de pagar las parias
a los reinos cristianos, aunque esto no debilitó su economía o cultura.

5ª Etapa. La unificación almorávide (1090-1145)

Tras la conquista cristiana en Toledo, los reyes de taifas reclamaron el apoyo de los
almorávides. Su máximo dirigente Yusuf ibn Tashfin desembarcó en la Península en 1086 y
venció a Alfonso VI en la batalla de Zallaqah (Badajoz) y después regresa al norte de África.
Cuatro años más tarde regresa con el objetivo de someter a los reinos de taifas, pero fracasó
en su unificación debido a la pérdida de territorios y prestigio militar, al fanatismo religioso
almorávide, al aumento de impuestos y a la aparición en escena de los almohades. El pode de
los almorávides no llega a consolidarse del todo y la unificación duró poco. Hacia 1145 se
produjo una fragmentación política y hubo una nueva situación inestable en los segundos
reinos de taifas.

6ª Etapa. Unificación almohade (1145-1232)

Los almohades intentan unificar las taifas de Al-Ándalus. Habían constituido un nuevo imperio
en el norte de África e intentan destruir los restos almorávides en la Península, lo consiguen y
se establecen en Sevilla como capital del imperio almohade hispano.

Los almohades tuvieron su momento de máximo esplendor con victorias como la de Alarcos
(1195), pero estos los derrotaron en la batalla de Las Navas de Tolosa (1212). El debilitamiento
almohade supuso el surgimiento de nuevos reinos de taifas, terceras taifas.

7ªEtapa. El reino nazarí de Granada.

El reino nazarí de Grana fue formado por Muhammad I que se rebeló contra los almohades y
se proclamó sultán en 1232 en Arjona entrando en Granada de 1237. Este territorio estaba
dividido en tres coras: Elvira (capital Granada), Rayya (capital Málaga) y Pechina (capital
Almería). El reino nazarí estuvo presionado por Castilla y por disputas internas.

El reino de Granda sobrevivió hasta 1232 gracias a su hábil diplomacia, su territorio montañoso
y su proximidad a África. Los nazaríes se reconocían vasallos de Castilla cuando le convenía, se
aliaban con los benimerines para defenderse o con Portugal, Aragón o con cualquier
pretendiente al trono castellano para crear divisiones. Finalmente, la desaparición de los
benimerines y la estabilidad castellana lograda con el matrimonio de Isabel I y Fernando II
inició una guerra en 1482 en la que Boabdil, el último monarca de Al-Ándalus entregó a Castilla
la ciudad de Granada en 1492.
Conclusión

En definitiva, la presencia musulmana trajo consigo no solo cambios políticos, sino también
económicos y sociales. Se perfeccionaron las técnicas de regadío e introdujeron nuevos
cultivos que mejoraron la que era la base de la economía: la agricultura. Por otra parte, las
ciudades se revitalizaron convirtiéndose en verdaderos centros de consumo que giraban en
torno a la mezquita, núcleo básico de la ciudad musulmana.

Por último, la sociedad musulmana se dividía en musulmanes y las minorías no musulmanas,


siento la aristocracia árabe, los bereberes y los muladíes del primer grupo y los judíos y
mozárabes del segundo.

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