Sie sind auf Seite 1von 4

Del ser a la presencia (Heidegger y Paz)


JUAN MALPARTIDA

No es el yo fundamental van, en la biografía del autor, desde los veinticinco hasta los
eso que busca el poeta, cuarenta y cuatro años. Quizá no sea demasiado osado pen-
sino el tú esenciaL sar que dos ejemplos españoles, de poetas muy cercanos a su
poesía, le señalaban el camino: Jorge Guillén con Cántico (tam-
Antonio Machado
bién un título que recoge toda una época de su poesía) ye!
caso más total, Luis Cernuda con La realidad y el deseo. No
UandO Octavio Paz, recientemente, inició la edición de sus obstante, este título, Libertad bajo palabra, que tanto tiene
obras completas, tituló a sus ensayos sobre temas funda- que ver con la concepción de la poesía por parte de Octavio
(
mentalmente de poética La casa de la presencia. l Es el pri- Paz, se detiene en esa fecha y cuando se reúne por primera
mer volumen que abre esa variada, penetrante y, al par, uni- vez su poesía completa lleva e! discreto título de Poemas con
taria obra. Lejos de dispersarse, su desarrollo a lo largo de los las fechas correspondientes, y, un poco después, en 1990, al
años ha dotado a su pensamiento de una coherencia en la que recoger un nuevo libro en e!la, Árbol adentro, lo cambia ligera~
se hace patente que todo verdadero tema es un destino, no mente por Obra poética. 2 Paz ha desplazado a sus ensayos sobre
un trabajo académico. La meditación sobre lo poético y su poética el nombre que, me atrevo a pensar, le hubiera gustado
sentido entre los hombres, es la piedra de toque de esta obra. para su poesía si no fuera porque reunir tal variedad literaria
Este título designa no al ensayo mismo sino al tema central bajo un mismo nombre le debe resultar molesto, además de
de estos ensayos: la poesía. El arco y la lira, Los hijos del limo, que ese título define sintéticamente en la obra de Paz el signi-
La otra voz, y otros textos reunidos en ese volumen, son un ficado de la poesía en general. A mí esta imagen, La casa de la
puente hacia la poesía. Ahora bien, por su calidad literaria y presencia, me vale para esbozar aquí algunas sugerencias.
por sus cualidades de transparencia, ese puente hecho de re- Heidegger afirmó en la Carta sobre el humanismo que la
flexiones, de pensamientos y ejemplos, se constituye por mo- palabra es la casa de! ser, frase que nos recuerda un poco el
mentos en el lugar a donde íbamos. El puente es ya el lugar. título paciano. Es la frase de un filósofo y, tal vez, podría serlo
Esto sólo se da en aquellos críticos y pensadores para los cuales también de un místico; de un filósofo que quiso retrotraerse
el decir no es concebido como un instrumento al servicio de a la palabra de los presocráticos para reivindicar la cercanía
una determinada doctrina, sino que esa escritura está carga- entre el poeta y el pensador, además de volver a los inicios de
da de elementos creativos. El objeto mismo de su especulación nuestro pensamiento para replantearse la pregunta por el ser,
dota a la escritura de una tensión entre el demostrar y el mos- hacerlo de otra manera, no tratando de confundir el ser con
trar mismo. e! ente. Por su parte, el mismo Paz ha explicado brevemente
Paz ha tenido la inclinación, al menos en una ocasión, su interés por el filósofo alemán, el más citado en El arco y la
de llamar a su obra poética con un nombre genérico, y varios lira (1956, y 1967 para su última redacción):
libros o periodos muy extensos de su labor poética, ostentan un
título general. Me refiero a Libertad bajo palabra que abarca me interesó la ontología de Heidegger como un fundamento
toda la poesía escrita entre 1935 y 1957. Veintidós años que -o más exactamente: como un punto de partida para la ela-

1 La casa tÚ la presencia. Poesla e historia, Editorial Círculo de Lec-


rores, 1991. 2 PoerlUlS (1935-1975), Seix Barral, Barcelona, 1976.

• 16 •
UNIVERSIDAD DE M~XICO

boración de una poética-o No una estética ni una mosofía de en descubrir aquello que somos a través de un acto imagina-
la poesía; más bien, una visión de la poesía como revelación tivo. Cuál sea nuestra condición original es algo sobre lo que
del ser al desplegarse en la temporalidad del lenguaje. La ima- tenemos que preguntarnos porque pronto veremos que coin-
gen poética es la instantánea aparición del ser; una aparición cide con una creación. El ser no es un bloque de experiencia
que es también una desaparición: el tiempo se abre y ese hueco latente en nuestra memoria; no es que, realistamente, la poe-
es el lugar de la aparición/desaparición... La otredad, como de- sía nos muestre, como último extremo de sus posibilidades,
cía Machado, es el ser mismo que se despliega en el abismo del nuestra condición, sino que dado que e! ser es algo que se está
tiempo. siendo -no que es y sobre e! cual se apoye nuestra existen-
cia- la poesía nos revela e! ser al realizarlo. Esto me parece
Para entender mejor esta noción de ser y de presencia hay que muy importante para comprender e! significado de la enorme
recordar que Heidegger traducía e! término griego parousía defensa de la poesía en que consiste, entre otras facetas, la
como "casa propia, un estar en casa, un estar presente y sostener- obra de Paz. Si la poesía es importante para e! hombre es por-
se por sí mismo, un autocircunvalamiento, un 'estado de pre- que se trata de una de las formas más altas de ser.
sente' y un 'estado de ahí' total". Inspirándose en Heidegger, Paz afirma en EL arco y La
Además, Heidegger le hace más evidente al Paz de los Lira que "en nada puede apoyarse e! ser, porque la nada es su
años cincuentas que "todo querer y desear tiene su raíz y fun- fundamento. Así, no le queda más recurso que asirse a sí mis-
damento en e! ser mismo del hombre, que es ya y desde que mo, crearse a cada instante. Nuestro ser consiste sólo en una
nace un querer ser, una avidez permanente de ser, un conti- posibilidad de ser". Aquí se ve lo que ha movido la parte más
nuo pre-ser-se". Éste es uno de los meollos de la obra de Paz importante de su obra: somos posibilidad, luego hay que
que ya comenzó a vislumbrarse en un ensayo de juventud, trascender la soledad en comunión, e! lenguaje en poesía, el
Poesía de soLedad, poesía de comunión, y que encontramos de- extrañamiento en reconocimiento, e! monólogo en diálogo,
sarrollado, por referirnos sólo a su obra ensayística, en EL la- e! yo en e! tú, el tú en la otredad. Pero todos esos colmos a
berinto de La soLedad, EL arco y La Lira y La Llama doble, entre los que tiende el deseo y a los que debe tender para no parali-
otros textos. La conciencia de sí mismo como carencia y la zar al ser en una imagen fija de sí mismo y por lo tanto funeraria
salida hacia lo extraño y entrañable es un impulso que desem- -sólo la muerte nos fija sin posibilidad de cambio- no
boca en e! mundo. El motor de ese movimiento es e! deseo, puede decirse que estén fuera: no es la selva que el explora-
un sentimiento que proyecta al hombre continuamente fuera dor descubre a su paso, armado de ciencia y de un poco de
de sí mismo. El hombre es deseo de ser porque se concibe locura, es una selva que inventamos al descubrirla porque en-
como carencia de ser, o dicho de otra manera: como un ser que tramos en ella gracias a actos --el poético, la alegría amoro-
se está siendo y por lo tanto ha de perseverar incesantemente en sa y otras actitudes pasionales- asistidos fundamentalmente
lo que es. Pero e! ser de! hombre no le es dado, es un querer por la imaginación. Somos deseo de ser y e! deseo es un acto
ser. De esta manera Paz concibe e! deseo como eje entre uno y
el mundo, entre la soledad y la comunión, por emplear sus pri-
meros términos. El deseo es la forma que adopta nuestro ser
yen él se hace patente que "e! ser implica e! no ser; y a la inver-
sa". En este sentido Paz parece reconciliar tácitamente a Hei-
degger con cierto pensamiento oriental que se opone a la distin-
ción que desde Parménides trata de distinguir drásticamente
entre ser y no ser; este pensamiento que estaba en e! budismo,
pero también en Hege! antes que en Heidegger, va más allá
de ese dualismo al afirmar paradójicamente ser y nada, o inclu-
so su identidad: e! ser es la nada.
Interesado en la idea de! ser desplegándose en e! tiempo,
el ser como temporalidad, en definitiva, Paz encuentra que la
palabra poética es el modo más extremo de esa posibilidad.
¿Pero qué es e! ser para Paz? Heidegger no reconcilió e! ser
con la existencia, pero e! poeta mexicano identifica al ser con
la otredad, hasta afirmar en u libro reciente lo que ya venía
pensando desde hace muchos años, que la otra voz sin la cual
la poesía no puede darse; sin la cual toda experiencia creadora
estaría llamada al fracaso, es la otredad misma.
Pero volvamos a EL arco y La Lira. En él se afirma que la
experiencia poética es la revelación de nuestra condición ori-
ginal, es decir que el poder de la poesía consiste precisamente

• 17 •
UNIVERSIDAD DE MllxlCO

de la imaginación, con lo cual es fácil deducir que el deseo de el fuego a los hombres, sino Igitur: e! que se contempla a sí
ser es un imaginar al ser: a través de esa imagen cuyo mo- .
mismo. "
mento más alto es la poesía el ser toma cuerpo, se hace tiem- ¿Y acaso no es posible ver este mismo fenómeno de so-
po. Pero antes de seguir con esto, hay que repasar, aunque ledad en la obra de Heidegger? Karl Jaspers, en las notas sobre
sea muy someramente, la relación de Paz con la herencia poé- Heidegger, que fueron publicadas póstumamente, observó
tica de la modernidad, centrada especialmente, para los lími- que en Heidegger "la existencia se denomina 'una', pero no
tes de este trabajo, en Mallarmé como su mayor momento se convierte en problema la comunicación de las existencias.
crítico. Siempre es e! uno del que se trata exclusivamente, y en las
Mallarmé pensó toda su vida en un libro que fuera el tesis dadas el otro sólo puede añadirse como e! otro para e!
doble ideal de! cosmos. Era algo que, de alguna manera, uno". Jaspers califica de solipsista a esta filosofía, sin que fuera
estaba en e! espíritu de! simbolismo, aunque sólo Mallarmé insensible al gran talento de Heidegger para iluminar muchos
lo llevara a cabo; quiero decir la meditación, no e! poema. aspectos de nuestra realidad.
Para Mallarmé el simbolismo es órfico, en contra de la repre- La matización de Paz imprime una orientación distin-
sentación que es finita en cuanto atañe a lo designado. La su- ta. Aunque ambos parten de una nostalgia de! ser, Paz se-
gerencia sin embargo contiene múltiples significados. Aunque ñala que la poesía es la casa de la presencia; su respuesta es me-
el simbolismo tiende a imitar la música -Verlaine quizá nos filosófica y, además, acentúa, como podemos ver en todo
como mayor ejemplo-- Mallarmé quiso ir más allá al querer lo extenso de su obra poética y ensayística, desde sus estu-
para la poesía La forma de la música. No tanto e! oído sino dios sobre arte hasta sus ensayos políticos, la presencia de lo
aquello que despierta en nuestra imaginación. La poesía se dice otro y de los otros. Es una herencia que nuestro poeta recoge,
y se ve: es sonido y espacio. Si la música era para e! simbolis- en parte, de Antonio Machado y la lleva a sus últimas con-
mo lo más alto, Mallarmé concibió la poesía, según Octa- secuencias. Aunque jamás ha dejado de preguntarse por el
vio Paz, "como la única posibilidad de identificación de! len- qué son las cosas, la obra de Paz ha gravitado esencialmente
guaje con lo absoluto", pero se niega a sí misma cada vez q1,le sobre un mundo hecho de relaciones. Su meditación sobre
se realiza porque no puede abolir el azar salvo, sigue Paz, si e! lo poético no es una ontología; creo que no le preocupa tan-
poema es simultáneamente crítica de esa tentativa. O dicho to e! ser como sus manifestaciones: imagen, ritmo, inspira-
con otras palabras, e! poema de Mallarmé, Un coup de dés no ción, consagración del instante. Qué es la poesía, cómo dice
pudo ser e! poema absoluto sino otro poema. Mallarmé pen- lo que dice y cuál es su sentido. Es visible que, aunque en cier-
saba en una escritura ideal en la que las palabras se reflejarían to aspecto son casas vecinas la de Heidegger y la de Paz, no son
unas a otras, se leerían entre sí, o dicho gracias al estructura- la misma. La primera está habitada por un ente que debemos
lismo: se leerían a través de nosotros mismos, idea de la que, interrogar para permitirnos la apertura al ser, ese ser que
desde los años cincuentas, han abusado los críticos semiólo- está en todas partes yen ninguna, un ser que, como la críti-
gas. ¿Pero ese poema ideal qué es? ¿Qué dice? Paz nos aclara ca a veces ha señalado, es mera tautología porque de él sólo
que "al final del viaje e! poeta no contempla la Idea, símbolo puede decirse que es. La gran tarea de! hombre es vivir para
o arquetipo de! universo, sino un espacio en e! que despun- preguntarse por e! ser, ese dios sin atributos ni historia: de
ta una constelación: e! poema". La palabra, finalmente, es so- ahí su llamada a lo primigenio, la tierra, la sangre, la patria,
berana, es puro lenguaje. El mundo se evapora, cesa de tener la lengua materna y otras imágenes-conceptos a un tiempo
imagen. ¿Pero son esas palabras verdaderas? Y, ¿cuál es e! atractivas y terribles. Para Heidegger el Ser es el fundamento
tipo de realidad que poseen? El poeta mexicano nos aclara de todo lo que es, de ahí que su desvelamiento mayor sea la
que para Mallarmé la verdad estaba en ese tal vez y que la búsqueda de ese ser en ciertas experiencias afortunadas a las
realidad es una probabilidad infinita. El mundo se había anu- que no fue ajena la poesía y la pintura, según él. Esa búsque-
lado en beneficio de las palabras y ahora las palabras mis- da es metafísica. Su discípula y refiltadora, Hannah Arendt,
mas en su transparencia no muestran nada, salvo ese tal vez ha señalado que la ontología de Heidegger "oculta un fun-
y esa probabilidad inacabable. La herencia de Mallarmé, de- cionalismo rígido en e! que e! hombre aparece solamente
duce Paz pensando en Un coup de dés, "es un poema cerrado como un conglomerado de maneras de Ser". La misma escri-
al mundo pero abierto al espacio sin nombre". El proyecto tora nos recordó algo que nosotros podemos ver en la obra
poético de Paz ha sido hasta ahora poblar ese espacio, pero de Paz: que "e! mundo está situado entre las personas". Esto
al hacerlo, al vivir la palabra como búsqueda de sentido, e! es bajar, es verdad, al terreno de todos los días, pero en ese
proyecto mallarmeano ha tenido que desvirtuarse porque las terreno es donde vivimos y morimos, donde e! ser y e! no ser
nupcias entre mundo y palabra expulsan a lo absoluto. Lo ab- se engendran mutuamente, como decían ya los chinos hace
soluto se relativiza y e! hombre, con sus pasiones (sin excluir milenios,
para nada a la pasión de! conocimiento) entra en escena. Para La casa de Octavio Paz está habitada por presencias, rea-
Paz no hay poema absoluto sino poemas; tampoco hay tiem- lidades para los sentidos que no excluyen ese otro sentido, el
po absoluto sino instantes absolutos. "El mito de Mallarmé mental. La presencia supone una corporalidad que el ser no
-ha visto paz- no es filantrópico; no es Prometeo, el que da indica. Es, además, menos absoluta: un poco de hierba, un

• 18 •
UNIVERSIDAD DE M~xlcO

cubo abandonado en el patio del jardín, una mujer reclina- miento es un descubrir nuestra otra mitad. El lenguaje poé-
da sobre sí misma, una frondosa arboleda agitada por el vien- tico -una y otra vez lo vemos en la poesía de Paz- tam-
to, la mirada del otro, las palabras que todos los días nos de- bién nos dice que hablar así, decir así, es descubrir nuestra mi-
cimos, la historia, el erotismo, el amor y el saber que nada es tad olvidada: decimos una imagen en la que los contrarios
absoluto pero que hay instantes que son eternos en la bre- se reconcilian. Yen la experiencia con los demás, lo que otra
vedad de nuestras vidas: presencias que son percepciones, persona es -tiempo, en primer lugar destinado a desapare-
sentidos que son el testimonio de un cuerpo, de un tiempo. cer- se nos revela, a través del amor, como una momentá-
La presencia es tiempo y aunque no sabemos si vemos al nea resolución de la escisión del tiempo. En ambas experien-
ser, sí constatamos que el mundo es, yeso que es está todo cias se hace evidente que la naturale:za humana es tiempo que
el tiempo dejando de ser. Ahora bien, su manera de ser, pues- constantemente se separa de sí mismo y que es un querer
to que estamos hablando de poesía ---de objetos verbales que resolver esa separación. La poesía es una de las respuestas;
fundamentalmente se dicen y se oyen- tiene característi- la experiencia amorosa, otra, porque ambas, siendo tiempo-
cas propias. Por lo pronto, esa palabra poética es palabra en se abren, según Paz, al otro lado del tiempo, donde sujeto y
el tiempo, según la definición machadiana, pero es tiempo objeto se reconcilian. Hay que señalar, aunque sea de pasa~

! que una y otra ve:z encarna. El tiempo es su condición para ser.


Poesía de circunstancias, la obra de Octavio Paz logra mos-
trarnos las circunstancias de la poesía, que consisten, entre
otras cosas, en ser transhistóricas. Ésta es, al menos, una de sus
da, que la palabra amor sólo aparece una vez en Ser y tiem-
po, lo que supone una ausencia notable y significativa que
bifurca una vez más los intereses de ambos escritores. Pero,
un poeta español, Antonio Machado, que debió leer al filó-
paradojas. Es una circunstancia que, siendo historia, es, sobre sofo alemán en alguna traducción francesa, pensó al ser como
todo, tiempo. No es el accidente, por definición aislado, sino otredad, aunque expresó, y tal vez podamos añadir, con to-
el tiempo que vuelve, nunca del todo igual, pero siempre con das las matizaciones que sean necesarias, que vivió, el amor
algo idéntico en sus cambios: la poesía, la imagen poética. como tensión ante la inasequibilidad del sujeto, del otro,
La imagen poética devuelve la libertad a las palabras, las des- con lo cual esa tensión marcada por el deseo desemboca, en
instrumentaliza para convertir en imagen y ritmo aquello algunos casos en la pérdida, en otras en la conciencia de sí
mismo que designa, porque el sentido es inseparable de su con- mismo como sujeto escindido. La amada es imposible pero
formación verbal. no el conocimiento. De nuevo es el tiempo el que se levanta
Casa de la presencia, el poema es un espacio que pode- ante nosotros. Para Octavio Paz lo otro no es inasequible,
mos habitar, es el espacio insospechado y que siempre creímos como hemos visto en estas páginas; todo lo contrario, lo otro,
familiar: la presencia es este mundo, pero lo que llamamos este la otredad constitutiva del ser, es condición de la poesía. Lo
mundo es, en principio, una ausencia que, para que sea reve- otro está siendo y dejando de ser y su dejar de ser no es un fra-
lado en el poema, es necesario que las palabras alcancen un caso sino la característica de nuestra condición. Paz ha in-
estado en el que los contrarios existan dinámicamente, procla- corporado a la gran expulsada, a la muerte, yal hacerlo la vi-
mando tanto su tensión como su identidad profunda. La po<;:- vifica. ¿Acaso deja de ser muerte por eso? No, porque la
sía, ha escrito Octavio Paz en La otra voz, muerte no es ajena a nosotros, somos vida que es muerte, muer-
te que es vida. Nada viene ni vendrá a marcar nuestro fin
no se anula en la diversidad de sus apariciones; incluso cuan- desde fuera: todos los días, todas las horas, morimos y rena-
do se idenrifica con la vacuidad, como ocurre en la tradición cemos. En Itinerario, al hacer repaso de su trayectoria polí-
budista y en algunos poetas modernos de Occidente, se mani- tica, Paz se retrotrae a su infancia, cuando tiene el primer
fiesta -insigne paradoja- como presencia. No es una idea: conocimiento de sí y lo relaciona con el descubrimiento de
es tiempo puro [...] La presencia es el ahora enéarnado. la extrañeza. Él mismo era pura extrañeza y llama a eso el
"hueco", que creo es lo mismo que en La llama doble con-
Creo que ya se hace más evidente lo que significa la casa de ceptúa como "incompletud". Un hueco que no nos abandona
la presencia: es tiempo que se manifiesta en el ahora y presen- nunca porque somos nosotros mismos. Ese hueco, escribe
cia que reconcilia los tiempos. Es un ahora pero no una fecha Paz, "no me habla pero yo, a veces, oigo lo que su silencio me
histórica, porque en ese ahora que es presencia pura se recon- dice".
cilia la diversidad, pasado y futuro. La casa de la. presencia es también ese hueco, aunque
En la poesía de Paz y en sus propuestas teóricas, poesía hecho imagen, hecho voz, es un hueco dicho. Y vuelvo, para
y amor son un par que conversan inacabablemente. Creo terminar, a unas líneas de La llama doble en las que al des-
que, como veremos al final de estas líneas, los atributos del amor cribir el amor describe también aquello que la poesía nos re-
tienen en Paz semejanzas con las características que refiere vela, al ser desplegándose sobre la temporalidad del lenguaje:
a la poesía: en ambas experiencias, la poética y la amorosa, "¿Qué ve la pareja, en el espacio de un parpadeo? La identidad
se da esta alteración de la identidad como el sentimiento de de la aparición y la desaparición, la verdad del cuerpo y del
que, en el fondo, no sólo uno es como otro u otra sino que no-cuerpo, la visión de la presencia que se disuelve en un es-
es, también, lo mismo. Siempre se ha dicho que el enamora- plendor: vivacidad pura, latido del tiempo." •

• 19 •

Das könnte Ihnen auch gefallen