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Si hay un tema que deber ocupar un lugar emergente y prioritario en nuestra atención, sin
duda que es éste el cual nos disponemos a analizar. Este artículo puede resultar un tanto
largo y aburrido, si usted sólo lo va a leer por “entretenimiento o curiosidad, entonces, le
aconsejamos que en este mismo punto abandone esta lectura, pero si usted tiene la intención
de aprender y anda buscando respuestas contundentes para lo que ha sido incognitas durante
largos períodos de su vida y le gustaría investigar qué impide un cambio en su mente y
conducta y en las de muchas personas, entonces este es el vehículo apropiado que lo llevará
al salón de emergencia para evitar un “infarto” de esperanzas. Esta emergencia surge en el
corazón de los acontecimientos diarios. Estos escenarios se tornan cada vez más dantescos,
patéticos y horroríficos, con grandes contrastes al estilo barroco y realmente muy
contradictorios, donde podemos ver una tecnología avanzada e inteligente en carros
sofisticados con semejanzas a naves espaciales, guiados por personas con mentes mutilidas
por la ignorancia y las adicciones, mostrando una conducta agresiva, irresponsable y
despiadada en el tráfico diario. Esta forma de pensar y conducta, refleja el lado opuesto de la
tecnología exhibida en esos vehículos. También observamos lujosas casas con
impresionantes diseños inteligentes en sus habitaciones y muebles, ocupadas por personas
totalmente disfuncionales, creando un ambiente hostil, tenso, desarmonioso e infeliz que solo
genera violencia doméstica, traumas, divorcios, separaciones, niños sin padres, enfermedades
y muertes dolorosas, tal como lo expresa el signo de Otura Ira (Otura Ogunda) “mo l’árá mo
nii’bi, mi o l’alágbòrànsùn” (El que se lamenta de tener familia, y no tener en quien confiar) o la
verdad que nos dicta el signo Ogbe-Bara: “la sabiduría que usamos para construir nuestras
casas no es la misma que usamos para vivirla”. Otro ejemplo de incongruencia lo encontramos
en los líderes políticos que en lugar de apoyar su carrera en una agenda que permita elevar el
nivel educacional de la conciencia colectiva del pueblo, nos dan clases magistrales de
arrogancia, falta de diplomacia y de respeto, anuncios promocionales apoyados en el
ambiente bajo del chisme y “trapos sucios”. ¿Y que hay del arte? El arte cinematográfico
combina el uso de drones autónomos, cámara dual de realidad virtual, escenas increíblemente
matizadas editadas en computadoras, y cámaras de acción 4k-3d con abundante escenas que
muestran, violencia, promiscuidad sexual y culto a la personalidad. Por otro lado tenemos un
movimiento feróz en la música, donde sólo se necesitan una computadora y un compositor
para crear una producción musical sin necesidad de usar un grupo gigante de hombres con
instrumentos, escenarios y coreografías glamurosas e impresionantes, pero lastimosamente
produciendo una música que apologiza la violencia, los textos y gestos groseros, la falta de
ética, estética y valores en el campo de lo moral, además de promover el amor hacia lo
corrupto, tóxico y el mal gusto. ¿No es éste un ambiente necesitado de un cambio emergente?
Indudablemente que éste es un habitad infeccioso que podría corromper las buenas
costumbres de ética y moral, pero aunque muchas personas predican la necesidad de un
cambio y sacrificios y quizás se esfuerzan… no lo logran. ¿Por qué? Existen dos razones
poderosas: la arrogancia y la ignorancia. La primera de ellas ya la discutimos en temas
anteriores y los invitamos a refrescarlos o leerlos en nuestros postes de Facebook, pero esta
vez nos vamos a centrar en la ignorancia. Ignorancia de ¿qué? Ignorancia de qué somos y
como funcionamos.
Los practicantes y líderes de Ifá, hablamos de Orí como lo más importante, hablamos de
recibirlo, hablamos de hacerle obras, hablamos de rogarlo, metafóricamente conocemos
“cuantos” Orí hay, etc. pero cuando preguntamos qué es Orí en nuestras vidas prácticas y si
podemos transformarlos o no, las opiniones se dividen y ninguna de ellas pueden
fundamentarse científicamente. Entonces ¿cómo podemos lograr cambiar para salvarnos sino
sabemos realmente donde hay que hacer el cambio y cómo se hace? El profesor de
Psiquiatría clínica Daniel Siegel nos contó en un segundo encuentro casual que tuvimos en
Francia, que en un seminario que él impartió, donde asistieron representantes de la física,
biología, psicología, psiquiatría, sociología, lingüísticos, antropólogos, neurólogos etc, él
preguntó cuantos habían asistido anteriormente a una conferencia sobre el tema de la mente,
sólo uno levantó la mano. ¡Al final del seminario no se pusieron de acuerdo sobre qué era la
mente! ¿Se imaginan ustedes que los profesionales que trabajan con la mente no sepan
realmente qué es la mente? Si esto es así ¿Qué esperanza de cura hay para los que estan
enfermos de la mente si los responsables de curarla no saben en realidad qué es ella?
Aunque mencionemos a Orí, y una discusión profunda sobre él es importante, eso se hará en
otra ocasión. Ahora seremos breve y conciso para ganar claridad sobre nuestro tema y no
convertirlo en algo aburrido. Orí es la palabra usada en la antiguedad por los ancestros
Yorubá para hablar sobre lo que hoy se conoce como conciencia. Esta es su esencia. El signo
Owonrin Meji nos asegura que es la extensión de Olodumare en nosotros e Irete Meji nos
habla que esa extensión es como licencias otorgadas al humano para usar ese poder, cuando
nos dice: “Usted grabó una parte, nosotros grabamos la otra parte, cuando las dos partes
estan grabadas, tendremos el bien grabado (Irete meji: Ire-bien, fortuna, te-grabar imprimir,
meji- dos). Es decir si usamos esa licencia o libre voluntad para grabar en nuestras mentes los
consejos de Olodumare a través de Ifá, cual es la información que él utiliza para estar dentro
de nosotros (la información con la que todas nuestras células, organos y sistemas trabajan sin
que a penas sepamos como lo hacen) podremos entonces disfrutar de todo lo bueno
disponible para nosotros. El tema de la conciencia en tiempos modernos surge en el siglo 17
con John Locke, pero ha sido discutido por muchos hombres desde ese entonces. En 1955 el
físico-matemático John Von Neuman aseveró que en el acto de escoger y observar, la
conciencia era el sujeto que lo hacía. Esto coincide con el significado etimológico que algunos
académicos le atribuyen a Orí: O (tú o usted) rí (ver, observar, percibir) es decir, (usted es el
que observa o vigila). Esta es la acción de Olodumare (conciencia superior) a la que se refiere
Irete Meji. El que observa o vigila constantemente el trabajo de nuestro cuerpo para mantener
la vida. En este acto de percibir la información que nos llega, la mente es el proceso para darle
significado a lo que vemos o percibimos, segun lo define Roger Penrose y Amit Goswami.
Aunque el concenso de la neurociencia materialista-reduccionista piensa, que la mente es un
epifenómeno (evento o actividad producto de) del trabajo de las neuronas en el cerebro,
muchas pruebas dadas por la nueva física, nos asegura lo contrario. Si la mente fuera el
trabajo de las neuronas, ellas tendría todo el conocimiento disponible en el cerebro, entonces
¿por qué cuando nacemos con un cerebro completo, tenemos que comenzar a aprender, si el
conocimiento y los procesos mentales son inherentes (vienen con) las neuronas?
Indiscutiblemente, la respuesta es que el cerebro trabaja como una computadora que sólo
representa y lee símbolos pero no dá significados (Penrose1994, Goswami 2000, 2006). El
significado lo dá la mente humana, que no es parte física de nuestro cuerpo, ella es inmaterial
y el cerebro descarga estos significados y los re-presenta, así como el televisor y la radio
descargan las señales de los canales y radio-transmisores y los representan en imagen y
sonidos en una pantalla. Estas imágenes y sonidos no están en los aparatos, SON
DESCARGADOS por los aparatos. Podemos explicar el movimiento de esas imágenes en la
pantalla del televisor por el movimiento de los electrones en la misma, pero no podemos
hablar de la trama de la película, explicando cómo estos electrones se mueven. Sería como
tratar de explicar todo lo que pasó en un viaje que dimos a Disney por medio de explicar como
se movían los pistones en el motor de un automóvil. ¿No es verdad que es imposible?
Entonces, la mente da significado y el cerebro representa ese significado. Cuando la mente
repite una y otra vez ese significado de los eventos que ocurren en nuestras vidas
(experiencia, conocimiento), el cerebro crea circuitos que después se convierten en nuestros
hábitos. Si esto no fuera así, entonces cada vez que vamos a realizar una actividad,
tendríamos que aprenderla una y otra vez. Pero desafortunadamente estos circuitos
neuronales creados, son los que limitan y distorcionan nuestra realidad cuando estan creados
con un significado erróneo. Cada vez que un evento o señal del ambiente se presenta en
nuestra vida, estos circuitos automáticamente darán respuestas el 92% del día
aproximadamente, antes que usted concientemente haya analizado lo sucedido. Pero peor
que ello, es el caso que nos hacen resistencia y no permiten otra información que no sea la
que ellos contienen. Es por eso que estamos confinados a repetir una y otra vez las mismas
actividades, palabras, evaluaciones, y emociones que hemos aprendido. Es como estar
encarcelado en nuestras propias convicciones, creencias y emociones en un cuarto estrecho
de 1 o 2 metros cuadrados sin ventanas y puertas; sin tener algun acceso al exterior. Estas
son las causas del suicidio, el aburrimiento, ansiedad y depresión. Nadie nos puede sacar de
ese estado si no somos nosotros mismos los que construímos esas ventanas y puertas al
exterior. Estos circuitos estan construidos en la parte baja de nuestro cerebro llamado el
cerebro reptil y en el sistema límbico o cerebro mamífero.