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102 Método en teología

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imagen del hombre libre o del modelo prescrito por las democracias
del pueblo. Religión
Así pues, en esta tercera fase la significación no se diferencia
solamente en el campo del sentido común, de la teoría y de la inte-
rioridad, sino que adquiere B.
Lonergan, también la inmediatez
Método universal de los
en Teología.
medios masivos de comunicación social y del poder modelador de
Sígueme,
la educación Salamanca
universal. Nunca ha sido más 2006, p.103-109
difícil llegar a realizar la
diferenciación adecuada de la consciencia. Nunca ha sido mayor la
necesidad de hablar eficazmente a la consciencia indiferenciada.

I. LA CUESTIÓN DE DIOS
Los hechos del bien y del mal, del progreso y la decadencia,
hacen surgir cuestiones acerca del carácter de nuestro universo. Ta-
les cuestiones han sido planteadas de muchísimas maneras y las res-
puestas dadas han sido aún más numerosas. Pero detrás de esta
multiplicidad hay una unidad básica que sale a la luz en el ejercicio
del método transcendental. Podemos investigar la posibilidad de
una investigación fructuosa. Podemos reflexionar sobre la naturaleza
de la reflexión. Podemos deliberar sobre si nuestro deliberar vale la
pena. En cada uno de estos casos surge la pregunta por Dios.
La posibilidad de investigación por parte del sujeto radica en su
inteligencia, en su impulso a conocer qué, por qué, cómo y en su
habilidad para llegar a respuestas intelectualmente satisfactorias.
Pero, ¿por qué las respuestas que satisfacen a la inteligencia del
sujeto habrían de producir algo más que una satisfacción subjetiva?
¿por qué tendrían que ser pertinentes para el conocimiento del uni-
verso? Por supuesto, presumimos que lo son. Podemos señalar el
hecho de que nuestra presunción se confirma por sus frutos. Garan-
tizamos así, implícitamente, que el universo es inteligible y, una vez
garantizado esto, surge la cuestión de si el universo puede ser inteli-
gible sin tener un fundamento inteligente. Pero esta es la pregunta
acerca de Dios.
Asimismo, reflexionar sobre la reflexión es justamente preguntar
lo que ocurre cuando ordenamos y ponderamos los elementos de
prueba para declarar que esto es probablemente así y aquello no es
así. ¿A qué se refieren estas metáforas de ordenar y ponderar? En
otro sitio he elaborado una respuesta a esta cuestión y aquí no pue-
do hacer más que repetir sumariamente mi conclusión1. El juicio

1. Insight, cap. 9-11.


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Religión 105
procede racionalmente de la aprehensión de un virtualmente incon-
dicionado. Pero incondicionado se entiende cualquier «X» que no consciente, del impulso estructurado a priori que nos impele del
tiene condiciones. Por virtualmente incondicionado se entiende experimentar al esfuerzo de entender, del entender al esfuerzo de
cualquier «X» que no tiene condiciones irrealizadas. En otras pala- juzgar con verdad, del juzgar al esfuerzo de elegir rectamente. En la
bras, un virtualmente incondicionado es un condicionado cuyas con- medida en que prestamos atención a nuestro propio cuestionar y
diciones han sido realizadas. Ordenar los elementos de prueba es procedemos a cuestionarlo, surge la pregunta por Dios.
asegurarse de que las condiciones hayan sido realizadas. Ponderar Es una pregunta que se manifestará de maneras diferentes en las
los elementos de prueba es asegurarse de que la realización de las diferentes etapas del desarrollo histórico del hombre y en la inmensa
condiciones implique, de manera cierta o probable la existencia o la variedad de su cultura. Pero tales diferencias en la manifestación y
ocurrencia del condicionado. expresión son secundarias. Pueden introducir elementos extraños
Ahora bien, esta presentación del juicio contiene implícitamente que cubren, oscurecen, distorsionan la cuestión pura, la cuestión
un elemento ulterior. Si hemos de hablar de un virtualmente incon- que cuestiona el mismo cuestionar. La oscuridad y la distorsión pre-
dicionado, debemos hablar primero de un incondicionado. El vir- suponen, no menos, lo que ellas oscurecen y distorsionan. Se sigue,
tualmente incondicionado no tiene condiciones irrealizadas. El es- pues, que aunque muchas respuestas religiosas o irreligiosas difie-
trictamente incondicionado no tiene condiciones en absoluto. En ren, en su raíz existe no obstante la misma tendencia transcendental
términos tradicionales, el primero pertenece a este mundo, el mun- del espíritu humano que cuestiona, que cuestiona sin restricciones,
do de la experiencia posible, mientras que el último transciende que cuestiona la importancia de su propio cuestionar y llega así a la
este mundo en el sentido de que su realidad es de un orden total- pregunta por Dios.
mente diferente. Pero en uno y otro caso venimos a la pregunta por La pregunta por Dios se halla, pues, dentro del horizonte del
Dios. ¿Existe un Ser Necesario? ¿existe una realidad que transcien- hombre. La subjetividad transcendental del hombre es mutilada o
de la realidad de este mundo? abolida a menos que el hombre viva expansionándose hacia lo inte-
Deliberar acerca de «X» es preguntar si «X» vale la pena. Deli- ligible, lo incondicionado, hacia el bien del valor. El alcance, no de
berar acerca del deliberar es preguntar si algún deliberar vale la su logro, sino de su intencionalidad, es sin restricciones. Dentro de
pena. ¿El «vale la pena» tiene alguna significación última? ¿la activi- su horizonte hay una región para lo divino, un santuario para la
dad moral está en consonancia con este mundo? Alabamos al sujeto santidad última que no puede ser ignorado. El ateo puede declararlo
que se desarrolla y que cada vez se hace más capaz de atención, de vacío. El agnóstico puede urgir que su investigación no ha sido con-
intelección, de razonabilidad, de responsabilidad. Alabamos el pro- cluyente. El humanista contemporáneo rehusará permitir que la pre-
greso y denunciamos cualquier manifestación de decadencia. Pero, gunta surja. Pero sus negociaciones presuponen una chispa que cen-
¿el universo está de parte nuestra o somos nada más que tahúres y, tellea en nuestra arcilla, y que es nuestra innata orientación a lo
si somos tahúres, no somos quizás locos que luchamos individual- divino.
mente por la autenticidad y nos esforzamos colectivamente por arre-
batarle el progreso al oleaje siempre creciente de la decadencia? Las II. AUTO-TRANSCENDENCIA
cuestiones surgen y evidentemente nuestras actitudes y determina-
ciones pueden ser afectadas profundamente por las respuestas. El hombre realiza su autenticidad en la auto-transcendencia.
¿Existe o no existe necesariamente utv Transcendente, fundamento Uno puede vivir en un mundo, tener un horizonte, justamente
inteligente del universo? ¿es ese fundamento, o somos nosotros, la en la medida en que no está encerrado en sí mismo. Un primer
instancia primaria de la conciencia moral? ¿la cosmogénesis, la evo- escalón hacia esta liberación está en la sensibilidad que compartimos
lución biológica, el proceso histórico, están básicamente emparenta- con los animales superiores. Pero ellos están confinados a un habi-
dos con nosotros en cuanto somos seres morales, o son indiferentes tat, mientras que el hombre vive en un universo. Más allá de la
y por lo mismo ajenos a nosotros? sensibilidad, el hombre formula preguntas y su cuestionar es sin
Tal es la pregunta por Dios. No es un asunto de imagen o de restricciones.
sentimiento, de concepto o de juicio. Estos pertenecen a las respues- En primer lugar hay cuestiones para la inteligencia. Preguntamos
tas. Aquélla es una cuestión que surge de nuestra intencionalidad qué y por qué y cómo y para qué. Nuestras respuestas unifican y
relacionan, clasifican y construyen, ordenan en series y generalizan.
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De la estrecha faja del espacio-tiempo, accesible a la experiencia con toda nuestra alma, con toda nuestra mente y con todas nuestras
inmediata, nos movemos hacia la construcción de una visión-del- fuerzas (Me 12, 30). Es el amor de Dios que inunda nuestros corazo-
mundo y hacia la exploración de lo que nosotros mismos podríamos nes por el Espíritu santo que nos ha sido dado (Rom 5,5). Él funda-
ser y podríamos hacer. menta la convicción de san Pablo de que «ni la muerte ni la vida, ni
A las cuestiones para la inteligencia se siguen las cuestiones para ángeles, ni principados, ni virtudes, ni lo presente ni lo venidero, ni
la reflexión. Más allá de la imaginación y de la conjetura, de la idea la fuerza, o la violencia, ni todo lo que hay de más alto ni de más
y de la hipótesis, de la teoría y del sistema, nos movemos a preguntar profundo, ni otra ninguna criatura, podrá separarnos jamás del amor
si, sí o no, esto es realmente así o si aquello podría realmente ser. de Dios que se funda en Cristo Jesús nuestro Señor» (Rom 8, 38 s).
La auto-transcendencia asume ahora un nuevo sentido. No solamen- Así como la pregunta por Dios está implícita en todo nuestro
te va más allá del sujeto sino que busca también lo que es indepen- cuestionar, así también el estar-enamorados de Dios es la realización
diente del sujeto. Para un juicio de que esto o aquello es así refiere básica de nuestra intencionalidad consciente. Esta realización trae
no lo que aparece ante mí, ni lo que imagino, ni lo que pienso, ni lo consigo una felicidad tan profundamente arraigada que puede per-
que deseo, ni lo que estaría inclinado a decir, ni lo que parece, sino manecer a pesar de la humillación, del fracaso, de la privación, del
lo que es así. dolor, de la traición, de la deserción. Esta realización trae una paz
Sin embargo, esta auto-transcendencia es solamente cognosciti- radical, la paz que el mundo no puede dar. Es una realización que
va. No está en el orden del hacer sino solamente del conocer. Pero produce sus frutos en un amor al prójimo que se esfuerza poderosa-
en el último nivel, de cuestiones para la deliberación, la auto-trans- mente en instaurar el Reino de Dios en esta tierra. Por otra parte, la
cendencia se hace moral. Cuando preguntamos si esto o aquello ausencia de esta realización abre el camino a la trivializatión de la
vale la pena, si no es sólo aparentemente bueno sino realmente bue- vida humana en la búsqueda de la diversión, a la dureza de la vida
no, entonces no estamos inquiriendo acerca del placer o del dolor, humana que procede del cruel ejercicio del poder, y al desesperar
ni acerca del confort o de la incomodidad, ni acerca de la esponta- del bienestar humano como consecuencia de la convicción de que el
neidad sensitiva, ni de las ventajas individuales o de grupo, sino universo es absurdo.
acerca del valor objetivo. Puesto que podemos hacer tales cuestio-
nes, y responderlas, y vivir de sus respuestas, podemos realizar en
nuestra vida una auto-transcendencia moral. Esta auto-transcenden- III. EXPERIENCIA RELIGIOSA
cia moral es la posibilidad de benevolencia y de beneficencia, de Estar-enamorado de Dios, como experiencia, es estar enamorado
colaboración honesta y de amor verdadero; la posibilidad de apar- sin restricciones. Todo amor es auto-entrega, pero estar-enamorado
tarse completamente del habitat del animal y de llegar a ser persona de Dios es estar-enamorado sin límites o cualificaciones o condicio-
en una sociedad humana. nes o reservas. De la misma manera que el cuestionar sin restriccio-
Las nociones transcendentales, es decir, nuestras cuestiones para nes constituye nuestra capacidad de auto-transcendencia, así el es-
la inteligencia, para la reflexión y para la deliberación, constituyen tar-enamorado sin restricciones constituye la realización propia de
nuestra capacidad de auto-transcendencia. Esta capacidad llega a esa capacidad.
ser actualidad cuando uno se enamora. Nuestro ser se transforma Dicha realización no es el producto de nuestro conocimiento y
entonces en un estar-enamorado. Este estar-enamorado tiene sus an- nuestra elección. Por el contrario, desmantela y suprime el horizonte
tecedentes, sus causas, sus condiciones, sus ocasiones. Pero, una vez del que procedían nuestro conocimiento y nuestra elección y des-
que ha florecido, y en tanto en cuanto perdura, se constituye en el pliega un nuevo horizonte en el que el amor de Dios transcenderá
primer principio. De él fluyen nuestros deseos y temores, nuestras en valor a nuestros valores y en el que los ojos de ese amor transfor-
alegrías y tristezas, nuestro discernimiento de los valores, nuestras marán nuestro conocer.
decisiones y nuestras realizadones. Aunque no es el producto de nuestro conocer y de nuestro ele-
El estar-enamorado se manifiesta de diversas maneras. Existe el gir, es un estado dinámico y consciente de amor, alegría, paz, que se
amor de intimidad, el amor del esposo y la esposa, de los padres y los manifiesta en actos de benignidad, bondad, fidelidad, mansedum-
hijos. Existe el amor del prójimo con su fruto de realización en el bre, auto-control (Gal 5, 22).
bienestar humano. Existe el amor a Dios con todo nuestro corazón,
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Decir que este estado dinámico es consciente no es decir que aunque todavía no se han distinguido explícitamente ni fundamenta-
sea conocido. Porque la consciencia es precisamente experiencia, do en el mundo de la interioridad. Hablar del estado dinámico de
mientras que el conocimiento es el conjunto de las actividades de estar-enamorado de Dios pertenece a aquel nivel de significación en
experimentar, entender y juzgar. Como este estado dinámico es el cual el mundo de la interioridad ha sido constituido como funda-
consciente sin ser conocido, resulta ser una experiencia del misterio. mento explícito de los mundos de la teoría y del sentido común. Se
Puesto que es estar-enamorado, el misterio no es meramente atracti- sigue que en este nivel de significación el don del amor de Dios es
vo sino fascinante; a él pertenecemos y por él somos poseídos. Pues- descrito primero como una experiencia y sólo posteriormente es
to que es un amor sin medida, el misterio evoca el temor reverencial objetivado en categorías teóricas.
(«Awe»). En cuanto es consciente sin ser conocido, el don del amor Finalmente, puede advertirse que este estado dinámico es en sí
de Dios es por sí mismo una experiencia de lo santo, del mysterium mismo gracia operativa, pero el mismo estado en cuanto principio
fascinans et tremendum de Rudolf Otto 2 . Es lo que Paul Tillich lla- de los actos de amor, esperanza, fe, arrepentimiento, etc., es tam-
mó el ser dominado por el interés último3. Corresponde a la conso- bién gracia cooperativa. Puede añadirse que para que la conversión
lación sin causa precedente de San Ignacio de Loyola tal como la no sea un cambio demasiado violento que rompa la continuidad
expone Karl Rahner4. psicológica, el estado dinámico puede ser precedido por disposicio-
Este estado dinámico es consciente en el cuarto nivel de cons- nes transitorias semejantes y que son al mismo tiempo operativas y
ciencia intencional. No es la consciencia que acompaña a los actos cooperativas. Asimismo una vez que el estado dinámico ha sido esta-
de ver, oír, oler, gustar, palpar. No es la consciencia que acompaña blecido, es completado aún y desarrollado por ulteriores gracias adi-
a los actos de inquirir, entender, formular, hablar. No es la conscien- cionales5.
cia que acompaña a los actos de reflexionar, ordenar, y ponderar la
evidencia haciendo juicios de hecho o de posibilidad. Es el tipo de IV. EXPRESIONES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA
consciencia que delibera, hace juicios de valor, decide, actúa respon-
sable y libremente. Pero es esta consciencia en cuanto ha sido reali- La experiencia religiosa se manifiesta espontáneamente en un
zada plenamente, en cuanto ha sufrido una conversión, en cuanto cambio de actitudes; en esos frutos del Espíritu que son el amor, la
posee una base que puede ser ampliada y profundizada y elevada y alegría, la paz, la benignidad, la bondad, la fidelidad, la mansedum-
enriquecida pero no sobrepasada; en cuanto está pronta para delibe- bre, y el auto-control. Pero la experiencia religiosa, en su base y en
rar y juzgar y decidir y actuar con la fácil libertad de aquéllos que su foco, es afectada también por el mysterium fascinans et tremen-
obran todo bien porque están-enamorados. Así el don del amor de dum: la expresión de este ser-afectado por el misterio varía mucho
Dios ocupa el fundamento y la raíz del cuarto y más elevado nivel a medida que uno se mueve de los primeros a los últimos niveles de
de la consciencia intencional del hombre. Es algo que se apodera de significación.
la cima del alma, del apex animae. En el nivel más primitivo, la expresión resulta de la intelección
Este don que hemos estado describiendo es en realidad la gracia que se tiene de las presentaciones y representaciones sensibles. Aquí
santificante aunque difiere nocionalmente de ella. La diferencia no- se señala fácilmente lo espacial pero no lo temporal, lo específico
cional surge de los diferentes niveles de significación. Hablar de pero no lo genérico, lo externo pero no lo interno, lo humano pero
gracia santificante pertenece a aquel nivel de significación en el cual no lo divino. Solamente en la medida en que lo temporal, lo genéri-
el mundo de la teoría y el mundo del sentido común son distintos co, lo interno, lo divino, pueden ser asociados de alguna manera o
—en el lenguaje del realista ingenuo— «proyectados» sobre lo espa-
cial, lo específico, lo externo, lo humano, puede tenerse una intelec-
2. Rudolf Otto, Lo Santo, Alianza E ¿ , Madrid 1980. Nótese que el sentido de ción y su expresión resultante. Es así como, asociando la experiencia
tremendum varía con el estadio de desarrollo religioso,
3. D. M. Brown, Ultímate Concern: Tillich in Didogue, Harper and Row, New
York 1965.
4. Karl Rahner, The DynamicElement in ihe Cburch, Quaestiones disputatae 5. Véase mi libro Grace and Freedom in Aquinas, Darton, Longman & Todd,
12, Palm Publishers, Montreal 1964, 131 ss (ed. cast: Lo dinámico en la Iglesia: London, Herder and Herder, New York 1971. Aquí se recogen en forma de libro
Herder, Barcelona 21968). El P. Rahner usa «consolación sin causa» para significar algunos artículos ya publicados en Theological Studies 2 (1941) 289-234; 3 (1942)
«consolación con contenido pero sin objeto». 69-88; 375-402; 533-578.

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