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PRÁCTICA No.

3 DE ÉTICA Y DEONTOLOGÍA
LA ÉTICA COMO EL “SABER VIVIR BIEN”
Edwin de J. Horta Vásquez y Víctor Rodríguez Gallón
Es muy importante iniciar el estudio de la materia advirtiendo que no es lo mismo el “vivir
bien” que “la vida buena”.
El hombre que vive bien o que vive moralmente no es el que comúnmente se llama “una
buena vida”.
Lo anterior no significa que la vida bien vivida deje por esa razón de ser una vida agradable
y en todos los casos una gran vida.
El hombre que “vive bien” es el que vive obedeciendo a sus inclinaciones más íntimas, no
así el “buena vida” que no obedece a sus inclinaciones más íntimas sino que actúa a merced
de su capricho.
Miremos una “buena vida”, en este caso un músico, acompañado de baterías y guitarras,
platillos y maracas, sintetizadores electrónicos; se agita furiosamente en medio de luces
parpadeantes y como enloquecido asume y hace asumir actitudes frenéticas. El espectáculo
fue un éxito: millones de pesos ingresan a su patrimonio que destinará más tarde a
satisfacerse con frenesí similar al que desplegara en el momento de la ejecución de la obra.
Pero como sucede con la obra, el éxito también termina y la decepción va por partida doble:
primero por privación de éxito, porque una vez que éste termina ya no se tiene, y segundo,
porque el éxito, aunque si bien llena algo en el hombre, sin embargo no lo colma
plenamente.
Veamos otro “buena vida”; nos tocó un hombre que hace de su cuerpo un instrumento de
placer sensible, toma licor hasta embriagarse, busca la manera de perpetuar la sensación
de placer, se entrega con pasión desenfrenada a todo aquello que le proporcione un
bienestar fisiológico y el sentido de su vida lo fija en su locura; pero el cuerpo humano,
sensible como es, se vuelve contra la persona y se convierte en fuente de dolor cuando se
ha sobrepasado sus límites.
Un “buena vida” más, es el que se propone vivir el ritmo de sus impulsos, y en buen uso de
su propósito cede a sus deseos de pasear cuando debe ponerse a trabajar; como quiere
vivir al natural se irrita ante lo que de acuerdo con su gusto considera inoportuno y da al
traste con lo que le desagrada. Este “buena vida” es el que vive al día, se agita, golpea, hiere
y es holgazán.
Vivir siguiendo los impulsos inmediatos se asemeja más a vivir como animal que como
humano.
Podríamos seguir enumerando indefinidamente distintos modos de vida que reflejan tipos
humanos similares: El superficial, el egoísta, el que espera una rendición espiritual
proveniente de los bienes materiales, etc. Todos estos destinos, que en definitiva significan
no enfrentar el problema de comprometerse consigo mismo, se asemejan a un querer tapar
el sol con las manos. Puede suceder que quien vive de esta manera llegue a vivir tranquilo
durante cierto tiempo, incluso a subir de frente a los ojos de los demás; sin embargo, el
rendimiento de estas ganancias se agota con facilidad y una vez agotadas, dejan incapaz al
hombre de encontrarse solo consigo mismo. Un hombre que no sea capaz de resistir este
tipo de soledad no puede ser un hombre feliz, y ello sencillamente porque no ha vivido bien.
Vivir bien, por el contrario, es fundamentar todas nuestras acciones en la realidad, de tal
forma que sea la realidad al que las dirija y no nuestros caprichos; es también extraer la
realidad lo que no se debe hacer y no al contrario, querer hacer las cosas contrariando las
exigencias de la realidad. Vivir bien es tanto como saber que las cosas son y tienen que
hacerse como son, porque de lo contrario al hombre, al ignorar el ser de las cosas, lo único
que le puede fundamentar sus acciones es su propia inventiva, lo cual conduce a una moral
hecha o inventada por uno mismo. Más aún, una gran cantidad de patologías o problemas
del espíritu humano residen en la falta de objetividad; de ahí la conexión entre la salud
espiritual y el bien vivir, y la conexión contraria, es decir, la enfermedad y el vivir mal o ser
“buena vida” como dijimos anteriormente.
Es una realidad, por ejemplo, que el hombre necesita comer para poder subsistir; el hombre
debe, en consecuencia, extraer su conducta de esa realidad, es decir, debe comer todo lo
que necesita para mantenerse en la existencia; pero si el hombre, por capricho, por gula,
come más de lo que necesita para mantenerse en la existencia, excediéndose en la cantidad
de alimentos, en consecuencia irrespetando la exigencia de la realidad, lo que está
provocando en definitiva es su propia aniquilación o destrucción.
La Ética enseña a “vivir bien” porque se funda en la realidad y tienen su principio en el
conocimiento de ella, permitiendo así el conocimiento de las acciones que se ajustan a la
realidad, constituyéndose por tanto en fuente de salud para el hombre en todo el sentido
de la palabra.
La Ética es enemiga de la autosugestión (el querer cambiar la realidad) y de la muy común
opinión de que las cosas hay que hacerlas porque están mandadas, pues contrariamente a
esto, la ética nos enseña cuál es la razón por la que las cosas se mandan, que no es otra que
la de su conexión con la realidad. Un hombre que vive bien puede hacer lo que quiera, sin
que se pierda el sentido de su existencia; es un hombre que acción tras acción está
afirmándose en su propio ser, y esa fortaleza que adquiere es como un escudo de acero que
le protege de engañarse hasta a sí mismo; es un hombre que vive seguro de sí, fiado de sí,
y no a merced del capricho –aunque sea el propio-, ni del placer; es el hombre que puede
aceptar tranquilo el atentado que los demás hagan contra su verdad, es un hombre que no
pierde la serenidad ni ante el éxito ni ante el fracaso, pues los coloca en el lugar que les
corresponde dentro del plano de la existencia; es un hombre, en definitiva, que puede dar
cuenta de su vida en un minuto. Un hombre así será necesariamente feliz.
Actividades
1. Resuelve el siguiente cuestionario:
a. ¿El hombre que vive la ética es el que comúnmente se llama “un buena
vida”? justifique su respuesta.
b. ¿Cuál es el hombre que vive bien?
c. Dé un ejemplo de un “Buena vida” diferente a los trabajos del texto.
d. ¿Qué es para usted “vivir bien”?
e. ¿A qué conduce el “vivir bien”?
f. ¿Cómo cree usted que termine la vida de un “buena vida”?
2. Tomando los elementos que le ofrece el texto en este primer tema construya su
propia definición de un hombre que “vive bien”.
3. Si la ética facilita el conocimiento de la realidad y por tanto de las acciones que se
ajustan a ella, ¿qué le sugiere a usted, dentro del contexto, el término
“autosugestión”, entendido como querer cambiar la realidad?
4. Haga un cuadro en el que aparezcan las diferencias entre estas dos proposiciones:
1) Las cosas hay que hacerlas porque están mandadas, y 2) Las cosas están
mandadas porque hay que hacerlas.

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