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Acabamos de escuchar uno de los pasajes evangélicos más bonitos y más llenos de

significados de toda la biblia. Para mí es uno de mis favoritos.

En primer lugar nos encontramos con un Jesús que rompe fronteras. Para todos aquellos
que critican a la iglesia y a Jesús de ser intolerante con rezas, géneros, etc. Es porque no
han leído el evangelio o no lo han meditado. Jesús rompe 3 leyes de los judíos en este
pasaje para demostrarnos que para todo cristiano la evangelización no tiene fronteras. En
primer lugar, habla con una mujer, lo cual estaba prohibido para los judíos, luego le hablas
de religión, lo cual estaba también prohibido y además es samaritana, una raza odiada por
los judíos. La falta de Jesús fue tan evidente que la mujer se atrevió a tutearle y
reprocharle: “¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí que soy mujer y
samaritana?” Jesús debió haber sonreído y le contestó sin rodeos, como quien tiene
autoridad. Cualquiera que hubiera cometido algo indebido se intimidaría ante la pregunta
de la mujer e incluso respondería con un excusa, pero Jesús sabía que no estaba ahí solo
para descansar ni para beber agua. Jesús estaba ahí para mostrarle a un alma necesitada
el camino.

¿Cuántas veces en el apostolado o en las misiones no encontramos las palabras para


invitar a la gente a ir a misa o acercase a la confesión? Quizá es que tampoco nosotros
conocemos bien el don de Dios y quien es el que pide de beber. Jesús tiene mucha
seguridad en su mensaje, porque lo vive, porque sabe quién es y qué es lo que ofrece.

Siguiendo con el evangelio, nos encontramos en una de las conversaciones más


interesantes. Me gusta imaginar que la samaritana es como una millenial cualquiera de
nuestra época, una atea o una de esas falsas feministas de facebook que creen tener la
razón, es una mujer inteligente y sarcástica, es por eso que se anima a discutir con Jesús.
Primero le hace ver su falta al hablarle, luego pretende con un tono de sarcasmo decirle a
Jesús que no puede ni siquiera sacar el agua si no trae una cubeta o algo así. “Señor no
tienes con qué sacar el agua ¿de dónde entonces viene esa agua viva?”. Y encima
pretende mostrar su conocimiento hablándole de Jacob.

Es aquí lo interesante del evangelio, Jesús no se queda discutiendo no le dice: “No, tú


estás mal”, “Mira, es que no es así”. Jesús sabe que es una mujer astuta y con buenas
respuestas, por lo que no se queda en las metáforas y para ganar este round necesita tirar
un buen golpe, así que deja de la lado la metáfora y ataca directo “Ve y trae a tu marido”
Se empieza a poner buena la discusión pues la mujer responde con cinismo: “No tengo
marido” Jesús entonces le responde: “Bien dices no tengo marido porque has tenido 5 y el
que tienes ahora no es tu marido” Ven? Este tipo de cosas no solían verse en la época de
Jesús, pero qué tal ahora? Por eso digo que era millenial.
Pero Jesús acaba de dar en el blanco. Sus defensas se derrumban, reconoce la autoridad
de Jesús y entonces le dice a Jesús: “Veo que eres profeta”.. a partir de ahora ella no
alardea de conocimiento sino que busca que Jesús le enseñe la verdad. Jesús al ver esa
alma abierta ya no se anda con rodeos y le muestra a la mujer el nacimiento de una
religión más honda y profunda, sin fronteras ni lugares encadenados a Dios, sino un Dios
que se acerca y que llega a cualquier rincón, a cualquier lugar, a la intimidad de nuestros
corazones. Un Dios que bien puede estar aquí a lado de nosotros como en cualquier lugar
donde se le venere. Piensen cuántos lugares en el mundo están teniendo exposición del
santísimo. En cuántos lugares Jesús está presente. Y no necesita estar presente de forma
física como aquí, sino en la intimidad de una oración de gratitud, de una oración
desesperada, de una petición por alguna intención.

Después de esto viene la primera revelación directa en los evangelios. Ella le habla del
mesías y Jesús no duda en decirle: “Soy yo, el que habla contigo”

Es curioso que la primera revelación más directa de Jesús es precisamente a una mujer
con 5 maridos, pero es que precisamente es lo que más impacto causó en ella. Ella
anuncia al mesías como un hombre le ha dicho todo lo que ha hecho. Y es que puede
parecer chistoso o algunos incómodo. Imaginen que alguien llega y les dice sus pecados.
Pueden pensar muchas cosas, asustarse, pero todos llegarían a la conclusión: Esa persona
me conoce.

El mesías no es un ser lejano, no es un ser todopoderoso que no nos conoce. No es como


esa estrella, ese cantante, esa actriz que todos amamos pero ni si quiera nos conoce. No,
el mesías es alguien que nos conoce, que sabe todo sobre nosotros. Lo bueno y lo malo y
que aun así quiso dar su vida por nosotros y cada uno de nosotros.

Es por eso que los invito en esta HE a que se den cuenta de que Dios no es un ser lejano,
no es un ser alejado de nuestra realidad. Qué hermoso que Dios, el creador de todo, de las
estrellas, de las constelaciones, de las montañas, mares y paisajes más hermosos de la
tierra y del espacio sea alguien que nos conoce, que es nuestro más íntimo amigo. Alguien
que nos dice: “Te pasaste la boda pasada” o “te andas haciendo wey en el trabajo” o
“Felicidades, conseguiste eso que tanto te costabas”. Dios nos conoce y nos ama,
entonces ¿por qué no acercarnos a platicar con él? ¿Por qué no abrirle nuestro corazón?
¡Por qué no pedirle perdón? ¿Por qué no ser cada día más íntimos amigos de él y buscar
conocerle mejor, como él nos conoce a nosotros?. Porque cuando le conozcamos mejor
seremos más capaces de hacer que otros también le conozcan y seremos portadores de
agua viva como Jesús mismo lo hizo

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