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Introducción

La filosofía, como disciplina, está constantemente invadiendo territorios ajenos. Se entiende que un
territorio está referido a disciplinas, en tanto cada una de estas contiene un lenguaje técnico específico,
con sus objetivos definidos, sus métodos y sus técnicos o especialistas, es decir, aquellos que operan o
trabajan el terreno. El alcance de esta disciplina, usualmente concebida con un aura de superioridad, de
figura maternal que provee de alimento y cuidado a las demás disciplinas, es vasto; en efecto, está en
constante contacto con materia como lo son la literatura, la pintura, el teatro, la música, entre otras que no
serán abordadas aquí. La que sí destaca, y es el objeto de esta pequeña investigación, es el cine, el
séptimo arte.

La importancia de estudiar el cine desde la filosofía radica en que, como veremos a lo largo del texto, el
cine puede ser tomado como un medio afectado por la filosofía y su desarrollo, además de tener la
capacidad de transportar contenidos filosóficos que operan de modo silencioso para un espectador
desprevenido. Por supuesto, es discutible afirmar tajantemente que la filosofía tenga una capacidad
absoluta para desentrañar este arte, de tal modo que podamos reducirlo enteramente a un análisis
filosófico, en última instancia. La apuesta, no tan radical, consiste en admitir la capacidad de un
tratamiento específico del filme como medio ideológico, esto es, profuso de mensajes que aparecen de
diversas maneras a lo largo de un metraje, hilvanando un sucinto análisis divido en dos segmentos
generales, cada uno con subcategorías numeradas.

Para la consecución de este objetivo, se considerarán tanto los trabajos teóricos previos a la producción
fílmica, como ciertos análisis posteriores que no traen consigo una intención explicitada por alguno de los
participantes del proceso creativo, es decir, que expresan tal o cual mensaje de manera implícita. A
diferencia de los análisis usuales, enfocados en la crítica hacia la burguesía y la vulgar asociación de
elementos tradicionalistas o conservadores con el fascismo, este trabajo consiste en un breve repaso que
tiene por objetivo sacar a flote la tesis de que la izquierda, como movimiento político, produce y
reproduce sus visiones con el fin de alcanzar una hegemonía. Esto, que no es ninguna novedad, por
supuesto, se hace considerando el trabajo mismo de pensadores de izquierda, que identificaron en la
disputa por las ideas un terreno fértil para alcanzar la revolución.

I) Concepto de ideología

1. Repaso histórico del concepto

Los pensamientos filosóficos están siempre sometidos al avance de la historia, afectados por las
vicisitudes del tiempo. El marxismo, desde luego, sufrió este mismo proceso y, de hecho, lo sigue
sufriendo hasta la actualidad. Dentro de este sistema filosófico es recurrente un concepto que en la
actualidad es reproducido constantemente, sin precisar en primera instancia su significado. Se trata de la
ideología, un concepto eminentemente moderno que, en sus primeros trazos, fue tratado en relación al
desarrollo de la ciencia, definiéndolo como “aquellos aspectos irracionales de la mente humana que
interfieren en el conocimiento científico” 1. De esta manera, el concepto fue pasando entre diversos
pensadores (De Tracy, Bacon, Comte, Durkheim, Marx, etc) aunque sin un tratamiento sistemático ni una
definición de consenso universal. Lo común se trataba, como se podría anticipar al caracterizarse como
moderno, de una respuesta al Antiguo Régimen y su herencia, esto es, en un término, la religión.

La modernidad está regida por el antropocentrismo, opacando progresivamente la sombra proyectada por
las figuras divinas. En efecto, “El hombre es concebido en el plano gnoseológico como fundamento
de las cosas, por encima incluso de Dios, a quien corresponde solamente la misión de garante de

1
Larraín, J. (2007). El concepto de ideología (p. 14). Santiago de Chile: LOM Ediciones.
la verdad del conocimiento” 2. Incluso, la función garante de Dios desaparece en los pensadores
modernos que se declararon abiertamente ateos. Se comprende, entonces, que el concepto de ideología,
aunque no definido, sí puede ser contextualizado en un ambiente secularizado, donde el pensamiento,
impulsado por un optimismo en las ciencias, es exigido hasta sus últimos pasos por los nuevos hombres
que desean dejar atrás el “engaño sacerdotal”. Estos hombres son los burgueses, que compartieron
mayoritariamente el consenso de deshacerse del estorbo que significaba la religión para el progreso de la
humanidad, comandado ahora por un instrumento más refinado que la fe: la razón. Se entiende,
entonces, que “El ser humano debe ser liberado de todas las cadenas que lo oprimen tanto en su
vida económica como en sus creencias. En este sentido la crítica del engaño sacerdotal fue parte
de lucha de la burguesía en contra de los vestigios del orden medieval”. 3

Posteriormente, el concepto excedió sus límites antiguos. A causa de la aparición de nuevos pensadores,
el significado tomó un rumbo algo más sofisticado. En este caso, es preciso remitirse brevemente a Marx,
quien profundizó el término de tal modo que se instaló en el vocabulario común de las personas hasta
nuestros días. A diferencia de las nociones positivistas e idealistas del concepto, Marx toma en cuenta
otros factores. Antes de mencionar y desarrollar sucintamente en qué consisten estos factores, es
necesario explicitar que Marx, a pesar de ser crítico con la burguesía y sus pensadores ilustrados, valora
su contribución al pensamiento occidental, que sirvió de antecedente para la noción marxiana de la
ideología. En efecto, “la Ilustración francesa recibe el elogio de Marx, no sólo por su lucha contra la
religión y las instituciones políticas del absolutismo, sino además por su abierta lucha en contra
de la metafísica del siglo XVII y por el desarrollo del materialismo que condujo finalmente al
socialismo” 4. Se aprecia, entonces, que Marx desarrolla su pensamiento a partir de las críticas a la
religión, el desarrollo del materialismo antiguo y el escepticismo propio del hombre moderno frente al
absolutismo que dominó la historia.

2. Ideología desde Marx

A pesar de que en este trabajo no se trabajará (valga la redundancia) con el concepto original, esto es, el
concepto propiamente marxiano, creo menester que se le desarrolle sin mayor extensión, para sentar la
base de la comprensión del concepto en autores posteriores, a saber, Lenin, Lukács y Gramsci.

El filósofo alemán, como ya se explicitó en el punto anterior, toma puntos de apoyo desde los cuales
desarrolla su concepto. Estos puntos son el rechazo de la religión y la metafísica como ideas irracionales
al servicio de la nobleza dominante y el apoyo de la ciencia y la razón como ideas racionales que
reconstruirían la sociedad. Ambos devienen en lo que se pensó como la emancipación del hombre de sus
antiguas cadenas. Al respecto, contribuyen tanto el positivismo comtiano como el idealismo hegeliano;
este último continúa con el trabajo de Feuerbach, de quien Marx hereda la crítica a la religión en tanto se
le concibe no ya como un mero engaño sacerdotal con aires de conspiración, sino como como un
fenómeno asociado a la esencia humana que debe ser trascendido. En Feuerbach, Dios se trata de una
objetivación de la esencia del hombre, esto es, una exteriorización de sí mismo de tal modo que su propia
esencia se vuelva extraña, y la religión, por lo tanto, “ha sido el producto de una etapa necesaria en el
proceso de autoconcientización del ser humano” 5.

Ahora bien, la mención de una etapa que ha de ser trascendida para el movimiento de repliegue que
significa la autoconciencia como proceso, requiere de un desarrollo teórico que no es posible extender

2
Prieto López, L. (2010). El espíritu de la filosofía moderna en sus rasgos esenciales. Thémata. Revista
De Filosofía, (Nº43), p.338
3
Larraín, J. (2007). El concepto de ideología (p. 20). Santiago de Chile: LOM Ediciones
4
Ibíd. (p.21)
5
Ibíd. (p.28)
aquí. Marx, separándose de Feuerbach y Hegel, además de toda la tradición moderna que solamente
alcanzó a tener una noción de la ideología como problema del pensamiento puro, esto es, circunscrito a
la conciencia, consideró que la religión se trataba de un producto social, esto es, producto de ciertas
condiciones materiales: “(…) cuando Marx produjo su concepto de ideología fue mucho más lejos
que esta antropología feuerbachiana y entendió la religión como un producto social” 6. Marx se
escapa de este psicologismo moderno que consideraba la batalla ciencia-religión en un ámbito abstracto,
cuyo sujeto era un hombre universal estático ajeno a sus relaciones materiales.

En Marx, ya superado el psicologismo moderno, el sujeto activo del idealismo se concretiza, por lo que ya
no se habla de mera conciencia o yo, sino de clase histórica, de proletarios y burgueses. Además, se
toma la realidad material como punto de partida de la ciencia, evitando remitir todo análisis al mero
pensamiento abstracto como si este bastara para entender cómo se produce la realidad. Por medio de
estas consideraciones, se critica al pensamiento burgués por no identificar en las etapas históricas la
base social, como sucedió con la crítica a la religión, en la cual se limitó a calificar de artificiosas las
antiguas instituciones que, para Marx, corresponden a una especificidad histórica que solo pertenecen a
la época en donde surgieron. En este sentido, Marx está convencido de que, en tanto el hombre no es un
sujeto abstracto, la filosofía abstracta no basta para superar la religión: al contrario, “La única manera en
la que el ser humano puede deshacerse de la ilusión religiosa es destruir el mundo social que la
produce” 7. Esto último remite, por supuesto, a la práctica revolucionaria en la sociedad de clases.

Efectivamente, dado que el hombre es quien produce la realidad material a través de su intervención en
el mundo, su práctica es la que produce las condiciones materiales que se vuelven independientes
respecto de sí mismo, esto es, ajenas a su voluntad y adhesión a ellas (como la pertenencia a una clase),
un poder objetivo que domina a los seres humanos y suprime su individualidad. Por esto, si se desea
acabar con la sociedad de clases y la dominación que implica, los individuos están llamados a dominar
estas circunstancias y el azar, para recuperar su individualidad y controlar el poder objetivo alienado, que
no es sino el producto de ellos mismos. En otros términos, Marx plantea que “En la medida que los
seres humanos en su práctica diaria reproducen este poder objetivo y sus contradicciones, en la
medida que no se proponen destruirlo por medio de una práctica revolucionaria, su versión
consciente de estas contradicciones va a estar necesariamente distorsionada” 8.

Con la realidad social como base para el entendimiento de aquellos pensamientos que se categorizaron
en lo que se entendió por ideología, mencionado en un inicio, Marx analiza las inversiones -concepto
referido a la diferencia entre las apariencias y el mundo interior- de la conciencia, identificados por Hegel,
como efectos de contradicciones en la realidad material. Más específicamente, se refiere a las
contradicciones materiales del capitalismo, que devienen en la inversión a nivel de conciencia. En efecto,
estas formas invertidas de conciencia no son entendidas como ilusiones, espejismos o
especulaciones vacías, sin ninguna base social; ellas surgen más bien de inversiones reales en la
sociedad, de contradicciones sociales. El papel de estas inversiones cognitivas es encontrar una
solución al nivel de la conciencia de la inversión al nivel de la realidad social. 9. Siguiendo esta línea
argumentativa, en la que se afirma que las inversiones de la conciencia son productos de las
contradicciones materiales del hombre y, por, ende, las condiciones materiales determinan la conciencia,
la ideología “es una forma particular de conciencia que provee un cuadro distorsionado o
inadecuado de las contradicciones, sea ignorándolas o representándolas mal.” 10. La ideología,
entendida como un conjunto de ideas que sirven necesariamente a la clase dominante (burguesía),

6
Larraín, J. (2007). El concepto de ideología (p. 32). Santiago de Chile: LOM Ediciones
7
Ibíd. (p.43).
8
Ibíd. (p.76)
9
Ibíd. (p. 45)
10
Ibíd. (p.72).
esconde que las contradicciones a nivel de la conciencia se deban a las contradicciones y, por tanto,
impide que se lleve a cabo una revolución práctica.

3. Ideología en su acepción positiva: Lenin, Lukács y Gramsci

El concepto marxiano, originalmente concebido como pura negatividad, es decir, como negación de algo,
no permanece inalterado a lo largo del desarrollo del Marxismo. Por el contrario, después de la muerte de
Marx, las generaciones marixstas venideras no respetan al pie de la letra el pensamiento marxiano, sino
que reflexionan sobre él y, en ocasiones, lo transforman de un modo inesperado. Así, la ideología es uno
de esos conceptos resignificados. A quienes se tomará en cuenta como los principales personajes a
tratar, serán los mencionados en el subtítulo; no obstante, también deben tomarse en cuenta a otros
pensadores que, por un asunto de extensión, no serán abordados, como Labriola, Mehring, Kautsky y
Plenajov.

En este período, la distinción marxiana entre las ideas y la ideología se vuelve ambigua. Mientras en Marx
existía una superestructura en la cual residían las ideas y la ideología y, por otro lado, una estructura en
la que residían las condiciones materiales, en los pensadores posteriores esta distinción y su importancia
no se presentará tan sustancial. Asimismo, el carácter negativo se neutraliza y, posteriormente, se torna
positivo. La neutralización de la Ideología comienza en la primera generación de marxistas. En Plenajov,
marxista ruso, ya se concibe la ideología como la totalidad de las formas de conciencia; de hecho, el ruso
pluraliza la ideología: ya no se trata de la ideología, sino de las ideologías, por lo que la ideología de los
dominados se escinde como posibilidad. “Plejanov también usa ideología como sinónimo de “estado
de las mentes” de una época dada, de modo que difícilmente se puede distinguir ideología de
ideas en general” 11. Bernstein, por su parte, cuestiona si el marxismo mismo se trata de una ideología,
llegando a responder que, mientras el socialismo en sus inicios fue ideológico, el marxismo está teñido,
de cierta manera, de ideología.

Aunque ya es posible hablar de un concepto neutral de ideología, este es consolidado como tal con la
aparición de Lenin. Dado el contexto histórico ruso, de una aguda polarización e intensa lucha política, la
importancia de las ideas y su estudio se hace cada vez mayor. Lenin concibe, frente a esto, que la
superestructura y su contenido, esto es, las ideas, tienen un papel importante para la sublevación de la
clase obrera. Aquí, la ideología, en tanto un conjunto de ideas o formas de conciencia, no se limita a la
burguesía: existe también una ideología de la clase dominada, una ideología del proletariado, esto es, el
marxismo. “De este modo la ideología ahora se refiere a las ideas políticas de clase en vez de
referirse al ocultamiento de contradicciones” 12; se marca, como podemos apreciar, un punto de
inflexión en el que la clase obrera deberá ocuparse de tener su propia ideología, la socialista, por lo que
“Ideología es aquí concebida como un dominio o campo de lucha teórica en la que se expresan
diferentes intereses de clase. Estos intereses de clase contradictorios se manifiestan en diferentes
ideologías de clase que están en “lucha ideológica” entre sí” 13.

Posteriormente, el concepto de Ideología se desarrolla desde esta perspectiva positiva. Lukács, marxista
húngaro, sigue la línea demarcada por Lenin. En efecto, “Lukács concebía las ideologías como
expresiones políticas y teóricas de los intereses de varias clases en lucha dentro de la sociedad
capitalista, tal como lo pensaba Lenin” 14. En consecuencia, el desarrollo de una ideología marxista que
contribuya a la realización de la práctica revolucionaria es necesario en tanto de este se valdrá, en última

11
Larraín, J. (2008). El concepto de ideología. Volumen II: El marxismo posterior a Marx: Gramsci y
Althusser (1st ed., p. 30). Santiago de Chile, Chile: LOM Ediciones.
12
Ibíd. (p.35)
13
Ibíd. (p.41)
14
Ibíd. (p. 87)
instancia, la reproducción de las condiciones materiales que satisfagan los intereses del proletariado.
Esto es, precisamente, lo que ocupa al italiano Antonio Gramsci, quien reflexiona desde la situación de
fracaso en su tierra natal, donde la esperanza de una revolución se agotaba con el avance del fascismo.
Inspirado por Lukács, es consciente de que la burguesía, prescindiendo de la fuerza coercitiva, desarrolló
una visión de mundo (Weltanschaaung) a la que la clase obrera se adhirió, y, del mismo modo, la tarea
de las clases dominadas debía ser la de construir una visión de mundo que se volviera hegemónica. La
hegemonía consiste “en que la clase dominante logra hacer aceptar voluntariamente por otros
grupos sociales todo un sistema de valores, actitudes y creencias que apoyan el orden
establecido” 15. La ideología, a su vez, es definida como “una concepción del mundo que está
implícitamente presente en el arte, en el derecho, en la actividad económica y en todas las
manifestaciones de la vida colectiva e individual” 16. Sumando estos dos elementos, Gramsci entiende
que la revolución dependerá en gran parte de que la ideología del proletariado se hegemonice, tarea en la
que los intelectuales orgánicos tienen un papel fundamental, pues ellos, en una relación dialéctica con las
masas, inciden en la formación de conciencia y la diseminación ideológica. Si esto no se logra, no habrá
la suficiente cohesión social como para llevar a cabo una revolución y mantener, tras esta, el poder
político. En efecto, del mismo modo en que la burguesía, además de producir ciertas condiciones
materiales, necesita reproducir tales condiciones a través de la hegemonía de su ideología, el
proletariado ha de pasar por el mismo proceso si es que desea triunfar en esta lucha. Tal como lo
expresa Kolakowski, “La hegemonía cultural era una condición fundamental y previa para la
consecución del poder político. La clase trabajadora sólo podría alcanzarla impartiendo primero
su cosmovisión y sistema de valores a las demás clases que pudiesen ser sus aliados políticos:
de esta forma se convertiría en el líder intelectual, al igual que había hecho la burguesía antes de
alcanzar el poder político.” 17.

II – Cine e ideología

1. La relación

Anteriormente, se definió brevemente el concepto de ideología, tanto en su término originario como en


sus posteriores acepciones. La que ha de ser tomada en cuenta es la última acepción, es decir, la
acepción positiva del término, desde la cual es posible hablar de la existencia de un trabajo intelectual por
producir y reproducir la ideología de las “clases dominadas” a través de todos los medios posibles. El cine
aparece, entonces, como uno de esos medios. En la medida en que se entiende que el cine es una
producción humana de nivel artístico, esto es, una expresión cultural significativa, se comprende la
preocupación de cierto sector ideológico por la difusión de sus valores, sea de una manera
propagandística y explícita o subliminal.

Por supuesto, que el cine sirva como medio ideológico no quiere decir que, por necesidad, esté
atravesado por la deliberación de un grupo de “intelectuales orgánicos”. Tampoco es sensato reducir el
cine a la interpretación de su sentido ideológico si no se está seguro de que la ideología exista
efectivamente. Pese a que hay conciencia de estas polémicas, lo importante, en esta ocasión, es
remitirse a la realidad histórica que sí considera a la ideología como un elemento subyacente que existe
en la obra artística (el cine, en este caso). En palabras más precisas, se trata de que “para detectar en
una cinta cinematográfica lo que está más allá de su apariencia, porque se trata de correlatos
analógicos que introducen contenidos subliminales, los que para ser detectados y comprendidos
en su verdadero alcance, es preciso situarse de algún modo fuera del cine; es decir, en niveles de

15
Larraín, J. (2008). El concepto de ideología. Volumen II: El marxismo posterior a Marx: Gramsci y
Althusser (1st ed., p. 109). Santiago de Chile, Chile: LOM Ediciones
16
Ibíd. (108).
17
Kolakowski, L., & Vigil, J. (1983). Las principales corrientes del marxismo: III. (p. 239). Madrid: Alianza.
reflexión que necesitan del concurso de otras ramas del conocimiento, las cuales exceden el
ámbito del saber cinematográfico” 18.

2. Ejemplos históricos

Ahora bien, para darle contenido a esta relación, es necesario mirar en la historia del cine. Uno de los
ejemplos más emblemáticos de un experimento cinematográfico con un tinte ideológico explícito, es el del
montaje soviético. Eisenstein, uno de los directores y teóricos más ilustres de este movimiento, quizá el
más importante de todos, desarrollo una teoría acerca de la importancia del montaje a la hora de crear un
cine de corte revolucionario, importando la idea originalmente teatral de agit-atracciones, que “define la
línea correcta en la construcción de una práctica teatral compatible con las exigencias ideológicas
de la revolución” 19. El cine, desde el montajismo, se caracteriza por tener la pretensión de guiar al
espectador en un sentido planteado en tanto todos los elementos se encuentran montados sobre una
misma unidad estructural. ”Envuelto en la producción cinematográfica, Eisenstein transforma el
montaje de atracciones en el “método para la producción de un cine proletario” 20. El ruso veía al
cine como un “medio que podía estimular el pensamiento y el cuestionamiento ideológico mediante
técnicas constructivistas” 21. Posteriormente, Vertov, de la misma procedencia y relacionado con el
célebre Godard, se erige como una figura más radical que el propio Eisenstein. En efecto, oponiéndose
férreamente al cine comercial y burgués, “El objetivo central y programático de Vertov, tal y como lo
definió en La esencia del cine-ojo era ayudar a todos los individuos oprimidos y al proletariado en
su conjunto en su esfuerzo de comprender los fenómenos de la vida que les rodea” 22. Además de
esto, Vertov pensó que el deber del cineasta era “descifrar misterios y desenmascarar mixtificaciones
en la pantalla y en la vida tridimensional, como parte del descriframiento comunista del mundo” 23.

En una etapa posterior, y más cercana al contexto de la Europa occidental, “La teoría del cine en los
años sesenta se erigió sobre la base de los anteriores logros de la teoría de izquierdas (Eisenstein,
Vertov, Pudovkin, Brecht, Benjamin, Kracauer, Adorno, Horkheimer)” 24. Esta etapa histórica estuvo
atravesada por una intensa actividad de la izquierda a nivel general, donde luchas armadas
revolucionarias, anticoloniales, antiimperialistas, movilizaciones populares y movimientos de protesta
abundaron a lo largo del globo terráqueo 25. Gracias a la contribución de pensadores como Gramsci,
Althusser y Lacan, diversos teóricos del cine reflexionaron sobre la posición compartida en torno a un
estructuralismo que afirmara al sujeto como una mera construcción desplegada sobre una estructura
ajena a la individualidad. Así, “Vinculando la idea althusseriana de que la función primaria de la
ideología es reproducir sujetos aquiescentes de los valores necesarios para mantener un orden
social opresivo con las ideas de Lacan sobre la construcción del sujeto, teóricos del cine como
Stephen Heath, Colin MacCabe y Jean Louis Comolli destacaron las formas en que el cine instala a
los sujetos en situaciones afines al sistema capitalista”. 26

Por otro lado, compartiendo cierto espíritu revolucionario, pero distanciado del estructuralismo rígido que

18
Soublette, G., Caballero, W. M. M., & Digitalia, Inc. (2011). La cara oculta del cine. (p.9). Editorial
ebooks Patagonia - Ediciones Universidad Católica de Chile.
19
Xavier, I., & Cámara, M. (2008). El discurso cinematográfico (p. 171). Buenos Aires: Manantial.
20
Ibíd. (p.172).
21
Stam, R. (2001). Teorías del cine. (p.58). Barcelona: Paidós.
22
Ibíd. (p.62).
23
Ibíd. (p.63)
24
Ibíd. (p.157)
25
Río, E. (2012). De la indignación de ayer a la de hoy: Transformaciones ideológicas en la izquierda
alternativa en el último medio siglo en Europa occidental. (p. 30). Madrid: Talasa Ediciones.
26
Stam, R. (2001). Teorías del cine. (p.163). Barcelona: Paidós
heredó cierta tradición cinematográfica, aparece el posestructuralismo como otro de los aportes teóricos
al cine de formato revolucionario, movimiento intelectual caracterizado por la desconfianza en las teorías
totalizadoras. “(...) el léxico posestructuralista tiende a favorecer un vocabulario que mine toda
sensación de estabilidad firme: palabras como fluidez, hibridismo, rastro, deslizamiento y
diseminación.” 27. Esta atmósfera escéptica y casi fóbica a los términos como la solidez, la centralidad o
los binarismos recurrentes, empapa la producción y análisis cinematográficos. Esto está incluso reflejado
en el caso del cine chileno, donde se transitó del sujeto popular del Nuevo Cine Chileno, que ya estaba
forjado por el elemento ideológico de la izquierda clásica, hacia el sujeto marginal, relacionado con una
“izquierda” 28 feminista, antiautoritaria y partidaria de la teoría queer. Léase el siguiente fragmento para
detallar más el asunto: “Lo queer –lo raro, lo abyecto- es un término que vive de un desplazamiento
constante hacia los márgenes. Los binomios hombre/mujer, heterosexual/homosexual constituyen
el centro inamovible del que se distancian y que ponen en duda. Lo queer abre un espacio de
“inclasificación constante” (Ried, 2012) que presupone un ejercicio teórico-deconstructivo de
nunca acabar.” 29. En la misma obra del fragmento citado, se mencionan filmes chilenos recientes que
están penetrados por esta temática: Empaná de Pino, Locas mujeres, El Pejesapo, Mi sangre plebeya
también se tiñe de rojo, Mi último round, Desde siempre y Joven y alocada. De este conjunto de películas,
se analizan tres, identificando en ellas la estética de lo queer, de lo marginal cuya modalidad es la del
“disparate, el fragmento, la rotura, la discontinuidad, el tartamuedo, el discurso disperso.” 30. Este
tipo de producción artística, que resalta lo abyecto y subvierte los símbolos de autoridad, ha de
contemplarse tanto en relación con las teóricas queer como Judith Butler o Beatriz Preciado, como con el
postulado gramsciano referido al debilitamiento de la autoridad como parte de la estrategia por la
hegemonía ideológica.

Conclusión

Es evidente que un análisis de esta categoría requiere una extensión mayor que permita un desarrollo
teórico complejo de esbozar someramente. Las dificultad del tratamiento de cualquier asunto relativo a la
ideología radica en el simple hecho de tener que vérselas con pensadores de la talla de Hegel, Marx y los
teóricos marxistas que continuaron, abarcando posturas contradictorias y polémicas que no están del
todo resueltas. En efecto, cabe preguntarse, en tanto uno está comprometido con ciertos criterios, si las
consideraciones marxianas sobre las contradicciones del capitalismo son correctas, o, del mismo modo,
replantearse sus postulados en función de los nuevos trabajos intelectuales en el ámbito de la economía,
tanto de corte izquierdista (Max Neef, Rolando Astarita) como de un corte detractor, como lo serían tanto
los austríacos, desde Mises hasta Selgin, como los liberales, desde Spencer hasta Juan Ramón Rallo.

En otro ambiente de discusión, más afín a la disciplina filosófica y la teoría política, también es importante
indagar más allá de la literatura comprometida con las pautas filosóficas imperantes en ciertos ambientes.
Este pequeño trabajo, que consistiría, más bien, en un proyecto de investigación para un futuro no tan
lejano, intenta llenar un espacio que a ratos parece vacío, abandonado, que cuando se puebla, se hace
con malicia y sin capacidad de autocrítica. Por eso, los elementos vertidos acá se encuentran, por ahora,
abiertos a la posibilidad de un análisis que los someta con mayor rigurosidad.

27
Ibíd. (p.212).
28
Las comillas se deben al cuestionamiento de sectores mismos de la izquierda respecto a estos
movimientos teóricos y políticos. Ejemplos de esto son Callinicos, Castoriadis y Gustavo Bueno. También
puede considerarse al socialista, coetáneo de Marx, Ernest Belford, y su obra El fraude del feminismo.
29
Centro Cultural Palacio La Moneda (Santiago de Chile), Villarroel, M. M., & Cineteca nacional (Chile),.
(2013). Enfoques al cine chileno en dos siglos. (p.225). Santiago: LOM Ediciones.
30
Ibíd. (p.226).
Bibliografía:
- Larraín, J. (2007). El concepto de ideología. Santiago de Chile: LOM Ediciones.
- Prieto López, L. (2010). El espíritu de la filosofía moderna en sus rasgos
esenciales. Thémata. Revista De Filosofía, (Nº43).
- Larraín, J. (2008). El concepto de ideología. Volumen II: El marxismo posterior a
Marx: Gramsci y Althusser. Santiago de Chile, Chile: LOM Ediciones
- Kolakowski, L., & Vigil, J. (1983). Las principales corrientes del marxismo: III.
Madrid: Alianza.
- Soublette, G., Caballero, W. M. M., & Digitalia, Inc. (2011). La cara oculta del
cine. Editorial ebooks Patagonia - Ediciones Universidad Católica de Chile
- Xavier, I., & Cámara, M. (2008). El discurso cinematográfico. Buenos Aires:
Manantial.
- Stam, R. (2001). Teorías del cine. Barcelona: Paidós
- Rio, E. (2012). De la indignación de ayer a la de hoy: Transformaciones
ideológicas en la izquierda alternativa en el último medio siglo en Europa
occidental. Madrid: Talasa Ediciones.
- Centro Cultural Palacio La Moneda (Santiago de Chile), Villarroel, M. M., &
Cineteca nacional (Chile), (2013). Enfoques al cine chileno en dos siglos. Santiago:
LOM Ediciones.

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