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BIOETICA
En los últimos años han tomado gran fuerza en el mundo los llamados
“movimientos anti-vacunas”, compuestos por sectores de la sociedad que
se rehúsan a vacunarse o vacunar a sus hijos, argumentando, o bien que
sufrir de enfermedades potencialmente prevenibles como el sarampión o la
rubeola puede ser benéfico para la salud del menor, o que estas vacunas
generan efectos secundarios peligrosos, además de razones de tipo
religioso. Ello ha generado un resurgimiento de enfermedades que se
encontraban en camino a la erradicación, brotes periódicos donde los
infectados comparten el antecedente de no estar vacunados, entre otros
problemas de salud pública. En 2018, el diario Excelsior reseñó que “En un
comunicado del Instituto Nacional de Salud y el Ministerio de Salud de Italia,
se subrayó que 88 por ciento de la gente que contrajo el sarampión no
estaba vacunada y 73 por ciento tenía 15 años o menos”1. Las legislaciones
de los diferentes países varían en torno a la obligatoriedad de la vacunación
a los menores de edad: de acuerdo a la agencia Afp “18 estados en Estados
Unidos aún permiten la opción de no vacunar a los hijos por razones
personales o morales y casi todos permiten excepciones por razones
religiosas”2. Teniendo en cuenta lo anterior:
Según el argumento kantiano hay dos cosas que hacen que una
acción sea intrínsecamente buena, sin importar sus consecuencias las
acciones sean buenas en sí mismas, para este caso en concreto Kant
menciona que para que una acción sea moral, debe ser universal y
aplicable, se puede determinar que existen personas que deciden no
vacunarse pero aun así están disfrutando de los beneficios como
inmunidad de rebaño o la erradicación de enfermedades, en este
caso se viola el imperativo kantiano ya que con esta acción están
dejando a terceras personas asumir los riesgos y no está siendo
universal
4- ¿Cómo se relacionan con este caso los cuatro principios bioéticos
fundamentales postulados por Childress y Beauchamp?