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DANIEL 4

Dios y el orgullo de Nabucodonosor


El cuarto capítulo de Daniel está escrito por el rey Nabucodonosor. Nabucodonosor había
tenido otro sueño, una vez más convoco a los sabios; pero, aunque esta vez podía recordar
claramente el sueño, los sabios no pudieron darle la menor explicación. Tal vez temían
hacerlo. Pero en ese momento, el jefe de los sabios entro en escena.

Nabucodonosor describió su sueño más. Dijo que había visto un árbol magnífico que
creció más y más hasta que su cima se podía ver desde cualquier punto de la tierra.
Entonces apareció un “vigilante” que dio la orden de que se lo derribara y que se podaran
sus ramas. Pero puso énfasis de que no se lo destruyera por completo. Su “tocón” debía
permanecer “entre la hierba del campo”, asegurada con atadura de “hierro” y “bronce”.
Entonces, el vigilante continuó diciendo: “Sea bañado del rocío del cielo y comparta con
las bestias la hierba de la tierra. Deje de ser su corazón de hombre, désele un corazón de
bestia y pasen por él siete tiempos. En la sentencia dictada por los vigilantes, la cuestión
decidida por los santos, para que sepa todo ser viviente que el altísimo domina sobre el
imperio de los hombres: se lo da a quien le place y exalta al más humilde de los hombres”.

Daniel se dio cuenta inmediatamente de cuál era el significado del sueño. Pero vaciló en
dar la interpretación correspondiente.
La fecha de este sueño se puede ubicar con bastante seguridad en el año 568 a.C. cuando
Nabucodonosor había reinado ya 35 años. Por aquel entonces, él y Daniel habían sido
amigos por muchísimo tiempo. El sueño era una respuesta de Dios de las oraciones de
Daniel, ya que Daniel oraba mucho por la conversión del rey. De manera que el profeta
le dijo lo que Dios le había revelado: si no cambiaba de conducta, perdería la razón, y
comenzaría a actuar como si fuera un animal, a tal punto que habría que llevarlo al campo
para que se alimentara de pasto y hierbas. Daniel dijo que Nabucodonosor permanecería
en esa condición hasta que pasaran “siete tiempos”; es decir; siete años. Su cabello sin
cortar y descuidado crecería la apariencia de plumas de águila. Sus uñas crecerían y se
endurecerían como garras. Pero, como la cepa o “tocón” dejada en el campo, su derecho
a gobernar sobreviviría; y tan pronto como recuperara la razón y aceptara el señorío de
Dios, su reino le sería restaurado. Parece que Nabucodonosor recibió las palabras de
Daniel con precaución.

Paso un año entero antes de que la sentencia se cumpliera. Fue un año incitante y de
satisfacción para el rey, ya que en su transcurso había logrado conquistar Egipto. Sin duda
Babilonia, era ahora la capital de un poderoso imperio. En el año 689 a.C. los salvajes
asirios la habían arrasado, pero la opinión internacional requirió su reconstrucción para
que fuera la morada de los dioses. El padre de Nabucodonosor, el rey de Nabopolasar,
había eliminado a los sirios y había colaborado con su reconstrucción. Nabucodonosor la
amplio hasta que llego a tener una superficie tres veces superior a la original, y así se
convirtió en la ciudad más grande del mundo. Donde Nabopolasar construyo un solo
palacio, Nabucodonosor construyó tres, cada vez más grande y más lujoso que la anterior.
Era una magnifica ciudad.

Mientras seguía jactándose, una voz del cielo pronunció la sentencia de doce meses antes.
Nabucodonosor perdió la razón y lo llevaron al campo para que comiera pasto como si
fuera un buey. Pero cuando el periodo asignado llego a su fin, según el mismo lo cuenta,
recupero la razón, y elevo los ojos hacia el cielo para bendecir “al Altísimo” (Dan. 4:31).

1. Dios y nuestro orgullo


Cuando Dios se lanzó a la tarea de ayudar a Nabucodonosor a que lo amara más, para que
fuera más misericordioso con sus súbditos. Dios no volvió loco al rey, porque él es el
Dios creador y la fuente de toda forma de vida. “Pues en él vivimos, nos movemos y
existimos” (Hech. 17:28). Dota a cada persona con un sistema indispensable de
supervivencia. Todo lo que Dios tenía que hacer en el caso de Nabucodonosor era dejar
de proporcionar algún elemento de ese sistema de supervivencia que el rey estaba tratando
de pasar por alto. El orgullo siempre nos induce a olvidarnos de que dependemos de Dios.

2. El respeto de Dios por el gobierno


En Daniel 4:14, los “vigilantes” celestiales nos dicen que Dios quiere que los “vivientes”
es decir, todo el mundo, sepan que Dios:
a. Domina sobre el imperio de los hombre
b. “se lo da a quien le place”

En este informe de “Dios y el orgullo de Nabucodonosor”, vemos que el Señor es en


última instancia el Gobernante de toda nación, y que por eso mismo se reserva el derecho
de delegar esa autoridad en tal o cual persona, y de privarla de esa autoridad también. Es
reconfortante comprender que Dios puede eliminar a los gobernantes cuando lo considere
conveniente. Nabucodonosor era el rey de la nación más poderosa de su época, pero en
un instante el señor lo eliminó de la función pública y lo dejó en medio del campo como
si fuera un buey. Pero trato de esa manera a Nabucodonosor de ayudarlo. Quería que se
arrepintiera para poder perdonarlo y darle vida eterna. Dios ama a todo el mundo (Juan
3:16); y amaba a esa persona a la vez fanfarrona, impulsiva, generosa y cruel que era
Nabucodonosor.

El mensaje de que “el Altísimo domina sobre el imperio de los hombres2 se repite en
Romanos 13, donde Pablo dice: “Sométanse todos a las autoridades construidas, pues no
hay autoridad que no provenga de Dios, y las que existen, por Dios han sido constituidas.
De modo que, quien se opone a la autoridad, se rebela contra el orden divino, y los
rebeldes se atraerán sobre sí mismos la condenación (…). Pues es un servidor de Dios
para hacer justicia y castigar al que obra el mal. Por tanto, es preciso someterse, no sólo
por temor al castigo, sino también en conciencia” (Rom. 13:1-5).
3. Dios es generoso al establecer Profetas
Tenemos un ejemplo de la época de Daniel. Cuando el servía en Babilonia como
embajador de Dios en el palacio real, el señor tenía dos profetas a su servicio. Jeremías,
que era mayor que Daniel, llevó a cabo sus labores en Palestania y más tarde en Egipto.
Ezequiel trabajo en Babilonia, posiblemente haya tenido la edad de Daniel, formaba parte
de colonia judía establecida cerca de Nipur, junto al importante canal de irrigación
denominado Nar Kabari, conocido en las escrituras como Río Kebar (Eze. 1:1, 43:3). En
total son 16 profetas bíblicos, algunos conocidos y otros no muy conocidos.

Entonces durante ña gran crisis del exilio, Dios no solo usó a Daniel en Babilonia sino
también a Ezequiel. Además, dio a Jeremías mensajes proféticos primeramente en Judea
y más tarde en Egipto cuando ciertos judíos, que no habían sido deportados, decidieron
emigrar hacia allá. En generosidad, Dios inspiró a Daniel, Ezequiel, y Jeremías para que
escribieran más de cien capítulos de material profético precisamente cuando más se lo
necesitaba.

En el año 587 a.C., unos 19 años antes del sueño de Nabucodonosor acerca del árbol,
Ezequiel fue inspirado a advertir a Faraón, rey de Egipto, que Dios lo comparaba con un
árbol (Eze. 31). La amonestación era que, para castigarlo, el señor estaba haciendo planes
para enviar a Nabucodonosor a derribarlo. También dio una advertencia general en el
sentido de que ningún otro árbol, es decir, ningún otro rey o reino debería aspirar a
encumbrarse demasiado (Eze. 31:14).

En vista de la relación especial que existía entre Daniel y Nabucodonosor, y el deseo del
primero de que el segundo se convirtiera, es muy posible de que el funcionario haya
mostrado al monarca estos pasajes del mensaje de Ezequiel a Faraón.

Apreciación Crítica:
Nabucodonosor alabó al Dios de Daniel, al principio no creía plenamente en Él ni se
sometía únicamente a Él, sin embargo tuvo que pasar diferentes sucesos para que el rey
de Babilonia entendiera que el único rey es el Rey de los cielos. Por otro lado, mucha
gente va a la iglesia y utiliza un vocabulario espiritual, pero en el fondo no creen en Dios
ni le obedecen. Profesión no siempre es sinónimo de posesión. ¿Hasta qué punto sus
creencias están a la par de su obediencia? Los babilonios creían en vigilantes, seres
espirituales que cuidaban el universo. Nabucodonosor explicó que estos mensajeros
estaban anunciando lo que le sucedería a él y por qué. Cuando Daniel comprendió el
sueño de Nabucodonosor, se quedó pasmado. ¿Cómo podía estar tan profundamente
angustiado por el destino de Nabucodonosor, el rey culpable de la destrucción de su casa
y de su nación? Daniel lo había perdonado, y por eso Dios podía utilizar a Daniel. Muy a
menudo cuando alguien nos hace daño, se nos hace muy difícil olvidar el pasado.
Probablemente hasta nos alegremos de que esa persona sufra. Perdonar es dejar el pasado
atrás. ¡Quizá Dios pueda utilizarlo de una manera extraordinaria en la vida de esa
persona!. Si bien el mundo entero pensaba que Nabucodonosor era un rey poderoso (hasta
divino), Dios demostró que era un hombre común. Dios humilló a Nabucodonosor para
demostrar que Él, no Nabucodonosor, era el Señor de las naciones. El orgullo quizás sea
una de las tentaciones más peligrosas. No deje que los triunfos te hagan olvidarte de Dios.
Daniel le imploró al rey que cambiara, y Dios le concedió doce meses para que lo hiciera.
Tristemente, no hubo arrepentimiento en el orgulloso corazón de este rey, y el sueño se
cumplió. Los reyes de la antigüedad trataban de no mencionar sus debilidades ni sus
derrotas en sus monumentos y en sus registros oficiales. Sin embargo, a partir de los
registros de Nabucodonosor, podemos inferir que por un tiempo durante sus cuarenta y
tres años de reinado no gobernó. En el registro bíblico se explican la soberbia de
Nabucodonosor y el castigo que recibió. Entonces, Nabucodonosor reconoció y alabó al
rey de los cielos, y se dio cuenta de que el que procede con arrogancia lo humilla. Este
texto podemos proyectarlo a nuestra vida diaria, porque existen personas que reconocen
a Dios y que realiza grandiosos milagros, pero Dios no va a moldear nuestras vidas hasta
que se le reconozca como Señor y como nuestro salvador personal.

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