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GESTIÓN DE ESTADO

(PROMOCIÓN INTERNA)
• FECHA INICIO DE LA ACTUALIZACIÓN EN INTERNET: 16-03-2010

• FECHA FINALIZACIÓN DE LA ACTUALIZACIÓN EN INTERNET:

Í NDICE DE LAS ACTUALIZACIONES QUE SE ENTREGAN

DERECHO ADMINISTRATIVO

TEMA 5 ............................................. Se sustituye desde la página 5-19 hasta el final del tema por
las nuevas que se entregan (se señalan en el texto las modi-
ficaciones realizadas por susbsanación de error detectado
al haberse duplicado una parte del contenido del tema).
• Interrumpirá aquí el plazo de prescripción la iniciación del procedimiento de ejecución de la
sanción, volviendo a correr el plazo si aquél está paralizado durante más de un mes por causa
no imputable al infractor.

7. Concurrencia de sanciones (art. 133 LRJPAC).

La existencia de concurrencia entre sanciones penales y administrativas no es deseable. Sin em-


bargo, es una situación frecuente que se plantea en aquellos casos en que una misma conducta es sus-
ceptible de doble incriminación, penal y administrativa.

Según dispone el artículo 133 LRJPAC:

«No podrán sancionarse administrativamente los hechos que hayan sido sancionados penal o ad-
ministrativamente, en los casos en que se aprecie identidad de sujeto, hecho y fundamento».

Se plasma aquí el célebre principio jurídico de non bis in idem, cuyo significado es la imposibili-
dad de llegar a castigar o sancionar dos veces una misma acción u omisión. Dicho principio no aparece
formulado explícitamente en la Constitución, pero la doctrina del Tribunal Constitucional lo ha consa-
grado desde hace bastantes años, entendiendo que, en caso de conflicto, se optará por la subordinación
de la actividad sancionadora de la Administración en favor de la justicia penal.

Por lo tanto, cuando, a juicio de la Administración, la infracción pueda ser constitutiva de delito o
falta, se dará traslado del expediente al Ministerio Fiscal, quedando en suspenso la tramitación del ex-
pediente sancionador hasta que recaiga sentencia firme en el ámbito penal. Una vez recaída sentencia,
si es condenatoria se archivarán las actuaciones administrativas; si es absolutoria, la Administración
podrá continuar el expediente y, eventualmente, imponer la sanción administrativa: pero los hechos
probados en la sentencia penal vincularán a la Administración. Ello es conforme a lo dispuesto en las
leyes procesales, en concreto, la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

Cuestión distinta es la posibilidad de compatibilizar sanciones penales con sanciones propias del
régimen disciplinario de los funcionarios públicos (separación del servicio, etc.), que ha venido siem-
pre siendo admitida por los Tribunales. En efecto, la doctrina judicial entendía que en estos supuestos,
si bien hay unos mismos hechos, su sanción responde a fundamentos distintos, porque se contemplan
intereses jurídicamente protegibles que no son los mismos. Algo difícil de justificar, no obstante, si te-
nemos en cuenta que el ius puniendi del Estado debe ser único.

No obstante, el nuevo Código Penal, que entró en vigor el 24 de mayo de 1996, establece en su
artículo 56 una posibilidad de que los propios jueces impongan, junto a penas de prisión (de hasta 10
años), otras penas accesorias de suspensión de empleo o cargo público, inhabilitación especial para
empleo o cargo público... lo que ya haría imposible compaginar estas penas con una posterior sanción
disciplinaria por los mismos hechos.

1.1.4.2. Principios del procedimiento sancionador.

A) Garantía de procedimiento.

Tal y como establece el artículo 134 de la LRJPAC, el ejercicio de la potestad sancionadora


requiere procedimiento legal o reglamentariamente establecido y los procedimientos que regulen el
ejercicio de dicha potestad deben establecer la debida separación entre la fase instructora y la sancio-
nadora, encomendándoselas a órganos diferentes.

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Señala, asimismo, dicho precepto, que, en ningún caso, podrá imponerse sanción sin que se haya
tramitado el necesario procedimiento.

Pues bien, dicho procedimiento, en cuyo análisis nos detendremos más adelante, se ha regulado
mediante Real Decreto 1398/1993, de 4 de agosto, por el que se establece el Reglamento del procedi-
miento para el ejercicio de la potestad sancionadora.

B) Derechos del presunto responsable.

De conformidad con el artículo 135 de la LRJPAC, los procedimientos sancionadores han de ga-
rantizar al presunto responsable los siguientes derechos:

• A ser notificado de los hechos que se le imputen; de las infracciones que tales hechos puedan
constituir y de las sanciones que, en su caso, se les pudieran imponer, así como de la identidad
del instructor, de la autoridad competente para imponer la sanción y de la norma que atribuya
tal competencia.

• A formular alegaciones y a utilizar los medios de defensa admitidos por el ordenamiento Jurídi-
co que resulten procedentes.

• Los demás derechos que se reconocen en el artículo 35 de la propia LRJPAC.

C) Medidas de carácter provisional.

Establece el artículo 136 de la LRJPAC que, cuando así lo prevean las normas reguladoras de los
procedimientos sancionadores, se pueden adoptar, mediante acuerdo motivado [véase, en este sentido,
el art. 54.1 d) de la propia LRJPAC], medidas de carácter provisional que aseguren la eficacia de la re-
solución final que pudiera recaer.

D) Presunción de inocencia.

El derecho recogido en el artículo 24.2 de la Constitución Española es aplicable igualmente a los


procedimientos sancionadores que sigan las Administraciones Públicas, como ha confirmado en nume-
rosas sentencias el Tribunal Constitucional.

Así, de acuerdo con el artículo 137 de la LRJPAC, los procedimientos sancionadores respetarán la
presunción de no existencia de responsabilidad administrativa mientras no se demuestre lo contrario.

Señala igualmente dicho precepto, tal y como ya apuntábamos con anterioridad, que los hechos
declarados probados por resoluciones judiciales firmes vinculan a las Administraciones Públicas res-
pecto de los procedimientos sancionadores que substancien.

Asimismo, ha de tenerse en cuenta que los hechos constatados por funcionarios a los que se re-
conozca la condición de autoridad, y que se formalicen en documento público observando los requi-
sitos legales pertinentes tendrán valor probatorio, sin perjuicio de las pruebas que en defensa de los
respectivos derechos o intereses puedan señalar o aportar los propios administrados (presunción iuris
tantum).

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Señala, finalmente, el artículo 137 que se practicarán de oficio o se admitirán a propuesta del pre-
sunto responsable cuantas pruebas sean adecuadas para la determinación de los hechos y de posibles
responsabilidades, y que sólo podrán declararse improcedentes aquellas pruebas que por su relación
con los hechos no puedan alterar la resolución final.

E) Resolución.

Tal y como establece el artículo 138 de la LRJPAC, la resolución que ponga fin al procedimiento
sancionador ha de ser motivada y resolver todas las cuestiones planteadas en el expediente, no pu-
diendo aceptarse en la misma hechos distintos de los determinados en el curso del procedimiento, con
independencia de su diferente valoración jurídica.

La resolución será ejecutiva cuando ponga fin a la vía administrativa y en ella se adoptarán, en su
caso, las disposiciones cautelares precisas para garantizar su eficacia en tanto no sea ejecutiva.

Junto a todos estos principios, que aparecen recogidos en el articulado de la LRJPAC, podemos
mencionar también otros que se recogen en el precitado Real Decreto 1398/1993, de 4 de agosto; en
concreto los siguientes:

a) Transparencia: en base al cual se ha de permitir el acceso permanente de los interesados al es-


tado de la tramitación así como la obtención de los documentos que en él se contienen. A estos
efectos, se deberán incorporar sucesiva y ordenadamente los documentos, testimonios, actua-
ciones, actos administrativos, notificaciones y diligencias que se vayan realizando.

El expediente se custodiará bajo la responsabilidad del órgano competente en cada fase del proce-
dimiento, hasta el momento de la remisión de la propuesta de resolución al órgano correspon-
diente para resolver, quien se hará cargo del mismo hasta el archivo definitivo de las actuaciones.

b) Compensación: de acuerdo con este principio el cumplimiento o ejecución de las medidas de


carácter provisional se compensará con la sanción impuesta, cuando sea posible.

c) Multiplicidad de infracciones: cuando de la comisión de una infracción derive necesariamente


la comisión de otra u otras, se deberá imponer únicamente la sanción correspondiente a la in-
fracción más grave cometida.

d) Posibilidad de finalización anticipada: si el infractor reconoce su responsabilidad, o paga vo-


luntariamente la sanción, podría resolverse el procedimiento sin perjuicio de la posibilidad de
interponer los recursos procedentes.

1.1.4.3. Procedimiento sancionador.

Está regulado por el Real Decreto 1398/1993, de 4 de agosto, por el que se aprueba el Reglamen-
to de procedimiento para el ejercicio de la potestad sancionadora:

A) Ámbito de aplicación:

La potestad sancionadora se ejercerá mediante el procedimiento previsto en este Reglamento, en


defecto total o parcial de procedimientos específicos previstos en las normas correspondientes, en los
siguientes supuestos:

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• Por la Administración General del Estado, respecto de aquellas materias en las que el Estado
tiene la competencia exclusiva.

• Por las Comunidades Autónomas, respecto de aquellas materias en que el Estado tiene la com-
petencia normativa plena.

• Por las Entidades Locales, respecto de aquellas materias en que el Estado tiene competencia
normativa plena.

Quedan excluidos del Reglamento:

a) Los procedimientos de ejercicio de la potestad sancionadora en materia tributaria (el Real De-
creto es supletorio).

b) Los procedimientos para la imposición de sanciones por infracciones en el orden social (el
Real Decreto es supletorio).

c) El ejercicio por las Administraciones Públicas de su potestad disciplinaria (el Real Decreto no
se aplica ni supletoriamente).

B) Procedimiento ordinario:

1. Iniciación.

Los procedimientos sancionadores se inician siempre de oficio, por acuerdo del órgano competente:

• Por propia iniciativa.

• Como consecuencia de orden superior.

• A petición razonada de otros órganos, teniendo en cuenta que la formulación de una petición no
vincula al órgano competente para iniciar el procedimiento sancionador, pero ha de comunicar
al órgano que la hubiera formulado los motivos por los que, en su caso, no procede la iniciación
del procedimiento.

• Por denuncia, entendiéndose como tal el acto por el que cualquier persona, en cumplimiento o
no de una obligación legal, pone en conocimiento de un órgano administrativo la existencia de
un determinado hecho que pudiera constituir infracción administrativa. Se ha de comunicar al
denunciante la iniciación o no del procedimiento siempre que la denuncia vaya acompañada de
una solicitud de iniciación.

La iniciación se ha de formalizar con el siguiente contenido mínimo:

• Identificación de la persona o personas presuntamente responsables.

• Los hechos que motivan la incoación del procedimiento, su posible calificación y las sanciones
que pudieran corresponder.

• Determinación del instructor y, en su caso, del Secretario del procedimiento.

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• Órgano competente para resolver y norma que le atribuya tal competencia, indicando la posibi-
lidad de que el presunto responsable pueda reconocer voluntariamente su responsabilidad (si la
sanción tiene carácter pecuniario, en los términos o períodos expresamente establecidos por las
correspondientes disposiciones legales, se pueden aplicar reducciones sobre el importe).

• Las medidas de carácter provisional que se hayan acordado por el órgano competente para ini-
ciar el procedimiento sancionador.

• Indicación del derecho a formular alegaciones y a la audiencia en el procedimiento y de los pla-


zos para su ejercicio.

El acuerdo de iniciación se ha de comunicar al instructor y notificar a los interesados, entendien-


do, en todo caso, como tal al inculpado.

Transcurridos dos meses desde la fecha de inicio del procedimiento sin que se haya producido la
notificación al imputado, se procederá al archivo de las actuaciones, notificándoselo al mismo, sin per-
juicio de las responsabilidades en que se hubiera podido incurrir.

2. Actuaciones previas:

Con anterioridad a la iniciación del procedimiento, se pueden realizar actuaciones previas con el
fin de determinar con carácter preliminar si concurren las circunstancias que justifiquen tal iniciación.
Tales actuaciones se llevarán a cabo por órganos con funciones de investigación, averiguación e ins-
pección en la materia y, en su defecto, por la persona u órgano administrativo que determine el órgano
competente para la iniciación o resolución del procedimiento.

3. Medidas de carácter provisional:

De acuerdo con lo establecido en los artículos 72 y 136 de la Ley 30/1992, el órgano competente
para resolver puede adoptar, en cualquier momento, mediante acuerdo motivado, las medidas de ca-
rácter provisional que sean necesarias para asegurar la eficacia de la resolución que pudiera recaer, el
buen fin del procedimiento, evitar el mantenimiento de los efectos de la infracción y las exigencias de
los intereses generales.

Si existieran razones de urgencia inaplazable, puede adoptar las medidas provisionales que resul-
ten necesarias el órgano competente para iniciar el procedimiento o el órgano instructor.

4. Instrucción:

a) Alegaciones:

Los interesados, desde la notificación de la iniciación, disponen de un plazo de 15 días para


aportar cuantas alegaciones, documentos o informaciones estimen convenientes y, en su caso,
para proponer prueba, concretando los medios de que pretendan valerse.

En la notificación de la iniciación debe advertirse a los interesados que de no efectuar alega-


ciones en este plazo sobre el contenido de la iniciación del procedimiento, dicha iniciación
podrá ser considerada propuesta de resolución cuando contenga un pronunciamiento preciso
acerca de la responsabilidad imputada.

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b) Actuaciones:

Una vez cursada la notificación de la iniciación, el instructor realizará de oficio cuantas actua-
ciones resulten necesarias para el examen de los hechos, recabando los datos e informaciones
que sean relevantes para determinar, en su caso, la existencia de responsabilidad susceptible de
sanción.

Si como consecuencia de la instrucción resultase modificada la determinación inicial de los


hechos, de su posible calificación, de las sanciones imponibles o de las responsabilidades sus-
ceptibles de sanción, se notificará todo ello al inculpado en la propuesta de resolución.

c) Prueba:

Recibidas las alegaciones o transcurrido el plazo de 15 días para aportarlas, el órgano instructor
puede acordar la apertura de un período de prueba por plazo no superior a 30 días ni inferior a
10 días.

En el acuerdo, que se notificará a los interesados, se puede rechazar de forma motivada la


práctica de las pruebas que hubiesen propuesto los propios interesados, cuando sean impro-
cedentes de acuerdo con lo que establece el artículo 137.4 de la Ley 30/1992 (sólo pueden
declararse improcedentes las pruebas que por su relación con los hechos no puedan alterar la
resolución final a favor del presunto responsable).

d) Propuesta de resolución.

Concluida, en su caso, la prueba, el órgano instructor formulará propuesta de resolución en la


que se fijarán de forma motivada los hechos, especificándose los que se consideren probados y
su exacta calificación jurídica, se determinará la infracción que, en su caso, aquéllos constitu-
yan y la persona o personas que resulten responsables, especificándose la sanción que propone
que se imponga y las medidas provisionales que se hubieran adoptado, en su caso, por el órga-
no competente para iniciar el procedimiento o por el instructor mismo; o bien se propondrá la
declaración de no existencia de infracción o responsabilidad.

Esta propuesta de resolución se notificará a los interesados y se les concederá un plazo de 15


días para formular alegaciones y presentar los documentos e informaciones que estimen perti-
nentes ante el instructor.

Se puede prescindir de este trámite de audiencia cuando no figuren en el procedimiento ni sean


tenidos en cuenta otros hechos ni otras alegaciones y pruebas que las aducidas por el interesado.

La propuesta de resolución se cursará inmediatamente al órgano competente para resolver el pro-


cedimiento, junto con todos los documentos, alegaciones e informaciones que obren en el mismo.

5. Resolución:

Antes de dictar resolución, el órgano competente para resolver puede decidir, mediante acuerdo
motivado, la realización de las actuaciones complementarias indispensables para resolver el procedi-
miento. Ese acuerdo de realización de actuaciones complementarias se ha de notificar a los interesados,
concediéndoles un plazo de 7 días para formular alegaciones. Las actuaciones complementarias han de
llevarse a cabo en un plazo no superior a 15 días, quedando el plazo para resolver el procedimiento sus-
pendido hasta la terminación de tales actuaciones complementarias. No tienen el carácter de actuaciones
complementarias los informes que preceden inmediatamente a la resolución final del procedimiento.

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El órgano competente dictará resolución, que será motivada y decidirá todas las cuestiones plan-
teadas por los interesados y aquellas otras que se deriven del procedimiento.

Dicha resolución se ha de adoptar en el plazo de 10 días, desde la recepción de la propuesta de


resolución y los documentos, alegaciones e informaciones obrantes en el procedimiento.

En la resolución no se pueden aceptar hechos distintos de los determinados en la fase de instruc-


ción del procedimiento, salvo los que resulten, en su caso, de la realización de las actuaciones comple-
mentarias precitadas, con independencia de su diferente valoración jurídica.

Si el órgano competente para resolver considera que la infracción reviste mayor gravedad que la
recogida en la propuesta de resolución, se ha de notificar al inculpado para que aporte las alegaciones
que estime oportunas en un plazo de 15 días.

La resolución de los procedimientos sancionadores, además de contener los elementos previstos


en el artículo 89.3 de la LRJPAC, ha de incluir la valoración de las pruebas que se hayan practicado
y en especial de las que constituyan fundamentos básicos de la decisión, fijará los hechos y, en su
caso, persona o personas responsables, la infracción o infracciones cometidas y la sanción o sanciones
que se imponen, o bien la declaración de no existencia de infracción o responsabilidad.

La resolución se ha de notificar a los interesados y si el procedimiento se hubiese iniciado por


orden superior o petición razonada, habrá de comunicarse al órgano administrativo autor de la misma.

Si no hubiese recaído resolución en el plazo de 6 meses desde la iniciación, teniendo en cuenta las
posibles interrupciones de su cómputo por causas imputables a los interesados o por la suspensión del
procedimiento a que se refieren los artículos 5.º y 7.º (comentados a continuación), se producirá la ca-
ducidad, en cuyo caso, el órgano competente ha de emitir, a solicitud del interesado, certificación en la
que conste que el procedimiento ha caducado y se ha procedido al archivo de las actuaciones.

Artículo 5.º:

«El órgano competente puede aplazar la resolución del procedimiento si se acreditase que se está
siguiendo un procedimiento por los mismos hechos ante los Órganos Comunitarios Europeos, alzándose
dicha suspensión cuando se hubiese dictado por aquéllos resolución firme. Si se hubiese impuesto
sanción por los Órganos Comunitarios, el órgano competente para resolver debe tenerla en cuenta a
efectos de graduar la que, en su caso, deba imponer, pudiendo compensarla, sin perjuicio de declarar la
comisión de la infracción.»

Artículo 7.º:

«En cualquier momento del procedimiento sancionador en que los órganos competentes estimen
que los hechos también pueden ser constitutivos de ilícito penal, lo comunicarán al Ministerio Fiscal.
En estos supuestos, así como cuando los órganos competentes tengan conocimiento de que se está de-
sarrollando un proceso penal sobre los mismos hechos, solicitarán del órgano judicial comunicación
sobre las actuaciones adoptadas. Recibida la comunicación, si se estima que existe identidad de sujeto,
hecho y fundamento entre la infracción administrativa y la infracción penal, el órgano competente para
la resolución del procedimiento acordará su suspensión hasta que recaiga resolución judicial.»

Las resoluciones que pongan fin a la vía administrativa serán inmediatamente ejecutivas, mien-
tras que las resoluciones que no pongan fin a la vía administrativa no serán ejecutivas hasta que no

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haya recaído resolución del recurso de alzada que, en su caso, se haya interpuesto o hasta que no haya
transcurrido el plazo para su interposición sin que ésta se haya producido. En este segundo supuesto,
la resolución podrá adoptar las disposiciones cautelares precisas para garantizar su eficacia en tanto
no sea ejecutiva, pudiendo consistir tales disposiciones cautelares en el mantenimiento de las medidas
provisionales que, en su caso, se hubiesen adoptado.

Si las conductas sancionadas hubiesen causado perjuicios o daños a la Administración Pública,


la resolución puede declarar la exigencia al infractor de la reposición a su estado originario de la si-
tuación alterada por la infracción y/o la indemnización por los daños y perjuicios causados, cuando su
cuantía haya quedado determinada durante el procedimiento, en caso contrario, la indemnización por
los daños y perjuicios causados se determinará mediante un procedimiento complementario, cuya
resolución será inmediatamente ejecutiva.

6. Procedimiento simplificado:

Este procedimiento simplificado se tramita para el ejercicio de la potestad sancionadora en el su-


puesto de que el órgano competente para iniciar el procedimiento considere que existen elementos de
juicio suficientes para calificar la infracción como leve.

La iniciación se produce, de acuerdo con lo señalado para el procedimiento ordinario, por acuer-
do del órgano competente, en el que se especificará el carácter simplificado del procedimiento. Dicho
acuerdo será comunicado al órgano instructor y simultáneamente notificado a los interesados.

En el plazo de 10 días a partir de la comunicación y notificación, el órgano instructor y los intere-


sados efectuarán, respectivamente, las actuaciones preliminares, la aportación de cuantas alegaciones,
documentos e informaciones consideren convenientes y, en su caso, la proposición y práctica de prueba.

Transcurrido dicho plazo, el instructor formulará la propuesta de resolución o, si considera que


los hechos pueden ser constitutivos de infracción grave o muy grave, acordará que continúe tramitán-
dose el procedimiento general según lo dispuesto en el artículo 17 (relativo a la prueba), notificándolo
a los interesados para que, en el plazo de 5 días, propongan prueba si lo estiman oportuno.

Si continuase la tramitación del procedimiento simplificado, éste se remitirá al órgano competente


para resolver, debiendo dictar resolución en el plazo de 3 días.

El procedimiento ha de resolverse en el plazo máximo de un mes desde que se inició.

1.1.5. Policía de seguridad.

Distinta de la actividad administrativa de limitación o policía, a la que nos hemos venido refiriendo
hasta ahora, es la que se conoce con el nombre de policía de seguridad, que tiene por objeto específico la
protección del libre ejercicio de los derechos y libertades y la garantía de la seguridad ciudadana y que, de
acuerdo con lo dispuesto en el artículo 104 de la Constitución, se encomienda a las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad, integradas, de conformidad con lo previsto en la Ley Orgánica 2/1986, de 13 de marzo, por:

• Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, dependientes del Gobierno de la Nación.

• Los Cuerpos de Policía dependientes de las Comunidades Autónomas.

• Los Cuerpos de Policía dependientes de las Corporaciones Locales.

5 – 26 Oposiciones
Son fundamentales la Ley Orgánica 2/1986, de 13 de marzo, de Fuerzas y Cuerpos de Seguri-
dad del Estado y la Ley Orgánica 1/1992, de 21 de febrero, de Seguridad Ciudadana.

En la primera de ellas se regula la participación en dicho cometido de los Cuerpos de Seguridad


de las Comunidades Autónomas y de las Corporaciones Locales.

El artículo 149.1.29.ª reconoce la competencia exclusiva del Estado en materia de «seguridad


pública, sin perjuicio de la posibilidad de creación de policías para las Comunidades Autónomas en la
forma que se establezca en los respectivos Estatutos en el marco de lo que disponga una ley orgánica»
(Cataluña y País Vasco cuentan con policías autonómicas; Galicia, Andalucía, Valencia, Canarias y
Navarra prevén su creación). La seguridad es competencia exclusiva del Estado. Su mantenimiento
corresponde al Gobierno, y es el Gobierno, a través de las autoridades y de las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad a sus órdenes, a quien compete proteger el libre ejercicio de derechos y libertades, garanti-
zar la seguridad ciudadana, crear y mantener las condiciones adecuadas a tal efecto y remover los obs-
táculos que lo impidan (art. 1.º de la Ley Orgánica 1/1992).

Las Corporaciones Locales participarán en el mantenimiento de la seguridad pública en los términos


establecidos en la LBRL y en el marco de la Ley Orgánica 2/1996.

1.2. EL FOMENTO: SUS MANIFESTACIONES.

1.2.1. Concepto.

La palabra fomento, dice Pellise Prats, en la acepción que la hace equivalente a la acción de exci-
tar, promover o proteger una cosa, es de gran tradición en la terminología administrativa española, en-
tendiéndose de modo general y corriente que constituye actividad de fomento toda la que se encamina
a mejorar el nivel espiritual o material de la nación. Las Instrucciones que en 1833 redactara Javier de
Burgos, indicando las orientaciones que debían tener en cuenta los Subdelegados de Fomento para el
fiel cumplimiento de su misión, son claro exponente de esta aceptación.

El concepto de fomento puede abordarse de dos maneras distintas. Una primera es la que lo iden-
tifica con cualquier actividad pública que se encamine a mejorar en algún aspecto, especialmente en el
económico, las condiciones de vida del país, cualesquiera que sean los caminos que para ello se utili-
cen. Frente a esta concepción tan genérica de la noción de fomento, autores como Jordana de Pozas y
Garrido Falla han definido otra, más técnica y estricta a la vez. Así, Jordana de Pozas ha definido el fo-
mento administrativo como la acción de la Administración encaminada a proteger o promover aquellas
actividades, establecimientos o riquezas debidos a los particulares y que satisfacen necesidades públi-
cas o se estiman de utilidad general, sin usar de la coacción ni crear servicios públicos. De esta defini-
ción pueden extraerse las siguientes notas del concepto:

a) Se trata de una actividad o acción protagonizada por la Administración del Estado.

b) Su finalidad es proteger o promover actividades, establecimientos o riquezas.

c) Sus destinatarios son los particulares.

d) Su causa es la satisfacción del interés público que tales actividades deparan.

e) Su carácter se aleja de la coacción, propia de la actividad de policía, y del servicio público,


propio de la actividad administrativa de tal condición.

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Garrido Falla mantiene una pequeña discrepancia en relación al criterio de Jordana de Pozas; para
él la actividad fomentada no ha de ser exclusivamente privada, sino que puede ser actividad de otros
entes públicos. Partiendo de esta base, para Garrido Falla la actividad de fomento es aquella actividad
que se dirige a satisfacer indirectamente ciertas necesidades consideradas de carácter público, prote-
giendo o promoviendo, sin emplear la coacción, las actividades de los particulares o de otros entes pú-
blicos que directamente las satisfacen.

1.2.2. Elementos de la actividad de fomento.

Dice Pellise Prats que la actividad de fomento es una especie del actuar administrativo. Los actos
de fomento constituyen, en consecuencia, una especie dentro del género que es el acto administrativo,
a la que se han de aplicar los principios generales que rigen la materia. Para destacar las especialidades
de tal actividad vamos a exponer sus diversos elementos siguiendo las directrices trazadas por Ballbe.

1. Sujetos. Sujeto activo de la función de fomento es la Administración en su más amplio con-


cepto. Pueden fomentar tanto las personas territoriales (Administración estatal, autonómica,
provincial y municipal), como las no territoriales (corporaciones e instituciones), o sea, en de-
finitiva, todas las personas de Derecho público, siempre que actúen dentro de su competencia.

Sujetos pasivos, según decíamos arriba, lo son todos los administrados, si bien conviene recordar
la opinión de Garrido Falla, sobre la posibilidad de que también lo sean ciertas entidades públicas.

2. Objeto. Pueden serlo en principio cualquiera de los fines de interés público que caigan dentro
de la competencia del órgano, sin limitación de clase alguna. No hay, pues, objetos excluidos
por naturaleza. El objeto más frecuente son medidas económicas, junto a las cuales encontra-
mos igualmente actuación de fomento en materia cultural, espiritual, sanitaria, etc.

3. Contenido. No ocuparemos de este punto con detenimiento en el apartado siguiente.

1.2.3. Clasificación.

Jordana de Pozas ofrece un doble criterio para la clasificación de los medios de fomento:

1. Según la forma de actuación sobre la voluntad de los sujetos fomentados.

2. Según el tipo de ventajas que otorgan.

Entre los primeros hay que encuadrar los positivos, que otorgan ventajas en favor del titular que
se trata de estimular, y los negativos, que a su vez imponen cargas u obstáculos para dificultar por me-
dios indirectos las actividades opuestas a las que se quiere fomentar por la Administración. En el se-
gundo apartado se encuadran medidas de fomento honoríficas, económicas y jurídicas.

a) Dentro de la categoría de los honoríficos podemos situar, de conformidad con Garrido Falla,
cuyas líneas generales del tratamiento de la cuestión seguimos, aquellos medios de fomento
que tienen su base fundamental en el sentimiento del honor y la natural tendencia hacia la dife-
renciación y distinción. Dentro de esta categoría pueden citarse:

1. Los títulos nobiliarios.

2. Las condecoraciones.

5 – 28 Oposiciones
3. Las menciones especiales que se conceden a individuos.

4. El mismo sistema de calificación de exámenes.

b) Las ventajas de carácter económico alcanzan una notable trascendencia en el marco general de
la actividad de fomento.

Jordana de Pozas distingue dentro de este apartado las ventajas económicas de carácter real, que
suponen la prestación de cosas por la Administración a los particulares, y las ventajas de carácter fi-
nanciero, que son aquellas que reciben determinados sujetos, bien porque la Administración acuerde
un desembolso económico en favor de ellos, bien porque les exima de algunas de sus obligaciones de
carácter fiscal. De ahí deduce Garrido la distinción entre auxilios indirectos y auxilios directos. Entre
los primeros hay que situar las exenciones y desgravaciones fiscales y las admisiones temporales; en-
tre los segundos, los anticipos, premios y primas, subsidios y seguro de beneficio industriales.

2. LA ACTIVIDAD ARBITRAL DE LA ADMINISTRACIÓN.

2.1. CONCEPTO.

Es aquella que realiza cuando decide controversias o conflictos entre los administrados sobre de-
rechos privados o administrativos. Así sucede cuando el Jurado Provincial de Expropiación decide so-
bre el justo precio; cuando la autoridad laboral dicta laudos de obligado cumplimiento, etc.

Después de la Constitución de 1978, la actividad administrativa arbitral en su modalidad más


problemática, -siguiendo a Ramón Parada en esta cuestión, la que se ejerce sobre derechos civiles-
ha entrado en fase de liquidación, en parte por falta de una cobertura constitucional. Ese retroceso
sin embargo, se ha compensado con la apertura del mercado de los arbitrajes voluntarios a la Ad-
ministración que diversas leyes especiales (consumo, transporte,...) y la propia Ley de Arbitraje
han estimulado.

2.2. ACTIVIDAD ARBITRAL Y JURISDICCIONES ESPECIALES.

La actividad arbitral de la Administración, se ha manifestado también a través de organismos es-


pecializados que constituyen una especie de jurisdicciones especiales, sin perder nunca la considera-
ción de Administración; de otro modo, no se podría admitir dado el principio de unidad jurisdiccional
que consagra el artículo 117 de la Constitución Española. Así tenemos la actividad arbitral administra-
tiva sobre auxilios y salvamentos y responsabilidades por accidentes marítimos o aéreos (Tribunal Ma-
rítimo Central y Administración Aeronáutica).

2.3. LA ACTIVIDAD ARBITRAL EN LA PROTECCIÓN DE LAS PROPIEDADES ESPECIALES.

En la Ley de Patentes, el procedimiento de otorgamiento e inscripción de éstas, responde al mo-


delo arbitral, en el que la publicidad a que se sujetan la solicitud y el informe sobre el estado de la téc-
nica abre un período de reclamaciones y observaciones de tercero con trámite de réplica del solicitan-
te, que lleva a la concesión de la patente, lo cual se hace sin perjuicio de tercero ni garantía del Estado.
Los conflictos se resuelven por el Registro de la Propiedad Industrial, con posibilidad luego de recurso
contencioso-administrativo.

Oposiciones ENERO 2010 5 – 29


En materia de propiedad intelectual, la actividad registral ante el Registro de la Propiedad Intelec-
tual sigue siendo en cierto modo una actividad arbitral sobre el estado posesorio, en cuanto que se pre-
sume, salvo prueba en contra, que los derechos inscritos existen y pertenecen a su titular en la forma
determinada por el asiento respectivo.

Por otro lado, se establece un arbitraje voluntario creándose una Comisión Arbitral de la Propie-
dad Intelectual de ámbito nacional.

2.4. LOS ARBITRAJES EN LA ADMINISTRACIÓN CORPORATIVA.

La Ley de Colegios Profesionales establece dos modalidades de actividad arbitral:

a) Al procurar los colegios la armonía y colaboración entre los colegiados, impidiendo la compe-
tencia desleal entre los mismos y al intervenir, en vía de conciliación o arbitraje, en las cuestio-
nes que, por motivos profesionales, se susciten entre los colegiados, y

b) Al resolver los conflictos que surjan entre los profesionales colegiados y los clientes.

En las Cámaras Oficiales se recogen funciones arbitrales similares.

2.5. EN MATERIAS Y DERECHOS ADMINISTRATIVOS Y POLÍTICOS.

a) Representantes urbanísticos para repartir cargas y beneficios entre los propietarios de las fincas
de un polígono.

b) En expropiación forzosa, el Jurado Provincial de Expropiación.

c) En el derecho de sufragio, la Administración Electoral.

2.6. EL SERVICIO PÚBLICO: EVOLUCIÓN Y SITUACIÓN ACTUAL.

• LA ADMINISTRACIÓN COMO PRESTADORA DE SERVICIOS.

El interés público no sólo justifica la actuación administrativa por vía de coacción o de fomento,
sino que puede exigir que la Administración aparezca como titular de una actividad fundamentalmente
consistente en proporcionar bienes y servicios a los administrados.

Este tipo de actividad estatal viene a romper el esquema del anterior Estado abstencionista cuya única
misión era la de asegurar el orden público mediante una función de policía, dejando la satisfacción de otras
necesidades de la colectividad al libre juego de las fuerzas sociales. Desde la mitad del siglo XIX a nuestros
días el incremento de esa actividad puede calificarse de impresionante, si bien en esta evolución se descu-
bren etapas que prestan un matiz propio a la Administración de acuerdo con la naturaleza de los servicios y
cometidos que sucesivamente va asumiendo. Pueden en este sentido distinguirse las tres etapas siguientes:

A) La Administración como prestadora de servicios asistenciales.

Son muy diversas las razones que determinaron la asunción por parte de la Administración Pú-
blica de los llamados servicios asistenciales o sociales, es decir, aquellos que garantizan el de-
recho del administrado a la conservación de la vida y la salud y al desarrollo de su personali-
dad: beneficencia, sanidad y educación.

5 – 30 Oposiciones
Debe observarse que la aparición de estos servicios públicos no comportaba necesariamente el
monopolio administrativo de tal tipo de actividad.

B) La Administración como titular de servicios de carácter económico.

Frente a lo que ocurre con los servicios de tipo asistencial, la característica de los que ahora
nos ocupan está en la posibilidad de su explotación económica.

De aquí la dificultad teórica que, durante la vigencia del Estado liberal, había de representar
todo intento de atribución de estos servicios a una Administración Pública, a la que repugnaba
asumir el riesgo empresarial. He aquí por qué la fórmula de la concesión vino a suponer una
solución de compromiso: respetaba la explotación del servicio -en cuanto empresa económica-
en manos de un particular (o concesionario) y simultáneamente establecía el dogma de la titu-
laridad administrativa del servicio (a favor de la Administración concedente).

C) La Administración como gestora de empresas económicas.

Desde un punto de vista material, lo que representa un riguroso cambio en el perfil funcio-
nal de la Administración Pública moderna no es tanto la declaración de titularidad sobre
determinados servicios económicos, cuanto la consagración de la competencia para gestio-
narlos directamente.

Debe reconocerse que ya en la etapa anterior la Administración mantenía en forma excepcio-


nal la explotación directa de determinadas empresas económicas, bien como una herencia de
antiguas propiedades de la Corona bien como simples monopolios fiscales, sin otra justifica-
ción que la de conservar una fuente de ingresos para el Tesoro.

En cambio, la situación es diferente cuando la actuación económica empresarial es asumida


por la Administración movida por razones de interés público. Ahora sí, que puede hablarse de
una auténtica quiebra del sistema tradicional de la relaciones entre el Estado y la economía,
que únicamente ha sido posible como consecuencia de los profundos cambios que ciertas con-
cepciones políticas han experimentado en los últimos 50 años.

2.6.1. La noción de servicio público.

En la exposición de la teoría tradicional del servicio público la doctrina ha dudado entre un con-
cepto amplio y un concepto estricto.

Es la doctrina francesa -y en especial la llamada «escuela realista», de la que es fundador Duguit-


la que propone un concepto amplio del servicio público. Toda actuación administrativa deviene así en
actuación de servicio público.

Pero hay una parte de la doctrina que se ha propuesto el problema de una definición estricta del
término. Al igual que Jordana de Pozas, Garrido Falla entiende que, frente a la actividad administrativa
por vía de coacción o mediante medidas de fomento, existe una actividad de prestación dirigida a pro-
porcionar utilidad a los particulares, que viene impuesta por razones de interés público.

La única cuestión a debatir será entonces la relativa a cuándo se dan estas razones de interés pú-
blico. Pero esta cuestión es más política que jurídica, por lo que su apreciación está condicionada a las
ideas vigentes en un período determinado.

Oposiciones ENERO 2010 5 – 31


El concepto de servicio público en este sentido estricto tiene unas características propias que se
resumen en las siguientes notas:

1. Viene a sistematizar aquella parte de la actuación administrativa que se concreta en prestacio-


nes ofrecidas al público por la Administración a través de una organización montada por razo-
nes de interés público.

2. No comprende las explotaciones que conserva el Estado en sus manos única y exclusivamente
por razones fiscales.

3. No prejuzga el carácter público o privado del régimen jurídico al que está sometida esta situa-
ción administrativa.

2.6.2. La crisis de la noción de servicio público.

La noción amplia de servicio público ofrecía un riesgo evidente para la propia suerte del concep-
to: cualquier cambio en al estructura del Derecho Administrativo -con el que genéricamente se hacía
coincidir el régimen de servicio público- podría determinar un desajuste entre ambos términos, y esto
es lo que ha venido a ocurrir por consecuencia principal de una Administración que se convierte en
gestora de empresas y actividades de carácter mercantil e industrial.

Un sector de la doctrina española propone una revisión a fondo de conceptos. Según Villar Palasí,
con la aparición de la actividad administrativa en el campo económico, junto a la policía, fomento y
servicio público es preciso introducir y añadir un nuevo concepto: la noción de gestión económica.

Frente a la prestación de servicios, esta última tiene su justificación en la aparición de una activi-
dad administrativa de «dación de bienes al mercado».

Supuesto que la distinción propuesta entre servicio público y gestión económica no tiene la trascen-
dencia jurídica de delimitar la aplicación del régimen jurídico público del privado (pues hay servicios pú-
blicos que se gestionan con sujeción a las reglas del Derecho privado y, viceversa, en el momento de es-
tablecer algunas de sus explotaciones económicas la Administración recurre a medios exorbitantes del
Derecho común), resulta rigurosamente inútil acudir a ella como criterio técnico-jurídico. Más interesan-
te puede ser, en cambio, de una parte, subrayar el valor sustancial e informador del concepto de servi-
cio público; de otra, recordar que la totalidad de la actividad prestadora del Estado puede desarrollarse
bien sometida a un régimen de Derecho público, bien a un régimen jurídico-privado.

3. ESPECIAL EXAMEN DE LAS FORMAS DE GESTIÓN DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS.

La teoría clásica del Derecho Administrativo se planteaba el problema de los «modos de gestión
del servicio público». Ante la nueva expansión de la actividad administrativa, esta teoría tiene que ser
necesariamente ampliada, de tal suerte que dé cabida a cualquiera de las formas en que las Administra-
ciones Públicas desarrollan sus actividades de prestación, tengan o no éstas carácter de servicio públi-
co. Asimismo, en la enumeración que se realiza se mezclan indistintamente formas jurídicas típicas del
Derecho Administrativo con formas jurídico-privadas, lo que evidentemente repercute en el régimen
jurídico que regula sus relaciones con los administrados.

El criterio de clasificación que se emplea tiene en cuenta, ante todo, la participación más o menos
directa que la Administración tiene en la gestión de la actividad o servicio.

5 – 32 Oposiciones
A) Gestión directa por la Administración:

1.º Gestión indiferenciada sin órgano especial.

2.º Establecimiento o empresa propia sin personalidad.

3.º Como servicio público personificado.

4.º En forma de sociedad privada.

B) Gestión indirecta a través de:

1.º Concesión.

2.º Arrendamiento.

3.º Concierto.

C) Gestión mixta:

1.º En «gestión interesada».

2.º Como sociedad de economía mixta.

Según el artículo 156 de la LCAP son modalidades de la contratación:

a) La concesión, por la que el empresario gestionará el servicio a su riesgo y ventura.

b) La gestión interesada, en cuya virtud la Administración y el empresario participarán en los re-


sultados de la explotación del servicio en la proporción que se establezca en el contrato.

c) El concierto con persona natural o jurídica que venga realizando prestaciones análogas a las
que constituyen el servicio público de que se trate.

d) La sociedad de economía mixta en la que la Administración participe, por sí o por medio de


una entidad pública, en concurrencia con personas naturales o jurídicas.

Por lo demás, hay que advertir que se da una relativa adecuación entre la naturaleza del servicio o
actividad que se presta y la forma de gestión empleada; así, mientras la concesión sólo es posible en
los servicios de naturaleza económica, en cambio los de tipo asistencial postulan la gestión directa. Pe-
ro queda siempre un margen de discrecionalidad en manos de la Administración que, a la hora de orga-
nizar un servicio, suele poder elegir entre varias de las fórmulas indicadas.

3.1. EXAMEN DE LA GESTIÓN DIRECTA.

Las formas de gestión directa son aplicables tanto a los servicios asistenciales como a los servi-
cios económicos. Ahora bien, así como en relación con los primeros surgió como una consecuencia ló-
gica de la asunción administrativa del servicio, en cambio, en materia de servicios económicos, han
obtenido su consagración legal muy recientemente. Hay que distinguir las siguientes modalidades:

Oposiciones ENERO 2010 5 – 33


3.1.1. Gestión indiferenciada.

La actividad de prestación de la Administración Pública se realiza en muchos casos a través de los


órganos ordinarios que constituyen la burocracia administrativa. Es esta la forma que el Derecho Ad-
ministrativo francés bautizó con el nombre de explotación en regie.

Cuando el servicio tiene un carácter económico, la inadecuación de esta fórmula parece resultar
obvia, pues, en general, la organización burocrática no ha surgido en el Estado moderno para realizar
actividades de esta especie, por lo que puede mostrarse torpe y lenta en el desempeño de tal cometido.
No obstante, se encuentran casos en que está justificada su utilización, bien por el pequeño volumen
de la inversión a realizar, o porque en la producción de bienes que constituyan su finalidad esté, en
principio, descartada toda idea de beneficio económico. Es el caso de los «servicios de publicaciones»
que algunos departamentos de la Administración Central tienen establecido.

A falta de una previsión expresa en contrario, hay que entender que la Administración Central go-
za de una cierta discrecionalidad en la utilización de esta fórmula. Sin embargo, no ocurre así en la es-
fera de la Administración Local, donde la ley limita estrechamente -por reconocer la inadecuación de
principio que antes se señaló- los casos de servicios de carácter económico que pueden ser gestionados
de este modo.

3.1.2. Establecimiento o empresa propia sin personalidad.

Lo característico en esta forma de gestión está en que, no obstante realizarse una actividad directa-
mente imputable a una Administración Pública, existe un principio de diferenciación que determina la apa-
rición de unos órganos de gestión distintos de los encuadrados en la común organización burocrática.

Puede afirmarse que esta diferenciación es una consecuencia natural postulada por el carácter téc-
nico de la actividad prestadora de la Administración Pública; ahora bien, según se trate de la presta-
ción de un servicio asistencial o de un servicio o actividad económica, la exigencia de diferenciación
dará lugar a un establecimiento propio o una empresa propia. La Ley de Entidades Estatales Autóno-
mas -hoy derogada- incluía estas empresas y establecimientos, cuando manejen fondos propios, en su
ámbito de vigencia, y entre los denominados «servicios administrativos sin personalidad jurídica» pero
con autonomía financiera.

En la esfera estatal, el establecimiento propio constituye una forma muy usual de prestar servicios
asistenciales: así, la enseñanza media oficial se imparte en España a través de los Institutos Nacionales de
Enseñanza Media, que tienen este carácter. En cambio, la empresa propia no suele ser tan frecuente.

En la esfera local, junto a los clásicos establecimientos asistenciales (por ejemplo, escuelas muni-
cipales), las empresas propias encuentran un amplio acomodo en la fórmula que legalmente se deno-
mina de «gestión por la Corporación con órgano especial de Administración».

3.1.3. El servicio público personificado.

El movimiento descentralizador alcanzó a la organización misma de los servicios públicos, pro-


pugnándose como adecuada fórmula de gestión la de su personificación.

El servicio público personificado, una vez delimitado con respecto a las demás personas jurídicas
públicas, queda reducido a estas dos especies de entidades:

5 – 34 Oposiciones
1.ª Establecimientos autónomos con personalidad jurídica propia prestadores de servicios asisten-
ciales (por ejemplo, una Universidad).

2.ª Empresas públicas que gestionan servicios o actividades de carácter económico sin someterse
a las formas jurídico-mercantiles (la RENFE), por lo que no han de confundirse con las deno-
minadas legalmente «empresas nacionales».

3.ª Agencias Estatales, creadas por Ley 28/2006, de 18 de julio, que se configuran como entida-
des de Derecho Público con personalidad jurídica propia.

Nuestra legislación local conoce esta forma de gestión de servicios públicos bajo la denominación
de «fundación pública del servicio».

3.1.4. En forma de sociedad privada.

Como un correctivo a la absorbente extensión de la actividad administrativa debe anotarse el fe-


nómeno de la frecuente sumisión de ésta a formas jurídico-privadas. Nótese que la afirmación que
acaba de hacerse no se refiere al tipo de régimen jurídico a que en estos casos están sometidas las rela-
ciones entre Administración y administrados, sino que apunta a una cuestión anterior: la de la forma
organizativa (una forma jurídico-privada) que la Administración adopta para actuar.

Dice Garrido Falla que la relación entre la Administración Pública y las sociedades privadas por
ella creadas no es de tipo orgánico, sino que se explica como cualquier relación entre un propietario y
la cosa que le pertenece. Estas sociedades no son el Estado (o la provincia o el municipio), sino que
son poseídas por él.

Más delicado resulta, en cambio, el problema de explicar la posibilidad de estas sociedades, cuyo
carácter mercantil es evidente, constituidas por un solo socio. El choque con la concepción tradicional
de nuestro Derecho positivo se produce a la vista del artículo 116 del Código de Comercio, que requie-
re dos o más personas para que pueda constituirse una sociedad. Sin embargo, la realidad de las socie-
dades en manos públicas justificó la excepción que se recoge en la Ley de Sociedades Anónimas, per-
mitiendo la sociedad de un solo socio.

Por lo que se refiere a las empresas estatales en forma de sociedad privada, han sido muchas las
que en los últimos tiempos se han constituido con capital íntegramente público. La variable terminolo-
gía utilizada se unifica, desde el punto de vista legal, a partir de la LEEA, que consagró la denomina-
ción de «empresas nacionales», entendiendo por tales las «creadas por el Estado, directamente o a tra-
vés de organismos autónomos, para la realización directa de actividades industriales, mercantiles, de
transporte, u otras análogas de naturaleza y finalidades predominantemente económicas» (art. 4), y a
través precisamente de la forma de sociedades anónimas de fundación simultánea a su creación.

En la esfera local el problema se complica al preverse en la legislación específica la utilización, junto


a la empresa con forma de sociedad anónima, de la sociedad mercantil de responsabilidad limitada.

3.2. MODALIDADES DE LA GESTIÓN INDIRECTA.

Nuestra terminología legal ha empleado con cierta frecuencia la expresión «arrendamiento» para
referirse a supuestos en que un particular o una persona jurídica privada se encargan de la gestión de
una actividad económica cuya titularidad está atribuida a la Administración. Así, se hablaba de la
Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos (CAMPSA) o de la Compañía Arrendataria de Ta-
bacos (hoy Tabacalera, S.A.), actualmente reconvertidas.

Oposiciones ENERO 2010 5 – 35


Los inciertos límites que separan esta figura de la concesión de servicios públicos han sido, sin em-
bargo, reactualizados por el vigente RSCL que con el afán sistemático que le caracteriza clasifica así las
formas de gestión indirecta de los servicios públicos locales: concesión, arrendamiento y concierto. Sin
embargo, la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas no hace alusión al arrendamiento.

Examinaremos, en primer lugar, el arrendamiento y el concierto, para referirnos luego, con más
detenimiento, a la concesión.

3.2.1. El arrendamiento.

Puede que la distinción entre la concesión y el arrendamiento estuviese justificada en una época
en que la actividad administrativa de servicio público y la gestión de actividades económicas con fines
fiscales comportaba también una distinción entre el régimen jurídico (público o privado) aplicable a
cada tipo de actividad. Hoy, sin embargo, cuando esta dualidad jurídica ha perdido sus contornos pre-
cisos, ha de resultar más problemática la distinción entre concesión y arrendamiento.

Por lo que se refiere a los arrendamientos por particulares de monopolios fiscales creados por el Es-
tado, es evidente una evolución que ha acabado virtualmente con la figura jurídica del arrendamiento.

El artículo 138 del RSCL afirma que «las Corporaciones Locales podrán disponer la prestación de
los servicios mediante arrendamiento de las instalaciones de su pertenencia». Pero, como dice Garrido
Falla, una de dos: o lo que se contrata es la gestión del servicio, y en tal caso estamos ante el supuesto
propio de la concesión, o el objeto del arrendamiento son las instalaciones, y en tal caso no nos encon-
tramos ante una forma de gestión de servicios, sino ante un contrato de arrendamiento de bienes, cuyo
carácter administrativo puede venir impuesto por el fin a que los mismos se destinen.

En resumen, el arrendamiento, como figura independiente dentro de las formas de gestión de los
servicios públicos se hace cada vez más cuestionable, y el Real Decreto Legislativo 2/2000, de 16 de
junio, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley de Contratos de las Administraciones Públi-
cas no le da cabida en su sistemática.

3.2.2. El concierto.

La configuración legal de esta forma de gestión de los servicios públicos se debe también al RS-
CL. De acuerdo con su artículo 143, «las Corporaciones Locales podrán prestar los servicios de su
competencia mediante concierto con otras entidades públicas o privadas y con los particulares, utili-
zando los que unas u otros tuvieran establecidos, sin que el concierto origine nueva persona jurídica
entre los mismos».

La diferencia con la figura típica de la concesión se encuentra en que la Corporación Local, no


habiendo establecido por sí servicios de su competencia, cuya necesidad incluso puede venir impuesta
como obligación legal, aprovecha la circunstancia de servicios destinados a la misma finalidad, pero
en manos de otras entidades públicas o de particulares. Se desprenden de aquí los siguientes rasgos ca-
racterísticos del concierto:

1.º El servicio se presta por entidad distinta de la Corporación legalmente obligada al mismo.

2.º Se trata, como regla general, de servicios asistenciales, por tanto no concesionables, estando
aquí cabalmente la justificación del concierto.

5 – 36 Oposiciones
3.º Según nuestro Derecho, el concierto es una relación provisional, por lo que está sometido a un
plazo no muy amplio de duración, que se presume es suficiente para que la Corporación Local
establezca por sí misma el servicio.

La aceptación con carácter general de la figura del concierto que ha venido a hacer la LCAP abre
nuevas perspectivas. En su artículo 156 c), incluye la LCAP, entre las modalidades de la contratación
de los servicios públicos, el «concierto con persona, natural o jurídica, que venga realizando prestacio-
nes análogas a las que constituyen el servicio público de que se trate». Muchas de las formas de co-
operación pactadas en la prestación de servicios públicos (por ejemplo, del Estado con Corporaciones
Locales en materia de enseñanza) e incluso -aunque más dudosamente- de convenios con particulares
para alcanzar fines de interés público (por ejemplo, en materia de repoblación forestal o de desarrollo
económico), podrían explicarse siguiendo el esquema lógico de este tipo de contrato.

3.2.3. La concesión. Régimen jurídico.

3.2.3.1. Concepto.

La más típica de las formas de gestión indirecta de los servicios públicos está constituida por la
concesión. Aquí la Administración, permaneciendo titular del servicio, encomienda su explotación a
un particular que corre con los riesgos económicos de la empresa. Esto supone obviamente un acuerdo
previo entre Administración y concesionarios que se obtiene, al menos en nuestro Derecho, a través
del mecanismo contractual [art. 156 a) de la LCAP].

La concesión representa la forma típica de explotación de los servicios económicos o industriales


en el Estado liberal. De una parte, esta escisión entre titularidad y explotación del servicio que la con-
cesión significa sólo es posible en aquellos servicios que suponen una explotación económica, de la
que se hace cargo el concesionario, que obtiene como retribución de su actividad el producto de las ta-
rifas o precios pagados por los usuarios; de otra, son los dogmas en que el Estado liberal se apoyaba
los que determinan una total escisión, dada la repugnancia, tanto política como económica, que el Es-
tado empresario provocaba.

3.2.3.2. Naturaleza jurídica.

Nuestro Derecho positivo suele emplear tradicionalmente para la concesión de los servicios públicos
el mecanismo del contrato: el acto administrativo de concesión viene a ser entonces la prestación a que
una de las partes contratantes -la Administración- se obliga. Por lo demás, siendo el objeto de este contra-
to un servicio público, el carácter administrativo de tal contrato queda fuera de toda duda. La LCAP
incluye a la concesión entre las modalidades del contrato de gestión de servicios públicos (art. 156).

3.2.3.3. El objeto de la concesión.

El objeto de la concesión de servicio público está obviamente constituido por la transferencia que
a favor del particular se realiza de las facultades para la gestión del servicio. Es el hecho de que el fun-
cionamiento del servicio dependa, entonces, de la actividad del contratista, el que determina la natura-
leza administrativa de este contrato.

3.2.3.4. La situación del concesionario.

La situación del concesionario está determinada, de una parte, por las cláusulas del contrato de
concesión; de otra, por los reglamentos dictados unilateralmente por la Administración para la orga-

Oposiciones ENERO 2010 5 – 37


nización del servicio. A unas y otros habrá que estar, pues, en cada caso concreto. Con todo, es posi-
ble señalar con carácter general los rasgos esenciales que califican la situación del concesionario.
Son éstos:

1.º La Administración dispone de un poder originario para controlar el servicio concedido y ha-
cer que se preste en las condiciones reglamentarias. Es originario, en el sentido de que se
presume, sin necesidad de que aparezca expresamente consagrado en alguna de las cláusulas
concesionales.

2.º El personal adscrito al funcionamiento del servicio concedido no tiene carácter de funcionario
público, su relación, pues, es estrictamente laboral y sujeta al Derecho privado.

3.º El concesionario dispone de poderes de policía delegados para hacer cumplir a los usuarios los
reglamentos que regulan el servicio. Viceversa, y en cuanto el reglamento obliga tanto al con-
cesionario como a los usuarios, éstos pueden denunciar a la Administración las infracciones
cometidas por aquél.

A su vez, estas facultades del concesionario presuponen la potestad de la Administración de


reglamentar el servicio, es decir, de someter a sus normas tanto al concesionario como a los
usuarios.

4.º La Administración conserva la facultad de controlar las tarifas de utilización del servicio. La
consecuencia práctica es la siguiente: el concesionario no puede modificar las tarifas del servi-
cio sin el consentimiento de la Administración; en cambio, ésta puede provocar unilateralmen-
te una modificación de la tarifa.

5.º La situación del concesionario de servicios públicos es temporal. Ni la perpetuidad podría pre-
sumirse a falta de cláusula expresa, ni si ésta existiese consagrándola podría tenerse por váli-
da. En último término, incluso habría que admitir que cualquier plazo establecido está supedi-
tado a que se acuerde anticipadamente el rescate del servicio. Esto exige que nos refiramos a
dos típicas instituciones que pueden provocar la terminación del contrato de concesión de ser-
vicios: la reversión y el rescate.

a) La reversión constituye una forma normal de extinción del contrato de concesión por el
cual fue otorgado. Nuestra legislación administrativa del siglo XIX acostumbraba a estable-
cer dicho plazo en 99 años, actualmente fijado en 50, 25 ó 10 años, dependiendo del tipo de
servicio público concedido (art. 157 de la LCAP). Pero, desde los supuestos del Estado mo-
derno, donde la prescripción a favor de particulares de la titularidad de una fundación o ser-
vicio público es inconcebible, los plazos se modulan atendiendo a preocupaciones diversas,
e incluso los efectos de la reversión no son siempre los mismos, existiendo, entre otros, la
tradicional exigencia de que las obras e instalaciones hayan de revertir también necesaria-
mente a la Administración concedente.

b) En cuanto al rescate, constituye una forma excepcional de terminación del contrato de con-
cesión, que tiene su fundamento en la potestad exorbitante que a la Administración puede
concederse para acortar el plazo estipulado. Estamos aquí en presencia de una forma de ex-
propiación posible para la entidad concedente, como regla general, que llevará consigo una
indemnización a favor del concesionario.

6.º El servicio concedido ha de prestarse precisamente por el concesionario; pero éste podrá
transmitir o ceder sus derechos, previa autorización administrativa.

5 – 38 Oposiciones
7.º El concesionario puede beneficiarse del empleo a su favor de prerrogativas administrati-
vas. Aparte de la utilización de poderes exorbitantes que, en cuanto gestor de un servicio
público, puede emplear contra los usuarios del mismo (por ejemplo, vía de apremio para la
exacción de multas o tarifas), es posible también el empleo de estos procedimientos con re-
lación a terceros.

8.º La Administración dispone de una potestad sancionadora sobre el concesionario. Su funda-


mento es la necesidad de que la Administración disponga de medios propios para reclamar al
concesionario la prestación del servicio de acuerdo con las normas impuestas.

4. AYUDAS Y SUBVENCIONES PÚBLICAS.

4.1. CLASES.

Las subvenciones pueden clasificarse en atención a cuatro criterios fundamentales:

a) Por razón de los sujetos.

b) Por la finalidad perseguible.

c) Por las formas que reviste el auxilio.

d) Por la forma de determinar el quantum de la subvención.

a) Por razón de los sujetos. Pueden ser del Estado, de las Corporaciones Locales y de las demás
personas jurídico-públicas, y pueden otorgarse a personas de Derecho privado o particulares y
a favor de Entidades públicas de rango inferior o secundario respecto al concedente.

b) Por la finalidad perseguible. Pueden ser:

1.º De fomento.

2.º De indemnización.

3.º De intervención.

4.º Subvención-premio.

5.º Subvenciones para flexibilizar el gasto (subvención-dotación, subvención-transferencia y


subvención-consignación).

c) Por las formas que reviste el auxilio. Pueden ser directas e indirectas, caracterizadas las últi-
mas porque su montante no puede ser estrictamente determinado sino con relación a un mo-
mento posterior.

d) Por la forma de determinar el quantum de la subvención. Pueden ser generales (se fijan sin
atender al estado económico de la entidad beneficiaria), de financiación y de cobertura de défi-
cit, que admiten a su vez diversas especificaciones.

Oposiciones ENERO 2010 5 – 39


4.2. REGULACIÓN Y OBJETIVOS.

El día 18 de noviembre de 2003 fue objeto de publicación en el Boletín Oficial del Estado la Ley
38/2003, de 17 de noviembre, General de Subvenciones, que entró en vigor el 18 de febrero de 2004 y que,
posteriormente, fue desarrollada por el RD 887/2006, de 21 de julio, por el que se aprueba el Reglamento
de Ejecución, con 101 artículos y 4 Títulos, además del Título Preliminar. Esta Ley traslada los principios
rectores de la Ley de Estabilidad Presupuestaria integrándose en el conjunto de medidas y reformas ten-
dentes al perfeccionamiento y racionalización de nuestro sistema económico que se han venido instrumen-
tando en los últimos tiempos. Como objetivo, la Ley de Subvenciones busca asignar correctamente una
buena parte del gasto público a la vez que centra los esfuerzos en la mejora de la protección social y de
las políticas de gasto que favorecen la creación de empleo y el crecimiento económico. Los principios
generales que rigen esta Ley son los mismos que caracterizan la Ley General de Estabilidad, en la que se
enmarca. Estos principios son la igualdad, la publicidad, la transparencia, la objetividad y la eficacia.

Su regulación, antes de esta Ley, se recogía en los artículos 81 y 82 de la Ley General Presupues-
taria de 1988 (derogados por la Ley 38/2003). La importancia de este ámbito del gasto público y su re-
gulación dentro de una Ley hacían necesario crear un régimen jurídico propio, que sin duda mejorará
la gestión y el control de las subvenciones, lo que incrementará de este modo su eficacia.

El ámbito de aplicación de la Ley es el Estado y las Corporaciones Locales. Por otro lado, hay una
serie de artículos que tienen carácter básico, es decir, que afectan a las Comunidades Autónomas. Se trata
sobre todo de los artículos que hacen referencia a los principios y a las definiciones generales del ámbito
de las subvenciones. Con esto, la Ley pretende crear un marco general ahora inexistente, que respetando
el ámbito de actuación de las Comunidades Autónomas en el terreno de las subvenciones, permita una
mayor eficacia de todas las Administraciones Públicas. En este sentido, la Ley incluye la creación de una
base de datos nacional en la que figurarán todas las subvenciones que concedan las Administraciones Pú-
blicas, lo que llevará a una mayor coordinación entre el Estado y las Comunidades Autónomas.

La compatibilidad de la creciente importancia, tanto cuantitativa como cualitativa, de las políticas


de subvenciones, con la actual orientación de la política presupuestaria, exige asignaciones cada vez
más eficaces y eficientes en esta modalidad de gasto, resultando necesario adecuar y modernizar los
instrumentos que el ordenamiento jurídico pone a disposición de la Administración. Es en este ámbito
en el que adquieren especial relevancia las mejoras introducidas por la Ley en la gestión y seguimiento
de las subvenciones, la corrección de las insuficiencias normativas y el control y prevención de las
conductas fraudulentas.

La consecución de una Administración subvencionadora moderna y eficaz, que realice una asig-
nación eficiente de los recursos, garantizando en todo momento la observancia de los derechos de los
particulares en la actuación administrativa, constituye la finalidad esencial perseguida por la norma.

Otro de los objetivos esenciales que persigue la Ley es el de garantizar un tratamiento homogéneo
de la relación jurídica subvencional. Este tratamiento homogéneo resulta necesario en la medida en
que la actividad subvencional canaliza una parte cada vez más importante de la actividad financiera
del sector público con el objeto de dar respuesta, con medidas de apoyo financiero, a las demandas so-
ciales y económicas de la sociedad.

En consecuencia, la ordenación de un régimen jurídico común que garantice un trato igualitario a


los particulares en esta materia, cualquiera que sea la Administración actuante, se revela como una de
las finalidades prioritarias de la Ley. Al servicio de esta finalidad, la Ley incorpora un núcleo normati-
vo de carácter básico por medio del cual se regula el conjunto de derechos y obligaciones del percep-
tor de subvenciones que conforman su estatuto jurídico básico.

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Además, la Ley establece que los órganos que conceden subvenciones deberán elaborar Planes
Estratégicos en los que se definan objetivos, plazos, costes, fuentes de financiación y prioridades de
las subvenciones concedidas. En aras de aumentar la transparencia de las subvenciones, el texto de la
Ley establece que las Administraciones que concedan una subvención deberán hacerla pública y de
forma detallada en el órgano oficial correspondiente.

La Ley introduce también importantes novedades en lo que se refiere a la seguridad jurídica, ya


que incorpora el estatuto jurídico de los beneficiarios, donde se incluyen sus derechos y obligaciones,
lo que aumenta las garantías y la seguridad jurídica de los perceptores de subvenciones. Por último,
entre las novedades destacan nuevos mecanismos para agilizar el proceso de concesión de subvencio-
nes, como es el establecimiento de una fase de preevaluación de solicitudes, de modo que en la fase
definitiva, de evaluación, sólo estén los solicitantes que hayan cumplido los requisitos administrativos.
Además, los beneficiarios no tendrán que aportar documentos que ya tenga la Administración y la pre-
sentación de solicitudes y su tramitación administrativa podrá hacerse por vía telemática.

Dentro del cuerpo normativo se distinguen 5 grandes bloques temáticos, que responden a los 5 tí-
tulos en los que se estructura la Ley.

El primero de ellos contiene disposiciones generales y se refiere al ámbito de aplicación de la


Ley, destacando como elemento diferenciador de la figura de la subvención de otras análogas, la afec-
ción de los fondos entregados al cumplimiento de un objetivo. Se incluyen igualmente los principios
generales a los que debe someterse la actividad subvencional así como su necesaria planificación, se
completa la regulación de los perceptores de subvenciones, ya sea como beneficiarios o como entida-
des colaboradoras, y se adecua el contenido necesario de las bases reguladoras de la subvención.

El segundo se ocupa de regular los procedimientos de concesión. Partiendo de la necesidad de


compatibilizar las exigencias del rigor presupuestario con los principios de concurrencia y objetividad
que rigen la actividad subvencional, la Ley configura el procedimiento de concurrencia competitiva
como el procedimiento general de concesión.

Un tercer grupo se ocupa de regular el reintegro de subvenciones como la consecuencia inmedia-


ta, aunque no única, del incumplimiento por parte de los preceptores de sus compromisos asumidos,
modulando la cuantía a reintegrar en función de la trascendencia cuantitativa y cualitativa del incum-
plimiento, y regulando los procedimientos para su exigencia y los regímenes de responsabilidades.

El cuarto bloque normativo regula el control financiero de subvenciones, con el objetivo de confi-
gurar un control eficaz y garante de los derechos de los beneficiarios y entidades colaboradoras.

El último de los grandes apartados en los que se estructura la Ley se encarga de regular el régi-
men de infracciones y sanciones administrativas en materia de subvenciones que opere como elemento
desincentivador de conductas fraudulentas que perjudiquen la consecución de los fines públicos perse-
guidos por las políticas de gasto público subvencional.

4.3. LA COMPETENCIA PARA EL OTORGAMIENTO DE SUBVENCIONES.

Los Ministros y los Secretarios de Estado en la Administración General del Estado y los presiden-
tes o directores de los organismos públicos y demás entidades que tengan que ajustar su actividad al
derecho público son los órganos competentes para conceder subvenciones, en sus respectivos ámbitos,
previa consignación presupuestaria para este fin.

Oposiciones ENERO 2010 5 – 41


No obstante lo dispuesto en el apartado anterior, para autorizar la concesión de subvenciones de
cuantía superior a 12 millones de euros será necesario acuerdo del Consejo de Ministros o, en el caso
de que así lo establezca la normativa reguladora de la subvención, de la Comisión Delegada del Go-
bierno para Asuntos Económicos. La autorización no implicará la aprobación del gasto, que, en todo
caso, corresponderá al órgano competente para la concesión de la subvención.

Las facultades anteriores para conceder subvenciones podrán ser objeto de desconcentración, me-
diante Real Decreto acordado en Consejo de Ministros.

La competencia para conceder subvenciones en las corporaciones locales corresponde a los órga-
nos que tengan atribuidas tales funciones en la legislación de régimen local.

4.4. OBLIGACIONES DEL BENEFICIARIO (ART. 14).

• Cumplir el objetivo, ejecutar el proyecto, realizar la actividad o adoptar el comportamiento que


fundamenta la concesión de las subvenciones.

• Justificar ante el órgano concedente o la entidad colaboradora, en su caso, el cumplimiento de


los requisitos y condiciones, así como la realización de la actividad y el cumplimiento de la fi-
nalidad que determinen la concesión o disfrute de la subvención.

• Someterse a las actuaciones de comprobación.

• Comunicar al órgano concedente o la entidad colaboradora la obtención de otras subvenciones,


ayudas, ingresos o recursos que financien las actividades subvencionadas.

• Acreditar con anterioridad a dictarse la propuesta de resolución de concesión que se halla al co-
rriente en el cumplimiento de sus obligaciones tributarias y frente a la Seguridad Social.

• Disponer de los libros contables, registros diligenciados y demás documentos.

• Conservar los documentos justificativos de la aplicación de los fondos recibidos.

• Adoptar las medidas de difusión contenidas en el apartado 4 del artículo 18 de esta Ley.

• Proceder al reintegro de los fondos percibidos en los supuestos contemplados en la Ley.

4.5. PROCEDIMIENTO DE CONCESIÓN (ART. 22).

El procedimiento ordinario de concesión de subvenciones se tramitará en régimen de concurren-


cia competitiva. Tendrá la consideración de concurrencia competitiva el procedimiento mediante el
cual la concesión de las subvenciones se realiza mediante la comparación de las solicitudes presenta-
das, a fin de establecer una prelación entre las mismas de acuerdo con los criterios de valoración pre-
viamente fijados en las bases reguladoras y en la convocatoria, y adjudicar, con el límite fijado en la
convocatoria dentro del crédito disponible, aquellas que hayan obtenido mayor valoración en aplica-
ción de los citados criterios. La propuesta de concesión se formulará al órgano concedente por un ór-
gano colegiado a través del órgano instructor. La composición del órgano colegiado será la que esta-
blezcan las correspondientes bases reguladoras.

Excepcionalmente, siempre que así se prevea en las bases reguladoras, el órgano competente pro-
cederá al prorrateo, entre los beneficiarios de la subvención, del importe global máximo destinado a
las subvenciones.

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Podrán concederse de forma directa las siguientes subvenciones:

• Las previstas nominativamente en los Presupuestos Generales del Estado, de las comunidades
autónomas o de las entidades locales.

• Aquellas cuyo otorgamiento o cuantía venga impuesto a la Administración por una norma de
rango legal, que seguirán el procedimiento de concesión que les resulte de aplicación de acuer-
do con su propia normativa.

• Con carácter excepcional, aquellas otras subvenciones en que se acrediten razones de interés
público, social, económico o humanitario, u otras debidamente justificadas que dificulten su
convocatoria pública.

El plazo máximo para resolver y notificar los procedimientos de concesión de subvenciones será
de 6 meses, salvo que una norma con rango de ley establezca un plazo mayor o así venga previsto en
la normativa de la Unión Europea. El plazo se computará a partir de la publicación de la correspon-
diente convocatoria, salvo que la misma posponga sus efectos a fecha posterior.

Los interesados entenderán desestimadas por silencio administrativo sus solicitudes transcurrido
el plazo máximo sin que se haya dictado y notificado resolución legítima a aquéllos (art. 25).

4.6. REINTEGRO DE LA SUBVENCIÓN (ART. 37).

Además de las causas de invalidez previstas en el artículo 36; son causas de reintegro, las previs-
tas en el artículo 37, entre las que destacan las siguientes:

• Obtención de la subvención falseando las condiciones requeridas para ello u ocultando aquellas
que lo hubieran impedido.

• Incumplimiento total o parcial del objetivo, de la actividad, del proyecto o la no adopción del
comportamiento que fundamentan la concesión de la subvención.

• Incumplimiento de la obligación de justificación o la justificación insuficiente.

• Incumplimiento de la obligación de adoptar las medidas de difusión.

El plazo máximo para resolver y notificar la resolución del procedimiento de reintegro será de
12 meses desde la fecha del acuerdo de iniciación, produciéndose la caducidad del mismo transcurrido
aquél sin que se haya notificado resolución expresa.

4.7. EL CONTROL FINANCIERO.

El control financiero de subvenciones se ejercerá respecto de beneficiarios y, en su caso, entida-


des colaboradoras por razón de las subvenciones de la Administración General del Estado y organis-
mos y entidades vinculados o dependientes de aquélla, otorgadas con cargo a los Presupuestos Gene-
rales del Estado o a los fondos de la Unión Europea (art. 44.1). Se verificará: la adecuada y correcta
obtención de la subvención por parte del beneficiario; el cumplimiento por parte de beneficiarios y

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entidades colaboradoras de sus obligaciones en la gestión y aplicación de la subvención; la adecuada
y correcta justificación de la subvención por parte de beneficiarios y entidades colaboradoras; la rea-
lidad y la regularidad de las operaciones que, de acuerdo con la justificación presentada por beneficia-
rios y entidades colaboradoras, han sido financiadas con la subvención; la adecuada y correcta finan-
ciación de las actividades subvencionadas y la existencia de hechos, circunstancias o situaciones no
declaradas a la Administración por beneficiarios y entidades colaboradoras y que pudieran afectar a la
financiación de las actividades subvencionadas, a la adecuada y correcta obtención, utilización, disfru-
te o justificación de la subvención, así como a la realidad y regularidad de las operaciones con ella fi-
nanciadas.

La competencia para el ejercicio del control financiero de subvenciones corresponderá a la In-


tervención General de la Administración del Estado, sin perjuicio de las funciones que la Constitu-
ción y las Leyes atribuyan al Tribunal de Cuentas y de lo dispuesto para el régimen jurídico de las
subvenciones financiadas con cargo a fondos de la Unión Europea previsto en el artículo 6.º de la
Ley (art. 44.3).

El procedimiento de control financiero será el establecido en el artículo 49 y siguientes de la


Ley 38/2003.

4.8. INFRACCIONES Y SANCIONES.

Constituyen infracciones administrativas en materia de subvenciones las acciones y omisiones


tipificadas en los artículos 56 a 58 (leves, graves y muy graves) y serán sancionables incluso a título
de simple negligencia, mediante la imposición de sanciones pecuniarias y, cuando proceda, de san-
ciones no pecuniarias. Las sanciones pecuniarias podrán consistir en multa fija o proporcional (art.
59.1 y 2).

Una infracción leve es, por ejemplo, la presentación fuera de plazo de las cuentas justificativas de
la aplicación dada a la subvención, o la presentación de cuentas justificativas inexactas. También es in-
fracción leve el incumplimiento de las obligaciones de conservación de justificantes o la negativa a la
aportación de la documentación requerida. En estos casos, la sanción será una multa de entre 75 y
6.000 euros, según la infracción cometida.

Infracciones graves son, por ejemplo, el no comunicar al órgano que concede la subvención la ob-
tención de otras subvenciones destinadas a la misma finalidad, o la falta de justificación del empleo
dado a los fondos recibidos. La multa en el caso de estas infracciones puede llegar hasta el doble de la
cantidad indebidamente obtenida, aplicada o no justificada. Además, si el perjuicio económico corres-
pondiente a la infracción grave supone más del 50 por 100 de la subvención concedida y supera los
30.000 euros, la sanción puede ser la pérdida, durante un plazo de hasta 5 años, de la posibilidad de
obtener subvenciones y de celebrar contratos con las Administraciones Públicas.

Por último, se considerará infracción grave, entre otras, la obtención de una subvención falseando
las condiciones requeridas para su concesión, la no aplicación de las cantidades recibidas a los fines
para los que la subvención fue concedida o la negativa a las actuaciones de control. En estos casos, la
multa puede ser del doble al triple de la cantidad indebidamente obtenida, aplicada o no justificada. Si
el perjuicio económico causado supera los 30.000 euros, la sanción puede suponer además la pérdida,
durante un plazo de hasta 5 años, de la posibilidad de obtener subvenciones y de celebrar contratos con
las Administraciones Públicas.

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4.9. LA SUBVENCIÓN EN EL DERECHO COMUNITARIO EUROPEO.

Las subvenciones financiadas con cargo a fondos de la Unión Europea se regirán por las normas
comunitarias aplicables en cada caso y por las normas nacionales de desarrollo o transposición de
aquéllas. Los procedimientos de concesión y de control de las subvenciones regulados en la Ley 38/2003
tendrán carácter supletorio respecto de las normas de aplicación directa a las subvenciones financiadas
con cargo a fondos de la Unión Europea (art. 6.º).

Las Administraciones Públicas o sus órganos o entidades gestoras que, de acuerdo con sus respec-
tivas competencias, realicen actuaciones de gestión y control de las ayudas financiadas por cuenta del
Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agraria (secciones Orientación y Garantía), Fondo Europeo
de Desarrollo Regional, Fondo Social Europeo, Instrumento Financiero de Orientación Pesquera y
Fondo de Cohesión, así como de cualesquiera otros fondos comunitarios, asumirán las responsabilida-
des que se deriven de dichas actuaciones, incluidas las que sobrevengan por decisiones de los órganos
de la Unión Europea, y especialmente en lo relativo al proceso de liquidación de cuentas y a la aplica-
ción de la disciplina presupuestaria por parte de la Comisión Europea (art. 7.º 1).

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R ESUMEN

1. Las formas de actividad administrativa se engloban en la siguiente clasificación: actividad


de policía o de limitación, actividad de fomento, actividad de servicio público y actividad
arbitral.

2. La actividad administrativa de limitación o policía es aquella mediante la cual la Admi-


nistración restringe la libertad o derechos de los particulares, pero sin sustituir con su ac-
tuación la actividad de éstos.

3. Las técnicas de la actividad de limitación son: la reglamentación, la autorización y las ór-


denes dentro de las cuales se incluyen los mandatos (en sentido positivo) y las prohibicio-
nes (en sentido negativo).

4. La reglamentación administrativa impone las limitaciones o deberes a los administra-


dos unas veces directamente y otras regulando simplemente las demás formas de acti-
vidad o intervención. Por su parte, la autorización implica condicionar el ejercicio de
un derecho a una previa actividad administrativa. Los mandatos obligan al administra-
do a una determinada actividad y las prohibiciones impiden al sujeto realizar tal activi-
dad.

5. La actividad de fomento es aquella por la que la Administración protege o promueve


aquellas actividades, establecimientos o riquezas debidos a los particulares y que satisfa-
cen necesidades públicas o se estiman de interés general, sin usar la coacción ni crear
servicios públicos.

6. Los medios de fomento pueden ser de tipo honorífico como títulos nobiliarios, condecora-
ciones, etc., y de tipo económico, bien porque la Administración acuerde un desembolso
económico en favor de los particulares o bien porque les exima de alguna de sus obliga-
ciones de carácter fiscal (como desgravaciones y exenciones fiscales o el otorgamiento de
subsidios, premios, etc.).

7. La actividad arbitral la realiza la Administración cuando decide controversias entre los


administrados, sobre derechos privados o administrativos. Se realiza a través de orga-
nismos especializados que constituyen una serie de jurisdicciones especiales sin perder
nunca la consideración de Administración: por ejemplo, el Jurado Provincial de Expro-
piación.

8. La actividad de servicio público supone que la Administración aparece como titular de


una actividad consistente fundamentalmente en proporcionar bienes y servicios a los ad-
ministrados. Este tipo de actividad es propia de un Estado intervencionista y no absten-
cionista.

5 – 46 Oposiciones
9. Son modos de gestión de los servicios públicos por la Administración: la gestión directa,
la gestión mixta y la gestión indirecta. La más importante es esta última llevada a cabo a
través de la concesión y el concierto.

10. En la concesión la Administración permanece titular del servicio y encomienda su explo-


tación a un particular que asume los riesgos económicos de la empresa. Son concesiona-
bles sólo los servicios económicos. Sin embargo, se conciertan los servicios de carácter
asistencial. A través del concierto, la Administración presta servicios de su competencia,
utilizando los servicios de otras entidades públicas o privadas ya establecidos pero con
carácter temporal, hasta que la propia Administración establezca por sí misma el servicio.

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