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La mejora del Estado, el coste de la burocracia y el de

mantener funcionarios
(13/12/2008), con retoques.

El personal "funcionario" INTERINO y LABORAL es muy temeroso


que triunfen algún día ideales liberales. No, no hablamos del
neoliberalismo corrupto mezclado con la socialdemocracia de
derechas. Saben que en ese ambiente no iban a encajar en un
modelo basado en los méritos, en la competencia y en el triunfo de
los mejores. Ellos están ahí en su mayor parte debido a sus
contactos político - sindicales. Luego presumen de haberse sacado
unas brillantes oposiciones (cosa que es falso pues los interinos y
laborales no son funcionarios), pero a la hora de la verdad, al
observarlos, enseguida el resto de mortales nos damos cuenta que
no tienen muchas veces ni cualidades, ni ética, ni capacidad para
encajar en un puesto al que han llegado no por su valía sino por la
puerta trasera del amiguismo.

¿Cómo se llega ahí? Con la dedocracia.

Muchas veces se discute que el personal trabajador en empresas


privadas también a menudo entra por ‘enchufe’. Pero la gente no se
percata de la sutil diferencia que existe entre un "funcionario
enchufado" (por el político o sindicato de turno) cuyo sueldo
depende del erario, es decir, de lo que contribuimos los ciudadanos
mediante impuestos, tributos y que un trabajador de una empresa
privada depende de un capital privado. El coste efectivo de un
trabajador en una empresa privada lo asumen unos pocos, los
dueños de la empresa, mientras que un funcionario es pagado por
los ciudadanos, porque el Estado no invierte ni un céntimo, todo lo
obtiene de los contribuyentes.

No es admisible que existan concursos - oposición para acceder a


un puesto, cuando todos sabemos quiénes son los que realmente
ocupan las plazas, primero porque para cubrirlas sin ser
funcionarios, antes entran por la puerta falsa del amiguismo,
permanecen ahí por tiempo inmemorial y da igual que sean
funcionarios o personal ‘laboral’ pues nadie les echa. Lo lamentable
no es solo que estas personas se jactan de la ciudadanía, gozan de
horarios, privilegios y prerrogativas financiados por todos, a costa
de ejercer un servicio, un trabajo generalmente ineficiente debido a
los beneficios obtenidos desde un puesto ‘fijo’, para toda la vida,
donde no tienen un jefe real que les reprenda cuando sucede algo,
pues son los jefes, generalmente, los que más incumplen sus
cometidos.

Además, aunque el Estado contratara funcionarios de carrera de


forma transparente y sin trampas, no deberían ser funcionarios para
toda la vida, sino empleados públicos. Una empresa privada
necesita un grupo de personas a lo largo del ciclo de vida de la
misma que puede variar dependiendo de la coyuntura de la
empresa. Un Estado no siempre requiere el mismo número de
funcionarios; habrá veces que necesitará más y otras veces menos.
Por lo tanto, es absurdo diseñar puestos de funcionario de por vida,
blindados y realizando a veces labores ínfimas cuando por
situaciones, su trabajo disminuye. El Estado debería suspender el
sistema de funcionarios de carrera y promover los empleados
públicos. Respecto a los cargos de designación directa por parte de
la casta político-sindical, supone un alto grado de indecencia moral,
pues los puestos correspondientes deberían estar diseñados, no
para que se cambie cuando acceden nuevos políticos al poder sino
componerse de personas que trabajasen para el Estado de acuerdo
a su mérito y valía. Existe un alto coste cuando los “altos cargos” de
la administración son cesados por el cambio de gobierno. Me
parece una insensatez y un fallo de productividad que pagamos
todos, pues echar a la calle a una gente que lleva un tiempo y tiene
cierta experiencia para poner a otra nueva, desconocedora del
puesto, me parece un sistema mafioso de asignación de recursos
de puestos de alto grado en la administración y me hace prever que
esos “rimbombantes puestos” son solo para cobrar mucho dinero
haciendo más bien poco o nada. Es decir, son puestos para colocar
a familiares, amigos y comparseros varios de la “cosa nostra”.

El coste del sistema para los ciudadanos es muy alto: mantenemos


puestos ineficientes dentro de una burocracia cada vez mayor. Casi
todo lo público no puede ser eficiente por su comportamiento
monopolístico e incompetente intrínsecos. Sin embargo, las
carreteras, la policía, son ejemplos de entes que no pueden
privatizarse, pues de hacerse, se harían con el principio de máxima
utilidad y entonces, se degradaría el servicio. Las carreteras porque
no interesaría mejorarlas muchas veces por los costes privados a
asumir, y la policía, porque de ser privada en varias compañías, el
nº de efectivos de las mismas, debería multiplicarse por la cantidad
de empresas que entrarían en esa privatización. Y por la misma
razón esgrimida, el dinero no lo deberían hacer entes privados
como son los bancos privados sino el Estado, pues entonces,
ciertos agentes financieros pueden controlar más el Estado que
cualquier gobierno y ser los verdaderos amos de una Democracia
hoy en día secuestrada y cuyo significado no se corresponde con la
realidad.

Entonces, si la mayor parte de la población somos conscientes de


este derroche y podemos luchar para conseguir que esto no
suceda, ¿por qué mantenemos a una serie de incompetentes con
unos puestos que nos gravan directamente de nuestros bolsillos
para que encima se jacten de una labor ‘indecente’? Estos puestos
los ponen los políticos y sindicatos y se debería controlar quiénes
entran ahí. La cosa pública debería vigilarse, pues entonces, se
está jugando con el pueblo.

No solo se habla aquí de “interinos” y “laborales” sino de altos


cargos, puestos de confianza de los políticos de turno. E incluso de
la corrupción que existe cuando empresas “amigas” del político, ya
sea a nivel local, provincial o estatal, logra las licitaciones a dedo.
Lo peor de esto, es que todos los agentes lo saben, pero recurren al
refrán de “unas veces por mí aquí y otras por ti allí” …

Debemos ir con miras a cambiar la sociedad, a llegar a controlar a


esa gente enchufada por los partidos y sindicatos y tener capacidad
de echar a la calle y no consentir que a través de una burocracia
excesiva que no debería existir, se mantengan puestos de trabajo
que sirven para cargar a los contribuyentes cada vez más de sus
trabajos y rentas. Cada cual debe procurar ser lo más competente y
eficiente en su trabajo, pero las propias características de un puesto
funcionarial "enchufeitor" hacen que a largo plazo actúen sin interés
en ejecutarlo correctamente. Es inaudito que 'gentuza' (funcionarios
cara al público riéndose de los ciudadanos, que haberlos haylos) sin
mérito ocupen puestos de trabajo de esa manera y que no se
puedan echar a la p… calle. Todo el mundo lo sabe, pero nadie
hace nada porque eso cambie. Todos los políticos y sindicatos en
esto son cómplices, pues cada organización tiene su escala de
poder y meten a su gente...

Tenemos más “funcionarios” que en Alemania y es que España no


puede funcionar así, pero no hay valentía política para hacer el
cambio definitivo: control de todo personal no funcionario (personal
y eventual) de tal forma que llegue cada uno a su puesto gracias a
su mérito y no a su amiguismo político. Y control de las oposiciones
para que no existan trampas. Y no recurrir a la “experiencia en la
administración” (fase concurso) de la que solo disponen aquellos
elegidos pelota-trepas de los partidos – sindicatos para que solo
pueden obtener la plaza los enchufados.

Es inadmisible conocer personas en ayuntamientos y en entidades


estatales que son meros parásitos que ni siquiera son capaces de
sacarse una oposición para permanecer en su puesto. Esa gente
inútil debería estar en la calle. Y si no está, es porque nuestro país
es un verdadero sitio de gente inútil, gracias a la mala función
política - sindical. No es de extrañar que estemos donde estamos.

Toda esta disfunción podría evitarse con una separación de


poderes real en el Estado, de tal forma que hubiese control judicial
en cada "hay untamiento", "diputanación", "autonotuya" y organismo
central del "Eztado" para que se controlara de verdad los
procedimientos de acceso a puestos públicos. Esto es algo de lo
que no quieren ni oír hablar los políticos y sindicatos pues saben
que muchos simpatizantes y votos obtenidos son debidos a este
"enchufismo ilegal". Reitero que sería necesario para que este país
se rigiera por la meritocracia y la eficiencia que los puestos fueran
ocupados por personas capaces, efectivas y mediante procesos
transparentes donde no existan previamente personas en los
puestos públicos debido a enchufes.

El sistema público de contratación debería ser supervisado por


jueces o personas del entorno judicial (los tribunales para evaluar
pueden estar amañados), para establecer un control que a día de
hoy no existe y del que todos sabemos los resultados: gente que,
sin merecerlo, ocupa puestos en la administración sin ni siquiera ser
funcionarios durante tiempo indefinido como personal laboral. Y da
igual que se concurra a concursos - oposición, pues en la mayoría
de los casos se cae en trampas, muchas de las cuales salen a la luz
pública y otras, las conocen los propios opositores.

Podré seguir estudiando, incluso física nuclear en el futuro, pero


jamás haré una oposición, ni para auxiliar administrativo de mi
ayuntamiento, pues sé lo que hay. La desmeritocracia en España es
evidente en la administración, en la política y también en las
empresas, y es justo uno de los males que caminan junto a la
corrupción para lastrar el país por la senda de la mediocridad y el
exorbitado gasto público que cada vez necesita más recursos de los
contribuyentes para pagar a inútiles y gente inmerecida en todas
partes, junto con corruptos que no son juzgados en la mayoría de
las ocasiones, como todos sabemos.

José Manuel Gómez Vega, es ingeniero industrial y máster MBA. Estudioso de


problemas políticos estructurales del Estado y de soluciones a los problemas
económicos derivados de la crisis del sistema capitalista.

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