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La corrupción de los funcionarios ficticios (eventuales e interinos), es muy simple: se contratan mediante enchufe político-sindical. Los funcionarios deberían ser empleados públicos con derecho a rescindir su contrato si el Estado no necesita sus servicios por la propia coyuntura.
El control judicial de los "funcionarios" debería ser un pilar para promover que toda una saga de inútiles ocupen puestos sin merecerlo a costa de que se lo paguemos los del sector privado.
Los cargos de confianza de los políticos no deberían existir; en su lugar debería haber empleados públicos eficientes en esas materias, independiente de quien gobierne. Quizás de esa forma no habría tanto alto cargo de confianza...
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3.- La Mejora Del Estado, El Coste de La Burocracia y El de Mantener Funcionarios
La corrupción de los funcionarios ficticios (eventuales e interinos), es muy simple: se contratan mediante enchufe político-sindical. Los funcionarios deberían ser empleados públicos con derecho a rescindir su contrato si el Estado no necesita sus servicios por la propia coyuntura.
El control judicial de los "funcionarios" debería ser un pilar para promover que toda una saga de inútiles ocupen puestos sin merecerlo a costa de que se lo paguemos los del sector privado.
Los cargos de confianza de los políticos no deberían existir; en su lugar debería haber empleados públicos eficientes en esas materias, independiente de quien gobierne. Quizás de esa forma no habría tanto alto cargo de confianza...
La corrupción de los funcionarios ficticios (eventuales e interinos), es muy simple: se contratan mediante enchufe político-sindical. Los funcionarios deberían ser empleados públicos con derecho a rescindir su contrato si el Estado no necesita sus servicios por la propia coyuntura.
El control judicial de los "funcionarios" debería ser un pilar para promover que toda una saga de inútiles ocupen puestos sin merecerlo a costa de que se lo paguemos los del sector privado.
Los cargos de confianza de los políticos no deberían existir; en su lugar debería haber empleados públicos eficientes en esas materias, independiente de quien gobierne. Quizás de esa forma no habría tanto alto cargo de confianza...
La mejora del Estado, el coste de la burocracia y el de
mantener funcionarios (13/12/2008), con retoques.
El personal "funcionario" INTERINO y LABORAL es muy temeroso
que triunfen algún día ideales liberales. No, no hablamos del neoliberalismo corrupto mezclado con la socialdemocracia de derechas. Saben que en ese ambiente no iban a encajar en un modelo basado en los méritos, en la competencia y en el triunfo de los mejores. Ellos están ahí en su mayor parte debido a sus contactos político - sindicales. Luego presumen de haberse sacado unas brillantes oposiciones (cosa que es falso pues los interinos y laborales no son funcionarios), pero a la hora de la verdad, al observarlos, enseguida el resto de mortales nos damos cuenta que no tienen muchas veces ni cualidades, ni ética, ni capacidad para encajar en un puesto al que han llegado no por su valía sino por la puerta trasera del amiguismo.
¿Cómo se llega ahí? Con la dedocracia.
Muchas veces se discute que el personal trabajador en empresas
privadas también a menudo entra por ‘enchufe’. Pero la gente no se percata de la sutil diferencia que existe entre un "funcionario enchufado" (por el político o sindicato de turno) cuyo sueldo depende del erario, es decir, de lo que contribuimos los ciudadanos mediante impuestos, tributos y que un trabajador de una empresa privada depende de un capital privado. El coste efectivo de un trabajador en una empresa privada lo asumen unos pocos, los dueños de la empresa, mientras que un funcionario es pagado por los ciudadanos, porque el Estado no invierte ni un céntimo, todo lo obtiene de los contribuyentes.
No es admisible que existan concursos - oposición para acceder a
un puesto, cuando todos sabemos quiénes son los que realmente ocupan las plazas, primero porque para cubrirlas sin ser funcionarios, antes entran por la puerta falsa del amiguismo, permanecen ahí por tiempo inmemorial y da igual que sean funcionarios o personal ‘laboral’ pues nadie les echa. Lo lamentable no es solo que estas personas se jactan de la ciudadanía, gozan de horarios, privilegios y prerrogativas financiados por todos, a costa de ejercer un servicio, un trabajo generalmente ineficiente debido a los beneficios obtenidos desde un puesto ‘fijo’, para toda la vida, donde no tienen un jefe real que les reprenda cuando sucede algo, pues son los jefes, generalmente, los que más incumplen sus cometidos.
Además, aunque el Estado contratara funcionarios de carrera de
forma transparente y sin trampas, no deberían ser funcionarios para toda la vida, sino empleados públicos. Una empresa privada necesita un grupo de personas a lo largo del ciclo de vida de la misma que puede variar dependiendo de la coyuntura de la empresa. Un Estado no siempre requiere el mismo número de funcionarios; habrá veces que necesitará más y otras veces menos. Por lo tanto, es absurdo diseñar puestos de funcionario de por vida, blindados y realizando a veces labores ínfimas cuando por situaciones, su trabajo disminuye. El Estado debería suspender el sistema de funcionarios de carrera y promover los empleados públicos. Respecto a los cargos de designación directa por parte de la casta político-sindical, supone un alto grado de indecencia moral, pues los puestos correspondientes deberían estar diseñados, no para que se cambie cuando acceden nuevos políticos al poder sino componerse de personas que trabajasen para el Estado de acuerdo a su mérito y valía. Existe un alto coste cuando los “altos cargos” de la administración son cesados por el cambio de gobierno. Me parece una insensatez y un fallo de productividad que pagamos todos, pues echar a la calle a una gente que lleva un tiempo y tiene cierta experiencia para poner a otra nueva, desconocedora del puesto, me parece un sistema mafioso de asignación de recursos de puestos de alto grado en la administración y me hace prever que esos “rimbombantes puestos” son solo para cobrar mucho dinero haciendo más bien poco o nada. Es decir, son puestos para colocar a familiares, amigos y comparseros varios de la “cosa nostra”.
El coste del sistema para los ciudadanos es muy alto: mantenemos
puestos ineficientes dentro de una burocracia cada vez mayor. Casi todo lo público no puede ser eficiente por su comportamiento monopolístico e incompetente intrínsecos. Sin embargo, las carreteras, la policía, son ejemplos de entes que no pueden privatizarse, pues de hacerse, se harían con el principio de máxima utilidad y entonces, se degradaría el servicio. Las carreteras porque no interesaría mejorarlas muchas veces por los costes privados a asumir, y la policía, porque de ser privada en varias compañías, el nº de efectivos de las mismas, debería multiplicarse por la cantidad de empresas que entrarían en esa privatización. Y por la misma razón esgrimida, el dinero no lo deberían hacer entes privados como son los bancos privados sino el Estado, pues entonces, ciertos agentes financieros pueden controlar más el Estado que cualquier gobierno y ser los verdaderos amos de una Democracia hoy en día secuestrada y cuyo significado no se corresponde con la realidad.
Entonces, si la mayor parte de la población somos conscientes de
este derroche y podemos luchar para conseguir que esto no suceda, ¿por qué mantenemos a una serie de incompetentes con unos puestos que nos gravan directamente de nuestros bolsillos para que encima se jacten de una labor ‘indecente’? Estos puestos los ponen los políticos y sindicatos y se debería controlar quiénes entran ahí. La cosa pública debería vigilarse, pues entonces, se está jugando con el pueblo.
No solo se habla aquí de “interinos” y “laborales” sino de altos
cargos, puestos de confianza de los políticos de turno. E incluso de la corrupción que existe cuando empresas “amigas” del político, ya sea a nivel local, provincial o estatal, logra las licitaciones a dedo. Lo peor de esto, es que todos los agentes lo saben, pero recurren al refrán de “unas veces por mí aquí y otras por ti allí” …
Debemos ir con miras a cambiar la sociedad, a llegar a controlar a
esa gente enchufada por los partidos y sindicatos y tener capacidad de echar a la calle y no consentir que a través de una burocracia excesiva que no debería existir, se mantengan puestos de trabajo que sirven para cargar a los contribuyentes cada vez más de sus trabajos y rentas. Cada cual debe procurar ser lo más competente y eficiente en su trabajo, pero las propias características de un puesto funcionarial "enchufeitor" hacen que a largo plazo actúen sin interés en ejecutarlo correctamente. Es inaudito que 'gentuza' (funcionarios cara al público riéndose de los ciudadanos, que haberlos haylos) sin mérito ocupen puestos de trabajo de esa manera y que no se puedan echar a la p… calle. Todo el mundo lo sabe, pero nadie hace nada porque eso cambie. Todos los políticos y sindicatos en esto son cómplices, pues cada organización tiene su escala de poder y meten a su gente...
Tenemos más “funcionarios” que en Alemania y es que España no
puede funcionar así, pero no hay valentía política para hacer el cambio definitivo: control de todo personal no funcionario (personal y eventual) de tal forma que llegue cada uno a su puesto gracias a su mérito y no a su amiguismo político. Y control de las oposiciones para que no existan trampas. Y no recurrir a la “experiencia en la administración” (fase concurso) de la que solo disponen aquellos elegidos pelota-trepas de los partidos – sindicatos para que solo pueden obtener la plaza los enchufados.
Es inadmisible conocer personas en ayuntamientos y en entidades
estatales que son meros parásitos que ni siquiera son capaces de sacarse una oposición para permanecer en su puesto. Esa gente inútil debería estar en la calle. Y si no está, es porque nuestro país es un verdadero sitio de gente inútil, gracias a la mala función política - sindical. No es de extrañar que estemos donde estamos.
Toda esta disfunción podría evitarse con una separación de
poderes real en el Estado, de tal forma que hubiese control judicial en cada "hay untamiento", "diputanación", "autonotuya" y organismo central del "Eztado" para que se controlara de verdad los procedimientos de acceso a puestos públicos. Esto es algo de lo que no quieren ni oír hablar los políticos y sindicatos pues saben que muchos simpatizantes y votos obtenidos son debidos a este "enchufismo ilegal". Reitero que sería necesario para que este país se rigiera por la meritocracia y la eficiencia que los puestos fueran ocupados por personas capaces, efectivas y mediante procesos transparentes donde no existan previamente personas en los puestos públicos debido a enchufes.
El sistema público de contratación debería ser supervisado por
jueces o personas del entorno judicial (los tribunales para evaluar pueden estar amañados), para establecer un control que a día de hoy no existe y del que todos sabemos los resultados: gente que, sin merecerlo, ocupa puestos en la administración sin ni siquiera ser funcionarios durante tiempo indefinido como personal laboral. Y da igual que se concurra a concursos - oposición, pues en la mayoría de los casos se cae en trampas, muchas de las cuales salen a la luz pública y otras, las conocen los propios opositores.
Podré seguir estudiando, incluso física nuclear en el futuro, pero
jamás haré una oposición, ni para auxiliar administrativo de mi ayuntamiento, pues sé lo que hay. La desmeritocracia en España es evidente en la administración, en la política y también en las empresas, y es justo uno de los males que caminan junto a la corrupción para lastrar el país por la senda de la mediocridad y el exorbitado gasto público que cada vez necesita más recursos de los contribuyentes para pagar a inútiles y gente inmerecida en todas partes, junto con corruptos que no son juzgados en la mayoría de las ocasiones, como todos sabemos.
José Manuel Gómez Vega, es ingeniero industrial y máster MBA. Estudioso de
problemas políticos estructurales del Estado y de soluciones a los problemas económicos derivados de la crisis del sistema capitalista.
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