Sie sind auf Seite 1von 2

Para pensar la posibilidad de la santidad desde nuestra vida cotidiana

CAMINO A LA SANTIDAD

EL Santo Padre, en su última carta Novo Millennio Ineunte, nos recuerda que quienes
hemos gozado de las gracias de un año jubilar, debiéramos tratar de emprender el
camino hacia la santidad.

En el capitulo V de Lumen Gentium se nos habla de la ‘vocación universal a la


santidad’...y, nosotros...¿tenemos vocación?...estamos decididos de ser santos?

Cada uno de nosotros puede preguntarse, ¿tengo verdaderamente ganas de ser


santo? La respuesta sería afirmativa. Pero debemos procurar que no sea una
respuesta teórica, sino un fin concreto; que al finalizar cada día, hayamos podido
desarrollar una obra de amor que nos acerque a nuestro deseo de santidad.

DECIDIRSE POR LA SANTIDAD! Tengamos presente que nunca es tarde para aspirar
a la santidad.

No pensemos: ‘ quién soy yo para creer que puedo ser santo?’...


No creamos que nuestra miseria es más grande que la gracia de Dios, ya que con Su
ayuda, no hay nada que no podamos lograr. DECIDIRSE POR LA SANTIDAD es
aferrarse a Dios, aunque se caiga mil veces y se vuelva a empezar...es tener la
voluntad de hacerlo!

La clave está en el Sermón de la montaña cuando dice ‘Sé perfecto como tu Padre en
el cielo es perfecto’. Nos está diciendo: ¡SE SANTO!

‘La voluntad de Dios es que sean santos! (1 Tes. 4, 3) nos vuelven a recordar.
Pero... qué proyecto tan ambicioso nos puede parecer, por momentos, a nuestras
pobres limitaciones humanas!

Es el momento de encomendarnos al Espíritu Santo para que descienda sobre


nosotros, igual como hizo sobre los apóstoles, y así nos enseñe como encontrar el
camino.

Querer ser santos es el primer paso necesario para recorrer el camino hasta el final y
evitar el desánimo en la lucha, ya que ‘santos’ son, no los que no han pecado nunca,
sino los que se han levantado siempre.

‘No hay santo sin pasado, ni pecador sin futuro’ nos dice Monseñor Van Thuan. Los
santos lucharon, sufrieron en su pasado para lograrlo. Nosotros podemos elegir para
nuestro futuro un camino de entrega, de humildad, de oración que lentamente nos
vaya conduciendo al cielo.

Escuchemos la palabra:
Exhortación a la santidad:
1 Pedro 13-17. Por lo tanto, mantengamos con el espíritu alerta, vivan sobriamente y
pongan toda su esperanza en la gracia que recibirán cuando se manifieste Jesucristo.
Como hijos obedientes, no procedan de acuerdo a los malos deseos que tenían antes,
mientras vivían en la ignorancia.

Así como Aquél que los llamó es santo, también ustedes sean santos en toda su
conducta, de acuerdo con lo que está escrito: SEAN SANTOS, PORQUE YO SOY
SANTO.
Para compartir:
¿Qué acciones concretas podemos desarrollar en nuestro camino a la Santidad?

¿Tenemos presentes que, cada obra realizada con amor, da testimonio de la santidad?

¿Somos humildes, caritativos con nuestro prójimo?

¿Le dedicamos tiempo suficiente a nuestro encuentro con el Señor?

Quien libremente se decide por la fe y el amor, recorre el camino de la santidad. La


santidad significa primero, la liberación interior, espiritual, del pecado y sus
consecuencias y luego el afán constante de asemejarse a la imagen de Dios (R. P
Slavko Barbaric. Franciscano, psicólogo, fue confesor de los videntes de Medjurgorje)

Oración:
Señor, yo pongo mi vida en tus manos
Sé que para mí una roca protectora, un baluarte donde me encuentre a salvo,
Porque Tú eres mi roca y mi baluarte: por tu Nombre,
Guíame y condúceme.
Yo pongo mi vida en tus manos: tú me rescatarás, Señor, Dios fiel.
Confío en el Señor. Tu amor será mi gozo y mi alegría!

Salmo 30, 3-4

Reflexionamos:

Entregar la vida a la Misericordia Divina.


Escuché decir a un viejo hermano, razonable y bueno, perfecto y santo:
‘ Si sientes el llamado del Espíritu, atiéndelo y trata de ser santo, esfuérzate entonces
por ser perfecto con toda tu alma, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas.
Si tampoco consigues ser perfecto, a causa de la vanidad de tu vida, procura ser
bueno con toda tu alma, con todo tu corazón y con todas las fuerzas.
Si, por las insidias del maligno, tampoco alcanzas a ser bueno, entonces trata de ser
razonable con toda tu alma, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas.
Si, finalmente no consigues ser santo, ni perfecto, ni bueno, ni razonable, a causa de
tus pecados, entonces esfuérzate por llevar el peso de tus pecados ante Dios y
entrega tu vida a la divina misericordia.
Si esto hicieres, sin amargura, con gran humildad y jovialidad de espíritu en razón de
la ternura de Dios que ama a los ingratos y malos, entonces comenzarás a sentir lo
que significa ser razonable, aprenderás lo que es ser bueno, poco a poco comenzarás
a aspirar a ser perfecto y, por fin, suspirarás por ser santo!
Si todo esto hicieres, cada día, con toda tu alma, con todo tu corazón y con todas tus
fuerzas, entonces, te aseguro, hermano: estarás en el camino de la santidad... y no
estarás lejos del Reino de Dios.’

Compromiso:
En silencio, cada uno haga su propio compromiso

Das könnte Ihnen auch gefallen