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El Rito incluye un “bautismo masónico” en el Mar de Bronce, en el que introducen una parte del
cuerpo (mano, pie, etc.), es triple la inmersión.
Le hacen "tres pases por el fuego” al cuerpo del iniciado (Lev .18, 21). Como los ritos de
sacrificio de los hijos a los demonios llamados Baales (Lev. 20, 13) en oposición al mandato de
Dios que les decía: “Ne permitirás que tus hijos sean pasados por el fuego”.
Le hacen “triple pase del Viento del Valle de los Muertos” para romper con la gracia y las
bendiciones de los Sacramentos del Bautismo y de la Confirmación..
Le hacen jurar con firma de su propia sangre la incondicionalidad a la logia, a los Estatutos y
Constituciones de la orden masónica.
a) Todos los masones usan distintivos con una escuadra y un compás encontrados y la letra
“G” en medio de ambas que es inicial de: Gran Arquitecto del Universo (dios de los masones
que es “Lucifer” con símbolo de Baphomet, en anillos, fistoles, hebillas, etc.
b) Los masones en sus firmas incluyen tres puntos en posición de triángulo.
c) Existe un reteje con palabras y signos que denotan el grado masónico a que pertenece cada
uno.
d) Se dan triple apretón de manos, y hay una correspondencia con el dedo índice para indicar
al grado al que se pertenece.
e) Se saludan con la mano haciendo un signo de una garra que es correspondida por otro
maestro masón.
f) Hacen con la mano derecha y la palma de la mano extendida una escuadra con el dedo
índice, que colocada horizontalmente sobre la garganta indica necesidad de auxilio.
g) También para pedir auxilio sacan un pañuelo y lo ondean a izquierda y derecha a la altura
del cuello, lo que significa: “A mí los hijos de la viuda”. En fin, existen diversos signos
manejados por estos sectarios.
A lo largo de metódica y constante lucha, para hacer desaparecer a la Iglesia Católica, hemos
tenido avances sustanciales, conforme a las metas previstas:
- Ruptura de una fe única. Ya son muchos los que niegan y dudan de los dogmas básicos:
presencia eucarística, divinidad y resurrección de Jesús; virginidad de María; existencia del
infierno, ángeles y demonios, etc.
-Estado de cisma y apostasía, aún latente, pero real.
-Contestación al Papa (Juan Pablo II) y su doctrina.
-Control de Editoriales y Publicaciones Católicas.- Entrada de miembros en la enseñanza
religiosa sobre todo en las Facultades Eclesiásticas y Seminarios.
–Los que fueron infiltrados en Seminarios y Congregaciones Religiosas han ido consiguiendo
puestos influyentes y actúan con eficacia.
–Colaboran con nosotros, inconsciente, pero eficazmente, Obispos, Sacerdotes y Catequistas,
así como varias Congregaciones Religiosas masculinas y femeninas. (Es cierto que apenas
tienen vocaciones que garanticen su continuidad, pero no interesa ya).
– Marginación y desprecio de los Sacerdotes y Religiosos fieles a la doctrina tradicional. –
Relajamiento de la Confesión con promoción de la absolución comunitaria. – Pérdida de la
Oración en sus distintas formas: personal, Rosario, Vía crucis, procesiones, rogativas.
– Desprecio de la devoción a María, como algo cursi y anticuado.
– Desvalorización de la Eucaristía.
B) DIFICULTADES:
El avance en la lucha contra la Iglesia no ha sido más rápido y eficaz, por la postura y
actuación de Juan Pablo II y de los que aún le son fieles. Pero durará poco.También estamos
encontrando dificultades por parte de las personas que están atrayendo a muchos: P. Esteban
Gobbi; Vassula; Medugorje; etc.
C) PRÓXIMOS OBJETIVOS:
Y, por fin, como gran aspiración nuestra, la eliminación de la Misa. No puede hacerse
quitándose sin más, pues muchos no lo aceptarían. Hay que suprimir el aspecto de
“Sacrificio” y limitarlo a la dimensión de “cena fraterna”. De esta manera, ya no tendrá
valor sacramental, y se habrá conseguido una reunión vacía de contenido. Esta es nuestra
aspiración, pues, destruida la Misa católica, quedará destruida la misma Iglesia desde
dentro, sin persecución sangrienta y con la colaboración de los mismos
católicos. Tenemos el triunfo al alcance de la mano. Ya solo podría evitarlo una intervención
directa y extraordinaria de Dios. Pronto, muy pronto, podremos gritar:¡”Te vencimos Galileo”!
NOTA: Como puede verse, la secta masónica, iglesia de Lucifer y Satanás tiene como
propósito la destrucción total de la Iglesia auténtica de Cristo.
Si a esto añadimos las prácticas rituales e intenciones en los diversos grados de la
francmasonería, nos percataremos de que las causas de excomunión siguen vigentes
pese a las modificaciones canónicas que lograron los obispos masones en el Concilio
Vaticano II. (Cf. “Las verdaderas intenciones en la manipulación del Concilio Ecuménico
Vaticano II”, tomado de Op. “Complot contra la Iglesia”, de Maurice Pinay, Caracas,
Enero, 1964)
“LA MASONERÍA ECLESIÁSTICA”
“El humo del infierno ha entrado dentro de la Iglesia de Dios”. Papa Paulo VI (Aloc.29/VI/1972).
(Ver http://concilioecumenicovaticanoii.blogspot.mx )
Los ritos de la masonería eclesiástica son todavía más perversos y llenos de poder maléfico
que el “enemigo” les da a quienes se han entregado a su servicio por ambiciones de poder,
riqueza, honores y placer. (Ap.13, 11-12).
Lucifer y Satanás, todos sabemos, como principio del satanismo y luciferanismo, en la medida
que logran hacer desistir de su vocación a un seminarista, a un sacerdote o religioso, Lucifer y
Satanás les confieren un poder creciente en relación al grado del eclesiástico. Este poder es
mayor y más peligroso que el de un hechicero, bruja o sacerdote al servicio de Satanás, pues
son “Judas Iscariotes” de la jerarquía y les confiere mayor poder para hacer el mal.
Mientras que Jesús es Vida porque da la Gracia, la masonería eclesiástica tiene como
propósito justificar el pecado (Cf. Informe’95 del Plan Masónico), su estrategia es presentarlo
como un valor y un bien y no como un mal. El pecado sería pues parte de la condición y
necesidad natural del hombre que obedece a sus apetitos e instintos indiscriminadamente, sin
conciencia moral, sin remordimientos de ninguna especia. Se aspirará incluso a hacer pensar
que demonios e infierno sólo son un mito o géneros literarios.
Es así que se aconseja asumirlo como un modo de satisfacer las exigencias de la propia
naturaleza, destruyendo las raíces de las cuales podría nacer el arrepentimiento y el deseo de
conversión, así como el propósito de luchar contra las propias miserias, pues se dice, que ya
no es necesario confesar el pecado.
Otra consecuencia grave es la desaparición gradual de la confesión individual. Así, las almas
son llevadas a vivir en pecado, pero sin la conciencia de pecado, rechazando el Don de la Vida
que Jesús nos ha ofrecido, y llegando a despreciar la vida misma del ser humano pues en el
hastiamiento y los vacíos existenciales producidos por el pecado sin la conciencia de éste,
consolidando así la cultura del hedonismo y de la muerte.
Parte de la estrategia de la masonería eclesiástica es favorecer las “exégesis” que dan del
Evangelio como interpretaciones racionalistas y naturales, privando a las Sagradas Escrituras y
particularmente el Evangelio de su sentido Divino, por medio de la aplicación de varios
“géneros literarios”, de manera que el Evangelio queda lacerado en todas sus partes.
La predicación debe darle luz y no confusión a los fieles, caos, desesperanza o pérdida de fe, o
distorsión del Evangelio, que es lo que hace la masonería infiltrada en el seno de la Iglesia, tal
como se ve en el análisis de sus intenciones de los ritos masónicos en sus diversos grados y
en el Informe’95 del Plan Masónico.
La “bestia que tiene dos cuernos semejantes a un cordero” y “que habla como un
dragón” son los miembros de la jerarquía que se han afiliado a esta secta diabólica, o
que fueron introducidos en diversos niveles de la formación de los miembros de la Iglesia,
llevando consigo los gérmenes de la corrupción del contenido del Evangelio conforme a los
intereses de la masonería de distorsionarlo.
Estamos ya en condiciones de comprender que la expresión “hablaba como un dragón”
(Ap.13,11ss) nos indica que el lenguaje usado por quienes debían mantener la imagen del
Cordero (de Cristo, de sus Apóstoles), son imagen de la bestia que simula o se aprovecha
de su investidura de cordero, es decir, habla y se mueve en torno a los intereses de la
Bestia, es decir, de la masonería.
El “dragón” representa al demonio, a Satanás, a la serpiente antigua, al diablo, y por tanto, a
Lucifer, a Belcebú, pero de manera muy concreta a Leviatán; por eso el lenguaje de la bestia
que tiene dos cuernos semejantes a un cordero y que habla como un dragón son estos falsos
apóstoles, nuevos Judas Iscariotes, traidores a Cristo y a Su Iglesia, ambiciosos de poder,
riquezas, honores y placer que siembran la confusión en la vida de la fe, el caos en la Iglesia, la
destruyen y alejan a los fieles de ella, difunden los errores usando los medios administrativos,
académicos, editoriales y jerárquicos a su alcance, se oponen al Papa Juan Pablo II y
promueven la posibilidad de que renuncie, tejen una orquestada “campaña de contestación al
Papa”, para impedir que su labor apostólica y magisterial lleve toda la luz a la Iglesia, la fuerza
liberadora, la luz reveladora del Amor de Dios y la edificación de Su Reino, para implantar a
cambio el reino de las tinieblas y la edificación del reino de las tinieblas y sinagoga de Satanás
y Lucifer.
La Iglesia instituida por Cristo es una sola: la Santa, católica, Apostólica, Una, fundada sobre
Pedro (Mt.16, 18). La Iglesia, Cuerpo Místico de Jesús fue fundada por Él, Él es el Camino, la
Verdad y la Vida, pero en Su grupo de Apóstoles hubo un traidor. Los nuevos traidores, los
obispos y cardenales masones se han introducido a la Iglesia para demolerla, para distorsionar
la verdad, para confundir el camino, y en lugar de conducir a la vida y llevar a las almas a la
vida eterna, las conducen a la muerte, muerte espiritual y a la condenación eterna.
La Iglesia es Verdad porque a Ella sola Jesús ha confiado la custodia, en su integridad, del
“depósito de la fe”. Lo ha confiado a la Iglesia jerárquica, es decir, al Papa y a los obispos
unidos a él.
Pero la masonería eclesiástica trata de destruir esta realidad con el “falso ecumenismo”, que
lleva a la aceptación de todas las iglesias cristianas afirmando que cada una de ellas posee
parte de la verdad. Cultiva el designio de fundar una iglesia ecuménica universal formada por la
fusión de todas las confesiones cristianas, entre las cuales estaría la Iglesia Católica.
La Iglesia es vida porque da la Gracia y ella sola posee los medios eficaces de Gracia, que son
los Siete Sacramentos. Es vida especialmente porque a ella sola le ha sido dado el poder de
generar la Eucaristía, por medio del sacerdocio ministerial y jerárquico. En la Eucaristía
Jesucristo está realmente presente con Su Cuerpo Glorioso y Su Divinidad.
La masonería eclesiástica entonces trata de atacar en muchas maneras engañosas, la piedad
eclesial hacia el Sacramento de la Eucaristía (Cf.”El Informe’95 del Plan Masónico”). De esta, al
igual que en otras sectas, solo valoriza el aspecto de la cena o pretende reducirla a una
especie de reunión fraterna (Cf. Cuadro de análisis de las Intenciones de los Ritos grado por
grado de la masonería). Pero no sólo tiende a minimizar su valor sacrificial, sino que trata de
negar por todos los medios, con sus representantes jerárquicos en la Iglesia, la presencia
personal y real de Jesús en las Hostias Consagradas.
Su siguiente paso les llevaría a decir que “si no hay presencia real de Cristo en las Hostias
Consagradas, vanas serían las adoraciones a Jesús Sacramentado” y se anularían las
adoraciones públicas. Sería el clímax de su pretensión también, estaríamos ante la sutil y
astuta supresión de la Santa Misa, “centro y culmen de la vida de la Iglesia y de su
expresión litúrgica”.
Por eso se han ido suprimiendo gradualmente todos los signos externos que son indicativos de
la fe ante la presencia de Jesús en la Eucaristía, como las genuflexiones, las horas de
adoración pública, como la santa costumbre de circundar el Tabernáculo con luces y flores y
quitar del centro de las Iglesias los Tabernáculos o Sagrarios para que Jesús Sacramentado no
sea adorado como Rey y Señor, para que no sea Él el centro y figura principal en Su Palacio,
en Su Iglesia o Templo, en torno a quien todo debe circundar y rendirle el debido culto. De esta
suerte al entrar en una Iglesia ya no se hacen las debidas reverencias pues se piensa que el
Tabernáculo ya no está al centro ni al frente de la puerta principal (Cf. “Informe’95 del Plan
Masónico”).
Ya que la masonería eclesiástica recibe órdenes y poder de las varias logias masónicas y obra
para conducir secretamente a todos para formar parte de esta secta secreta, se explica el
porqué la bestia semejante a un cordero ejercita todo el poder de la primera bestia (Ap.13,12).
Nos encontramos ante las fuerzas espirituales del mundo infernal al servicio de la sinagoga de
Satanás, Lucifer y Belcebú.
Se trata de las “misas negras”, de los ritos satánicos y luciféricos en sus diferentes formas de
maleficio, de tenidas, sesiones o asambleas de maldición contra sus enemigos, de las fuerzas
espirituales del mal para causar un daño psíquico, espiritual, físico, patrimonial o material y
social.
Son ritos que se realizan en los grados superiores de la masonería filosófica (Cfr. Cuadro de
análisis de Intenciones de los Ritos de la masonería grado por grado), pero donde el poder
dado por Satanás y Lucifer a sus adeptos y siervos está mucho más potenciado que el poder
de los ritos satánicos ordinarios. Le es, concedido poder incluso de bilocación (desdoblamiento)
para dañar físicamente a sus enemigos y perseguidos.
Esto aclara el porqué “la bestia semejante a un cordero” ejercita todo el poder de la primera
bestia y obliga a la tierra y a sus habitantes a adorar a la primera bestia. Recuérdese que como
premio, Satanás y Lucifer dan a sus servidores mayor poder si se trata de religiosos,
sacerdotes y mayor aún si se trata de obispos y cardenales, estos últimos están en el plano
superior de las dimensiones del mal y de su poder, dado a éstos para apoderarse de los
principales cargos administrativos y de decisión jerárquica de la Iglesia. Es decir, se trata de
atar al hombre fuerte (“El Papa”) para poder luego saquear su casa (la Iglesia de Cristo), se
trata pues de prepararle la llegada al Anti-Cristo y a su falso profeta (Ap.16,13;19,20).
Los ritos y las bacanales (orgías satánico-luciféricas de la masonería presididas por los
maestros masones o superiores de grado) que realiza también la jerárquica eclesiástica
masónica, les confieren un poder mayor que a sus demás siervos y es por tanto una práctica y
poderes otorgados más perversos, peligrosos y destructivos, teniendo una actuación más sutil,
disfrazada con el uso de la Palabra de Dios y bajo vestimentas clericales para distorsionar
finalmente el Evangelio, burlarse de la Eucaristía, demoler la Iglesia de Cristo, anular la acción
del Papa, demoler y confundir a los fieles, auspiciar la apostasía en el mundo, destruir la eterna
ciudad, hacer reinar al Anti-Cristo y al falso Papa y someter al mundo bajo sus bastardos
intereses, dominando la economía, la política, la política, el pensamiento filosófico, etc.,
valiéndose de todo lo señalado y empleando poderosa y eficazmente los medios masivos de
comunicación social que son “sus poderosos cuernos de difusión” para divulgar sus planes e
ideología, que son contrarias a Cristo.
El paralelismo y análisis entre Gén 3,15 y Ap.12, 1 ss. refieren esta contienda espiritual que
está afectada e interactuada entre las estirpes o descendencia de ambas partes, o con Dios o
con Satanás, guerra por tanto entre la Iglesia de Cristo y la sinagoga de Satanás y Lucifer.
Nuestro tiempo, marcado como la parte final de los tiempos mesiánicos nos impele a todos a
definirnos en esta lucha, y a nadie le es lícito mantenerse meramente como espectador, tibio,
apático o cobarde. Basta de ingenuidades y es imprescindible saber que estos lazos
espirituales y poderes del mal, pueden y deben ser rotos en sus ataduras, nulificados sus
poderes e influjo, atacadas sus acciones, denunciados sus planes y propósitos, revelada su
doctrina diabólica, desenmascarados sus fines; para ello es necesario que los verdaderos
ministros, obispos y cardenales fieles a Cristo ejerzan todo el poder de que Cristo les ha
revestido con la ordenación eclesial. Esta es una grave responsabilidad de la que tendrán que
rendirle cuentas a Dios.
Los enemigos de Dios y de Su Iglesia pretenden negar estas realidades, quieren justificar su
existencia y disfrazar la actuación de la sinagoga de Satanás y Lucifer, afirmando que se trata
de una inofensiva institución filantrópica; este es el engaño más vil y la trama más astuta, tanto
como lo es negar la existencia de los demonios y del infierno.
El Papa Juan Pablo II, en alocución de la Audiencia General del 13-8-1986, retomando el
mismo asunto afirmó: “La acción de satanás consiste antes de todo en tentar a los hombres
al mal, influyendo en su imaginación y en sus facultades superiores para orientarlas en la
dirección contraria a la ley de Dios…No debemos excluir que en ciertos casos el espíritu
maligno llegue hasta el punto de ejercer su influencia no sólo en las cosas materiales, sino
también sobre el cuerpo del hombre, por lo que se habla de poseídos de espíritus malignos”
(Cf. Mc.5,2-9).
El Papa Paulo VI el 15 de Noviembre de 1972 subrayó: “Queridos hijos ¿de qué necesita
más la Iglesia de hoy? Nuestra respuesta no debe espantar ni parecer simplista o hasta
supersticiosa o irreal: hoy, una de las mayores necesidades de nuestra Iglesia es defenderse
contra ese ‘mal’, que se llama ‘demonio’”.
De esta suerte, en boca de los propios Papas de nuestra Iglesia, las realidades que no deben
espantar a nadie por ser mostradas, la advertencia de Paulo VI de que “el humo de Satanás se
ha filtrado en el seno de la Iglesia”, las enseñanzas del Magisterio auténtico y fiel, que no se
deja sorprender por la masonería haciéndole el juego a afirmaciones erróneas de que el diablo
no existe, de que es sólo una figura o género literario representativo del mal, obedece a estos
mismos intereses y promociones desde los seminarios bajo el auspicio de la masonería laica y
de la masonería eclesiástica, ya que negada la existencia del diablo, a muchos no les
preocuparía pecar en la creencia equivocada de que el infierno no existe y por tanto no sería el
destino para los hombres impíos. Pero se lee en los Evangelios y se notan las diferencias entre
las enfermedades mentales (lunáticos) y los poseídos por espíritus impuros o demonios.
Hoy la actuación de Satanás es más fuerte y difundida porque sabe que le queda poco tiempo
para ganar almas y por ello ha arremetido en una desenfrenada lucha contra el hombre y
contra Dios.
Los verdaderos sacerdotes de la Iglesia de Cristo deben ejercer todo el poder sacerdotal de
que están investidos a semejanza de Cristo, debe entenderse y asumirse la misión y contenido
de que habla Lc.9, 1-2: “Habiendo reunido a los Doce, Jesús les dio autoridad sobre todos los
demonios y poder para sanar las enfermedades. Y los envió a anunciar el reino de Dios y a
hacer curaciones”.
Son muchísimos hoy los casos de infestaciones, posesiones parciales o totales de carácter
demoníaco, de celebración de misas negras, de hechizos, maleficios, Halloweens, de
proliferación de grupos conocidos como “darketos” (de 'darkness': oscuridad), multiplicándose
en el mundo el culto a Satanás, que hasta en Italia se ha tenido que pensar en preparar un
grupo de sacerdotes para combatir el satanismo. Hoy, en pleno siglo XXI, es inconcebible ver
cómo hasta industriales y artistas se consagran a demonios.
Todo esto nos hace ver que es urgente e imprescindible una pastoral que atienda esta misión
en Nombre de Cristo y de Su Iglesia, es necesario atender a tantas víctimas que están bajo el
influjo de fuerzas demoníacas por hechizo, maleficio, misa negra, maldiciones y ritos de las
sectas masónicas, donde la peor es la masonería, considerada como madre de las demás
sectas. Por esto se sabe que el exorcismo es la flor de las pastorales, pues libera a los hijos de
Dios de las telarañas infernales y se los devuelve sanos y libres a Su Creador.
Hay que actuar, Juan Pablo II nos dice: “No tengáis miedo, Cristo está con
nosotros”. Además se cumple la promesa de Cristo: “Yo estoy con ustedes todos los días
hasta que se termine este mundo” (Mt 28,20).
Debemos hacer Penitencia, Ayuno y Oración, pues todo esto lo hacemos para disminuir la
acción del demonio y ayudar a la Iglesia que somos todos los Católicos.