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Cuestionario "Ensayo sobre la ceguera" de José Saramago

1. ¿Qué significado le das a la ceguera?


2. ¿Qué valores morales representa la mujer del médico?
3. ¿Qué dudas se plantea la mujer del médico?
4. ¿En qué momentos del libro se ve reflejada la incertidumbre por el futuro?
5. ¿Qué situaciones del libro muestran esperanza por el futuro? ¿Cuáles muestran desesperanza?
6. ¿Con qué hechos de la vida real podrías realizar un paralelismo con lo acontecido en el libro?
7. ¿Cómo actuarías si fueras un ciego en una sociedad de ciegos?
8. ¿Cómo actuarías si fueras la única persona vidente dentro de una sociedad de ciegos?
9. La sociedad en la que vivís, ¿es, para vos, una sociedad de ciegos? ¿Por qué? ¿Cuál es tu papel en
esta sociedad?

1. En principio, la ceguera significó una importante amenaza para la humanidad y puso en vilo su
existencia, ya que las personas, en vez de actuar con respeto y solidaridad hacia sus pares, se
sumieron en la desesperación y la violencia para salvarse de ser infectados.

2. Representa principalmente fidelidad, solidaridad, respeto, tenacidad y valentía.

3. La mujer del médico se plantea continuamente, hasta en el final del libro, si en algún momento va
a quedarse ciega como los demás; si es conveniente revelar el secreto que mantenía con su esposo
(que ella veía); si esa ceguera sería pasajera; cómo sería su futuro con ese presente incierto y
desolador; si era capaz de soportar toda esa angustia que le provocaba ver tanta barbarie.

4. Se ve reflejado cuando la gente empieza a quedarse ciega; cuando los encierran en el manicomio
y no los dejan salir; cuando ya fuera del mismo ven la manera en la que viven los ciegos y no saben
si recuperarán la vista.

5. Muestran esperanza las siguientes situaciones: cuando escapan del manicomio y vuelven a
recuperar la libertad; cuando llegan a la casa del médico y su mujer y comienzan a higienizarse, se
alimentarse y descansar como no hacían desde mucho tiempo, sintiendo el resguardo y la
tranquilidad de un hogar; cuando los protagonistas comienzan a ver nuevamente.
Muestran desesperanza las siguientes situaciones: cuando la gente empieza a quedarse ciega;
cuando el Gobierno toma medidas drásticas; cuando los ciegos de la sala 3 se aprovechan del resto
de los recluidos; cuando salen del manicomio y ven la cuidad sumida en el caos; entre otros.

6. Se puede realizar un paralelismo con hechos como prisioneros de guerra, por ejemplo.

7. Para poder contestar correctamente esa pregunta en primer lugar tendría que conocer cómo es esa
sociedad. Seguramente, si fuera dentro del contexto del libro, y más aún si me encontrara en esas
circunstancias, mi comportamiento no variaría mucho del resto de los ciegos de esa sociedad. Y si
me encierran en un manicomio con esos locos abusadores seguramente sería la que prendió el
encendedor.
8. Siguiendo dentro del contexto del libro, si fuera vidente en esa sociedad y en idénticas
circunstancias mi conducta sería muy parecida a la de la mujer del médico, tratando de guiar a
aquellas personas queridas para mí.

9. Nuestra sociedad funciona como una sociedad de ciegos, pero más específicamente como los
ciegos del libro. Con esto quiero decir no verdaderamente ciegos, ya que éstos, como la novela
misma lo demuestra, serían capaces de organizarse. Nuestra sociedad actúa como si estuviera
formada por ciegos desorganizados, donde los valores morales como la fidelidad, la solidaridad, la
honestidad y muchos otros están prácticamente olvidados, o, mejor, nunca fueron "implementados".
Mi rol en esta sociedad es desarrollarme como persona, como profesional, para dar lo mejor de mí y
continuar progresando cada día para transmitir eso a los que me rodean y a la sociedad

Análisis
Y es que esta ceguera no es una simple ausencia de luz, no cubre la apariencia de los seres y las
cosas bajo con un velo negro; más bien al contrario, es pura luz, una «blancura insondable» y
resplandeciente, «como el sol dentro de la niebla» Más adelante se describirá con no poca ironía
como vivir «en el interior de una gloria luminosa», una descripción casi mística que tendrá mucho
que ver con el tratamiento que se hace en el libro de los elementos religiosos. Baste para describir
finalmente la naturaleza de la ceguera una frase pronunciada por el primer ciego, un hombre que iba
conduciendo, que paró en un semáforo en rojo, y que antes de que el disco se pusiera en verde ya
estaba privado del sentido de la vista: «Se me ha metido por los ojos adentro un mar de leche»
Baste esta frase para dar una idea del carácter denso y espeso de esta ceguera, de la opresión que
supone estar sometido a ella.

Este primer ciego visita a un oftalmólogo que es incapaz de encontrar la causa de la ceguera. Tras
minuciosos exámenes médicos los ojos se revelan «en perfecto estado, sin la menor lesión, reciente
o antigua, de origen o adquirida» Pero el verdadero problema de esta ceguera no es su origen
desconocido sino su alto grado de contagio, su tendencia a expandirse entre la población como un
simple resfriado. Poco a poco el mundo va cayendo en la ceguera, sin que ninguna precaución
posible pueda evitarlo. El oftalmólogo esbozará una especie de explicación que establece la causa
no en los ojos, no en lo físico, sino en el cerebro: «los ojos no son más que unas lentes, como un
objetivo, es el cerebro quien realmente ve, igual que en una película la imagen aparece, y si esos
canales se han atascado, como dice aquí el señor, Eso es lo mismo que un carburador, si la gasolina
no consigue llegar, el motor no trabaja y el coche no anda» Pero las explicaciones médicas pronto
quedan a un lado, dando lugar a otro tipo de explicaciones mágicas o supersticiosas, que atribuirán
el contagio al contacto visual, como si de un mal de ojo se tratara.

En ningún momento en toda la obra se menciona ni un solo nombre, los personajes no interesan
tanto como individuos cuanto como entidades caracterizadas por un único atributo distintivo. Así,
los personajes que desfilarán por Ensayo sobre la cegueraaparecerán mencionados como «el primer
ciego», «la mujer del primer ciego», «el médico», «la mujer del médico», «la chica de las gafas
oscuras», «el viejo de la venda en el ojo», «el niño estrábico», «el ladrón» o «el farmacéutico» No
es que no se den detalles psicológicos que permitan la construcción de personajes sólidos, es que
probablemente la posible psicología de la obra está subordinada al carácter simbólico. Aunque los
personajes son verosímiles, es evidente que en muchas ocasiones es el propio Saramago el que
habla a través de ellos, en una serie de conversaciones sobre la ceguera y sobre la condición humana
que no tienen desperdicio. Lo que Saramago ha pretendido con este heterogéneo grupo de siete
personajes es englobar a todas las actitudes posibles de la Humanidad ante un mismo
acontecimiento. En este grupo los hay de todas las edades, los hay creyentes ─el primer ciego y su
mujer─ y descreídos ─el viejo de la venda─, los hay liberales ─la chica de las gafas negras─ y
conservadores ─el primer ciego─, los hay valientes ─la mujer del médico─ y cobardes ─el primer
ciego─. Es por eso que seguramente no interesa a Saramago profundizar más en la psicología de los
personajes, porque de haberlo hecho, habría restado universalidad a la trama. De este modo, todos
podemos vernos reflejados en alguno de los personajes, todos habríamos optado por uno de los
caminos que cada uno abrió ante una misma situación.

Otra razón más hay para no utilizar los nombres de los personajes, un motivo que explica el médico
y que está relacionado con el proceso que el mundo va a sufrir desde sus raíces a partir de que la
ceguera se ha extendido a toda la población: «pronto empezaremos a no saber quiénes somos, ni
siquiera se nos ha ocurrido preguntarnos nuestros nombres, y para qué, ningún perro reconoce a
otro perro por el nombre que le pusieron, identifica por el olor y por él se da a identifica, nosotros
aquí somos como otra raza de perros, nos conocemos por la manera de ladrar, por la manera de
hablar, lo demás, rasgos de la cara, color de los ojos, de la piel, del pelo, no cuenta, es como si nada
de eso existiera» La comparación que hace el médico entre los ciegos y los perros no es ni mucho
menos azarosa, ya que a medida que la ceguera va consolidándose los personajes van perdiendo sus
conexiones con la humanidad, el hombre va dejando de ser cada vez menos hombre y se produce un
proceso de animalización que le lleva a cometer los más nefastos crímenes a favor de sus instintos
más primitivos. Primero se dejan llevar por la avaricia, a pesar de que es evidente que el dinero ha
dejado de tener cualquier valor en el nuevo mundo; más adelante la única moneda que quedará para
comerciar será de carácter sexual. Como perros salvajes, el impuesto establecido para los ciegos que
quieren comer es la violación más ignominiosa.

La descripción que se hace del mundo de ciegos, a través de los ojos de la mujer del médico, resulta
desoladora: «Andan por ahí, sin saber qué hacer, vagan por las calles, pero nunca mucho tiempo,
andar o estar parado viene a ser lo mismo para ellos, salvo encontrar comida no tienen otros
objetivos, la música se ha acabado» Los ciegos se comportan como fantasmas, vinculados por todos
sus sentidos, excepto por el de la vista, a un mundo en el que parecen no poblar; obligados a
moverse constantemente en busca de alimentos; incapacitados para regresar a sus viviendas, por no
conocer el camino de vuelta; perdidos de familiares y amigos. Los protagonistas son conscientes de
que son los ojos sanos de la mujer del médico los que les unen a lo poco de Humanidad que queda
en el mundo. Unos ojos, que, por cierto, desean ser ciegos en más de una ocasión.

La presión a la que está sometida la mujer del médico va in crescendo a lo largo de Ensayo sobre la
ceguera, primero obligada a ocultar la salud de sus ojos y más tarde con seis personas a su cargo,
dependientes absolutos de ella. Tener ojos en un mundo de ciegos no es tan ventajoso como podría
parecer en un principio; obliga a contemplar al detalle cómo el ser humano se va convirtiendo en un
animal ─sin lavarse, haciendo sus necesidades en cualquier lugar─, cómo el mundo se va
destruyendo, hasta arrancar la fuerte imprecación de la mujer a su marido: «Si pudieras ver tú lo que
yo estoy obligada a ver, querrías ser ciego» Este ver si ser vista acaba pesando en la conciencia de
la mujer del médico, como una especie de espionaje secreto, algo que le resulta moralmente
reprochable, «súbitamente indigno, obsceno» Pero al cabo se siente obligada a guardar el secreto,
por miedo a convertirse en sierva de todos, o incluso en esclava de unos pocos. Cuando los vínculos
que unen al grupo son lo suficientemente fuertes, cuando ya todo está perdido, ya nada se puede
hacer, la mujer del médico confiesa la certeza de su visión.

Por último, es necesario no perder de vista en ningún momento el carácter simbólico y filosófico de
la novela. El narrador se introduce en numerosas ocasiones en la historia, opinando y ofreciendo
reflexiones, aunque éstas provienen en su mayor parte de los diálogos entre los personajes.
Sorprende a veces la finura del pensamiento de los protagonistas, discutiendo sobre la causa y la
naturaleza de la ceguera. La mujer del médico, siempre desde el punto de vista de la persona no
ciega, atribuye primero la ceguera al miedo y más adelante a la falta de esperanza. Para la chica de
las gafas oscuras la ceguera y la muerte se igualan en el hombre: «estamos ya muertos, estamos
ciegos porque estamos muertos, o, si prefieres que lo diga de otra manera, estamos muertos porque
estamos ciegos, da lo mismo» A lo que la mujer del médico responde que la ceguera blanca es una
ceguera de sentimientos, unos sentimientos que nacieron de los ojos y que necesariamente ya no
pueden ser los mismos, privados ya de la vista. Su conclusión final parece establecer el origen de la
ceguera en un motivo mucho más simbólico y abstracto: «Creo que no nos quedamos ciegos, creo
que estamos ciegos, Ciegos que ven, Ciegos que, viendo, no ven»

Una ceguera que el lector puede someter a múltiples interpretaciones. Independientemente del
símbolo que se elija, Ensayo sobre la ceguera se perfila como una sublime descripción del ser
humano, su apego a algo tan connatural a él que no se echa en falta a menos que desaparezca, la
vista. Una reflexión, en definitiva, sobre cómo el hombre puede dejar de ser hombre, sobre el sutil
nexo que une al ser humano a su humanidad. Un libro lleno de simbolismo que no dejará indiferente
a nadie.

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