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nial imaginó sus dominios: la naturaleza de los seres hu-


manos que gobernaba, la geografía de sus dominios y la
legitimidad de su linaje. Para explorar el carácter de es-
X. E L CENSO, E L MAPA Y E L MUSEO te nexo limitaré mi atención en este capítulo al sudeste
de Asia, ya que mis conclusiones son tentativas, y mis
pretensiones de una especialización seria se limitan a
E N LA edición original de Comunidades imaginadas escri- esta región. Sin embargo, el sudeste de Asia ofrece ven-
bí que "en las políticas de 'construcción de la n a c i ó n ' tajas especiales a quienes tienen intereses históricos com-
de los Estados nuevos vemos tan a menudo un auténti- parativos, ya que incluye territorios colonizados por casi
co entusiasmo popular nacionalista y una inyección sis- todas las potencias imperiales "blancas" — l a Gran Bre-
temática, incluso maquiavélica, de ideología nacionalista taña, Francia, España, Portugal, los Países Bajos y los Es-
a través de los medios de información de masas, el sis- tados Unidos—, así como el no colonizado Siam. Los lec-
tema educativo, las regulaciones administrativas, etc.".' tores que tengan un mayor conocimiento de otras partes
Mi miope suposición fue que el nacionalismo oficial, de Asia y de Africa que el m í o se e n c o n t r a r á n en mejor
en los mundos colonizados de Asia y de África, había posición para juzgar si mis argumentos son sostenibles
seguido directamente el modelo de los Estados dinásti- en un escenario histórico y geográfico más vasto.
cos de la Europa decimonónica. Ulterior reflexión me
ha convencido de que esta idea fue apresurada y super-
ficial, y que la geneología inmediata debe remontarse a
las imágenes del Estado colonial. A primera vista, esta E L CENSO
conclusión puede parecer sorprendente, ya que los Es-
tados coloniales en general fueron antinacionalistas, a E n dos valiosos escritos recientes, el sociólogo Charles
menudo en forma violenta. Pero si miramos más allá Hirschman ha comenzado el estudio de las menlalités de
de las ideologías coloniales y sus políticas hacia la gra- los empadronadores coloniales británicos para los Es-
mática en que, desde mediados del siglo x i x , se desple- tablecimientos de los Estrechos y la Malaya peninsular,
garon, este linaje decididamente se vuelve más claro. y sus sucesores, que trabajaban para el independiente
Estado conglomerado de Malaysia."'' Los facsímiles de
Pocas cosas ponen más de relieve esta gramática que Hirschman de las "categorías de identidad" de sucesi-
tres instituciones del poder que, aunque inventadas an- vos censos desde finales del siglo x i x hasta hace poco
tes de mediar el siglo xix, cambiaron de forma y de fun- muestran una serie de cambios extraordinariamente rá-
ción cuando las zonas colonizadas entraron en la época pidos y superficialmente arbitrarios, en que en forma
de la r e p r o d u c c i ó n mecánica. Estas tres instituciones
fueron el censo, el mapa y el museo: en conjunto, mol- ^ Charles Hirschman, T h e Meaning and Measurement of Ethnici-
dearon profundamente el modo en que el Estado colo- ty in Malaysia: An Analysis of Census Clas.sifications", /. ofAsian Studies,
46:3 (agosto de 1987), pp. 552-582, y T h e Making of Race in colonial
' Véase supra, pp. 113-114. Malaya: Political Economy and Racial Ideology", Sociological Fomm,
1:2 (primavera de 1986), pp. 330-362.

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continua las categorías son aglomeradas, disgregadas, "Población malaya por raza" enumera los siguientes:
recombinadas, mezcladas y reordenadas (pero las cate- "malayos", "javaneses", "sakais", "banjareses", "boyane-
gorías de identidad políticamente poderosas siempre .ses", "mendeling" (sic), "krinchi" (sic), jambi" "achino",
encabezan la lista). De estos censos, Hirschman saca dos "bugis" y "otros". De estos "grupos", todos, salvo (casi
conclusiones principales. L a primera es que, al ir aca- todos) los "malayos" y "sakai" tuvieron su origen en las
b á n d o s e el periodo colonial, las categorías del censo se islas de Sumatra, Java, el sur de Borneo y las Célebes,
volvieron más visibles y exclusivamente raciales.' Por partes todas ellas de la enorme colonia vecina de las In-
otra parte, la identidad religiosa poco a poco desapare- dias Orientales Holandesas. Pero estos orígenes, ajenos
ció como clasificación básica del censo. Los "hindúes" a los Estados malayos federados, no reciben n i n g ú n re-
—clasificados al lado de los "klings" y los "bengalíes"— conocimiento de los empadronadores, quienes al enu-
se desvanecieron después del primer censo de 1871. Los merar a sus "malayos" mantienen modestamente baja
"parsis" duraron hasta el censo de 1901, en que todavía su pretensión, limitada a sus propias fronteras colo-
aparecieron —-junto con los "bengalíes", "birmanos" y niales. (Huelga decir que, del otro lado de las aguas, los
"tamiles"— en la vasta categoría "tamiles y otros aborí- empadronadores holandeses estaban dando una ima-
genes de la India". Su segunda conclusión es que, en ge- gen diferente de los "malayos", como una etnicidad me-
neral, las grandes categorías raciales fueron retenidas y nor, no por encima de los "achinos", "javaneses" y simi-
hasta concentradas después de la independencia, pero lares.) "Jambi" y "krinchi" se refieren a lugares, y no a
ahora redesignadas y recatalogadas como "malayo", algo que aunque fuese remotamente pudiera identifi-
"chino", "indio" y "otros". Y s i n embargo, las anomalías carse como etnolingúístico. Es muy improbable que,
continuaron hasta el decenio de 1980. E n el censo de en 1911, más que una minúscula fracción de todos esos
1980 "sij" a ú n aparecía t í m i d a m e n t e como subcatego- catalogados y subcatalogados se hubiese reconocido
ría seudoétnica —-junto con "malayali" y "telegu", "pa- bajo tales nombres. Estas "identidades" imaginadas por
quistaní" y "bangladeshi", "tamil de Sri Lanka" y "otros el espíritu (confusamente) clasificador del Estado colo-
de Sri Lanka"— bajo el rubro general de "indios". nial, a ú n aguardaba una cosificación que la penetra-
ción administrativa imperial pronto baria posible. Ade-
Pero los maravillosos facsírniles de Hirschman nos
más, podemos notar la pasión de los empadronadores
alientan a ir más allá de sus inmediatas preocupaciones
por lo bien elaborado y lo claro. De ahí su intolerancia
analíticas. Tomemos, por ejemplo, el Censo de los Es-
ante las identificaciones miiltiples, políticamente "tra-
tados malayos federados de 1911, que, bajo el rubro
vestidas", borrosas o cambiantes. De ahí la tenebro.sa
subcategoría, bajo cada grupo racial, de "Otros" que,
' Una variedad asombrosa de "europeos" fue enumerada durante
no obstante, no deben, en absoluto, confundirse con
toda la época colonial. Pero mientras que en 1881 aún se les agrupa-
ba básicamente bajo el rubro de "residentes", "flotantes", y "presos", otros "Otros". L a ficción del censo es que todos están
para 1911 ya estaban fraternizando como miembros de una raza (la incluidos en él, y que cada quien tiene un lugar —y sólo
"blanca"). Resulta agradable que, hasta el fin, los empadronadores uno— extremamente claro. Nada de fracciones.
se mostraran visiblemente i n c ó m o d o s ante la dificultad de d ó n d e co-
locar a quienes mencionaban como "judíos". Este modo de imaginar, por el Estado colonial, tenía

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orígenes muy anteriores a los censos del decenio de raron los primeros clérigos y conquistadores, encontra-
1870, de modo que para comprender bien por q u é ios ron en las costas principales, hidalgos, pecheros y escla-
censos de fines del siglo pasado son, sin embargo, pro- vos: cuasiestamentos adaptados de las clasificaciones
fundamente novedosos, resulta útil remontarse a los pri- sociales de la Iberia de finales del periodo medieval.
meros días de la penetración europea en el sudeste de Los documentos que dejaron nos ofrecen abundantes
Asia. Resultan instructivos dos ejemplos tomados de los testimonios incidentales de que los "hidalgos" casi siem-
archipiélagos filipino e indonesio. E n un libro recien- pre ignoraban la existencia de los d e m á s en el enorme
te, de importancia, William Henry Scott ha intentado y disperso archipiélago escasamente poblado y, cuando
minuciosamente reconstruir la estructura de clases de sabían de los demás, casi nunca se veían unos a otros
las Filipinas prehispánicas, con base en los primeros re- como hidalgos sino como enemigos o como potenciales
gistros llevados por los españoles.'' Como historiador pro- esclavos. Pero el poder de la red es tan grande que se-
fesional, Scott sabe perfectamente que las Filipinas de- mejante testimonio queda marginado en la imaginación
ben su nombre a Felipe ii de "España" y que, con un de Scott y por tanto le resulta difícil ver que la "estruc-
toque de buena o de mala suerte, el archipiélago habría tura de clases" del periodo precolonial es una imagina-
caído en manos holandesas o inglesas, se habría segmen- ción de "censo", creada a partir de la época de los galeo-
tado políticamente, o habría sido recombinado con nue- nes españoles. Por doquier iban ellos, aparecían hidalgos
vas conquistas.'' Por consiguiente, resulta tentador atri- y esclavos, que sólo p o d í a n ser agrupados como tales,
buir su curiosa elección de tema a su larga residencia en es decir, "estructuralmente" por un incipiente Estado
las Filipinas y su marcada simpatía a un nacionalismo colonial.
filipino que, durante un siglo, ha estado en el camino Para Indonesia tenemos, gracias a la investigación
del paraíso original. Pero hay buenas posibilidades de de Masón Hoadley, un relato detallado de un impor-
que la base más profunda para este giro de su imagina- tante caso j u r í d i c o que se decidió en el puerto costero
ción fuesen las fuentes de las que tuvo que depender; de Cirebon, Java, a fines del siglo xvii." Por buena suer-
pues el hecho es que, por doquier en las islas se aventu- te, a ú n se dispone de los registros holandeses (de la
voc) y los registros locales cireboneses. Si sólo se hu-
•* William Henry Scott, Cracks in the Parckmenl Curtain, capítulo 7, biesen con.servado los archivos cireboneses, nos entera-
"Filipino Class Structiire in the Sixteenth Century". ríamos de que el acusado de asesinato era un alto fun-
' En la primera mitad del siglo xvii, los asentamientos españoles cionario del tribunal cirebonés, y sólo por su título de
en el archipiélago fueron repetidas veces atacados por las fuerzas de
K i Aria Marta Ningrat, que no es un nombre personal.
la Vereenigde Oost-Indische Compagnie, la mayor empresa "trans-
nacional" de la época. Para sobrevivir, los piadosos y católicos colonos
debieron mucho al archiherético Protector, que durante gran parte Florida y las otras posesiones "españolas" situadas al este del Missis-
de su gestión mantuvo a Amsterdam de espaldas a la pared. Si la voc sippi. Si las negociaciones hubiesen sido distintas, el archipiélago ha-
hubiese triunfado, Manila y no Batavia (Yakarta) se habría vuelto el bría podido quedar políticamente unido a Malaya y a Singapur du-
centro del imperio "holandés" en el sudeste de Asia. E n 1762, Lon- rante el siglo XIX.
dres arrancó Manila a España y la conservó durante casi dos años. '' Masón C. Hoadley, "State vs. Ki Aria Marta Ningrat (1696) y Tian
Resulta divertido notar que Madrid la recibió de vuelta a cambio de Siangko (1720-21)", (inédito, 1982).

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E n cambio, los registros de la VOC lo identifican, furio- liemos imaginarnos a los españoles encargados del pro-
samente, como un chinees: en realidad, ésta es la infor- locenso, atraídos a Manila por el comercio de los galeo-
mación más importante que nos legan. Por ello, es nes, preguntando: "¿Quiénes sois?", y recibiendo esta
claro que el tribunal cirebonés clasificaba a la gente sensata respuesta: "Somos mercaderes."" Los iberos, que
por su rango y su status, mientras la C o m p a ñ í a lo hacía no recorrían los siete mares asiáticos, durante dos siglos
por algo que podríamos llamar "raza". No hay ninguna se quedaron en una niebla conceptual confortablemen-
razón para pensar que el acusado de asesinato —cuya te provinciana. Sólo muy poco a poco se convirtió el san-
alta posición prueba su vieja integración y la de sus gley en "chino", hasta que la palabra desapareció a co-
antepasados a la sociedad cirebonesa, cualesquiera que mienzos del siglo XIX, dejando el lugar a un chino al
fuesen sus orígenes— se consideraba a sí mismo como estilo de la voc.
"un" chinees. ¿Cómo llegó la VOC a esta clasificación? ¿En L a auténtica innovación del censo del decenio de
q u é naves era posible imaginar chinees? Sin duda, sólo 1870 no estuvo, pues, en la construcción de clasificacio-
en esas naves, ferozmente mercantiles que, bajo un man- nes étnicoraciales sino, antes bien, en su sistemática cuan-
do centralizado, vagabundeaban sin cesar de puerto en tificación. Los gobernantes precoloniales, en el mundo
puerto entre el gofio de Mergui y la desembocadura malayojavanés, habían intentado enumerar las pobla-
del Yang Tse Kiang. Olvidándose de las heterogéneas ciones que dominaban, pero éstas habían tomado la
poblaciones del Reino Medio, de la mutua incompren- forma de listas del fisco y listas de reclutamiento. Sus
sibilidad de muchas de sus lenguas habladas, y de los propósitos eran concretos y específicos: seguir la hue-
peculiares orígenes sociales y geográficos de su diáspora lla de aquellos a quienes se p o d í a n fijar impuestos y la
a través de las costas del sudeste de Asia, la C o m p a ñ í a conscripción militar, pues esos goljernantes sólo se in-
imaginó, con sus miradas transoceánicas, una serie in- teresaban en el beneficio e c o n ó m i c o y en los hombres
terminable de chineses, como los conquistadores habían a quienes se podía poner bajo las armas. Los primeros
visto una interminable serie de hidalgos. Y con base en r e g í m e n e s europeos de la región no difirieron mucho,
esta inventiva, el censo e m p e z ó a insistir en que aque- a este respecto, de sus predecesores. Pero después de
llos que estaban bajo su dominio a quienes catalogaba 1850, las autoridades coloniales ya estaban utilizando
como chineses, se vestían, residían, casaban, eran ente- medios administrativos cada vez más refinados para enu-
rrados y legaban .sus propiedades de acuerdo con ese merar a sus poblaciones, incluyendo a mujeres y niños
censo. Residta notable que los ibéricos —que viajaban (a quienes los antiguos gobernantes siempre h a b í a n
mucho menos lejos y de mentalidad mucho menos pasado por alto), de acuerdo con todo un laberinto de
comercial— que había en las Filipinas imaginaran una redes que no tenían un propósito financiero o militar
categoría del censo totalmente distinta: lo que ellos lla- inmediato. E n los días de a n t a ñ o , los subditos elegibles
maron sangley. E l sangley fue una incorporación al es-
pañol del sengly hokVXen, que significa "mercader".' Po-
" E l comercio por galeones —riel cual Manila fue, durante dos si-
' Véase por ejemplo Edgar Wickberg, The Chínese in Pliilippine Pije, glos, el enirefmt— intercambiaba sedas y porcelana de China por pla-
¡850-1898, capítulos 1 y 2. ta de México.

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para los impuestos y la conscripción solían estar bien sudeste de Asia, los gobernantes se vieron obligados a
conscientes de su obligación; gobernantes y goberna- hacer confusos acomodos, especialmente con el i.slam y
dos se c o m p r e n d í a n unos a otros muy bien, aunque an- el budismo. Continuaron floreciendo en particular san-
tagónicamente. Pero al llegar 1870, una mujer "co- tuarios, escuelas y tribunales, el acceso a los cuales era
chinchina" que no pagase impuestos ni pudiese recibir determinado por elección popular del propio interesa-
un fusil, podía pasar la vida, feliz o infelizmente, en los do, y no por el censo. E l Estado rara vez podía hacer más
Establecimientos de los Estrechos, sin la menor con- que tratar de regular, constreñir, contar, estandarizar y
ciencia de que así se le catalogaba desde arriba. Aquí j e r á r q u i c a m e n t e subordinar estas instituciones a la suya
se hace evidente la peculiaridad del nuevo censo. In- propia." Y precisamente porque los templos, las mez-
tentaba contar minuciosamente los objetos de su febril quitas, las escuelas y los tribunales eran topográficamen-
imaginación. Dada la naturaleza exclusiva del sistema te anómalos, fueron considerados como zonas de liber-
de clasificación, y la lógica de la propia cuantificación, tad y —con el paso del tiempo— como fortalezas, de las
una "cochinchina" había de interpretarse como un dí- cuales p o d í a n salir a combatir religiosos, y después na-
gito en una serie acumulable de "cochinchinas", repe- cionalistas anticoloniales. Al mismo tiempo, se hicieron
tibles desde luego, dentro de los dominios del Estado. frecuentes esfuerzos por imponer una mejor alineación
L a nueva topografía demográfica e c h ó profundas raí- del censo con las comunidades religiosas, etnicizando
ces sociales e institucionales, mientras el Estado colonial —hasta donde fuera posible— política y j u r í d i c a m e n t e
multiplicaba su t a m a ñ o y sus funciones. Guiado por su a estas últimas. E n los Estados federados de la Malaya
mapa imaginado, organizó las nuevas burocracias edu- colonial, esta tarea hasta cierto punto fue fácil. Aque-
cativas, jurídicas, de salubridad, de policía y de inmigra- llos a quienes el régimen consideraba de la serie "mala-
ción que ya estaba formado sobre el principio de unas ya" fueron lanzados a los tribunales de "sus" sultanes cas-
jerarquías etno-racialcs que, sin embargo, siempre fue- trados, que en parte considerable eran administrados
ron interpretadas como series paralelas. E l flujo de las de acuerdo con la ley islámica.'" Así, "islámico" fue con-
poblaciones sometidas a través de toda una confusión siderado simplemente como otro nombre para decir
de escuelas, tribunales, clínicas, puestos de policía y ofi- "malayo". (Sólo después de la independencia, en 1957,
cinas de inmigración diferenciales creó unos "hábitos ciertos grupos políticos hicieron esfuerzos por invertir
de tráfico" que con el tiempo dieron una verdadera vida esta lógica, interpretando "malayo" simplemente como
social a las anteriores fantasías del Estado. otro nombre de "islámico".) E n las vastas y heterogé-
neas Indias Holandesas, donde para fines del periodo
Huelga decir que aquello no siempre fue fácil, y que el colonial toda una variedad de organizaciones misione-
Estado frecuentemente chocó con inquietantes realida-
des. Con mucho, la más importante de éstas fue la afilia-
ción religiosa, que sirvió de base de unas muy antiguas y " Véase el capítulo 7, supm (p. 125) para una mención de la lucha
muy estables comunidades imaginadas, que no estaban del colonialismo francés por aparttir el budismo en Camboya de sus vie-
alineadas con el mapa y la red autoritaria del Estado se- jos nexos con Siam.
cular. E n distintos grados y en diferentes colonias del Véase William Roff, The Origins of Malay Nationalism, pp. 72-74.

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ras, en continua disputa, habían logrado considerables empezaba, gracias a la imprenta, a moldear la imagina-
conversiones en zonas muy dispersas, un impulso para- ción de los asiáticos del Sudeste.
lelo tropezó con obstáculos mucho mayores. Y sin em- E n una tesis brillante, reciente, el historiador tailan-
bargo, aun ahí, los decenios de 1920 y 1930 presenciaron dés Thongchai Winichakul ha seguido los complejos
el crecimiento de cristianidades "étnicas" (la Iglesia de procesos por los cuales surgió un "Siam" limítrofe, en-
Batak, la Iglesia de Karo, y después la Iglesia de Dayak, tre 1850 y 1910.'" Su versión es instructiva precisamen-
etc.) que crecieron, en parte, porque el Estado asigno te porque Siam no fue colonizado aunque las que, a la
zonas de proselitismo a distintos grupos misioneros, de postre, llegaron a ser sus fronteras, sí quedaron colo-
acuerdo con su propia topografía del censo. Con la Ba- nialmente determinadas. E n el caso de los tailandeses,
tavia islámica no tuvo un éxito comparable. No se atrevió por consiguiente, podemos ver con insólita claridad el
a prohibir la peregrinación a L a Meca, aunque sí trató surgimiento de una nueva mentalidad estatal dentro
de evitar que aumentara el niimero de peregrinos, vi- de una estructura "tradicional" de poder político.
giló sus viajes y los espió desde cierto puesto avanzado, Hasta el ascenso al poder, en 1851, del inteligente
en Jeddah, construido ex profeso. Ninguna de estas me- Rama rv (el Mongkut de El rey y yo), sólo dos tipos de
didas logró impedir la intensificación de los contactos mapas existían en Siam, y ambos eran hechos a mano;
de los indios musulmanes con el vasto mundo exterior a ú n no llegaba la época de la r e p r o d u c c i ó n mecánica.
del Islam, especialmente con las nuevas corrientes de U n o de ellos es lo que podría llamarse una "cosmogra-
pensamiento que emanaban de E l Cairo." fía", una representación formal y simbólica de los Tres
Mundos de la cosmografía budista tradicional. L a cos-
mografía no estaba organizada horizontalmente, como
EL UAPA nuestros mapas; antes bien, una serie de cielos suprate-
rrestres y de infiernos subterrestres se incrustaban en
Sin embargo, mientras tanto E l Cairo y L a Meca em- el mundo visible a lo largo de un solo eje vertical. No
pezaban a ser visualizados de una e x t r a ñ a manera nue- servía para viajar, salvo en busca del mérito y la salva-
va, ya no simplemente como sitios de una geografía ción. E l segundo tipo, totalmente profano, consistía en
musulmana sagrada, sino también como puntos en unas unas guías diagramádcas para c a m p a ñ a s militares y bar-
hojas de papel que incluían otros puntos que señalan a cos costaneros. Organizado, poco más o menos, siguien-
París, Moscú, Manila y Caracas; y la relación aérea, do el cuadrante, sus principales rasgos eran notas escri-
entre estos puntos, indiferentemente profanos o sagra- tas, sobre los tiempos más propicios para ponerse en
dos, no era determinada por nada que fuese más que marcha o para hacerse a la vela, necesarias porque los
matemáticamente calculado a vuelo de pájaro. E l mapa cartógrafos no tenían una concepción técnica de la es-
mercatoriano, llevado por los colonizadores europeos, cala. Abarcando sólo el espacio terrestre y profano, por

'" Thongcliai Winichakul, "Siam Mappcd: . \ Hi.story of the Geo-


" Véase HarryJ. Benda, The Crescmt and the Rising Sun, capítulos 1-2. Body of Siam" (tesis doctoral. Universidad de .Sydney, 1988),

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lo general se les dibujaba en una e x t r a ñ a perspectiva tailandeses a pensar en los límites como segmentos de
oblicua o mezcla de perspectivas, como si los ojos del una línea continua que no c o r r e s p o n d í a a nada visible
dibujante, acostumbrados por la vida diaria a ver de ma- en l a tierra, sino que demarcaba una soberanía exclusi-
nera horizontal el paisaje al nivel del ojo, sin embargo va, colocada entre otras soberanías. E n 1874 apareció
fuesen influidos subliminalmente por la verticalidad de el primer libro de texto de geografía, obra de J . W. V a n
la cosmografía. Thongchai hace ver que estos mapas- Dyke, misionero norteamericano: un temprano produc-
guías, siempre locales, nunca quedaban situados en un to del capitalismo de imprenta que por entonces inva-
contexto geográfico más grande y estable, y que la con- día a Siam. E n 1882, Rama v estableció una escuela es-
vención de la "vista panorámica" de los mapas moder- pecial de cartografía en Bangkok. E n 1892, el príncipe
nos les era del todo ajena. Damrong Rajanuphab, ministro de Educación, al inau-
Ninguno de los dos tipos de mapas marcaba las fron- gurar un sistema escolar al estilo moderno para todo el
teras. Sus creadores habrían considerado incomprensi- país, hizo que la geografía fuese materia obligatoria en
ble la siguiente formulación, tan elegante, de Richard la enseñanza secundaria. Cerca de 1900 se publicó Phu-
Muir:" misat Sayam [Geografía de Siam], obra de W. G . John-
son, modelo de todas las d e m á s geografías impresas
Situadas en los límites entre los territorios estatales adya- del país a partir de entonces." Thongchai observa que
centes, las fronteras internacionales tienen una significa- la convergencia vectorial del capitalismo de imprenta
ción especial para determinar los límites de la autoridad con la nueva concepción de la realidad espacial presen-
soberana y definir la forma espacial de las regiones políti- tada por estos mapas ejerció un efecto inmediato sobre
cas contenidas [...] fronteras [...] aparecen donde las en- el vocabulario de los políticos tailandeses. Entre 1900 y
trecaras verticales que hay entre las soberanías estatales in- 1915, las tradicionales palabras krungy muangcasi des-
tersecan la superficie de la Tierra [...]. Como entrecaras aparecieron, porque se referían a unos dominios de
verticales, los límites no tienen extensión horizontal [...].
acuerdo con capitales sagradas y centros de población
visibles y discontinuos." E n su lugar apareció prathet,
Los hitos y marcas semejantes existían, y en realidad se "patria", que la imaginaba en los términos invisibles de
multiplicaron a lo largo de los límites occidentales del un espacio territorial limitado.""
reino, cuando los ingleses empezaron a presionar, des-
de la Baja Birmania. Pero estas piedras se colocaban dis- Como los censos, también los mapas al estilo euro-
continuamente, en pasos de m o n t a ñ a y vados estratégi- peo sirvieron con base en una clasificación totalizadora,
cos, y a menudo estaban a considerables distancias de y empujaron a sus burocráticos impresores y consu-
las piedras correspondientes, colocadas por el adversa-
rio. Se les interpretaba horizontalmente, al nivel del ojo,
" Thongchai, "Siam Mapped", pp. 105-110, 286.
como puntos de extensión del poder real; no "desde el '•' Para un estudio completo de las antiguas concepciones de poder
aire". E n el decenio de 1870 empezaron los dirigentes en Java (que, con diferencias pequeñas, correspondían a las existen-
tes en el Antiguo Siam), véase mi obra Languaje and Power, capítulo 1.
"' Richard Muir, Modem Political Geography, p. 119. "" Thongchai, "Siam Mapped", p. 110.

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niidores hacia la política, con consecuencias revoliK io ra el cambio del siglo, con las reformas del príncipe
narias. Desde la invención del c r o n ó m e t r o (por j o h i i amrong en el Ministerio del Interior (buen nombre
Harrison en 1761) que hizo posible el cálculo preciso para hacer mapas), la administración del reino por fin
de longitudes, toda la superficie curva del planeta h:i fue colocada sobre una base enteramente territorial-
bía estado sometida a una red geométrica que cuadi i cartográfica, siguiendo la práctica anterior de las colo-
culaba mares vacíos y regiones inexploradas, en recii.i- nias vecinas.
dros medidos." L a tarea, por decirlo así, de "llenar"
Sería imprudente pasar por alto la decisiva intersec-
estos recuadros, .sería realizada por exploradores, agi i-
ción habitada entre el mapa y el censo, pues el nuevo
mensores y fuerzas militares. E n el sudeste de Asia, l.i
mapa sirvió firmemente para acabar con la serie infini-
segunda mitad del siglo x i x fue la edad de oro de los
ta de "hakkas", "srilankanos no tamiles" y "javaneses"
agrimensores militar-coloniales y, poco después, thai. Ya
que el aparato formal del censo conjuraba, delimitando
estaban en camino para poner el espacio bajo esa mis-
territorialmente el lugar donde, para fines políticos,
ma vigilancia que los empadronadores estaban tratantlo
terminaba. A la inversa, por una especie de triangu-
de imponer a las personas. Triangulación por triangu-
lación demográfica, el censo vino a llenar en lo políti-
lación, guerra por guerra, tratado por tratado, avanzó
co la topografía formal del mapa.
la alineación del mapa y el poder. E n las atinadas pala-
bras de Thongchai:' De estos cambios surgieron dos últimas modificacio-
nes de los mapas (instituidas ambas por el tardío Estado
colonial), que directamente prefiguran los nacionalis-
De acuerdo con casi todas las teorías de la comunicación \
mos oficiales del sudeste de Asia en el siglo XX. Cons-
el sentido cotnitn, un mapa es una abstracción científic.i
de la realidad. Un mapa sólo representa algo que ya existe
ciente por completo de su condición de intrusos en los
objetivamente "ahí". En la historia que he descrito, esta trópicos lejanos, pero llegados de una civilización en
relación se invirtió. E l mapa se anticipaba a la realidad es- que la herencia y la transferibilidad legales del espacio
pacial, y no a la inversa. En otras palabras, un mapa era tttt geográfico estaban ya establecidas,'" los europeos con
modelo para lo que pretendía representar, en lugar de .sei frecuencia intentaron legitimar la difusión de su poder
un modelo de esto [...]. Llegó a ser un instrtimento real por m é t o d o s casi legales. Entre los más frecuentes de
para concentrar las proyecciones .sobre la superficie de la éstos se encontraron su "herencia" de las soberanías
Tierra. Un mapa era necesario, ahora, para los nuevos me- putativas de gobernantes aborígenes a quienes los eu-
canismos administrativos y para las tropas para reforzar sus
pretensiones [... |. E l discurso de los mapas fue el paradig-
ma dentro del cual funcionaron y sirvieron las operaciones No me refiero a n sólo a la herencia y venta de propiedades pri-
administrativas y militares. vadas de tierras, en el sentido habitual. Más imporante fue la práctica
europea de las transferencias políticas de tierras, con sus poblacio-
nes, por medio de matrimonios dinásticos. Al casarse, las princesas
llevaban ducados y pequeiias principalidades a sus maridos, y esas
transferencias eran formalmente negociadas y "firmadas", l.a frase
".Siam .Mapped", p. 310. Bella gerant alii, tu, felix Austiia, nul>e, habría sido inconcebible para
cualquier Estado en el Asia precolonial.
242
243
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ropeos habían eliminado o sometido. De una manera efecto de "rompecabezas", cada "pieza" p o d í a separarse
u otra, los usurpadores estaban dedicados a la tarea por completo de su contexto geográfico. E n su forma
(en especial ante otros europeos) de reconstruir la his- final, se p o d í a n suprimir sumariamente todas las glosas
toria de la propiedad de sus nuevas posesiones. A ello explicativas: las líneas de longitud y latitud, los nom-
se d e b i ó la aparición, en especial a fines del siglo Xix, bres de lugares, las señales de los ríos, mares y monta-
de los "mapas históricos", destinados a demostrar en el ñas, los verínos. Señal pura, ya no brfijula para el mundo.
nuevo discurso cartográfico la a n t i g ü e d a d de unas uni- De este modo, el mapa e n t r ó en una serie infinitamen-
dades territoriales específicas delimitadas con claridad.
te reproducidle, que podía colocarse en carteles, sellos
Por medio de secuencias c r o n o l ó g i c a m e n t e dispuestas
oficiales, marbetes, cubiertas de revistas y libros de texto,
de tales mapas surgió una especie de narrativa político-
manteles y paredes de los hoteles. E l mapa-logotipo, al
biográfica del reino, a veces con vastas profundidades
instante reconocido y visible por doquier, p e n e t r ó pro-
históricas.''" A su vez, esta narrativa fue adoptada y a me-
fundamente en la imaginación popular, formando un
nudo adaptada por las naciones-Estado que, en el siglo
poderoso emblema de los nacionalismos que por en-
XX, serían los legatarios de los Estados coloniales.""
tonces nacían.^'^
L a segunda transformación fue la del mapa como lo- L a Indonesia moderna nos ofrece un excelente y do-
gotipo. Sus orígenes fueron bastante inocentes: la prác- loroso ejemplo de este proceso. E n 1828, el primer asen-
tica de los Estados imperiales de colorear sus colonias tamiento holandés, que pronto fue atacado por la fie-
en los mapas, con un teñido imperial. E n los mapas im- bre, se estableció en la isla de Nueva Guinea. Aunque
periales de Londres, las colonias británicas a veces so- en 1836 hubo que abandonar el lugar, la Corona ho-
lían aparecer en rosa y rojo, las francesas, en p ú r p u r a y landesa p r o c l a m ó su soberanía sobre la parte de la isla
azul, las holandesas entre amarillo y m a r r ó n , etc. Teñi- que se encontraba al oeste de los 141 grados de longi-
da de este modo, cada colonia parecía .ser una pieza se- tud (línea invisible que no corresponde a nada en la
parable de un rompecabezas. A l volverse normal este realidad, pero que se basaba en los decrecientes espa-

Véase Thongchai, "Siam Mapped", p. .387, sobre la absorción de '-- E n los escritos .sobre las Filipinas de Nick Joaquín, sobresaliente
este estilo de imaginar por la clase gobernante tailandesa. "Segi'm es- hombre de letras —e indudable patriota— podemos ver cuán pode-
tos mapas históricos, además, el geocuerpo no es una particularidad rosamente influía el emblema sobre la inteligencia más refinada. Del
moderna sino que se remite más de 100 años atrás. De este modo, general .Antonio Luna, trágico héroe de la pugna contra los yanquis
los mapas históricos ayudaron a rechazar toda sugestión de que la en 1898-1899, escribe Joaquín que corrió a "desempeñar el papel que
nación sólo había surgido hacía poco, lo que excluía la perspectiva de había sido instintivo en el criollo durante tres siglos: la defensa de la
que el actual Siam fuese un resultado de rupturas. Lo mismo ocurrió formade las Filipinas ante un invasor extranjero". ,4 Qtiestion of Héroes,
a toda idea de que a la relación entre Siam y las potencias europeas
p. 164 (las cursivas son mías). En otra parte observa, con asombro, que
se debía el origen de este Siam."
los "aliados, conversos y mercenarios filipinos (de España) enviados
Esta adopción no fue ninguna treta maquiavélica. Los primeros contra el rebelde filipino habrían podido mantener español y cris-
nacionalistas en todas la colonias del sudeste de Asia tuvieron sus tiano el archipiélago, pero también le habrían impedido disgregarse";
conciencias profundamente estimuladas por el "formato" del Estado y que "estaban luchando (cualquier cosa que se hubiesen propuesto
colonial y sus instituciones. Véase el capítulo vil, supra. los españoles) para mantener unido al filipino". Ibid. p. 58.

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nrí:::

cios en blanco de Conrad), con excepción de algunos guerras anticoloniales de 1945-1949, los holandeses se
estrechos costeros, que se consideraban pertenecientes vieron obligados a ceder la soberanía del archipiélago
a la soberanía del sultán de Tidore. E n 1901, L a Haya a unos Estados Unidos de Indonesia, intentaron (por
c o m p r ó al sultán la Nueva Guinea occidental y la in- razones que no nos interesan explicar aquí) volver a se-
c o r p o r ó a las Indias Holandesas, a tiempo para la "lo- parar la Nueva Guinea occidental, mantenerla por un
goización". Grandes partes de la región siguieron tan liempo bajo un régimen colonial y prepararla para su
blancas como pudiera desearlas Conrad hasta después ( o n d i c i ó n de nación independiente. E n 1963 se aban-
de la segunda Guerra Mundial; el p u ñ a d o de holande- d o n ó esta empresa, como resultado de la fuerte pre-
ses eran en su mayoría misioneros, buscadores de mi- sión diplomática de los Estados Unidos y de las incursio-
nerales y guardianes de los campamentos-prisiones es- nes militares de Indonesia. Sólo entonces el presidente
peciales para los nacionalistas indonesios más radicales. .Sukarno visitó por vez primera, a la edad de 62 años,
Las marismas situadas al norte de Merauke, en el extre- una región acerca de la cual había hablado infatigable-
mo sudoriental de la Nueva Guinea holandesa, fueron mente durante cuatro décadas. Las siguientes y difíciles
elegidas como lugar para esas instalaciones, precisa- relaciones entre las poblaciones de la Nueva Guinea oc-
mente porque la región fue considerada como aparta- cidental y los emisarios del independiente Estado indo-
da por completo del resto de la colonia, y la población nesio pueden atribuirse al hecho de que los indonesios
local, "de la edad de piedra", se c o n s i d e r ó incontami- consideraban, más o menos sinceramente, estas pobla-
nada por el pensamiento nacionalista."'* ciones como "hermanas", mientras que las poblaciones
E l internamiento, y a menudo el enterramiento, de mismas, en su mayoría, ven las cosas de muy distinto
los nacionalistas mártires dio a la Nueva Guinea occi- modo."'
dental un lugar preeminente en el folklore de la pug- Esta diferencia debe mucho al censo y al mapa. L a
na anticolonial, convirtiéndola en sitio sagrado de las lejanía y el difícil terreno de Nueva Guinea crearon a
imágenes nacionales; Indonesia Libre, desde Sabang (en lo largo de milenios una extraordinaria fragmentación
el extremo noroccidental de Sumatra) hasta — ¿ d ó n d e , lingüística. Cuando los holandeses abandonaron la zona
si no?— Merauke. No importaba que, con excepción
de los pocos centenares de reos, n i n g ú n nacionalista Desde 1963, ha habido muchos episodios sangrientos en la Nue-
hubiese visto j a m á s la Nueva Guinea con sus propios va Guinea occidental (hoy llamada Irian Jaya: Gran Irian), en parte
como resultado de la militarizacicm del Estado indonesio desde 1965,
ojos hasta llegar al decenio de 1960. Pero los mapas-/o-
en parte por las actividades guerrilleras, intermitentemente eficaces,
gos coloniales holandeses se difundieron por la colonia, de la llamada OPM (Organización por una Papila Libre). Pero estas
mostrando una Nueva Guinea occidental con nada al Este, brutalidades no son nada comparadas con la barbarie de Yakarta en
y reforzando inconscientemente los nexos imaginados el Timor Oriental ex portugués, donde en los tres aiios que siguie-
en desarrollo. Ycuando, en la secuela de las enconadas ron a la invasión de 1976 se calcula que un tercio de la población de
600 000 murió por la guerra, el hambre, las enfermedades y el "re-
asentamiento". No creo que sea un error sugerir que la diferencia se
Véase Robin Osbome, Indonesias Secret War, Tlie Guerritla Struggle deriva en parte de la que del Timor Oriental no aparecía en el logos de
in Irian Jaya, pp. 8-9. las Indias Orientales Holandesas y, hasta 1976, en el de Indonesia.

246 247
en 1963, calcularon que dentro de una población de indonesia en conjunto, sólo veía un "irianés" (orang Irian)
700 000 existían bastante más de 200 lenguas, casi todas fantasma, que recibía su nombre del mapa; y al ser fan-
ellas ininteligibles entre sí.^'' Muchos de los grupos "tri- tasma, debía ser imaginado en forma casi bgo: rasgos "ne-
bales" más remotos n i siquiera estaban enterados de la groides", cubrepenes, etc. De un modo que hoy nos re-
existencia de los demás. Pero, en especial d e s p u é s de cuerda c ó m o Indonesia fue imaginada, primero, dentro
1950, misioneros y funcionarios holandeses por prime- de la estructura racista de las Indias Orientales Holan-
ra vez hicieron serios esfuerzos por "unificarlos", levan- desas de comienzos del siglo x x surgió una comunidad
tando censos, extendiendo las redes de comunicación, nacional "irianesa" en embrión, limitada por el Meridia-
estableciendo escuelas y elevando estructuras guberna- no 141 y por las provincias contiguas de las Molucas
mentales supra "tribales". Este esfuerzo fue lanzado por del Norte y del Sur. Cuando su portavoz más conocido
un Estado colonial que, como ya hemos visto, era úni- y atractivo, Arnold A p , fue asesinado por el gobierno
co, ya que gobernaba a las Indias no principalmente en 1984, era curador de un museo construido por el
por medio de un lenguaje europeo sino por medio del Estado, dedicado a la cultura "irianesa" (provinciana).
"malayo administrativo".^'' Por tanto, la Nueva Guinea
occidental fue "educada" en el mismo lenguaje en que
antes fuera educada Indonesia (y que con el tiempo E L MUSEO
llegaría a ser el lenguaje nacional). L o irónico es que,
de este modo, la bahasa Indonesia se convirtió en la lin- E l nexo entre la ocupación de Ap y su asesinato no es
gua franca de un pululante nacionalismo de la Nueva accidental, pues los museos y la imaginación museísti-
Guinea occidental, de la Papua occidental.^' ca son profundamente políticos. E l hecho de que su
Pero lo que unió a losjóvenes nacionalistas papúes oc- museo fuese instituido por la lejana Yakarta nos mues-
cidentales, a menudo en continua pugna especialmente tra c ó m o la nueva nación-Estado de Indonesia apren-
después de 1963, fue el mapa. Aunque el Estado indo- dió de su antepasado inmediato, las Indias Orientales
nesio cambió el nombre de la región, de Nueva Guinea Holandesas coloniales. L a actual proliferación de mu-
occidental, primero a Irian Barat (Irian Occidental) y seos en torno del sudeste de Asia nos sugiere un proce-
luego a Irian Jaya, obtuvo su realidad local del atlas (a so general de herencia política en acción. T o d a com-
ojo de pájaro) de la é p o c a colonial. Unos cuantos an- prensión de este proceso exige una consideración de
tropólogos, misioneros y funcionarios locales p o d í a n la nueva arqueología colonial d e c i m o n ó n i c a que hizo
conocer y pensar en los ndanis, los asmats y los baudis. posibles semejantes museos.
Pero el Estado mismo, y por medio de él, la población Hasta los comienzos del siglo Xix, los gobernantes
coloniales del sudeste de Asia mostraron muy poco in-
'^^ Osborne, Indonesias Secret War, p. 2.
Véase supra, p. 110. terés en los monumentos antiguos de las civilizaciones
La mejor señal de esto es que el nombre de la organización gue- que ellos h a b í a n sometido. Thomas Stamford Raffles,
rrillera nacionalista antiindonesia, Organisasi Papua Merdeka (OPM) ominoso emisario de la Calcuta de William Jones, fue
está compuesta con palabras indonesias. el primer funcionario colonial importante que no sólo

248 249
Mí?

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amasó una gran colección personal de objetos de arte


Estudiar completamente por q u é ocurrió esto, y cuán-
locales sino que sistemáticamente estudió su historia."'*
do ocurrió, nos desviaría demasiado. Baste sugerir aquí
En adelante, y con creciente velocidad, las grandezas
que el cambio se relacionó con el eclipse de los regí-
de Borobudur, de Angkor, de Pagan y de otros sitios an-
menes comercial-coloniales de las grandes C o m p a ñ í a s
tiguos fueron sucesivamente desenterradas, sacadas de
de las Indias Orientales, y el surgimiento de la auténti-
la selva, medidas, fotografiadas, reconstruidas, aparta-
ca colonia moderna, directamente unida a la m e t r ó p o -
das, analizadas y exhibidas.'"' Los Servicios Arqueológi-
li.'" E l prestigio del Estado colonial, por consiguiente,
cos Coloniales se convirtieron en instituciones podero-
q u e d ó ahora relacionado de manera directa con el de
sas y prestigiadas, que solicitaban los servicios de algunos
su metrópoli. Es de notar c u á n t o se concentraron los
funcionarios-eruditos excepcionalmente capaces.
esfuerzos arqueológicos en la restauración de monu-
mentos imponentes (y c ó m o estos monumentos empe-
"" E n 1811, Las fuerza.s de la Compañía de las Indias Orientales se zaron a aparecer en los mapas para su distribución e
apoderaron de todas las po.sesiones holandesas que había en las In-
ilustración pública: una especie de censo necrológico
rlias (Napoleón babía anexado los Países Bajos a Francia el a ñ o ante-
rior). Rtilfles g o b e r n ó a Java hasta 181.5. .Su montitnental Historia de
Java apareció en 1817, dos años desptiés de fundar a Singapur.
Elevar al museo a Borobttdur, la más grande stupa btidista del escribe Groslier, "vitalizó" la Archaeological Survey of India, dijo las
mundo, ejemplifica este proceso. E n 1814, el régimen de Raffles "la cosas con mucha claridad: "Es [...] igualmente nuestro deber desen-
desctibrió" y la hizo sacar de las selvas. Eti 1845, el aventtirero-artista terrar y descubrir, clasificar, reproducir y describir, copiar y desci-
alemán Schaefer (experto en la propaganda de sí mismo) convenció frar, y querer y conservar." (Foucault no lo habria dicbo mejor.) En
a las autoridades holandesas de Batavia que le pagaran por hacer los 1899, el Archaeological Department of Burma —por entonces, Bir-
primeros daguerrotipos. E n 1851, Batavia envió un equipo de emplea- mania era parte de la India británica— fue fundado, y pronto comen-
dos del Estado, encabezados por el ingeniero civil F. C. Wiisen, a hacer zó la restauración de Pagan. El año anterior se había establecido en
un estudio sistemático de los bajorrelieves y producir un conjunto Saigón la École Franfaise d'Extréme Orient, seguida casi al instante
"científico" completo de litografías. E n 1874, el doctor C . Leemans, por un Directorio de Museos y de Monumentos Históricos de Indo-
director del Museo de Antigüedades de Leyden, publicó a instancias china. Poco después de que los franceses arrancaron Siemreap y Bat-
del ministro de Colonias la primera gran tnonograiia académica; de- tambang a Siam, en 1907, fue establecida una Angkor Conservancy,
pendía mticho de las litografías de Wiisen, pties nunca visitó perso- para "curzonizar" los monumentos antiguos más imponentes del
nalmente el sitio. Durante el decenio de 1880, el fotógrafo profesio- sudeste de Asia. Véase Bernard Philippe Groslier, Indochina, pp. 155-
nal Cephas hizo un csttidio fotográfico al estilo moderno. En 1901, el 157, 174-177. Como ya se observó, la colonial Comi.sión Holandesa
régimen colonial estableció una Oudheiktindige Commissie (Comi- de Antigüedades fue fundada en 1901. L a coincidencia de las fechas
sión de Antigtiedades). Entre 1907 y 1911, la Comisión supervisó la —1899, 1898, 1901— no sólo muestra la desconfianza con que las
restauración completa de la stujm, a expensas del Estado, por tm potencias coloniales rivales se observaban unas a otras, sino los cam-
equipo encabezado por el ingeniero civil Van Erp. .Sin dtida en reco- bios del imperialismo, en el mar, para fines del siglo. Como podía es-
nocimiento de este éxito, la Comisión fue a.scendida en 1913. a un perarse, el Siam independiente avanzó con mayor lennmd. .Su Servicio Ar-
Oudheidktindigen Dienst (Servicio de Antigüedades), qtie conservó queológico fue organizado en 1924, y su Museo Nacional en 1926.
el montimento hasta el fm del periodo colonial. Véase C . Leemans, Véase Charles Higham, The Archamlogy of Mainland Soulhenst Asia, p. 25.
Born-liimdmir, pp. ii-iv, y N. J . Kiom, Iniriding lot the Hindoe-javaansche •'" L a voc fue liquidada, en bancarrota, en 1799. Sin embargo, la
KuTíst, 1, capítulo 1.
colonia de las Indias Holandesas data de 1815, cuando la indepen-
dencia de los Países Bajos fue restablecida por la Santa Alianza, y
"' El virrey Curzon (1899-1905), fanático de las antigüedades, quien.
Guillermo I de Orange fue puesto en un trono holandés, inventado
250
251
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ya estaba en camino. Sin duda, este hincapié reflejó l.i siempre colocó a los constructores de los monumentos
moda orientalista general. Pero los considerables fon y a los aborígenes coloniales en una determinada jerar-
dos invertidos nos permiten sospechar que el Estado t|iiía. E n algunos casos, como en las Indias Orientales
tenía sus propias razones no científicas, tres de las cua- 1 lolandesas hasta el decenio de 1930, se sostuvo la idea
les se sugieren por sí solas; de ellas, la última es la más de que los constructores en realidad no eran de la mis-
importante. ma "raza" que los aborígenes (se les llamaba inmigran-
E n primer lugar, el momento en que el auge arqueo- tes "realmente" indios).*" E n otros ca.sos, como en Bir-
lógico coincidió con la primera lucha política por la mania, lo que se imaginó fue una decadencia secular,
política educativa del Estado.""* Los "progresistas" —tan- hasta tal punto que los aborígenes c o n t e m p o r á n e o s ya
to coloniales como aborígenes— estaban pidiendo gran- no eran capaces de lo que fueran sus antepasados pu-
des inversiones en las escuelas modernas. Contra ellos tativos. Vistos bajo esta luz, los monumentos reconstrui-
se alinearon los conservadores, temerosos de las conse- dos, yuxtapuestos a la pobreza rural circundante, decían
cuencias a largo plazo de tales escuelas, quienes prefe- a los aborígenes: Vuestra presencia misma muestra que
rían que los aborígenes siguieran siendo aborígenes. siempre, o desde hace mucho tiempo, habéis sido inca-
Bajo esta luz, las restauraciones arqueológicas —que paces de alcanzar la grandeza o de autogobernaros.
pronto fueron seguidas por ediciones impresas de tex- L a tercera razón nos lleva más adentro , y más cerca
tos literarios tradicionales, bajo patrocinio del Estado— del mapa. Ya hemos visto, en nuestro análisis del "mapa
pueden verse como una especie de programa educativo histórico", c ó m o los regímenes coloniales empezaron a
conservador, que también sirvió como pretexto para re- dedicarse tanto a la antigúedad como a la conquista,
sistir a la presión de los progresistas. E n segundo lugar, originalmente por razones directamente maquiavélico-
el programa ideológico formal de las reconstrucciones legalistas. Sin embargo, con el paso del tiempo se ha-
bló cada vez menos con franca brutalidad del derecho
en 1806 por Napoleón y por su bondadoso hermano Luis. L a Com- de conquista, y se hicieron más y más esfuerzos por crear
pañía Británica de las Indias Orientales sobrevivió hasta el gran Mcv otras legitimidades. Más y más europeos nacían en el
tín de la India de 1857.
sudeste de Asia, y se veían tentados a hacer ahí su hogar.
La Oudheikundige Commissie fue establecida por el mismo go-
bierno que (en 1901) inauguró "Política Etica" para las Indias, polí-
L a arqueología monumental, cada vez más relacionada
üca que por primera vez tendía a establecer un sistema de educación con el turismo, permitió al Estado presentarse como
al estilo occidental, para ni'imeros considerables de los colonizados. guardián de una tradición generalizada pero también
Paul Doiimer (1897-1902), gobernador general, creó el Directorio de local. Los antiguos sitios sagrados serían incorporados
Museos y Monumentos Históricos de Indochina y el apartado educa-
tivo moderno de la colonia. En Birmania la enorme extensión de la
educación superior —que entre 1900 y 1940 octuplicó el niímero de
estudiantes de secundaria, pasando de 27 401 a 233 453, y multiplicó Influidos en parte por este tipo de pensamiento, los intelectua-
por 20 el n ú m e r o de estudiantes de preparatoria, pasando de 115 a les, arqueólogos y funcionarios tailandeses conservadores siguen has-
2 36.5— c o m e n z ó precisamente cuando entraba en acción el Depar- ta el día de hoy atribuyendo Angkor al misterioso Khom, que desapa-
tamento Arqueológico de Birmania. Véase Robert H . Taylor, The Sta- reció sin dejar huella.s y que ciertamente no tenia ninguna c o n e x i ó n
te in Burma, p. 114. con los despreciados camboyanos de hoy.

252 253
al mapa de la colonia, y su antiguo prestigio (que, si censo pictórico del patrimonio del Estado, aunque con
había desaparecido, como a menudo ocurría, el Esia- un alto costo para los subditos del Estado; 3) U n a gene-
do intentaría resucitarlo) recaería sobre los cartógia- ral "logoización", que es posible por los procesos pro-
fos. Esta paradójica situación resulta simpáticameule fanadores ya descritos. Estampillas postales, con sus se-
ilustrada por el hecho de que los monumentos recoiis ries características —aves tropicales, frutas, fauna, ¿y por
truidos a menudo tenían a su alrededor unos bien ( i i i q u é no monumentos?— ejemplifican esta etapa. Pero
dados prados, y siempre cuadros explicativos, complc las tarjetas postales y los libros de texto siguen la mis-
tos, con fechas aquí y allá. Además, debían permanecer ma lógica: de ahí sólo hay un paso al mercado: Hotel
vacíos, con excepción de los turistas a pie (en lo posi Pagan, BorolmdurFried Cliicken, etcétera.
ble, se evitarían las ceremonias religiosas o las peregri- Mientras que este tipo de arqueología, que maduraba
naciones). Convertidos así en museos, resurgieron como en la época de la reproducción mecánica, era profun-
insignias de un Estado colonial secular. damente política, política en un grado tan profundo
Pero, como ya hemos observado, un rasgo caracterís que casi todos, incluyendo al personal del Estado colo-
tico de los recursos de este Estado profano fue su inii nial (que, en la d é c a d a de 1930 en realidad era 90%
nita capacidad de dejarse reproducir, capacidad hecha aborigen en la mayor parte del Asia sudoriental) igno-
técnicamente posible por la imprenta y la fotografía, raban este hecho. Todo se había vuelto normal y coti-
pero político-culturalmente por el hecho de que los diano. Y era precisamente la infinita r e p r o d u c c i ó n co-
propios gobernantes no creían en lo sagrado de los si- tidiana de estos símbolos la que revelaba el auténtico
tios locales. Por doquier puede notarse una especie de poder del Estado.
progresión: / ) Unos informes arqueológicos enormes, T a l vez no resulte demasiado sorprendente que los
avanzados en lo técnico, completos con docenas de f o Estados posteriores a la independencia y que mostra-
tografías que registraban el proceso de reconstrucción ron marcadas continuidades con sus predecesores co-
de ruinas particulares; 2) Libros profusamente ilustra- loniales, heredaran esta forma de museos políticos. Por
dos para el consumo público, incluyendo magníficas ejemplo: el 9 de noviembre de 1968, como parte de las
láminas de todos los grandes sitios reconstruidos dentro celebraciones que conmemoraron el decimoquinto ani-
de la colonia (tanto mejor si, como en las Indias Holan- versario de la independencia de Camboya, Norodom
desas, santuarios hindú-budistas p o d í a n quedar yuxta- Sihanouk m a n d ó exhibir una gran réplica de madera y
puestos a restauradas mezquitas islámicas)."" Gracias al papier maché del gran templo de Bayon, de Angkor, en el
capitalismo de imprenta, se dispone de una especie de estadio nacional de los deportes, en Phnom Penh."'" Esta
danao filipino así como el norte de Borneo de la Mala.sia británica, la
Un buen ejemplo tardío es Anáenl ¡ndonesian Arí, del erudito
Malaya peninsular y Singapur. Todos ellos carecen de los .sitios ar-
bolandés A. J . Bernet Keinpers, que se llama a sí mismo "ex director
queológicos, en realidad, de toda clase de nombres, salvo de un in-
de Arqueología en Indonesia [sic]". En las páginas 24 y 25 vemos
explicable "Kedah". E l cambio del hindú-budismo al Islam aparece
unos mapas que muestran la ubicación de los sitios antiguos. El pri-
después de la Lámina n ú m e r o 340.
mero es especialmente instructivo, ya que su forma rectangular (en-
marcada al Este por el meridiano 141), de mala gana incluye el Min- Para algunas curiosas fotografías, véase Knmimja. p. 55 (15 de di-
ciembre de 1908).
254 255
réplica era excepcionalmente burda, pero sirvió a su flanqueadas por árboles, no hay a la vista ni un solo ser
propósito: el reconocimiento instantáneo de la "logoi- humano:^" Podría argüirse que este vacío refleja la inco-
zación" de la época colonial por medio de una his- modidad de un pintor m u s u l m á n c o n t e m p o r á n e o ante
toria. "Ah, nuestro Bayon", pero habiendo disipado una antigua realidad budista. Pero yo sospecho que en
totalmente el recuerdo de los restauradores coloniales realidad estamos viendo un descendiente lineal incon-
franceses. E l Angkor Wat, reconstruido por los france- sciente de la arqueología colonial: el Borobudur como
ses, también en forma de "rompecabezas" se convirtió, símbolo del Estado y, "desde luego, su" logotipo. U n
como ya observamos en el capítulo ix, en símbolo cen-
Borobudur tanto más poderoso cuanto que es símbolo
tral de las sucesivas banderas de los r e g í m e n e s monar-
de la identidad nacional, porque todos tienen concien-
quista de Sihanouk, militarista de L o n Nol y jacobino
cia de su ubicación en una serie infinita de Borobo-
de Pol Pot.
durs idénticos.
Más sorprendente a ú n es el testimonio de la heren-
cia en un nivel más popular. U n ejemplo revelador es Entrelazados entre sí, entonces, el censo, el mapa y el
una serie de pinturas de episodios de la historia nacio- museo iluminan el estilo de pensamiento en el Estado
nal, encargada por el Ministerio de Educación de In- colonial tardío, acerca de su propio dominio. L a "ur-
donesia en el decenio de 1950. Las pinturas serían re- dimbre" de este pensamiento fue una red totalmente
producidas en serie y distribuidas por todo el sistema clasificatoria, que podía aplicarse con interminable fle-
de escuelas primarias; en las paredes de las aulas de los xibilidad a todo lo que se encontrara bajo el dominio
j ó v e n e s indonesios habría, por doquier, representacio- real o supuesto del Estado: pueblos, regiones, religiones,
nes visuales del pasado de su país. Casi siempre, el fon- lenguajes, productos, monumentos, etc. E l efecto de la
do se había hecho en el predecible estilo sentimental- red sería ser capaz de decir siempre de algo, que era
naturalista del arte comercial de comienzos del siglo XX, esto y no aquello; correspondía aquí, y no allá. Estaba li-
y las figuras humanas habían salido, o bien de los dio- mitado, determinado, y por tanto —en principio— era
ramas de museo de la é p o c a colonial, o bien del popu- contable. (Los cómicos rubros del censo, clasificatorios
lar drama folklórico seudohistórico wayang orang. Sin y subclasificatorios, llamados "Otros" ocultaban todas las
embargo, la más interesante de las series ofrecía a los anomalías de la vida real, mediante un espléndido trom-
n i ñ o s una representación del Borobudur. E n realidad, pe l'oeil burocrático.) L a "urdimbre" era lo que podría-
este monumento colosal, con sus 504 imágenes de Bu- mos llamar señalización: la suposición de que el mundo
da, I 460 paneles pictóricos y 1 212 paneles de piedra estaba integrado por plurales duplicables. L o particular
tallada, es un fantástico depósito de escultura javanesa siempre aparecía como representativo provisional de
antigua. Pero el artista bien considerado imagina las ma- ^ una serie, y había de manejársele de esta manera. Por
ravillas de su apogeo, en el siglo i x d.C. con instructiva ello el Estado colonial imaginó una serie de chinos antes
perversidad. E l Borobudur está pintado completamen-
te de blanco, sin n i n g ú n rastro de escultura visible. Ro-
deado por bien cuidados prados y bonitas avenidas Este estudio se basa en material analizado más plenamente en
Language and Power, capítulo 5.

256 257
M
- r f T-

mtttr-

que a ningún chino, y una serie de nacionalistas antes de tos antiguos", segmentada dentro del rubro clasificato-
la aparición de n i n g ú n nacionalista. rio geográfico-demográfico "Indias Holandesas" y "Bir-
mania británica". Concebida dentro de esta serie pro-
Nadie ha encontrado una metáfora mejor para este
fana, cada ruina quedaba sometida a supervisión y a
estado mental que el gran novelista indonesio Pramo-
infinitas réplicas. Y cuando el servicio arqueológico del
edya Ananta Toer, quien intituló Rumah Kaca — l a Casa
Estado colonial hizo técnicamente posible reunir la serie
de Cristal— el volumen final de su tetralogía sobre el pe-
en forma cartografiada y fotografiada, el Estado mismo
riodo colonial. Es una imagen, tan poderosa como el
pudo considerar la serie, en el tiempo histórico, como
Panopticón de Bentham, de una total capacidad de su-
un álbum de sus antepasados. L a cosa clave nunca era
pervisión, pues el Estado colonial no sólo aspiraba a
el Borobudur específico, ni el Pagan específico, en los
crear, bajo su dominio, un paisaje humano de perfecta
cuales el Estado no tenía un interés especial y con el que
visibilidad; la condición de esta "visibilidad" era que to-
sólo tenía conexiones arqueológicas. Sin embargo, la
dos y todo tuviera un n ú m e r o de serie (por decirlo así)
serie replicable creó una bistórica profundidad de cam-
Este estilo de imágenes no sale de la nada. Eue produc-
po fácilmente heredada por el sucesor poscolonial del
to de las tecnologías de la navegación, la astronomía,
Estado. E l resultado lógico final fue el logotipo —de
la horología, la agrimensura, la fotografía y la imprenta,
"Pagan" o "Las Filipinas"; había poca diferencia— que
para no hablar del penetrante poder del capitalismo.
por su vacío, su contextualidad, su capacidad visual de
De este modo, el mapa y el censo crearon la gramáti- ser recordado y su infinita capacidad de ser reproduci-
ca que con el tiempo haría posibles "Birmania" y "bir- do en todas direcciones llevó al censo y al mapa, a la
mano", "Indonesia" e "indonesio". Pero la concreción urdimbre y al tejido, a un abrazo inseparable.
de estas posibilidades —concreciones que hoy tienen
una vida poderosa, mucho después de haber desapare-
cido el Estado colonial— debió mucho a las peculiares
imágenes de la historia del poder que pre.sentó el Esta-
do colonial. L a arqueología fue una empresa inimagi-
nable en el Asia sudoriental precolonial; fue adoptada
en el no colonizado Siam ya muy avanzado el juego, y a
la manera del Estado colonial. Creó la serie "monumen-

Un resultado político ejemplar de las imágenes de la Casa de Cris-


tal —un resultado del cual está dolorosamente consciente el expreso
político Pranioedya— es la tarjeta clasificatoria ID que todos los indo-
nesios adultos deben llevar consigo en todo momento. Esta ID es iso-
mórtica con el censo: representa una especie de censo político, con
perforaciones especiales para quienes aparecen en las subseries "sub-
versivos" y "traidores". Es notable que este estilo de censo sólo fuese
perfeccionado tras la independencia nacional.

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