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El papel de los sindicatos en el marco institucional de los mercados

laborales modernos. Una aproximación a los casos mexicano,


estadounidense y español

Dr. Jesús Rubio Campos1 - rubio@itesm.mx


Escuela de Graduados en Administración Pública y Política Pública
(EGAP) del Tecnológico de Monterrey. México

La presente investigación analiza el papel de los sindicatos en el marco institucional del


mercado de trabajo en México, Estados Unidos y España. Se encuentra que los sindicatos han
perdido fuerza y representación en una magnitud similar en México y Estados Unidos, mientras
que se han fortalecido en España. En el caso de México, la representatividad sindical pasó del
25% de la población ocupada subordinada remunerada en 1980 a sólo un 15% en el año 2007.
En Estados Unidos la densidad sindical disminuyó de un 23% en 1980 a un 12.1% en el año
2007. Respecto a la representatividad de los sindicatos españoles en los últimos años, éstos
han desarrollado un proceso de renovación organizativa y estratégica que ha permitido un
crecimiento en la afiliación de trabajadores como proporción de la población asalariada,
pasando de niveles de 18.4% en 1977, a 20.5% para 1995 y a un cercano 19.3% para el año
2007.

Palabras clave: Sindicatos funcionales, sindicatos contestatarios, teoría institucional.

1
Sobre el autor: Cuenta con el Doctorado en Política Pública por la Escuela de Graduados en
Administración Pública y Política Pública (EGAP) del Tecnológico de Monterrey, México, donde además
se graduó de la Maestría en Administración Pública y Política Pública. Es egresado de la Facultad de
Economía de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Es profesor de la Licenciatura en Ciencia
Política del ITESM y de la Maestría en Administración Pública y Política Pública de la EGAP ITESM,
donde además dirige una línea de investigación sobre mercados laborales en la Cátedra Administración
Pública, Gobierno y Ciudadanos. Cuenta con varias publicaciones sobre precariedad e informalidad
laboral y ha sido ponente sobre el tema en diversos congresos nacionales e internacionales. Puede ser
contactado en el correo electrónico: rubio@itesm.mx
Responsabilidad: El contenido del presente artículo es responsabilidad del autor y quienes cite. No
representa el punto de vista de la EGAP, ni del Tecnológico de Monterrey.
Derechos Reservados: Los derechos de la presente investigación pertenecen a su autor. La forma
correcta de citar este trabajo es: Rubio Campos, Jesús (2011) “El papel de los sindicatos en el marco
institucional de los mercados laborales modernos. Una aproximación a los casos mexicano,
estadounidense y español”. Ponencia presentada en el VII Congreso Nacional de la Asociación Mexicana
de Estudios del Trabajo. Mérida, Yucatán. México.
El papel de los sindicatos en el marco institucional de los mercados
laborales modernos. Una aproximación a los casos mexicano,
estadounidense y español

La presente investigación pretende conocer el papel de los sindicatos


dentro del marco institucional formal del mercado de trabajo, para el caso de
México, Estados Unidos y España. Para tal efecto, se revisaron las ideas de
Freeman (1984), Piore (1984), Noriega y Zarate (2003), Hirsch (2003), Zepeda
(2005) y Beneyto (2008).

Para el caso de México, se revisó la historia y evolución del sindicalismo,


según De la Garza (1998), Marshall (2000), Lastra (2002), Zepeda (2005) y
datos de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS).

En el caso estadounidense, considerado como uno de los países que


poseen uno de los mercados laborales más flexibles (Recio, 1994:57), se
analizaron las ideas de Zepeda (2005) y los datos de USDOL (2007).

Sobre el caso español, este se analiza por la importancia de poseer uno


de los mercados laborales dentro de la Unión Europea que han enfrentado
procesos de flexibilización a gran escala. Se analizó la evolución reciente de
sus sindicatos según Zufiar (2007) y Beneyto (2008).

Según Douglas North (2006:13-22), las instituciones son las reglas del
juego en una sociedad, son las limitaciones ideadas por el hombre que dan
forma a la interacción humana y benefician el desempeño de la economía al
reducir la incertidumbre que se da en cualquier intercambio de bienes o
servicios.

Dicho autor divide a las instituciones en formales (normas que idean los
humanos) e informales (acuerdos y códigos de conducta). Así, las instituciones
pueden ser creadas expresamente (como la constitución) o simplemente
evolucionar a lo largo del tiempo.

2
Dentro de esta teoría institucional, un papel importante lo juegan las
organizaciones, las cuales son grupos de individuos enlazados por alguna
identidad común hacia ciertos objetivos. Estos grupos incluyen cuerpos
políticos (partidos, senado, cabildo, agencias reguladoras), cuerpos
económicos (empresas, sindicatos, etc), cuerpos sociales (iglesias, clubes, etc)
y órganos educativos.

Para North (2006) estas organizaciones tienen un papel como agentes


del cambio institucional. Hay una fuerte interacción entre instituciones y
organizaciones. Las instituciones junto a las limitaciones ordinarias de la teoría
económica determinan las oportunidades que hay en una sociedad. Las
organizaciones u organismos son creados para aprovechar esas oportunidades
y, conforme evolucionan las organizaciones, alteran las instituciones. Si las
instituciones son las reglas del juego las organizaciones son los jugadores.

Así, la principal función de las instituciones en la economía es reducir la


incertidumbre estableciendo una estructura estable de interacción humana.
Esta estabilidad no significa que no exista el cambio permanente.
Generalmente las instituciones cambian de modo incremental (usando el
lenguaje de Lindblom, 1959:79-88). Aunque las normas formales puedan
cambiar de la noche a la mañana (con un cambio en la constitución por
ejemplo), las limitaciones informales encajadas en costumbres, tradiciones y
códigos de conducta son mucho más resistentes o impenetrables a las políticas
deliberadas.

Según North (1993), la fuente de cambio más fundamental en el largo


plazo es el aprendizaje de los individuos y los miembros de las organizaciones.
La velocidad del cambio económico es una función del ritmo del aprendizaje,
pero la dirección de dicho cambio es función de retribuciones esperadas al
adquirir diferentes tipos de conocimientos.

De esta manera, las estructuras de creencias son transformadas por las


instituciones (tanto reglas formales como normas informales de
comportamiento) en estructuras sociales y económicas. El autor apunta que

3
aunque el aprendizaje es un proceso que va en aumento, no hay garantía de
que la experiencia acumulada en el pasado por una sociedad necesariamente
la preparará para resolver nuevos problemas. Al contrario, existen sociedades
que se atascan, al tener sistemas de creencias e instituciones que no logran
enfrentar y resolver nuevos problemas socialmente complejos, como en el caso
que nos ocupa, donde el mercado laboral se caracteriza por el gran peso de las
acuerdos y normas de conducta informales, las cuales pueden finalizar en una
inobservancia de la ley, que representa el marco institucional formal.

En el caso del mercado de trabajo, el conjunto de instituciones que lo


regulan promueven comportamientos personales y pautas de acción
individuales y colectivas que a veces propician y otras veces impiden que
pueda adaptarse la actividad productiva y por ende el empleo a los cambios
que demande el mercado en un momento dado (Recio, 1994:57).

Así, ganancias potenciales (la hipótesis es que una mejora en las


condiciones laborales incrementa la acumulación de capital humano –
educación y salud-, lo que tiene un impacto directo sobre la productividad del
trabajo y a su vez un efecto positivo sobre toda la economía –o spillover-)
pueden generarse de la cooperación individual de los diversos actores que
movidos a veces por su egoísmo personal (siguiendo sus elecciones racionales
y dejando que el mercado haga su trabajo) prefieren perseguir sus propias
ganancias a corto plazo, aunque eso signifique que las mismas sean menores
a largo plazo, dejando a todos los participantes en un nivel peor que el
proporcionado por otras alternativas (Mueller, 1976:393-398; Ostrom, 1998:1).

Para Noriega y Zárate (2003:229,234,241), un papel preponderante en el


marco institucional laboral lo ocupan los sindicatos, los cuales contribuyen a
reducir la incertidumbre a través de contratos, minimizando así los costos de
transacción y asegurando la viabilidad de las empresas en el largo plazo,
permitiendo así una mayor dinámica de acumulación de capital de la economía,
a la vez que canaliza los conflictos sociales derivados de caídas en el poder de
compra por medio de la negociación colectiva.

4
Según Nelson y Winter (1974), citados por Noriega y Zarate (2003:233),
los sindicatos son organismos que poseen atributos propios tales como
memoria, identidad y conciencia organizacional, la cual esta cimentada en un
sistema de percepciones, tradicionales, costumbres, valores, propósitos
colectivos, capacidad de aprendizaje, así como selección y cambio de sus
genes organizacionales para adecuarse a un ambiente de riesgos y
oportunidades. Esto último, permite a los sindicatos establecer negociaciones
salariales colectivas a partir de las cuales se establecen condiciones iniciales
en los procesos de producción.

Freeman (1984,1994), citado por Zepeda (2005), argumenta que los


sindicatos apoyan la estabilidad laboral de los trabajadores, elevando sus
ingresos y la productividad de las empresas.

Mientras tanto, Piore (1984) y Hirsch (2003), citados por Zepeda (2005),
opinan que los sindicatos actuales tienen niveles de anquilosamiento que no
les permiten competir en el entorno global actual.

Los sindicatos pueden ser catalogados en contestatarios o funcionales,


estos últimos también conocidos como sistémicos. Los contestatarios
obedecen a las fases iniciales generalmente tensas entre las relaciones obrero-
patronales, mientras que los funcionales han seguido una evolución y
adaptación, logrando arreglos no solo con las empresas, sino con partidos y
gobiernos, basados en reclamos sociales, económicos y políticos que
trascienden el ámbito de la empresa, a cambio de comprometerse económica
y políticamente, contribuyendo así a una mayor acumulación de capital y con
ello a obtener una mayor parte de las ganancias derivadas de ello (Zarate y
Noriega, 2003:234,245). Es importante dejar claro que el concepto de sindicato
funcional no debe ser sinónimo de “sindicato dócil” o de “sindicato comparsa”.

Zarate y Noriega argumentan que a lo largo de la historia, las economías


más pobres son las que poseen una mercado laboral débil institucionalmente,
mientras que países con sindicatos cuya fortaleza institucional ha hecho
posible denotar el desarrollo, no solo revelan tasas históricas más elevadas de

5
crecimiento en los salarios, sino también los mejores indicadores de
distribución del ingreso, de progreso tecnológico y de acumulación (p. 237).

Para Zepeda (2005:78), después de la segunda guerra mundial se dio


un sistema de regulación del mercado laboral que fortaleció los sindicatos, la
contratación colectiva y un sistema de seguridad social robusto para los
trabajadores, mismo que inició su declive en los setentas.

Según la OIT (2006:38-39), la negociación colectiva en conjunto con las


legislaciones laborales de los países permiten establecer las condiciones
salariales y de trabajo. Más aún, apuntan que las negociaciones colectivas
democratizan el proceso de toma de decisiones en el mercado laboral, siendo
un mecanismo muy eficaz para la resolución de conflictos, por lo que
contribuyen a la estabilidad y la paz de las relaciones laborales.

Según Beneyto (2008:60), los sindicatos en el mundo, sobre todo en


Europa, han tenido una evolución reciente enmarcada dentro de tres grandes
etapas, como lo muestra la siguiente tabla:

Cuadro 1. Etapas del sindicalismo

Etapa Características
1960-1975 - Consolidación de las economías
Última fase de ciclo keynesianas, los sistemas fordistas de
expansivo del producción en masa y los modelos de
sindicalismo tradicional Estado de Bienestar.
de posguerra
1975-1990 - Irrupción de crisis económicas mundiales
Disminución del
sindicalismo
1990-Actualidad - Evolución económica desigual por países,
Experiencias mixtas según áreas económicas, sistemas
institucionales y modelos organizativos
Fuente: Elaboración propia a partir de Beneyto (2008).
El sindicalismo mexicano

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La vida sindical en México tiene su referente desde 1872 con la
asociación de artesanos y obreros de hilados y tejidos, la cual contaba con más
de ocho mil trabajadores y que derivo en 1876 en el establecimiento de la
Confederación de Asociaciones de Trabajadores de los Estados Unidos
Mexicanos (Lastra, 2002:37).

Los sindicatos empezaron a desarrollarse mejor tras la revolución de 1910


y se fortalecieron a partir de 1912, año en que se fundó el Departamento del
Trabajo, fundándose un año después la Casa del Obrero Mundial, con
tendencias ideológicas anarquistas y que pretendía aglutinar a las masas
obreras que empezaban a sindicalizarse (Idem, p. 38).

Para 1918 se fundó la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM),


la cual exigió que se reglamentará al artículo 123 constitucional y tuvo nexos
con la American Federation of Labor, alejándose de las posiciones anarquistas
y buscando una relación positiva con el Estado (Idem, p. 40).

Un punto importante del sindicalismo mexicano es la fundación en 1936


de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), la cual nació con la
intención de unificar a los trabajadores de toda la república para defender el
derecho de huelga, de asociación sindical, reunión y manifestación pública, así
como pugnar por la reducción de la jornada laboral (Idem, 57-59 pp)

En 1966 se fundó el Congreso del Trabajo (CT), actualmente integrado


por 42 confederaciones, federaciones, sindicatos nacionales de empresa y
gremiales (De la Garza 1998). Entre ellos destacan la Confederación de
Trabajadores de México (CTM), la Confederación Regional Obrera Mexicana
(CROM), la Confederación Revolucionaria Obrera y Campesina (CROC), el
extinto Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), el Sindicato Minero
(SNTMMSRM), el Sindicato Petrolero (STPRM), el Sindicato Nacional de
Trabajadores de la Educación (SNTE), el Sindicato Nacional de Trabajadores
del Seguro Social (SNTSS) y el Sindicato de Telefonistas (STRM), entre otros.

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Para Lastra (2002:75-77), el Congreso del Trabajo es un intento
promovido desde el gobierno para unificar el movimiento obrero organizado en
México y básicamente ha seguido la orientación de la CTM de alianza con el
Estado, respetando la autonomía de acción de cada sindicato, aunque velando
por una dirección general de apoyo a los intereses de todos sus miembros.

El Congreso del Trabajo fue indispensable para el mantenimiento del


sistema corporativista que mantuvo en el poder al Partido Revolucionario
Institucional (PRI) desde el término de la revolución mexicana hasta el año
2000.

Por corporativismo entendemos aquel sistema de negociación e


intercambio de favores en el que el Estado protege a unos cuantos sindicatos a
cambio de que estos últimos apoyen electoralmente y políticamente al partido
en el poder (De la Garza, 1998:19-20).

Con respecto a los sindicatos independientes del Congreso del Trabajo en


México, estos iniciaron en los sesenta, pero han tenido un estancamiento en su
crecimiento desde los ochentas (De la Garza, 1998:15).

Por su parte, los sindicatos “blancos”, que tampoco forman parte del
Congreso del Trabajo, iniciaron en los años treinta, impulsados por las
gerencias de grupos industriales de Monterrey, para contrarrestar el
crecimiento de la CTM y se caracterizan por su adhesión a la política
empresarial, sin afiliación partidaria (De la Garza, 1998:16). Las empresas
donde hay este tipo de sindicatos tienden a tener contratos flexibles, con
trabajadores subcontratados y eventuales, además de usar rotación interna,
con jornadas de trabajo largas y flexibles (Idem, p. 24).

El sindicalismo en México, defensor de los derechos laborales, ha perdido


fuerza en las últimas décadas. Según Zepeda (2005:83), la densidad sindical
en este país bajó de 25% en 1980 a un 15% en el año 2000.

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Entre las causas de esta disminución esta la reconversión económica de
sectores tradicionalmente sindicalizados como las manufacturas hacía aquellos
con trabajadores independientes y dispersos, como los servicios, así como el
incremento del empleo temporal y no registrado, que tienen una rotación más
acelerada y una menor sindicalización (Marshall, 2000:16).

Con respecto al empleo no registrado es importante tomar en cuenta el


creciente sector informal, que representa casi una tercera parte de la población
ocupada del país según datos oficiales de la Encuesta Nacional de Ocupación
y Empleo del INEGI para el primer trimestre del 2011.

Otra de las causas de la disminución de la afiliación sindical en México es


el incremento en la migración de trabajadores hacia Estados Unidos.

Para De la Garza (2003), citado por Zepeda (2005:92), “la antigua clase
obrera de la industria pesada del desarrollo estabilizador ha disminuido
sustancialmente y ha sido casi sustituida por una nueva clase obrera sin
tradición sindical, extremadamente móvil entre empresas, sin identidad con el
sindicato”.

Según Herrera y Melgoza (2003), citados por Zepeda (2005:91), “el mayor
problema para los sindicatos mexicanos radica en que fueron incapaces de dar
respuesta al proceso de precarización del trabajo”. Zepeda agrega que tanto en
México como en Estados Unidos la alta dependencia de los sindicatos respecto
de los partidos políticos ha sido demasiada perniciosa para la membresía
sindical, sobre todo si se suma a esto la corrupción de muchos de sus líderes y
su poca representatividad (2005:78-79).

Según Bensusan y García (1990a), citado por De la Garza (1998:17-18),


en México el marco jurídico laboral y social es sólo una parte, quizás no muy
relevante en las relaciones entre los sindicatos, empresarios y Estado, en la
cual se sobreponen reglas y negociaciones no escritas.

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Con respecto al desarrollo reciente del sindicalismo en México,
observamos a partir de datos de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social
(STPS) obtenidos de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje2, que la
cantidad de contratos colectivos presentados entre los años 1997 y 2007,
bajaron en un 7%. Un hallazgo importante, es que la composición gremial
cambió al interior de los sindicatos miembros del Congreso del Trabajo, en
demerito de los mismos y ligeramente a favor de los independientes.

Según los datos de la STPS, en el año 2007 la CTM presentó el 47% de


los contratos colectivos, contra un 57% diez años antes. La CROC presentó el
18% de los contratos colectivos, contra 14% de 1997. En conjunto, los
integrantes del Congreso del Trabajo dominan la presentación de contratos
colectivos (85% en 1997 y 84% en el 2007), contra los independientes (12% en
1997 y 15% en el 2007)3.

Otro dato interesante, es que los emplazamientos a huelga y las huelgas


estalladas han bajado en las últimas dos décadas.

Lo anterior es calificado por Marshall (2000:24) como un “síntoma de


intensificación de la disciplina laboral”. A reserva de un análisis exhaustivo, en
el caso mexicano esta baja puede estar explicada por un afán de mantener un
empleo, que aunque muchas veces es precario, su permanencia es
amenazada por factores económicos globales, así como exceso en la oferta de
mano de obra derivada un bajo crecimiento económico.

2
Esta información fue calculada en base a datos presentados en la sección de estadísticas laborales en la
página de la STPS (www.stps.gob.mx).
3
La suma de contratos del Congreso del Trabajo e Independientes no da 100 debido a la captura de “no
especificados”.

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Cuadro 2. Emplazamientos a huelga y huelgas estalladas en México 1987-2007

Emplazamientos a Porcentaje de huelgas


Periodo Huelgas Totales
Huelga Totales sobre emplazamientos

1987 16,143 174 1.08


1988 7,708 132 1.71
1989 6,806 118 1.73
1990 6,395 150 2.35
1991 7,006 136 1.94
1992 6,814 156 2.29
1993 7,531 155 2.06
1994 7,490 116 1.55
1995 7,676 96 1.25
1996 7,621 51 0.67
1997 8,047 39 0.48
1998 7,352 33 0.45
1999 7,972 32 0.40
2000 8,282 26 0.31
2001 6,821 35 0.51
2002 6,042 45 0.74
2003 5,909 44 0.74
2004 6,122 38 0.62
2005 6,646 50 0.75
2006 7,390 55 0.74
2007 9,045 28 0.31

Fuente: Elaboración propia con datos de la Secretaria del Trabajo y Previsión Social y las
Juntas Federales de Conciliación y Arbitraje.

Entre el año 1987 y el 2007, la cantidad la emplazamientos a huelga bajo


en 44%. De estos emplazamientos, en promedio sólo estallaron el 1.66% de las
huelgas en el decenio comprendido entre 1987 y 1996, mientras que el decenio
siguiente, entre 1997 y el 2006 sólo estallaron en promedio el 0.58% de las
huelgas, una disminución de 1.1 punto porcentual. En general, entre 1987 y el
2007 las huelgas estalladas en nuestro país bajaron en 84%.

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En lo que tiene que ver con la afiliación, según datos de la Encuesta
Nacional de Ocupación y Empleo de la STPS y el INEGI, el personal
sindicalizado como porcentaje de la población ocupada subordinada y
remunerada refleja una tendencia a la baja.

Cuadro 3. Personal sindicalizado en México

Trabajadores
Trabajadores Porcentaje de trabajadores
Periodo subordinados
sindicalizados sindicalizados
remunerados

2005 26,230,272 4,403,788 16.8


2006 27,592,042 4,486,046 16.3
2007 28,104,010 4,694,235 16.7
2008 28,905,410 4,507,154 15.6
2009 28,779,312 4,354,612 15.0

Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo


de la Secretaria del Trabajo y Previsión Social e INEGI (segundos trimestres para 2005-2008 y
primer trimestre para 2009).

El sindicalismo en Estados Unidos

Según Zepeda (2005:83), la densidad sindical en Estados Unidos


disminuyó de un 23% en 1980 a un 13% en el año 2000. Se estima que en el
2007 el 12.1% de los trabajadores asalariados en Estados Unidos pertenecía a
algún sindicato (USDOL, 2007).

Entre las causas de esta disminución, están el menor número de


trabajadores industriales respecto a los del sector servicios, así como el
incremento en la automatización en sectores antes intensivos en mano de obra,
como el automotriz (Zepeda, 2005:86). A eso se suma el hecho de son cada
vez más las mujeres que se suman al mercado laboral, siendo que ellas son
menos propensas a sindicalizarse.

12
Con respecto a la composición público/privado, los trabajadores del
gobierno pertenecientes a sindicatos, 37.2%, superan en cuatro a sus
contrapartes del sector privado, 8.2% (Zapata 2005:88, según datos del Buró
de Estadísticas Laborales de EU).

Los mayores sindicatos son: la Organización Estadounidense del


Trabajo – Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO, por sus siglas
en inglés), que está integrada por cincuenta y cinco sindicatos nacionales y
cuenta con más de diez millones de miembros; la Fracción del Cambio para
ganar, escindida de AFL-CIO cuenta con seis millones de miembros; la
Asociación Nacional de Educación cuenta con más de tres millones de
miembros; la Hermandad Unida de Carpinteros y Ebanistas, con 512,000
miembros; la Orden Fraternal de la Policía, con 312,000 miembros; entre otras.
El método principal para establecer las condiciones generales de trabajo de los
trabajadores sindicalizados es la negociación colectiva (USDOL, 2007:3-6).

El Sindicalismo en España

El sindicalismo español está dominado por la Unión General de Trabajadores


(UGT), misma que fue fundada en 1888 en la ciudad de Barcelona, así como
por la Confederación Sindical de la Federación Obrera.

Además de la protección de los intereses de sus agremiados, los


sindicatos en España fueron organizaciones clave en la organización colectiva
y lucha contra la dictadura de Francisco Franco surgida desde los centros de
trabajo, así como en la negociación con centrales obreras del continente para
la inclusión de este país en la Unión Europea (Zufiar, 2007:57).

La relación con los demás sindicatos europeos ha sido muy importante


en la historia del movimiento obrero español, ya que entre los años sesenta y
setenta, dichas centrales obreras apoyaron económica y políticamente las
causas de los trabajadores españoles frente al franquismo (Zufiar, 2007:58).
Tras la caída de Franco, es que los sindicatos españoles empiezan a tener

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libertades plenas para iniciar un proceso de maduración antes no permitido,
legalizándose su actuar en abril de 1977.

Derivado de esta relación con otros sindicatos, principalmente con el


italiano, es como se logra negociar el Estatuto de los Trabajadores de España,
mismo que está basado en el Statuto dei Lavoratori de Italia (Zufiar, 2007:59)
.
Respecto a la representatividad de los sindicatos españoles, Beneyto
(2008:57), apunta que en los últimos años han desarrollado un proceso de
renovación organizativa y estratégica que ha permitido un crecimiento en la
afiliación de trabajadores como proporción de la población asalariada, pasando
de niveles de 18.4% en 1977 (año de legalización), a 20.5% para 1995 y a un
cercano 19.3% para el año 2007.

Dichos niveles son acordes al promedio de otros países europeos como


Estonia (14%), Letonia (18%), Francia (12%), Hungría (18%) y Portugal (16%),
aunque muy lejos de los promedios de los países escandinavos (Dinamarca
con 84%, Suecia con 77% y Finlandia con 76%), mientras que el promedio de
trabajadores sindicalizados en la Unión Europea ronda el 25%.

Este incremento en la afiliación esta explicado entre otras causas por el


cambio de rol de los sindicatos españoles antes más contestatarios a un papel
más funcional. Beneyto (2008:73) destaca entre las causas para esto un nuevo
modelo de concertación y empoderamiento que ha privilegiado funciones
productivas (crecimiento económico y empleo) sobre las distributivas, lo que ha
mejorado sus zonas de influencia a la vez que ha incrementado la
representación legitimación de las centrales obreras.

Pensando en un enfoque de género, la mujer esta subrepresentada en


los sindicatos, estando afiliadas solo el 12%, contra el 20% de los hombres
(Beneyto, 2008:64). Este fenómeno no se presenta en todos los países, ya que
en algunos casos como (Dinamarca, Estonia, Letonia, Lituania, Finlandia,
Suecia, Eslovenia y Reino Unido) la afiliación de la mujer es superior a la de los
varones (Idem).

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Con respecto a los trabajadores sindicalizados de acuerdo a su edad,
sólo el 7% de los menores de 30 años lo estaban en el 2007, mientras que este
porcentaje sube al 17% para trabajadores entre 30 y 49 años y se dispara al
27% para aquellos con edades superiores a 50 años (Beneyto, 2008:64).

Uno de los retos del sindicalismo español es la más alta tasa de


trabajadores temporales, autónomos e independientes, así como una mayor
cantidad de trabajadores migrantes, con poca identidad colectiva, así como un
incremento en las actividades terciarias, las cuales tienden a tener menores
tasas de sindicalización (Beneyto, 2008:83).

Conclusiones

Con respecto al papel de los sindicatos en los tres países analizados,


encontramos que éstos han perdido fuerza y representación en una magnitud
similar en México y Estados Unidos, mientras que se han fortalecido en
España.

En el caso de México, la representatividad sindical pasó del 25% de la


población ocupada subordinada remunerada en 1980 a sólo un 15% en el año
2007. En Estados Unidos la densidad sindical disminuyó de un 23% en 1980 a
un 12.1% en el año 2007.

Entre las causas de esta disminución para México está la reconversión


económica de sectores tradicionalmente sindicalizados como las manufacturas
hacía aquellos con trabajadores independientes y dispersos, como los
servicios, así como el incremento del empleo temporal y él no registrado o
informal, que tienen una rotación más acelerada y una menor sindicalización,
así como por el incremento en la migración hacía EU. En Estados Unidos, la
disminución en la representatividad de los sindicatos está influenciada también
por el menor número de trabajadores industriales respecto a los del sector
servicios, así como el incremento en la automatización en sectores antes
intensivos en mano de obra, como el automotriz y el aumento de la

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participación de las mujeres en el mercado de trabajo, las cuales presentan
menores tasas de sindicalización que los hombres.

Respecto a la representatividad de los sindicatos españoles en los últimos


años, éstos han desarrollado un proceso de renovación organizativa y
estratégica que ha permitido un crecimiento en la afiliación de trabajadores
como proporción de la población asalariada, pasando de niveles de 18.4% en
1977 (año de su legalización), a 20.5% para 1995 y a un cercano 19.3% para el
año 2007. Este incremento en la afiliación esta explicado entre otras causas
por el cambio de rol de los sindicatos españoles antes más contestatarios a un
papel más funcional, mediante un nuevo modelo de concertación y
empoderamiento que ha privilegiado funciones productivas (crecimiento
económico y empleo) sobre las distributivas, lo que ha mejorado sus zonas de
influencia a la vez que ha incrementado la representación legitimación de las
centrales obreras.

Recomendaciones

Dadas las experiencias analizadas, una lista mínima deseable para que
los sindicatos puedan seguir desarrollando un papel preponderante de
estabilidad dentro de las relaciones laborales en México, Estados Unidos y
España es:

1. Promover una cultura sindical moderna de tipo funcional. Por lo anterior


entendemos la presencia de al menos lo siguiente: democracia interna; rotación
de liderazgos; búsqueda de capacitación laboral; transparencia y rendición de
cuentas; negociaciones salariales colectivas ligadas a incrementos en
productividad y situación económica del país (por ejemplo la inflación
esperada) y la empresa, que representen auténticos espacios de diálogo social.
Estas características alejan a los sindicatos funcionales de los “sindicatos
dóciles”.

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2. Buscar que los sindicatos orienten sus prioridades hacía la protección de la
vida y la salud de los trabajadores (dimensión de vulnerabilidad de la
precariedad laboral) y no sólo a reivindicaciones salariales (dimensión de
insuficiencia salarial de la precariedad laboral), tal como recomienda la OIT
(2006:17).

3. Promover la libertad sindical y la asociatividad, no solo de trabajadores, sino


también de empresarios (OIT, 2006:11, 22, 37,83).

4. Promover la afiliación de las mujeres en sindicatos existentes y la formación


de sindicatos en actividades donde predomina la fuerza de trabajo
femenina, que comúnmente presenta grados importantes de precariedad
laboral en todas sus dimensiones (OIT, 2006:32).

5. Promover la afiliación sindical de trabajadores no asalariados, cuales


representan un importante segmento de la población ocupada y presentan
en muchas ocasiones condiciones de precariedad laboral.

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