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INTRODUCCIÓN
DE LO PERFORMATIVO A LA INSTALACIÓN
Con el performance no sólo gestionamos el logro escénico como convención teatral: entre el
grupo y el espectador no hay proscenio: todos pertenecemos en ese momento al mismo
espacio con todos los elementos a la disposición, no es solamente ver un grupo de rock y
tomar cerveza, aquí no hay límites…5
sus primeros años tienen una relación clara con el uso ritual del teatro y
con los modos en que este ritualismo se conecta con las estéticas de lo
sagrado primitivo donde se buscan las relaciones orgiásticas con el
espectador y donde se trata de hacer irrumpir el poder de la masa
dionisiaca en los lindes del horror y la fascinación, al tiempo de subvertir
los discursos hacia niveles primarios de pre-significación.
Como lo anoté unas líneas arriba, el cambio del performance a la
instalación se da con la serie de Lavatio corporis. Las implicaciones
artísticas que trae consigo dicho cambio, al lado de lo que supone la
exposición en un espacio museístico,9 permiten entender con más claridad
el desarrollo de la producción de este grupo. Si en los performances los
elementos orgánicos introducidos –vísceras, cadáveres de perras, sangre y
mierda–, funcionaban en un registro escénico, la transformación de éstos y
la inclusión de fragmentos o fluidos de cadáveres humanos en las
instalaciones y las intervenciones, así como la inclusión del registro textual
en este tipo y género de piezas, permiten establecer una relación más
compleja entre el teatro de la crueldad y el arte concepto. Relación que a
mi juicio es definitoria de la poética de la descomposición a la que me
referiré a lo largo de este trabajo.
Tres registros artísticos se pueden seguir en las piezas y las intervenciones
de SEMEFO: el de estética de la presentación, el de la huella y el de la
evocación. En éstos los dos elementos que acompañan el argumento de
este trabajo (la relación polisémica y rizomática entre texto y vida), se
mueven de distinta manera y en diversa dirección, dichos movimientos se
fundan y son variaciones sobre el principio del ready-made no de objetos,
sino de “otra vida”.
Más allá de la cronología de producción, piezas como Carrusel (1994),
Lavatio corporis (1994), Gusanos devorando restos de caballo (1995) y
Sillón tapizado (1998), se construyen sobre la presentación inmediata del
soporte y el registro orgánico del mismo. Dicho registro se relaciona de
manera directa con ese estado de descomposición del cuerpo donde lo que
está en juego es la destitución de la identidad del objeto y la ruptura del
límite de la carnalidad asignada a una delimitación corporal específica. En
estas piezas el horror está inscrito en el primer plano de significación de la
imagen, lo que también quiere decir que el uso del fragmento corporal, por
ejemplo una lengua o la exhibición de la interioridad del cuerpo y el rictus
de muerte, se inscriben en el orden de la sensación y la emoción como
primer registro de significación de la obra para el espectador, funcionan
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es otro, sino cosa. En este lugar intermedio y primario es donde habría que
buscar los niveles irruptivos de la estética de SEMEFO, los cuales se
relacionan de manera directa con la noción de lírica a la que me referí más
arriba. Es también en este registro de lo sintomático donde habría que
colocar el sentido que tiene el cadáver como soporte artístico. Éste puede
ser utilizado como un soporte más, sin embargo la disolución de los límites
entre el adentro y el afuera que esta “materia” muestra, hacen que el nivel
de recepción de las obras de SEMEFO se inscriba en una sintomatología
de la reacción y no en una semiótica del objeto. Esto es, el cadáver como
soporte desestructura toda condición simbólica y de separación entre el yo
y lo otro y surge como “eso” que trasgrede todo límite entre el adentro y el
afuera. El proceso de descomposición de los caballos, los culos
desbordados de las perras, las secreciones y los gases de los cadáveres,
revierten los interdictos en torno a los cuales el sujeto se construye a sí
mismo, los revierte en un sentido ambivalente: por una parte inscribe este
orden primigenio de la vida; por la otra este mismo orden se vuelve
delirante y peligroso para toda identidad. El orden sintomático de la
estética de SEMEFO supone entonces que el cadáver no es un objeto entre
otros, más bien se trata de una cosa, una focalización primaria donde los
impulsos más fundamentales del sujeto se abyectan a “eso” sin límite, lo
informe, sólo el tránsito de la disolución de la vida como identidad y
separación a la muerte-vida como absorción en lo informe.
Así, pues, no puede haber sadismo donde no hay alteridad, lo que en
términos de la estética del cadáver de SEMEFO quiere decir que la
inscripción y la significación de sus piezas más que buscar una relación
sádica con sus receptores, busca una relación abyecta con ellos. La
condición del cadáver como materia prima del arte me permite afirmar
esto, sin duda los constructos textuales y conceptuales con los que
acompañan sus obras inscriben el juego de los significantes en el orden de
los síntomas y no de los signos, he ahí su estatuto trasgresor: el modo en
que conducen a los receptores a producir sentido en los niveles
presimbólicos donde se afirma como pura expulsión orgánica de sí.
Es a partir de esta diferencia que habría que reinterpretar la idea del ready-
made de la otra vida: el cadáver, debido a su condición de abyecto, se
coloca como elemento vital y estético en un lugar presignificante, lo que
también supone que no tiene estatuto de objeto sino de cosa, donde la cosa
funciona como la abyección del sujeto sobre su “eso” que no es otro, sino
la ambivalencia sintomática de un sujeto que se comienza a afirmar antes
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romanticismo.
En este contexto es donde se entiende la función y el cambio que lo
grotesco tiene en la posmodernidad y en el arte contemporáneo. Si bien lo
grotesco es un valor que ha existido en el arte desde sus orígenes, la
cualidad diferencial que se introduce en la contemporaneidad se relaciona
de manera directa con el horizonte nihilista de la sociedad y la cultura
contemporánea; con la función tanto orgánica como psíquica con la que se
entiende este valor estético en el horizonte del sujeto como fragmento,
diseminación y esquizofrenia en nuestro mundo; y con la subrepción a la
estética de lo sublime como articuladora del discurso del arte de la
modernidad. En pocas palabras, la función de lo grotesco en el arte
contemporáneo hay que ponerlo en la perspectiva donde lo monstruoso y
lo terrorífico dejan de ser atributos de la capacidad de contemplación del
sujeto y pasan a ocupar el lugar del miedo, la atracción, el asco y el morbo.
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Es en este horizonte donde también se mueve la producción artística de
SEMEFO. A través de las construcciones, las estructuras artísticas y las
mediaciones simbólicas que utilizan como articuladoras de significados
culturales en sus performances, sus instalaciones y sus intervenciones, así
como los detonadores presignificativos que incitan en el receptor, son las
estrategias con las que este grupo configura su lectura de lo grotesco y en
última instancia el sentido estético de su producción.
Afirmar, pues, una lírica de la descomposición, supone entender todos los
registros que he intentado explicar en función de la dimensión estética de
sus piezas. La vida del cadáver como origen de su poética, pero también de
su retórica, llevado al registro estético quiere decir el modo en que la
materia se entiende como lo informe, lo informe como lo monstruoso y lo
terrorífico y esto como lo grotesco. Más allá de la risa, más allá de la
contemplación sublime de lo informe, la producción de este grupo
entiende lo grotesco como conexión con la vida. Quizá el origen
performativo de su arte y la necesidad de traspasar los límites entre ficción
estética y realidad vital sea una cualidad que trasmina toda su producción.
Ahí donde el performance busca el acontecimiento y la trasgresión del
límite de la representación, es donde se explica por qué el cadáver va más
allá de sí mismo, es otra vida, y por qué esta otra vida y sus fluidos
resignifican el estatuto conceptual del arte como imagen lírica. En el
momento en que un texto, una pieza o una acción se inscriben en el
sobrepasamiento de los límites del cuerpo e irrumpen en el nivel
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presignificante del goce del sujeto, lo que se pone en juego es una vivencia
de lo grotesco que tiene que ver con la destitución misma de la identidad
del sujeto y con la imposibilidad de mediar por significados la experiencia
estética, tal y como lo supone la idea de lo sublime en Kant,19 antes bien,
lo que se pone en operación son las reacciones inmediatas del asco y el
morbo como síntomas del sujeto que se destituye hacia el miedo a la
muerte y su fascinación por ella. Lo grotesco entonces funciona como una
liberación del sujeto que al tiempo que deconstruye el orden simbólico de
toda representación, sólo lo puede hacer porque se destituye a sí mismo
como identidad: el horror de perderme a mí mismo. Quizás sea éste el
asunto no asumido por el discurso y la producción artística de las estéticas
del horror: la condición de subvertir el discurso del arte también significa
asumir la destrucción del sujeto como paradigma de la modernidad,
inclusive la del artista.
Notas
1 Los universitarios , México, noviembre 1990-1991.
2 Al respecto cfr. Maurice Blanchot, La comunidad inconfesable , México, Vuelta, 1992 y Jean-Luc Nancy, Un
pensamiento finito , Barcelona, Anthropos, 2002, pp. 115-154.
3 Osvaldo Sánchez, ?La vida del cadáver?, en Revista de Occidente , No. 201, febrero 1998, p. 137.
4 La problematización de la noción de objeto la trataré más adelante. Sin duda entender la relación entre cadáver y arte
supone abundar en ciertas nociones lacanianas con relación al objet-a-petit-a y sobre ciertas diferencias entre la cosa y
el objeto tal y como lo entiende Julia Kristeva. Por ahora me conformo con plantear la pregunta en el contexto de las
búsquedas y desarrollo del grupo SEMEFO.
7 Más allá de la producción de SEMEFO, el performance abre una dimensión del espectáculo a partir de una doble
dimensión de la corporeidad, como lo anota José Alcántara: ? Propongo utilizar el concepto de ?articulación' en el
sentido anatómico de la palabra, con lo que me refiero a la dinámica en la que se ?in-corporan' los artefactos culturales
al cuerpo, y a la vez incorporan el cuerpo a la cultura en un acto simbiótico. Esto permite fusionar el término ?cuerpo'
en el modo que éste adquiere al hacerse público, esto es, en su función performativa, siguiendo la definición de
performance que utiliza Schechner como ?Conducta exaltada, aunque sea sólo ligeramente, y desplegada en público:
conducta doblemente representada' (Richard Schechner, The future of Ritual. Writings on Culture and Performances,
New York, Rout1edge, 1993, p. 1). En otras palabras, una manera de ver el teatro es como la construcción que se realiza
en torno al cuerpo performacional en el acto ex-tenderse para incorporar otros elementos que, al ser incorporados al
cuerpo se constituyen también en teatrales o espectaculares. De esta manera podemos utilizar ?cuerpo' no sólo para
hablar del cuerpo del sujeto performativo, sino de todo el espacio involucrado en la performance. Cuando la
performance se realiza en lugares públicos, entonces todo el espacio público se convierte en parte de la performance ,
pues tales espacios son asimilados al cuerpo performativo o, para decirlo de otra manera, el espacio público se convierte
en una prótesis del cuerpo performativo.? José Ramón Alcántara, Articulaciones protésicas en la frontera del teatro y la
performance . Conferencia dictada en el XXXI Taller EITALC: Teatro y performance, Los Ángeles, 1 al 10 de
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noviembre de 2002. Aprovecho este espacio para agradecer al Dr. Alcántara el que me facilitara el impreso de su
trabajo, sin duda sus ideas han sido un aporte importante al desarrollo de este texto.
9 Este cambio supone dos consecuencias: 1. En lo político y social la entrada a circuitos oficiales del arte, que en
nuestro país tienen una relación directa con la consolidación institucional de estos lenguajes artísticos que ya no pueden
considerarse como contraculturales (categoría que considero no es aplicable a SEMEFO y a los artistas de estas
generaciones) y ganan espacio en los discursos de la política cultural del Estado, tal y como lo demuestra la apertura del
X-Teresa. Arte alternativo en esos años y 2. El cambio del espacio escénico al museístico que forzosamente conlleva un
impacto en la lectura y el sentido de las ?obras?. El museo supone un ?horizonte objetual? de la producción artística, lo
que también quiere decir de contemplación.
10 Este registro estético será explorado de manera más sistemática en la obra que producirá Teresa Margolles después
de la disolución de SEMEFO, piezas como Ciudad en espera (2000), Secreciones en el muro (2000), Grumos sobre la
piel (2001), El agua de la ciudad (2001) y Vaporización (2002) son muestra de ello.
11 Cfr. Raphaël Cuir, ?Semefo. Alter death: Traces de corps ?, en Répresenter l'horreur , París, Artpress, mayo 2001, p.
70.
13 Al respecto de la relación entre arte contemporáneo y holocausto cfr. mi ensayo ?Arte y holocausto. A propósito de la
exposición Mirroring Evil. Nazi Imagery/Recent Art?, en Ensayos de crítica cultural. Una mirada fenomenológica a la
contemporaneidad , México, Universidad Iberoamericana, 2003.
15 Julia Kristeva, Poderes de la perversión , México, Siglo XXI, 1988, pp. 9-10.
17 Al respecto del primer asunto cfr. Hans Robert Jauss, Experiencia estética y hermenéutica literaria , Madrid, Taurus,
1980 y Mijail Bajtin, La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento: el contexto de François Rabelais ,
Madrid, Alianza, 1988; en cuanto al segundo cfr. Henri Bergson, Le rire: essais sur la signification du comique , París,
Universitaires de France, 1946.
19 Sin duda la modernidad estética resolvió la cuestión del horror a través de la diferencia entre lo terrorífico y lo
atemorizante. Lo sublime produce temor y fascinación al mismo tiempo, sólo en la medida que el sujeto puede disfrutar
del propio proceso de racionalización de la emoción. El distanciamiento de la imaginación que se sabe a sí misma
como ?representando?, lo ?irrepresentable?. Acaso por ello Kant afirmaba, en relación con lo monstruoso: ?Lo
monstruoso es un objeto que por su tamaño aniquila el fin que constituye a su concepto.? La crítica de la facultad de
juzgar , Caracas, Monte Ávila Editores, 1992, pp. 66. Cuando esta desmesura está en el orden de lo inmediato y la vida,
entonces lo grotesco, lo monstruoso, no puede ser evadido. La vivencia de este desbordamiento está en el lugar del goce
y la presignificación.