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MARCO TEORICO

(Depresión)

La depresión es un conjunto de afectos del sujeto como, tristeza, inhibición,


abatimiento, desgano, crisis de llanto, angustia, frustración, aislamiento, dolor,
desesperanza, decepción, desamor.

En los últimos años hemos presenciado con mayor frecuencia a jóvenes con
problemas depresivos, lo cual nos lleva a la formulación de una hipótesis que
describe que los problemas más comunes que causan estos síntomas, son las
redes sociales y la tecnología, juegos en los que ponen en riesgo su integridad, la
falta de limites opuestos por los padres, la facilidad de acceso a sustancias toxicas,
problemas familiares y sociales y por último la mala información que reciben acerca
de su sexualidad.

Estas son algunas situaciones que podemos presenciar y mencionar que los
jóvenes utilizan estos medios para refugiarse después de haber tenido algún
sentimiento de frustración, tristeza, ira o enojo.

Por ende nuestra tarea será llevar a cabo la investigación y aplicación de una prueba
psicológica llamada escala de actitudes, que nos ayude a medir los signos y
síntomas que presentan los jóvenes de una determinada zona y muestra
estadística, teniendo como referencia lo que dicta la corriente del psicoanálisis.

Comenzando así la investigación de nuestro trabajo, desde un punto estadístico la


depresión es un trastorno mental que afecta a más de 300 millones de personas en
el mundo, respecto a esta información se estima que hacia el 2020 la depresión
será la segunda causa de discapacidad o invalidez por enfermedad, luego de las
enfermedades cardiovasculares. (OMS-Febrero, 2017).

La depresión se caracteriza por la pérdida de interés hacia las actividades diarias,


disminución de energía, exceso o disminución de apetito, perdida o aumento de
peso, síntomas de ansiedad, alteraciones del sueño, sentimientos de culpa y baja
autoestima, dificultades de concentración e incluso síntomas sin explicación
médica.
Dependiendo del número y de la intensidad de los síntomas, los episodios
depresivos pueden clasificarse como leves, moderados o graves, y tiende a
presentarse con mayor frecuencia en las mujeres que en los hombres.

Puede convertirse en un problema de salud serio, especialmente cuando los


síntomas persisten durante más de 2 semanas, se puede presentar de una
intensidad moderada a grave, puede causar gran sufrimiento y alterar las
actividades laborales, escolares y familiares. En el peor de los casos puede llevar
al suicidio, de acuerdo con la OMS cada año se suicidan cerca de 800 000 personas,
el suicidio es la segunda causa de muerte en el grupo etario de 15 a 29 años.

En la etapa de la adolescencia se llevan a cabo procesos de cambio físico,


psicológico, sociocultural y cognitivo, que demandan de los jóvenes el desarrollo de
estrategias de afrontamiento que les permitan establecer un, sentido de identidad,
autonomía y éxito personal y social. Es por ello que los jóvenes tienden a ser más
vulnerables a las situaciones depresivas.

Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, postulo en su primera tópica la división


del aparato psíquico en tres estratos o niveles, Consciente, Preconsciente,
Inconsciente, en su segunda tópica no se opone a la primera sino que la integra, en
tres instancias o dimensiones psíquicas, Ello, Yo y Súper-yo. Luego al finalizar su
teoría realiza una síntesis donde quedan integrados todos los contenidos.

De acuerdo a la “Segunda Tópica, Ello, Yo y Súper Yo” señala que en la depresión


ha enfermado el superyó, la conciencia moral, el sentimiento de culpa, por lo tanto
ha variado en el sujeto la relación que las demás instancias psíquicas mantienen
con el superyó.

Plantea que la inhibición es frecuente signo de los estados depresivos como una
“renuncia” a cierta función, porque a raíz de su ejercicio se desarrollaría angustia,
renuncia que lleva a una “limitación funcional del yo”.

Nos dice Freud: "En el cuadro de la depresión resalta el descontento con el propio
yo, desde el punto de vista moral, sobre todas las demás críticas posibles." Esto nos
muestra que es en la relación del yo con el superyó donde el yo sufre, no puede
conformar al superyó, no se siente querido por su superyó, su conciencia moral, por
eso que destaca que es "desde el punto de vista moral"

"La deformidad, la fealdad, la debilidad y la inferioridad social no son tan


frecuentemente objeto de la autovaloración del paciente. Sólo la pobreza o la ruina
ocupan, entre las afirmaciones o temores del enfermo, un lugar preferente." La
deformidad, la fealdad, la debilidad y la inferioridad social, cuestiones que tienen
más relación con el yo imaginario, con la imagen que el yo tiene sobre sí, algo más
en relación con los ideales del Yo Ideal y del Ideal del Yo, en tanto los ideales del
Ideal del Yo, que son simbólicos determinan los ideales del Yo Ideal, que son
imaginarios.

No es por lo tanto en la relación del yo con su Yo Ideal, o del yo con su Ideal del Yo,
sino del Yo con su Superyó, en tanto afecta al sentimiento de empobrecimiento del
yo y la ruina del yo, aunque se enuncie como temor a la pobreza o temor a la ruina.

Y algo de verdad hay en ello, porque sabemos que el superyó se ha formado a


expensas del yo, que es el resultado de una renuncia, la renuncia a los padres como
objetos de su libido, como objetos eróticos, de tal manera que el yo ha transformado
una parte de sí mismo en superyó, siendo el superyó el heredero del complejo de
Edipo. Esto quiere decir que a partir de ese momento el sujeto buscará el amor de
su superyó, lo mismo que antes buscaba el amor de los padres. Por amor se civiliza,
y por amor se puede enfermar de depresión, puesto que por este mismo
mecanismo, la transformación de una elección de objeto en identificación, un sujeto
puede entrar en una depresión, por no aceptar la pérdida de un ideal, o bien la
pérdida de un objeto, o de una forma de relacionarse, es capaz de transformar una
parte de su yo en el objeto perdido, "la sombra del objeto ha caído sobre el yo". Un
dolor irreductible acompaña este estado depresivo, porque su yo ha quedado
herido; no sólo su mirada ha quedado oscurecida y todo lo verá tenebroso, sino que
siente que "no soy nada", "no valgo nada", podemos decir que ha perdido su "amor
propio". No es que ha perdido su imagen de sí mismo sino que ha perdido su objeto
a, el objeto que causa su deseo. Y lo buscará en cada marco de la vida, en cada
ventana abierta, en cada vacío donde pueda arrojarse en su búsqueda, por eso son
tan propensos a encontrar la muerte. Suicidios que van acompañados de una carta,
como si se fueran de viaje, porque no es un acting-out, una representación, una
puesta en escena, sino un pasaje al acto, una puesta en acto donde ponen en juego
su cuerpo.

Jacques Lacan, por su parte, en 1973, en “Televisión”, sostiene que mal se califica
a la tristeza de depresión cuando más bien debiera considerarse a la tristeza una
“cobardía moral”, una traición del sujeto a sí mismo, por no reconocerse en el
inconsciente, cuando de neurosis se trata. Entonces la tristeza es “no querer saber”.
El despoblamiento simbólico, efecto de un real insoportable frente al que el sujeto
no pudo responder ni con la seguridad fantasmática ni con un síntoma, lleva a la
tristeza y a su vertiente de goce superyoico. La desestabilización de los significantes
en el Otro facilita que la voz superyoica haga de las suyas, ordenándole gozar sin
conexión con su bienestar. Satisfacción mortífera de la pulsión que se hace presente
en ocasión de la vacilación fantasmática, cuando tal vacilación del fantasma afecta
el brillo narcisista y el goce fálico del sujeto.
La depresión no sería síntoma, pero sí sería el efecto de una traición del sujeto a sí
mismo.

La depresión es el resultado de un despoblamiento simbólico. Es el campo del Otro


lo que está en causa en lo que Freud llama un desinvestimiento del mundo exterior.
En la neurosis la depresión interesa al registro imaginario y a la urgencia del goce
fálico.

La separación -violenta- del significante del Ideal, encarnado en algo o alguien, y el


objeto (a), esa dimensión insoportable del objeto, que era cubierto hasta ese
momento por el brillo fálico con todo su caudal narcisista, es el detonante de la
respuesta del sujeto, que queda sumergido en la falta de respuesta simbólica que
implica la depresión.

Lejos de la dialéctica del deseo o los avatares de la demanda de amor, la depresión


está inscripta en la dimensión de un goce no articulado a la castración.
La vacilación del fantasma ocurre en el punto en el que se afecta el brillo fálico y los
significantes del Ideal. Pero no toda conmoción del fantasma lleva a la depresión,
ya que la angustia también tiene relación con el fantasma pero es diferente; en la
depresión hay un S1, sin el lazo al S2.

Podemos ubicar tres factores para la desestabilización del fantasma:

Pérdida del Ideal, del significante del Otro, dejando un agujero en lo


simbólico;
Falla en la estrategia frente al deseo del Otro
Irrupción del goce superyoico.

A diferencia de los criterios diagnósticos del D.S.M. IV, la enseñanza de Lacan no


ubica a la depresión como un “trastorno del estado de ánimo”, ni como un “episodio
afectivo”, sino que vuelve a incluir al sujeto del inconsciente, al significante, y a la
sexualidad, al goce, al objeto, como las dos dimensiones a tomar en cuenta en toda
depresión neurótica.

Por otro lado Freud menciona del igual manera que no solamente podía existir la
pérdida del Yo ideal, si no también lo relacionaba con los síntomas de las personas
que están de luto por la pérdida de un ser amado, material o rupturas
interpersonales. (“Luto y melancolía” 1917)

Junto con Karl Abraham propone que cuando muere una persona amada, su
compañero regresa a la oral del desarrollo (una etapa en la que el niño todavía no
es capaz de distinguir a los demás de sí mismo), e incorpora a la persona perdida,
por lo que experimenta los mismos sentimientos hacia sí mismo y hacia esa
persona. Tales sentimientos incluyen también la ira y la hostilidad, ya que Freud
creía que inconscientemente mantenemos sentimientos negativos hacia las
personas que amamos, debido en parte al poder que tienen sobre nosotros. Esto
es lo que llevó a las teorías psicodinámicas a proponer la hipótesis de que en
realidad la depresión es la ira dirigida hacia nuestro interior. Freud supuso que la
depresión también podría aparecer como respuesta a pérdidas imaginarias o
simbólicas.
Así entonces, la principal diferencia que Freud encontraba entre el luto y la
depresión es que las personas deprimidas manifiestan una autoestima más baja y
también son más críticas consigo mismas. Supuso que la persona que está
predispuesta a la depresión debe haber experimentado la pérdida de una madre, o
que quizá sus padres no fueron capaces de satisfacer sus necesidades infantiles de
amor y cuidados. En cualquier caso, ese niño habría crecido sintiéndose indigno del
amor, con baja autoestima y con tendencia a sentir depresión cada vez que se
enfrentase con pérdidas reales o simbólicas.

Otros teóricos psicodinámicos posteriores como Klein en el año 1934 y Jacobson


en 1971 destacaron todavía más que Freud la importancia de la calidad y de las
primeras relaciones entre la madre y el hijo, para que se establezca una
vulnerabilidad (o invulnerabilidad) ante la depresión.

Tanto uno y otros autores, el significante y el objeto, permiten leer la depresión en


función de las razones de la causalidad psíquica, ofreciendo la posibilidad de
generar un nuevo espacio subjetivo para la queja, reduciendo el goce y la
satisfacción que conlleva toda renuncia al deseo, característica de la depresión.
REFERENCIAS

LA DEPRESIÓN, UNA LECTURA DESDE EL PSICOANÁLISIS


Bertholet, Roberto. Facultad de Psicología, Universidad Nacional de Rosario.
Argentina
ADOLESCENCIA Y DEPRESIÓN
Revista Colombiana de Psicología, Graciela Pardo A. Adriana Sandoval D.
Diana Umbarila Z.
OMS DEPRESIÓN
Nota descriptiva, Febrero de 2017
LO QUE FREUD PENSABA ACERCA DE LA DEPRESIÓN
1 Diciembre, 2015
TEORÍA PSICOANALÍTICA DE SIGMUND FREUD
Primera y Segunda Tópica
PSICOANALISIS DE LA DEPRESION.
Clase Htal. Penna Junio 08

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