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(Un repaso sobre lo que realmente hacen los “contenidos sensibles”)

(No se suelen emplear, pero los estudios muestran que pueden ayudar.)

(Por Lindsay Holmes)

La Universidad de Chicago envió una carta de bienvenida, publicada en línea el miércoles, a los
nuevos ingresantes. En ella, la Universidad deja muy en claro que no apoyan a los “contenidos
sensibles” o los “espacios seguros” tanto como en las clases como en el campus.

Es decir, los alumnos susceptibles a problemas de salud mental, como trastornos por estrés
postraumático o por pánico, no merecen una advertencia donde una conferencia u orador
invitado podría empeorar esos problemas o experiencias traumáticas.

Como una promesa de inclusión, respeto y diversidad, la Universidad también se compromete


a no proporcionar áreas del campus para que los estudiantes visiten libremente y aseguren
evitar una oratoria llena de odio y traumatizante. (A menos que alguien invite a George Will, un
columnista ganador del Pulitzer, a quien le gusta contar al público universitario que las víctimas
de violación son las más privilegiadas en el campus)

Regresando al problema de los “contenidos sensibles”, lea la siguiente carta:


“Podrán observar que nuestro propósito es que los miembros de nuestra comunidad
estén involucrados en intensos debates bien argumentados, discusiones, e incluso
desacuerdos. A veces, esto podrá parecerle desafiante e incluso incomodarlo”. Esto se leía en
una parte de la carta.

El problema de esta forma de entender los “contenidos sensibles” es que supone que
todos los estudiantes tengan los mismos privilegios. Sin embargo, participar en muchos
debates no son actividades para el intelecto de todos. Por ejemplo, las personas que sufrieron
de discriminación, violencia o depresión están en desventaja, porque tratan potencialmente
con un problema de salud mental. El deseo de ser advertido sobre contenidos sensibles no
tiene nada que ver con las personas que no quieren desafiarse a sí mismas académicamente.

Además, los estudios demuestran claramente que los entornos con estereotipos
negativos actuarían como barreras al tratamiento, promoviendo… y causando traumas
psicológicos adicionales.

(Una mala comprensión de los “contenidos sensibles”)

Los “contenidos sensibles” y los “espacios seguros” no son una forma de evitar el
desacuerdo o debate. A inicios del siglo XX, la primera versión clínica, donde los psicólogos
estaban clasificando la fatiga del combate o el trauma de servir en el Ejército, derivó al reciente
descubrimiento del Trastorno por estrés postraumático (PTSD, por sus siglas en inglés) y el
causante de esos dolorosos recuerdos de guerras.

Los “contenidos sensibles” como los conocemos hoy en día ganaron popularidad por
blogs que surgieron en esta era digital. De acuerdo al reporte de Buzzfeed News: “Ellos fueron
creados para proteger a los usuarios de contenido hiriente que contribuyera a los ya existentes
problemas de salud mental (compartir fotos sobre un desorden alimenticio que provocaría o,
peor, inspiraría a alguien con anorexia) El debate sobre el uso de advertencias se filtraron
dentro de las clases en los años anteriores.

Los contenidos sensibles/estos son en potencia un “salvavidas” para las personas que
han tratado con traumas como agresión sexual, crímenes de odio o violencia. Eliminar los
“contenidos sensibles” y “espacios seguros” en el campus plantea que alguien debió haber
escuchado a otro quien cuestione la humanidad o experiencia.

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