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La Ideología Igualitaria Del Bienestar

Todo el discurso sobre las necesidades se basa en una antropología ingenua: la de la


propensión natural del ser humano a la felicidad.
Esta fuerza ideológica es el vehículo del mito igualitario
La fuerza ideológica de la noción de felicidad no procede justamente de una propensión
natural de cada individuo a alcanzarla para sí.
Debería ser una felicidad interna, pero esta felicidad interna queda excluida frente al
concepto de que la felicidad es sobre todo exigencia de igualdad, y que la felicidad debe
ser visible.

¿Por qué este concepto de que la exigencia de igualdad deja excluida a la felicidad
interna?

Por el hecho de que la felicidad debe ser visible, debe estar basada en objetos, es decir
debe ser material.

La exigencia igualitaria, se basa en los principios individualistas, fortalecidos por la


Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que reconoce explícitamente
a cada uno (a cada individuo) el derecho a la Felicidad.
Reconocemos que todos tenemos derecho a la felicidad, pero hay 2 tipos de felicidad:
interna y externa.

Se dice que vivimos en una sociedad democrática, El principio democrático se transfiere


pues de una igualdad real, de las capacidades, de las responsabilidades, de las
oportunidades sociales, de la felicidad (en el sentido pleno del término) a una igualdad
ante el Objeto y otros signos evidentes del éxito social y de la felicidad. Es la
democracia de la posición social, la democracia de la televisión, del automóvil y del
equipo estéreo de música.

Y podemos ver que algo se está ocultando, “democracia está ausente y la igualdad es
imposible de encontrar.”

La tesis implícita es la siguiente: todos los hombres son iguales ante la necesidad y ante
el principio de satisfacción, pues todos los hombres son iguales ante el valor de uso de
los objetos y de los bienes.

El papel del estado en la sociedad es brindar una igualdad, como en el comunismo a


mayor abundancia una mayor igualdad y una democracia equitativa para la sociedad.

Desde el principio la democracia esta mal planteada, ya que se habla de una igualdad
en
cuanto a los objetos pero no se habla de una democracia para el bienestar de la
sociedad.

Se tiene el concepto que el crecimiento o abundancia de las cosas logrará una mejor
democracia pero esta es en lo medible, puesto que una democracia real no existe ya que
no
hay que medir. Es por eso que al buscar una democracia se empieza a igualar las cosas
como
el salario y es por esto que la sociedad tienden a homogenizar aunque esto esté por fuera
de la
clase social afluente.

La pobreza está en la sociedad, las grandes empresas buscan sacas una abundancia para
disimularla y que después sea absorbida por el crecimiento y el consumo de la sociedad.
Esta
pobreza se puede catalogar como una máquina que es indispensable para la riqueza
global.

En una sociedad como hemos visto anterior mente hay igualdades y desigualdades en
diferentes términos y en estas dos hay ventajas y desventajas las cuales nos plantea el
autor.
En las sociedades hay constantes crecimientos por el consumo masivo de productos
pero hay
que ver también que el crecimiento produce, reproduce y restituye la desigualdad social,
los
privilegios y los desequilibrios. En una sociedad afluente la producción hace que haya
mayor
redistribución de productos (esto quiere decir que tanto mas hay mayores cosas habrán
para
todos) este es un tipo de planteamiento según galbraith pero también esta el opuesto
que
diseque esto solo es posible para los que tienen buenos recursos económicos en la
industria
que solo les brinda bienes a estos y hace que haya una desigualdad sistemática.

Se debe entender que el crecimiento de la abundancia no nos acerca ni nos aleja de lo


que
entendemos como bienestar, pero siempre el individuo va a hablar de la parte espiritual
y la
parte del equilibrio. Pero es claro que como siempre va a existir la diferenciación se va
a
observar que la distribución de las riquezas no es forma equitativa, pero esto permite
que
haya un crecimiento

Hay dos ideas diferentes en cuanto a lo extremo del crecimiento que dicen (el
crecimiento
produce abundancia por lo tanto hay igualdad) o el otro extremo que dice (el
crecimiento es
productor de desigualdad) una estructura social es influyente por las dos ya que siempre
habrá
un crecimiento, pero esto tiene factores buenos y malos que determinan finalmente la
decisión
de todos ya que unos tendrán más que otros hay hablaríamos de desigualdad pero al
haber
cierto tipo de cosas al que todos tenemos acceso hay una igualdad es así como vemos
que
están presentes las dos formas en una estructura social.

No hay tal sociedad de crecimiento, solo son 2 principios abundancia y bienestar para
tener a
la sociedad equilibrada. La sociedad desea crear una equivalencia en los ingresos pero
esto es
lo que causa una desigualdad entre las personas que llevan a que el sistema sea cada vez
mas
viable y manejable por los dueños del poder.

La desigualdad es un problema económico y esto se da por suplir una felicidad externa,


pero es
así igualmente que aunque los ingresos y los capitales fueran iguales es natural que haya
una
desigualdad y esto genera que en la sociedad se empiecen a crear las jerarquías.

Aunque sea visible el factor de privilegio en la sociedad el poder y el dinero siempre se


va a
transformar y a la vez se va a convertir en un elemento de poder y cultura.

Sistema Industrial y pobreza


La posición idealista mágica evitar todos los fenómenos negativos (disfunciones,
factores de deterioro de la calidad de vida, pobreza) y en preservar así la órbita
encantada del crecimiento.

Considerar que el sistema vive del desequilibrio y de la carestía estructural, que su


lógica es totalmente ambivalente: el sistema sólo puede sostenerse reproduciendo la
riqueza y la POBREZA, tanto satisfacción como insatisfacción, tanto deterioro de la
calidad de vida como «progreso».

Si la pobreza, si el deterioro de la calidad de vida, son irreducibles, ello se explica


porque son fenómenos que están presentes en todas partes y no sólo en los barrios
pobres. No se puede erradicar esto con una lluvia de miles de millones de dólares con
los que se riega a las clases bajas.

LAS NUEVAS SEGREGACIONES


La lógica social alcanza no sólo la abundancia, sino también los perjuicios. La
influencia del medio urbano e industrial hace que otros elementos se vuelvan escasos: el
espacio y el tiempo, el aire puro, los espacios verdes, el agua, el silencio... Ciertos
bienes, que alguna vez fueron gratuitos y estuvieron disponibles en profusión se
convierten en bienes de lujo accesibles solamente a los privilegiados, mientras que los
bienes fabricados o los servicios se ofrecen de manera generalizada.
Se habla mucho del derecho a la salud, del derecho al espacio, del derecho a la belleza,
del derecho a las vacaciones, del derecho al saber, del derecho a la cultura. Y, a medida
que emergen esos nuevos derechos, nacen, simultáneamente, los ministerios: de Salud,
de Deportes y Recreación, ¿por qué no de la Belleza y el Aire Puro? Todo esto, que
parece reflejar un progreso individual y colectivo general, que supondría sancionar el
derecho a la institución, tiene un sentido ambiguo y puede leerse en cierto modo en el
sentido inverso: sólo hay derecho al espacio a partir del momento en que ya no hay
espacio para todos y a partir del momento en que el espacio y el silencio son privilegio
de algunos a expensas de los otros.
Del mismo modo en que sólo hubo «derecho a la propiedad» a partir del momento en
que ya no hubo tierras para todos.

UNA INSTITUCIÓN DE CLASE


El consumo es una institución de clase como lo es la escuela: no sólo hay desigualdad
frente a los objetos en el sentido económico (la compra, la elección, la práctica del
consumo están organizadas por el poder adquisitivo y el grado de instrucción que, a su
vez, está en función de la ascendencia de clase, etc.). Es decir, no todos tienen los
mismos objetos, del mismo modo que no todos tienen las mismas oportunidades
escolares.
En un plano más profundo, hay una discriminación radical en el sentido en que sólo
algunos tienen acceso a una lógica autónoma, racional, de los elementos del ambiente
(uso funcional, organización estética, aptitud cultural): esos individuos no se relacionan
con los objetos ni «consumen» en el sentido pleno del término; mientras los otros están
condenados a una economía mágica, a valorar los objetos como tales y todo lo que hace
las veces de objeto (ideas, pasatiempos, saber, cultura), esta lógica fetichista es
propiamente la ideología del consumo.

UNA DIMENSIÓN DE LA SALVACIÓN


Esa gracia de predestinación que se les da, únicamente por el nacimiento, a unos pocos
y que la mayoría, por destino inverso, nunca podría alcanzar.
DIFERENCIACIÓN Y SOCIEDAD DE CRECIMIENTO

Todo esto nos remite, más allá de la metafísica de las Necesidades y de la Abundancia,
a un verdadero análisis de la lógica social del consumo. Esta lógica no es, en modo
alguno, la de la apropiación individual del valor de uso de los bienes y servicios —
lógica de profusión desigual en la que unos tienen derecho al milagro y otros sólo a las
consecuencias del milagro—, no es una lógica de la satisfacción, sino que es una lógica
de la producción y de la manipulación de los significantes sociales.

El consumidor vive sus conductas distintivas como libertad, como aspiración, como
elección y no como imposiciones de diferenciación ni como obediencia a un código.
Abandonar radicalmente la lógica individual de la satisfacción y reconocer la
importancia decisiva de la lógica social de la diferenciación.

EL PALEOLÍTICO O LA PRIMERA SOCIEDAD DE ABUNDANCIA


Para Sahlins, quienes conocían la verdadera abundancia, a pesar de su
absoluta «pobreza», eran los cazadores recolectores (las tribus nómadas
primitivas de Australia, del Kalahari, etc.). Los primitivos no poseen nada
propio, no están obsesionados por sus objetos, que van descartando para
desplazarse más cómodamente. No hay entre ellos ningún aparato de
producción ni de «trabajo»: cazan y recolectan «con tranquilidad», podríamos
decir, y comparten todo entre sí.

La pobreza no consiste, dice Sahlin, ni en una pequeña cantidad de bienes ni


simplemente en una relación entre fines y medios: la pobreza es sobre todo
una relación entre los hombres.
Lo que funda la «confianza» de los primitivos y lo que hace que vivan la
abundancia aun pasando hambre es, finalmente, la transparencia y la
reciprocidad de las relaciones sociales.

La riqueza no se basa en los bienes, sino en el intercambio concreto entre las


personas, por lo tanto, es ilimitada, ya que el ciclo del intercambio no tiene fin,
aunque se dé entre un número limitado de individuos, pues cada momento del
ciclo de intercambio agrega valor al objeto intercambiado.

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