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¿De qué manera las voces narrativas reflejan la catarsis de la autora Piedad Bonnett

en la novela testimonial y autobiográfica “Lo que no tiene nombre”?

La escritora Piedad Bonnett, es una reconocida poeta, dramaturga, novelista y crítica

literaria colombiana, que se destaca por sus obras reveladoras y críticas que exploran los

sentidos y sentimientos propios y colectivos, con el fin de forjar sus enseñanzas en los

lectores. La mayoría de sus novelas son creadas a partir de testimonios personales o ajenos

que logran hablar por boca de otros y realizar a su vez, críticas sociales plasmadas en el

lenguaje poético e implícito al fusionar lo real con lo ficticio. Ganadora de diversos premios

como el Premio Nacional de Poesía Instituto Colombiano de Cultura (1994), XI Premio Casa

de América de Poesía Americana (2011) y el Premio Poetas del Mundo Latino (2012),

categorizan Bonnett no solo por su emotiva y sincera poesía sino también por sus auténticas

novelas, como lo el caso de Lo que no tiene nombre.

El objetivo de esta monografía es analizar desde una perspectiva literaria la forma como la

catarsis en la narradora y autora Piedad Bonnett es llevada a cabo, y así explicar su función

como terapia de liberación paliativa del dolor para ella y los demás.

Desde un punto de vista personal, considero el estudio de esta novela sumamente

interesante debido a la manera en que la terapia de duelo puede hacerse a través de la

escritura y como esta misma contribuye a combatir las aflicciones de lectores afectados por

experiencias similares. Cabe resaltar la potencia dramática que se adquiere a lo largo de la

narración de la vida y muerte del protagonista e hijo de la autora desde los diferentes puntos

de vista de la voz narrativa, y de este modo nombrar lo innombrable, su suicidio.


Finalmente pienso que el aporte de esta monografía a la sociedad se hace mediante una

anécdota introducida en la literatura, y de la forma en que Piedad Bonnett logra que el lector

adquiera una perspectiva más amplia del dolor de los enfermos mentales y sus familias. A

través de esta monografía se busca comprender la dimensión del dolor y el duelo de los

afectados, y adicionalmente encontrar una manera alternativa de asimilar la problemática a

partir de una catarsis escrita como terapia liberadora.

Capitulos:

1. LA NOVELA TESTIMONIAL Y LA ESCRITURA CATÁRTICA

Con el fin de analizar las distintas voces narrativas en la novela Lo que no tiene nombre

de Piedad Bonnett, es pertinente conocer el tipo de narrativa de esta. Es considerada una

novela corta, y testimonial, narrada desde el punto de vista de la autora o como narradora

protagonista que relata los hechos, dando a conocer sus vivencias y sentimientos, desarrollada

con numerosas anacronías en donde el orden lógico de los sucesos es alterado.

Al ser Piedad Bonnett la narradora protagonista de varios sucesos vividos por ella, se

considera la obra en su totalidad una novela testimonial. Permitiendo al lector entrar en la

mente de la voz narradora, ésta se vale de cuatro capítulos divididos en varios apartados,

comenzando desde el momento en el que se entera del suicidio de su hijo Daniel, seguido de

la ardua batalla familiar contra la interminable enfermedad mental de él y finalizando con la

decisión final de su hijo al quitarse la vida. A lo largo de la novela, Bonnett incluye anécdotas

del pasado con numerosas retrospecciones, explicaciones médicas y científicas, no solo de la

enfermedad de su hijo sino del duelo personal, ciertas críticas abiertas hacia la sociedad y

opiniones de lo vivido que, finalmente, según Faciolince (2013) permiten “evocar con las

palabras, ensayar el conjuro de revivir un muerto con la fuerza del aire, con el propio

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aliento, con la voz que sale de más adentro […] y denunciar lo que no se nombra: la

enfermedad mental.” Siendo esta obra un relato de la vida de ella misma, es categorizada no

solo como autobiográfica sino también como testimonial.

La novela testimonio o de no-ficción, también conocida como ‘Nuevo Periodismo’ en los

Estados Unidos, surge en el Postboom latinoamericano entre los años setenta y ochenta y

sigue siendo empleada en la actualidad. Se caracteriza esta clase de novela por ser la

narración de un hecho por parte de un testigo o “la recreación de vivencias cotidianas a

través de una voz en primera persona” (Huertas, 1994), y también por ser un género híbrido,

una mezcla entre la realidad, la ficción, los hechos y la literatura subjetiva. Adicionalmente se

destacan éstas por abarcar temas silenciados y de carácter crítico.

Paralelo al género de la novela, la escritura de ésta ha sido para Bonnett una manera de

enfrentar el conflicto y un mecanismo por el que la mente se libera de elementos

perturbadores, en este caso el suicidio de su hijo Daniel Segura Bonnett. Como modo de

terapia catártica, la autora escribe de una forma muy emotiva, pero que no da espacio a la

cursilería impidiendo sobrepasar el sentimentalismo.

La catarsis dentro del ámbito literario consiste en la utilización de la escritura para

expulsar lo inquietante y tormentoso que la persona experimente y a la vez reflexionar sobre

lo que tanto interrumpe la tranquilidad del alma. Al ir eliminando estas energías o emociones

nocivas de la vida afectiva, tanto la autora que lo escribe como el lector que lo visualiza,

experimentan catarsis al conectarse con estos sentimientos y reconocer su presencia, haciendo

más sencilla la fase necesaria para enfrentar un duelo de esta índole; la fase de la aceptación.

Una vez se logra evocar lo que atormenta el ser con la narración de lo sucedido, se realiza

una reflexión de lo que ensucia la tranquilidad mediante la fragmentación de cada etapa de lo

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vivido, desde la negación inicial, seguido del enfado y la indiferencia, la búsqueda de una

solución y los episodios depresivos que preceden la aceptación y la necesaria liberación de lo

agobiante.

En Lo que no tiene nombre, el testimonio de una madre que relata el duelo vivido antes y

después del suicidio de su hijo con el fin de versificar la amargura y apaciguar estas

experiencias, transpone la historia de lo innombrable a través de una escritura catártica, no

para hondarla ni camuflarla sino para enriquecerla y que a la vez tome una función

terapéutica para ella y sus lectores.

2. LA CATARSIS DESDE DIVERSAS PERSPECTIVAS DE LOS HECHOS

A manera de contextualizar el tema principal de la novela que es el suicidio de Daniel y

así conocer el motivo de la autora para escribir este libro de función catártica, es necesaria la

explicación de la condición mental que impulsa al hijo de la narradora personaje y autora,

Piedad Bonnett, a transgredir el principio de la supervivencia y quitarse la vida a sus

veintiocho años de edad.

Bonnett (2013) define la esquizofrenia como “una enfermedad grave, con una

vulnerabilidad biológica de origen desconocido, que vuelve a los pacientes particularmente

susceptibles al estrés generado por los ambientes que los rodean” (p.46), e incluye síntomas

como la irritabilidad, la dificultad para concentrarse y dormir, los comportamientos fuera de

lo común, alucinaciones, aislamiento, delirios, entre otras. Estos se reflejan a lo largo de la

enfermedad y empeoran si no son tratados adecuadamente con los medicamentos pertinentes,

aunque, en muchos de los casos, las consecuencias son irreparables, desencadenando el abuso

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de sustancias, las enfermedades físicas como el deterioro mental y la falta de cuidado

personal, desencadenando el suicidio.

Daniel, el hijo de la narradora personaje y autora, sufre de un trastorno esquizo-afectivo

que empeora a través de los años. Cuando asiste a la cita con su psicólogo a sus veinte años

de edad, el diagnóstico inicial es paranoia leve; su condición incrementa periódicamente

hasta recibir la receta de lo que serían unos medicamentos de por vida. Analizando la

situación de Daniel, la narradora capta la enfermedad con figuras descriptivas, que no solo

permiten al lector comprender la situación desde una perspectiva emocional, sino también

conocer con exactitud el diagnóstico psicológico.

A pesar de que Daniel logra vivir la mayoría del tiempo una vida normal y sana, con

temporadas de felicidad y plenitud, tres factores son los que lo conducen al suicidio: uno

físico (la enfermedad), uno subjetivo (la sensación íntima de fracaso) y uno social (la

necesidad de encajar en la sociedad). Es todo esto junto con el estrés de finalizar su carrera

como administrador de arte en la universidad de Columbia en Nueva York, lo que lo conduce

a quitarse su vida, lanzándose de un sexto piso, acto que sus psiquiatras califican como

suicidio por impulso, debido al mal funcionamiento de su razonamiento. Son en los diferentes

puntos del relato donde las voces narrativas surgen y adquieren sus diferentes funciones y

perspectivas en lo vivido.

La novela es narrada en primera persona por la misma autora, Piedad Bonnett, la cual

relata la historia de su hijo Daniel Segura Bonnet, desde que le diagnostican su enfermedad

mental hasta su suicidio. Este interminable viaje de ocho largos años está repleto de

anécdotas en forma de retrospecciones o miradas hacia el pasado, donde Daniel aparece en la

plenitud de su vida, también con los tormentos que lo llevan a la muerte pero con muchos

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momentos de dicha y sensibilidad como artista. Es así como Bonnett toma diferentes posturas

como voz narrativa para escribir y traer a su hijo de nuevo a la vida, y paralelo a esto

encontrar un consuelo y sanación espiritual a través de las palabras.

Comienza el relato con la desgarradora noticia recibida en una llamada de su hija mayor

que vive en Nueva York, que angustiada le anuncia a su madre que Daniel se ha lanzado

desde un sexto piso al vacío en el edificio donde vivía en ese entonces. A partir de este hecho

continúa la historia con una posición subjetiva que permite al lector conocer las emociones y

opiniones de la autora para vivir su duelo y conocer a su hijo. En este punto, la voz narrativa

comienza a tomar una postura anecdótica o testimonial de los hechos.

Esta primera parte culmina en el esparcimiento de las cenizas de Daniel y comienza ahora

desde antes de su enfermedad cuando decide estudiar arte en la Universidad de los Andes de

Bogotá, en el momento en que lo diagnostican con esquizofrenia, sus episodios de

inestabilidad y la devastadora lucha no solo de él sino de su familia. Con el amplio uso de

técnicas literarias, la voz narrativa se convierte en una voz emocional de una madre que vive

los hechos de forma dolorosa y pasa a una postura racional y empírica que explica la

enfermedad y suicidio de su hijo, así como la mezcla interminable de sentimientos.

Finalmente, la tercera voz narrativa toma una perspectiva crítica y evaluadora que describe

los hechos con reflexiones acerca de la sociedad actual y sus falencias.

A manera de recuperar y ordenar su vida y con la intención de entender y hacerse

preguntas, la narradora adopta estas tres voces que aparecen en varios puntos de la novela y

que adicionalmente denuncian a un sistema de salud, a una forma de enfrentar la enfermedad

mental por parte de los médicos, al estigma impuesto por parte de la sociedad y a los

silenciamientos alrededor del suicidio. En sumatoria, la catarsis aquí planteada se divide en

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tres perspectivas que llenan los vacíos de la autora y acompañan a muchos lectores con

experiencias similares.

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