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Artículo corto de revisión bibliográfica

Modelos Agroecologícos Sostenibles: ¿Son


Competitivos en el Sector Agroindustrial
Colombiano?
Hoover A. Vargas López

Maestría en Desarrollo Agroindustrial, Facultad de Ciencias Agrarias y Agroindustria, Universidad


Tecnológica de Pereira, Pereira, Colombia
Correo electrónico: havargas@utp.edu.co

Resumen— El presente artículo pretende abordar un análisis general sobre la


competitividad que tienen –o representan- los modelos agroecológicos sostenibles en el
sector agroindustrial Colombiano. En la primera parte se mostraran algunos antecedentes
sociopolíticos y económicos, índices e indicadores que dan cuenta del estado actual y
prospección del sector agroindustrial colombiano, así mismo serán abordados algunos
conceptos claves para entender mejor la capacidad competitiva y asociativa de la
agroindustria. La segunda parte abarcara una conceptualización acerca de la
agroecología, los modelos agrícolas sostenibles que se rigen bajo los principios de la
ecología aplicados a agroecositemas, y como estos tienen el potencial de ser el motor de
desarrollo económico (endógeno), social -y ambiental- de las comunidades que giran en
torno a este tipo de economía. Finalmente, en la tercera parte del documento, el lector
podrá encontrar un análisis general sobre la competitividad que tienen –o podrían tener-
estos modelos agroecológicos sostenibles en el sector agroindustrial colombiano, donde
dicha concepción de competitividad será abordada desde las teorías de Michael Porter

Palabras clave— Agroecología, Clúster, Encadenamiento Productivo, Valor Agregado,


Ventaja Competitiva.

Abstract— This article aims to address a general analysis of the competitiveness that
sustainable agroecological models have -or represent- in the Colombian agroindustrial
sector. The first part will show some socio-political and economic background, indices and
indicators that account for the current status and prospection of the Colombian agroindustrial
sector, likewise will be addressed some key concepts to better understand the competitive and
associative capacity of agro-industry. The second part will include a conceptualization about
agroecology, sustainable agricultural models that are governed by the principles of ecology
applied to agroecositems, and how these have the potential to be the engine of economic
(endogenous), social -and environmental- development. of the communities that revolve
around this type of economy. Finally, in the third part of the document, the reader will find a
general analysis on the competitiveness that these agroecological sustainable models have -or
could have- in the Colombian agroindustrial sector, where said conception of competitiveness
will be addressed from the theories of Michael Porter

Keywords— Agroecology, Cluster, Productive Chain, Value Added, Competitive Advantage.


Artículo corto de revisión bibliográfica

1. Introducción. Sector Agroindustrial Colombiano: Antecedentes y Prospección

El sector agroindustrial se encuentra constituido, a su vez, por la transversalización de dos


sectores: el agropecuario, encargado del primer eje de la cadena productiva -siembra,
cultivo y producción de materias primas-, y el industrial, que agrupa las actividades del
segundo eslabón de la cadena, la transformación de la materia prima, y cuya función
principal la constituye el brindar valor agregado, además de ser el sector encargado de la
distribución final hacia el consumidor. Y, de acuerdo a lo descrito por Álvaro Balcázar
(2003), aunque el modelo tradicional de industrialización se encargaría de determinar la
necesaria relación y sinergia entre ambas actividades, en tanto su desarrollo es el resultado
de la interacción, este depende entre otros aspectos de la disponibilidad de los factores
asociados a la producción, así como del ámbito de las relaciones que le permiten llegar a su
fase final. En un contexto local, Colombia es un país que se caracteriza por tener en
abundancia uno de los tres factores de producción (descritos en las teorías clásicas de la
economía): la tierra. Se trata pues, de un lugar geográfico en el mundo con únicas
características, como contar con amplias zonas con potencial agrícola que abarcan todos los
pisos térmicos existentes que permiten una diversificación y variedad de cultivos de las
cuales se puede obtener las materias primas necesarias para suplir la demanda de las
diferentes industrias colombianas, que habrían de traducirse en ventajas en la fase inicial de
las actividades que conforman el primer eslabón, y de paso en prenda de garantía para el
desarrollo industrial.

En este sentido, se podría pensar que dadas las anteriores consideraciones, el sector
agroindustrial jugara un papel importante en los diferentes renglones de la economía del
país, y que además se esperaría que pensar en un modelo productivo que dinamice el
desarrollo del mismo, constituiría una tarea de primer orden en las agendas públicas y
privadas. Sin embargo, la realidad que vivimos es totalmente diferente. Y esto ocurre
porque es necesario considerar no sólo la disponibilidad de recursos y el desarrollo lógico
que da lugar a la industria de alimentos y demás desarrollo agroindustrial, sino que además,
de acuerdo a Balcázar, requiere evaluar la condición real de la actividad a lo largo de la
cadena, considerar sus condiciones favorables y aquellas que limitan su consolidación, así
como los demás componentes del sistema industrial, en tanto es evidente que su desarrollo
estará dependiendo de una serie de variables del orden macroeconómico, microeconómico e
institucional.

Es una realidad contradictoria, si se tiene presente que la industria en Colombia habría


alcanzado importante dinamismo en décadas anteriores y, aunque en la actualidad pueda ser
considerado como un sector estratégico para el crecimiento económico del país, deja
muchas dudas respecto de cuán importante es el papel que juega en la modernización de la
economía nacional y como generador de desarrollo económico y social. Un ejemplo
puntual de ello se puede observar en la agroindustria de alimentos y bebidas en Colombia,
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que en 1945 representaba más del 27 por ciento del PIB industria (DANE, 2002) y que, sin
embargo, registra una progresiva pérdida de protagonismo en la participación del PIB
nacional, siendo su síntoma más evidente el de la progresiva desindustrialización del país.
Basta con darle un vistazo a la Figura 1, la cual representa información aportada por el
DANE y que da cuenta de cómo la participación de la industria en el PIB de Colombia
registra una alarmante y preocupante tendencia a la baja. Claramente se ve evidenciado el
paulatino deterioro de la actividad económica, o por lo menos, de un rezago frente al
conjunto de la economía, lo que conlleva a cuestionar abiertamente las características y
dinámicas del sector industrial –y puntualmente agroindustrial- en diferentes escenarios
productivos y formular nuevas alternativas que permitan ir dando solución a las fallas
existentes en la definición de un modelo de organización productiva, las mismas que no han
permitido que la agroindustria colombiana tenga un crecimiento sostenido, y que, en
general registre serios problemas de competitividad.

Figura 1. Participación (%) de la Industria en el PIB de Colombia 1965 – 2013.

Dada la escaza e incipiente información estadística con la que cuenta el sector


agroindustrial colombiano, es necesario recurrir a un análisis de aquello que le da estructura
a este sector económico para aproximarse a la respuesta de la pregunta que le da origen al
título del artículo: la cadena productiva. Ello implicara una rápida conceptualización sobre
lo que es una cadena productiva y un clúster de producción, así como de la identificación
de sus principales componentes y como estos interactúan. En el presente documento se
entenderá la cadena productiva como “un conjunto estructurado de procesos de producción
que tiene en común un mismo mercado y en el que las características tecno-productivas de
cada eslabón afectan la eficiencia y productividad de la producción en su conjunto” (Onudi,
2004, p25). Así pues, la cadena productiva, como concepto integrador, provee elementos
importantes en el diseño de políticas de apoyo empresarial que favorecen la generación de
riqueza a través de la consolidación de ventajas competitivas, concepto que se abordará en
el tercer capítulo del artículo.
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La Figura 2 muestra el
esquema básico de una cadena
productiva, y
contextualizándola dentro del
Figura 2. Esquema de una cadena Productiva. Adaptado de Onudi (2004).
Manual de minicadenas productivas, Onudi (Oficina Regional en Colombia), Bogota, 25 p.
sector agroindustrial, es
importante comprender que
esta comienza desde que el campesino adquiere las semillas para hacer la siembra de un
producto determinado, pasando por la transformación de aquel producto, hasta que este es
dispuesto en su presentación final al consumidor. Tener en cuenta que este sector
económico funciona a través de encadenamientos productivos y que depende de la cohesión
sociopolítica de los gremios, cooperativas, asociaciones y otras formas de asociatividad es
fundamental ya que sumado a los rezagos en la actividad productiva, que tienen que ver con
la disponibilidad y uso de los recursos, se suman otros aspectos determinantes como es la
forma de organización de la producción y el marco institucional que soporta su desarrollo.
Y es que precisamente este último punto, el de la “voluntad política”, en un estado cuya
dinámica política funciona a partir del “clientelismo”, es uno de los factores que han
impedido el tan necesario desarrollo económico y social del agro colombiano: es común
encontrar casos de negligencia y corrupción en los organismo estatales encargados de
optimizar los procesos agropecuarios, falta de continuidad en las políticas direccionadas al
sector agroindustrial. Bajo este contexto ha sido imposible que el aparato estatal
colombiano le dé un tratamiento adecuado a problemas estructurales del sector
agroindustrial, como es el caso de la concentración de la tierra y al interior de las cadenas
productivas, de la existencia elementos heterogéneos como la mano de obra cualificada, la
tecnología y los criterios de agregación de valor.

La Figura 3 sustenta lo que se ha dicho anteriormente, el cual además evidencia el


comportamiento de la participación en el PIB del sector Agro y la Industria Manufacturera
en Colombia. En él se observa como la correlación entre estos dos factores es bastante baja
lo que explica la baja sinergia que tienen estos dos sectores y darían peso al argumento que
se viene planteando sobre los efectos de la interrupción y distorsión en las cadenas
productivas, que se han traducido en pérdidas sustanciales del valor agregado, por lo que el
planteamiento inicial de avanzar en la consolidación y adecuada articulación de la cadena
permite mayores niveles de crecimiento, interacción y correlación para obtener como
resultado final el desarrollo económico y social del país.

Figura 3. Participación
(%) del Agro y la
Industria Manufacturera
en el PIB de Colombia
2001-2013. Elaborada a
partir de datos tomados
del Banco de la
Republica.
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Si bien es cierto que el panorama del sector rural resulta bastante desolador y que los
problemas estructurales del sector agro (industrial) están lejos de ser resueltos, existen
algunas iniciativas que surgen como una solución alternativa, modelos “anti-sistema” de
desarrollo socioeconómico endógeno en los que pequeñas comunidades –cada vez más
crecientes- confluyen en espacios que promueven economías alternas que no solo
propenden por el desarrollo económico local, sino que también reivindican prácticas
agrícolas ancestrales y promueven la bio-diversificación del medio ambiente

2. Modelos Agroecológicos Sostenibles: Desarrollo Económico, Soberanía


Alimentaria y Resiliencia Socio-Ecológica.

La agroecología es una forma de agricultura que utiliza conceptos y principios ecológicos


para el diseño y manejo de agroecositemas sostenibles, donde los insumos externos se
sustituyen por procesos naturales como la fertilidad natural del suelo y el control biológico
(Altieri, 1995). Pensar en modelos agroecológicos sostenibles implica un entendimiento
más profundo de la naturaleza de los agroecosistemas, de los principios naturales bajo los
cuales se rige y las distintas interacciones entre los elementos que los componen que bien
podrían ser aprovechadas en orden de aumentar o mejorar la productividad agrícola.
Desde una perspectiva de manejo, el objetivo de la agroecología es proveer ambientes
balanceados, rendimientos sustentables, una fertilidad del suelo biológicamente obtenida y
una regulación natural de las plagas a través del diseño de agroecosistemas diversificados y
el uso de tecnologías de bajos insumos (Gliessman, 1998). Así pues, la agroecología
emerge como una disciplina que provee los principios ecológicos básicos sobre cómo
estudiar, diseñar y manejar agroecosistemas que son productivos y a su vez conservadores
de los recursos naturales y que además, son culturalmente sensibles y socialmente y
económicamente viables. Esta “filosofía agrícola” está muy ligada conceptualmente al
desarrollo sostenible y por ello, es bastante factible pensar que la aplicación de esta
(“filosofía”) a las técnicas de cultivo y producción agrícola generara también desarrollo
económico; además, se empiezan a crear espacios y contextos de cohesión social y
asociatividad, que a su vez se empiezan a convertir en colectivos y movimientos rurales que
buscan nuevas formas de dar soluciones locales a problemas globales, como por ejemplo la
pérdida de biodiversidad en los agroecosistemas y la promoción de la soberanía
alimentaria. Al respecto de esto último, la agroecología es capaz de producir alimentos de
una manera sostenible y por tanto, tener un potencial mucho mayor para la lucha contra el
hambre, especialmente durante tiempos económicos y climáticos inciertos (Altieri, 2011).

En algunos informes internacionales (IAASTD, 2009; de Schutter, 2010) es posible


encontrar estudios que reportan que para alimentar a 9 mil millones de personas en el 2050,
es urgente la necesidad de adoptar sistemas de producción más eficientes y recomiendan la
agroecología como una manera de aumentar la producción de alimentos y mejorar la
calidad de vida de las personas en condición de pobreza. Ambos informes, basados en
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amplias consultas con científicos y extensas revisiones de literatura, sostienen que los
pequeños agricultores pueden duplicar la producción de alimentos dentro de 10 años en
regiones críticas, mediante el uso de métodos agroecológicos ya disponibles. El reto es
pues, de acuerdo a lo que plantea Godgfray (2010), el producir alimentos usando
tecnologías respetuosas del medio ambiente y con métodos socialmente equitativos, en un
mundo donde las tierras cultivables están disminuyendo (ya sea porque estén siendo
empleadas para la producción de biocombustibles, o en un contexto más local porque se
presenta un fenómeno de acaparamiento de tierras, muchas de las cuales son terrenos
fértiles improductivos), con cada vez menos petróleo y que pronto será muy costoso por su
escasez, suministros cada vez más limitados de agua o falta de acceso a este recurso y
dentro de un escenario de rápido cambio climático, malestar social e incertidumbre
económica. Es así como los sistemas agroecológicos que exhiben altos niveles de
diversidad, integración, eficiencia, flexibilidad y productividad, son los únicos sistemas
agrícolas capaces de afrontar los retos del futuro (Holt Giménez y Patel, 2009).

En la Tabla 1, es posible apreciar los principios


agroecológicos empleados en el diseño y manejo de
los agroecosistemas, los cuales buscan, según
Gliessman (1998), mejorar la biodiversidad
funcional de los sistemas agrícolas, los cuales son
esenciales para el mantenimiento de procesos
inmunes, metabólicos y reguladores, claves para el
funcionamiento adecuado y eficiente de un
agroecosistema. Es así como la implementación de
estos principios permiten la activación de procesos
claves, tales como el reciclaje (re-utilización), el
control biológico, el antagonismo, la alelopatía, etc.,
esenciales para la sostenibilidad y la productividad
de los agroecosistemas. Y es que una de las
principales características de los sistemas Tabla 1. Principios Agroecológicos para el
agroecológicos es que no son intensivos en el uso de diseño de sistemas agrícolas diversos,
capital, trabajo, o los insumos químicos, sino más flexibles, eficientes en el uso de la energía
bien intensifican la eficiencia de los procesos y conservadores de recursos.
biológicos como la fotosíntesis, la fijación de
nitrógeno y el mejoramiento de la actividad biológica arriba y abajo del suelo (Altieri,
2012).

A continuación en la Tabla 2 se referenciaran algunos casos de éxito en donde pequeños


grupos de personas a lo largo del territorio colombiano han implementado este modelo
agroecológico sostenible en sus comunidades logrando resultados que los guían poco a
poco a alcanzar niveles de desarrollo económico y social (Romero, 2018) que les permiten
dignificar su calidad de vida.
Vale la pena aclarar en este punto que los modelos agroecológicos ven su génesis en
“empresas familiares” (donde por ejemplo, se abaratan los costos de remuneración de la
mano de obra, puesto que es la misma familia la que trabaja la tierra y se abastecen de
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alimentos de la misma actividad productiva), que a su vez van creando redes de


cooperativismo que devienen en diferentes formas de asociatividad. Dependiendo de la
organización y cohesión social al interior de esta red de pequeños grupos se ve favorecido o
no la competitividad económica de la actividad productiva que ejerzan.

Al rescate de las semillas nativas


En el Volcán, Santander, a casi dos mil metros sobre el nivel del mar, Gueiler Vargas tiene como cultivo líder a la papa,
alternada con la explotación de habas, frijol, cebada, quinua, zanahoria y ajo. En su finca Argelia, el agua se trae mediante
manguera a unos dos mil metros de distancia. La familia ha rescatado las semillas nativas de papa, habas y frijol, que
alternadas con otras especies hortícolas, evidencian una rica biodiversidad agrícola que permite garantizar, junto con la
explotación porcícola y caprina, la diversificación de ingreso y garantía de la seguridad alimentaria familiar. Dentro del
sistema productivo, hace parte activa la familia completa –esposo, esposa y dos hijos- destacándose un trabajo familiar
conjunto. Además del rescate de semillas nativas, en la finca hay control sanitario de algunos insectos y plagas a partir de
bio-preparados de plantas, conservación de suelos, mediante terrazas y rotación de cultivos. Un alto porcentaje de la
alimentación familiar es producida en la finca.

Conocimientos ancestrales para el futuro sostenible


En el corregimiento de La Mina, en Jámbalo, Cauca, la familia Trochez produce café para exportación y otros productos para
autoconsumo e intercambio. Toda la familia participa del proceso, además conserva su lengua propia (NASA), por tanto son parte
de los educadores del resguardo para conservar su lengua y difundir los saberes y conocimientos ancestrales. Realizan prácticas
agroecológicas que van desde los bio-preparados hasta la alimentación alternativa animal. El 70% de lo que consume la familia es
producido en la finca: aguacate, naranja, limón, guayaba, manzana, durazno, maíz, frijol, tomate, habichuela, plátano, cerdos,
pollos, gallinas, bimbos, patos y cuyes. Mantienen un sistema agroforestal conservando especies nativas y realizando buenas
prácticas de conservación de suelos.

Diversificación para la seguridad alimentaria y el mercado local


En Tibasosa, Boyacá, la familia Camargo produce hortalizas, frutas, flores, peces, ganado, conejos para autoconsumo y el
mercado local. En su finca La Tomita, ellos cuentan con registro de compra, venta y producción de los productos de la finca,
también con diagnóstico predial y planificación de actividades. Toda la familia, padres y dos hijos, participan del proceso tanto
productivo como de integración a los procesos comunitarios y regionales. Ellos aplican prácticas agroecológicas en el predio para
avanzar en los procesos de la sustentabilidad (biopreparados, cultivos asociados, control biológico de insectos y enfermedades,
recuperación y conservación de semillas, uso de productos subutilizados, uso de coberturas, cercas vivas, alimentación alternativa
animal). El 90% de lo que consume la familia es producido en la finca: zanahoria, cilantro, calabacín uchuva, tomate, curaba,
gulupa, plantas aromáticas y medicinales. Asimismo, producción de leche, peces y conejos. La finca tiene un mayor nivel de
sustentabilidad: conservación de los recursos naturales, producción diversificada, valor agregado por transformación de productos,
participación en los mercados locales, integración de la familia al proceso productivo y comunitario, y en especial, un muy buen
relevo generacional.

Agricultura familiar como opción de vida profesional


En Andalucía, en el Valle del Cauca, en la Granja Agroecológica Pura Vida, la familia Añazco, integrada por siete miembros, tiene
diversas líneas de producción pero la principal es la producción de pollos, cerdos y huevos de gallina criolla. Todo lo que se
produce en la finca es para autoconsumo y comercialización en el mercado local. Ellos usan agua de lluvia para el riego de
hortalizas. Es importante resaltar el esfuerzo que realizan para dar educación a todos los hijos y generar la seguridad alimentaria.
Uno de los fuertes de este sistema productivo es la alimentación alternativa para animales. Han logrado, a través de la práctica,
ajustar los requerimientos nutricionales de los alimentos para pollos, cerdos y gallinas ponedoras. El 80% de lo que consume la
familia es producido en la finca: maíz, frijol, maní, sagú, cúrcuma, guandul, tomate, cilantro, lechuga, amaranto, achira, acelga,
espinaca, pimentón, naranja, mandarina, limón, aguacate, guayaba, papaya, piña, pitahaya, guanábana, chirimoyo, anon, piñuela,
mango, maracuyá, plátano, pomarroso, cidra, guamo, noni, cacao, mamey, banano, palma de coco y palma de chontaduro; además
de los peces, pollos, cerdos, gallinas criollas y huevos.

Tabla 2. Descripción de algunos casos de éxito de la aplicación de modelos agroecológicos sostenibles (económica, social y
ambientalmente) en el territorio colombiano. Casos tomados de la Revista Agricultura Familiar Agroecológica Campesina en la Comunidad
Andina, AFAC. Secretaria General de la Comunidad Andina 2011. Pp 54-57)
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Es posible inferir a partir de las descripciones de los estudios de caso de éxito en la Tabla 2
que estas familias optimizan el manejo de los recursos mediante la aplicación de procesos
agroecológicos, encontrando además en estos modelos la oportunidad de relacionarse con
su entorno social y económico. También han podido replicar y multiplicar la sensibilización
por mitigar el impacto ambiental causado por sus prácticas agrícolas convencionales,
encontrando nuevas oportunidades de mercado en el proceso. Se encuentra que estas
experiencias/iniciativas agroecológicas se autoabastecen de materia orgánica y alimentos
(humano, animal), y que la mayoría mantienen rendimientos promedio que se traducen en
una capacidad competitiva frente a la agricultura convencional, lo cual constituye un
atractivo para promover la integración de nuevas familias productoras en los procesos
agroecológicos. También queda demostrado que en la medida que las fincas son
diversificadas y productivas generan ingresos y, además, constituyen una fuente de
alimentación para la misma familia.

3. Ventaja Competitiva: La puerta de entrada de los productos agroecológicos a


nichos de mercado especializados

En orden de hacer un análisis de la capacidad competitiva que tienen los modelos


agroecológicos sostenibles en el sector agroindustrial colombiano, es necesario entender la
concepción de cadena de valor. Porter (1985, 1990) asume la cadena de valor como un
conjunto de actividades que se llevan a cabo al existir competencia en un sector de la
economía y que, a su vez, se pueden agrupar en dos tipos de categorías: la primera de ellas
integrada por aquellas actividades relacionadas con la producción, la comercialización, la
entrega y el servicio de posventa; y la segunda, por su parte, integrada por actividades
relacionadas con recursos humanos, tecnología, insumos e infraestructura.

Así pues, las cadenas de valor


comprenden la secuencia de
actividades dependientes y
relacionadas que son necesarias
para poner un producto en
competencia (Figura 4) , a lo
largo de diferentes fases de
producción, para distribuirlo a
Figura 4. Una cadena de valor simplificada. Adaptada de Castro
J.G (2008). Cadenas Productivas. Enfoques y Precisiones sus consumidores finales y, por
último, para su desecho o
reciclaje (Castro, 2008). En este sentido aalgunos autores (Beckerman, M y Cateige, G.
2001; Onudi, 2004) manifiestan que la competitividad de una empresa se explica no solo a
partir de sus características internas a nivel organizacional o micro, sino que también está
determinada por factores externos asociados a su entorno. En tal sentido, las relaciones con
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proveedores, el Estado, los clientes y los distribuidores, entre otros, generan estímulos y
permiten sinergias que facilitan la creación de ventajas competitivas.
Y es que, precisamente a través de la generación de valor agregado en cualquier punto de la
cadena de valor es donde se empieza a establecer una ventaja competitiva de los productos
ecológicos agrícolas. Ello se debe en gran medida a que los consumidores cada vez se han
sensibilizado más sobre temas como hábitos de vida saludable y el cuidado del medio
ambiente, por lo que productos que ofrezcan calidad, inocuidad y garantía de que fueron
procesados con la menor cantidad de químicos o sin ellos, y además que promuevan buenas
prácticas agrícolas, sostenibles y sensibles al cuidado de los (agro)ecosistemas están cada
vez más en auge y tienen una gran proyección de ser comercializados a nivel local e
internacional.
Esta realidad está aún lejos de ser alcanzada dado que una de las grandes falencias que
explica la poca competitividad del sector agrícola, sobretodo de ese subsector que
promueve prácticas ecológicas de cultivo, siembra y transformación, es la falta de acceso a
un sistema justo de certificación. La difusión, expansión y desarrollo de la agricultura
ecológica pasa también por la flexibilización de la certificación "formal" para permitir que
muchos productores se incorporen al sistema exportador, tengan posibilidad de acceder a
mercados internacionales y no sean discriminados (Ahumada, M, 2002). Y es que, aunque
el modelo agroecológico busque en primera medida la soberanía alimentaria y abastecer
una demanda local, en términos de competitividad, es necesario buscar que los productos
agroecológicos nacionales alcancen mercados extranjeros y que también puedan competir
de una forma más justa en los mercados nacionales.
Sin embargo este proceso de certificación ha constituido una barrera de entrada grande para
que los productos agroecológicos, producidos por cooperativas, asociaciones formales y no-
formales, pequeños y medianos productores, familias campesinas, puedan entrar a
mercados formales, a precios justos y condiciones iguales que las grandes multinacionales.
La situación se agrava aún más si se piensa que la mayor cantidad de agencias
certificadoras que operan en américa latina son de origen europeo o norteamericano, y la
normativa unilateralmente adoptada en el norte hace bastante difícil la aparición de
empresas nacionales de servicios de certificación.
Aun así, ello no ha constituido en un impedimento para que muchas economías familiares
que giran en torno al modelo agroecológico sigan construyendo espacios donde se gesta el
desarrollo económico local, la sostenibilidad ambiental y se promueve la cohesión y el
bienestar social y comunitario.

Conclusiones

Los modelos agroecológicos sostenibles solo podrán ser competitivos en la medida que
exista una adecuada organización al interior de las diferentes formas de asociación,
formales e informales, de las que se componen las comunidades rurales que basan su
modelo de producción en una agricultura biodiversa, resiliente, sostenible y socialmente
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justa. Esta cohesión social en las comunidades rurales es sumamente importante porque es
precisamente a partir de estas interacciones sociales que se empiezan a crear redes de
cooperativismo, de intercambio –justo-, de activismo político, de emprendimiento, lo cual
es fundamental para que esta forma de agricultura ecológica y sostenible pueda ser
competitiva dentro del sector agroindustrial colombiano. De otra parte es menester que las
personas que conforman estos grupos y comunidades de productores puedan tener acceso a
instrumentos políticos que les permitan articular la actividad productiva bajo este modelo
alternativo de producción agrícola con mecanismos que les coadyuven a acceder a rubros
del estado (por ejemplo a través de proyectos y convocatorias) destinados al mejoramiento
del desarrollo de su actividad económica y por tanto hacerla más competitiva; también el
conocimiento de mecanismos legales que les permitan defender sus intereses y pedir
reivindicaciones por parte del estado (como el acceso a los recursos naturales, tales como la
tierra y el agua, para su explotación y sustento económico).
Como se mencionó al inicio del presente artículo, las deficiencias del sector agroindustrial
en Colombia obedecen en gran medida a la falta de sinergia que existe entre el sector
agrícola y el industrial, pues la escasa competitividad del sector agrícola como primera fase
de la integración vertical de procesos de transformación, ha obligado a abastecer la
demanda de la industria por medio del mercado internacional. Aspecto que no sólo le
imprime mayor incertidumbre a la industria, también limita las posibilidades de establecer
un modelo claro de desarrollo agroindustrial. Es por ello que se deben proponer políticas
publicas claras y contundentes que empiecen a dar solución a fallas estructurales y le
impriman una mayor importancia al sector agroindustrial, que estimulen el desarrollo rural
endógeno, que permitan un acceso justo a recursos naturales como la tierra y el agua, que
busquen brindar una extensión agropecuaria (asistencia técnica) de calidad, que le brinden
mayor autonomía a las regiones para establecer estrategias de desarrollo económico desde
lo local.
Es en este contexto sociopolítico y económico donde podríamos afirmar que los modelos
agroecológicos podrían tener una mayor oportunidad de ser competitivos dentro de nichos
de mercado especializados. El valor agregado que se le otorgue a los productos obtenidos
bajo este modelo agrícola (donde la implementación en si ya implica un valor agregado en
sí mismo, al incluir principios de la ecología dentro de sus técnicas de producción,
percepción de valor añadido en los productos que se relaciona a su vez con hábitos
saludables de vida y con el cuidado del medio ambiente) juega un rol muy importante ya
que se convierte en el factor diferenciador que facilitara la competencia y competitividad,
no solo de estos modelos agrícolas sostenibles, sino de todo el sector agroindustrial
colombiano.
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