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C é s a r A u g u s t o P i n z ó n To r r e s 1

Normal y anormal: discursos “Quería de verdad abrir la puerta,


deseaba sinceramente dejarse ver y
y prácticas de la segregación hablar con el apoderado; estaba
deseoso de saber lo que los otros,
Nor m al an d abn or m al : que tanto deseaban verle, dirían
discourses an d pr ac t i c es o f seg r egat i o n ante su presencia. Si se asustaban,
Gregorio no tendría ya
responsabilidad alguna y podría
estar tranquilo, pero si
Resumen Abstract lo aceptaban todo con tranquilidad
El propósito principal de este artículo reflexivo The central purpose of this essay is to analyze the entonces tampoco tenía motivo
es analizar las consecuencias que se derivan de consequences of the discourses and practices related to para excitarse…”
los discursos y prácticas que tienen relación the so-called concepts of normality and abnormality in
con los llamados conceptos de normalidad y current social science debates. Franz Kafka, La Metamorfosis
anormalidad en los debates actuales en las

P
Ciencias Sociales. Keywords: Discourses, practices, normality, ara la comprensión de este texto es a esta exposición, se hará una división, a partir
abnormality. necesario plantear, de entrada, la de estos dos órdenes, pasando por varios autores 87
86
Palabras clave: discursos, prácticas, normali­ discusión de lo normal y lo anor­ para explicarlos y extraer las consecuencias que
dad, anormalidad. mal como construcción que tiene un se derivan, como pertinentes para el debate ac­
carácter histórico. Cuando el filósofo francés tual en las Ciencias Sociales.
Michel Foucault enseña en la cátedra “Historia
de los sistemas de pensamiento”, inaugurada el 2
de diciembre de 1970, su curso llamado Los Lo discursivo como ideología
Anormales en los años 1974­1975, nos introdu­ de lo “desviado”
ce en la genealogía del concepto mismo, seña­
lando un origen que surge: “del cruce de tres El ejemplo dado por Foucault en Los
elementos: el monstruo humano, el individuo Anormales (2006) se anuda a otro trabajo de este
a corregir y el onanista” (2006, p. 299). Tres filósofo de Poitiers, en un texto fundamental
casos que se presentan como problemáticos al para entender los orígenes del discurso de la
poder, en el siglo XIX, que llevarán a elaborar anormalidad. Tal texto se llama La historia de la
discursos y prácticas de control que buscarán locura en la época clásica (1998). En éste, el autor
ser legitimadas. lleva a develar el carácter histórico de la locura
De entrada y como se ha enunciado, hay dos como forma “desviada” de lo cotidianamente
aspectos a considerar cuando se habla de la opo­ aceptado como saludable. En el tercer volumen
sición normal­anormal. Se trata de lo que pro­ del libro Foucault muestra las distintas explica­
Recibido el 13 de junio de 2012 y aprobado el 25 de junio de 2012. cede de ellos, en el orden discursivo y, por otro ciones que se le intentan dar a la locura, como,
1 Psicólogo de la Universidad Javeriana. Formación en Psicoanálisis en el Campo Freudiano. Actualmente cursando la Maestría lado, en el orden de las prácticas que surgen de por ejemplo, aquella causada por los cambios
de Estudios Sociales, en la Universidad del Rosario, Bogotá D.C. dicho discurso. Para darle una secuencia lógica de clima o por las fases lunares (1998, p. 19).

Polisemia No. 13, 86 - 93. Normal y anormal: discursos y prácticas de la segregación. Bogotá, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2012 Polisemia No. 13, 86 - 93. Normal y anormal: discursos y prácticas de la segregación. Bogotá, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2012
C é s a r A u g u s t o P i n z ó n To r r e s 1

Normal y anormal: discursos “Quería de verdad abrir la puerta,


deseaba sinceramente dejarse ver y
y prácticas de la segregación hablar con el apoderado; estaba
deseoso de saber lo que los otros,
Nor m al an d abn or m al : que tanto deseaban verle, dirían
discourses an d pr ac t i c es o f seg r egat i o n ante su presencia. Si se asustaban,
Gregorio no tendría ya
responsabilidad alguna y podría
estar tranquilo, pero si
Resumen Abstract lo aceptaban todo con tranquilidad
El propósito principal de este artículo reflexivo The central purpose of this essay is to analyze the entonces tampoco tenía motivo
es analizar las consecuencias que se derivan de consequences of the discourses and practices related to para excitarse…”
los discursos y prácticas que tienen relación the so-called concepts of normality and abnormality in
con los llamados conceptos de normalidad y current social science debates. Franz Kafka, La Metamorfosis
anormalidad en los debates actuales en las

P
Ciencias Sociales. Keywords: Discourses, practices, normality, ara la comprensión de este texto es a esta exposición, se hará una división, a partir
abnormality. necesario plantear, de entrada, la de estos dos órdenes, pasando por varios autores 87
86
Palabras clave: discursos, prácticas, normali­ discusión de lo normal y lo anor­ para explicarlos y extraer las consecuencias que
dad, anormalidad. mal como construcción que tiene un se derivan, como pertinentes para el debate ac­
carácter histórico. Cuando el filósofo francés tual en las Ciencias Sociales.
Michel Foucault enseña en la cátedra “Historia
de los sistemas de pensamiento”, inaugurada el 2
de diciembre de 1970, su curso llamado Los Lo discursivo como ideología
Anormales en los años 1974­1975, nos introdu­ de lo “desviado”
ce en la genealogía del concepto mismo, seña­
lando un origen que surge: “del cruce de tres El ejemplo dado por Foucault en Los
elementos: el monstruo humano, el individuo Anormales (2006) se anuda a otro trabajo de este
a corregir y el onanista” (2006, p. 299). Tres filósofo de Poitiers, en un texto fundamental
casos que se presentan como problemáticos al para entender los orígenes del discurso de la
poder, en el siglo XIX, que llevarán a elaborar anormalidad. Tal texto se llama La historia de la
discursos y prácticas de control que buscarán locura en la época clásica (1998). En éste, el autor
ser legitimadas. lleva a develar el carácter histórico de la locura
De entrada y como se ha enunciado, hay dos como forma “desviada” de lo cotidianamente
aspectos a considerar cuando se habla de la opo­ aceptado como saludable. En el tercer volumen
sición normal­anormal. Se trata de lo que pro­ del libro Foucault muestra las distintas explica­
Recibido el 13 de junio de 2012 y aprobado el 25 de junio de 2012. cede de ellos, en el orden discursivo y, por otro ciones que se le intentan dar a la locura, como,
1 Psicólogo de la Universidad Javeriana. Formación en Psicoanálisis en el Campo Freudiano. Actualmente cursando la Maestría lado, en el orden de las prácticas que surgen de por ejemplo, aquella causada por los cambios
de Estudios Sociales, en la Universidad del Rosario, Bogotá D.C. dicho discurso. Para darle una secuencia lógica de clima o por las fases lunares (1998, p. 19).

Polisemia No. 13, 86 - 93. Normal y anormal: discursos y prácticas de la segregación. Bogotá, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2012 Polisemia No. 13, 86 - 93. Normal y anormal: discursos y prácticas de la segregación. Bogotá, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2012
César Augusto Pinzón Torres Normal y anormal: discursos y prácticas de la segregación

Desde esta mirada va, poco a poco, virando a Como puede verse, los discursos, tanto alre­ podría concluir parcialmente que la dupla nor­ dad de su argumento está en el carácter político
explicaciones que dan muestra de un cambio, dedor de la locura como de la discapacidad, tie­ mal­anormal está sostenida en una oposición, a la y económico de un Estado que se ha propuesto
como en el caso del pensamiento griego, de lo nen fuertes raíces en explicaciones que tienden a manera de los personajes del dramaturgo francés ejercer un control penal, dejando atrás su apuesta
mítico a lo lógico, con dilucidaciones que expli­ ser circulares, en la medida en que se acuñan con­ Jean Genet en su obra El Balcón. Cada personaje paternalista, pero que, según este autor, no ha
can la locura como: “la irrupción de la animali­ ceptos que vienen de un saber legitimado, como es definido por su opuesto en el gran prostíbulo: renunciado a ejercer control, sólo que ahora lo
dad (naturaleza), en el ámbito de la cultura y del el de la medicina, que le da el carácter de verdad el Juez, por ejemplo, requiere de criminales para hace por medios que sean justificables, como el
hombre” (Foucault, 1996, p. 26). y de validez a tales discursos en el campo social. llevar a cabo su labor. discurso de la “seguridad”. Señala el autor que:
En otras palabras, el peso y la legitimidad de “las nuevas nociones de Estado redujeron su
Paulatinamente, la posibilidad de inteligibili­ El desplazamiento de la enfermedad, como
ciertas clasificaciones no están desligados de un papel social y endurecieron su papel penal, bajo
dad de la locura se sofisticará con el refinamiento problema particular de quien la sufre, hacia un
saber que tiene un peso, socialmente hablando. el pretexto de la seguridad, en términos físicos
del diagnóstico en el campo psiquiátrico, de ma­ problema poblacional requirió, además de dis­
Dicho peso se debe a un proceso que Foucault y no de riesgo de vida (salarial, social, médico,
nera que: “se pasó de la locura, como error, como cursos, de instituciones que legitimaran dichos
denominó medicalización, entendido como un educativo, etc.)” (Wacquant, 2004, p. 22). Para
aquella en la que el hombre pierde la verdad, a la discursos. Instituciones que se convirtieran en
desarrollo histórico y político en la Europa de el logro de este objetivo fue necesario todo un
locura en la que el hombre pierde la verdad de sí fortines que construyeran un saber que justifi­
los siglos XVIII y XIX, en el que la medicina discurso que justificase diferencias que fuesen
mismo” (Foucault, 1996, p. 38). En esta cita pue­ cara sus enunciados, a partir de un interés mar­
entra en el funcionamiento general del discurso avaladas por un aparataje institucional, tipifican­
de verse cómo se transita de una explicación ex­ cadamente político y económico, tal como lo re­
y el saber científico, a través de una medicina co­ do comportamientos deseables y comparándolos
terior al sujeto, a una que le atribuya a él mismo cuerda Foucault en la Historia de la Locura: “La
lectiva, social y urbana (1977, p. 18). El concep­ con los no deseables. Para ello, se ha valido de
la razón de su enajenación. El discurso va siendo locura deja de ser extraña y se llena de significa­
to de medicalización ayuda a entender cómo la la psicología social, por ejemplo, cuando se in­
construido, de manera que los términos usados ciones psicológicas que le dan sentido a un deseo
práctica médica entra en el orden social, pero su tenta mostrar a la delincuencia como relacionada
dejen de pasar por lo cotidiano, por lo pedestre y, burgués de hacer del internamiento una práctica
entrada tiene un alto costo y es la posibilidad de a factores de carencias mentales o morales y no
aparentemente, por lo moral, para convertirse en legitimada” (1996, p. 71). La unión de la locura,
la intromisión de la misma en los asuntos más porque haya carencias materiales que incidan en
conceptos que se ubican en una esfera que, cada como discurso psicológico, con el discurso jurí­
privados del cuerpo, con la excusa de pretender ella (Wacquant, 2004, p. 27).
vez más, pretende ser neutralmente valorativa. dico va generando una lógica en la que se decide
analizar los efectos del medio en el organismo y,
quién tiene derecho a circular por el mundo li­ De otro lado, la afirmación frente a la cual
en últimas, el organismo mismo.
En esta misma línea de pensamiento, varios bremente y quién debe ser recluido. el acervo de metáforas que se van creando alre­
autores siguen su razonamiento. Dos de ellos son Lo anterior es también ilustrado por el filóso­ dedor de cualquier hecho desconocido, pone en
88 De igual forma, las instituciones psiquiátricas, 89
la argentina Carolina Ferrante y el español Miguel fo y médico francés Georges Canguilhem, maes­ evidencia que hay una pretensión de clasificación,
tal como las presenta el sociólogo canadiense
Ferreira. La primera es doctora en Ciencias tro de Foucault y alumno de Gastón Bachelard. jerarquización y, en últimas, que merced a un ras­
Erving Goffman, en su texto Internados, constru­
Sociales de la Universidad de Buenos Aires y el En su texto Lo normal y lo patológico muestra cómo go particular se pueda ser señalado y etiquetado.
yen una “semántica muy variada y tiene recur­
otro es doctor en Sociología de la Universidad la enfermedad, en tanto que correlato de lo pa­ Esto es lo que presenta Goffman, quien como
sos para todas las situaciones […] algunas tra­
Complutense de Madrid. En su escrito Cuerpo tológico, de lo desviado (para su época): “ya no representante del denominado Interaccionismo
ducciones verbales corrientes en los hospitales
y Habitus: el marco estructural de la experiencia de la es objeto de angustia para el hombre sano, sino Simbólico, en la obra Estigma: la identidad deterio-
psiquiátricos no representan términos médicos
discapacidad (2011), estos dos autores, inspirados que se ha convertido en objeto de estudio para rada, aporta la consideración frente a la cual un
aplicados a las prácticas disciplinarias, sino más
en los aportes de Bourdieu, se preguntan si no el teórico de la salud” (Canguilhem, 2005, p. 20). estigma es “un atributo profundamente desacre­
bien un uso disciplinario de prácticas médicas”
será que las taxonomías, en el campo de la salud, Ello significa que la enfermedad no es más una ditador”. A su vez, añade que: “un atributo que
(1972, p. 374). Este autor señala que al interior
ancladas en la díada normal­anormal, se traducen preocupación por el bienestar, sino que se ha estigmatiza a uno, puede confirmar la normalidad
de las instituciones psiquiátricas se da un proce­
en otras como bello­feo o bueno­malo (Ferrante convertido en un objeto de estudio y de las per­ del otro” (1963, p. 13). Dichas afirmaciones lle­
so de desculturización de los sujetos internados,
& Ferreira, 2011, p. 90). Ello da pie a concederle sona que se encuentran enfermas. van a pensar que en las relaciones que se dan, de
de manera que el discurso médico es un “todo”
a la discapacidad, como forma de cuerpo “anor­ entrada, merced al estigma, genera separaciones,
separado del “afuera” que se refuerza a sí mismo
mal”, un carácter axiológico que la coloca como La fascinación por lo extraño de la enferme­ fracturas en el modo de relación social, principio
en un proceso de autovalidación.
no virtuosa, ya que, según ellos: “la ‘normalidad’ dad es explicada por Canguilhem como la atrac­ de la segregación. El señalamiento al otro como
(bondad, belleza, salud, capacidad) es incorpo­ ción de la ciencia por lo irregular, ocupándose de Este mismo presupuesto es presentado por anormal no lleva sólo a su separación del con­
rada como naturaleza devenida virtud” (2011, regularidades, es decir, que la definición misma el sociólogo francés Loïc Wacquant, alumno glomerado, su aislamiento, sino que “confirma” a
p. 92). De otro lado, señalan que: “el habitus de de lo patológico, como correlato de lo anormal, de Bourdieu, quien en su texto Las Cárceles de la aquel que señala como el individuo “normal”.
la discapacidad es […] un producto histórico, a está dada desde lo regular, lo considerado parte Miseria muestra un panorama actual de cómo: “la
partir del cual el Estado inculca la concepción de de la norma. Lo normal, de alguna manera, desde creación de los objetos de estudio prefabricados Por último, es preciso traer a la discusión los
cuerpo legítimo, definida por el campo médico” una explicación en la lógica, es la regla que está está dada para validar ‘verdades’ que den peso a aportes del sociólogo estadounidense Howard
(2011, p. 90). confirmada por la excepción. De lo anterior se lo ideológico” (2004, p. 63). El centro de grave­ Becker, quien también forma parte de los pen­

Polisemia No. 13, 86 - 93. Normal y anormal: discursos y prácticas de la segregación. Bogotá, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2012 Polisemia No. 13, 86 - 93. Normal y anormal: discursos y prácticas de la segregación. Bogotá, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2012
César Augusto Pinzón Torres Normal y anormal: discursos y prácticas de la segregación

Desde esta mirada va, poco a poco, virando a Como puede verse, los discursos, tanto alre­ podría concluir parcialmente que la dupla nor­ dad de su argumento está en el carácter político
explicaciones que dan muestra de un cambio, dedor de la locura como de la discapacidad, tie­ mal­anormal está sostenida en una oposición, a la y económico de un Estado que se ha propuesto
como en el caso del pensamiento griego, de lo nen fuertes raíces en explicaciones que tienden a manera de los personajes del dramaturgo francés ejercer un control penal, dejando atrás su apuesta
mítico a lo lógico, con dilucidaciones que expli­ ser circulares, en la medida en que se acuñan con­ Jean Genet en su obra El Balcón. Cada personaje paternalista, pero que, según este autor, no ha
can la locura como: “la irrupción de la animali­ ceptos que vienen de un saber legitimado, como es definido por su opuesto en el gran prostíbulo: renunciado a ejercer control, sólo que ahora lo
dad (naturaleza), en el ámbito de la cultura y del el de la medicina, que le da el carácter de verdad el Juez, por ejemplo, requiere de criminales para hace por medios que sean justificables, como el
hombre” (Foucault, 1996, p. 26). y de validez a tales discursos en el campo social. llevar a cabo su labor. discurso de la “seguridad”. Señala el autor que:
En otras palabras, el peso y la legitimidad de “las nuevas nociones de Estado redujeron su
Paulatinamente, la posibilidad de inteligibili­ El desplazamiento de la enfermedad, como
ciertas clasificaciones no están desligados de un papel social y endurecieron su papel penal, bajo
dad de la locura se sofisticará con el refinamiento problema particular de quien la sufre, hacia un
saber que tiene un peso, socialmente hablando. el pretexto de la seguridad, en términos físicos
del diagnóstico en el campo psiquiátrico, de ma­ problema poblacional requirió, además de dis­
Dicho peso se debe a un proceso que Foucault y no de riesgo de vida (salarial, social, médico,
nera que: “se pasó de la locura, como error, como cursos, de instituciones que legitimaran dichos
denominó medicalización, entendido como un educativo, etc.)” (Wacquant, 2004, p. 22). Para
aquella en la que el hombre pierde la verdad, a la discursos. Instituciones que se convirtieran en
desarrollo histórico y político en la Europa de el logro de este objetivo fue necesario todo un
locura en la que el hombre pierde la verdad de sí fortines que construyeran un saber que justifi­
los siglos XVIII y XIX, en el que la medicina discurso que justificase diferencias que fuesen
mismo” (Foucault, 1996, p. 38). En esta cita pue­ cara sus enunciados, a partir de un interés mar­
entra en el funcionamiento general del discurso avaladas por un aparataje institucional, tipifican­
de verse cómo se transita de una explicación ex­ cadamente político y económico, tal como lo re­
y el saber científico, a través de una medicina co­ do comportamientos deseables y comparándolos
terior al sujeto, a una que le atribuya a él mismo cuerda Foucault en la Historia de la Locura: “La
lectiva, social y urbana (1977, p. 18). El concep­ con los no deseables. Para ello, se ha valido de
la razón de su enajenación. El discurso va siendo locura deja de ser extraña y se llena de significa­
to de medicalización ayuda a entender cómo la la psicología social, por ejemplo, cuando se in­
construido, de manera que los términos usados ciones psicológicas que le dan sentido a un deseo
práctica médica entra en el orden social, pero su tenta mostrar a la delincuencia como relacionada
dejen de pasar por lo cotidiano, por lo pedestre y, burgués de hacer del internamiento una práctica
entrada tiene un alto costo y es la posibilidad de a factores de carencias mentales o morales y no
aparentemente, por lo moral, para convertirse en legitimada” (1996, p. 71). La unión de la locura,
la intromisión de la misma en los asuntos más porque haya carencias materiales que incidan en
conceptos que se ubican en una esfera que, cada como discurso psicológico, con el discurso jurí­
privados del cuerpo, con la excusa de pretender ella (Wacquant, 2004, p. 27).
vez más, pretende ser neutralmente valorativa. dico va generando una lógica en la que se decide
analizar los efectos del medio en el organismo y,
quién tiene derecho a circular por el mundo li­ De otro lado, la afirmación frente a la cual
en últimas, el organismo mismo.
En esta misma línea de pensamiento, varios bremente y quién debe ser recluido. el acervo de metáforas que se van creando alre­
autores siguen su razonamiento. Dos de ellos son Lo anterior es también ilustrado por el filóso­ dedor de cualquier hecho desconocido, pone en
88 De igual forma, las instituciones psiquiátricas, 89
la argentina Carolina Ferrante y el español Miguel fo y médico francés Georges Canguilhem, maes­ evidencia que hay una pretensión de clasificación,
tal como las presenta el sociólogo canadiense
Ferreira. La primera es doctora en Ciencias tro de Foucault y alumno de Gastón Bachelard. jerarquización y, en últimas, que merced a un ras­
Erving Goffman, en su texto Internados, constru­
Sociales de la Universidad de Buenos Aires y el En su texto Lo normal y lo patológico muestra cómo go particular se pueda ser señalado y etiquetado.
yen una “semántica muy variada y tiene recur­
otro es doctor en Sociología de la Universidad la enfermedad, en tanto que correlato de lo pa­ Esto es lo que presenta Goffman, quien como
sos para todas las situaciones […] algunas tra­
Complutense de Madrid. En su escrito Cuerpo tológico, de lo desviado (para su época): “ya no representante del denominado Interaccionismo
ducciones verbales corrientes en los hospitales
y Habitus: el marco estructural de la experiencia de la es objeto de angustia para el hombre sano, sino Simbólico, en la obra Estigma: la identidad deterio-
psiquiátricos no representan términos médicos
discapacidad (2011), estos dos autores, inspirados que se ha convertido en objeto de estudio para rada, aporta la consideración frente a la cual un
aplicados a las prácticas disciplinarias, sino más
en los aportes de Bourdieu, se preguntan si no el teórico de la salud” (Canguilhem, 2005, p. 20). estigma es “un atributo profundamente desacre­
bien un uso disciplinario de prácticas médicas”
será que las taxonomías, en el campo de la salud, Ello significa que la enfermedad no es más una ditador”. A su vez, añade que: “un atributo que
(1972, p. 374). Este autor señala que al interior
ancladas en la díada normal­anormal, se traducen preocupación por el bienestar, sino que se ha estigmatiza a uno, puede confirmar la normalidad
de las instituciones psiquiátricas se da un proce­
en otras como bello­feo o bueno­malo (Ferrante convertido en un objeto de estudio y de las per­ del otro” (1963, p. 13). Dichas afirmaciones lle­
so de desculturización de los sujetos internados,
& Ferreira, 2011, p. 90). Ello da pie a concederle sona que se encuentran enfermas. van a pensar que en las relaciones que se dan, de
de manera que el discurso médico es un “todo”
a la discapacidad, como forma de cuerpo “anor­ entrada, merced al estigma, genera separaciones,
separado del “afuera” que se refuerza a sí mismo
mal”, un carácter axiológico que la coloca como La fascinación por lo extraño de la enferme­ fracturas en el modo de relación social, principio
en un proceso de autovalidación.
no virtuosa, ya que, según ellos: “la ‘normalidad’ dad es explicada por Canguilhem como la atrac­ de la segregación. El señalamiento al otro como
(bondad, belleza, salud, capacidad) es incorpo­ ción de la ciencia por lo irregular, ocupándose de Este mismo presupuesto es presentado por anormal no lleva sólo a su separación del con­
rada como naturaleza devenida virtud” (2011, regularidades, es decir, que la definición misma el sociólogo francés Loïc Wacquant, alumno glomerado, su aislamiento, sino que “confirma” a
p. 92). De otro lado, señalan que: “el habitus de de lo patológico, como correlato de lo anormal, de Bourdieu, quien en su texto Las Cárceles de la aquel que señala como el individuo “normal”.
la discapacidad es […] un producto histórico, a está dada desde lo regular, lo considerado parte Miseria muestra un panorama actual de cómo: “la
partir del cual el Estado inculca la concepción de de la norma. Lo normal, de alguna manera, desde creación de los objetos de estudio prefabricados Por último, es preciso traer a la discusión los
cuerpo legítimo, definida por el campo médico” una explicación en la lógica, es la regla que está está dada para validar ‘verdades’ que den peso a aportes del sociólogo estadounidense Howard
(2011, p. 90). confirmada por la excepción. De lo anterior se lo ideológico” (2004, p. 63). El centro de grave­ Becker, quien también forma parte de los pen­

Polisemia No. 13, 86 - 93. Normal y anormal: discursos y prácticas de la segregación. Bogotá, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2012 Polisemia No. 13, 86 - 93. Normal y anormal: discursos y prácticas de la segregación. Bogotá, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2012
César Augusto Pinzón Torres Normal y anormal: discursos y prácticas de la segregación

sadores del Interaccionismo Simbólico. A partir de su para seguir justificando su acción y el gasto de cen prácticas que garantizan la “corrección” de La capilaridad del proceso de dominación,
obra Outsiders indica cómo el concepto de des­ su presupuesto (Esslin, 1983, p. 318). El seña­ comportamientos o rasgos anómalos. De esta a partir de discursos estigmatizados, llega a
viado es algo que los científicos sociales no se lamiento, como forma de estigma, devela el ca­ forma, la psicoterapia o la cirugía estética están través de las instituciones a lo más micro del
han preguntado, en tanto que etiqueta, ¿se trata, rácter de práctica misma de la estigmatización. hechas para corregir lo que a los ojos propios y ámbito social. La socialización del género en la
acaso, de ser desviado respecto a las reglas de de los otros es un defecto. Señala que la propa­ literatura, la televisión o los juguetes, o la socia­
grupo? Esto es algo que se pregunta (1966, p. Si tenemos en cuenta lo que Foucault dice ganda del estigma es tan fuerte que hay una inte­ lización de la naturaleza, como en el caso del
3), e intenta responder señalando que la desvia­ en su texto Genealogía del Racismo respecto del riorización del propio estigma como desviación, embarazo manipulado, la ingeniería genética,
ción es creada por los grupos sociales, constru­ saber, podemos ver que los discursos, en el de manera que la persona misma que ha sido son ejemplos que trae el sociólogo británico
yendo las reglas cuyas infracciones constituyen mundo burgués, no se interesan por el loco o señalada de anormal termine creyéndolo. Anthony Giddens, en su texto Sociología (2000).
la desviación y aplicándolas a gente particular, el niño, lo que interesa de ellos es el ejercicio Él se interesa por una mirada holística de las
llamándolos “anormales” (1966, p. 9). No obs­ mismo del poder (1992, p. 42), es decir, que la No obstante, el estigma, en el mundo capita­ sociedades y en este texto se ocupa del deba­
tante, señala que las reglas de la desviación no contracara de lo discursivo es el ejercicio mis­ lista, puede capitalizarse como un beneficio se­ te de género y sexualidad, afirmando que: “el
son universalmente acordadas, de manera que lo mo del poder, como práctica que hace efectivo cundario, de forma tal que aquel que es señalado proceso de aprendizaje de la ‘desviación’ suele
que para unos puede ser considerado “anormal”, dicho discurso. como diferente puede sacar provecho de éste, verse acentuado por las mismas organizaciones
para otros no. obteniendo un beneficio secundario (Goffman, que, supuestamente, se encargan de corregir las
No obstante, es importante precisar que el
1963, p. 22). El estigma, entonces, también se conductas desviadas, como las cárceles y los re­
De esta manera, puede concluirse que, a la discurso y su práctica concomitante están inser­
convierte en mercancía que puede circular en el formatorios” (2000, p. 238).
manera de la pieza teatral del dramaturgo pola­ tos en una lógica de relación social más macro.
mundo para beneficio de alguno.
co Slawomir Mrocek, llamada La Policía, el uso En este caso, se trata de estar en el mundo, ba­ De otro lado, Giddens abre la discusión al­
del poder, en el ámbito social, debe estar re­ sado en la relación del capitalismo. Desde esta rededor de la dupla naturaleza­cultura, cuando
De igual forma, puede pensarse que el cre­
glamentado y avalado por un discurso que esté perspectiva, puede entenderse por qué el soció­ discute los conceptos de sexo, género y biología.
ciente uso del estigma ha dado pie a que aparez­
muy bien elaborado, de manera que sea “natu­ logo francés Loïc Wacquant, discípulo de Pierre Señalar, por ejemplo, aspectos de la sexualidad,
can nuevas profesiones (Goffman, 1963, p. 40) y
ralizado” y que sea “digerible” y casi impensa­ Bourdieu, en su texto La Miseria del Mundo, trae tomados desde la Biología, para calificarlos de
nuevos campos de estudio, cosa que está en con­
ble por la sociedad. La estigmatización de un ejemplos de los Estados Unidos, como paradig­ anormales es un error por cuanto el género co­
sonancia con lo que señalaba Foucault respecto
grupo que se convierte en enemigo justifica su ma de este sistema económico. Él señala que el rresponde a una construcción social y, por ende,
a lo que llamaba medicalización. La necesidad de
encierro y proscripción de lo compartido por proyecto de “seguridad” nace allá y que se requi­ se encuentra condicionado por los aspectos rela­
curar u orientar a aquellos que están fuera de la
90 la mayoría. Para ello, son necesarios discursos rió de todo un aparataje mediático y propagan­ cionales y contextuales. No es posible aparejar el 91
norma ha generado prácticas que históricamente
que estén sustentados en instituciones que los dístico para hacer de este discurso una realidad sexo con el género porque este último no tiene
son nuevas. Son cada vez más comunes nuevas
vehiculicen. Los discursos sin instituciones que que fuese aplicada por todo el mundo; igual­ correlato en lo biológico (1982, p. 138).
terapias, nuevos grupos que se identifican entre
funjan como oficializadoras de sus contenidos mente, se generaron lógicas de espacios públicos
ellos y que se asocian a partir de su desgracia por De igual forma, Foucault, en La Historia de
sólo son sentido común. Se requiere analizar la para estigmatizar a los homeless, los graffiteros,
ser señalados como distintos. la Locura, hace un análisis similar alrededor de
dicotomía normal­anormal con la de centro­pe­ las prostitutas y a los expendedores de drogas.
la locura. Él nos recuerda que: “la locura ha
riferia para entender que los saberes están ubi­ Valiéndose las instituciones, como ya se dijo,
En este orden de ideas, un planteamiento he­ sido posible por todo lo que el medio ha re­
cados de forma estratégica en el mapa social, de discursos que deben ser renovados, por cuan­
cho por Carolina Ferrante y Miguel Ferreira en primido en el hombre de su existencia animal”
de manera que se excluya todo saber y discurso to el lenguaje podría evidenciar sesgos ideológi­
su texto Cuerpo y Habitus afirma que: “la socie­ (1998, p.27). Dicha sentencia, como la citada
que intente poner en cuestión un oficialismo cos, pretenden colocarse en un lugar de neutrali­
dad capitalista se basa en el secuestro corporal de Giddens, evoca el carácter evolucionista y
que pretende ejercer un control por la vía de lo dad, pasando de llamar “gamines” a los que hoy
y la expropiación experiencial” (2011, p. 91), biologicista que sirven como argumento vale­
simbólico. llama “ciudadanos de calle”, en el caso colom­
de manera que el cuerpo que creemos nuestro dero para legitimar prácticas de segregación en
es apropiado por la lógica de mercado. No pa­ biano, por ejemplo. Los discursos mutan, pero contextos que abogan por la desaparición de lo
rece ser posible pensar el cuerpo sin la captura las prácticas institucionales se reafirman para polisémico, de lo divergente.
Las prácticas y su forma de justificar su existencia. Es por ello que Goffman,
discursiva ejercida sobre él ni la posibilidad de
hacer “carne” lo discursivo en su texto Internados (1972), se pregunta si las
ejercicio autónomo, pues, como se ha señalado,
instituciones psiquiátricas siguen valiendo para
El texto de Mrocek, como lo recuerda Esslin
el cuerpo es proclive a ser señalado si se sale
lo que fueron creadas y se responde que ellas, Conclusiones
de los estándares que lo social impone como lo
en su libro The Theater of the Absurd, relata cómo apropiado. más que tener un método de ajuste, tienen uno
un Estado X está tras la persecución de sus ene­ de desajuste. Los médicos se auto validan para Después de este recorrido por algunos auto­
migos y cuando, finalmente, los ha eliminado a Entonces, el concepto de estigma deviene hacer aceptable su labor, de cara a la sociedad res contemporáneos, es importante resaltar al­
todos, hace que la policía se disfrace de enemigo una práctica y Goffman mismo dice que apare­ (1972, p. 61). gunos aspectos concluyentes que pueden servir

Polisemia No. 13, 86 - 93. Normal y anormal: discursos y prácticas de la segregación. Bogotá, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2012 Polisemia No. 13, 86 - 93. Normal y anormal: discursos y prácticas de la segregación. Bogotá, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2012
César Augusto Pinzón Torres Normal y anormal: discursos y prácticas de la segregación

sadores del Interaccionismo Simbólico. A partir de su para seguir justificando su acción y el gasto de cen prácticas que garantizan la “corrección” de La capilaridad del proceso de dominación,
obra Outsiders indica cómo el concepto de des­ su presupuesto (Esslin, 1983, p. 318). El seña­ comportamientos o rasgos anómalos. De esta a partir de discursos estigmatizados, llega a
viado es algo que los científicos sociales no se lamiento, como forma de estigma, devela el ca­ forma, la psicoterapia o la cirugía estética están través de las instituciones a lo más micro del
han preguntado, en tanto que etiqueta, ¿se trata, rácter de práctica misma de la estigmatización. hechas para corregir lo que a los ojos propios y ámbito social. La socialización del género en la
acaso, de ser desviado respecto a las reglas de de los otros es un defecto. Señala que la propa­ literatura, la televisión o los juguetes, o la socia­
grupo? Esto es algo que se pregunta (1966, p. Si tenemos en cuenta lo que Foucault dice ganda del estigma es tan fuerte que hay una inte­ lización de la naturaleza, como en el caso del
3), e intenta responder señalando que la desvia­ en su texto Genealogía del Racismo respecto del riorización del propio estigma como desviación, embarazo manipulado, la ingeniería genética,
ción es creada por los grupos sociales, constru­ saber, podemos ver que los discursos, en el de manera que la persona misma que ha sido son ejemplos que trae el sociólogo británico
yendo las reglas cuyas infracciones constituyen mundo burgués, no se interesan por el loco o señalada de anormal termine creyéndolo. Anthony Giddens, en su texto Sociología (2000).
la desviación y aplicándolas a gente particular, el niño, lo que interesa de ellos es el ejercicio Él se interesa por una mirada holística de las
llamándolos “anormales” (1966, p. 9). No obs­ mismo del poder (1992, p. 42), es decir, que la No obstante, el estigma, en el mundo capita­ sociedades y en este texto se ocupa del deba­
tante, señala que las reglas de la desviación no contracara de lo discursivo es el ejercicio mis­ lista, puede capitalizarse como un beneficio se­ te de género y sexualidad, afirmando que: “el
son universalmente acordadas, de manera que lo mo del poder, como práctica que hace efectivo cundario, de forma tal que aquel que es señalado proceso de aprendizaje de la ‘desviación’ suele
que para unos puede ser considerado “anormal”, dicho discurso. como diferente puede sacar provecho de éste, verse acentuado por las mismas organizaciones
para otros no. obteniendo un beneficio secundario (Goffman, que, supuestamente, se encargan de corregir las
No obstante, es importante precisar que el
1963, p. 22). El estigma, entonces, también se conductas desviadas, como las cárceles y los re­
De esta manera, puede concluirse que, a la discurso y su práctica concomitante están inser­
convierte en mercancía que puede circular en el formatorios” (2000, p. 238).
manera de la pieza teatral del dramaturgo pola­ tos en una lógica de relación social más macro.
mundo para beneficio de alguno.
co Slawomir Mrocek, llamada La Policía, el uso En este caso, se trata de estar en el mundo, ba­ De otro lado, Giddens abre la discusión al­
del poder, en el ámbito social, debe estar re­ sado en la relación del capitalismo. Desde esta rededor de la dupla naturaleza­cultura, cuando
De igual forma, puede pensarse que el cre­
glamentado y avalado por un discurso que esté perspectiva, puede entenderse por qué el soció­ discute los conceptos de sexo, género y biología.
ciente uso del estigma ha dado pie a que aparez­
muy bien elaborado, de manera que sea “natu­ logo francés Loïc Wacquant, discípulo de Pierre Señalar, por ejemplo, aspectos de la sexualidad,
can nuevas profesiones (Goffman, 1963, p. 40) y
ralizado” y que sea “digerible” y casi impensa­ Bourdieu, en su texto La Miseria del Mundo, trae tomados desde la Biología, para calificarlos de
nuevos campos de estudio, cosa que está en con­
ble por la sociedad. La estigmatización de un ejemplos de los Estados Unidos, como paradig­ anormales es un error por cuanto el género co­
sonancia con lo que señalaba Foucault respecto
grupo que se convierte en enemigo justifica su ma de este sistema económico. Él señala que el rresponde a una construcción social y, por ende,
a lo que llamaba medicalización. La necesidad de
encierro y proscripción de lo compartido por proyecto de “seguridad” nace allá y que se requi­ se encuentra condicionado por los aspectos rela­
curar u orientar a aquellos que están fuera de la
90 la mayoría. Para ello, son necesarios discursos rió de todo un aparataje mediático y propagan­ cionales y contextuales. No es posible aparejar el 91
norma ha generado prácticas que históricamente
que estén sustentados en instituciones que los dístico para hacer de este discurso una realidad sexo con el género porque este último no tiene
son nuevas. Son cada vez más comunes nuevas
vehiculicen. Los discursos sin instituciones que que fuese aplicada por todo el mundo; igual­ correlato en lo biológico (1982, p. 138).
terapias, nuevos grupos que se identifican entre
funjan como oficializadoras de sus contenidos mente, se generaron lógicas de espacios públicos
ellos y que se asocian a partir de su desgracia por De igual forma, Foucault, en La Historia de
sólo son sentido común. Se requiere analizar la para estigmatizar a los homeless, los graffiteros,
ser señalados como distintos. la Locura, hace un análisis similar alrededor de
dicotomía normal­anormal con la de centro­pe­ las prostitutas y a los expendedores de drogas.
la locura. Él nos recuerda que: “la locura ha
riferia para entender que los saberes están ubi­ Valiéndose las instituciones, como ya se dijo,
En este orden de ideas, un planteamiento he­ sido posible por todo lo que el medio ha re­
cados de forma estratégica en el mapa social, de discursos que deben ser renovados, por cuan­
cho por Carolina Ferrante y Miguel Ferreira en primido en el hombre de su existencia animal”
de manera que se excluya todo saber y discurso to el lenguaje podría evidenciar sesgos ideológi­
su texto Cuerpo y Habitus afirma que: “la socie­ (1998, p.27). Dicha sentencia, como la citada
que intente poner en cuestión un oficialismo cos, pretenden colocarse en un lugar de neutrali­
dad capitalista se basa en el secuestro corporal de Giddens, evoca el carácter evolucionista y
que pretende ejercer un control por la vía de lo dad, pasando de llamar “gamines” a los que hoy
y la expropiación experiencial” (2011, p. 91), biologicista que sirven como argumento vale­
simbólico. llama “ciudadanos de calle”, en el caso colom­
de manera que el cuerpo que creemos nuestro dero para legitimar prácticas de segregación en
es apropiado por la lógica de mercado. No pa­ biano, por ejemplo. Los discursos mutan, pero contextos que abogan por la desaparición de lo
rece ser posible pensar el cuerpo sin la captura las prácticas institucionales se reafirman para polisémico, de lo divergente.
Las prácticas y su forma de justificar su existencia. Es por ello que Goffman,
discursiva ejercida sobre él ni la posibilidad de
hacer “carne” lo discursivo en su texto Internados (1972), se pregunta si las
ejercicio autónomo, pues, como se ha señalado,
instituciones psiquiátricas siguen valiendo para
El texto de Mrocek, como lo recuerda Esslin
el cuerpo es proclive a ser señalado si se sale
lo que fueron creadas y se responde que ellas, Conclusiones
de los estándares que lo social impone como lo
en su libro The Theater of the Absurd, relata cómo apropiado. más que tener un método de ajuste, tienen uno
un Estado X está tras la persecución de sus ene­ de desajuste. Los médicos se auto validan para Después de este recorrido por algunos auto­
migos y cuando, finalmente, los ha eliminado a Entonces, el concepto de estigma deviene hacer aceptable su labor, de cara a la sociedad res contemporáneos, es importante resaltar al­
todos, hace que la policía se disfrace de enemigo una práctica y Goffman mismo dice que apare­ (1972, p. 61). gunos aspectos concluyentes que pueden servir

Polisemia No. 13, 86 - 93. Normal y anormal: discursos y prácticas de la segregación. Bogotá, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2012 Polisemia No. 13, 86 - 93. Normal y anormal: discursos y prácticas de la segregación. Bogotá, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2012
César Augusto Pinzón Torres Normal y anormal: discursos y prácticas de la segregación

para determinar el alcance del debate normal­ cursos, para hacer los sutiles giros lingüísticos
anormal en el contexto de las Ciencias Sociales, que se requieren para “humanizarlos”, los dis­
en la actualidad. cursos no tendrían el efecto que tienen.
En primer lugar, es conveniente señalar que De igual forma, los discursos se constituyen
hay una proliferación de discursos, desde finales en el guión que sirve de base para la puesta en
del siglo XVIII, que han apuntado a acuñar las escena de las prácticas que le “dan vida”. Las
categorías de normal­anormal. Estos discursos prácticas se apoyan en lo discursivo, encarnán­
son heredados, fundamentalmente, del campo dose en lo cotidiano, en una red de interrelacio­
de la medicina y la psiquiatría. nes que pasan por el cuerpo. Los mecanismos
de control que buscan el disciplinamiento del Referencias bibliográficas
En segundo lugar, estos discursos han encon­ cuerpo son esos discursos que existen en las
trado su aval en la confluencia de otros, como prácticas.
el jurídico, para hacerlos mucho más robustos
Por último, es primordial recordar que todo
y capaces de ser más convincentes, de manera
esto se da en un contexto: el capitalismo. Éste Becker, H. (1996). Outsiders. New York: The Free __________. (1992). Genealogía del Racismo.
que no se encuentre contradicción a su interior
determina formas de relación donde todo puede Press. Madrid: La Piqueta.
y que varias disciplinas converjan en las mismas
ser potencialmente capitalizable. Las prácticas al
afirmaciones, naturalizándolo.
interior de este sistema económico se dan a partir Canguilhem, G. (2005). Lo normal y lo patológico. __________. (1998). Historia de la locura en la épo-
De otro lado, es necesario la presencia de de la mercantilización de todo, desde el cuerpo México D.F.: Siglo XXI. ca clásica. Bogotá: FCE.
instituciones que le den su aval, de manera que hasta aquello que es objeto de estigmatización.
lo hagan circular, pero que, fundamentalmente, Las profesiones que viven de lo anormal prolife­ Esslin, M. (1980). The Theatre of the Absurd. __________. (2006). Los Anormales. México D.F.:
le den su “tarjeta de presentación” ante la so­ ran, como proliferan las clasificaciones que mul­ Middlesex: Penguin Books. FCE.
ciedad. Sin la presencia de instituciones respe­ tiplican las patologías que, a su vez, devienen en
tables, aparatos ideológicos como los llamaba nuevos objetos de estudio de la ciencia y nuevos Ferrante, C., & Ferreira, M. (2011). Cuerpo y ha­ Genet, J. (1983). El Balcón. Madrid: Alianza­
Althusser, para producir y reproducir estos dis­ objetos de venta para el capitalismo. bitus: el marco estructural de la experiencia Losada.
92 de discapacidad, en Revista sociológica de pen- 93
samiento crítico, 5(2), 85­101. Recuperado de Giddens, A. (2000). Sociología. Madrid: Alianza.
http://www.mferreira.es/Documentos_nue­
vo/Publicaciones.htm Goffman, E. (1972). Internados. Buenos Aires:
Amorrortu.
Foucault, M. (1977). Historia de la medicali­
zación, en Educación Médica y Salud Vol 11 __________. (1963). Estigma. La identidad deterio-
(No 1). Recuperado de http://www.terce­ rada. Buenos Aires: Amorrortu.
ridad.net/Sistemasdesalud/Foucault,%20
M.%20Historia%20de%20la%20 Wacquant, L. (2004). Las Cárceles de la Miseria.
medicalizaci%F3n.pdf Buenos Aires: Manatial.

Polisemia No. 13, 86 - 93. Normal y anormal: discursos y prácticas de la segregación. Bogotá, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2012 Polisemia No. 13, 86 - 93. Normal y anormal: discursos y prácticas de la segregación. Bogotá, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2012
César Augusto Pinzón Torres Normal y anormal: discursos y prácticas de la segregación

para determinar el alcance del debate normal­ cursos, para hacer los sutiles giros lingüísticos
anormal en el contexto de las Ciencias Sociales, que se requieren para “humanizarlos”, los dis­
en la actualidad. cursos no tendrían el efecto que tienen.
En primer lugar, es conveniente señalar que De igual forma, los discursos se constituyen
hay una proliferación de discursos, desde finales en el guión que sirve de base para la puesta en
del siglo XVIII, que han apuntado a acuñar las escena de las prácticas que le “dan vida”. Las
categorías de normal­anormal. Estos discursos prácticas se apoyan en lo discursivo, encarnán­
son heredados, fundamentalmente, del campo dose en lo cotidiano, en una red de interrelacio­
de la medicina y la psiquiatría. nes que pasan por el cuerpo. Los mecanismos
de control que buscan el disciplinamiento del Referencias bibliográficas
En segundo lugar, estos discursos han encon­ cuerpo son esos discursos que existen en las
trado su aval en la confluencia de otros, como prácticas.
el jurídico, para hacerlos mucho más robustos
Por último, es primordial recordar que todo
y capaces de ser más convincentes, de manera
esto se da en un contexto: el capitalismo. Éste Becker, H. (1996). Outsiders. New York: The Free __________. (1992). Genealogía del Racismo.
que no se encuentre contradicción a su interior
determina formas de relación donde todo puede Press. Madrid: La Piqueta.
y que varias disciplinas converjan en las mismas
ser potencialmente capitalizable. Las prácticas al
afirmaciones, naturalizándolo.
interior de este sistema económico se dan a partir Canguilhem, G. (2005). Lo normal y lo patológico. __________. (1998). Historia de la locura en la épo-
De otro lado, es necesario la presencia de de la mercantilización de todo, desde el cuerpo México D.F.: Siglo XXI. ca clásica. Bogotá: FCE.
instituciones que le den su aval, de manera que hasta aquello que es objeto de estigmatización.
lo hagan circular, pero que, fundamentalmente, Las profesiones que viven de lo anormal prolife­ Esslin, M. (1980). The Theatre of the Absurd. __________. (2006). Los Anormales. México D.F.:
le den su “tarjeta de presentación” ante la so­ ran, como proliferan las clasificaciones que mul­ Middlesex: Penguin Books. FCE.
ciedad. Sin la presencia de instituciones respe­ tiplican las patologías que, a su vez, devienen en
tables, aparatos ideológicos como los llamaba nuevos objetos de estudio de la ciencia y nuevos Ferrante, C., & Ferreira, M. (2011). Cuerpo y ha­ Genet, J. (1983). El Balcón. Madrid: Alianza­
Althusser, para producir y reproducir estos dis­ objetos de venta para el capitalismo. bitus: el marco estructural de la experiencia Losada.
92 de discapacidad, en Revista sociológica de pen- 93
samiento crítico, 5(2), 85­101. Recuperado de Giddens, A. (2000). Sociología. Madrid: Alianza.
http://www.mferreira.es/Documentos_nue­
vo/Publicaciones.htm Goffman, E. (1972). Internados. Buenos Aires:
Amorrortu.
Foucault, M. (1977). Historia de la medicali­
zación, en Educación Médica y Salud Vol 11 __________. (1963). Estigma. La identidad deterio-
(No 1). Recuperado de http://www.terce­ rada. Buenos Aires: Amorrortu.
ridad.net/Sistemasdesalud/Foucault,%20
M.%20Historia%20de%20la%20 Wacquant, L. (2004). Las Cárceles de la Miseria.
medicalizaci%F3n.pdf Buenos Aires: Manatial.

Polisemia No. 13, 86 - 93. Normal y anormal: discursos y prácticas de la segregación. Bogotá, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2012 Polisemia No. 13, 86 - 93. Normal y anormal: discursos y prácticas de la segregación. Bogotá, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2012

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