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CARACTERISTICAS DE LOS ASPECTOS TRABAJADOS POR WACHTEL

Los recibieron como si fueran dioses pensando que se cumplían profecías, percibieron
los acontecimientos a través de la estructura de un mito e interpretaron que la llegada
de los españoles era el retorno de los dioses, creencia que pronto fue destruida por el
El trauma comportamiento de los españoles, su delirio por el oro y su brutalidad.
La victoria española fue facilitada gracias a las divisiones políticas y étnicas: los
imperios azteca e inca se construyeron por sucesivas conquistas. Algunos grupos veían
la llegada de los españoles como su oportunidad de librarse de la dominación y se unían
a sus ejércitos.
Para los vencidos, la invasión también contenía una dimensión religiosa. Tanto los
aztecas como los incas, la caída de la ciudad no solo fue una derrota militar, sino que
fue un trauma psicológico, con sus masacres, incendios; para ellos los dioses habían
muerto.

Las consecuencias destructoras de la conquista afectaron a las sociedades nativas en


todos sus niveles: demográfico, económico, social e ideológico.
La desestructuración Los europeos trajeron nuevas enfermedades (viruela, sarampión, gripe, plagas) contra
las que los nativos no tenían defensas. Epidemias que fueron la causa principal de
millones de muertes, sin dejar de lado las opresiones crueles por parte de los españoles.
Esto trajo como consecuencia el derrumbamiento de las estructuras tradicionales de las
sociedades nativas; desintegración de los sistemas económico, social y religioso.
Antes del surgimiento del estado Inca esta extensa área estaba poblada por decenas de
grupos distintos.
La unidad básica de los diferentes grupos étnicos eran los ayllu que formaban un
núcleo endogámico, reuniendo a un determinado número de parentescos que poseían
colectivamente un territorio concreto. Agrupadas colectivamente, las unidades básicas
se formaban por mitades, y después formaban unidades aún más amplias, hasta que
abarcaban todo el grupo étnico. El estado inca era de esta manera la cima de esta
estructura inmensa de unidades interconectadas. Se impuso un aparato político y
militar a todos estos grupos étnicos, mientras seguían confiando en la jerarquía de los
señores o curacas.
La idea de autosubsistencia era un rasgo de la sociedad andina; la ayuda mutua era la
base ideológica y material de todas las relaciones sociales, regía todo el proceso de
producción.
Este sistema de intercambio se extendía a todos los niveles de la organización social.
Mientras que en el nivel del ayllu el parentesco seguía regulando la organización del
trabajo, la distribución de la tierra y el consumo de lo que producía, en el nivel
imperial, los servicios proporcionados por los súbditos del Inca, permitían el desarrollo
de una infraestructura de diferente naturaleza. En otras palabras, el modo de
producción del imperio inca se basaba en el antiguo modo de producción comunal que
permanecía vigente, mientras que se explotaba el principio de reciprocidad para
legitimar su gobierno.
Los asentamientos nucleares en las tierras altas realizaban su ideal de autosubsistencia
enviando “colonos” (mitmaq) a los asentamientos de altitudes más bajas, para tener
acceso a la producción de los valles cálidos. En estas “colonias” complementarias,
algunos miembros de grupos situados en las tierras altas, muy alejadas, se encontraron
viviendo de las tierras bajas, de modo que la población de sus pequeñas “islas” aparecía
entremezclada; pero desde los centros de donde procedían no ejercían control político
sobre los territorios que estaban situados en medio, y de esta manera formaban
“archipiélagos verticales” de distinto tamaño. El estado inca realizó este método de
organización con objeto de ordenar las amplias áreas de cultivo.
El modelo de “archipiélago vertical” ya estaba profundamente arraigado en la sociedad
andina, el estado inca lo extendió a unos ámbitos desconocidos, y envió al mitmaq por
todo el imperio. Este sistema se desarrolló más aún por el aumento del número de
yanas, personas dependientes, a las que se había cortado todo vínculo familiar,
empleadas por el Inca en varios niveles dentro del área bajo su control.
Tras la captura y muerte de Atahualpa, las estructuras del estado se colapsaron; las
instituciones regionales y, sobre todo locales, sobrevivieron pero separadas del sistema
global que les había dado sentido. Numerosos mitmaq volvieron a sus lugares de
origen, y los “archipiélagos” que el inca había organizado desaparecieron. Pero el
modelo de autosubsistencia y “complementariedad vertical” siguieron aplicándose en el
nivel de los grupos étnicos: de este modo, la sociedad de los Andes se precipitó en un
largo proceso de fragmentación. Esta dispersión de la actividad económica y social se
aceleró con los españoles, cuando dividieron en parcelas las encomiendas.
El modelo del archipiélago andino entró en conflicto con la idea española que
vinculaba a los indios con el lugar donde vivían; el modelo andino logró sobrevivir,
pero restringido a unas áreas cada vez más pequeñas.
Los fenómenos que hasta aquí habían sido desconocidos transformaron el mundo
precolombino: los elementos más importantes observados de este proceso de
desestructuración han sido las nuevas formas de tributos, la introducción de la moneda
y la economía de mercado.
Desde el principio los encomenderos impusieron sus decisiones arbitrariamente y sin
restricciones, y más tarde no siempre respetaron la letra de las leyes tributarias. Hubo
muchos ejemplos de abusos. El método de tasación fue además injusto. En cada
repartimiento las obligaciones fueron tasadas según el número de tributarios, y los
indios eran responsables colectivamente del pago.
Los españoles ayudados por el descenso de la población, que significó un incremento
de las tierras baldías, no tardaron en usurpar algunas de las tierras que hasta el
momento eran trabajadas por los indios. Pero desde que los nuevos gobernantes se
apoderaron de las tierras con mejor sueldo, estas apropiaciones arrojaron a los indios
hacia los terrenos marginales. En todo el Perú las tierras del Inca, del Sol y de las
huacas fueron consideradas propiedad de la corona, cuyos súbditos se beneficiaron de
ellas en forma de “mercedes”. Así, la carga de los impuestos se desvió sobre las tierras
comunales de los indios.
La ideología sobre la que se basaba el sistema inca estaba en ruinas. En la nueva
sociedad dominada por los españoles, toda idea de reciprocidad y redistribución perdió
su sentido. El sistema español hizo uso de los fragmentos del sistema antiguo, la
reciprocidad continuó formando parte de las relaciones entre los ayllu y los curacas, y
todavía los curacas proporcionaban un vínculo entre los indios y los nuevos
gobernantes.
Si los españoles habían heredado el papel centralizador del Inca, fracasaron al asegurar
la distribución de la riqueza en beneficio de todos. Mientas que el sistema de pagos
funcionó en el imperio inca dentro de una estructura equilibrada y circular, el tributo
español era desequilibrado y unilateral.
El desarrollo del tributo en plata desde 1550 obligó a los indios a desarrollar nuevas
actividades con el fin de obtener el necesario metal precioso (minas de México y
Potosí). Otros indios se contrataron con los comerciantes españoles para transportar
mercancías o iban a las ciudades para trabajar en la construcción de edificios.
La introducción del dinero integró finalmente a los indios dentro del sistema
económico como reserva de trabajo.
Los cambios en el sistema económico estuvieron acompañados, tanto en Perú como en
México, por el desmantelamiento de la estructura social.
El grueso de la población andina se dividió en dos categorías: los hotunruna y los
yanaconas, considerados como el status social más bajo, pero en realidad libre de las
obligaciones debidas por los indios.
Los miembros de la nobleza nativa fueron obligados en el futuro a actuar como
intermediarios entre los españoles y los indios que debían tributos.
Los curacas vivieron una doble evolución, una fragmentación y una concentración de
poder.
En el Perú colonial las mitades formaban las unidades para el pago de tributos.
Los señores de rango intermedio, responsables de la recaudación de tributos para los
encomenderos o la corona ocupaban una posición estratégica, y formaban el eje de la
organización colonial. Frecuentemente explotaban esta posición de autoridad para
hacer que sus súbditos realizaran servicios que estaban fuera del sistema de los vínculos
tradicionales de reciprocidad.
Pero la historia de las jefaturas de los Andes y de México se diferenciaban en algo
fundamental: a pesar de todos los cataclismos, los primeros gozaban de un cierto
elemento de continuidad, mientras que los últimos se vieron afectados radicalmente,
por la hispanización de las estructuras política y administrativa.
Las nuevas formas de tributo en trabajo, hasta el momento totalmente desconocido en
el mundo precolombino, introdujeron ideas extrañas en ls normas tradicionales que
habían formado la actividad económica y social en un complejo coherente de
conceptos, ritos, y creencias religiosas. Por otra parte, los españoles justificaron su
hegemonía en el hecho de que habían traído la verdadera fe a los indios: a los ojos de
los misioneros, las prácticas y creencias de los nativos eran la obra del diablo, y la
“conquista espiritual” requería que éste fuera espantado.
La religión oficial, ligada a la estructura del estado, desapareció rápidamente tanto en
México como en Perú. El culto local continuó más o menos ilícimente, pero los indios
tuvieron que dejar sus fiestas más importantes y las prácticas que les parecían horribles
a los españoles, sobre todo los sacrificios humanos. Se destruyeron sistemáticamente
los templos, se quemaron códices y khipus, los sacerdotes nativos fueron perseguidos.
Como resultado, el transcurso normal de la vida diaria se transformó drásticamente.
Sólo hay que pensar en los efectos que las costumbres cristianas imponían en el
matrimonio o en el entierro de los muertos.
Entre la nobleza nativa la educación de los niños en la religión cristiana ocasionó un
choque generacional.
Uno de los síntomas más drásticos de la ruptura de la cultura nativa y de la angustia que
causaba, fue el alcoholismo.
El exceso de alcohol y los excesos sexuales estaban rigurosamente prohibido.
Por consiguiente, 40 años después de la conquista, la sociedad nativa había sufrido un
proceso de desestructuración a todos los niveles: demográfico, económico, social y
espiritual. Ciertas estructuras sobrevivieron, pero fragmentadas y aisladas de su
contexto original y trasplantadas al mundo colonial. Sin embargo, esos elementos de
continuidad aseguraron que las tradiciones nativas, algo modificadas se trasmitieran,
mientras que al mismo tiempo soportaban la hegemonía española.
Las tradiciones nativas se enfrentaron, bajo la dominación española, a nuevas prácticas
que introdujeron los europeos.
Tradición y aculturación La aculturación económica tuvo lugar rápidamente, aunque se limitó al uso de cierto
número de productos europeos que ampliaron la gama de recursos de que los nativos
disponían, sin que en realidad sustituyeran a los que se usaban: tanto en México como
en Perú, el consumo de alimentos se mantuvo igual que en la época precolombina.
Se produjo un contraste entre la rápida aculturación social de numerosos señores y el
mantenimiento de la tradición por los plebeyos. Los señores pronto aprendieron a
hablar y escribir en español, mientras continuaron utilizando las lenguas nativas. El
objetivo prioritario era hispanizar un grupo escogido para formar una clase dirigene que
obedeciera a los españoles. De acuerdo con esta política, ciertos miembros de la
nobleza nativa adoptaron la vestimenta europea y algunos símbolos de prestigio de la
cultura dominante.
El grupo dominante consolidó sus funciones como modelo a imitar por los indios.
A la inversa, los indios mostraban fidelidad con las antiguas costumbres. Continuaron
hablando las lenguas nativas y normalmente vestían ropa tradicional, combinada a
veces con el sombrero español.

El viejo sistema de organización comunal permaneció o fue construido sobre la base de


los lazos de parentesco y ayuda mutua sobre los que sus miembros se unían. Tras el
reasentamiento de la población, las aldeas y sus tierras continuaron organizadas sobre
un modelo dual, asegurando así la continuidad de las creencias religiosas establecidas
por la asociación que los indios hacían entre su tierra y sus antepasados.
En el plano religioso la fidelidad de los indios a sus tradiciones manifestaba su rechazo
a la dominación colonial.
Mientas que los españoles consideraban a los dioses locales como manifestaciones del
diablo, los indios interpretaban el cristianismo como una forma de idolatría. Sin
embargo, en vez de fundirse ambas en una síntesis, las dos religiones permanecieron
yuxtapuestas.

Los españoles establecieron sus 2 principales centros de colonización en México y


Perú, donde ya existían estados poderosos; pero en las extensas “fronteras” situadas en
Resistencia y revuelta las periferias de estos estados pronto surgió una feroz resistencia, que en algunas cosas
perduró hasta los primeros años del siglo XX.
La facilidad relativa de la conquista no significó que las hostilidades cesaran
inmediatamente después de la invasión. La resistencia más tenaz se mostró en los
Andes, donde la fuerza motriz tras la primera revuelta importante no fue otro que
Manco Inca, uno de los hijos Huayna Cápac. Manco Inca comenzó colaborando con
los españoles pero rápidamente se desilusionó.
Manco asedió el Cuzco durante un año pero finalmente cedió en su acoso. Se refugió
en la montañas inaccesibles de Vilcamba, al norte de la antigua capital, y en los valles
cálidos del Antisuyu. Esta región fue elegida no sólo por razones estratégicas sino
también políticas y religiosas. No es una coincidencia que en ella estuviera situada la
cima sagrada del Machu Pichu, el cual permaneció desconocido para los europeos hasta
principios del siglo XX.
En el inmenso territorio bajo su control, Manco continuó las antiguas tradiciones
imperiales y, en efecto, restauró un estado “neoinca”.
En 1560 el virreinato cayó en una profunda crisis. Parecía que Titu Cusi había
organizado un levantamiento general coincidiendo con la expansión del movimiento
Taqui Ongo.
Los predicadores anunciaban el fin de la dominación española. El plan de la revuelta,
por lo tanto, se ajustaba dentro del tradicional entramado de ideas que se interpretaban
como una nueva forma de respuesta a la situación colonial.
Túpac Amaru había asumido la jefatura del nuevo estado inca tras la muerte de su
medio hermano, Tuti Cusi. Pero su reinado fue efímero, lo decapitaron en la plaza
pública de Cuzco en presencia de una enorme multitud aterrada, atraída por los ecos de
la ejecución de Atahualpa. A los ojos de la masa de la población india la “segunda
muerte” del Inca significó verdaderamente el fin del mundo.
Grupos Étnicos Organización Ambiente Recursos

Pueblos de La Puna Una élite (permanente y de Los Pueblos de La Puna, Ellos utilizaban como
sucesión hereditaria) habitaban los ecosistemas del recursos principales al rebaño
gobernaba los distintos extremo noroeste de la de camélidos andinos, sal,
pueblos. La misma contaba Argentina. oro y piedras especiales para
con poder político, religioso, Aquellas tierras se la construcción.
administrativo, y organizaba encontraban a 3.500 metros La agricultura, caza y la
los intercambios y la sobre el nivel del mar con recolección de huevos y
producción agrícola. cordones montañosos, y el vegetales representaban
Los pueblos de la Puna clima era de extremo frio y también un medio de
mantenían redes sociales aridez. obtención de recursos.
complejas, de las que
construyeron andenes,
terrazas y sistemas de riego.
Los Pueblos de Valles y Las ubicaciones tuvieron dos Ubicados entre la franjas de El clima se adecuaba a las
Quebrada consecuencias, una era que la Puna y la de selvas y chaco prácticas agrícolas y el
los pueblos lograron y se encuentran la franja regadío.
abastecerse muy fácilmente longitudinal de valles y Sus cultivos son Maíz, Ají,
de los productos de ambas quebradas. Corre desde Jujuy zapallos, porotos.
zonas. Su recorrido era de por el norte hasta san juan Cerca de los bosques
este-oeste. Y la otra era que por el sur. pequeños se practica
se convirtió en una zona con recolección y caza.
alta circulación de hombres
que se encargaban del
intercambio y la producción
agrícola.

Los Pueblos de la Su organización social era En los años de sequía o de Pesca, caza y recolección de
Mesopotamia Santiagueña inestable debido al oscilante encasa inundaciones, la frutos como algarroba o
curso del rio que en cada escasez de alimentos se chañar.
inundación los obligaba al solucionaba por la cercanía
desplazamiento. del monte que facilitaba una
intensa actividad.
En los años húmedos se
inundaban las zonas
entrerrianas.

Pueblos de las Sierras Ríos, Valles Convivían en pequeñas Se dedicaban principalmente


Centrales de Córdoba Climas Templado aldeas, se consideraba un a la agricultura, caza y
Presencia de precipitaciones pueblo sedentario. recolección para su
en verano supervivencia.
Pueblos de la zona Costas e Islas Se organizaban en pequeños Practicaban la agricultura.
Pampeana y Litoral grupos y mantenían relación
con tribus vecinas.

Pueblos de la selva y Chaco Zona de temperaturas altas y Constante relación entre las Practicaban la agricultura de
húmedas, alternancia entre tribus lo que generaba roza y quema de maíz, sus
sequía y humedad. inevitables agresiones en recursos económicos eran
tiempos de sequias. trabajar la madera, cañas,
plumas, alucinógenos y miel.

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