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Neurocomunicación Tranforma- su cuerpo Mientras lee

- Robert Masters

Indice
Agradecimientos
Prefacio de Marilyn Ferguson
1. ¿Qué es la neurocomunicación?
2. ¿Qué voy a conseguir?

3. Cómo realizar los ejercicios


4. Del cerebro a los pies
5. Movimientos del hombro y la cintura escapular
6. Reorganizar la relación del cuerpo con
la gravedad
7. Una mano para tocar / Una mano para
ser tocado
8. Una lengua para todos los gustos
9. Aprender a través de los hemisferios
10. Explorando estados alterados

11. Ondas cerebrales autorreguladas


12. Integrando el mundo de los sentidos
13. Neurocomunicación y método psicofísico
Epílogo
2
Agradecimientos
La NEUROCOMUNICACIÓN surge de la confluencia entre la reeducación
psicofísica y otros tipos de comunicación que se dirigen a esos niveles de
la persona que quedan más allá de donde alcanza el lenguaje en su uso
cotidiano. La reeducación psicofísica y estos lenguajes subcorticales son
aliados naturales y forman una misma familia en la que cada uno amplía y
enriquece al otro. Quiero agradecer a los siguientes pioneros su
aportación para crear esta alianza, por su original y excelente
contribución. Con cada uno de estos investigadores he gozado de una
relación humana que me ha resultado importante y enriquecedora:
Wilfred Barlow Milton H. Erickson Moshe Feldenkrais Thomas Hanna
Gracias al trabajo de estos hombres, tenemos no sólo una nueva visión de
las posibilidades humanas, sino también unos nuevos y potentes medios
para hacerlas realidad.
Efectivamente, al día siguiente Yukteswar volvía a estar muy débil, y
Lahiri Mahasaya le dijo: "Vaya, una vez más te has indispuesto a ti
mismo".
Durante varios días, los altibajos de Yukteswar coincidían plenamente con
las palabras de Lahiri Mahasaya, y él por fin entendió la lección que su
guru le intentaba enseñar.
"¿Qué significa esto?" dijo Lahiri Mahasaya. "Un día me dices, "Estoy
bien", y al día siguiente dices "Estoy enfermo". No es que yo te haya
curado o indispuesto. Son tus propios pensamientos los que te debilitan o
te fortalecen."
Yukteswar preguntó: "Si pienso que estoy bien y que he recuperado mi
antiguo peso, ¿será así?". Lahari Mahasaya respondió: "Así es". En ese
mismo instante, Yukteswar sintió cómo volvían su fuerza y su peso.
Yogananda sintetizó la enseñanza: "El pensamiento es la fuente de toda
creación...". Múltiples filósofos y maestros a lo largo de toda la historia
han repetido esta máxima. El poder del pensamiento para influir en el
plano físico es uno de los conceptos fundamentales de muchas disciplinas
espirituales. Constituye la base de la hipnosis y de una multitud de
terapias. "Como un hombre piense, así será." "Los pensamientos son
cosas."
La investigación científica lo corrobora. Nuestro cerebro y nuestro cuerpo
son afectados no sólo por la luz y la oscuridad, la temperatura y la
humedad, la hora del día y las subidas de azúcar, sino también por las
creencias culturales, la depresión posvacaciones, la oración y las
expectativas. Nuestras cogniciones son actos bioquímicos con
consecuencias bioquímicas. Algunos de los descubrimientos son notables.
En un estudio realizado en Harvard con hombres de edad avanzada, los
participantes dieron unos resultados opuestos a ciertos
3
índices de envejecimiento tras una experiencia de inmersión de tres días,
durante la cual todos imaginaron que tenían veinte años menos.
Nuestro cerebro responde a las imágenes de una forma muy literal. Los
sucesos imaginados producen un efecto físico. Si alguien imagina que
está realizando un gran esfuerzo físico, su corazón empieza a latir más
rápido. Por medio de experimentos, se ha demostrado que nuestra visión
interna está sujeta a las mismas ilusiones ópticas que la visión externa.
Las emociones y las actitudes pueden predisponer al individuo hacia
ciertas enfermedades. Es harto sabido que algunos perfiles emocionales
son más propensos que otros a desarrollar un cáncer o enfermedades
cardíacas. Y que, mientras los pacientes de cáncer son a menudo
personas de un trato extraordinariamente dócil, las mujeres con cáncer
cervical suelen manifestar niveles más altos de hostilidad. Y entre los
hombres, la hostilidad y no el trabajo duro es lo que ha resultado ser el
culpable en la relación entre la conducta de "Tipo A" y las dolencias
cardíacas.
Inspirados por la obra El futuro del cuerpo, de Michael Murphy, un
compendio sobre las transformaciones corporales, los participantes de un
programa experimental de dos años llevado a cabo en Esalen (1992 -
1993), fueron capaces de visualizar, afirmar y efectuar cambios físicos
observables, como un aumento de estatura, por ejemplo.
La NEUROCOMUNICACIÓN pone este proceso al alcance de todos. Con
este original libro en la mano, podemos sentir, y nunca mejor dicho, que
nos hemos estado perdiendo buena parte de la película. Nos hacemos
conscientes de ese ser humano que Clyde Ford llama "el Sabio en el
Templo". Robert Masters ha descubierto una manera sencilla y elegante
de comunicarse con la mente. Con ella, el lector puede llegar a tener un
conocimiento experimental de la vasta inteligencia que nos mueve. Nos
enseña un tono respetuoso, una forma de dirigirnos a ese Sabio. Esto es
importante, puesto que ya tenemos un conocimiento instintivo de que en
un momento de crisis podemos dar órdenes al cuerpo ("¡Ahora no puedes
ponerte enfermo!"), pero hasta ahora no sabíamos cómo entablar un
diálogo con él.
La NEUROCOMUNICACIÓN es como una invitación al baile. Pocas
experiencias resultan tan prodigiosas como el descubrimiento personal de
que el cuerpo responde de una manera exquisita a la palabra, tanto
escrita como hablada. Mediante el lenguaje se evocan imágenes
cinestésicas.
Los músculos responden, sutilmente pero sin demora, a las descripciones
que de ellos se hacen. La sugestión conduce a imágenes que provocan
una respuesta espontánea.
La NEUROCOMUNICACIÓN se gestó a partir de un rico caudal de
trabajo anterior. Es el producto de la imperecedera fascinación que el
autor siente por el potencial humano y de un interés más concreto por
cómo responde nuestro cuerpo a las escenas que imaginamos al leer
literatura. Durante los años en que ha ido elaborando y refinando sus
métodos terapéuticos, Bob Masters ha encontrado tiempo para escribir
y ser coautor de veinticinco libros, entre ellos La diosa Sekhmet y el
Camino de los Cinco Cuerpos, Las Variedades de la Experiencia
Psicodélica, Juegos Mentales, y Escuchar el Cuerpo (junto con su esposa,
Jean Houston).
Esta pasión por el trabajo fue cultivada en sus primeros años por un
abuelo poco común, cartero de oficio y erudito por afición. Masters
aprendió a leer a los tres años, y a los cuatro ya recitaba en las clases de
catequesis para adultos. Su abuelo le contaba los mitos escandinavos,
griegos y romanos; de sangre india, le legó a Bob las tradiciones de este
pueblo y le enseñó a rastrear y a cazar con arco y flechas. Le habló de las
rocas, de los árboles y de los espíritus de la naturaleza.
"Y entonces mi interés por la mitología se amplió para acoger a Edgar
Allan Poe, la ciencia ficción y el chamanismo", recuerda él.
Bob se alistó en la Armada a los diecisiete años, un acto de rebeldía
contra su padre, que quería mandarle a una escuela privada de oficiales
del ejército. Al fin de la Segunda Guerra Mundial, trabajó en Alemania
durante la ocupación. Estudió en la Universidad de Marburg y luego vivió
en París durante un año. También estudió en el Alexander Institute de
Londres.
Hacia 1947, Masters empezó a sentirse intrigado por las ideas de Wilhelm
Reich, quien había roto con Sigmund Freud por creer que los analistas
ortodoxos se encerraban en sus propias limitaciones. Puesto que la
neurosis podía manifestarse en el cuerpo, Reich quería investigar más a
fondo cómo se enfrentaba el cuerpo al trauma. Reich creía que se podía
restablecer la salud psicológica por medio de una reorganización del
cuerpo.
En 1954, Masters descubrió que el cuerpo responde a la sugestión de una
forma muy intensificada mediante el uso de drogas psicodélicas, y
empezó un estudio sistemático del peyote con una periodicidad semanal,
consigo mismo como sujeto del estudio. "Yo había estudiado de modo
informal con Jean-Paul Sartre -cuenta ahora-, y el existencialismo me
había imbuido un montón de ideas que quería sacarme de encima.
Descubrí que las drogas psicodélicas me permitían mantener enfocada la
concentración."
Se había estado preparando para ser profesor de filosofía. Entonces, su
fascinación por la literatura volvió a declararse, y quiso ser poeta o
novelista. Se trasladó a Texarkana, Texas, y ahí publicó un periódico y
escribió poesía. Más tarde trabajó en el Houston Post.
Conocer a Milton Erickson reavivó su antiguo interés por la hipnosis. Sin
embargo, le atraía más la posibilidad de agudizar la percepción que las
aplicaciones terapéuticas. Ya había descubierto por medio de las drogas
psicodélicas que, en un estado alterado, el cuerpo puede responder en
cuestión de segundos. El hecho de que se pudiera influir en las respuestas
voluntarias le dio la idea de que tal vez se pudiera llegar también a influir
sobre las respuestas involuntarias. Y ahí tenía a Erickson, haciendo
justamente eso, creando cegueras y sorderas experimentales en sus
sujetos de hipnosis.
Era algo harto conocido que la sugestión hipnótica de una quemadura
podía producir una ampolla. En esta clase de "realidad virtual", como la
llama Masters, el cerebro es incapaz de diferenciar entre las imágenes
subjetivas y la realidad objetiva. Descubrió, por ejemplo, que si un
individuo se había quedado paralítico a los catorce años, la parálisis a
veces desaparecía si hacía una regresión hasta los trece años, a menos
que la parálisis estuviera causada por una lesión de columna.
n esta época, Masters supo de un caso que le impresionó profundamente.
En un país escandinavo, un hombre había quedado encerrado por
accidente en el vagón-refrigerador de un tren. Le encontraron muerto, con
todos los síntomas clínicos de muerte por congelación, pero la
refrigeración no estaba conectada. Sus imaginaciones del frío fueron
mortales. Esta historia ponía de relieve el potencial clínico de las
imágenes, e hizo más fácil aceptar otros fenómenos inducidos por la
imaginación. El cerebro puede ser engañado. Y todo aquello que el
cerebro pueda organizar, dice Masters ahora, el cuerpo lo ejecutará.
Este es el sencillo secreto de la NEUROCOMUNICACIÓN. Los movimientos
se describen de una forma que la mente debe crear imágenes, tanto si se
trata de un proceso consciente como si no. Estas imágenes producen un
efecto sobre la corteza motriz, donde se inicia la actividad muscular.
Entonces, el sistema esquelético-muscular da una respuesta involuntaria
a las imágenes y el cerebro se ve obligado a mover el tobillo, por ejemplo.
Masters ha observado que si alguien sufre una parálisis lateral, una
sugestión a la parte no paralizada puede evocar un recuerdo de una
sensación cinestésica. Conforme se revive esta sensación recordada, se
desplaza de un hemisferio a otro de forma que el otro lado se moverá,
sólo un poco al principio, y más con la práctica.
Masters hace también hincapié en agudizar las sensaciones. Tras los
ejercicios de NEUROCOMUNICACIóN, "el cuerpo se siente más alto y más
ligero", y "a medida que cambia el tono emocional, aumenta el placer".
Masters también ha desarrollado una serie de ejercicios para retrasar el
envejecimiento. Cualquiera puede hacerlos, dice; no hace falta una
imaginación muy vívida. "Es cuestión de mantener la concentración y no
dejar que la mente divague. Si aprendes a formular las frases, si utilizas
las imágenes adecuadas, puedes trabajar con el corazón, la circulación, la
linfa. El movimiento sucederá."
Los fenómenos de la NEUROCOMUNICACIÓN nos dicen mucho de nuestro
potencial creativo, además del funcionamiento del cuerpo. Este mundo
que parecía tan sólido se vuelve más fluido, y esto constituye un estímulo
para nuestra creatividad en general. Nos pregunta: ¿Cuán real es lo real?".
El tópico de que "los pensamientos son cosas" cobra aquí un nuevo
sentido.
La NEUROCOMUNICACIóN es apropiada para unos tiempos cada vez más
míticos, donde los límites entre los mundos material e inmaterial se han
vuelto borrosos y todo parece posible. La literatura científica y popular
sobre las experiencias de "casi muerte" está cambiando muy deprisa
nuestra imagen de la muerte. Parece que somos criaturas
interdimensionales, diseñadas para andar por los bordes de la realidad.
La guerra entre los materialistas, que intentan reducirlo todo a una
neurona, y los mentalistas, que quieren caminar sobre el agua, carece
ahora de sentido.
La NEUROCOMUNICACIÓN recorre los sutiles senderos del diálogo, y
plantea algunos interrogantes: ¿Quién o qué es este ser que lee o
escucha? Si el cuerpo escuchara con este tipo de atención, ¿qué otra cosa
oiría? ¿Qué contendrán esos comentarios despectivos que hacemos sobre
nosotros mismos, las preocupaciones que expresamos o la violencia
gratuita que introducimos en casa a través de la televisión? ¿Somos
responsables de nuestras imaginaciones?
Resuenan aquí las palabras de Robert Masters: Aquello que el cerebro
pueda organizar, el cuerpo lo ejecutará. Una advertencia, una promesa. Si
queremos un cambio de rumbo en nosotros mismos y en nuestra
sociedad, esta es la conversación que debemos mantener. El movimiento
sucederá, dijo Masters. Que el movimiento empiece en estas páginas. \

-1-
¿Qué es la
neurocomunicación?
Las experiencias verdaderamente singulares se dan muy rara vez. Este
libro, sin embargo, proporcionará a sus lectores experiencias que sí son
singulares. Su singularidad puede deberse, o no deberse, al resultado de
algún capítulo en particular, o del libro en su conjunto, pero radica más
bien en el hecho de que se experimentarán cambios corporales
significativos en respuesta a casi cada párrafo, y en algunos casos a cada
frase.
Al final de un capítulo o "ejercicio", el lector puede descubrir cambios
como los siguientes: que un pie o una mano se mueve mejor que el otro y
que se percibe con más claridad; que el cuerpo se ha quedado de alguna
manera más suelto, más alto o más erguido; que se han experimentado
estados de conciencia alterados, que traen consigo percepciones
alteradas del entorno, visuales y de otros tipos; y que se han
experimentado una diversidad de cambios que varían de un ejercicio al
otro.
Tal vez el lector haya experimentado antes estos cambios corporales y
estados de conciencia alterados, y tal vez no. Sea como sea, es poco
probable que estas experiencias se hayan tenido de una manera repetida,
detallada y predictible, por el simple hecho de leer un libro. No me refiero
tan sólo a algo como las respuestas emocionales que se tienen a menudo
al leer una buena novela. Me refiero más bien a un complejo proceso por
el cual se introducen las palabras en el sistema nervioso central del lector,
de un modo que se dan cambios predictibles y muy específicos en el
sistema esquelético-muscular, tales como el alargamiento de algunos
músculos para que unas determinadas articulaciones óseas puedan tener
mayor libertad de movimiento. Respecto a la inducción y utilización de
estados alterados de conciencia que se hace en este libro, lo que
experimentará el lector se parece menos a las respuestas habituales que
tenemos hacia los estímulos literarios que a las experiencias que se dan
en los estados de trance. De la respuesta literaria, por ejemplo, no se
puede esperar que facilite la autorregulación de las ondas cerebrales, ni
tampoco que sirva para integrar los diferentes sentidos de un modo que
se abran las puertas de la percepción.
Para poder conseguir los efectos deseados, la NEUROCOMUNICACIóN no
puede leerse como se leen otros libros, con la intención -consciente o no-
de absorber mentalmente su contenido. La mayoría de libros pueden
considerarse alimento para la mente; unos pocos libros, alimento para el
espíritu. Lo que ofrece la NEUROCOMUNICACIÓN es, sin embargo,
alimento para el cuerpo. Para que el cuerpo pueda aprovechar este
alimento al máximo, la mente no debe devorarlo, tal como haría por
hábito, sino que se debería abordar con la intención de que lo leído pase
por la mente en su camino hacia el cuerpo. Que la mente esté pasiva
significará, por ejemplo, que no haga ningún esfuerzo para entender
intelectualmente ni recordar lo que está leyendo.
Lo que debe hacer la mente es concentrarse fijamente en lo que lee, pero
con la única intención de ser una especie de pantalla sobre la que se
proyecta el mensaje, el texto del libro, para el cuerpo. La mente no debe
vagar, sino que debe estar plenamente dedicada a servir como tal
pantalla. Al igual que una pantalla no retiene las palabras o imágenes que
se proyectan sobre ella, no hay motivo para que la mente retenga nada
de lo que se haya leído.
El mensaje es exclusivamente para el cuerpo, y su receptor más
inmediato es, desde luego, el cerebro y, en rápida sucesión, la médula
espinal, las vías neuronales que van a los músculos, y después los propios
músculos, de forma que puedan actuar sobre el esqueleto según el
mensaje recibido.
En el capítulo 3 se darán algunas otras intrucciones sobrecómo leer el
texto de la NEUROCOMUNICACIÓN.
Cuando se lee el texto con la mente y la conciencia bien enfocadas,
cuando la concentración es lo bastante intensa, se darán algunos
fenómenos que facilitarán el proceso de comunicación que acabamos de
describir. Estos fenómenos serán en gran manera inconscientes -suceden
justo por debajo del umbral de la conciencia-, aunque a veces pueden
atravesar la fina barrera que los mantiene en la inconsciencia, penetrando
así, de una manera mínima pero reconocible, en la conciencia. La razón
por la que estos fenómenos -en su mayoría micromovimientos de los
músculos- son inconscientes es, simplemente, porque son muy pequeños.
No se trata aquí, como sucede con algunos métodos hipnóticos, de que
uno pretenda generar efectos en o a partir de la mente inconsciente.
Por otro lado, ya se ha hecho mucho hincapié en que la participación de la
mente consciente en el proceso de la NEUROCOMUNICACIóN debe ser tan
mínima como sea posible. Efectivamente, lo que se describe en el texto
no lo debe ejecutar voluntariamente la mente consciente. El texto puede
indicar, por ejemplo, que un hombro suba, o se adelante, o baje, o
retroceda, describiendo así círculos por medio de rotaciones de la
articulación escapular. Este repaso de los movimientos posibles del
hombro no se dirige en absoluto como una instrucción para que la
persona realice estos movimientos de una forma consciente y voluntaria.
Muy al contrario, la mente debe permancer tan pasiva como se pueda, sin
hacer nada voluntariamente, y absteniéndose de iniciar ningún tipo de
actividad corporal. Es sólo cuando la mente alcanza este grado de
pasividad que el sistema nervioso central encuentra su mejor oportunidad
para producir unas respuestas relativamente puras al texto.
¿Qué sucede, pues, cuando la mente del lector permite que las palabras
que describen los movimientos del hombro u otros movimientos pasen a
través de ella? En respuesta a esas palabras, el cerebro crea
involuntariamente una imagen que ilustra las acciones que describen las
palabras.
Entonces, casi tan rápido como crea las imágenes, el cerebro emite
mensajes a los músculos apropiados, los cuales, a su vez, realizan
movimientos diminutos -micromovimientos- de un género tal que, si esos
movimientos fueran mayores, los movimientos resultantes serían
percibidos y observados conscientemente tal como se describen en el
texto, mientras que los micromovimientos tan sólo los insinúan.
Esos micromovimientos sólo llegarán a la conciencia si resultan, por así
decirlo, excesivos, anulando o traspasando las restricciones que
normalmente los rigen. Entonces, la persona se vuelve consciente de
movimientos pequeños pero claramente involuntarios y, con toda
probabilidad, también de la necesidad de inhibir esos movimientos desde
la conciencia para que no aumenten aún más. La mayoría de lectores
tendrán experiencias como ésta en un lugar u otro del texto, experiencias
que se dan por muchos y variados motivos y que pueden ser de
naturaleza personal e idiosincrática. Es probable que la experiencia sea la
de intentar refrenar un impulso o tendencia bastante fuerte de llevar a
cabo de una forma objetiva los movimientos que acaba de leer. El lector
puede incluso descubrir, de repente, que está realizando esos
movimientos, y de un modo que puede incluso aproximarse a la gama
completa de movimientos, tal como se presentan en el texto.
Con raras excepciones, ninguno de los movimientos descritos tiene una
importancia capital en producir los cambios que se pretende que se den al
final del ejercicio. Más bien, los efectos resultan predictibles a partir de los
muchos movimientos diferentes que se describen, ordenados por
secuencias, y que tienen un efecto acumulativo que produce el resultado
buscado: una mayor movilidad del hombro, mayor sensibilidad en la
mano, mejor postura, una percepción diferente de sí mismo o del mundo,
o cualquiera que fuera el resultado perseguido en cada ejercicio.
Los "juegos corporales" que realizará en este libro van desde algunos muy
sencillos hasta otros bastante complicados. Estos juegos son muy
reveladores respecto a la capacidad del cuerpo para responder al
lenguaje, incluso cuando la capacidad de sugestión del cuerpo no ha sido
incrementada por medio de componentes emocionales ni por la inducción
de estados de conciencia que quedan más allá de la norma individual y
del consenso cultural sobre la realidad.
Existen estados de conciencia y situaciones emocionales que aumentan
enormemente la capacidad -y tendenc-ia natural- del cuerpo a
transformarse en respuesta a las imágenes y expresiones verbales.
Podemos imaginarnos, con razón, que un novelista que comprendiera
suficientemente este proceso podría evocar una amplia variedad de
estados corporales -en interacción con estados emocionales y niveles
profundos de conciencia- para crear experiencias de un género que la
literatura, hasta hoy, no ha conseguido. Muchos escritores lo han
intentado, pero la NEUROCOMUNICACIÓN indica un camino para evocar
una gama más amplia de respuestas, que seguramente comprenden
incluso respuestas de tanta profundidad como las experiencias religiosas
y místicas (por ejemplo, induciendo un estado de desdiferenciación,
pérdida de límites del ego, y la consiguiente experiencia de unidad con
alguna realidad mayor).
Puesto que la NEUROCOMUNICACIóN puede utilizarse de una forma
demostrable -tal como se utiliza en este libro- para evocar cambios
significativos en el sistema nervioso central, los músculos y el esqueleto,
parece probable que pueda usarse también para efectuar cambios en los
órganos corporales, y tal vez pueda, incluso, llegar a todas y cualquier
parte del cuerpo y sus procesos. Puesto que no deposita su fe en ningún
hipotético conocimiento ni sabiduría
dan por muchos y variados motivos y que pueden ser de naturaleza
personal e idiosincrática. Es probable que la experiencia sea la de intentar
refrenar un impulso o tendencia bastante fuerte de llevar a cabo de una
forma objetiva los movimientos que acaba de leer. El lector puede incluso
descubrir, de repente, que está realizando esos movimientos, y de un
modo que puede incluso aproximarse a la gama completa de
movimientos, tal como se presentan en el texto.
Con raras excepciones, ninguno de los movimientos descritos tiene una
importancia capital en producir los cambios que se pretende que se den al
final del ejercicio. Más bien, los efectos resultan predictibles a partir de los
muchos movimientos diferentes que se describen, ordenados por
secuencias, y que tienen un efecto acumulativo que produce el resultado
buscado: una mayor movilidad del hombro, mayor sensibilidad en la
mano, mejor postura, una percepción diferente de sí mismo o del mundo,
o cualquiera que fuera el resultado perseguido en cada ejercicio.
Los "juegos corporales" que realizará en este libro van desde algunos muy
sencillos hasta otros bastante complicados. Estos juegos son muy
reveladores respecto a la capacidad del cuerpo para responder al
lenguaje, incluso cuando la capacidad de sugestión del cuerpo no ha sido
incrementada por medio de componentes emocionales ni por la inducción
de estados de conciencia que quedan más allá de la norma individual y
del consenso cultural sobre la realidad.
Existen estados de conciencia y situaciones emocionales que aumentan
enormemente la capacidad -y tendencia natural- del cuerpo a
transformarse en respuesta a las imágenes y expresiones verbales.
Podemos imaginarnos, con razón, que un novelista que comprendiera
suficientemente este proceso podría evocar una amplia variedad de
estados corporales -en interacción con estados emocionales y niveles
profundos de conciencia- para crear experiencias de un género que la
literatura, hasta hoy, no ha conseguido. Muchos escritores lo han
intentado, pero la NEUROCOMUNICACIÓN indica un camino para evocar
una gama más amplia de respuestas, que seguramente comprenden
incluso respuestas de tanta profundidad como las experiencias religiosas
y místicas (por ejemplo, induciendo un estado de desdiferenciación,
pérdida de límites del ego, y la consiguiente experiencia de unidad con
alguna realidad mayor).
Puesto que la NEUROCOMUNICACIÓN puede utilizarse de una forma
demostrable -tal como se utiliza en este libro- para evocar cambios
significativos en el sistema nervioso central, los músculos y el esqueleto,
parece probable que pueda usarse también para efectuar cambios en los
órganos corporales, y tal vez pueda, incluso, llegar a todas y cualquier
parte del cuerpo y sus procesos. Puesto que no deposita su fe en ningún
hipotético conocimiento ni sabiduría inconscientes -como es el caso de
muchos métodos hipnóticos-, podría tener incluso aplicaciones médicas y
terapéuticas más específicas, predictibles y de mayor alcance. La
investigación tendrá que explorar las posibilidades que guarda para la
ciencia, así como los escritores tendrán que explorar las posibilidades que
guarda para la literatura.
Lo hasta aquí expuesto debería proporcionar al lector una comprensión
preliminar de los fundamentos del método llamado
NEUROCOMUNICACIÓN. Una vez que se hayan realizado los ejercicios, en
el Epílogo se proporcionará una explicación más detallada que ampliará lo
que se ha dicho aquí.
-2-
¿Qué voy a conseguir?
Los resultados de realizar los ejercicios de NEUROCOMUNICACIóN variarán
mucho de una persona a otra. Entre otras cosas, el resultado dependerá
de si los ejercicios del libro coinciden con los problemas y necesidades de
cada lector. También dependerá del grado de concentración de la
conciencia que se aplique a la lectura de los ejercicios. Si algunos
ejercicios son efectivos y otros no, cualquiera de los factores expresados
arriba podrían constituir la explicación.
La NEUROCOMUNICACIóN -este libro- ofrece la posibilidad de lograr
cambios específicos importantes en la organización y funcionamiento de
las diversas partes del cuerpo humano. Más importante aún, este
pequeño libro constituye una forma de obtener un conocimiento nuevo y
estimulante sobre un medio por el cual se puede transformar el cuerpo
humano. Me gusta pensar que el libro resulta entretenido a la vez que
proporciona un conocimiento de un mismo, ofreciendo al lector unas
experiencias a las que nunca ha tenido acceso antes.
Sea como sea, y para volver al tema de los posibles resultados, la gran
mayoría de lectores deberían acabar este libro con una mejor imagen del
cuerpo, más amplia y más exacta. Es decir, deberían poder percibir más
de su cuerpo, y percibirlo con mayor claridad y con mayor exactitud. Esto
abre el paso hacia un uso más sano y eficiente de su cuerpo y lleva al
cuerpo y la mente hacia una conexión más íntima entre ellos, ambas
cosas muy de desear.
Leerá sobre muchos tipos de movimientos, algunos de los cuales nunca
haría normalmente, o ni siquiera se plantearía hacerlos. De esta forma,
esos movimientos -que en realidad usted realizaba en otras épocas más
tempranas de su vida- volverán a entrar en su repertorio. Esto sucederá
gracias a los micromovimientos, las micropercepciones y las imágenes
sensoriales que resultan de la lectura. Éstos, a su vez, liberarán patrones
previamente inhibidos de las células de la corteza motriz de su cerebro.
Entonces, conforme se vaya dando esta desinhibición, por un efecto de
concatenación, también se desinhibirán en cierto grado las zonas
adyacentes del cerebro, liberando, con toda probabilidad, algunas
facultades de pensamiento y sensación previamente bloqueadas.
La NEUROCOMUNICACIóN también puede cambiar y expandir -de nuevo, y
como siempre, para el lector verdaderamente consciente y concentrado-
su autoimagen, su conciencia de sí mismo corno una totalidad. Puede
acabar el libro con una mayor confianza en la maleabilidad o
susceptibilidad de su cuerpo a los cambios inducidos por usted mismo o
por otros. Entenderá y sabrá, a niveles fundamentales de su ser, que casi
nada en usted está verdaderamente fijado. Cuando usted sepa esto, y lo
crea verdaderamente, tendrá el camino mucho más abierto para cambiar
en cualquier dirección que se proponga. Esto comprende las dimensiones
física, mental, emocional y también espiritual de su ser. Creará un vínculo
más estrecho entre componentes y facultades como la inteligencia, la
imaginación, la voluntad, el equilibrio, la creatividad, la moral y otros. El
mensaje de la NEUROCOMUNICACIÓN es que, tal y como las palabras, las
imágenes y las ideas pueden forjar grilletes mentales y corporales a
nuestro alrededor, un uso informado de éstas puede hacernos libres, a
cualquier nivel de nuestro ser.
Cuando hablamos de "ejercicio" en el sentido de la
NEUROCOMUNICACIÓN, debería entenderse que hablamos de un enfoque
que apunta a los cambios del tipo mencionado. Naturalmente, el
organismo humano también requiere para su salud y armonía una buena
nutrición y una aplicación inteligente de ese tipo de ejercicio físico
habitual dirigido a tonificar el sistema cardiovascular, dar fortaleza y estar
en buena forma general, sin olvidar el mantenimiento del cuerpo en un
peso deseable. Estos son los niveles más superficiales de ejercicio, pero
su importancia no debe ser subestimada. Los cambios más profundos, que
producen una interacción unificada del sistema cuerpo/mente, siempre
resultarán más provechosos si el cuerpo está bien alimentado, sus
órganos internos funcionan bien y los músculos y huesos están fuertes.
Pero plantéese, también, la NEUROCOMUNICACIóN como un juego
corporal. Permítase vivirlo como una nueva forma de disfrutar y gozar, un
método lúdico para fomentar el autoconocimiento.
Para finalizar, hay mucho material aquí para despertar e inflamar la
imaginación del científico y del literato. Quedan por tratar y desarrollar las
aplicaciones de la NEUROCOMUNICACIÓN a la neurología, las terapias de
rehabilitación, la gerontología, la psicoterapia y otros campos de la
psicología, la psiquiatría y la investigación de la conciencia, así como el
campo de la narrativa y tal vez la poesía. El autor espera con ilusión y
gran curiosidad estos tipos de desarrollos y aplicaciones.

-3-
Cómo realizar los ejercicios
La forma en que realice los ejercicios de NEUROCOMUNICACIÓN
determinará los resultados que obtenga de ellos. Esta afirmación se irá
repitiendo constantemente, de una manera u otra, a lo largo de todo el
libro. La experiencia ha demostrado que es necesario insistir en ello. Esto
se debe al hecho de que se le pide que lea de una forma diferente al
patrón de lectura habitual que ha ido estableciendo a lo largo de los años;
en el caso de algunos lectores, durante décadas.
Se le pide que lea este libro en un entorno que elimine, en la medida que
sea posible, toda distracción. Esto puede significar, entre otras cosas, una
sala donde no pueda sonar el teléfono, donde no entren ni salgan otras
personas, y donde los ruidos del mundo exterior sean tan apagados como
pueda usted disponer.
Aparte de eso, no necesita gran cosa más, salvo su propia persona y su
ejemplar de la NEUROCOMUNI CACIÓN. Vístase con ropa suelta y cómoda
y, a menos que eso suponga una distracción, quédese descalzo. Sería
conveniente disponer de una mesa o escritorio o alguna otra superficie
sobre la que depositar el libro. Y una silla que sea cómoda, con un asiento
lo bastante firme para no hundirse en ella. La silla puede tener brazos o
no, como usted prefiera. Si le es posible, pruebe una silla con brazos y
otra sin ellos, para ver cuál le va mejor.
Además de disponer de un espacio objetivo sin distracciones, debería
disponer también de un espacio subjetivo tan libre como pueda de
distracciones. No lea este libro cuando esté demasiado absorto por otras
cuestiones como para poder dedicar su plena atención a lo que esté
leyendo. Intente darse tiempo de sobras, de forma que no tenga que ir
con prisas durante la experiencia para poder pasar a hacer otras cosas.
No se ponga a leer sólo porque piense que tiene que hacerlo.
Leer y "hacer" el juego corporal que supone la NEUROCOMUNICACIÓN
debería ser algo que desee hacer, no algo que hace por obligación ni por
necesidad. Es un hecho bien conocido que los seres humanos aprendemos
mucho mejor cuando hacemos lo que deseamos y no aquello que nos
sentimos obligados a hacer, tanto si la obligación proviene de dentro
como de fuera de uno mismo.
Cuando mejor aprendemos es cuando aprender resulta placentero;
aprender con la NEUROCOMUNICACIÓN puede resultar tan placentero
como estimulante. Lo que va a hacer le resultará novedoso, y aún no sabe
cuál será el resultado de ello. Los ejercicios son breves, muy beneficiosos
en potencia, y sea cual sea el final de cualquier capítulo, supondrá
ciertamente una sorpresa.
Mientras lea, asegúrese de mantener una postura cómoda. Modifique su
posición tan poco como pueda. Es especialmente importante que no cruce
las piernas ni los pies, ni los brazos ni las manos. En el momento de
realizar un ejercicio de NEUROCOMUNICAClóN, cruzar los miembros
confundiría su sistema nervioso y le impediría tener las respuestas que se
suponen.
La mayoría de los sistemas nerviosos humanos son lo bastante racionales
y saludables para ser hedonistas: buscan el placer y evitan el dolor. Son
contadísimas las ocasiones en que se pueda justificar oponerse a estas
tendencias naturales del sistema nervioso. Los ejercicios de
NEUROCOMUNICACIóN, con casi total seguridad, le proporcionarán placer
si usted los aborda con la idea de que le den placer. Al leer acerca de
muchos de los movimientos, usted se dará cuenta de que se pueden
realizar de forma que resulten sensuales y produzcan placer,
especialmente a nivel táctil y cinestésico: el placer de tocar y el placer de
moverse.
Se le recordará repetidamente que será la calidad y el nivel de enfoque de
su conciencia lo que determine el beneficio que extraiga de la
NEUROCOMUNICACIÓN. La conciencia sólo podrá estar enfocada si usted
crea el tipo de circunstancias objetivas y subjetivas que ya se han
mencionado. "Enfoque de la conciencia" significa el nivel de
concentración que usted aplique a la lectura. "Calidad de la conciencia"
comprende un "darse cuenta de sí mismo" que impide que la
concentración se convierta en un tenso esfuerzo de la voluntad. Es ese
estado de atención enfocada el que saborea la lectura, permitiendo que
los significados fluyan a través de la mente con el entendimiento de que
son mensajes, no para la mente, sino para el cuerpo. Es también la
"calidad de la conciencia" la que mantiene su cuerpo relajado y conserva
el enfoque placentero de su experiencia.
La lectura -como se le recordará a menudodebe ser realizada con lentitud,
a la vez que con el tipo de intención y atención que acabamos de
mencionar. Se le pide, y se le volverá a pedir, que haga pausas entre las
frases, un segundo o dos, dándose tiempo para asimilar lo que acaba de
leer. Su cerebro no tiene ninguna experiencia previa de procesar
información tal como se le presenta en la NEUROCOMUNICACIÓN. Su
sistema nervioso central no conoce ninguna otra experiencia de recibir y
transmitir información de la manera que se le pide que lo haga aquí.
Para su cuerpo, esta es una experiencia de aprendizaje, y el aprendizaje
será más lento al principio, y más rápido una vez que todo el proceso
resulte más conocido.
Puesto que su intención será la de leer más despacio y más
meticulosamente que de costumbre, tal vez tenga que estar más
alerta que de costumbre a las divagaciones de la mente, así como a las
tendencias de reaccionar a la novedad de la situación conteniendo el
aliento o tensando los músculos. Estas tendencias pueden ser muy
fuertes, y es muy importante que usted las observe y no se permita
caer en estas formas de conducirse. Si se da cuenta de que está
conteniendo el aliento, simplemente normalice la respiración y
continúe adelante.
Si nota que ha tensado los hombros, déjelos sueltos, y así sucesivamente.
Cuando haya repetido esto varias veces, podrá realizar la lectura de una
forma más relajada.
Asimismo, después de realizar algunos de los ejercicios, debería resultar
más fácil usar su conciencia de la forma que hemos expuesto, y también
le resultará más fácil a su cuerpo asimilar y actuar según los mensajes
recibidos.
Aparte de lo anterior, cualquier otra instrucción necesaria aparecerá
oportunamente en el texto. Los párrafos que le piden una acción física
o efectuar observaciones de su estado físico o sus percepciones,
aparecen en cursiva. Su lectura y su "hacer" serán reforzados con la
información que se da en los capítulos siguientes.
-4-

Del cerebro a los pies


Ahora, mientras lee, apoye los pies en el suelo con toda la planta, y
póngalos paralelos entre ellos, a un palmo o un palmo y medio (25 a 30
cm) uno del otro, como le resulte más cómodo. Al acabar esta frase,
simplemente preste atención a ambos pies, notando cómo los percibe: si
los percibe con claridad, cómo contactan con el suelo, y todo aquello que
note. Confio en que haya hecho esto detenidamente, sin prisas. Si no es
así -o aunque lo sea- hágalo una vez más, dándose al menos uno o dos
minutos para sus observaciones. Debe mantener los pies tal como están
ahora a lo largo de todo el ejercicio.
Ahora siga leyendo, más bien despacio y sin preocuparse demasiado por
encontrarle sentido a lo que lea. Sepa, simplemente, que uno habla de
forma diferente cuando se dirige al cuerpo en vez de hacerlo a la mente, y
usted está más familiarizado con las palabras que se dirigen a la mente.
Por lo tanto, al menos hasta que se haya acostumbrado a las diferencias y
haya adquirido una cierta comprensión del método, lo que se le diga
puede parecerle extraño e incluso un tanto disparatado. Tan sólo, deje
espacio para la posibilidad de que, conforme vaya avanzando, todo cobre
un sentido muy interesante.
Ahora me gustaría recordarle que tiene usted un pie derecho. Si es un pie
derecho típico, sin lesiones, tendrá cinco dedos. Tiene un dedo gordo
derecho y luego otro dedo a su lado. Su pie derecho también tiene un.
dedo medio y luego un dedo que corresponde al dedo anular. Su pie
derecho tiene también un dedo pequeño. Tal vez sepa o pueda percibir
cuál de los dedos del pie es el más largo, qué dedo le sigue en longitud, y
el siguiente a ése. Pero muy probablemente sabrá que el dedo pequeño
de su pie derecho es el más corto, y que el dedo gordo de su pie derecho
se llama así porque es el de mayor circunferencia. El dedo gordo de su pie
derecho se parece bastante al pulgar de su mano derecha.
Su pie derecho se parece a una mano en algunos otros aspectos. Por
ejemplo, por detrás de los huesos de los dedos hay otros huesos que
continúan hacia la parte trasera del pie y que le ayudan a apoyar el pie y
le dan flexibilidad al moverse. Por supuesto, también tiene usted un talón
derecho y, por encima de él, un tobillo derecho que se mueve cuando el
pie derecho anda. También hay movimiento en su tobillo derecho si apoya
la almohadilla y los dedos del pie derecho en el suelo y simplemente
levanta el talón derecho.
Usted puede seguramente levantar los dedos del pie derecho todos a la
vez y después bajarlos. Seguramente puede levantar el dedo gordo solo.
Seguramente puede levantar y bajar los otros cuatro dedos juntos. Pero, a
pesar de que esto queda dentro de su potencial, seguramente no puede
mover cada uno de los dedos del pie derecho por separado, tal como
puede hacer con los dedos de la mano.
Ha visto su pie derecho muchas veces. Lo ha visto desde arriba, desde
dentro, desde fuera, e incluso desde la planta del pie. Su pie derecho le
ha acompañado toda su vida, y usted debería realmente saber qué
aspecto tiene. Pero, ¿sabe realmente qué aspecto tiene? ¿Podría, sin
mirar, visualizar las uñas de los dedos del pie derecho, los espacios entre
los dedos, el empeine del pie, el tobillo derecho, etcétera?
Cuando piensa en caminar, ¿sabe realmente cómo se mueve su pie
derecho? ¿Apoya el talón del pie derecho y luego toda la planta del pie,
hasta llegar a la almohadilla del pie derecho, y entonces los dedos del pie
abandonan el suelo en sucesión según su longitud? ¿Qué sensación
produce cuando apoya el pie en el suelo y anda sobre él hasta levantarlo
de nuevo? ¿Anda normalmente de una forma pesada o ligera sobre su pie
derecho? ¿Tiene alguna noción de cómo anda el pie derecho en
comparación con su otro pie?
¿Sabe usted que puede simplemente deslizar su pie derecho hacia
delante y hacia atrás? Puede deslizar el pie derecho hacia delante y hacia
atrás muchas veces.
Puede hacerlo distraídamente, interesándose sólo en si su pie se desliza
hacia atrás y hacia delante. O puede realizar este movimiento con la
intención de usar su pie derecho para reconocer el suelo o la alfombra, la
superficie que esté tocando. También puede, con este mismo movimiento,
utilizar deliberadamente esta superficie para estimular sensaciones en la
planta de su pie derecho. De hecho, la planta de su pie derecho, si se la
estimula como es debido, puede proporcionarle sensaciones
verdaderamente placenteras.
Las terminaciones nerviosas del tacto en la planta del pie son de las más
sensibles que podemos encontrar en el cuerpo humano. Con toda
probabilidad, la evolución lo planificó así para protegerle de lesionarse.
Sea como sea, los seres humanos de algunas culturas han cultivado esta
sensibilidad de los pies, y especialmente la de la planta de los pies, hasta
el punto de tratar a los pies como una especie de órgano sexual
secundario. Su pie derecho podría ser estimulado hasta este grado de
conciencia placentera.
Usted también puede hacer girar la punta del pie derecho de lado a lado.
El talón derecho puede quedarse casi en su sitio mientras el pie derecho
se desplaza del todo hacia la izquierda y después regresa hasta la
derecha, pasando por el lugar donde el pie derecho apunta hacia el
frente. O bien, usted podría hacer girar el pie derecho de forma que el
talón derecho se desplace de lado a lado, y la almohadilla del pie derecho
se quede más o menos en su sitio.
También puede dibujar círculos en el suelo consu pie derecho, círculos
pequeños, o círculos grandes. Puede realizar círculos lentos o círculos
rápidos.
Con su pie derecho, puede girar hacia fuera delcuerpo, o hacia dentro.
También puede combinar algunas de estas posibilidades con su pie
derecho. Por ejemplo, puede dibujar círculos pequeños, lentos, hacia
fuera, o círculos grandes, rápidos, hacia dentro. Su pie derecho podría
hacer muchas combinaciones de movimientos, según los diversos
tamaños posibles de los círculos y según lo rápido o lento que se desplace
su pie derecho en una u otra dirección.
Ahora, tras haber leído estos comentarios, dirija su atención hacia los pies
y observe si ahora existen para usted de la misma forma .que existían
antes de que empezara a leer estas frases sobre su pie derecho y el
potencial de sus sensaciones y movimientos. ¿Tiene la misma conciencia
de su pie derecho que de su pie izquierdo? Si no es así, ¿qué diferencias
percibe?
¿Puede percibir cada uno de los dedos de su pie derecho con algo más de
claridad? ¿Toca su pie derecho el suelo de una forma algo diferente?
Compare su percepción de la pierna derecha con la de la izquierda, su
rodilla derecha con la izquierda, su hombro derecho con el izquierdo.
Compare el lado derecho de su cara con el lado izquierdo. Si deja de leer y
cierra los ojos durante un rato, ¿descubrirá que está mirando hacia la
derecha? ¿Que tal vez su cabeza se ha vuelto de forma espontánea hacia
la derecha -posiblemente incluso todo su tronco- de forma que su
columna se ha torcido como se tuerce cuando usted se vuelve hacia la
derecha y el hombro derecho queda por detrás del izquierdo?
Podría ser que se encuentre respirando -suponiendo que no haya
obstrucciones- más plena y claramente a través del orificio derecho de su
nariz que por el izquierdo.
Dentro de un instante, cuando haya acabado este párrafo, levántese y
ande por la habitación. Compare cómo camina el pie derecho con
respecto al izquierdo: el contacto con el suelo, la flexibilidad del pie, todo
aquello que observe.
¿Empieza a comprender lo que significa el término
NEUROCOMUNICACIÓN?
Mientras realizaba la comparación, seguramente habrá notado que no
sólo su pie derecho se sentía mejor, sino que el izquierdo se sentía peor:
tieso y torpe, entre otras cosas. Sin embargo, no es verdad que el pie
izquierdo esté "peor" que antes. Más bien, su sistema nervioso está
comparando su pie izquierdo tal como está normalmente con las mejoras
ocurridas en el pie derecho, por lo que el pie izquierdo sufre en
comparación.
Es bueno permitir que las diferencias entre los dos pies se mantengan
durante un rato. Esto alienta a su cuerpo a adoptar la mejor organización
e intentar retenerla. También es posible, tal como aprenderá, llevar el pie
izquierdo -o cualquier parte del cuerpo de que se trate- muy rápidamente
a un estado parecido o idéntico al de la parte mejorada. También Puede
usted realizar el ejercicio de nuevo, cambiando la palabra derecho por
izquierdo, o izquierdo por derecho, según sea el caso.
Obtendrá entonces el efecto contrario al obtenido al seguir el texto,
contrario en el sentido de que el lado contrario será el que obtenga los
beneficios.
¿Empieza a entender que escribir para el cuerpo, y comunicarse con el
cuerpo, evoca respuestas muy diferentes de las que se dan cuando al
escribir, como casi todo lo escrito, se dirige a la mente en primer lugar?
Sepa y entienda que esto es sólo el principio. A medida que lea y aprenda
-a medida que aprenda a responder y que aprenda más de sí mismo por
diversos medios- se darán cambios más profundos y complejos. También,
podría darse el caso de que ninguna parte ni función de su cuerpo quede
más allá del alcance de las palabras debidamente dirigidas.

- -5-
Movimientos del hombro
y la cintura escapular.
Tras leer este párrafo, lleve a cabo las acciones descritas y preste mucha
atención a sus movimientos y sensaciones. Al final del ejercicio, se le
pedirá que realice las mismas acciones y que compare sus movimientos y
sensaciones con los movimientos y sensaciones que observará dentro de
un momento. En primer lugar, camine alrededor de la sala y observe los
movimientos de sus hombros al caminar y cómo percibe los movimientos
de sus hombros. Fíjese también en cómo se mueven sus brazos a tenor de
los movimientos de sus hombros. Después de eso, quédese parado y
perciba sus hombros, comparando el lado derecho con el izquierdo. Lleve
los brazos hacia atrás y luego por encima de la cabeza, y luego al frente y
hacia abajo, describiendo círculos con los brazos desde los hombros y
comparando la soltura de los movimientos en ambos hombros.
Tome asiento, entonces, y compare la conciencia que tiene de sus
hombros derecho e izquierdo, de sus pies derecho e izquierdo, de los
lados derecho e izquierdo de la pelvis, de los lados derecho e izquierdo de
su cara, y de sus lados derecho e izquierdo en conjunto. Por favor, hágalo
ahora.
Después siéntese con la planta de los pies apoyada en el suelo, paralelos
entre sí, separados un palmo o palmo y medio. Procure colocar el resto del
cuerpo simétricamente y mantenga esta posición simétrica mientras
sigue leyendo.
Lleve ahora la atención al hombro derecho y la parte superior derecha de
su espalda, incluyendo el omóplato derecho. Si puede percibirlos
claramente, podrá percibir la parte superior de su hombro, la parte
anterior del hombro, la. parte externa del hombro, la parte posterior del
hombro, y tal vez tenga alguna percepción de la articulación de su
hombro derecho y de cómo se inserta su brazo derecho en el lado derecho
de su cuerpo. Podría tener conciencia también de su axila derecha y de
los puntos en que la parte superior de su brazo derecho entra en contacto
con el lado derecho de su torso.
Su hombro derecho tiene muchas posibilidades de movimiento. Usted
puede, por ejemplo, desplazarlo hacia delante. Puede llevarlo hacia
delante y traerlo de vuelta al punto de origen, y desplazarlo hacia delante
y hacia atrás de nuevo. Estos movimientos vienen acompañados por unas
sensaciones muy definidas.
Si extendiera su brazo derecho hacia delante, descubriría que puede
realizar un movimiento frontal mucho más extenso con el hombro derecho
de lo que puede realizar cuando su mano derecha reposa sobre el libro, el
escritorio, el muslo o el brazo de la silla.
También puede llevar el hombro derecho hacia atrás, devolviéndolo a la
posición de origen, y repetir ese movimiento muchas veces. Entonces se
producen sensaciones diferentes, aunque son algo parecidas a las que
aparecen cuando lleva el hombro derecho hacia delante. Si su brazo
derecho está por detrás de usted, entonces el movimiento de regreso del
hombro se vuelve mucho más extenso.
Advertirá seguramente que puede realizar un movimiento algo más
amplio si empuja hacia arriba desde la articulación del hombro derecho,
llevando el hombro hacia la oreja derecha y hacia el techo. Puede levantar
el hombro derecho, bajarlo de nuevo al punto de partida, y subirlo y
bajarlo mientras observa las sensaciones que esto le produce. Si realizara
una serie de movimientos del hombro derecho -adelante y atrás, arriba y
abajo- durante un rato, advertiría con casi total seguridad que el hombro
derecho acabaría colgando más abajo que el hombro izquierdo. También
lo sentiría más vivo, como si pudiera moverse con mayor soltura y en una
mayor distancia.
También puede hundir el hombro derecho hacia abajo, y regresar luego al
punto de partida. Le será mucho más fácil si el brazo derecho cuelga al
lado. De nuevo, las sensaciones en el hombro derecho serán diferentes,
aunque parecidas a las que conoce cuando desplaza el hombro hacia
delante, hacia arriba o hacia atrás.
Ahora también puede hacer movimientos circulares con el hombro
derecho. Puede desplazar el hombro derecho hacia arriba y luego hacia
delante, abajo, y luego atrás, y entonces arriba, hacia delante, abajo y
atrás, y así sucesivamente, dibujando círculos y más círculos con el
hombro derecho. Puede dibujar pequeños círculos con ese hombro, y
puede dibujar grandes círculos con ese mismo. Puede dibujar círculos
lentos, y círculos rápidos. Puede dibujar pequeños círculos lentos con el
hombro derecho, y también grandes círculos rápidos con ese mismo
hombro . Puede dibujar círculos de tamaños diferentes y a diferentes
velocidades de movimiento.También puede invertir la dirección en que
dibuja los círculos su hombro derecho.
Puede hacer círculos hacia atrás durante un rato, y entonces puede hacer
círculos hacia el frente, percibiendo qué está haciendo con su hombro
derecho y qué sensación producen esos movimientos.
Podría colocar la palma de su mano derecha sobre el muslo de su pierna
derecha, cerca de la rodilla. Entonces podría deslizarla bajando por la
pierna derecha, empujando con el hombro derecho. Y podría llevar la
mano hacia arriba por la pierna atrayéndola desde el hombro derecho.
Empujando y estirando con el hombro derecho, podría ir desplazando la
mano derecha arriba y abajo por la pierna, desde el tobillo hasta la
articulación de la cadera, si puede abarcar toda esta distancia. Para eso,
tendrá no sólo que empujar y estirar desde el hombro derecho, sino
también permitir que el cuerpo se doble desde la cintura, desplazándose
adelante y atrás con el hombro derecho.
También podría apoyar la mano derecha encima del hombro derecho, con
la parte superior del brazo a la altura del hombro, y entonces dibujar
círculos con el brazo derecho, girando desde el hombro derecho. Desde
esta posición podría dibujar todo tipo de círculos, hacia un lado y hacia el
otro, lentos y rápidos, grandes y pequeños, con múltiples combinaciones a
medida que su hombro derecho gira con la mano derecha apoyada en él.
También, con la mano derecha encima del hombro derecho, podría
desplazar el codo hacia delante, de forma que el hombro rote hacia
dentro. Si pusiera la mano en la axila, advertiría que el movimiento del
hombro sería diferente, dirigiéndose más hacia el centro de su cuerpo.
Ese movimiento del hombro derecho hacia el centro de su cuerpo se
volvería asimismo más amplio a medida que colocara la mano más y más
abajo en el lado derecho del cuerpo, hasta que finalmente alcanzara un
punto en que el movimiento de regreso se hace cada vez más pequeño.
Algo parecido sucedería si colocara la mano derecha sobre el hombro
derecho y desplazara el brazo hacia atrás. Entonces su hombro iría cada
vez más atrás a medida que su mano fuera bajando por
su cuerpo hasta que, de nuevo, alcanzara un punto de regreso cada vez
menor. Los movimientos del hombro derecho se harían más pequeños
hasta que finalmente no hubiera casi movimiento en el hombro, ni en el
omóplato derecho ni en la parte superior derecha de la espalda.
Ahora podría extender el brazo derecho de forma que la mano derecha
descanse sobre la mesa delante de usted, y podría empuñar la mano sin
apretar los dedos. Entonces puede hacer girar el puño como una rueda
hacia dentro, sintiendo el giro interno de su hombro derecho. Después de
eso, podría hacer girar el puño hacia fuera, sintiendo cómo el hombro rota
hacia fuera. Puede hacer girar el puño de derecha a izquierda, de forma
que el hombro rote hacia dentro y luego hacia fuera, y de vuelta,
experimentando una sensación claramente diferente en el hombro
derecho y un movimiento en el hombro derecho distinto a todos los
descritos hasta ahora.
Llegados aquí, si hiciera estos movimientos, advertiría claramente cómo
el hombro derecho cuelga más bajo que el izquierdo. De hecho, advertiría
que su pelvis ha descendido en el lado derecho, y que su cuerpo entero
tiende a inclinarse hacia la derecha.
Seguramente advertirá que su cabeza está ladeada hacia la derecha, que
la columna se curva hacia la derecha y que, por tanto, la caja torácica
descansa hacia el centro de su cuerpo en el lado derecho.
Seguramente descubriría también que la cadera derecha se ha
desplazado de un modo que la rodilla derecha apunta hacia la derecha,
así como el pie derecho, mientras que en el lado izquierdo, su pie y tobillo
estarían apuntando hacia el frente.
En otras palabras, descubriría que su sistema nervioso está
experimentando una fuerte predisposición hacia el lado derecho.
Advertiría que este lado produce una sensación menos densa y a la vez
más vivaz si lo compara con el lado izquierdo. Sobre todo, se daría cuenta
de sensaciones en su hombro derecho que seguramente llegarían a
permitirle sentir la articulación de dicho hombro cuando se encuentra
quieto, y también si decidiera dibujar círculos u otros movimientos con la
articulación del hombro derecho. Y esta percepción de su hombro en el
lado derecho sería ciertamente muy diferente de la sensación del hombro
en el lado izquierdo, si comparara los dos hombros desde su posición de
sentado.
Ahora fíjese en cómo está sentado y si su sistema nervioso manifiesta
alguna predisposición hacia el lado derecho. Compare cómo percibe su ojo
derecho en relación al ojo izquierdo. Cierre los ojos para experimentar
esta -y otrascomparaciones. El lado derecho de sus labios en relación al
lado izquierdo. El lado derecho de su cara en relación con el lado
izquierdo. El hombro derecho en relación con el izquierdo.
Ahora, físicamente, objetivamente, describa círculos durante un instante
con ambos hombros y compárelos. Compare no sólo los movimientos del
hombro sino también lo que sienta que sucede en la parte superior de la
espalda, tanto en el lado derecho como en el izquierdo.
A continuación, levántese y dé un paseo por la sala, comparando el lado
derecho con el lado izquierdo: en primer lugar, cómo se mueven los
hombros y los brazos, luego todo aquello que note, incluyendo el contacto
con el suelo que tienen el pie derecho y el pie izquierdo.
Después deténgase y, con los brazos, describa grandes círculos por
encima de la cabeza. Describa círculos simultáneos y también alternando
los brazos.
Haga círculos que empiecen llevando los brazos hacia atrás y círculos que
empiecen llevando los brazos al frente. Entonces quédese quieto y
compare sus dos hombros y brazos.
Después vuelva a sentarse, y haga cualquier otra observaciónque se le
ocurra.
-6-
Reorganizar la relación del
cuerpo con la gravedad
Para empezar, limítese a leer este párrafo. Luego siga las instrucciones. Al
seguir las instrucciones, esté tan atento como pueda a sus sensaciones y
movimientos, proponiéndose recordar exactamente lo que observe, de
forma que pueda comparar su estado actual con lo que experimente una
vez concluido el ejercicio. Observará, en primer lugar, cómo se mantiene
de pie y qué sensación le produce. Fíjese en las sensaciones de longitud
-o altura- de su cuerpo, el contacto de los pies con el suelo, cómo siente
su tronco -fijándose especialmente en la parte baja de la espalda-, y cómo
sostiene la cabeza. Fíjese en si la cabeza parece erguida, de forma que su
mirada se dirija al horizonte y no al suelo ni al techo. Intente darse cuenta
también de qué hace con los ojos: si miran hacia el horizonte, o hacia
abajo, hacia arriba, o bien hacia un lado u otro. Entonces, sin dejar de
examinarse cuidadosamente, empiece a caminar y haga observaciones
parecidas, fijándose en las sensaciones de estatura y peso de su cuerpo.
Ejecute ahora estas acciones y vuelva a sentarse.
Ahora, tal como ya ha hecho antes, tome asiento con ambos pies bien
apoyados en el suelo. Debería colocar - y mantener- los pies paralelos y
con una separación de un palmo o palmo y medio ( 25 a 30 cm) entre
ellos.
Recuerde, es de crucial importancia que lea despacio y con mucha
atención. Repose durante un segundo o dos entre frases para que la
NEUROCOMUNICACióN pueda producir todo su impacto sobre su cerebro y
sistema nervioso central. Entonces, tal como ha experimentado antes, sus
músculos y esqueleto podrán asimilar las señales que precisan para
reorganizarse involuntariamente como resultado de su lectura.
Si sus pies son normales, tienen dedos, y huesos con articulaciones dentro
de los dedos. La planta del pie es una masa carnosa, en cuyo interior hay
otros huesos, un poco más largos, que se extienden a través de todo el
pie y llegan hasta el talón. También el talón tiene una estructura de
huesos, cuya forma es muy diferente a la forma de los huesos de los
dedos y del pie.
Justo encima del talón está, por supuesto, el tobillo. Su tobillo tiene una
estructura ósea bastante compleja; por encima de ella se encuentran los
largos huesos de la pierna. Estos huesos, y el resto de la parte inferior de
la pierna, se
26
hallan entre los tobillos y las rodillas. Esta parte de las piernas es mucho
más larga que los pies, recorriendo una buena porción de su cuerpo,
desde los tobillos hasta las rodillas.
Sus rodillas tienen su propia estructura ósea bastante complicada y una
variedad de movimientos mayor que sus tobillos. En parte, esto es así no
sólo porque las piernas son bastante largas por debajo de las rodillas, sino
porque las piernas también son bastante largas por encima de las rodillas.
Sus piernas por encima de las rodillas, los muslos, son seguramente
bastante más sensibles al tacto que la parte inferior de las piernas y las
pantorrillas. De hecho, si desliza los dedos hacia arriba por los muslos,
ejerciendo una pequeña presión sobre la carne con las uñas, seguramente
advertirá que las sensaciones se hacen más fuertes -y probablemente
bastante más placenteras- a medida que se acerque a la pelvis y las
nalgas.
En la parte delantera de su cuerpo está la zona púbica, el bajo vientre y
luego -a medida que su conciencia va subiendo por su cuerpo- está el
ombligo. Por detrás de su ombligo se encuentra el segmento inferior de su
columna. Su columna arranca en el cóccix, situado en la pelvis, y va
subiendo por el cuerpo; se compone de muchas vértebras de diferentes
tamaños. Luego está la zona que usted conoce como cintura y, por
encima de ella, la caja torácica.
(un poco por debajo de su cintura y caja torácica están sus manos y
dedos. Se parecen en algo a los pies y dedos del pie, tal como sus
muñecas y brazos se parecen considerablemente a los tobillos' y piernas.
Por encima de las muñecas están lo que, usted llama sus antebrazos, que
conducen a los codos. Sin duda, usted podrá percibir que sus costillas'
empiezan en algún lugar cercano al sitio -en cuanto a la altura- donde su
antebrazo se junta con el codo. Luego vienen los brazos y, en su extremo
superior, las articulaciones del hombro y los hombros.
Sus costillas -y su caja torácica- rodean gran parte de su tronco,
protegiendo un buen número de órganos vitales. Usted posee muchas
costillas, y a. medida que su conciencia avanza por su cuerpo hacia su
pecho y axilas, debería poder sentir que sus costillas se mueven
suavemente hacia fuera y hacia dentro, al compás de la respiración. Si su
percepción es correcta, podrá notar, en cierto grado, los movimientos de
sus costillas en la parte anterior de su cuerpo, pero más fácilmente en los
costados y en la espalda.
El tórax y los pechos se suelen percibir normalmente con mucha claridad.
La conciencia de sus pechos se encontrará a diferentes alturas de su
cuerpo según su tamaño y forma. Justo encima de su esternón, y hacia los
lados, se encuentran los hombros. También posee articulaciones de los
hombros, y es posible que perciba asimismo sus omóplatos. Su columna
se eleva más allá de los hombros y se introduce en el cuello, subiendo por
detrás de los huesos del mentón hasta la base del cráneo.
En el interior del cuello se encuentra no sólo la columna sino también la
garganta, con la cual puede percibir, a menos que ya tenga conciencia de
ella, cuando bebe o cuando come. Al tiempo que percibe la garganta,
también es probable que perciba el interior de la boca y, quizás, la
mandíbula.
Su percepción del interior de la boca seguramente comprende el paladar
superior e inferior de la boca, los lados de la boca, los dientes y la lengua.
De todas las partes del cuerpo, tal vez ninguna otra se percibe tan
claramente como los labios. Los percibimos con tanta claridad porque
participan en actividades de grandísima importancia, tanto para la
supervivencia como para satisfacer necesidades emocionales muy
fundamentales: la ingestión de alimentos, la comunicación con los demás
por medio del habla y de hacer el amor. Tal vez pueda darse cuenta
incluso ahora, al leer, lo claros que aparecen sus labios en su imagen
corporal, su cuerpo tal como usted lo percibe.
Por encima de sus labios se encuentran otras partes de su cuerpo que
tienen una gran importancia. Está su nariz, necesaria para respirar y
también para el sentido del olfato. Sus oídos, necesarios para oír. Y sus
ojos, sin los cuales usted no tendría conocimiento visual del mundo,
además de tener una forma muy diferente de imaginar y recordar.
Debido a la gran importancia de esas partes de su cuerpo situadas en la
cabeza, normalmente su rara y su cabeza son percibidas con mucha
claridad, en comparación con algunas otras partes de su cuerpo. El resto
de su cabeza -su frente y esas par, tes que suelen estar cubiertas de pelo-
también se perciben con bastante claridad, pero seguramente no tanto
como percibe su cara. Esto se debe, en parte, a que la carne no es muy
gruesa ni muy sensible en las zonas donde recubre el exterior de su
cráneo.
Su cráneo ofrece un espacio y una protección para la parte más
importante del cuerpo humano: el cerebro. Otras partes pueden ser de
igual importancia para el mantenimiento de la vida, pero ninguna otra
resulta tan importante para la manera en que usted la vive.
Dentro del cráneo, su cerebro -que usted no puede percibir- se divide en
dos hemisferios, cada uno de ellos una estructura de inmensa
complejidad que se caracteriza por una constante actividad eléctrica y
química. Visible desde la parte superior del cerebro, sé encuentra la
llamada división cerebral y el cuerpo calloso. Aunque lo que se enseña es
que uno no puede percibir su cerebro, lo que sí es cierto es que, cuando
se mantiene la conciencia enfocada durante un rato en el espacio del
cerebro, aparece una sensación de que se está percibiendo el cerebro, a
veces con mucha claridad. Si es la concentración la que crea una imagen
del cerebro, o simplemente por qué se tiene esta sensación, es algo que
no está claro todavía.
Podrá mantener fácilmente la concentración en el espacio cerebral si
tiene la sensación de que sus ojos miran hacia arriba, hacia el espacio del
cerebro, y dan vueltas en ese espacio. Puede tener la sensación de que
sus ojos dibujan círculos horizontales, verticales, diagonales, todo tipo de
círculos, girando en diferentes direcciones, en el espacio del cerebro.
También puede tener la sensación de respirar hacia el espacio del cerebro.
Puede sentir cómo dirige la respiración hacia el hemisferio izquierdo del
cerebro, o el derecho, o hacia el interior y más allá del cuerpo calloso que
une los dos hemisferios. Puede sentir que respira a través del cerebro,
hasta la parte superior del cráneo e incluso más allá. Puede sentir que
respira a través del espacio de su cerebro y hacia el cráneo, de manera
que su cráneo se alarga al respirar a través de él. O puede sentir que
respira directamente hasta la parte superior del cráneo y que su
respiración se extiende entonces hasta más allá del cráneo. Su respiración
sube a través de su cerebro y del cráneo, más y más alto, tan alto a
través de su cráneo y más allá de él como usted decida respirar.
Concédase algunos segundos para asimilar lo que acaba de leer.
Ahora, cuando haya acabado de leer este párrafo, levántese y compare su
estado con el que tenía antes de empezar a leer este ejercicio. Después,
camine un poco y compare lo que experimenta al caminar ahora con lo
que experimentó al caminar al principio de este capítulo. Una vez
realizado esto, regrese a la silla y lea el párrafo final. Haga estas
observaciones ahora.
¿Qué ha observado? ¿Qué tipo de sensaciones de longitud o altura, y
cómo se apoya su cuerpo, su tronco sobre todo? ¿Cómo sostenía la
cabeza y hacia dónde se dirigía su mirada? ¿Qué sensaciones de peso, o
ligereza, y cómo se apoyaban sus pies en el suelo al caminar? ¿Sentía su
cabeza como si flotara un poco en el espacio al moverse? A veces incluso
sucede que cuando se siente el cuerpo a un nivel más profundo, las
emociones o el estado de ánimo también se perciben con mayor
profundidad. ¿Describe algo de esto lo que ha experimentado? ¿Qué más
podría añadir usted? Dé otro paseo si siente que tal vez ha pasado algo
por alto.
-7-

Una mano para tocar


una mano para ser tocado
Como ya ha observado, al concluir cualquier ejercicio de
NEUROCOMUNICACIÓN, su percepción es más clara y usted puede mover
de un modo más eficiente aquella parte de su cuerpo sobre la que ha
estado leyendo. A medida que vaya realizando estos ejercicios, será cada
vez más probable que los cambios que ocurran sean permanentes, y
también que vayan apareciendo otros beneficios. El potencial para
funcionar como un genio está presente en todo cerebro humano, y podría
realizarse sólo con que el cerebro se utilizara de una manera suficiente y
eficaz. Es improbable que la lectura de este libro reactive su potencial
hasta ese punto, pero sí le puede dar un empellón en esa dirección. Los
ejercicios tienen el efecto de liberar o desinhibir las células cerebrales
"congeladas" en la corteza motriz.
Su cerebro se vuelve más activo en más de sus partes, no sólo en la
corteza motriz sino también en las zonas adyacentes del cerebro que
tienen que ver con las funciones de pensamiento y sensación.
Los efectos son acumulativos conforme avanza el "trabajo". No sólo
mejora usted el estado de su cerebro, y lo usa mejor, sino que también va
mejorando acumulativamente su imagen corporal, esto es, percibe su
cuerpo con mayor claridad y exactitud. A medida que esto suceda, usted
sabrá más exactamente qué es lo que está haciendo. Se volverá entonces
menos torpe, menos derrochador de sus recursos energéticos y menos
dispuesto a sufrir lesiones accidentales. Su cuerpo tendrá una menor
inclinación a retener los patrones musculares que resultan de la tensión
psicológica y emocional, de modo que, en realidad, será menos propenso
a "estar tenso". A medida que mejoren su percepción y su uso del cuerpo,
será usted también mucho menos vulnerable a esos síntomas de un mal
uso corporal que a menudo se atribuyen erróneamente al envejecimiento.
En un plano práctico, usted envejecerá más despacio y con más elegancia
que si no expande su conciencia ni usa su cuerpo según esta conciencia.
Por breve que sea este libro, y a pesar del hecho que sólo le permita
"trabajar" con unas pocas partes de su cuerpo, con toda seguridad -y de
una forma beneficiosa- le puede transformar. Le abrirá la posibilidad de
una mayor conciencia y de usar su cuerpo con un potencial de
movimiento, percepción y placer mucho mayor del que haya conocido
nunca antes.
Desde ahí, usted podría continuar desarrollando estas posibilidades y
obtener beneficios aún mayores.
Pero no podrá hacer nada de esto mientras alguien no le enseñe el
camino, y esto es precisamente lo que le está sucediendo ahora, al leer y
"hacer" este libro.
Quizás a estas alturas ya esté acostumbrado a emprender cada nuevo
ejercicio en posición sentada, con los pies en paralelo y con un palmo o
palmo y medio de separación entre ellos. Se le ha pedido que se siente de
una manera que permita que los movimientos que realice al leer sean
mínimos. En el caso del presente capítulo, nos encontramos con un
pequeño problema que no hemos encontrado hasta ahora. Va a leer
acerca de su mano izquierda, y esta lectura provocará varios cambios en
su percepción de dicha mano y en la capacidad de ésta para percibir y
moverse. Sin embargo, también tendrá que usar sus manos para sostener
el libro, o al menos dar la vuelta a la página.
Por lo tanto, intente reducir su conciencia de estar utilizando sus manos
para tocar el libro u otros objetos de su alrededor y permita que la
conciencia de su mano izquierda esté tan determinada como le sea
posible sólo por las palabras que va a leer.
Al final de este párrafo, debería ejecutar las acciones descritas. Esto le
proporcionará una base para comparar su mano tal como está ahora con
su mano tal como estará más tarde. Durante un instante, mire sus manos
mientras descansan paralelas entre ellas, con las palmas hacia abajo y en
una posición tan simétrica como sea posible. Fíjese cuanto pueda en la
apariencia de sus manos y compárelas entre ellas.
Acto seguido, explore su muslo y rodilla izquierdos con su mano izquierda,
fijándose en lo que percibe y cómo lo percibe. Entonces haga lo mismo
con su mano derecha, y su pierna y rodilla derechas. Use tam bién su
mano izquierda para explorar su mano y brazo derechos y, después, su
codo derecho mientras flexiona y extiende el brazo para que la mano
izquierda pueda explorar cómo se mueve el codo. Entonces use su mano
derecha para percibir la mano y brazo izquierdos y el codo al moverse.
Después de esto, coloque sus manos tan simétricamente como pueda.
Acabados estos ejercicios pase al siguiente párrafo.
Recuerde que lo que estamos haciendo aún le resulta muy nuevo a su
cerebro, aunque seguro que va aprendiendo. Con el tiempo, cuando el
cerebro tenga más experiencia, seguramente funcionará con más rapidez.
Pero por ahora, como se le ha instruido anteriormente, es necesario que
lea despacio y con atención y que mantenga su conciencia enfocada en lo
que esté leyendo. De nuevo, le resultará de ayuda hacer un segundo o
dos de pausa después de cada frase, dándose un tiempo extra para que
las palabras le lleguen antes de llevarlas a cabo.
Ahora vamos a observar su mano izquierda con algo más de detalle. Esa
mano empieza en la muñeca, y contiene huesos que se extienden hacia la
base de los dedos. La palma está dotada de una multitud de
terminaciones nerviosas que permiten que su mano izquierda toque con
una gran sensibilidad. El dorso de su mano izquierda es mucho menos
sensible.
No le hace falta ser tan sensible como la palma izquierda porque no se
usa a menudo para tocar, ni para aprender de lo que está tocando la
mano izquierda, ni para proporcionar sensaciones a otro cuerpo.
Asimismo, la parte inferior de los dedos de su mano izquierda es más
sensible que la parte superior. La cara interna de los dedos es más
sensible que la parte superior, pero menos sensible que la parte inferior.
Su mano izquierda tiene, como es de suponer, cinco dedos. O, si lo
prefiere, cuatro dedos izquierdos y un pulgar izquierdo. Seguramente
puede percibir que su pulgar tiene una circunferencia mayor que los otros
dedos, sobre todo que el meñique izquierdo. También es posible que usted
pueda percibir las diferentes longitudes de los dedos de su mano
izquierda y percibir claramente que el dedo del corazón es el más largo.
A menos que usted junte los dedos de su mano izquierda, entre ellos hay
un espacio. Los espacios a cada lado del dedo del corazón son
seguramente casi idénticos. Es probable, sin embargo, que el espacio
entre el meñique y el anular izquierdo sea diferente del espacio que hay
entre el índice y el pulgar izquierdo.
Usted puede percibir fácilmente las articulaciones de los dedos de la
mano izquierda si cierra los dedos en un puño y los vuelve a extender.
Puede repetir este gesto varias veces, flexionando y extendiendo los
dedos rápidamente, y después flexionándolos y extendiéndolos despacio.
También puede subir y bajar los dedos, todos juntos o por separado, tal
como lo haría si estuviera tocando el piano con su mano y dedos
izquierdos.
Gracias a la cantidad de movimiento que realiza regularmente, la mano
izquierda de un pianista será ágil y sensible. Sin duda usted puede
imaginarse
cómo se movería su mano izquierda si usted tocara el piano
regularmente, como un concertista. Su mano izquierda también podría ser
de lo más sensible, y tal vez de lo más ágil, si usted la usara
habitualmente para trabajar con el cuerpo de otras personas, como hacen
algunos sanadores. Su mano izquierda tocaría, entonces, no sólo la
superficie de otro cuerpo sino que sentiría su interior, tocando de una
manera mucho más profunda y completa de lo que tocan las manos de
ordinario. Usted podría tener ese tipo de mano izquierda.
Podría empezar a dotar a su mano de esta sensibilidad desplazándola
arriba y abajo por su pierna izquierda, usándola para percibir tanto como
pueda su pierna izquierda mientras la toca. Podría usar su mano izquierda
para explorar su rodilla izquierda, procurando tocar tan profundamente
como pueda los huesos de la rodilla con la mano izquierda. Entonces, si
dobla y estira la pierna izquierda, podrá percibir lo que sucede en su
rodilla izquierda de una manera aún más clara.
Hay muchas cosas que usted puede hacer para aumentar la sensibilidad
de su mano izquierda, hacer que tenga mayor presencia en su imagen
corporal, y mejorar el funcionamiento general de ella.
Las mejoras se dan, por ejemplo, cuando la conciencia se mantiene
enfocada incluso durante la ejecución de actividades muy simples. Usted
puede, si gusta, dejar la punta de los tres dedos medios sobre la mesa, al
tiempo que golpetea sobre la mesa con la base de la mano, en intervalos
rítmicos de uno, dos, tres y cuatro golpes. O también, podría posar la base
de la mano sobre la mesa y golpetear con la palma y los dedos en
intervalos rítmicos de uno, dos, tres y cuatro golpes.
Podría dejar la base de la mano inmóvil y deslizar los dedos de lado a
lado. O dejar los dedos quietos y deslizar la base y la palma de la mano de
lado a lado. También puede simplemente deslizar la mano izquierda
adelante y atrás, o llevarla de lado a lado, deslizándola sobre la mesa o
alguna otra superficie. O podría dibujar círculos sobre la mesa con la
palma de la mano, primero hacia un lado y después hacia el otro. Con la
mano izquierda puede dibujar círculos pequeños y puede dibujar círculos
grandes. Puede dibujar círculos rápidos y puede dibujar círculos lentos.
Puede dibujar todo tipo de círculos, con distintos grados de velocidad y
lentitud, grandes y pequeños, hacia un lado y hacia el otro, siempre
girando y percibiendo con su mano izquierda las sensaciones que ello le
produce.
Seguramente habrá tenido alguna vez la experiencia de dejar la mano
izquierda en agua fría durante un rato, de forma que la mano se va
quedando cada vez más entumecida cuanto más tiempo pasa bajo el
agua.
Su mano izquierda también conoce la sensación que produce el agua
caliente. Sabe lo que es tocar o sostener un pedazo de hielo. También
sabe lo que es tocar o sostener algo caliente.
Su mano izquierda sabe qué sensación producen las pieles de animales:
qué sensación le producen a la palma y al dorso y qué sensación
producen las pieles entre los dedos de su mano izquierda. Su mano
izquierda conoce el tacto de las plumas, y también del cuero y de las telas
de algodón. Su mano. izquierda seguramente ha tocado terciopelo, y
conoce el tacto del satén y también de la seda.
Su mano izquierda sabe lo que es tocar la corteza de un árbol, o una hoja
o la hierba. Conoce el tacto del papel de lija, y del vidrio mojado y de la
madera pulida. Su mano izquierda puede recordar la sensación de
adaptarse a las formas de un trozo de metal.
También conoce la sensación de tocar el cuerpo humano y cuantas
experiencias diferentes puede disfrutar con el solo hecho de tocar otro
cuerpo.
Usted puede utilizar su mano izquierda para aprender cosas de las
superficies que toca, pero también puede usar muchas de estas
superficies para estimular sensaciones en ella. Repetimos, su mano
izquierda, la palma y la base de los dedos están dotadas de un número
enorme de terminaciones nerviosas para el tacto. Gracias a este hecho,
también es posible estimular en alto grado esas partes de su mano
izquierda, de modo que la mano se vuelva extremadamente sensible,
además de cargarse de energía.
Es esta energía en su mano izquierda la que otra persona puede percibir
como calor si, por ejemplo, usted realizara un trabajo de sanación. Su
mano izquierda podría transmitir tanta energía que el calor casi daría la
sensación de poder quemar su cuerpo o el de la otra persona.
En una situación adecuada, su mano izquierda puede recibir, y también
transmitir, lo que será claramente percibido como energía sexual. La
palma y los dedos se llenan de tal modo de energía que pueden llegar a
resultar, al menos ligeramente, orgásmicos, y entonces su mano podría
despertar sensaciones parecidas en casi cualquier parte del cuerpo de
otra persona si acariciase ese cuerpo.
Una vez experimentada tal posibilidad, usted puede utilizar otras
superficies para despertar diferentes tipos de sensibilidad y diferentes
tipos de energía en su mano izquierda. Tanto si esas energías son,
pongamos, de tipo sexual como sanador, o de otros tipos de energía, su
mano puede sensibilizarse de tal modo que deja de parecer sólida y
parece más bien como si estuviera compuesta de partículas de energía
que fluyen o bailan. Cuando su mano izquierda está energetizada a ese
nivel, la energía será percibida en toda la mano, y no sólo en la palma o
en la base de los dedos.
Cuando su mano izquierda ha adquirido este grado de sutileza y
sensibilización, entonces puede realmente percibir otros cuerpos en
profundidad, y también puede traspasar su energía a esos cuerpos a un
nivel muy profundo. Su mano izquierda puede ser así.
Ahora, al final de los siguientes dos párrafos, haga, por favor, lo siguiente,
preferiblemente con los ojos cerrados. primer lugar, compare su
conciencia de la mano izquierda con la conciencia de la mano derecha.
Compare también su conciencia del hombro izquierdo respecto al derecho
y fijeseen cómo se apoya el lado izquierdo de su pelvis en comparación
con el derecho, y cómo percibe su pie izquierdo y cómo se apoya en el
suelo en comparación con el pie derecho. Entonces utilice la palma y la
base de los dedos de su mano izquierda para explorar su pierna y rodilla
izquierdas. Tras eso, use la mano derecha para explorar la pierna y rodilla
izquierdas y compare las dos experiencias. También toque y explore la
mano derecha con la izquierda, y después use la mano derecha para tocar
y explorar la izquierda, y observe con qué diferencia toca su mano
derecha respecto a como lo hace la mano izquierda. Su mano izquierda,
con toda certeza, tocará de una manera que produce sensaciones más
refinadas y expresará más conocimiento que la mano derecha. En cambio,
al explorar su mano derecha, la izquierda tocará algo que es más sutil que
ella misma.
Apoye el codo derecho en la palma de la mano izquierda y entonces
flexione y extienda el brazo derecho, sintiendo el codo con la mano
izquierda. Después sienta el codo izquierdo con la mano derecha mientras
flexiona y extiende el brazo izquierdo. Compare las dos experiencias. Una
vez que haya concluido, levántese, camine por la habitación y compare su
conciencia de la mano y el brazo izquierdos con el derecho. Entonces, use
su mano izquierda de otras maneras para seguir explorando de qué modo
puede sentir su mano lo que toca cuando se la ha acercado un poco más
a su potencial sensitivo.

-8-
Una lengua para
todos los gustos
Una vez más, siéntese como antes, cómodamente, en el mismo tipo de
silla, y apoye los pies en el suelo, paralelos, con un palmo o palmo y
medio de separación entre ellos. Cerciórese de que no será interrumpido
ni sufrirá ninguna distracción, y recuerde que a medida que lea, la calidad
de conciencia que aplique a la lectura -el enfoque de su concentración
mientras lee despacio y atentamente- determinará, más que ninguna otra
cosa, cuanto se beneficie del ejercicio. Ahora, cuando se le pida, realice
sus observaciones según las instrucciones que reciba para poder
comparar su estado actual con lo que perciba y haga cuando concluya su
trabajo.
De todos modos, en primer lugar se debería mencionar que es muy
corriente que los músculos de la. lengua mantengan una tensión habitual
o se encuentren excesivamente contraídos. Tal tensión crónica en la
lengua tiene muchas consecuencias perjudiciales, entre ellas: la cabeza y
el cuello no pueden girar tan libremente como deberían, los movimientos
oculares se ven inhibidos y los ojos pueden acumular una carga nerviosa,
y es probable que aparezcan interferencias con el habla y la respiración.
En algunos casos, los movimientos de la boca se ven afectados,
impidiendo comer y beber de un modo adecuado. La tensión en la lengua
puede contribuir a crear tensión en la mandíbula, problemas dentales y
jaquecas. Incluso los movimientos de la columna en la parte superior e
inferior de la espalda pueden verse perjudicados como resultado de una
tensión crónica en la lengua.
Cuando la lengua está suelta, yace ancha y plana en la boca, y la punta
sobresale muy ligeramente entre los dientes superiores e inferiores.
Cuando se encuentra lo bastante suelta, se mueve en coordinación con
los movimientos de los ojos, el cuello y la cabeza. Si los ojos van hacia la
derecha, la lengua irá hacia la derecha. Si la cabeza se vuelve hacia la
derecha, la lengua se desplazará hacia la derecha, tal como harán los ojos
si no hay ninguna inhibición de los movimientos oculares que lo impida.
De manera similar, la lengua y los ojos se coordinarán con la cabeza y el
cuello en el caso de los movimientos de subida y bajada, o cualquier otro
tipo de movimiento de la cabeza y el cuello.
Lo que significa este tipo de coordinación es que la lengua se mueve
incluso en la dirección del pensamiento o de la atención. Si una persona
está pensando en algo que queda a su derecha, entonces su lengua se
desplazará involuntariamente hacia el lado derecho de la boca. Si una
persona está pensando o atendiendo a algo que queda a su izquierda,
entonces de una manera involuntaria -y, de ordinario, inconsciente- su
lengua se desplazará hacia el lado izquierdo de la boca.
Esto es lo que sucede cuando el cuerpo se mueve como debe. El motivo
de que ocurran estos movimientos es que la cabeza y los ojos siempre
tienden a desplazarse en la dirección en que se está pensando o hacia la
que uno dirige su atención. Los movimientos musculares del cuello y los
ojos pueden ser muy pequeños, pero son suficientes para producir el
movimiento mayor de la lengua, que la llevará hacia la derecha o la
izquierda, o al paladar superior o inferior de la boca, según sea el caso.
Ahora, tómese un minuto o dos y observe cómo descansa su lengua y qué
hace cuando usted vuelve la cabeza hacia la derecha y la izquierda, o
simplemente lleva los ojos a derecha e izquierda. Si su lengua no se
mueve con los movimientos de cabeza y ojos, entonces no sólo su lengua
mantiene una tensión crónica, sino que además restringe los movimientos
de su cabeza y ojos. Si su lengua se mueve con su cabeza y ojos,
entonces manténgala fija en medio de la boca, y pronto se dará cuenta de
cómo esta sujeción le tensa los ojos y le dificulta volver la cabeza y cuello
al desplazarlos a derecha e izquierda unas cuantas veces.
Si su lengua permanece en medio de su boca cuando desplaza la cabeza
y ojos de lado a lado, intente entonces hacer con la lengua movimientos
contrarios a los de la cabeza y cuello, llevando la lengua a la izquierda
cuando la cabeza y ojos vayan hacia la derecha. Esto le dará una noción
clara de la interrelación entre la lengua, los ojos y los músculos del cuello.
Observe también si siente que la lengua descansa ancha y plana, si la
punta de la lengua se extiende un poco hacia el espacio entre los dientes
superiores e inferiores, y hasta qué punto le parece que percibe toda la
superficie de la lengua, o incluso más allá de la superficie. Gire la cabeza
de derecha a izquierda unas cuantas veces para tener una noción de qué
sensación le produce, la facilidad con que gira, y con cuánta velocidad
puede girar sin ninguna sensación de tensar o forzar. Ahora lleve la
lengua de lado a lado en la boca, observando esos movimientos y cómo
los afecta que usted abra la boca ligeramente, luego un poco más, y un
poco más, hasta que llegue a un punto en que mantener la boca abierta
ya no ayude a los movimientos de su lengua, sino que la lengua empiece
a sentirse obstaculizada por la tensión en la boca y en la mandíbula
cuando usted fuerza la abertura más de lo que le resulta cómodo. Y ahora,
simplemente lea, despacio, atentamente, haciendo pausas entre las
frases como de costumbre.
A menos que la lengua se utilice de una manera activa y voluntaria, o a
menos que se la examine o perciba de una manera deliberada, la mayoría
de personas tienen poca o ninguna conciencia de su lengua.
No saben cómo descansa en la boca, ni cómo debería descansar si se
encontrara bien organizada. No saben si se mueve con los ojos y la
cabeza, o si debería hacerlo. La verdad sobre estos hechos, como con
tantos otros hechos básicos de nuestro uso cotidiano del cuerpo, es
desconocida hasta el punto de que no existe ni siquiera una conciencia de
no saber las cosas que sabría un organismo sano y con un funcionamiento
adecuado.
Incluso cuando observa su lengua en el espejo, seguramente no la mira
para ver cómo descansa: si descansa ancha y plana, o si aparece
contraída y redondeada. Tampoco es probable que la mire para ver si la
lengua, en su posición de descanso, asoma la punta entre los dientes
superiores e inferiores o si queda por detrás de los dientes.
Sin embargo, si usted decide prestar suficiente atención a su lengua,
puede encontrarse que cada vez es más consciente de su superficie: la
parte de arriba, los lados, y la base o parte inferior. Tal vez entonces se
haga consciente de su longitud, y de las sensaciones de humedad y calor
en ella. Es probable que perciba más humedad en la parte inferior de la
lengua que en la superior. Prestar suficiente atención a la lengua -traerla
durante al menos un rato a su imagen corporal- es probable que le haga
sentirla más grande.
Tal como se le pidió que observara, el alcance y agilidad de la capacidad
de movimiento de su lengua puede ser experimentado parcialmente al
desplazarla de derecha a izquierda en el interior de la boca.
Si lo hace con la boca cerrada, los movimientos de la lengua serán
pequeños, y seguramente sentirá que su base, donde se originan los
movimientos, está bloqueada para poder realizar movimientos mayores.
Entonces, a medida que la boca se abre cada vez más, su lengua puede
moverse más y con mayor libertad y facilidad de movimiento, hasta el
punto en que puede sentir tensión en la mandíbula, al forzar la boca a
abrirse más de lo que resulta cómodo. Entonces percibirá de nuevo que
los movimientos de su lengua se encuentran limitados y bloqueados,
aunque por razones diferentes.
La lengua se puede usar para explorar el interior de la boca de muchas
maneras diferentes. Por ejemplo, puede pasearse por el paladar superior
y descubrir que este paladar es bastante sensible al tacto y que incluso
puede producir cosquillas. Puede descubrir que la lengua tiene mucho
más espacio para pasearse cuando explora el paladar superior que
cuando explora el paladar inferior.
Cuando su lengua explora el interior de su mejilla izquierda, tocará
entonces un tipo de superficie diferente, y también tendrá bastante
espacio por explorar. A diferencia de los paladares, los lados de la boca
son mucho más blandos y ceden con mayor facilidad.
Su mejilla izquierda, por ejemplo, es muy blanda, y se estira y cede
fácilmente cuando la lengua la empuja desde el interior. Lo mismo
sucede, por supuesto, con el lado derecho de la boca cuando usted lo
explora con la lengua.
Su lengua puede tener una experiencia rica y variada al explorar, uno por
uno, la cara interna de los dientes. Su lengua también puede explorar los
bordes incisivos de los dientes inferiores. Y, uno por uno, puede explorar
la cara externa de los dientes inferiores, para descubrir que las
sensaciones son muy diferentes según explore la cara externa o la
interna, o los bordes incisivos de los dientes.
Constituye una experiencia significativamente diferente utilizar la lengua
para explorar la cara interna de los dientes superiores, y después la cara
externa de los dientes, repasando los dientes uno por uno, para llevarla
después hacia los lados, a lo largo de los dientes superiores,
desplazándola como si, se tratara de un limpiaparabrisas.
También puede desplazar la lengua hacia delante y hacia atrás, de
izquierda a derecha, de forma que la parte inferior de la lengua pase por
el borde de los dientes inferiores, mientras que la parte de arriba de la
lengua pasa simultáneamente por el borde de los dientes superiores.
También puede explorar simultáneamente el interior del labio superior y la
cara externa de los dientes superiores con la lengua.
De la misma manera, su lengua puede explorar el interior del labio'
inferior y la cara externa de los dientes inferiores, ambos a la vez. Y
puede usar la lengua para desplazarla hacia delante y hacia atrás, de
forma que primero recorra el labio y dientes superiores y después el labio
y dientes inferiores, dibujando una forma ovalada al moverse. Incluso
puede realizar esta acción de manera que cuando la lengua vaya hacia la
izquierda, siga hasta entrar en el lado izquierdo de la mejilla, y cuando
vaya hacia la derecha, siga hasta el lado derecho de la mejilla.
Puede retraer la lengua hacia atrás de forma que la punta quede a una
cierta distancia detrás de los dientes, y puede practicar retraerla y
después llevar la hacia delante hasta el punto en que entre en contacto
con la cara interna de los dientes. O puede llevarla hacia atrás tanto como
pueda sin que llegue atensarse, y después llevarla adelante de forma que
se extienda entre los dientes y entre los labios y salga hacia delante hasta
que usted pueda verla. Puede retraer la lengua y luego extenderla de esta
manera muchas veces, llevándola hacia atrás hasta donde le resulte fácil,
y después sacarla hacia delante, hasta donde llegue sin tener que
forzarla.
Puede alargar y liberar la lengua de una forma muy perceptible si coloca
la punta de la lengua entre los dientes y la muerde con mucha suavidad.
Entonces, empuje la lengua un poco más hacia delante y muérdala
suavemente de nuevo, y otra vez, y otra más, sacando cada vez la lengua
un poco más hacia fuera y mordiéndola suavemente para ir marcando el
avance.
A medida que vaya repitiendo este proceso de extender la lengua en
pequeños tramos, podrá advertir que puede dar treinta o cuarenta
pequeños mordiscos antes de que la lengua asome por la boca tanto
como pueda alargarla. Entonces, a medida que repita el proceso, puede
llegar a dar cincuenta mordiscos, o sesenta, con la lengua asomando cada
vez más por la boca, a medida que el cerebro responde al mensaje que
recibe y permite que la lengua se alargue más y más. Tras haber realizado
estos movimientos durante un rato, su lengua puede ser sensiblemente
más larga que cuando empezó. Cuando la lleva de nuevo al interior de la
boca y la deja reposar ahí, tal vez la perciba más ancha y más plana.
Puede incluso suceder que asome entre sus dientes más de lo que le
gustaría, pero rápidamente se reorganizará para regresar a su posición
natural, con la punta sobresaliendo sólo muy ligeramente entre los
dientes. Lo que sienta su lengua y cómo sienta usted su lengua puede
variar mucho según la orientación e intención que usted ponga en el uso
de su lengua. Por ejemplo, la puede usar para percibir las superficies que
toca con ella, con la intención de reconocer esas superficies, pues su
lengua puede revelar, mediante su exploración, cómo son esas
superficies. Pero también podría usar su lengua con una intención
diferente al recorrer con ella esas mismas superficies y, mientras toca las
superficies de una manera que parece idéntica, podría tener la intención
de aprender cómo responde su lengua a esas superficies: aprender, no
sobre lo que toca su lengua, sino sobre las sensaciones que percibe al
tocar algo con ella.
También puede modificar su intención, y por tanto su experiencia, de
otras maneras muy sencillas. Por ejemplo, puede usar su lengua
deliberadamente para estimular sensaciones en cualquier parte de su
boca o labios, u otra zona de su cuerpo que la lengua esté tocando. O
puede usar intencionadamente cualquier parte que su lengua esté
tocando para estimular sensaciones en ella. La experiencia será muy
diferente en cada caso, tanto para la lengua como para la parte que es
tocada por ella. (Si estuviera tocando con la lengua el cuerpo de otra
persona, por el mero hecho de variar sus intenciones, la experiencia de la
otra persona, además de la suya propia, sería bastante diferente, según
cuál fuera su intención.)
Existen muchas otras variaciones que puede introducir al explorar el
potencial sensorial y cinestésico de su lengua. Por ejemplo, puede usar la
lengua para estimular el interior de su mejilla izquierda mientras, de
forma simultánea, la usa para aprender sobre la superficie interna de la
mejilla. O podría enfocar su conciencia en lo que siente el labio inferior
mientras lo toca con la lengua, a la vez que usa el labio inferior para
estimular sensaciones en ella. En estos casos, deberá dividir su
conciencia, y tal vez descubra entonces que ha dividido también la
cantidad e intensidad de sus sensaciones. También podría encontrarse
con la capacidad de repartir diferentes porciones de las sensaciones que
1e llegan entre la lengua y la mejilla, o cualquier otra parte que la lengua
esté tocando.
Podría pretender -y conseguir- en otras palabras, que su lengua se quede
con tres cuartas partes de las sensaciones existentes, dejando una cuarta
parte a sus (normalmente mucho más sensibles) labios.
Una vez que su lengua haya disfrutado de todas estas experiencias, y si
se han realizado a conciencia y de una manera relajada, es muy probable
que su lengua se mueva con mayor libertad y más rápidamente de lo que
se movía antes, y que esté mejor coordinada con los movimentos de los
ojos, la cabeza y el cuello. Su lengua se moverá con mayor rapidez de
lado a lado si mueve expresamente los ojos y la lengua juntos, de
izquierda a derecha, o si vuelve la cabeza de izquierda a derecha y mueve
la lengua y los ojos de izquierda a derecha, para descubrir lo rápido que
puede hacerlo. También es posible que descubra que su cabeza y cuello
giran con mayor facilidad y soltura de lado a lado, con lo que descubrirá
que los músculos de su cuello se han liberado.
Entonces, si el ejercicio ha resultado lo bastante provechoso, advertirá
que, con sólo girar la cabeza de izquierda a derecha, su lengua acompaña
espontáneamente a la cabeza. Y tal vez sólo tenga que mover los ojos de
izquierda a derecha para descubrir que la lengua los acompaña. Si su
lengua ya estaba bien coordinada, quizás advierta que ha mejorado la
calidad de sus movimientos.
Quizá no tenga más que pensar en algo que está sucediendo a una cierta
distancia hacia la izquierda de su cabeza para observar que la lengua se
desplaza espontáneamente hacia el lado izquierdo de la boca.
O no le haga falta más que imaginar algo que sucede hacia la derecha
para observar que su lengua se ha desplazado hacia o contra la mejilla
derecha, y también puede advertir que su lengua sube y baja según usted
imagine algo que sucede por encima de su cabeza, o preste atención a
algo que sucede a la altura de sus pies o por debajo de ellos.
Ahora efectúe estas observaciones, empezando con cómo reposa su
lengua en la boca, fijándose después en cómo se coordina con los
movimientos de la cabeza, de los ojos, y con su atención. Y f jese en la
claridad con que percibe ahora las superficies de su lengua. Vuelva la
cabeza rápidamente de lado a lado, notando cómo se mueve. También,
con la boca abierta casi hasta el punto de tensión, lleve la lengua de lado
a lado y fíjese en si ha mejorado el movimiento. Permanezca sentado
tranquilamente, con los ojos cerrados, e intente realizar algunas otras
observaciones.

-9-
Aprender a través
de los hemisferios
Como de costumbre, lea este párrafo y lleve a cabo las acciones que en él
se describen para disponer de una base que le permita reconocer qué
cambios ha producido en su cuerpo la NEUROCOMUNICACIÓN. A menudo
no percibimos el cuerpo con mucha claridad, pero sí que lo percibimos
normalmente como si fuera simétrico. Es decir, la persona media percibe
con una claridad prácticamente idéntica la pierna derecha e izquierda, el
brazo derecho e izquierdo, el hombro derecho y el izquierdo, los dos lados
de la cara, etc. De ordinario el cuerpo se percibe como del mismo peso en
ambos lados, y también de la misma longitud. Esto es lo que aquí
denominamos simetría.
Ahora, levántese y colóquese con los pies abiertos hacia fuera en un
ángulo parecido y con los brazos colgando de manera similar. Fíjese en si
su cuerpo le parece simétrico en función de la claridad de percepción,
peso y longitud. Luego, camine por la sala y efectúe las mismas
observaciones. Una vez hecho esto, regrese a la silla y, en posición
sentada, repase su cuerpo en cuanto a la simetría. Después, siga leyendo,
despacio y atentamente, haciendo pausas de uno o dos segundos entre
frases.
Recuerde, esta forma de procesar la información es nueva para su
cerebro, algo que se ha de aprender antes de que el cerebro pueda
ejecutarlo con rapidez.
Debe sentarse, como ya es habitual, con los pies paralelos y a un palmo o
palmo y medio el uno del otro. Mantenga esta posición simétrica y procure
hacer lo mismo también con el resto del cuerpo.
Seguramente podrá sentir que las nalgas y las plantas de los pies reposan
simétricamente sobre la silla y sobre el suelo.
Ahora me gustaría llamarle la atención sobre el hecho de que su pie
derecho se apoya en el suelo, dibujando un ángulo prácticamente recto
con la pierna derecha. El muslo derecho se encuentra aproximadamente
en ángulo recto con la pierna derecha. Y, si está sentado en una posición
erguida, entonces el lado derecho de su tronco se encuentra en ángulo
recto con su muslo derecho.
Usted sabe que podría mover el pie derecho de varias maneras diferentes.
Podría dejar el talón derecho en el suelo y luego golpetear el suelo con la
almohadilla del pie derecho. Podría golpetear el suelo en intervalos
rítmicos de uno, dos, tres y cuatro golpes, o podría hacerlo sin ningún
ritmo definido.
Dejando el talón derecho más o menos en su sitio, podría hacer girar la
punta del pie de lado a lado, sin levantar el pie del suelo. O, bien, podría
deslizar el talón derecho de lado a lado manteniendo la punta del pie más
o menos en su sitio. También podría mover repetidas veces el tobillo
derecho hacia el exterior y después hacia e1 interior del pie derecho.
Podría extender la pierna derecha y, dejando el talón apoyado en el suelo,
dibujar círculos en el aire con el pie derecho.
También podría zarandear los dedos de los pies. Tras extender la pierna,
podría traerla de nuevo hacia el cuerpo por medio de la articulación de la
rodilla derecha. Podría doblar y extender la pierna derecha muchas veces,
usando los músculos que sirven pira mover la pierna desde la articulación
de la rodilla Podría pasar la mamo derecha arriba y abajo por la pierna
derecha, percibiendo la cara anterior, posterior y lateral de la pierna
derecha con la mano derecha. Podría colocar la mano en combinaciones
diferentes con la pierna derecha. Podría utilizar la mano derecha para
explorar y estudiar la parte inferior de la pierna derecha sobre la intención
de aprender tanto como pueda ella. Podría usar su mano derecha para
estimular muchas sensaciones diferentes en su pierna y rodilla derechas.
También podría usar su pierna y rodilla derechas para estimular
sensaciones en la mano derecha. Y existen otras posibilidades. Todo
depende de la intención que aplique a los mecanismos sensoriales de su
mano derecha.
Evidentemente, podría hacer lo mismo con el muslo derecho. Podría
desplazar la mano derecha por el muslo derecho, por ejemplo, de una
manera que estimule fuertes sensaciones en la palma de la mano y en la
base de los dedos derechos. Podría usar los dedos y las uñas de la mano
derecha para ejercer pequeñas presiones sobre el muslo derecho, de
forma que estimularan sensaciones placenteras que podrían llegar a
resultar bastante intensas.
Podría doblar el brazo derecho desde el codo y entonces usar la mano
derecha para palmear el muslo derecho o, tal vez, para golpetearla
rítmicamente a intervalos de uno, dos, tres o cuatro golpes.
Podría doblar el codo derecho y dibujar círculos en el aire con el brazo y
mano derechos, girando desde el codo. También podría dejar la mano
derecha sobre el lado derecho de su caja torácica y dibujar círculos con el
codo, pero esta vez girando desde el hombro derecho. O podría describir
círculos desde el hombro derecho, estirando el brazo derecho frente a
usted y haciéndolo girar, o extendiéndolo por encima de la cabeza y
dibujando círculos desde el hombro.
También podría usar diferentes partes del lado derecho de su cuerpo para
percibir el mundo a su alrededor. Podría palpar diferentes partes de la silla
con la mano derecha, usando su mano para aprender cosas sobre la silla,
o usando la silla para estimular sensaciones en su mano derecha. Puede
apretar la pierna derecha, o presionar con el brazo derecho contra alguna
parte de la silla, estimulando sensaciones en esas zonas de su lado
derecho. También podría prestar atención a cómo descansa su nalga
derecha sobre la silla y cuál siente que es la posición del lado derecho de
su pelvis.
Puede explorar el interior del lado derecho de su boca con la lengua,
deslizándola por la boca, golpeteando la lengua contra el interior de la
mejilla o empujando contra la mejilla derecha. Puede concentrar la
respiración en el orificio derecho de la nariz, sintiendo así que respira sólo
por el lado derecho. Entonces puede notar cómo se mueven las costillas
del lado derecho, y que su hombro derecho sube y baja al inspirar y
espirar por el lado derecho de la nariz. Puede guiñar el ojo derecho, tal
vez a intervalos rítmicos de uno, dos, tres y cuatro guiños.
Su conciencia tiene la capacidad de subir y bajar a lo largo del lado
derecho de su cuerpo, empezando lentamente desde la planta del pie
derecho y recorriendo todo el lado derecho hasta la coronilla. Entonces,
desde el lado derecho de la coronilla, puede bajar por el lado derecho de
la cara, percibiéndola, y bajar por el lado derecho del cuello, el hombro
derecho, el tronco, el brazo y la mano derechos, el lado derecho de la
pelvis, la pierna derecha y el pie derecho, y entonces pasearse arriba y
abajo, percibiendo el lado derecho del cuerpo muchas veces.
Tras leer este párrafo, llevará a cabo nuevas observaciones. Esta vez, sin
embargo, puede empezar a hacerlo permaneciendo sentado. Fíjese, por
ejemplo, en si el lado derecho le da la sensación de estar más bajo que el
lado izquierdo: la pelvis más apoyada en la silla, el hombro descansando
más abajo, el pie derecho con un mayor contacto con el suelo. Preste
atención también a si percibe su ojo derecho más claramente que el
izquierdo, su hombro derecho más claramente que el izquierdo, su muslo
derecho más claramente, etcétera. Entonces, levántese y, de pie, haga
las mismas observaciones. Acto seguido, camine por la sala y, de nuevo,
observe la simetría de su cuerpo -o, como es el caso ahora, asimetría-
comparando el nivel de percepción entre ambos lados, además de las
sensaciones de peso y longitud. Camine muy rápido y fíjese en si la
asimetría se hace más marcada.
Si ha estado bien atento, es casi seguro que habrá tenido una sensación
bastante clara de que su cuerpo es más largo en el lado derecho. Debería
haber sentido que el lado derecho se mueve con mayor libertad, que
parece más enérgico y vigoroso, y que el pie derecho se apoya más en el
suelo. También hay otros muchos cambios que puede ha-. ber notado:
quizá la respiración es diferente en el lado derecho, una mayor claridad
de visión en el lado derecho, una tendencia a mirar hacia la derecha, e
incluso otros. Intente observarlos una vez más; sentado, luego de pie, y
después, caminando, observe con esmero tantas diferencias como pueda
detectar entre cómo se organiza y funciona cada lado. Cuando haya
acabado, vuelva a sentarse, y llevaremos este proceso un paso más
adelante.
Como ya se le ha explicado, existen ventajas en dejar el lado que se ha
"trabajado" en su estado alterado, mejorado. Su sistema nervioso, si goza
de una salud relativamente buena, es a la vez racional y hedonista. Es
decir, busca el placer y evita el dolor. Así, cuando un lado de su cuerpo ha
podido sentirse y moverse mejor, su sistema nervioso querrá conservar
esta forma de estar más placentera. Cuanto más rato pueda observar
esta forma de estar más placentera, mayores serán las posibilidades de
que el sistema nervioso fije estos cambios, ya sea intentando retenerlos o
esforzándose por recuperarlos.
Existe también otra posibilidad: la de transferir de un lado a otro lo que se
ha aprendido. En el caso de la NEUROCOMUNICACIÓN, donde los cambios
se consiguen simplemente por medio de la lectura, esta transferencia es
menos fácil de realizar que cuando se usan movimientos de verdad, o
movimientos reforzados por imágenes sensoriales. No obstante, vamos a
intentar llevar a cabo ahora esta transferencia, con la cual deberíamos
conseguir, al menos, que se restaure la simetría de su cuerpo con un
mejor nivel de organización que el que existía antes de leer esta parte del
libro.Una vez más, mientras permanece sentado, tome nota de cualquier
asimetría que perciba en su cuerpo. (En estos momentos podría ser
menor de lo que era hace un minuto o dos).
Ahora, dispóngase a levantar el pie izquierdo, cruzando la pierna izquierda
sobre la derecha, de forma que el pie izquierdo descanse sobre la cara
externa del pie derecho. Después, podría devolver el pie izquierdo a su
posición de partida y cruzar la pierna izquierda por detrás de la derecha,
de forma que la cara anterior del tobillo izquierdo contacte con la cara
posterior del tobillo derecho. Ahora podría usar la pierna izquierda para
levantar la pierna derecha. Una vez que la haya levantado, puede
devolver la pierna izquierda a su posición original.
También podría entrelazar los dedos de la mano izquierda con los de la
mano derecha de forma que el pulgar izquierdo quede por encima del
pulgar derecho. Entonces podría separar las manos y entrelazarlas de
nuevo, pero esta vez con el pulgar derecho por encima del izquierdo.
También podría, una vez que haya separado las manos, colocar la muñeca
izquierda encima de la derecha, y la muñeca derecha sobre la izquierda, y
podría repetir este movimiento varias veces. Para acabar, podría colocar
la mano derecha sobre el hombro izquierdo. Dejándola ahí, podría colocar
la mano izquierda sobre el hombro derecho. Entonces podría levantar los
codos hasta la altura de los hombros y volver a bajarlos, manteniendo la
mano derecha sobre el hombro izquierdo y la mano izquierda sobre el
hombro derecho. Podría hacer esto varias veces, subiendo y bajando los
brazos con las manos sobre los hombros, y entonces devolver las manos a
su posición natural.Ahora, fíjese en cómo está sentado, y si se encuentra
más simétrico. Levántese y repita las mismas observaciones, y después
hágalas de nuevo mientras camina. Si ahora se encuentra, como es
probable, más simétrico, ¿siente que alguna otra cosa esté mejor que
cuando empezó el ejercicio? La transferencia de un hemisferio a otro de
su cerebro, ¿ha sido de lo que ha aprendido, o simplemente ha restaurado
ambos lados del cuerpo al estado que predominaba antes de que uno de
los lados fuera alterado? Alterar uno de los lados ha requerido un
"trabajo" bastante largo. Dése cuenta de con qué rapidez y facilidad su
cerebro le ha devuelto a un estado de simetría.

10-
Explorando estados
Alterados
Este ejercicio de NEUROCOMUNICACIÓN es algo diferente de los que ha
realizado hasta ahora. En este caso, lo que buscamos conseguir no es la
alteración de una o algunas partes o funciones, sino una experiencia más
global que requiere la participación de todo su cuerpo. Usted debería
poder reconocer, cuando terminemos, que está explorando estados
alterados de conciencia, y también un nivel de relajación muscular y otros
tipos de relajación claramente diferentes de su estado actual.
Cuando llegue al final de este párrafo, camine por la sala algunas veces y
tome nota mental de sus percepciones, cómo percibe su entorno y si se
siente relajado o no. Note cómo se mueve y todo aquello que pueda
detectar de su forma de estar actual mientras se desplaza por la sala.
Después, siéntese tal como ya se ha descrito antes: el mismo tipo de silla,
la misma posición de pies, etcétera. Modifique su postura lo menos
posible mientras lea el texto. Recuerde la importancia de enfocar su
conciencia y también que, puesto que el texto se dirige directamente a su
cerebro, hay que leer despacio y muy atentamente, dejando pequeñas
pausas entre frases, de forma que su cuerpo pueda asimilar lo que lee y
organizarse con arreglo a la lectura. Cuente con que el estado alterado y
la relajación que experimentará le resultarán placenteros. Ahora, efectúe
sus observaciones. Después, vuelva a la silla y dedíquese simplemente a
leer.
Existen muchos sistemas que se dedican al desarrollo personal y a
realizar el potencial humano. Los más elaborados utilizan, casi todos, la
respiración de una forma que no coincide con las experiencias de
respiración que tienen la mayoría de las personas, fuera de estas
disciplinas. Por ejemplo, al respirar es posible tener la sensación de estar
dirigiendo la respiración a través del cuerpo y hacia cualquier parte de él.
Usted puede tener la sensación, por ejemplo, de respirar hacia el pie
izquierdo o hacia la mano derecha, o puede tener la sensación de inspirar
hacia el cerebro y luego espirar hacia la pelvis.
A una persona se le puede pedir que mande la respiración hacia abajo
hasta el pie izquierdo, y después que la mande hacia arriba desde el
mismo pie, dirigir la respiración de arriba abajo, de modo que entre y
salga por el pie, a través de la planta y el dorso del pie.
La respiración se puede dirigir hacia abajo a través del tronco y a través
de toda la pierna hasta el pie derecho. Puede inspirar a través de la planta
del pie derecho, dejando que la respiración vaya subiendo por la pierna
derecha, para seguir por el tronco hasta el pecho y después continuar
hacia arriba a través de la cabeza, a través del espacio del cerebro y por
encima de él.
La respiración se puede dirigir a la rodilla izquierda y hacerla regresar,
para mandarla después a la rodilla derecha. Entonces, puede respirar
hacia la nariz y bajar hacia la rodilla izquierda, regresar a la nariz y
mandarla hacia la rodilla derecha, y continuar alternando entre una rodilla
y la otra.
Su respiración puede subir y bajar por la parte superior del cuerpo, de
modo que entre y salga por la coronilla en un extremo, y entre y salga
entre las piernas por el otro extremó, inspirando desde la entrepierna de
forma que la respiración recorra la columna vertebral hasta la cabeza y
salga por la coronilla para volver a bajar después.
Puede respirar colocando la respiración justo entre el ombligo y la
garganta, de arriba abajo y de delante atrás, justo entre el ombligo y la
garganta.
Puede tener la sensación de inspirar y espirar entre las piernas, y respirar
hacia el hombro izquierdo y bajar de nuevo. Puede mandar la respiración
del hombro al espacio entre las piernas. Puede respirar alternadamente
desde el hombro izquierdo y desde el hombro derecho, mandando la
respiración a través del cuerpo, y desde el espacio entre las piernas,
según usted la dirija.
Puede mantener la respiración en la base de la cabeza, entre la barbilla y
los ojos. Puede dirigirla para que entre y salga por la oreja izquierda, y
entre y salga por la derecha, atravesando la cara hasta la nariz y de
vuelta otra vez. También puede llevar la respiración hacia la frente, con la
sensación de que entra y sale por la frente. Puede añadir la sensación de
que su respiración se proyecta, como si fuese una columna de una
materia muy sutil que sale desde la frente, y que después, al tomar
aliento, puede atraerla de vuelta y volver a mandarla hacia fuera.
Algunos de los cambios más fuertes suelen darse cuando dirige la
respiración hacia el espacio de su cerebro. Pruebe a dirigir el aliento por
cada uno de los orificios nasales por separado, de forma que mande un
flujo de aliento hacia el hemisferio izquierdo del cerebro y,
simultáneamente, el otro flujo de aliento hacia el hemisferio derecho del
cerebro.
O bien puede mandar un solo hilo de aliento, que entra y sale del espacio
cerebral, de forma que este espacio palpite, o se expanda y se contraiga.
Con este tipo de respiración, es posible sentir que el espacio cerebral se
hace considerablemente mayor al compás de su respiración.
Si la respiración se dirige intencionadamente hacia la parte superior de su
cerebro, para seguir hasta el cráneo y más allá de éste, entonces es
posible sentir cómo se expande el espacio cerebral, pero en sentido de
alargamiento, haciéndose más largo.
Su aliento puede salir a través de la coronilla y regresar después por el
mismo sitio, entrando y saliendo como una columna que sube más y más
alto con cada inspiración.
Y si respira hacia arriba, entrando y saliendo del espacio cerebral, puede
hacerlo expandiendo primero la longitud del espacio cerebral y después la
circunferencia de este espacio. Con este tipo de respiración, una persona
puede empezar a tener una noción de la presencia física del cerebro y del
espacio cerebral o, al menos, tener una sensación de que se percibe el
cerebro, sobre todo cuando la respiración entra y sale por los lados de la
cabeza y por la coronilla.
También puede intentar inspirar desde los pies y las manos, de forma que
la respiración recorra las piernas y los brazos, todo el tronco y las
extremidades inferiores, atraviese la garganta y la cabeza, a través de la
totalidad de su cuerpo.
Ahora, cuando respira de esta manera, puede sentir cómo se expande y
contrae todo el cuerpo al compás de la respiración; el cuerpo palpita con
esta respiración de cuerpo completo, de forma que puede sentir el cuerpo
en su totalidad y de una sola vez por medio de la inspiración y espiración.
Reflexione un momento sobre esta respiración de todo el cuerpo, la
totalidad de su cuerpo percibida toda de una vez, un todo unificado,
armonioso. Deténgase un momento y reflexione sobre esta posibilidad.
Ahora, cuando haya concluido este párrafo, permanezca sentado
tranquilamente y haga un repaso de cómo se siente: su estado de
conciencia, si se encuentra relajado, su relación con el entorno, y
cualquier otra cosa que observe. Acto seguido, levántese y camine por la
sala realizando la misma clase de observaciones. Fíjese en si está de pie
como antes o de manera diferente, si siente un estado claro de relajación,
y de qué maneras la percepción de su cuerpo, de sí mismo y de su mundo
puede diferir de su percepción antes de leer estas páginas. Tras eso,
vuelva a sentarse y lea el párrafo final.
Es probable que aún esté teniendo una experiencia de estados de
conciencia diferente de lo que es corriente para usted. Le sugerimos que
se relaje un poco más y que disfrute explorando y examinando su estado
actual, comparándolo con sus estados de conciencia más habituales.
Entonces, cuando haya explorado a fondo estas experiencias, de forma
que pueda recordarlas con claridad, póngase de pie y camine por la sala a
paso ligero durante un minuto o dos. Tal vez descubra que está entrando
en un estado más receptivo y perceptivo. Examine también ese estado, e
intente darse cuenta de cómo se va fundiendo gradualmente en un
estado más parecido a lo que es habitual en su vida.

-11-
Ondas cerebrales
Autorreguladas
Como de costumbre, siéntese con ambos pies planos sobre el suelo y
paralelos entre sí, a la distancia acostumbrada. Como siempre, lea atenta
y detenidamente, parando un segundo o dos entre frases. Ya no debería
hacer falta mencionar que no debe interrumpir ninguno de estos ejercicios
para ir al baño, contestar al teléfono ni por ningún otro motivo. Cualquier
interrupción garantizará un fracaso parcial o total de sus esfuerzos.
Ahora vamos a buscar unos cambios algo diferentes de todo lo que ha
experimentado hasta ahora, quizá parecidos, pero en absoluto idénticos a
los experimentados en "Explorando estados alterados". En este caso,
vamos a intentar darle algún grado de control sobre la producción de dos
tipos de ondas cerebrales, las ondas alfa y las ondas delta. Si no entiende
los efectos de un predominio de producción de ondas alfa o delta, se le
explicará más tarde.
Además, un ejercicio como éste está diseñado para ejercer el mismo tipo
de efecto beneficioso sobre la zona a que se dirige -en este caso, su
cerebro- como en cualquier otra parte o función del cuerpo sobre la que
se mantiene enfocada la conciencia durante un período de tiempo
suficiente.
Usted debe tener una idea general de dónde se encuentra su cerebro en
el interior del cráneo. Seguramente sabe que su cerebro posee dos
hemisferios, el derecho y el izquierdo. La conciencia se puede enfocar
sobre el espacio donde se encuentra el hemisferio izquierdo, o se puede
enfocar donde está el hemisferio derecho.
Es posible dirigir la respiración de modo que usted sienta que está
respirando hacia el hemisferio izquierdo del cerebro. Puede hacer esto
durante un rato, y, al hacerlo, es probable que descubra que su
percepción del hemisferio izquierdo es bastante diferente de su
percepción del lado derecho de su cerebro. También puede respirar hacia
el hemisferio derecho de su cerebro durante un rato repetidamente, y
entonces, las sensaciones que aparezcan en el lado derecho seguramente
se parecerán a las que tuvo al respirar hacia el lado izquierdo del cerebro.
49
Acuérdese de limitarse a leer y no realizar voluntariamente los
movimientos descritos en el texto. Sin duda experimentará un impulso de
realizar los movimientos, pero una vez más, no los lleve a cabo
voluntariamente. Ahora también puede respirar hacia la parte posterior
del cerebro, y puede respirar hacia la base del cerebro, o puede respirar
hacia el centro del cerebro, o hacia la parte superior del cerebro. Puede
respirar hacia la parte de atrás del cerebro para sentir que su cráneo se
alarga por detrás. Luego puede respirar hacia delante a través del
cerebro, hacia la frente, y después volver atrás de nuevo. Puede respirar
hacia la parte posterior del cráneo, y puede respirar hacia la parte
anterior del cráneo, de forma que éste se alargue por delante además de
por detrás, mientras usted respira hacia delante y hacia atrás,
advirtiendo, al hacerlo, que su cerebro también se alarga por delante y
por detrás.
Su sensación de respirar a través del cerebro resulta muy efectiva para
ayudarle a mantener la concentración en el cerebro. Es más, al mantener
esta concentración, tendrá una sensación de que percibe no sólo la
superficie de su cerebro sino también su interior, al dirigir su respiración a
través de él. Cuanto más rato se dedique a respirar hacia la parte
posterior del cerebro y del cráneo, tanto más sentirá que tanto su cerebro
como su cráneo se alargan por detrás. Al principio, puede parecer que es
sólo el cráneo el que se alarga al dirigir la respiración a través del cerebro
y hacia el cráneo. Sin embargo, a medida que esta sensación se hace más
clara, su sensación de que el cerebro también está siendo modificado por
la respiración se irá haciendo más clara. Usted no sólo puede respirar
hacia la coronilla, más allá de la parte superior del cerebro, creando una
sensación de alargamiento del cerebro en el hacia la coronilla, sino que
existen también otras interesantes formas de crear algunas sensaciones
novedosas en el espacio cerebral.
Puede, por ejemplo, respirar a través del orificio izquierdo de la nariz
hacia el hemisferio izquierdo del cerebro, mientras que, de forma
simultánea, respira por el orificio derecho hacia el hemisferio derecho.
Puede hacer esto de forma que sienta que el cerebro y el cráneo se
alargan hacia el lado izquierdo y, a la vez, se alargan hacia el lado
derecho. Entonces, al espirar, el cerebro y el cráneo pueden volver a
encogerse, de forma que usted sienta que ambos lados están como
estaban antes de inspirar hacia los lados izquierdo y derecho de su
cerebro. En otras palabras, por medio de estas acciones usted puede
crear una sensación de palpitaciones en el cerebro, con el cerebro
expandiéndose hacia fuera con la inspiración y volviendo al punto de
partida con la espiración, expandiéndose con la inspiración, y así
sucesivamente: sentirá palpitaciones suaves en el cerebro, palpitaciones
que usted experimentará como sensaciones muy claras de movimiento en
el cerebro y en el cráneo.
Asimismo, también puede respirar hacia ambos hemisferios del cerebro, y
llegar hasta el cráneo, sintiendo de nuevo como éste se alarga, pero esta
vez hacia arriba y hacia fuera. Este movimiento de subida y bajada a
través del cerebro puede volver a darle una percepción muy clara del
cerebro, puede crear de nuevo las palpitaciones.
Tras haber respirado hacia el cerebro durante otro rato, respirando ahora
hacia delante y hacia atrás a través del cerebro y después hacia arriba y
hacia abajo, puede dejar de dirigir la respiración hacia el cerebro. Es más,
olvídese completamente de la respiración. Entonces puede advertir que,
incluso sin dirigir la respiración, su conciencia se mantiene bien enfocada
en el cerebro y que usted tiene lo que parece una impresión sensorial
muy clara del exterior del cerebro, de cómo éste descansa en el interior
del cráneo, e incluso una sensación de poder percibir el cerebro más allá
de su superficie, o una sensación de alguna actividad física que se da en
el cerebro.
Una vez que su conciencia esté enfocada en los procesos de su cerebro,
sintiéndolos o intentando sentirlos, entonces podrá aparecer en el campo
de su conciencia una imagen incluso más destacada de su cerebro.
Entonces, si se detiene un instante y no intenta hacer ni experimentar
nada, podría darse el caso que tuviera la sensación de que su cerebro
está flotando apaciblemente en su conciencia, una experiencia que
algunas prácticas de meditación trabajan muy duro para conseguir.
Deténgase al menos diez segundos antes de pasar al siguiente párrafo.
También puede tener la experiencia de sentir que está explorando el
espacio de su cerebro con los ojos, dirigiendo los movimientos de sus ojos
hacia este espacio. Puede levantar la vista hacia el hemisferio izquierdo y
dejar que los ojos se paseen por él. Entonces puede levantar la vista hacia
el hemisferio derecho y dejar que los ojos exploren ese lado. También
puede explorar la totalidad del espacio cerebral, haciendo girar los ojos a
diferentes niveles del espacio cerebral.
Dentro de ese espacio, puede dibujar círculos en diagonal, con algunos
círculos que se inclinen hacia la izquierda y otros que se inclinen hacia la
derecha. Puede dibujar círculos verticales con los ojos, y puede describir
círculos horizontales con los ojos en su espacio cerebral. Puede dibujar
círculos bastante rápidos con los ojos en el espacio cerebral, y puede
dibujar círculos cada vez más lentos, girando por diferentes niveles de su
espacio cerebral. Puede dibujar círculos muy lentamente en el centro,
dibujando círculos horizontales tan grandes como el espacio le permita, y
entonces puede dejar que esos círculos se hagan cada vez más lentos
hasta que los ojos vengan a detenerse. Los movimientos de los ojos se
detienen.
Entonces podrá tener la sensación de que los ojos reposan en algún lugar
dentro del cerebro y que, salvo por su conciencia de los ojos y del cerebro,
ésta no tiene nigún otro contenido: ni pensamientos, ni imágenes, sólo
paz y tranquilidad. Cierre los ojos y obsérvese a sí mismo unos instantes.
Ahora, tal vez usted sepa, o tal vez lo ignore, que su cerebro produce
varias clases de fenómenos eléctricos, que incluyen las ondas fácilmente
mensurables que llamamos alfa, beta, delta y zeta. Las ondas alfa son las
que predominan en la meditación. Cuando el cerebro produce sobre todo
ondas alfa, es cuando tenemos la sensación de relajación y serenidad. Las
ondas delta, por otro lado, son las ondas del sueño. Cuando el cerebro
empieza a producir cantidades significativas de ondas delta, la persona
empieza a sentirse soñolienta y, si la actividad delta continúa, se duerme.
Usted puede notar que hay algunos movimientos oculares muy
característicos, que acompañan a sus diferentes respuestas a las
instrucciones del cerebro: ondas delta (ondas cerebrales del sueño), u
ondas alfa (ondas cerebrales de relajación). Puede suceder que tan pronto
como haya alguna sugerencia de que su cerebro está generando ondas
delta, e incluso antes de que se haya hecho ninguna mención de
somnolencia, usted sienta que sus párpados empiezan a caer, como
cuando cierra los ojos.
Esta tendencia a cerrar los ojos es, evidentemente, apropiada cuando
usted produce ondas cerebrales asociadas al sueño.
Por otro lado, los movimientos oculares que seguramente experimentará
cuando su cerebro produzca ondas alfa, o cuando esté a punto de
producirlas, ondas de meditación y de relajación profunda, serán
movimientos apropiados a esos estados de conciencia, tal como la
tendencia de sus ojos a cerrarse es apropiada cuando su cerebro busca la
soñolencia y el sueño. Con las ondas alfa, puede sentir cómo se relajan los
ojos. Es fácil, con un poco de práctica, percibir cómo se relajan los ojos
cuando usted u otra persona da las instrucciones para que su cerebro
produzca ondas alfa. O, al menos, su cerebro aceptará gustoso esas
instrucciones cuando su conciencia esté enfocada en su cerebro o en el
espacio cerebral.
Las instrucciones para producir ondas delta o alfa no sólo provocarán que
sus ojos tiendan a cerrarse o a relajarse, sino también producirán cambios
en la respiración. Podrá notar tres tipos diferentes de respiración: la que
aparece cuando se sugieren ondas delta, la que aparece cuando se
sugieren ondas alfa, y la que se produce cuando no se sugiere ningún tipo
de ondas.
Yo no voy a decirle cómo podría cambiar su respiración en cada una de
esas situaciones. Intente descubrirlo por sí mismo. Pero tenga en cuenta
que si se dan cambios espontáneos de movimientos de ojos, o cambios
espontáneos en la respiración, o ambos, entonces es casi seguro que
también se han dado cambios en los tipos de ondas cerebrales que está
produciendo.
A modo de resumen, su concentración en su cerebro puede permitirle
adquirir un cierto control sobre las ondas alfa, delta y otras. Su cerebro
responde cada vez más a las sugerencias sobre qué tipos de ondas va a
producir. Entonces, si la sugerencia verbal dice que el cerebro produzca
ondas alfa, lo que se experimentará será un estado de relajación.
Después, si usted sugiere que el cerebro produzca ondas delta, es posible
que muy pronto aparezca un estado de somnolencia. Después de eso,
puede usar las sugerencias para explorar el estado relajado alfa durante
un rato, y después el estado de somnolencia delta durante otro rato,
pasando de uno a otro estado varias veces. Para mantener esta
capacidad, no debería hacer ningún otro movimiento.
Cuando haya concluido este párrafo, hable con su cerebro y sugiérale que
produzca ondas alfa, y entonces limítese a observar los resultados. Tras
mantener esa sugerencia y esas observaciones durante un rato, sugiérale
al cerebro que produzca ondas delta de somnolencia y observe qué
sucede. Pase de vez en cuando de un estado al otro, y fijese si le parece
que a resultas de la lectura, su cerebro está dispuesto a producir
determinados tipos de ondas según sus instrucciones, al menos hasta
cierto punto.

-12-
Integrando el mundo
de los sentidos
Sólo entre los pueblos más bien primitivos, o entre los pueblos que han
podido permanecer más cerca de la naturaleza, se da, de manera natural,
una experiencia multisensorial equilibrada del mundo exterior, ese mundo
que existe fuera de la persona. Hablo de una manera de vivir el mundo
cuyo uso de los sentidos es simultáneo y aproximadamente equivalente,
de manera que esos sentidos describen el mundo perceptible tal como es
y no de una forma fragmentaria.
Incluso hace un siglo o dos, era corriente que la gente tuviera una
conciencia multisensorial de la realidad externa. Hoy en día, sin embargo,
los humanos hemos llegado a un punto tal de extrañamiento con la
naturaleza, y de tal fragmentación y desequilibrio interno, que es casi
imposible encontrar a alguien que no falsifique su mundo al captarlo a
través de sólo uno o dos sentidos a la vez, diluyendo y distorsionando así
la realidad que está viviendo.
En otras palabras, se hace un excesivo hincapié en algunos aspectos de la
realidad, mientras a otros aspectos no se les da ninguna relevancia, y
otros, incluso, son totalmente pasados por alto.
Imagine una fotografía de un paisaje. Entonces borre algunas partes del
paisaje, oscurezca otras, empalidezca algunas más y observe si aún lo
puede reconocer como el paisaje que representaba la fotografía al
principio. Esto es lo que le sucede al mundo exterior cuando le aplicamos
los sentidos de una manera desigual.
Es fácil demostrar que el oído resulta mermado cuando la conciencia se
centra en la visión. 0 que la visión disminuye al aguzar el oído. Si usted
acentúa la conciencia de lo que está tocando, descubrirá que la agudeza
de visión y oído disminuyen, junto con cualquier otra sensación que esté
presente en ese momento. Cierre los ojos y advertirá cómo cobra
relevancia cualquier otro sentido en el que se concentre.
Es indiferente de qué tipo de experiencia sensorial estemos hablando. Una
concentración en las sensaciones de movimiento apagará todas las otras.
Lo mismo sucederá si nos concentramos en el gusto o el olfato.
Una vez más, es casi imposible encontrar a un hombre que pueda estar
en una habitación, o atravesar una habitación, y darse cuenta de un modo
equivalente de lo que se puede ver, oír tocar y oler, de sus movimientos o
de lo que está de gustando, en el caso de que estuviera saboreando álgo.
No, tendrá una percepción primaria de uno de sus sentidos, una
secundaria de otro, una leve conciencia de un tercero, otra aún más leve
de un cuarto, y seguramente no detectará ya nada más, si es que llega a
captar todo eso. Entonces, ¿cómo puede esperar una persona tal tener
una experiencia adecuada del mundo objetivo?
Esta incapacidad de usar los sentidos de un forma armoniosa y
acompasada es una fuente primordial de error. Existen, por supuesto,
muchas otras distorsiones de la realidad tal como la experimenta la
persona media. En muchos casos, se da una incapacidad casi total de
pensar y, simultáneamente percibir más de lo que es del todo
imprescindible para no chocar con los objetos o caerse. Las emociones
desde luego, pueden obstruir tanto el pensamiento como la percepción.
Las ideas preconcebidas de muchos tipos diferentes tiñen la percepción
del mundo del individuo.
Con la presencia de todos estos factores, la realidad de la persona media
es poco más que una vaga y estrambótica aproximación de lo que
percibiría si fuera capaz de aprovechar la capacidad sensorial, intelectual
y de otras índoles con las que está dotado el ser humano.
Añadamos un hecho que es reconocido por casi todas las principales
disciplinas espirituales del mundo: el ser humano está "dormido" o
despierto a un nivel mínimo, más parecido a la noción de un sonámbulo
que a la de alguien despierto, receptivo. Y, tal como el contenido de los
sueños de un sonámbulo que dicta sus movimientos, la vida mental de la
persona corriente está gobernada primordialmente por las imágenes,
ideas e impulsos involuntarios que surgen de la mente inconsciente para
manifestarse en el escenario de una "realidad" pálida y desfigurada que
se percibe a través de la neblina borrosa y desequilibrada de los sentidos.
Dirija su atención hacia el libro que está leyendo. ¿Qué es lo esencial que
capta de él? Supongamos. que sostiene el libro entre las manos:
seguramente está tocando una o varias páginas y, tal vez, incluso el lomo
y las tapas. Mientras lo sostiene, también puede ser que esté tocando la
mesa o el escritorio sobre el que descansa el libro. Puesto que lee,
también lo mira. Para leerlo, debe tener alguna conciencia de que las
palabras que lee han sido impresas en tinta negra sobre una página que,
aparte de la tinta, es más o menos blanca.
Usted toca el libro, mira el libro, y para leerlo también tiene que moverse,
de forma que su sentido cinestésico también participa en el proceso.
Si se da cuenta de algo de todo esto, tal vez sepa si son sólo los ojos los
que recorren la página de través y de arriba abajo, o si también realiza
algún movimiento de lado a lado y de arriba abajo con la cabeza, para lo
cual mueve el cuello en tanto la cabeza gira, baja y se levanta, por
minúsculos que sean los movimientos.
Aunque no formen parte del acto de leer, seguramente habrá sonidos de
alguna clase que penetren en su conciencia mientras lee. Tal vez también
pueda detectar olores que le llegan, e incluso tener conciencia de algunas
sensaciones de sabor en la boca, o tal vez sólo capte la humedad de su
boca.
¿De qué tiene conciencia principalmente? ¿Tiene más conciencia de tocar
el libro, o de mirar al libro, o de los movimientos que realiza su cuerpo
mientras lee? ¿Hasta qué punto capta sonidos, olores, sabores y cualquier
otra sensación como humedad, sequedad, frío, calor? Si tuviera que
construir una jerarquía de sensaciones, que vaya desde aquellas
sensaciones más presentes a las menos presentes, ¿en qué orden las
colocaría?
¿Sabe usted si, en realidad, se daba cuenta de todas estas sensaciones
antes de que le fueran mencionadas? Si la respuesta es no, ¿sabe de qué
sensaciones sí tenía conciencia mientras leía, antes de que le fueran
enumerados los diferentes tipos de sensaciones posibles? ¿Podría usted
haber construido, de un momento para otro y sin ninguna enumeración ni
mención previa, una jerarquía adecuada?
¿Es posible que su jerarquía cambiara de una sensación dominante a otra
a medida que los diferentes sentidos le fueron recordados? Por ejemplo,
cuando se le insinuó que estaba tocando diferentes partes del libro, ¿se
daba el caso de que el sentido táctil era el dominante? ¿O se volvió
dominante?
Cuando leyó lo de la tinta negra sobre el papel blanco, ¿qué predominaba
entonces? ¿Era su sentido visual? ¿Y había sido así antes de que se
mencionara el aspecto de la página?
Mientras tanto, ¿qué sucedía con su sentido cinestésico? ¿Percibía algo
sobre el movimiento de los ojos o la cabeza antes de leer acerca de estos
movimientos? No se han mencionado los movimientos mayores de mano
y brazo que hacen falta para volver las páginas.
Dirija su atención hacia el libro que está leyendo. ¿Qué es lo esencial que
capta de él? Supongamos. que sostiene el libro entre las manos:
seguramente está tocando una o varias páginas y, tal vez, incluso el lomo
y las tapas. Mientras lo sostiene, también puede ser que esté tocando la
mesa o el escritorio sobre el que descansa el libro. Puesto que lee,
también lo mira. Para leerlo, debe tener alguna conciencia de que las
palabras que lee han sido impresas en tinta negra sobre una página que,
aparte de la tinta, es más o menos blanca.
Usted toca el libro, mira el libro, y para leerlo también tiene que moverse,
de forma que su sentido cinestésico también participa en el proceso.
Si se da cuenta de algo de todo esto, tal vez sepa si son sólo los ojos los
que recorren la página de través y de arriba abajo, o si también realiza
algún movimiento de lado a lado y de arriba abajo con la cabeza, para lo
cual mueve el cuello en tanto la cabeza gira, baja y se levanta, por
minúsculos que sean los movimientos.
Aunque no formen parte del acto de leer, seguramente habrá sonidos de
alguna clase que penetren en su conciencia mientras lee. Tal vez también
pueda detectar olores que le llegan, e incluso tener conciencia de algunas
sensaciones de sabor en la boca, o tal vez sólo capte la humedad de su
boca.
¿De qué tiene conciencia principalmente? ¿Tiene más conciencia de tocar
el libro, o de mirar al libro, o de los movimientos que realiza su cuerpo
mientras lee? ¿Hasta qué punto capta sonidos, olores, sabores y cualquier
otra sensación como humedad, sequedad, frío, calor? Si tuviera que
construir una jerarquía de sensaciones, que vaya desde aquellas
sensaciones más presentes a las menos presentes, ¿en qué orden las
colocaría?
¿Sabe usted si, en realidad, se daba cuenta de todas estas sensaciones
antes de que le fueran mencionadas? Si la respuesta es no, ¿sabe de qué
sensaciones sí tenía conciencia mientras leía, antes de que le fueran
enumerados los diferentes tipos de sensaciones posibles? ¿Podría usted
haber construido, de un momento para otro y sin ninguna enumeración ni
mención previa, una jerarquía adecuada?
¿Es posible que su jerarquía cambiara de una sensación dominante a otra
a medida que los diferentes sentidos le fueron recordados? Por ejemplo,
cuando se le insinuó que estaba tocando diferentes partes del libro, ¿se
daba el caso de que el sentido táctil era el dominante? ¿O se volvió
dominante?
Cuando leyó lo de la tinta negra sobre el papel blanco, ¿qué predominaba
entonces? ¿Era su sentido visual? ¿Y había sido así antes de que se
mencionara el aspecto de la página?
Mientras tanto, ¿qué sucedía con su sentido cinestésico? ¿Percibía algo
sobre el movimiento de los ojos o la cabeza antes de leer acerca de estos
movimientos? No se han mencionado los movimientos mayores de mano
y brazo que hacen falta para volver las páginas. Si se le hubiera
preguntado sobre su conciencia del sentido cinestésico en el momento en
que volvía la página, ¿cómo habría afectado eso su jerarquía de
preeminencias sensoriales?
Al final de los dos siguientes párrafos, usted se dedicará a reconstruir la
jerarquía de sensaciones que ha experimentado mientras leía estos
párrafos. Antes, usted no estaba sobre aviso para una tarea de
autoobservación como ésta. Ahora, sin embargo, sabe de antemano lo
que se le va a pedir que haga. Se le pide que tome nota mental de sus
percepciones táctiles, sus percepciones visuales, cinestésicas, auditivas,
olfativas y gustativas, si es que están presentes.
Sabe que debe intentar darse cuenta de si tiene esas percepciones, de la
claridad relativa de esas percepciones y de cómo, por ejemplo, su intento
de observación afecta a la lectura, la comprensión de lo que se lee, y
posiblemente, también a la o organización de su cuerpo. Por ejemplo, al
intentar hacer un seguimiento de sus experiencias sensoriales, ¿le lleva
ese esfuerzo a interrumpir la respiración, encoger los hombros, poner en
tensión la nuca, o a crear algún otro tipo de tensión en el sistema
muscular? ¿Tiene alguna conciencia, mientras se auto observa, de
pensamientos o emociones ajenas que sean producto de lo que está
haciendo, o sabe que hace, o más bien parece que tengan otra causa?
Ahora bien, si le ha costado hacer estas observaciones, compararlas y
ordenarlas en una jerarquía, no deje de leer estos párrafos de nuevo y
construya la jerarquía. Si es preciso, relea los párrafos varias veces.
Como ya hemos comentado, es poco frecuente encontrar una persona
que no use uno o dos sentidos a expensas de los demás, diluyendo así
cualquier realidad dada, y creando de esta manera un todo distorsionado.
También se da el hecho de que existen diferentes tipos de personalidades
que tienden a preferir un sentido, o quizá dos o tres, a expensas de los
otros, y que lo hacen casi sin excepción. De este modo, uno puede usar el
sentido de la vista en detrimento de los otros.
Otro puede hacer un mayor uso de los sentidos del tacto y cinestésico,
haciendo un menor uso proporcional de los otros sentidos. La salud y el
equilibrio exigen una multipercepción más armoniosa y mejor orquestada.
A menudo es deseable concentrar la percepción de forma selectiva, pero
esta selectividad sensorial debería ser fruto de una elección libre, no algo
impuesto de una forma del todo inconsciente.
Puesto que este ejercicio es más complicado que los otros que ha hecho,
se le ha pedido que llevara a cabo muchas más observaciones que en
apartados anteriores. Se le pedirá que realice algunas más, aquí y allá, a
medida que avancemos. Al final de este párrafo, levántese y camine por
la sala, procurando notar, tan plenamente como pueda,
todo aquello que le llegue por medio de los sentidos. Asi mismo, ponga un
empeño especial en apreciar si se da más cuenta de sus movimientos, o
de lo que ve, lo que oye o, quizá, de alguna otra clase de conciencia
sensorial. De nuevo, establezca una jerarquía, ordenando los sentidos
según la intensidad de su conciencia al moverse por la sala. ¿De qué
sentido tenía más conciencia, cuál iría en segundo lugar, etcétera?
Dispóngase ahora a caminar y a efectuar las observaciones. Una vez que
haya concluido, regrese a la silla, al libro y a la lectura.
Mientras lee, se le revela de nuevo que la lectura y su experiencia de aquí
y ahora contienen varios componentes: principalmente visuál, táctil y
cinestésico; los demás tienen un significado sólo marginal. O tal debería
ser el caso, aunque los ruidos ambientales desagradables pueden
volverse aún más molestos.
Dado todo lo que hemos hecho hasta ahora, usted debe tener, con casi
total seguridad, conciencia del contacto que mantienen sus manos y
dedos con el libro. Es casi seguro que usted tiene conciencia visual de las
páginas del libro, de lo blanco de la página y lo oscuro de la tinta. A
menos que su conciencia haya dejado de beneficiarse de lo que ha leído,
también debería darse cuenta de las sensaciones de movimiento, no sólo
de los extensos movimientos de brazo y mano que se realizan al volver la
página o cambiar la postura, sino también de los movimientos oculares y,
posiblemente, de los movimientos de cabeza, o incluso de los hombros y
la espalda. Si sus ojos se mueven con libertad, no debería hacer falta
mover la cabeza para leer. Sin embargo, si el movimiento de sus ojos está
restringido, entonces tal vez tenga que mover la cabeza, con los ojos
viajando en su interior como pasajeros. Si los movimientos de su cuello
también están inhibidos, quizá tenga que mover otras partes de la
columna y torso para poder leer la página.
De hecho, es muy poco habitual que una persona tenga mucha conciencia
de los movimientos de los ojos o la cabeza mientras lee. Y, a menos que
aparezca alguna molestia, puede haber una casi total falta de conciencia
de las partes del cuerpo que no participan directamente en el acto de
leer, como es el caso de los ojos, la cabeza, las manos y los brazos.
Una persona verdaderamente sana, incluyendo en el concepto de salud
una imagen y autoconsciencia corporal razonablemente completas
completas, sabría prácticamente lo mismo sobre lo que hacen las otras
partes del cuerpo como sobre los ojos, la cabeza y los brazos, que
participan directamente. En su caso, mientras leía, es poco probable que
tuviera una conciencia suficiente de lo que hacían sus pies y piernas cuál
era la disposición de su pelvis, qué hacía con los hombros, cómo
respiraba, si su cuerpo se encontraba en una posición más o menos
simétrica, y demás. A menos que alguna parte le doliera, su conciencia
seguramente abarcaba muy poco de usted mismo, salvo por la cabeza y
las manos, e incluso entonces, probablemente percibía muy poco lo que
estaba haciendo.
No confunda esta escasa conciencia de sí mismo con una "buena
concentración". Su conciencia sería seguramente la misma aunque
estuviera sentado mano sobre mano. Ciertamente, la buena
concentración convive con una, saludable conciencia de uno no. Uno
abarca más, no menos, cuando sabe lo que está haciendo.
Esto es así, en parte porque, cuando no sabemos lo que hacemos, es
probable que estemos usando mal el cuerpo y creando algún grado de
malestar que, aunque no llegue a penetrar en la conciencia, constituye
una distracción para el cerebro y el sistema nervioso.
Esto no significa que nunca haga falta usar uno o dos sentidos en tal
medida que minimice el uso de los demás sentidos. La cuestión es que en
su campo de la conciencia debería existir la posibilidad de elegir, y que la
elección, en un momento dado, de acentuar uno o más sentidos debería
ser la adecuada a la situación o a sus objetivos. La persona que tiene un
pleno dominio sobre sus sentidos tiene la capacidad de escoger hasta qué
punto se va a usar o no un sentido determinado. Esta capacidad
comprendería lo que en psicología se conoce como "alucinacion
negativa", es decir, la capacidad de no ver, u oír, o de cualquier otra
manera no captar aquello que está objetivamente presente- para eliminar
cualquier impresión sensorial de forma que, a efectos prácticos, deja de
estar presente (Es lo contrario de "alucinación positiva", la percepción de
algo como si estuviera presente cuando en realidad no lo está). La
persona con total dominio de su percepción puede simplemente regular
las impresiones sensoriales del mismo modo que regula el volumen de la
radio, sólo con subir o bajar un botón.
No hay mucha gente que tenga este grado de control sobre los
mecanismos sensoriales, pero la capacidad para dicho control existe en
todo ser humano.
Como ya hemos mencionado, su experiencia puede ser en gran manera
visual. Puede ser una experiencia visual de aquella parte del libro que
esté leyendo. O puede extenderse más allá del libro para incorporar la
mesa o escritorio sobre el que descansa el libro.
Y su conciencia visual puede seguir ampliándose para abarcar todo
aquello que quede dentro de su campo de visión.
Mientras lee, también puede ocurrirle que se dé cuenta,
simultáneamente, de impresiones visuales evocadas por las palabras que
está leyendo.
Aunque sus ojos estén enfocados sólo hacia las páginas, si lee algo sobre
una manada de elefantes, entonces es probable que se haga, al mismo
tiempo, una imagen de cómo es una manada de elefantes. En realidad,
esa imagen que tiene de la manada seguramente le resultará de mayor
interés que las páginas del libro y por tanto la "verá" mejor que como ve
el libro, en algún sentido. Lo mismo sucede si lee un libro sobre un velero
en alta mar, un gran ejército en marcha, altas cumbres montañosas, una
cascada, una pareja haciendo el amor. Ese tipo de experiencia "visual>)
también se dará si piensa, por ejemplo, en su perro, su gato, u otro animal
al que tenga cariño.
Mientras su mente se recrea con su mascota, esta imagen seguramente
eclipsará con mucho las impresiones visuales de su entorno.
También es verdad que si se centra en alguna parte limitada de su
entorno, este enfoque le hará ver la parte enfocada de una manera muy
diferente a como ve otras partes del entorno que podrían estar
igualmente al alcance de su vista. Lo que sucede no es sólo que la vista
se enfoca, si no que excluye de la conciencia otros elementos que
también quedan en el campo de visión. La elección de no ver, o casi no
ver, algunas partes de lo que el sentido visual está captando puede ser la
consecuencia de una elección consciente o inconsciente. Es fácil, en
cualquier momento, mirar un grupo de objetos, observar cada uno de
ellos con aproximadamente la misma atención, y entonces enfocar uno
solo de ellos y observar cómo los demás se van diluyendo en una relativa
oscuridad o, incluso, inexistencia.
Cualquiera de los sentidos puede usarse de este modo, siempre y cuando
el estímulo no sea de una naturaleza tan intensa que elimine la opción de
la percepción selectiva.
En circunstancias normales, por ejemplo, no pasaremos por alto un objeto
que sea lo bastante afilado para penetrar en el cuerpo o lo bastante
caliente para quemarlo.
Con esto no queremos decir que no podamos excluir incluso sensaciones
muy fuertes: hay personas que pueden disociarse del dolor de tal modo
que pueden sufrir operaciones quirúrgicas sin anestesia y con muy pocas
molestias). De forma parecida, aunque en un grado menor de nuestro
potencial sensorial, normalmente captamos, o no captamos, los estímulos
que se nos presentan.
Por ejemplo, usted puede desplazar la palma de su mano, dotada de
extrema sensibilidad, sobre una superficie como el brazo del sillón o
alguna otra parte de su asiento o mesa, y optar por crear sensaciones
bastante fuertes en su mano al hacerlo. De modo alternativo, puede usar
su mano de una forma que pueda parecer igual, pero reduciendo en gran
medida las sensaciones de la mano, ya sea no haciéndoles caso, o
tocando algo con la otra mano y poniendo la atención en las sensaciones
que eso le produce.
También puede concentrarse en otro de los sentidos, etcétera. Por otro
lado, ayudará a incrementar las sensaciones de la mano cerrando los ojos,
por ejemplo, y podría conseguir lo mismo tapándose los oídos, de forma
que él sentido auditivo ofreciera poca o ninguna competencia a su sentido
del tacto.
Sus manos, mientras sostienen el libro, reciben una serie de sensaciones
táctiles diferentes: de las páginas del libro, de los bordes de las tapas, de
la sobrecubierta, etcétera.
Esas sensaciones, si se lo permite, pueden llenar gran parte de su
conciencia. Sin embargo, suponga que está leyendo algo acerca de lo
agradable que es estar sumergido en agua muy caliente, o acariciar el
pelaje de un animal, o sostener algo muy frío, como un pedazo de hielo,
con ambas manos, o que le den un masaje corporal con aceite. O quizá
leer que sujeta un pez vivo en las manos, o que examina con las manos
un colmillo de elefante, o que siente la cálida arena de una playa en la
espalda mientras el sol calienta el resto de su cuerpo. ¿Hasta qué punto,
al leer estas descripciones, permanecerá consciente de sus manos que
sostienen el libro y las sensaciones que tuvo cuando no pensaba más que
en el contacto de las manos con el libro? Seguro que se habrá producido
algún cambio en su conciencia al leer, del mismo modo que su conciencia
visual se trasladó de las letras negras en las páginas blancas a los
ejércitos en marcha, las cumbres montañosas y las cascadas, al leer sobre
ellos.
Mientras lee, su experiencia visual y táctil, tal como se acaba de
demostrar, están determinadas sólo parcialmente por el libro que sostiene
y que está mirando.
Aun más, pueden ser determinadas por el contenido de la lectura y por las
imágenes visuales y táctiles evocadas por lo que lee y, como
seguramente habrá observado, las imágenes es pueden ocupar, con
relativa facilidad su conciencia más plenamente que sus impresiones
sensoriales, al menos en ciertas circunstancias.
Mientras lee, seguramente percibirá algunos sonidos que se producen en
la sala a su alrededor. El hecho de volver las páginas del libro produce
algún ruido mínimo, y también cuando lo coge o lo deja sobre la mesa. Sin
embargo, la mayoría de sonidos que oye seguramente tienen otro origen;
proceden o bien de dentro de la sala, o bien del exterior, lo bastante
potentes para introducirse en ella.
También pueden proceder del interior del edificio en el que se encuentra,
o de fuera, como los ruidos de la calle, por ejemplo.
De nuevo se da el caso de que el libro le puede proporcionar imágenes
sonoras que mantendrán ocupada su conciencia en un grado mucho
mayor que los otros tipos de ruidos mencionados. Piense, por ejemplo,
que podría estar leyendo sobre los sonidos de las diferentes clases de
campanas.
Podría leer sobre campanillas que tintinean, o podría leer sobre grandes
campanas que redoblan en la distancia. Le podríamos pedir que se
detuviera un instante y pensase en el sonido que emiten esas campanas.
Podría estar leyendo un texto que hablara de los sonidos de una ópera, o
de una sinfonía, o de la voz de un cantante de salsa. También, sobre el
pitido de la sirena de un barco, el retumbar de una tormenta, el ruido de
una moto, o el de una sierra que corta un árbol. Podría leer sobre el
sonido de un chaparrón que cae en un techo de cinc, o el susurro de las
hojas cuando sopla el viento.
Es probable que leer sobre estos sonidos le evoque imágenes auditivas
que van a competir con su conciencia de otros sonidos de su alrededor, y
también con las sensaciones visuales, táctiles o de otra clase que usted
pueda tener en ese momento.
Ahora bien, es perfectamente posible no tener que escoger entre los
diversos estímulos e imágenes sensoriales. No hay razón por la que no
pueda caminar por la playa con una vívida sensación del sol en el cuerpo
y de la arena bajo los pies, el agua en los tobillos, sintiendo claramente
cómo levanta los pies, dobla las rodillas y balancea los brazos a la vez que
escucha los sonidos del agua, y también las bocinas de los coches y una
banda de música que desfila por el paseo de la playa.
Con toda seguridad puede sentir que está sentado en la silla, que sostiene
el libro, mira las páginas y que hay sonidos a su alrededor.
Puede saber muy bien cómo sería meter la mano en un cubo de agua tibia
y removerla con la mano, a la vez que percibe los movimientos del brazo,
mientras escucha música por la radio y, como acompañamiento de fondo,
otros ruidos que provienen del televisor. Al mismo tiempo, puede captar
olores de la cocina, y puede estar masticando un filete o mordisqueando
una galleta. Usted podría mordisquear y oler y oír y remover y sentir el
calor todo a la vez, de un modo más o menos equivalente.
Puede levantarse y pasear por la sala, y sentir cómo tocan los pies el
suelo, y cómo se mueven las piernas, y puede ver la sala a su
alrededor, y escuchar los sonidos que le rodean, de forma que al
mismo tiempo, y sin ninguna dificultad, puede captar los movimientos
del cuerpo, puede escucharlos sonidos de la sala, puede ver lo que hay
en ella, y si hay algo que se pueda oler, entonces también puede
percatarse de ello. Si está comiendo, también puede degustar lo que
come, y podría hacerlo a la vez que todo lo demás sin ninguna dificultad.
En realidad, podría descubrir que ahora ve más de lo que veía cuando
caminó por esta misma sala hace un rato. Al mismo tiempo, puede ser
muy bien que oiga más, a la vez que es más consciente de sus
movimientos y más consciente del contacto de los pies con el suelo. Se da
cuenta, sobre todo, de si los objetos de la sala destacan más y con mayor
singularidad que cuando los miró antes. Antes, seguramente, sus
percepciones tendían a aglutinarlo todo más o menos en un grupo.
Al ver ahora cada cosa en su particularidad, ¿le recuerda cómo lo vivía de
niño, cuando todo era relativamente nuevo y usted era, pues, mucho más
consciente de las diferentes partes que, entre todas, creaban el conjunto
de su mundo en un momento dado?
Ahora póngase de pie y camine, fijándose en aquello que verdaderamente
observa. ¿Cuál de sus sentidos percibe que se ha agudizado? ¿Ha sentido
que se diera más cuenta de cualquier estímulo sensorial que estuviera
presente? ¿Ha advertido que percibiera sus movimientos con mayor
claridad y, tal vez, que se moviera más como imagina que se mueve una
persona primitiva o un animal, con mayor agilidad y más conciencia
simultánea de su cuerpo y del entorno? Intente caminar por la sala de
nuevo, y observe atentamente en qué se diferencia su experiencia de
ahora con la que tuvo al caminar antes de leer este libro para adquirir un
tipo de funcionamiento sensorial más integrado y armonioso.
-13-
Neurocomunicación
y método psicofísico
En este punto de su desarrollo, la NEURCOMUNICACION marca una
frontera. El potencial que contiene exige aún una gran tarea de
exploración. Dentro de este potencial he mencionado la posibilidad de
educar al organismo para que responda con tanta precisión y refinamiento
que las. palabras dirigidas al sistema nervioso central quedan provocar
cambios en muchas partes del cuerpo y muchas funciones involuntarias.
En esta fase temprana y pionera, mi ilusión es que el alcance de la
eficacia de la NEUROCOMUNICACIóN transcienda significativamente todo
aquello que hasta hoy han logrado el biofeedback o los procedimientos-
hipnóticos.
La NEUROCOMUNICACION se llama así porque es un método para dirigirse
al sistema nervioso por medio de la palabra (hablada o escrita). Si la
palabra escrita supone alguna ventaja es sólo porque es más fácil que un
material como el presentado aquí llegue a un mayor número de personas
cuando se ofrece desde las páginas de un libro. También es cierto que hay
algo de espectacular -por lo inusitado- en el uso del papel impreso para
efectuar cambios predictibles, y a veces bastante complicados, en el
cuerpo humano. Y, por supuesto, en el caso de un libro no hace falta
disponer de magnetófono, ni vídeo, ni ningún otro tipo de equipo.
Aparte de tales ventajas, sin embargo, la palabra hablada es ciertamente
preferible a la escrita como medio para evocar los efectos de la
NEUROCOMUNICACION. El propio acto de leer interfiere en cierto grado en
esa pasividad de la conciencia que permite que la NEUROCOMUNICACIóN
se aproveche al máximo. El lector posee patrones de actividad muscular
que ha desarrollado a lo largo de los años y que se han convertido en
hábitos inconscientes bien arraigados. Un observador atento puede
detectar en casi cada lector formas personales de colocar y usar los
músculos y el esqueleto, formas de respiración y de mover la cabeza y los
ojos. Aunque estas conductas puedan ser en gran manera o del todo
inconscientes, no por eso dejan de suponer unos esfuerzos que difuminan
o de alguna manera distorsionan la conciencia que uno puede aplicar a la
lectura.
Es muy difícil que alguien pueda tener una forma de escuchar habitual y
firmemente arraigada que se parezca a la escucha que requieren
materiales tan novedosos como los que se presentan en la
NEUROCOMUNICACION.
Por eso, si uno está escuchando algo, es más fácil entregarse a la
experiencia y, concretamente, seguir las instrucciones respecto a dejar
que el mensaje simplemente "fluya a través" de la mente y vaya al
cuerpo. También, y esto es muy importante, la persona que dirige el
ejercicio puede marcar el paso de la presentación; en cuyo caso esa
persona ha de tener una experiencia mucho mayor sobre cuál debería ser
ese ritmo, así como qué palabras y frases necesitan ser realzadas, y en
general cómo presentarlas para facilitar la concentración y el nivel de
conciencia de la persona que escucha.
A pesar de los relativos inconvenientes, nos ha parecido valioso hacerlo
para demostrar con ello que la palabra escrita puede ser utilizada para
provocar cambios de organización en el cuerpo tan complicados y
predictibles como los que pueden darse en respuesta a los ejercicios que
usted ha leído y experimentado. Hemos demostrado, a un nivel científico,
algunos hechos sobre la interrelación cuerpo-mente que nunca antes
habían sido tratados de esta manera. Cuando semejante demostración
puede ser realizada, entonces debe realizarse. He insinuado que el futuro
de la NEUROCOMUNICACION escrita -a diferencia de la hablada- podría
encontrarse más en el ámbito de la literatura que no en el de la medicina
o psicología. Sea como fuere, para cualquiera que haya leído este libro
hasta aquí no hará falta nada más para convencerle de la singularidad de
la experiencia.
Así como los efectos de la NEUROCOMUNICACIÓN escrita serán superados
por los de la NEUROCOMUNICACIÓN hablada, así los efectos de un
ejercicio idéntico o comparable serán aún mayores si los movimientos se
imaginan conscientemente, es decir, con una imaginación que comprenda
imágenes de las sensaciones táctiles y cinestésicas apropiadas. Yendo
más allá, el ejercicio será incluso más efectivo -y provocará cambios aún
mayores- si se realiza con movimientos reales, objetivos, y no sólo con
movimientos imaginados, subjetivos. En algunos casos, los mayores
efectos de todo se pueden conseguir por medio de una combinación de
movimientos objetivos e imágenes subjetivas en unas circunstancias
adecuadas de estados alterados de conciencia. No puede realmente
plantearse un sistema de ejercicios que realice su potencial para cambiar
al ser humano, a menos que ese sistema incorpore una forma de
organizar la conciencia en esos estados que resultan más favorables para
alcanzar el objetivo que se persigue cualquiera que éste sea.
La NEUROCOMUNICACIÓN acaba cuando aquello que se le pide a la
persona no es sólo que atienda al lenguaje, sino una participación
considerablemente más activa en el proceso, utilizando imágenes,
movimientos estados de conciencia y cualquier combinación de ellos. Para
dejar bien clara la diferenciar' entre la NEUROCOMUNICACIÓN y el trabajo
psicofísico, le pediremos al lector que realice el siguiente ejercicio. Como
debe recordar, al principio del libro realizó un ejercicio titulado
"Movimientos del hombro y cintura escapular". Intente recordar cuál fue
su respuesta a ese ejercicio. ¿Hasta qué punto mejoró la movilidad de su
hombro derecho en relación a los movimientos de su hombro izquierdo?
¿Cómo se organizaba su cuerpo al final? ¿Notó que el lado derecho de la
pelvis estaba más bajo, de forma que el cuerpo tendía a inclinarse hacia
la derecha? ¿Miraban sus ojos hacia la derecha, estaba su cabeza
inclinada hacia la derecha, tendía todo el cuerpo a apoyarse más hacia la
derecha? ¿Advirtió cómo su sistema nervioso experimentaba una clara
preferencia por su lado derecho, de forma que usted percibía su ojo
derecho mejor que el izquierdo? ¿Su hombro derecho mejor que el
izquierdo? ¿El lado derecho de su cara mejor que el lado izquierdo, el pie
derecho mejor que el izquierdo; en realidad, que podía percibir todo el
lado derecho de su cuerpo mejor que el lado izquierdo?
Intente recordar qué sucedió cuando se levantó de la silla y anduvo por la
sala. ¿Se movían mejor su brazo y hombro derechos, y su pie derecho se
apoyaba mejor sobre el suelo que el izquierdo? Y recuerde qué pasó la
primera vez que dibujó grandes círculos, primero con el brazo derecho y
luego con el izquierdo, subiendo los brazos y manos hacia el cielo raso y
bajándolos después hacia el suelo. Trate de recordar cualquier otra
respuesta que hubiera tenido.
Ahora, voy a describirle movimientos idénticos y muy parecidos, pero esta
vez usted va a llevar a cabo físicamente los movimientos a medida que
lea.
Al final de este párrafo, levántese y camine por la sala, y observe los
movimientos de los hombros mientras camina. Compare los movimientos
de los brazos al andar. Entonces quédese de pie y fíjese en cómo percibe
sus dos hombros: si los percibe con igual claridad, o si uno lo percibe con
una claridad significativamente mayor. Después, dibuje algunos círculos
grandes con los brazos: lleve los brazos por detrás de la espalda, por
encima de la cabeza, al frente y abajo, comparando la capacidad y soltura
de movimiento en los dos brazos y hombros. Dibuje los círculos moviendo
ambos brazos a la vez, y después altérnelos. Para acabar, regrese a su
silla y compare su conciencia del hombro derecho e izquierdo, el pie
derecho e izquierdo, el lado derecho e izquierdo de la pelvis, el lado
derecho e izquierdo de la cara, y el lado derecho e izquierdo como un
todo. Por favor, levántese y realice ahora estas observaciones.
Una vez sentado, adopte la postura que tenía para realizar la
NEUROCOMUNICACIÓN. Deje los pies apoyados en el suelo, paralelos
entre sí, a un palmo o palmo y medio de distancia. Coloque el resto del
cuerpo tan simétricamente como pueda, y procure mantener esta postura
simétrica mientras lea.
Cuando realizó esto como ejercicio de NEUROCOMUNICACIÓN, usted
trabajó con el hombro derecho. Esta vez trabajará con el hombro
izquierdo.
Antes que nada, simplemente fíjese en qué puede percibir de él: la parte
superior, el frente, la cara externa del hombro, la parte trasera, y
cualquier otra cosa que capte. Entonces tómese un instante para
comparar esas percepciones con lo que le llega de su hombro derecho,
recordándolo, para que pueda compararlo más tarde.
Ahora, manteniendo el cuerpo erguido, lleve el hombro hacia delante y
tráigalo de vuelta a la posición de partida. Recuerde, esto ya no es
NEUROCOMUNICACIÓN, ahora ejecuta Físicamente los movimientos. Lleve
el hombro izquierda hacia delante de nuevo, tráigalo de vuelta, y haga
esto unas cuantas veces antes de seguir leyendo. Debería tener unas
sensaciones muy claras al realizar los movimientos.
Ahora extienda el brazo izquierdo hacia delante. Estírelo tanto como
pueda sin inclinar el torso. Encontrará que este es un movimiento de
avance mayor que el que realizó hace un instante. Sigue siendo, sin
embargo, una cuestión de empujar y estirar desde la articulación del
hombro. Haga este movimiento al menos diez veces, observando
atentamente sus sensaciones. Después, coloque el brazo izquierdo detrás
de usted, y lleve el hombro tan atrás como pueda, devuélvalo a la
posición de partida, y repita este movimiento al menos diez veces.
Ahora, deje que su antebrazo repose sobre el brazo de su asiento (o, si
acaso, en su muslo izquierdo), y empuje hacia arriba con el hombro
izquierdo, acercándolo a la oreja y en dirección al cielo raso. Cuando lleve
el hombro izquierdo hacia abajo, déjelo ir tan abajo como quiera. Procure
ponerse de forma que el brazo izquierdo pueda colgar a su lado, y
entonces levante el hombro izquierdo tan alto como pueda, déjelo caer
tan abajo como pueda ir, y haga este movimiento varias veces. Cuando
haya terminado, repose la mano en el brazo de su asiento o sobre su
pierna, y fíjese si su hombro izquierdo cuelga ahora algo más abajo que el
derecho. Compare también el nivel de claridad con que percibe tanto el
hombro izquierdo como el derecho.
Ahora, con la mano izquierda apoyada donde empieza el muslo, describa
movimientos circulares con el hombro izquierdo. Puede llevar el hombro
hacia arriba, y después hacia delante, abajo y hacia atrás. Continúe
describiendo círculos como este con el hombro izquierdo.
Describa algunos círculos pequeños con el hombro izquierdo, y luego,
círculos más grandes con el mismo hombro. Describa varios círculos
lentos con el hombro izquierdo, y entonces haga algunos más rápidos.
Pruebe a hacer círculos pequeños y lentos con el mismo hombro y luego,
al cabo de un rato, haga círculos grandes y rápidos con ese hombro.
Describa círculos de diferentes tamaños y a diferentes velocidades de
movimiento.
También debería invertir la dirección de los círculos que describe el
hombro izquierdo. Hágalos hacia atrás durante un rato, y luego hacia
delante, percibiendo tan plenamente como le sea posible lo que está
haciendo y qué sensaciones producen esos movimientos.
Ahora coloque la palma de la mano izquierda encima del muslo izquierdo,
justo por encima de la rodilla. Entonces, empujando y estirando desde el
hombro izquierdo, baje la mano por la pierna y vuelva a subirla. No doble
el codo, mueva sólo el hombro izquierdo.
Ahora ponga la mano izquierda encima del hombro izquierdo, con el brazo
a la altura del hombro, y describa círculos con el brazo izquierdo, girando
desde el hombro izquierdo. Desde esa posición, describa diferentes tipos
de círculos: a derecha e izquierda, lentos y rápidos, grandes y pequeños,
toda clase de combinaciones; el hombro izquierdo irá describiendo
círculos, mientras la mano izquierda descansa en el hombro.
También con la mano izquierda sobre el hombro izquierdo, saque el
hombro hacia delante de forma que el hombro izquierdo rote hacia dentro.
Ponga entonces la mano izquierda en la axila izquierda y lleve el codo
hacia delante. Advertirá que ahora el movimiento del hombro es diferente
y lleva el hombro más hacia el centro del cuerpo. Observe ese mismo
movimiento cuando coloca la mano más abajo en el lado izquierdo de su
cuerpo, y entonces vaya colocando la mano cada vez más abajo hasta
que el movimiento del hombro se vea restringido.
Ahora, extienda el brazo izquierdo de forma que la mano izquierda
descanse sobre la mesa delante de usted, y empuñe suavemente la
mano. Haga rodar el puño hacia dentro, y sienta el movimiento rotatorio
hacia dentro en el hombro. Cuando haya hecho esto, dé vueltas al puño
hacia el exterior de su cuerpo, sintiendo cómo rota hacia fuera el hombro.
Luego, haga girar el puño de izquierda a derecha, de forma que el hombro
rote hacia dentro y hacia fuera, y note que las sensaciones en el hombro
son muy diferentes de las otras que ha experimentado.
Coloque la mano izquierda sobre el reposabrazos o el muslo, y describa
círculos con el hombro: hacia delante, hacia abajo, hacia atrás y hacia
arriba, describiendo círculos muy amplios y rápidos. Tras hacerlo varias
veces, invierta la dirección de los círculos. Compare esos círculos -y los
movimientos y sensaciones del hombro- con los que experimentó antes.
Deténgase. Quédese sentado y Fíjese ahora en si su hombro izquierdo
cuelga más bajo que el derecho. Note también si la pelvis ha descendido
más por el lado izquierdo, de forma que todo el cuerpo tiene una
tendencia hacia
la izquierda.
Fíjese hacia dónde se dirige su vista y si, tal vez, su cabeza se ha
inclinado hacia la izquierda, de forma que la columna se curva hacia la
izquierda, y que, por tanto, su caja torácica se dobla hacia el centro de su
cuerpo en el lado izquierdo, mientras que se ha alargado en el lado
derecho.
Perciba su cuerpo como un todo, comparando el lado izquierdo con el
derecho. Tal vez quiera probar percibir y
compararlos con los ojos cerrados, además de abiertos. Observe si su lado
izquierdo parece más vivo y, sobre todo, compare las sensaciones del
hombro izquierdo con las sensaciones del hombro derecho. Intente sentir
que puede llegar a percibir el interior de la articulación del hombro,
comparándolo con la conciencia que tenga del hombro derecho.
Compare también la percepción de su ojo izquierdo con la del ojo derecho,
el lado izquierdo de la cara con el lado derecho, el lado izquierdo de los
labios con el derecho. Haga círculos tan rápido como pueda con ambos
hombros y note los movimientos no sólo en los hombros sino en la parte
superior izquierda de la espalda en comparación con la derecha.
Tras leer este párrafo, levántese y camine, comparando el lado izquierdo
con el lado derecho; en primer lugar, compare cómo se mueven los
hombros y los brazos, y después todo aquello que observe, como el tipo
de contacto que tiene el pie izquierdo con el suelo en comparación con el
pie derecho, etcétera. Acto seguido, deténgase y describa círculos
grandes por encima de su cabeza con ambos brazos. Describa círculos
simultáneos, y también alternos. Realice algunos círculos con los brazos
hacia atrás y otros con los brazos hacia delante. Después, quédese quieto
y compare ambos hombros y brazos. Vuelva a sentarse y haga cualquier
otra observación sobre las sensaciones que experimente.
Finalmente, compare la diferencia entre los efectos de este trabajo
psicofísico y los efectos de la NEUROCOMUNICAClON. Aunque ambos
enfoques conducen a cambios, existen diferencias. El trabajo psicofísico
es más adecuado para aplicarlo a esas partes y funciones corporales que
quedan bajo el control voluntario. Esto es así incluso cuando se hacen
ejercicios sentado en una silla y leyendo un libro. La
NEUROCOMUNICACION puede tener un potencial mucho mayor para
abarcar partes y funciones corporales que se consideran involuntarias. La
NEUROCOMUNICACIÓN puede ser de gran valor cuando existe una
incapacidad para llevar a cabo funciones que normalmente serían
voluntarias.

Epílogo
La NEUROCOMUNICACION es uno de los muchos componentes de un
sistema más global de reeducación neuronal y sensorial denominado
MÉTODO PSICOFÍSICO o TÉCNICA MASTERS. El Método se desarrolló
dentro de un programa de The Foundation for Mind Research [Fundación
para la Investigación de la Mente] durante los casi treinta años en que he
trabajado como director de investigaciones en dicha fundación. El Método
es parte de un proyecto aún mayor, dirigido a definir y adquirir una vía de
acceso fructífero a esos potenciales humanos latentes o prácticamente
inexplorados. El MÉTODO PSICOFíSICO consiste básicamente en lo
siguiente:
1) Trabajo de movimiento: Recoge varios cientos de ejercicios, que
engloban una gran variedad de movimientos y muchas y diversas
sensaciones táctiles y cinestésicas. Existen también cientos de
combinaciones de movimientos, sensaciones e imágenes -tanto objetivas
como subjetivas-, que se usan para programar el cerebro y poder así
reorganizar el sistema esquelético-muscular, y mejorar y ampliar la
capacidad del cuerpo para moverse y percibir con claridad.
2) Trabajo con imágenes: Este componente resalta el uso de las imágenes
visuales, táctiles, cinestésicas, y otras imágenes sensoriales, y de una
"imagen corporal" para inducir cambios en la capacidad de movimiento, la
percepción, y también en el funcionamiento mental y emocional. En otras
palabras, las imágenes se utilizan para incidir directamente en el cuerpo
físico. Se trabaja con unas imágenes sensoriales que se basan en un
cuerpo enteramente imaginado, para también llegar a producir cambios
en el plano físico (cuerpo/mente).
3) Neurocomunicación: El uso de la palabra sola, hablada o escrita, para
evocar diversos cambios psi
cofísicos. La NEUROCOMUNICACION, como los demás componentes,
también se puede usar combinada con los otros.
4) Estados alterados de conciencia: El uso de estados alterados para
facilitar los efectos del TRABAJO DE MOVIMIENTO, TRABAJO CON
IMÁGENES Y NEUROCOMUNICACIÓN. Los diferentes componentes se
pueden utilizar para inducir y hacer más profundos los estados alterados,
o se pueden inducir estos estados por otros medios. Se utilizan estados de
conciencia determinados para hacer más efectiva la aplicación de los
otros componentes.
El conjunto de estos cuatro elementos constituye la base de la TÉCNICA
MASTERS O MÉTODO PSICOFÍSICO. Se diferencian, así, de cualquier otro
sistema o método existente y proporcionan una organización bien definida
que se puede usar fácil y eficazmente tanto para enseñar como para
explicar lo que es y cómo funciona el Método.
TRABAJO CORPORAL INDIVIDUAL: El Método se puede enseñar
verbalmente en grupos amplios o reducidos, limitado normalmente sólo
por el espacio de que se disponga. Sin embargo, también incorpora un
sistema de trabajo corporal que es una extensión, intensificación y
amplificación del trabajo dirigido verbalmente. Está indicado de manera
especial para dolencias de salud tanto físicas como mentales_ que
requieran un reeducación psicofísica más que un tratamiento médico.
Como observó Tom Hanna, esto incluye aproximadamente la mitad de los
problemas para los cuales la gente acude al médico. A la larga, se
reconocerá de forma general que algunas dolencias exigen tratamiento
médico, mientras que otras no se benefician de la medicina
contemporánea y requieren un enfoque del tipo del MÉTODO PSICOFÍSICO.
Para aquellos que practican una disciplina espiritual, el MÉTODO
PSICOFÍSICO proporciona una práctica sumamente eficaz de atención y
concentración, además de servir de acceso a dimensiones más sutiles del
cuerpo y del ser. Este es concretamente el enfoque que se enseña a los
seguidores de la Quinta Vía, tal como se expone en el libro del mismo
autor, The Goddess Sekhmet (La Diosa Sekhmetj). La práctica de la
NEUROCOMUNICACIÓN y de los otros componentes del MÉTODO
PSICOFÍSICO se ve enormemente facilitada al trabajar con los cursos de
ejercicios e instrucción en audio-cassette. Para más información pueden
dirigirse al autor (P.O. Box 3300, Pomona, New York 10970). De vez en
cuando se ofrecen talleres del Método en muchos países de Europa y Asia,
además de Estados Unidos. Se han completado dos Programas de
Formación, y existen actualmente unos 75 profesores oficiales del Método.
FIN.

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