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UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN SIMÓN

FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN


CARRERA: COMUNICACIÓN SOCIAL

LIDER
PABLO ESCOBAR

Estudiantes: Colque Quispe David


Medina Peña Paola Jazmín
Rojas Paniagua Carla Jimena
Saavedra Flores Gabriela Lisbeth
Docente: Mgr. Corrales Collao Carmen Paola
Materia: Teorías Sociológicas II
Fecha: 22 de septiembre de 2016
Grupo: 2

Cochabamba – Bolivia
Nació el 11 de septiembre de 1903 en Francfort del Main.

Hijo de Oscar Alexander Wiesengrund, comerciante de vinos y de Maria Calvelli-Adorno,


soprano lírica, que junto a su hermana Agatha (una pianista) se hicieron cargo de su formación
musical.

Entre 1918 y 1919, fue alumno de Siegfried Kracauer. Posteriormente se matricula en la


universidad de Francfort, donde estudió filosofía, sociología, psicología y música.

En 1924 se doctoró en filosofía y el año siguiente se trasladó a Viena para cursar estudios de
composición musical bajo la dirección de Alban Berg. Al mismo tiempo empezó a publicar
artículos sobre música y adoptó el apellido de soltera de su madre, Adorno, para firmarlos.

Entró en el Instituto de Investigación Social de Francfort, dirigido por Max Horkheimer, pero
tuvo que emigrar a Inglaterra para escapar del nazismo. En 1938 se traslada a Estados Unidos
y trabaja con Max Horkheimer en la elaboración de Dialektik der Aufklärung (Dialéctica de la
Razón, 1947). Regresó a Alemania en el año 1949 y enseñó en Frankfurt desde 1951.

Trató el tema de la división de clases en el libro titulado Minima Moralia (1951), explicación
del colapso de la civilización europea durante la II Guerra Mundial. Con influencias de Hegel,
Marx y Freud, Adorno elaboró en unión con Horkheimer términos como 'razón instrumental',
la corrupción de los ideales de la Ilustración bajo los actuales sistemas de dominio; 'la cultura
industrial', que transforma obras de arte en objetos al servicio de la comodidad; y 'la
personalidad autoritaria' de los conformistas, que prefieren obedecer órdenes antes que
afrontar y superar las dificultades cotidianas.

Theodor Adorno falleció el 6 de agosto de 1969 en Viège, Suiza.


En 1922 conoce a Max Horkheimer en un seminario
sobre Husserl, con quien inicia una estrecha
relación de amistad y con quien comparteintereses
estéticos; pero en este sentido es
preciso señalar que la incursión de Adorno al
Instituto se produjo después, en 1938, porque él
en el estadio de los desarrollos iniciales del Instituto
se encontraba más interesado en su formación
musical, dada por herencia materna.
Ya en 1947 Horkheimer y Adorno publicarían
“su obra conjunta Dialéctica de la Ilustración,
en la cual, todavía bajo el efecto traumático
del fascismo, los dos amigos someterían a una
crítica implacable el ciego destino de la razón
burguesa”4
.
1. ADORNO, Theodor y HORKHEIMER, Max. Caps. Cultura y administración, Teoría de la
seudocultura, Sociología del arte y de la música, Iluminismo
como mistifi cación de masas, Para una teoría de la obra de arte, Sobre Walter Benjamín, La
crítica de la cultura y la sociedad.
2. JARAMILLO VÉLEZ, Rubén. Presentación de la teoría crítica de la sociedad. Bogotá:
Fundación Editorial Argumentos, 1991. p. 17.
3. PÁEZ DÍAZ DE LEÓN, Laura (editora). La Escuela de Frankfurt. Teoría crítica de la
sociedad, ensayos y textos. México: UNAM – Escuela Nacional
de Estudios Profesionales Campus Acatlán, 2001. p. 402.
Como ya se había mencionado antes, el desarrollo
de los estudios del Instituto se dieron en
el exilio, ya que su objetivo principal continuar
con la tradición revolucionaria del marxismo
no podía llevarse a cabo bajo la opresión nazi,
además, la mayor parte de los miembros del
Instituto tenían ascendencia judía, lo cual condujo
a que el Instituto se instalara en 1934 en
Nueva York y se asociara a la Universidad de
Columbia. Así que “la voluntad de mantener
viva la tradición humanística de la cultura y la
lengua alemana, que los nazis habían degradado,
fue uno de los propósitos expresos del
Instituto durante su exilio”5
.
Es gracias a Horkheimer y a Theodor Adorno
que los estudios del Instituto se enfocan hacia
la fi losofía social, ya que el primero estaba a
cargo de la dirección del Instituto y enfocaba
su interés por seguir con los estudios marxistas;
pero con un cambio de orientación en ellos,
dirigiéndolos hacia la “formulación fi losófi ca
de los problemas sociales. Es decir, la fi losofía
social tiene por objetivo realizar la fi losofía. La
fi losofía social debe realizarse a sí misma convirtiéndose
en investigación social”6
y el segundo,
tendía a la refl exión social por medio de la
fi losofía y la sensibilidad estética.
Luego en 1949 Horkheimer y Adorno se dedican
a la reorganización del Instituto y en 1950 éste
adquiere el nombre de Escuela de Frankfurt,
denominación a la cual actualmente se acu-
ñan los estudios de los pensadores que hicieron
parte del Instituto.
Los aportes de Horkheimer a la Teoría crítica son
fundamentales porque se consideran como los
fundadores de este proyecto, el pensamiento
crítico “se trata, en este sentido, de un programa
racional con proyección histórica cuyo
interés está orientado a la transformación de
la sociedad, es decir, de una elaboración teó-
rica racional y crítica a la vez, [así] la Teoría crí-
tica se asume como un momento del proceso
histórico mediado por la praxis social” . Luego,
este planteamiento inicial se ve modifi cado
a partir de la publicación de la obra de Adorno
y Horkheimer Dialéctica de la Ilustración
que vendría a confi gurar la nueva visión que
ahora se dirigiría a:
Una visión totalizadora que se impone
una ampliación de su marco de refl exión teó-
rico y analítico, abarcando otros campos de
conocimiento, resaltando así su carácter cognoscitivo
y crítico. Una de las consecuencias
de este proceder es que junto con el cuestionamiento
de un marxismo que había degenerado
en ideología se cuestiona también la ilustración...
Asimismo, desde la nueva perspectiva
asumida, resulta claro que la tendencia al dominio
de una administración totalitaria impone
como alternativa la necesidad de conservar
la autonomía del individuo por encima de la
insistencia en la defensa de la revolución... Se
trata, por lo tanto, de una radicalización de la
propia Teoría crítica, que viene dada también
por la forma como se concibe el vínculo entre
razón e historia... La necesidad de refl exionar
sobre la razón misma conduce a una revaloración
de la subjetividad histórica y de la propia
historia. Lo que termina fi nalmente por plantearse,
en consecuencia, es el futuro de la cultura
y las condiciones que hicieron posible que
la razón terminara enfrentada consigo misma.
Ortiz (2001, 25)
Lo cual permitió el surgimiento de espacios
que preservaban la libertad como el arte, la
cultura y la religión. En este sentido, la Teoría
crítica se enfocó hacia el cuestionamiento
sobre el sentido de la historia e intentó aclarar
los fenómenos de la realidad tanto histórica
como social y se planteó la búsqueda
de articularla con la objetividad social.
Por otra parte, es necesario reconocer que la
fuerte formación fi losófi ca que tenían los pensadores
de la Escuela de Frankfurt permitió el
abordaje de temáticas como “la crisis de la
ilustración, el psicoanálisis, la industria cultural,
el papel de la teoría y praxis, la expresión esté-
tica, el fascismo, etc”8.

4. JARAMILLO VÉLEZ. Op. cit., p. 24.


5. Ibíd., p. 34.
6. PÁEZ DÍAZ DE LEÓN, Laura. Op. cit., p. 296.
7. ORTIZ, Luis Ángel. El proyecto de la Teoría Crítica. PÁEZ DÍAZ DE LEÓN, Laura. Op.
cit., p. 22.
8. PAYÁ, Víctor Alejandro. Industria cultural y sociedad de masas. PÁEZ DÍAZ DE LEÓN,
Laura. Op. cit., p. 93
A partir de aquí, se pueden empezar a tratar
las concepciones sobre industria cultural que
trabajan Horkheimer y Adorno; pero antes de
avanzar se debe tener en cuenta que la Teoría
crítica aborda la problemática de la sociedad
industrial avanzada y su relación con las
masas desde diversas perspectivas analíticas y
una de ellas, se relaciona con la idea que desarrollaba
la Escuela de Frankfurt sobre la caracterización
de la sociedad actual, asociándola
con una fuerte burocratización y al mismo
tiempo destacando que ésta se encontraba
sometida bajo el dominio del capitalismo tecnológico
que frecuentemente ofrecía falsas
promesas, generaba la conceptualización del
entretenimiento y trataba de homogeneizar la
realidad.
Todo lo anterior daba lugar a una degeneración
de la participación crítica y racional de
los individuos de aquella época, lo cual permite
las refl exiones que realizan los dos autores y
que es acuñada a través de la denominación
de industria cultural y, siguiendo esta línea de
refl exión, Adorno y Horkheimer argumentan
que “la industria cultural está interesada en los
hombres sólo como sus propios clientes y empleados
y, en efecto, ha reducido la humanidad
en conjunto, así como a cada uno de sus
elementos, a esta fórmula agotadora”9
.
Así, la industria cultural programa y da cuenta
de las necesidades de las masas para que
así mismo ellas las satisfagan y consecuentemente
encuentren un vínculo de alineación,
teniendo gran validez lo que Adorno y Horkheimer
afi rman, cuando se refi eren a que la
sociedad moderna convierte a sus pobladores
en una masa amorfa adecuada para ser manipulada
de acuerdo a intereses mercantiles.
Entonces, la industria cultural como administradora
de la diversión masiva constriñe
toda posibilidad de acción. El problema de
la cultura de masas no sólo se reduce a que
la industria cultural promueva “bienes culturales”
cuya producción en serie degrada la
estética o el gusto, sino que la industria cultural,
promotora de una cultura de masas,
aletarga la capacidad crítica y prepara el
campo social para cualquier forma de dictadura
y totalitarismo... y así la Teoría crítica se
desliza de la crítica de la cultura a la crítica
del arte; y de la crítica del arte a la crítica de
la cultura, en donde la denominada industria
cultural viene a ser una instancia burocráticopolítica
que subsume el arte y la producción
artística al consumo de una masa mediocre y
trivial cuya conciencia se encuentra enajenada.
Páez Díaz de León (2001, 137).
Por otra parte, los aspectos que trata Adorno
sobre la crítica de la cultura y la sociedad y,
cultura y administración se refi eren a una crítica
dirigida tanto hacia el marxismo ortodoxo
como a las teorías sociológicas, su crítica de
las teorías marxistas se concentra en la concepción
de ideología y, la crítica hacia la sociología
se dirige a evaluar algunas ideas que
desarrolla Max Weber en Economía y sociedad.
La cultura, ubicada por la tradición marxista
en el lugar de los fenómenos superestructurales,
había quedado confi nada,igual que
lo hicieran las teorías positivistas, al ámbito de
la mercancía. Ya sea como “bienes culturales”
para la revolución, premisa del realismo
socialista; ya sea como “bienes culturales”
para el entrenimiento y la diversión. Por ello,
dice Adorno, ”en nombre de la dependencia
de la superestructura respecto de la estructura
se vigila la utilización de las ideologías, en vez
de criticarlas” Páez Díaz de León (2001, 314)
Así también con respecto a los fundamentos
de su crítica a la cultura y la sociedad, Adorno
argurnenta que la teoría crítica no puede permitirse
poner en tela de juicio todo lo referido
a cultura, ni tampoco analizarla desde fuera
y mucho menos mirarla bajo preceptos ideológicos
y colocarla en confrontación con las
normas que ella misma ha cristalizado. Así, la
relación entre la crítica cultural y la cultura no
se fundamenta en la ideología del crítico, por
el contrario es el resultado de “la relación del
crítico con la cosa que trata”10 , es decir, el crí-
tico no supone el objeto a estudiar como algo
exterior a él.
9. ADORNO, Theodor y HORKHEIMER, Max. Dialéctica del iluminismo. La industria
cultural. Iluminismo como mistifi cación de masas. Buenos Aires:
Sudamericana, 1969. p. 207.
10. ADORNO, Theodor. Crítica cultural y sociedad. Madrid: Sarpe, 1984, p. 229.
La relación cultura – administración, el autor
la condensa en la siguiente expresión “cultura
administrada” refi riéndose más precisamente
a establecer el medio por el cual la razón
administrativa se aleja y termina en un grado
superior que la cultura y de esta manera aparece
la cultura que se quiere administra. Por lo
tanto dice Adorno, “la administración es extrínseca
a lo administrado, lo subsume en lugar de
comprenderlo. Esta es la esencia mimas de la
racionalidad administrativa”11
.
Finalmente, Adorno gracias a su infl uencia sociológica
y a su formación artística, se interesa
no sólo por las implicaciones que acarreaba
las visiones de la sociedad moderna sobre la
cultura, sino que también se concentra en la
refl exión o crítica estética, lo cual le permite
dar cuenta de la teoría estética y dentro de
ésta se dirige al planteamiento de una propuesta
teórica para la obra de arte, en donde
revindica su importancia y hace referencia
a que la interpretación artística trae consigo
la ormulación de un problema y como tal
éste debe conceptualizarse, es decir, debe
ser estudiado; pero no exterior y alejado al
tiempo en que se produce la obra de arte
como en la errónea “concepción burguesa
del arte [que] está cegada por la ideología
al suponer que las obras de arte sufi cientemente
alejadas del tiempo pueden ser mejor
comprendidas que las del propio periodo”12
.
BIBLIOGRAFÍA
ADORNO, Theodor y HORKHEIMER, Max. Dialéctica
del iluminismo. La industria cultural. Iluminismo
como mistifi cación de masas. Buenos
Aires: Sudamericana, 1969. p. 207.
ADORNO, Theodor. Crítica cultural y sociedad.
Madrid: Sarpe, 1984, p. 229.
-------------------------. Teoría Estética. Para una
teoría de la obra de arte. Barcelona: Orbis,
1983. p. 241.
JARAMILLO VÉLEZ, Rubén. Presentación de la
teoría crítica de la sociedad. Bogotá: Fundación
Editorial Argumentos, 1991.
PÁEZ DÍAZ DE LEÓN, Laura (editora). La Escuela
de Frankfurt. Teoría crítica de la sociedad, ensayos
y textos. México: UNAM – Escuela Nacional
de Estudios Profesionales Campus Acatlán,
2001. p. 402.

La Dialéctica Negativa y La Reificación:


El principio de la no identidad es el fundamento de la filosofía de Adorno; esto es, de la
dialéctica negativa; no identidad en tre la conciencia verdadera e intereses políticos del
proletariado; no identidad entre sujeto e historia, entre conocimiento y conformación de las
condiciones sociales de producción. El papel del intelectual se deriva de este modo como el de
un personaje con suficiente conocimiento de la realidad so cial como para que tal
conocimiento le permita tomar distancia crítica y asumirse como un inconforme permanente
frente a la aparente racionalidad de la realidad social. Ésta es una de las principales vertientes
del pensamiento de Adorno. El programa de todo conocimiento auténticamente materialista se
postulaba como la “interpretación de lo inintencional a través de una yuxtaposición de
elementos analíticamente aislados, e iluminación de lo real por el poder de esta
interpretación”. Tres series de acontecimientos históricos de principios de los cuarenta
marcaron la visión histórica y so cial de Adorno y Horkheimer. En principio, debe recordarse
que, tanto Adorno como Horkheimer, además de otros miembros de la escuela, tenían
antecedentes familiares judíos, y por ello fueron perseguidos y finalmente huyeron de la
Alemania nazi, instalando sedes alternativas del Institut en Inglaterra y Estados Unidos. La
barbarie nazi se levantaba ante sus ojos y los obligaba a emigrar, en un claro asalto contra la
humanidad y la razón. Otro proceso, éste en la Unión Soviética stalinista, mostraba una
modalidad de socialismo de Estado cuya divisa autoritaria había acabado de hecho con
cualquier tipo de voces discordantes. La supresión de las libertades y la persecución soviética,
resultaron evidentes aún para los observadores más escépticos. Aparejado a este proceso, el
ascenso económico de los Estados Unidos traía consigo una creciente alienación de la propia
población norteamericana, un proceso creciente de consumismo y una uniformidad asombrosa
de pensamiento combinada con efectos de amnesia instantánea provocados por la explosión de
los mass media; Marcuse, otro integrante del Institut, daría cuenta de un estudio
pormenorizado de estos efectos (Marcuse,1989). Esta serie de hechos se convertía no en
avances de las sociedades en general, sino de retrocesos de la razón, en precipitación a la
barbarie. En 1944, Horkheimer y Adorno terminaron la redacción de la Dialéctica de la
Ilustración. Aunque para esa fecha el fin de la dominación nazi era ya previsible, de todas
formas era abrumadora la serie de acontecimientos que apuntaban a una crisis generalizada de
la razón, y no sólo en Europa, sino en todo el mundo. En la obra referida (Horkheimer y
Adorno, 1994), los autores toman como punto de partida el concepto de ilustración, y en el
centro de ese concepto colocan a la razón. Como se ha visto, Adorno había convertido a la
dialéctica negativa en una poderosa herramienta de análisis de la sociedad. Pues bien, la
dialéctica negativa se asume ahora en la Dialéctica de la Ilustración, como un enfoque
filosófico, y no más como una herramienta científica: la dialéctica negativa se convierte en
una postura que deja a salvo a la razón frente a los acontecimientos; deviene en crítica
permanente incluso sobre sí misma y frente a la historia; en este sentido es negativa, al no
buscar ni aceptar su ransformación en doctrina o en nuevo mito. Es una dialéctica invertida,
una dialéctica en permanente revisión y, sobre todo, dotada de memoria, a despecho de la
razón instrumental. Adorno y Horkheimer contemplan la irracionalidad a la que ha conducido
el avance científico en las ciencias sociales; su estricto y estéril rigor, la pobreza de sus
conclusiones y, sobre todo, el hecho de que la ciencia en general es ciega, sin recursos
filosóficos. Adorno pone a salvo la dialéctica negativa al alejarla de la ciencia quizás por esos
motivos. La ilustración, por otro lado, al ser analizada en su período histórico, deja al
descubierto su carácter de mito desde el inicio: frente al miedo, los afanes por exterminar al
mito y conocer dominando a la naturaleza dan por resultado un nuevo mito: la razón ilustrada:

“La Ilustración… ha perseguido desde siempre el objetivo de liberar a los hombres del miedo
y constituirlos en señores… Pretendía resolver los mitos y derrocar la imaginación mediante la
ciencia… la Ilustración ha consumido hasta el último resto de su autoconciencia… Pero los
mitos que caen víctimas de la Ilustración eran ya producto de ésta”.
Regreso y restablecimiento de la Escuela de Fráncfort[editar]

Max Horkheimer (a la izquierda al frente), Theodor Adorno (a la derecha) y Jürgen Habermas


(al fondo a la derecha, rascándose la cabeza) en 1964 en Heidelberg.
A finales de 1949, finalizada la segunda guerra mundial, vuelve a Fráncfort con su colega Max
Horkheimer. En ese año asumió el cargo de director del Instituto para la Investigación Social,
que reconstruyó con Horkheimer. Revivieron la Escuela de Fráncfort de la Teoría crítica. Su
filosofía continuó en la línea de un análisis del racionalismo como instrumento a la vez de
libertad y de dominio, y de una crítica de la sociedad capitalista como restricción de las formas
de pensamiento y acción. En este período trabajará en la obra que verá la luz en 1966:
Dialéctica negativa.
Últimos años[editar]
La última década de su vida, la de 1960, la dedica a la dirección del Instituto, a sus clases en la
Universidad de Fráncfort, a la publicación de sus obras y a una intensa relación con los artistas
más vanguardistas del momento: en literatura, Samuel Beckett; en música, John Cage, en cine,
Michelangelo Antonioni (Adorno está presente, aunque no físicamente, en La notte). Al morir,
Adorno trabajaba en su Teoría estética. Había realizado ya dos versiones e iba a efectuar la
última revisión del texto. Esta obra póstuma se publicaría en 1970.
En estos años Adorno fue a la vez inspirador y crítico de los movimientos juveniles de
protesta, que muchas veces encontraron inspiración en su particular visión del marxismo y del
rechazo a la razón como fin último. Cuando tras los sucesos del Mayo de 1968 en Francia
Adorno criticó el «accionismo» (el privilegio de la acción de protesta sobre la argumentación
crítica), fue objeto de distintas protestas estudiantiles, incluyendo la toma de su aula. Durante
el verano de 1969 Adorno decidió tomarse unas vacaciones haciendo alpinismo en Suiza,
donde padeció ataques de arritmia y palpitaciones. Ignorando el consejo de sus médicos, partió
a una excursión de la que no se recuperó, y falleció a los pocos días, el 6 de agosto, debido a
un infarto agudo de miocardio.
Pensamiento[editar]
Dialéctica de la Ilustración[editar]
Fue escrita juntamente con Max Horkheimer durante el exilio en Los Angeles (EE.UU.), en
1944, y se publicó en 1947 en una pequeña editorial de Ámsterdam, Querido Verlag. Hasta
1968 no apareció una reedición alemana que hiciera asequible una obra que había ganado
fama y era objeto de discusión y debates. El objetivo teórico de la obra queda reflejado en su
prólogo: «Lo que nos habíamos propuesto era nada menos que comprender por qué la
humanidad, en lugar de entrar en un estado verdaderamente humano, se hunde en un nuevo
género de barbarie» (pág. 51). Para responder a la cuestión, en el primer capítulo de la obra
(titulado Concepto de ilustración) realizan un análisis del concepto de razón tal como se ha
fraguado y convertido en hegemónico en la civilización occidental, llegando a la conclusión de
que en él participan por igual las ideas de «liberación» y de «dominación».
Dialéctica negativa[editar]
Dialéctica negativa (Negative Dialektik) fue publicada en 1966 por la editorial Suhrkamp de
Fráncfort. En la primera frase de la obra queda clara su relación filosófica con la historia de la
filosofía: «La formulación Dialéctica Negativa es un atentado contra la tradición» (Prólogo).
Pretende proseguir el tipo de filosofía inaugurado por Hegel en una situación diferente: el
movimiento dialéctico del pensamiento no termina en una síntesis superior de los opuestos,
sino que deja las contradicciones con toda su crudeza en la realidad.
Indisolubilidad del “Algo”[editar]
La filosofía de Adorno toma el camino del análisis de la razón. Para el filósofo alemán esta es
una cuestión importante que tiene que plantearse la filosofía en su reflexión. Si bien la
ontología occidental es tendente a concebir la totalidad, a pensarla, Adorno expone que todo
pensar, incluido el ser, tiene que estar basado en alguna cosa, en “algo”. Esto es importante ya
que no podemos eliminar el pensamiento abstracto que se crea a partir de algo y que es
totalmente diferente a la realidad, esto es, producimos abstracción. De un objeto en el
pensamiento podemos suponer todo un corpus abstracto que parte desde el mismo objeto y lo
hace infinito en el pensamiento. En esta línea critica al Idealismo desde Fichte, por “creer que
el proceso de la abstracción libera de aquello de lo que abstrae, y es que, aunque lo elimine del
pensamiento, lo destierra de su país natal, no lo aniquila en sí mismo”. El pensamiento no
puede de ninguna de las maneras separarse de lo pensado, y esto, en muchos casos, entra en
contradicción con el mundo, siendo la dialéctica la forma de comprender esa contradicción. El
punto de partida de la dialéctica reside precisamente en aquella crítica que hacemos de la
propia razón cuando nos sobrevienen las contradicciones.
Obras[editar]
Entre sus contribuciones más destacadas a la filosofía, puede señalarse la ya mencionada
Dialéctica de la Ilustración, en colaboración con Horkheimer, obra cuyo núcleo fundamental
es la crítica al proyecto ilustrado concebido como dominio de la naturaleza. De acuerdo con
dicha tesis, los excesos de la razón dominadora han acabado dando una prioridad absoluta a la
razón instrumental, es decir, a una razón que se aplica a los medios (la tecnología, el
entramado industrial, la sociedad administrada -verwaltete Welt-, etc), pero que ha perdido
completamente de vista los fines esenciales que ha de perseguir el ser humano y a los cuales
debería estar subordinada la tan ensalzada razón. En esta obra introducen el concepto de
"industria cultural" con el que definen la progresiva valorización y mercantilización de la
cultura. Cuando la razón instrumental se aplica a la producción en serie de la cultura, ésta se
banaliza y torna un instrumento que perpetúa la ideología del modelo de producción
dominante.
Otra de las obras fundamentales de Adorno es Dialéctica negativa, que puede considerarse el
buque insignia de todo su proyecto filosófico. Lo que él propone como dialéctica negativa es
una forma de dialéctica que trata de salirse del esquema hegeliano clásico, el esquema de
diálogo entre opuestos que acaba en una síntesis reconciliadora, para hacer hincapié en
aquellos aspectos negativos, en los flecos sueltos de la historia, en lo que no tiene nombre, en
el desfavorecido... Con ello ya no estamos ante una dialéctica tradicional y hasta cierto punto
neutra, sino que se apunta claramente hacia un lado determinado de la balanza; sobre todo,
pretende desmarcarse de los planteamientos cerrados de la tesis y su antítesis, con lo cual, muy
en la vía ya marcada por su colega Walter Benjamin se apela a un cierto nivel de
trascendencia, que se sitúa en el margen de la cadena lógica de la dialéctica tradicionalmente
considerada.
Su última gran obra es Teoría Estética, que dejó inacabada y fue publicada de manera póstuma
un año después de su muerte. En ella, Adorno ofrece una constelación de problemas, ideas y
conceptos que reflexionan sobre la estética, pero sin cerrarla nunca en un sistema, es decir,
mostrando una vez más su concepción de una filosofía finita, abierta, que se niega a cerrarse
en un sistema dogmático. Así, reencontramos la misma idea de negatividad propia de sus
obras anteriores, pero esta vez aplicada al arte. La obra aborda cuestiones como el arte
contemporáneo, los vínculos entre arte y filosofía, las relaciones entre ética y estética, y el
papel del arte comprometido. También dedica un capítulo a la estética de la naturaleza, un
tema que había sido fundamental para la estética del siglo XVIII, pero que posteriormente, a
raíz de la tesis hegeliana de que la estética debía reducirse a filosofía del arte, había quedado
sumido en un cierto olvido. Hoy se considera a Adorno uno de los autores que reintrodujeron
de nuevo la estética de la naturaleza en la filosofía. Su visión de la estética de la naturaleza
está, además, marcada por una pionera sensibilidad ecologista.

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