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¿Qué es el Leviatán en filosofía?

El Leviathan, en inglés, o Leviatán,como se conoce popularmente, es seguramente la obra más


importante y trascendental del filósofo, político y pensador inglés del siglo XVII, Thomas Hobbes.

Haciendo referencia y escribiendo con espléndida maestría, el autor hace referencia al monstruo
bíblico más temido para explicar y justificar la existencia de un Estado absolutista que subyuga a
sus ciudadanos. Escrito en el año 1651, su obra ha sido de gran inspiración en las ciencias políticas
y, paradójicamente, en la evolución del derecho social.

En las escrituras bíblicas

Tal y como apuntamos anteriormente, el personaje del Leviatán proviene de la mitología y de las
escrituras de la Bíblia, cuyos gobiernos de la Edad Media utilizaban para justificar los gobiernos
reales “por la gracia de Dios”.

El Leviatán es un ser temible que no tiene piedad, escrúpulos ni compasión. Es de una envergadura
gigantesca y, según el Antiguo Testamento, se le ha relacionado con el mismísimo demonio y que
fue derrotado por Dios para hacer prevalecer el bien sobre el mal.

Pero... ¿dónde está la relación entre este monstruo y el rol del Estado, según Hobbes?

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Thomas Hobbes y su adaptación política del Leviatán

Thomas Hobbes nació en Inglaterra el año 1588 en una época histórica donde la gran Bretaña se
veía amenazada por la temida e invencible Armada Española. Este filósofo se graduó en la
Universidad de Oxford en estudios escolásticos y de lógica filosófica que, influenciado por autores
como Pierre Gassendi y René Descartes, se le consideraría un autor clave en el desarrollo de la
teoría política occidental.

Volviendo a su obra, el Leviatán es un libro que está formado por 4 partes, donde explica la
relación entre el hombre y el Estado mediante un pacto consensuado en la relación de poder entre
mandado y mandatario.
Básicamente, el Leviatán, el Gobierno, es una figura terrorífica pero necesaria que, para Hobbes,
sirve para hacer que predomine una cierta paz y orden, necesarias para que la civilización progrese
y os individuos no amenacen ni sufran amenazas o ataques por parte de otros individuos.

1. El Hombre

En esta parte se analiza al hombre como individuo humano, ser del conocimiento y la sabiduría. El
hombre se hace y desarrolla mediante la experiencia; experiencia que se define como la repetición
de actos y vivencias que darán forma a la sociedad. Éste hará uso de la palabra para llevar a cabo
la imposición de la verdad, mediante la oratoria y el discurso político.

El problema surge con los deseos mismos del hombre. Debido a los impulsos materiales y
pasionales de las personas, los intereses individuales siempre se tornarán en contra de los otros,
generando así un conflicto, especialmente por la búsqueda de poder y riquezas.

En este enclave se pronunció Hobbes en lo que será recordada como una de las frases más
célebres de la humanidad: “homo homini lupus est” (el hombre es un lobo para el hombre). Por
esta razón, los pilares en la construcción de la sociedad son la ética, la moral y la justicia. Pero,
para Hobbes, hace falta algo más.

2. El Estado

Es en este espacio de acción donde Hobbes introducirá el concepto de “Pacto Social” o “Contrato
Social”, manipulado y elaborado por los hombres para asegurar la seguridad y protección
individual para poder acabar así con los conflictos enfrentados por los intereses individuales.

Es en el Estado donde priman las leyes morales por encima de las leyes naturales. Esto es, que
prevalecen los deseos colectivos versus los deseos pasionales de los hombres. Para Hobbes, la
única función del gobierno es establecer y asegurar la paz, la estabilidad en la sociedad.

El autor solo defiende tres posibles modelos de gobierno: la monarquía (su preferida), la
aristocracia y la democracia, en este preciso orden. Tiene preferencia por el absolutismo porque
justifica el bien común, donde los intereses privados y públicos son uno, admitiendo que “es
imposible que si un Rey es rico, su pueblo sea pobre”.

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3. El Estado Cristiano

Thomas Hobbes era un creyente declarado, pero no por ello el destino de un pueblo entero
quedaba supeditado a la divinidad. Es más, llegó a poner en duda los Diez Mandamientos de
Moisés por una ausencia de pruebas que demuestren quién y por qué propósito real se dictaron
esas leyes.

Por consiguiente, el autor enfatizó mucho en la dependencia de la Iglesia con el soberano, en este
caso el monarca, para evitar interpretaciones pretenciosas que perjudiquen al bien común, a la
paz que tanto defendía.

Concluye atribuyendo un papel secundario a la Iglesia, subordinada por el jefe supremo del Estado
(los reyes católicos), y serán considerados los pastores supremos de su propio pueblo, ostentando
el poder único de legislar para sus súbditos.

4. El Reino de la Oscuridad

Siendo quizás el apartado más controvertido, Hobbes hace una clara y dura crítica a las
instituciones religiosas, a la Iglesia en particular. Nombra este capítulo “El Reino de la Oscuridad”
como parte del entramado corrupto y cínico que ha tenido la casa de Dios a lo largo de la historia
de los grandes imperios, como el Romano.

Acusa a las autoridades cristianas de haber faltado a la verdad, de querer imponer la ignorancia en
beneficio propio y teniendo así a la masa bien adoctrinada con falsas prácticas, como serían la
idolatría a Santos, figuras, imágenes o reliquias que están prohibidas por la palabra de Dios.

Sin embargo, y salvando distancias con las maquinaciones de las que tanto rechaza, Hobbes
asevera que en algunos casos puntuales se puede callar o silenciar la palabra de la verdad, si eso
conlleva a la desestabilización del Estado por medio de una rebelión que altere el orden y el statu
quo establecidos.

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