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Nicolás Maquiavelo: El Ethos de su tiempo.

La ciencia política
El siglo XVI se caracterizó por los grandes cambios en todas las dimensiones del
pensamiento y la actividad humana. Simultáneamente se producía la Reforma, el
Renacimiento, la expansión vertiginosa de la economía y surgía la inflación, consecuen-
cia del enorme flujo de los metales preciosos provenientes de América; se producía la
modificación de las rutas del comercio -del Mediterráneo al Atlántico-, la expansión
demográfica y el ensanchamiento progresivo del mundo conocido.

Estas transformaciones se verifican también en el ascenso de una nueva clase, la


burguesía, cuyo basamento económico se encuentra en el desarrollo de la riqueza mobiliaria
e industrial, mientras se mediatiza lentamente la prevalencia de la propiedad de la tierra.

El poder real se irá concentrando con el apoyo de la Burguesía en desmedro de la vieja


clase feudal y terrateniente. El absolutismo y la teoría de la soberanía irrestricta del
monarca, servirá de andamiaje ideológico de este proceso, y al propio tiempo permitirá
la formación de nuevos espacios económicos verificados en un estado centralizado. Se
puede atisbar durante este siglo, un proceso de creciente nacionalización de los
Estados y de las ideas políticas que se expresa con singular originalidad en el
pensamiento de Maquiavelo.

Prelot describe la situación política italiana en los términos siguientes: "Italia, al norte
de los Estados Pontificios seguía siendo bastante parecida por la Estructura de Ciudad-
Estado, a la Grecia de las Polis". "Existen tres grandes Ciudades-Estado, de mayor
importancia: Venecia, Milán y Florencia y otras tres de segunda línea: Génova, Ferrara
y Bolonia. Maquiavelo capta la necesidad de abandonar esas estructuras cualitativa y
cuantitativamente superadas. Las ciudades son unidades militar y demográficamente
insuficientes. Con el desarrollo adquirido por las industrias y el comercio resultan
inclusive demasiado débiles económicamente. Ha llegado la hora del Estado Nación". Y
Maquiavelo cree que en "Italia puede y debe verificarse", el mismo proceso de unidad
nacional como lo han hecho España, Francia e Inglaterra.

Este es el escenario que aguarda ser analizado por un pensador de fuste como
Maquiavelo.
Nicolás Maquiavelo (1469-1527)
Nació en Florencia el 4 de mayo de
1.469, en el seno de una antigua familia
burguesa, perteneciente a los popolani
grassi. (que son aquellos que han hereda-
do Bienes de Renta)

Como burgués florentino "ofrece los


rasgos característicos" de su clase y de
su época, que pueden resumirse en un
extremado gusto por la buena vida. Es
un sibarita que "ama la belleza de las
cosas y de los seres, sobre todo de las
mujeres a quienes frecuenta asiduamen- Retrato de
te. Gusta de la buena cocina, se divierte Nicolás
y tiene la pasión de la intriga y el poder". Maquiavelo
Así lo describe Prelot.

Maquiavelo desempeñó el cargo de


secretario de "la comisión de los X de guerra" o de "Libertad y paz", durante el período en
el que Pedro Soderini ejerció el cargo de Gonfalonielo perpetuo entre el 15 de junio de 1.498
y noviembre de 1.512, fecha en la que los Médicis son restablecidos en el poder por imperio
del apoyo español.

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Maquiavelo es detenido bajo del cargo de conspiración y sometido a malos tratos y
torturas y, aunque no se prueban las imputaciones en su contra, se lo obliga a partir al
ostracismo. Se retira a su villa de Albergaccio y desde su destierro, reflexiona sobre los
hechos políticos del pasado y el presente y produce sus obras fundamentales.

En una carta dirigida a su amigo Francesco Vettori, describe así su retiro: "Permanezco
siempre en la aldea" -se refiere a Percussina- y desde que me "sucedieron aquellas cosas,
no estuve en total más de 20 días en Florencia. Me dedico a cazar tordos con liga. Cazo
entre 2 y 7 pájaros, y así pasó septiembre".

"Aunque elemental y aburrida, extraño ya que me falte esa distracción. Ahora me


levanto con el sol y voy a mi bosque que estoy haciendo talar ; inspecciono durante dos
horas el trabajo del día anterior....Cuando dejo el bosque, voy a una fuente, y de allí a una
pajarera que tengo. Llevo conmigo un libro: Dante, Petrarca o alguno de los poetas
menores como Tibulo, Ovidio u otro semejante. Leo de sus pasiones, recuerdo de la mía,
y gozo unos instantes con esas memorias.... Es hora de comer, y como con los míos, lo
que producen esta pobre viña y un patrimonio estrecho. Una vez comido, vuelvo a la
Hostería donde están el hotelero, un carnicero, un molinero, un ebanista. Con ellos me
lio en interminables partidas de naipes donde peleamos por una moneda, y nuestros
gritos llegan hasta San Casciano. Esa villanía impide que se enmohezca mi cerebro, y
desafío mi mala fortuna, para que se avergüence de tanto pisotearme".

Llegada la noche, vuelvo a casa. Antes de entrar a mi estudio, quito mis ropas rústicas,
sucias y enlodadas, y vestido con dignidad, comparezco ante los hombres de la
antigüedad. Acogido amorosamente por ellos, satisfago mis vigencias intelectuales con
ese alimento, el único que me conviene y para el cual nací. No temo pues, conversar con
ellos y pedirles cuentas de sus actos, pues siempre responden amablemente. Durante
4 horas no sufro preocupación alguna, olvido las penas y ni me asusta la pobreza ni me
espanta la muerte".

En la explícita frecuentación de "Los hombres de la antigüedad", Maquiavelo había


"conversado" especialmente con el historiador latino Tito Livio y desde muchos años
venía glosando su obra "Las Décadas", en las que el autor clásico narra el desarrollo de
la República Romana.

De estas anotaciones y de su honda reflexión a la luz de su propia experiencia política,


surgió la obra Magna de Maquiavelo: "Dicursos sobre la Primera Década de Tito Livio",
a la que se dedicó con especial devoción registrándose como único intervalo en su
redacción, el período comprendido entre Julio y Diciembre de 1.513, lapso en el que
escribió "El Príncipe" -su otra obra maestra que dedicó a Lorenzo de Médicis, como un
gesto conciliatorio-.

La Epístola que se ha transcripto en parte, muestra a Maquiavelo como un cabal


hombre del Renacimiento. Su amor por los tiempos clásicos, su inclinación por la poesía
de Dante y Petrarca, Tibulo y Ovidio, su conformidad con la vida agreste y bucólica que
debía llevar, su convicción sobre el rol de la fortuna, su permanente actitud de mantener
la mente abierta y viva, su declarada pasión por la belleza y la añoranza de su patria, de
su civitas, a la que sólo había visitado por 20 días, durante el tiempo del exilio.

Sus otras obras tienen el mismo cuño. "La Mandrágora" es una comedia muy al estilo
de Boccaccio, que vió luz en 1.518. "El Arte de la Guerra", libro aparecido en 1.519, insiste
en la necesidad de que los Estados formen ejércitos ciudadanos -al estilo de las
repúblicas antiguas- y no dependan de los contingentes mercenarios, peligrosamente
volubles porque no luchan por sus ideales o por la patria, sino por el dinero que reciben
del príncipe. A esta obra le siguió "Vida de Castruccio Castracani" y luego "Historias
Florentinas", aparecido en 1.525.

La fortuna política cambió en 1.527, cuando fue restablecida la República Florentina


y expulsado Lorenzo de Médicis. Maquiavelo esperó ansioso el resultado de la sesión del

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Gran Consejo que trató su incorporación como Secretario de la Segunda Cancillería
Florentina, el 10 de junio de ese año. El resultado fue adverso: sólo apoyaron su
candidatura 12 ciudadanos sobre un total de más de 1.000 electores. Maquiavelo no pudo
superar este nuevo revés de la fortuna esquiva y murió dos semanas después, en la
soledad de su retiro, rechazado por La República que había sido su amor más entrañable
y no correspondido (en una de sus frases el Florentino había dicho: "Amo a mi Patria más
que a mi alma"). Irónicamente Maquiavelo esperaba una actitud más generosa de su gente,
a pesar de sus ácidas ponderaciones sobre el comportamiento humano descriptas en "El
Príncipe": "Los hombres son ingratos, volubles, simuladores, escapan al peligro y aman
las ganancias. Mientras nos necesitan nos ofrecen sangre, caudal, vida e hijos; pero se
rebelan cuando ya no les somos útiles". En esa oportunidad sus compatriotas se
comportaron como Maquiavelo había predicho en El Príncipe, negándole su reivindicación
histórica.

La posteridad fue también ingrata con Maquiavelo y su fama universal es decididamente


negativa. Sin embargo, los florentinos en un gesto postrero al consignar su enigmático
epitafio en su tumba de la Iglesia de la Santa Croce, expresan: "Nicolás Maquiavelo; ningún
elogio podrá igualar este nombre".

Las obras políticas de Maquiavelo


Sabine afirma: "sus obras más importantes fueron "El Príncipe" y los "Discursos sobre
la Primera Década de Tito Livio", comenzados ambos en 1.513. Es significativo el distinto
modo de considerar el gobierno en ambas obras; algunos autores siguiendo a Rosseau,
han creído que eran contradictorias.

Ello no nos parece ser cierto, en especial, si se toman en cuenta las circunstancias que
rodean la composición de "El Príncipe", pero es lamentable que la mayor parte de los
lectores haya conocido a Maquiavelo a través de esta última obra. Ambas obras
presentan aspectos del mismo problema: las causas del auge y la decadencia de los
Estados y los medios por los cuales pueden los estadistas hacer que perduren".

Esta dicotomía puede aclararse si se analiza la finalidad de cada una de las obras
señaladas.

La clave de "El Príncipe" se la puede encontrar en su capítulo postrero que se titula:


"Exhortación a liberar a Italia de los bárbaros". Este capítulo constituye una exhaltada
convocatoria a los italianos y especialmente a Lorenzo de Médicis, para unificar a la
península convirtiéndola en el territorio donde se asentará una nueva y poderosa Nación
-Estado, bajo un mando absoluto.

El Absolutismo de Maquiavelo es de carácter coyuntural, instrumental o de medios. El


pensador florentino se inclina por esta solución, porque es la única manera -atestiguada
por la historia antigua y reciente- de llegar a la unidad y de consolidarla.

Touchard, en sus comentarios sobre "El Príncipe", expresa: "En esta obra, que no es
un Tratado de Filosofía Política, Maquiavelo no se pregunta cuál es el mejor gobierno o
qué es lo legítimo.... sino, simplemente, pensando en la situación italiana: ¿cómo hacer reinar
el orden, cómo instaurar un Estado estable?, y finalmente cómo lograr la unidad italiana".

Para cumplir esta magna tarea se requiere de un Príncipe dotado de la Virtud


Maquiavélica -combinación de energías sutiles y de una voluntad de poder brutal- y que
esté acompañado por "La Fortuna". (Cuando Maquiavelo se refiere a La Fortuna tiene en
mente lo mismo que los romanos entendían por Hado, destino, Fortuna. César Borgia fue
para Maquiavelo un arquetipo de príncipe dotado con la Virtud y que careció de la Fortuna
en su tarea de unificar Italia)

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Según Charles Benorst, las características fundamentales del Príncipe que "debe
venir" son las siguientes:

SU REALISMO: debe estar atento para consultar los hechos y desentrañar la verdad para
poder operar con eficacia y precisión.

SU EGOÍSMO: antepone su persona a cualquier consideración y en ese esmerado cultivo


de su yo, ejercita su voluntad, disciplina su pensamiento y a él subordina sus emociones,
sentimientos y nervios.

SU SENTIDO DEL CÁLCULO: el Príncipe debe preferir ser temido que amado. Si logra ser
además amado, tanto mejor, porque se gobierna más eficazmente cuando existe
consenso.

SU INDIFERENCIA AL BIEN Y EL MAL: el Príncipe prefiere el bien. Pero si es necesario ejercitar


el mal para evitar amenazas al poder, lo debe realizar sin resquemores.

SU HABILIDAD: "La cualidad esencial del Príncipe es la Virtú", que es una energía
impetuosa, que combina la destreza, la astucia, la determinación y la fuerza. "Las
cualidades del Príncipe exigen una creación continua, una tensión sin relajamiento
dirigida a una finalidad" -añade Prelot.

SU CAPACIDAD DE SIMULACIÓN Y MIMETISMO: el Príncipe consigue mejores resultados a


través de la simulación y el fraude que mediante el empleo de la fuerza. Su obra
arquitectónica y la consolidación de su poder requieren del auxilio de la Fortuna, que el
Príncipe debe buscar y mantener.

SU GRANDEZA: el Príncipe puede evadirse de los cánones de la moral media porque su


dimensión está por encima de la mediocridad imperante. Su genio lo ubica más allá del
bien y el mal. Sus decisiones apuntan a lograr el engrandecimiento y la estabilidad del
Estado y no deben estar condicionadas por la pedestre moral privada.

Lo que importa para medir la acción política del Príncipe es la eficacia y no la moralidad
intrínseca de sus decisiones.

La Razón de Estado

Prelot dice que la Razón de Estado es una de las claves del Maquiavelismo y su
"legado fundamental a la corriente política que va a suscitar".

La formulación explícita de la Razón de Estado no fue definida por Maquiavelo. Pero


su amigo Guichardini habla de "La Ragione e uso Degli Stati".

La Razón de Estado es precisamente el principio que absuelve al Príncipe en la toma de


sus decisiones políticas, de aplicar consideraciones morales e incluso la legislación vigente.

La Razón de Estado permitirá que el gobernante pueda aplicar la perfidia, la traición,


la simulación, el soborno, la crueldad o cualquier expediente que le permita cumplir con
eficacia los fines del poder. Su fórmula más cercana sería: "el fin justifica los medios".

La ley suprema que debe regir los actos del político es la eficacia y el éxito en el logro
de los fines. Si los medios resultan perversos o inmorales estarán justificados en tanto
y en cuanto se logren los objetivos del poder.

Esta manera de ver el tema político ha llevado a los autores a hablar del inmoralismo
de Maquiavelo. Sabine aclara que más que inmoralismo debe hablarse de amoralismo

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de las teorías del pensador florentino, porque no se trata de un autor que ataque la moral,
sino que simplemente prescinde totalmente de ella.

En síntesis: en “El Príncipe”, obra que fue dedicada a Lorenzo de Médicis -duque de
URBINO-Maquiavelo tenía el propósito de inducirlo a emprender la tarea de unificar Italia
y dotar al Estado Latino de la solidez y estabilidad que presentaban España y Francia.
En este aspecto Maquiavelo es contundente: "Sin Príncipe no hay unficación" -afirma-.

El príncipe capaz de realizar la tarea de unificación, debería poseer una virtud


excepcional, una energía despiadada, y actuar sin limitaciones de carácter moral. El
criterio para la acción deberá ser el de la eficacia, el de la obtención de los objetivos, frente
a los cuales cualquier medio es justificado.

La razón de estado es la suprema ley y la fuerza, el


medio de realizar los propósitos políticos del Príncipe.

“Es mejor ser temido que ser amado” -afirma el Florentino-. Sin embargo, la mayor
fortaleza del príncipe es lograr la adhesión de su pueblo y es por ello que la hipocresía
se convierte en un deber de Estado.

El arte político es una sutil combinación de


engaño y ejercicio de la violencia pura.

El patrón de medida y cualificación de la acción del príncipe es el resultado. Si logra


el crecimiento y la felicidad de su estado “los medios que haya utilizado se considerarán
perfectamente honorables”.

El modelo humano concreto que Maquiavelo tuvo en mente al escribir el Príncipe, fue
César Borgia, hijo del Papa Alejandro VI, cuya estrella tuvo un brillo fugaz en el firmamento
italiano.

El Absolutismo de medios de Maquiavelo, es una manera, un camino para lograr el


propósito de la Unidad Italiana.

Los Discursos sobre la primera década de Tito Livio

Es precisamente en su obra "Discursos sobre la Primera Década de Tito Livio", donde


Maquiavelo -bajo la excusa de reflexionar sobre un libro clásico- expresa su convicción
sobre La República, como modo insuperable de organización política y social.

No lo propone como un arquetipo, sino como un modelo histórico. Maquiavelo sabe


que la concepción de un Estado perfecto es una vana ilusión, porque la vida política
presenta un dinamismo que no puede ser contenido en moldes estáticos.

Sin embargo, entre todos los Estados Históricos, La República Romana se presenta
como una realidad que permite tomar su precedente como elemento orientador y de
reflexión política.

Esta obra fue concluida entre 1.513 y 1.519. A lo largo de sus páginas, la historia de
la república romana le permite reflexionar desde una perspectiva histórica y proponer
como paradigma futuro al Estado Republicano. En esta obra, el pensador deja trasuntar
"su auténtico entusiasmo por el gobierno popular de que es ejemplo la República
Romana, pero que consideraba impracticable en la Italia de la época en que él escribía"
-apunta Sabine-.

Actualizando el pensamiento de Aristóteles y de Polibio, toma las tres formas clásicas


de gobierno y señala la superioridad de la constitución mixta que se verificó en la Roma
Republicana, otorgando a La República la estabilidad que gozó durante varios siglos.

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El estado Maquiavélico es laico, racionalmente construido y basado en el arquetipo
romano. Es por ello, que le hace considerar imprescindible -como genuino instrumento del
poder del estado-, la creación de un ejército nacional integrado por los ciudadanos. El
servicio militar es imprescindible para dar a la República la garantía de una fuerza armada
que responda a los intereses de su pueblo. Por contraposición, advierte que los mercena-
rios constituyen la fuente de la debilidad de los estados italianos de su tiempo, por la
característica voluble e inestable de sus pactos, ligados a los príncipes sólo por un
contrato pecuniario.

La obra bajo análisis, tuvo una gran influencia posterior. Los jacobinos, dos
siglos después, lo tenían como libro de cabecera y como gran modelo político de
la Revolución Francesa.

El concepto de Estado como lo entendemos hoy, fue acuñado en el período histórico


que abarca el fin del siglo XV y la primera mitad del siglo XVI.

Los pensadores que dan el marco teórico al nacimiento del estado son Maquiavelo,
Bodin y Hobbes, que pudieron percibir el proceso de concentración del poder real y la
unificación de las naciones.

El pensador florentino designó a la organización política de su tiempo como: “Lo


Stato”. El estado es un ente teleológico porque persigue fines que debe cumplir por
cualquier medio, los ejecutores de esos objetivos son hombres dotados de una
virtud o fuerza especial y que tienen como guía la eficacia y no la moral.

Maquiavelo fue el primer pensador que desligó la política de la moral y la religión,


intentando comprender esta disciplina en su realidad, en su ser y no en su deber ser.

La política como ciencia

James Bumnham en su obra "Los Maquiavelistas" dice: "Existen ciertos fines peculia-
res y propios de la ciencia sin los cuales la ciencia no existe. Estos son: la descripción
exacta y sistemática de los hechos públicos, la tentativa de establecer correlaciones entre
series de estos hechos con el propósito de descubrir leyes y , mediante estas correlacio-
nes la tentativa de predecir, con cierto grado de probabilidad, los hechos futuros".

"En los escritos de Maquiavelo" -por vez primera luego de la Edad Media- "siempre
están presentes y rigen la lógica de sus investigaciones".

"El método de Maquiavelo es el método de la ciencia aplicado a la Política".

El Método Político de Maquiavelo (1)


a) Maquiavelo se expresa de manera "cognoscitiva y científica". Analiza los hechos
históricos buscando las regularidades que surgen de una desapasionada y objetiva
observación de la realidad. Establece las relaciones entre las causas y los efectos de los
hechos políticos sin ceder a sus prejuicios o inclinaciones previas. Busca apasionada-
mente la verdad, despojando a las acciones humanas de sus ropajes ideológicos, de sus
motivaciones declamadas, de sus discursos retóricos de justificación. No teoriza sobre
el deber ser, sobre ideales abstractos, sino sobre el ser, sobre el fenómeno tal como se
presenta, indagando el andamiaje fáctico de la realidad hasta sus últimas consecuen-
cias.

(1) El contenido de este inciso enriquece el tema del


Método Político consignado en el Módulo 1.

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No se deja arrastrar por la emoción o el sentimiento, las afinidades selectivas, las pulsiones
de la subjetividad o la pasión -en contraposición a Dante, que es todo pasión, idealismo y
parcialidad genial-

No crea construcciones "more geométrico" o utópicas sobre la realidad política, sino


que intenta describirla e interpretarla tal como es. Le interesa penetrar en el entresijo de
la realidad, para comprender cómo está articulada la trama de lo político y descubrir las leyes
que disciplinan los fenómenos, los cambios, las actitudes humanas respecto del poder.

Sus escritos son claros y sabemos perfectamente que su temática explícita no tiene
propósitos subyacentes. Sus hipótesis pueden ser cotejadas, sometidas a prueba y
contrastadas con la realidad.

b) Maquiavelo describe y delimita con claridad el ámbito de la política, excluyendo del


campo de esta ciencia las adherencias metafísicas, teleológicas o valorativas.

Entiende que la política consiste en el estudio de las luchas por el poder -Faz Agonal-
y de las actitudes y acciones que permiten conservarlo y acrecentarlo.

En ese estudio el punto de partida son los hechos observados y no los principios
deductivos, abstractos y generales que se supone gobiernan "la naturaleza del hombre
y la sociedad". Los pensadores que deducen conclusiones basándose en principios
apriorísticos fuerzan a los hechos para que concuerden con sus hipótesis intelectuales
y si las explicaciones no resisten el análisis lógico, "peor para los hechos".

Maquiavelo privilegia los hechos, "son los hechos lo que deciden" en su sistema, nos
explica Burnham.

c) Maquiavelo intenta "establecer correlaciones entre una serie de sucesos que


permitan hacer generalizaciones o establecer leyes: No se interesa exclusivamente por
el suceso singular, único, sino en las leyes relacionadas con los sucesos".

Cuando analiza la periodicidad de la elección de los Cónsules durante el período de


esplendor de la República Romana, concluye en que era una condición lógica para
preservar las libertades ciudadanas y asegurar la fortaleza de Roma. Abona su afirma-
ción conclusiva tras comprobar que la decadencia del Estado latino y de otras repúblicas
se verificó cuando se acudió a las prórrogas indefinidas de los mandatos o al otorgamien-
to de mandos vitalicios en favor de hombres providenciales. (Estas reflexiones las
consignó en su obra: "Discursos sobre la Primera Década de Tito Livio".

Desde que Maquiavelo acuñó este concepto, la periodicidad de las funciones


constituye una de las notas dominantes de la estructura republicana.

Este mismo orden de exposición lo vierte en su tesis sobre la inconveniencia de los


ejércitos mercenarios y su clara visión sobre la necesidad de los Estados de contar con
el respaldo de un ejército integrado por los ciudadanos. Se podría extraer innumerables
ejemplos de las recomendaciones de Maquiavelo, que se han integrado como lugares
comunes de la política.

d) "En toda su obra está implícita una diferencia netamente acusada entre dos tipos
de hombre político" -dice Burnham-. Podríamos llamar a una de ellas el tipo gobernante
y a la otra, el tipo gobernado.

Los primeros son los que tienen la ambición, el deseo y la perseverancia para acceder
al poder. Los segundos, integran la mayoría de los que ni aspiran ni tienen la capacidad
de gobernar. Esta distinción supone que la lucha por el poder se circunscribe a pequeños
núcleos de hombres que integran la "clase gobernante" y no la pasiva clase gobernada,
que no se involucra ni se interesa por los problemas del poder.

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El tipo gobernante se caracteriza por lo que Maquiavelo denomina Virtú, que es un tipo
de energía especial, mezcla de un impulso incoercible, de una ambición sin límites y de la
férrea voluntad de acceder al poder. "Es una energía a la vez brutal y prudentemente
calculadora, ajena a cualquier preocupación de la moral ordinaria" -nos la describe J.
Touchard.

Para alcanzar sus propósitos el político -el tipo gobernante- no reconocerá límites éticos.
Su cualidad más generalizada será dominar las artes del fraude. "Se pasa de la pequeña a
la gran fortuna más bien por el fraude que por la fuerza" -acota el florentino-. Esta observación
es válida para todos los tiempos y lugares -toma como ejemplos de la antigüedad a Filipo de
Macedonia, Agatócles y Ciro; y a Juan Galeazzo, quien quitó la Lombardía a su tío maese
Bernardo, como uno de los ejemplos de sus contemporáneos.

Las otras condiciones del hombre dotado de Virtú, son la astucia, la perseverancia, el
valor indomable y la voluntad en la adquisición de los objetivos.

Los maquiavelistas posteriores -especialmente Gaetano Mosca, Sorel, Michels,


Vilpredo Pareto y otros- recogen y desarrollan la distinción entre las minorías gobernan-
tes y la masa pasiva de los gobernados.

Maquiavelo patriota italiano


Al otear el horizonte político del Siglo XVI, Maquiavelo percibió claramente el
surgimiento de los grandes Estados Nacionales. España, bajo los reyes Católicos, había
logrado su unidad territorial y espiritual; Francia había seguido un proceso de centraliza-
ción del poder en cabeza del rey y en desmedro de la Nobleza Feudal, desde el reinado
de Felipe el Hermoso; Inglaterra estaba arribando a su unidad bajo la dinastía de los
Tudor.

Las ciudades italianas que aún eran grandes potencias, no tenían posibilidades de
mantener su posición independiente por mucho tiempo, frente a la realidad emergente
de los nuevos Estados centralizados.

Maquiavelo, con lúcida conciencia, plantea a los italianos de su tiempo la necesidad


de la Unión Nacional, de la organización de Italia como un Estado moderno.

En su obra "El Príncipe", Maquiavelo reclama de sus hombres más insignes, que uno
de ellos levante la bandera de la unificación. El Príncipe, el monarca fuerte, es quien debe
dar coronación a esta tarea, como se ha verificado en España -bajo Fernando El Católico-
, en Francia por imperio de una sucesión de Reyes fuertes, y en Inglaterra.

Maquiavelo y la Religión
Maquiavelo siente que la Iglesia Católica tiene una gran responsabilidad histórica,
como factor obliterante de la unidad italiana.

Su análisis sobre el rol de la Iglesia queda patentizado en la siguiente


imputación:"porque, habiendo adquirido y poseyendo dominios temporales, no ha
llegado a ser lo poderosa y fuerte que era preciso para ocupar toda Italia y gobernarla,
ni tan débil que no le importe perder su dominio temporal".

Ese resentimiento lo conduce a subordinar la religión al Estado. Esta debe constituir-


se en un instrumento de cohesión social y de fomento de la obediencia civil. La posición
de Maquiavelo en esta cuestión implica un verdadero retorno a la concepción del
paganismo tardío.

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Sus ataques al cristianismo evocan los argumentos levantados por los paganos
cuando se produjo la caída de Roma y que fueron rebatidos magistralmente por San
Agustín. La religión cristiana al santificar "únicamente a los humildes y a los hombres
entregados a la contemplación más que a la vida activa", habría exhaltado a los débiles
y promovido una moral claudicante, propia de pueblos esclavos. Falta el culto al
heroísmo , al valor cívico, al despliegue de la energía humana propia del ciudadano
griego y romano.

Esta posición será luego retomada por el filósofo alemán Federico Nietzche, quien
elevará el mito del héroe, del super-hombre, radicalmente anticristiano. Esta posición
neo-pagana y sus mitos, serían luego tomados por los teóricos del nazismo y por un
Nietzcheano tardío -Julius Evola- ideólogo del fascismo italiano.

El Maquiavelismo
"El sustantivo doctrinal Maquiavelismo es utilizado por los autores del siglo XVI" -anota
Alberto Rodríguez Varela, parafraseando a Prelot-. "Alude, en síntesis, a un pragmatismo
amoral apreciado como indispensable para el éxito político" -añade el autor citado-.

En la corriente del maquiavelismo práctico, "atenuado, moderado y conservador, que


usaba la injusticia dentro de límites razonables", se pueden alinear Enrique VIII e Isabel
de Inglaterra, Napoleón -quien en su glosa a "El Príncipe", lo considera a veces ingenuo-
, Benito Mussolini -quien se reconocía como discípulo de Maquiavelo-, Hitler -que
consideraba a "El Príncipe" como un libro indispensable-.

Se podría incluir en esta lista a los dictadores marxistas que han recibido su orientación
maquiavélica como inherente a su doctrina, que preconiza la eficacia de los hechos
políticos como patrón para medirlos y ensalzarlos. También para los marxistas el fin
justifica los medios.

En el ámbito del pensamiento, la lista de intelectuales que resultan tributarios de


Maquiavelo es extensa. En los movimientos nacionalistas, "siempre está presente" -al
decir de Prezzolini-.

Esta vertiente del pensamiento, que se abroqueló tras el principio de las nacionalida-
des, iluminó a los Jacobinos dándoles sus aportes doctrinales, y a los movimientos de
Unidad Nacional de Italia. La Joven Italia de Mazzini, inspiró a Garibaldi; Mussolini, que
reconoce su filiación Maquiavélica en su ensayo "Preludio a Maquiavelo", Hegel -quien
lo admira como un precursor del Estado unificado y moderno, Nietzche -quien toma en
bloque su ataque al cristianismo y el culto al héroe y al hombre fuerte, Marx -que acepta
el criterio amoralista de que el fin justifica los medios-, etc.

La vertiente más profunda e integral del maquiavelismo se la ha denominado "El


Maquiavelismo Científico":

Estos pensadores reconocen en Maquiavelo al genuino fundador de la Ciencia


Política y de su método. Lo visualizan como el pensador que definió el objeto material y
formal de la Política; es decir, el poder, las formas de su adquisición, conservación, auge
y caducidad- y también, quien definió la aplicación del método científico al análisis de la
fenomenología política.

Los maquiavelistas científicos más destacados son:

Gaetano Mosca: el gran teorizador de la clase política, que es una actualización del
grupo gobernante de Maquiavelo.

Vilfredo Pareto: que desarrolló su teoría sobre la circulación de las élites.

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Roberto Michels: quien analizó y formuló su "Ley de Hierro sobre las Oligarquías".

Georges Sorel: quien desarrolló su teoría sobre la violencia metódica.

La corriente más densa de los pensadores políticos ha cuestionado el inmoralismo -


Prelot- o el amoralismo maquiavélico -Sabine, Maritain, etc-.

Sin embargo, cabe señalar que el florentino ha intentado mantenerse siempre en el


ámbito del ser, en el análisis del comportamiento político del hombre y no en el plano del
deber ser. Ha aplicado el método científico a la fenomenología política como podía
haberlo hecho respecto de los fenómenos físicos -por lo menos esa fue su pretensión-
. Sin embargo y dentro de esa visión, pondera el elemento moral como una condición del
crecimiento, y la estabilidad de las Instituciones -en sus discursos sobre las décadas de
Tito Livio-.

Es también cierto que su inclaudicable amor a la Verdad, su entrañable amor a su


patria y su admiración a los valores que sustentaron la fortaleza de la República Romana,
señalan un claro orden de valores en los que Maquiavelo creía firmemente.

Sin embargo, la difusión universal del maquiavelismo como un concepto peyorativo,


aplicado a los amoralistas políticos se abrió camino y quedó acuñado como una moneda
de uso corriente en el lenguaje culto y popular.

En resumen:

Maquiavelo no es un autor que haya sido leído y analizado sin pasión.

La posteridad lo ha denostado por su amoralismo de funestas y traumáticas conse-


cuencias, o ha realizado su panegírico como un precursor de la ciencia política y el
espíritu nacionalista.

Si se intenta resumir lo expuesto podremos ver al pensador florentino como un hombre


que encarnaba el espíritu de la modernidad renacentista, porque:

- Se inspira en los modelos del mundo clásico. Su obra principal así lo atestigua
(Discursos sobre la Primera Década de Tito Livio)

- Es un racionalista en cuanto aplica a sus reflexiones políticas el método científico.

- Es un humanista, pues su principal fuente de inspiración son los autores clásicos y


además Dante, Petrarca y Bocaccio. En cuanto a la ciencia política, continúa la tradición
de Bruneto Latini -venerado maestro de Dante-.

- Es un pensador realista porque sus especulaciones reconocen la prioridad de los


hechos, que constituyen el andamiaje para la teorización.

- Es un hombre pragmático, porque sus propósitos -v.gracia- la unificación italiana, no


son utópicos, sino verosímiles y alcanzables.

- Es un nacionalista: porque advirtió con sus ojos zahoríes, como la Lechuza de


Minerva, que la Nación era la realidad que advenía.

- Es un patriota: porque todos sus escritos y actos están transidos del supremo amor
por la patria, que según su propia confesión, era más fuerte que el amor por su propia
alma.

252
ACTIVIDAD Nº 23

1) En la faz económica, el Mercantilismo se estableció como el


sistema más adecuado para las naciones incipientes.

2) a) ¿Cuál es la ética que subyace en la siguiente frase, respecto


a la calificación de las acciones de los gobernantes:

“Si el príncipe logra el crecimiento y la felicidad de su Estado, los


medios que haya utilizado se considerarán perfectamente
honorables”.

b) ¿A quién pertenece esta frase?

3) Defina el concepto de Estado desde el marco teórico de


Maquiavelo.

4) Uno de los aportes fundamentales de Bodín se centra en el


concepto que elabora de “soberanía”. Explique tal concepto,
de acuerdo al autor mencionado.

253
254
La Reforma
Las naciones europeas habían integrado "la cristiandad" a través del largo período de
la Edad Media. El enjambre de reinos, señoríos y ciudades de Europa conformaban "un
pueblo determinado y escogido" que reconocían como factores de unidad espiritual a la
Iglesia y al Imperio -continuador del Imperio Romano- en lo temporal.

La Reforma -que se inicia en el Siglo XVI quebró la unidad del orbe cristiano,
favoreciendo el proceso de concentración del poder en manos de los monarcas y
príncipes reformados e impulsó el desarrollo del absolutismo monárquico. Estas conse-
cuencias no fueron ni buscadas ni queridas por los reformadores cuya visión principal
se concentraba en materia específicamente religiosa.

La Iglesia ejercía una benéfica influencia moderadora en los conflictos europeos, que
se irá eclipsando progresivamente, mientras se van desatando las guerras religiosas que
desgarrarán la unidad del mundo cristiano y ensangrentarán el continente. Estos
conflictos darán impulso a la "necesidad de un poder fuerte que restablezca la paz social".
La Reforma también acentuará el proceso de creciente secularización de la cultura y el
desarrollo de instituciones civiles, cuya tutela se desplazará de la Iglesia al Estado.

Antecedentes: John Wiclef -1.324 / 1.384- fue profesor en la Universidad de Oxford.


Se lo considera como uno de los más caracterizados pensadores que anteceden a la
Reforma. Es el primero que proclama la doctrina del Libre Examen de las Sagradas
Escrituras, basada en la dignidad de la razón humana.

En sus ataques al Papado reivindica la pureza originaria del cristianismo de la que se


habría desviado la Iglesia Romana y niega rotundamente el valor de los sacramentos.

Los Concilios de Londres y Oxford repudian sus teorías, que con posterioridad serán
empero difundidas por Juan Hus.

Martín Lutero -1.483 / 1.546- nació en Aisleben, Turingia, en el seno de una familia de
condición humilde. Sus padres, que habían advertido su gran inteligencia, lo enviaron a
estudiar Derecho a la Universidad de Magdeburgo, realizando para sostenerlo, penosos
sacrificios. A los 20 años Martín Lutero recibió su anillo de "Magister".

El día 2 de Julio de 1.505, sobrecogido por un hecho prodigioso, -un rayo cayó cerca
y no le hizo ningún daño a pesar de su proximidad- formula votos para entrar en la orden
de los Agustinos.

En ese tiempo, Lutero lee ávidamente las obras de Juan Hus y Wiclef, compenetrándose
de sus teorías.

En 1.511 viaja a Roma, donde recibe impresiones decisivas y una huella indeleble
para su toma de posición contra la Iglesia Romana. Morruet describe ese momento con
claridad: "La Roma del Renacimiento mostró a sus ojos los abusos religiosos y morales
que eran la cizaña del mundo en aquella época. Dolorosas experiencias develaron ante
él la corrupción que reinaba a las orillas del Tíber".

Bajo el Papado de León X, este Pontífice había encomendado a la orden de Santo


Domingo la venta de las indulgencias para poder sufragar con su producto la construcción
de la Basílica de San Pedro.

En Alemania, Lutero asiste a la predicación de uno de los más conspicuos dominicos


-el R.P Tetzel- quien propugnaba con gran ardor y poder de persuasión la venta de las
indulgencias emanadas del "Papa Médicis".

255
Martin Lutero le contesta con un gesto tajante, fijando en la puerta de la Iglesia del
Castillo de Witteinberg un escrito que contenía sus 95 tesis, el día 31 de Octubre de 1.517.
Era el primer acto de proclamación de la Doctrina Protestante y el inicio del Gran
Movimiento Reformista.

El R.P Tetzel le contesta en forma contundente y pormenorizada, provocando una


nueva respuesta de Lutero, que se cristaliza en su obra "Resoluciones".

En Leipzig Lutero sostiene una encendida polémica con el teólogo Juan Eck, en 1.519.
Posteriormente el Padre de la Reforma escribe sus obras "Del mejoramiento del estado
de la cristiandad", "Del cautiverio de Babilonia y de la libertad cristinana". En esta última
obra su pensamiento aparece maduro y consolidado.

León X, impasible hasta entonces, excomulga a Lutero. El Reformador le replica


quemando la Bula el día de Navidad y publicando "Contra la Bula del Anticristo".

En el año 1.521 el Emperador Carlos V lo hace comparecer ante La Dieta de Worms, con
el propósito de zanjar definitivamente las diferencias entre Lutero y la Iglesia. El Reformador
se abroquela en su posición y rechaza sistemáticamente los intentos conciliatorios, que
suponían una rectificación de sus doctrinas. Sus tesis son condenadas por la Dieta y
Lutero -protegido por el Elector de Sajonia- se refugia en el castillo de Wartburgo. En el
año 1.525 se casa dando "el ejemplo" sobre su rechazo al celibato sacerdotal.

La ruptura con la Iglesia Católica se torna definitiva, y el protestantismo se difunde y


arraiga en Alemania y se extiende a los Países Bajos, Francia y Suiza. Estallan las
guerras de religión que desgarrarán en primer término a Alemania hasta que en 1.555 se
celebra la Dieta de Augsburgo, en la que se arriba a una fórmula conciliatoria: "cujus
regio, ajus regio" -que en buen romance significa que los súbditos deben seguir la fe de
sus príncipes y reyes. Es lógicamente un principio absolutista que resuelve los problemas
religiosos desde la cúpula del Poder, prescindiendo de la elección o la preferencia de los
súbditos en esta materia.

"Lutero muere en 1.546 triunfante y desesperado -nos apunta Prelot-. Triunfante,


porque la Nueva Iglesia que él ha instituido se ha implantado ampliamente en Alemania;
desesperado, porque su temperamento angustiado no le permite el descanso y porque
la Iglesia que se ha constituido está bastante lejos de lo que él había soñado".

La obra de Lutero
Lutero fue un pensador dotado de una fecundidad extraordinaria. La edición de sus
obras de Erlangen comprende 67 volúmenes escritos en alemán y 33 volúmenes en latín.

Lutero fue un reformador religioso y sólo incursiona en los problemas políticos desde
su visión del Evangelio. Los puntos esenciales de su predicación se refieren al origen
divino del Poder (Omnias Potestas ad Deo) y a la sumisión incondicional que debe el
súbdito a su gobernante. Esta posición reforzaba, desde el movimiento religioso la
tendencia al absolutismo ya señalada.

A pesar de su posición de no incursionar en el ámbito político, Lutero es perfectamente


conciente de haber sido un factor de exaltación del poder civil. "Antaño -escribió- el Papa
y los clérigos lo eran Todo, y Todo lo dirigían, lo mismo que Dios en el mundo, y el poder
civil yacía en las tinieblas, oprimido y desconocido". "Tengo esa gloria -se jacta- y este
honor por la gracia de Dios -guste o no a Satán y a sus adherencias- puesto que desde la
época de los Apóstoles ningún doctor ni escritor, ningún jurista ni teólogo ha instruido tan
magnífica y tan claramente la conciencia de las fuerzas seculares ni las ha consolado tan
bien".

256
En un opúsculo publicado en 1.521 y titulado "De la autoridad secular y nuestro deber
de obediencia", basa su argumentación en la Biblia, la epístola de San Pablo a los romanos
y otros textos pescriptivos de la obediencia de los súbditos frente al poder laico.

Tomando prestados argumentos de San Agustín señala que los hijos de Adán
pertenecen en su gran mayoría al reino del mundo -y están consagrados al pecado- y el
uno por mil, son ciudadanos del reino de Dios. Estos últimos tienen al Espíritu Santo en
su corazón y no requieren la sujeción a ningún poder. Si fuese posible aglutinar en un sólo
pueblo a los santos, estos elegidos podrían vivir sin ninguna autoridad, porque la
conducta de cada uno sería virtuosa sin necesidad de coacción externa.

"Pero el poder existe porque la naturaleza humana está totalmente corrompida por el
pecado original y el Príncipe debe mantener a raya el mal, como el domador al animal
salvaje y feroz" -señala Prelot-.

El Poder asume así una dimensión salvífica y represiva. El Príncipe se enfrenta al mal
y a la corrupción del mundo con su espada para desatar tajantemente los nudos
gordianos que constantemente trama Satán. En la concepción de Lutero, no existen dos
espadas como en la concepción medieval -la temporal que blande el poder civil y la
espiritual, que esgrime la Iglesia-. La espada única -la del castigo y la represión-
pertenece al Príncipe, que oficia de instrumento divino de venganza y de contención
contra los pecadores y los criminales. Precisamente el crimen atrae el castigo, y la pena
es una forma de expiación y de catarsis de los pueblos.

"Si el Príncipe es un tirano, si es cruel y sanguinario, la culpa es del pueblo que resulta
responsable. Los hombres tienen los príncipes que se merecen" -comenta Prelot-.

En el Tratado "De la la Autoridad Secular" separa tajantemente la autoridad secular


-a la que el hombre debe una obediencia absoluta- de la vida espiritual. La sociedad
humana es un conglomerado de fieras que el poder debe dominar y disciplinar, es el
ámbito donde el pecado ha reducido al hombre a una condición servil, que debe ser
contenida por príncipes absolutos.

El pesimismo fundamental de Lutero respecto de la naturaleza humana, corrompida


irremisible e inexorablemente por el pecado, lo conduce a una conclusión inevitable: a
sustentar la necesidad de un poder temporal fuerte -al igual que Hobbes- y a rechazar
la autoridad de la Iglesia jerárquica y dotada de un poder disciplinario externo o temporal.

En su Tratado "De la Libertad del Cristiano", expresa que si el cristiano vive según su
fe es libre. Cada persona es sacerdote y rey de un reino espiritual e interior. Nadie puede
obligarla a creer en determinados dogmas y la opinión es absolutamente libre, porque
pertenece al orden de los pensamientos "Gednaken Sind Zollfrei" -proclama- (no hay
aduanas para el pensamiento).

"La autoridad temporal no tiene que castigar la opinión" -sentencia-, pero si la opinión
se exterioriza y se torna peligrosa por su publicidad, la autoridad debe procurar que no
haya ni división, ni disturbio, ni rebelión entre los súbditos".

En síntesis: las tesis de Lutero se dirigen específicamente a la dimensión religiosa del


hombre y en ese carácter, constituyen un ataque a la Iglesia Romana. Sólo tangencialmente
tocan el tema político. Pero una de las consecuencias prácticas del Luteranismo, fue el
remozamiento de la frase tradicional "Todo el Poder viene de Dios" interpretada -no en
el sentido medieval de limitarlo por su dependencia a la ley divina y natural- en la dirección
de su exaltación y carácter absoluto, derivado de su origen divino.

257
Juan Calvino (1.509 / 1.575)
Calvino pertenece a una generación posterior a Lutero y su vida se desenvuelve en un
contexto social y político diferente. La Monarquía francesa se ha convertido en un Estado
Moderno y centralizado y ha resuelto los problemas con Roma mediante un concordato
firmado en 1.515.

Calvino se ha formado en la Facultad de Derecho de Orleans donde se forjará su


mentalidad jurídica.

Cuando sólo tenía 27 años, Calvino da culminación a su obra "La Institución Cristiana",
en un latín pulido. En 1.547 publica esta obra en francés, que según el comentario de M.
Desgranges "es uno de los primeros movimientos de nuestra lengua moderna".

Dedica este libro al rey de Francia en los siguientes términos: "Al muy alto, muy
poderoso y muy ilustre Príncipe Francisco, Rey de Francia, muy cristiano, Príncipe y
Soberano Señor, de Juan Calvino".

En esa obra remarca la necesidad de la obediencia irrestricta al poder que viene de


Dios y señala que la libertad cristiana puede "coexistir con la servidumbre civil". Pero el
hecho del origen divino del poder exige que éste se ordene racionalmente a las misiones
espirituales impuestas por Dios, con el propósito de salvar a los hombres.

Calvino ejerció una verdadera dictadura religiosa de hecho en la ciudad de Ginebra,


que se fundamentaba en las ideas expuestas sobre la predestinación y la subordinación
a la voluntad divina. Sin embargo, de esta corriente reformadora, habrían de surgir los
estilos del capitalismo anglosajón ligados estrechamente a la concepción liberal.

Pierre Mesuard ha tratado de explicar la manera en que Calvino vino a ejercer una
virtual dictadura teocrática sobre la ciudad de Ginebra. Para hacer comprensible la
influencia de este "profeta moderno" sobre la ciudad, tomó la analogía del flujo magnético
que emanando de Calvino galvanizaba a los magistrados y al pueblo. "La Bibliocracia"
instaurada por Calvino consiste en que éste interpreta "ex cátedra" y sin apelación, la
palabra divina expresada en "El Libro de los Libros", y es esta palabra soberana la que
dirige los negocios de la ciudad Iglesia. Calvino pretende instituir a la ciudad de Ginebra
como un arquetipo que deberá ser prescriptivo para todas las iglesias reformadas -será
"una luminaria en la que todas las iglesias basadas en la reforma cristiana pueden tomar
ejemplo"- , afirmó.

Sin embargo, el carácter tiránico de la Teocracia Ginebrina, modelo de intolerancia


religiosa, se manifestó claramente cuando el 22 de Octubre de 1.522 Miguel Servet -
médico español que sistematizó la teoría de la circulación de la sangre- fue quemado en
la pira de los herejes por disentir con Calvino.

Esta ejecución y muchas otras realizadas bajo el mismo signo de persecución


religiosa, provocaron una fuerte conmoción en Europa.

Las Teorías de Calvino se difundieron en Francia, Países Bajos e Inglaterra. En este


último país dieron origen al movimiento puritano, que llegaría a su apogeo en el Siglo XVII
y que tendría una significativa influencia en la colonización británica de América del Norte.

John Knox
Este calvinista escocés plantea una tesis revolucionaria que contrastaría con la
apelación a la sumisión absoluta contenida en el pensamiento calvinista: "Dios manda
castigar a los idólatras y derribar a los príncipes enemigos de la verdadera fe".

258
En 1558 formula el llamamiento “a la nobleza, a los Estados y al pueblo”, para deponer
a la diabólica regente papista sobre el fundamento de la violencia profética.

Este exponente del puritanismo escocés, copiará casi exactamente el arquetipo del
Gobierno Teocrático de Ginebra, luego de la victoria.

Los monarcómanos
Hacia el año 1.600 Barclay los denominó Monarcómanos, porque son autores que
levantan la bandera del derecho de resistencia -incluso el Regicidio- frente a los
monarcas que tiranizan a sus súbditos y no les permiten vivir plenamente su libertad
religiosa.

Los primeros autores que sustentaron esta posición fueron los calvinistas -o Augunotes-
que debieron padecer especialmente en Francia el mando de Reyes de confesión
católica y que también participaron en las guerras de religión.

Los monarcómanos tienen estilo panfletario y apasionado y, en algunos casos,


apologético. Las obras sistemáticas no abundan.

Entre ellos se destacan:

a) Francois Hotman, profesor de Derecho en Estrasburgo y Ginebra. Escribió la


"Franco-Gallia seu Tractatus Isagogicus de Regimine Regni Galliae et de Jure
Successionis", en 1.575.

La Franco-Gallia -a la que se refiere Hotman- no es la Galia Romana o Italiana a la que


abomina, sino la Galia de los Franco-Germanos. En la época de los Galos-Francos, la
realeza es electiva -afirma este autor- y se discierne por el voto del pueblo. El poder real
está limitado por una asamblea general de toda la Nación y deben restaurarse estas
instituciones que conforman la Constitución natural de Francia.

El valor de Hotman es haber dado a los protestantes franceses un programa político,


basado en la proposición de una Constitución que instaure una Monarquía limitada.

b) Lauguet y Duplessis-Mornay:

"Las Vindiciae contra tyrannos", es una obra que fue escrita presumiblemente por
Hubert Languet y Duplessis Mornay -jefe del Protestantismo francés-, y que el editor
atribuye a Junio Bruto. En esta obra se afirma que los súbditos no están obligados a
obedecer al Rey que transgrede las leyes divinas o las leyes civiles. Sienta también el
principio de la superioridad del Pueblo sobre el Rey:"Israel -es decir el Pueblo- que ha
pedido y establecido un rey como gobernante, está por encima de Saúl" -es decir del Rey-
"establecido a requerimiento y por amor de Israel". Por pueblo, los autores de "las
Vindiciae", entienden una aristocracia integrada por los magistrados, los nobles y los
ciudadanos que tienen algún predicamento en la sociedad y no en el populacho "esa
bestia que tiene un millón de cabezas".

En síntesis, estos autores protestantes se han preocupado por fijar límites a la


autoridad de los Reyes y príncipes, y reforzar al grupo de señores que habían abrazado
la Reforma.

c) La obra "Du Droit des Magistrats sur leur sujets" (1.575) de Theodore de Beze en
Ginebra, continúa las enseñanzas de Calvino.

259
Los magistrados han sido creados para el pueblo y no el pueblo para los magistrados.
La finalidad del Estado estriba en el bien de los miembros del cuerpo social.

Esboza la teoría del consentimiento del pueblo y de la delegación temporaria del Poder
en el Príncipe. Define esta delegación como "El Contrato Social", que establece los límites
del poder: por sobre todas las cosas, el poder viene de Dios y del pueblo por delegación
al Príncipe.

En el campo católico, existen monarcómanos como Juan Boucher y Guillermo Rose,


quienes desarrollan La Tesis del Gobierno como resultado del consenso del pueblo, o de
la Aristocracia -en el caso de Rose-. Estos autores también hacen una apología del
tiranicidio.

Los monarcómanos, con sus teorías fragmentarias constituyen un movimiento de gran


importancia en la acuñeación de las ideas de la Modernidad, porque:

1) Condenan el Absolutismo

2) La legitimidad del soberano se fundamenta en el consenso popular.

3) Emerge la "Teoría del Contrato Social".

4) Se genera la Teoría de la Resistencia a la opresión y de justificación del Tiranicidio.

La Contrarreforma
El Concilio de Trento
El 13 de Diciembre de 1.545, cuando comienza a sesionar el Concilio de Trento,
convocado por Paulo III, la unidad del medioevo europeo se cae a pedazos. La filosofía
aristotélica cede ante las ideas de Maquiavelo: la política ya no es idéntica a la moral, y
un mosaico de naciones brota donde antes se asentaba el Sacro Imperio Romano
Germánico. Galileo ya se ha retractado, pero la verdadera víctima es el mundo que
imaginó Ptolomeo: la ciencia gira en su propia órbita, distante de la teología. Erasmo y
los humanistas enseñan a distinguir la ética de la filosofía. Tras las banderas de la
Reforma avanzan el libre examen y la doctrina de la predestinación: la argamasa con que
se sueldan los primeros ladrillos del edificio capitalista.

Carlos V, que reúne sobre su testa las coronas de España y el Imperio, lucha por
restaurar la unidad perdida. Fracasa en su intento de reconciliación con Martín Lutero y,
mientras disputa con Francisco I por la supremacía en el norte de Italia, presiona para
reunir el Concilio que debería verter bálsamo sobre todas las heridas, volver a juntar las
piezas dispersas de la Cristiandad. Choca varias veces con la reticencia de los Pontífices
que no se dejan seducir por sus arrebatos, hasta que se sienta en la silla de Pedro el
cardenal Caraffa.

El objetivo es la unidad; por ello se elige Trento, a donde podrían concurrir sin
dificultades los alemanes reformados. El resultado, en cambio, sanciona defintivamente
la fractura que pone punto final a la Edad Media. Interrumpido dos veces, el Concilio se
clausura en Diciembre de 1.563, a los 18 años de su iniciación; su doctrina se condensa
en el documento final, Professio Fidei Tridentinae, donde se niega a cada devoto
el derecho a interpretar personalmente las Sagradas Escrituras. Se restablece la
autoridad sacerdotal, se reafirma el celibato, se reivindica el derecho del Pontífice
a designar a los obispos.

260
El cisma protestante se torna irreversible: las grietas se han ensanchado y la unidad
buscada sólo será posible entre los que quedan bajo la hegemonía vaticana, luego de la
amputación. El Concilio, que debió oponerse al surgimiento de nuevas naciones, es
escenario de la lucha entre ellas: cada estado propone reformas, ansiosos por lograr poder
sobre sus Iglesias. Los españoles, formados en la escuela del cardenal Cisneros,
compiten con los austríacos; éstos, con los franceses; todos, entre sí.

También el cuadro político europeo se trastornó en esos 18 años. El imperio cristiano


se ha dividido en dos cabezas, la de Felipe II que reina en España y la de su tío Fernando,
titular del imperio alemán. Francia está a punto de sumirse en sus horrendas guerras
religiosas; Alemania la seguirá poco después.

Las doctrinas de la Contrarreforma


Los protestantes franceses apoyaron fervientemente la causa de los reyes Enrique III
y Enrique IV.

Los católicos fundaron "La Liga" en 1.576 para poder equilibrar las fuerzas en pugna.
En ese período y en diversas ocasiones tomaron las ideas de los monarcómanos
Lugonetes para dar fundamento a sus posiciones políticas.

“París bien vale una misa”, esta frase adjudicada a Enrique IV, que debió convertirse
al catolicismo para ser ungido en el trono de Francia, define la razón por la cual los jesuitas
fueron sus adversarios más tenaces.

Se trataba de un rey sospechoso, frente al que cabía sostener la tesis medieval de que
el Papa tiene derecho a deponer al gobernante herético.

El Cardenal Roberto Belarmino, sostiene que el Papa tiene un derecho limitado que
puede ejercerse solamente “ad finem spiritualem”, y que le permite estigmatizar a quien
haga peligrar la salud del pueblo cristiano, desde el orden político, (Tractatus de potestate
summi pontifici sin rebus temporalibus).

Luis Molina explica que el hecho de la defenestración del monarca herético, debe ser
realizado por el pueblo, tras la señal inequívoca emanada del Papa. Esta formulación
llevaría a justificar este tipo de movimientos, basándose en la tesis jesuítica de que la
soberanía radica en el pueblo, especialmente perfeccionada en la obra de Juan de
Mariana -De rege et regis institutione (1598-1599)- donde, incluso, se hace una apología
del tiranicidio.

La posición jesuítica, cabalmente contrarreformista, es anti-absolutista por oposición


a las tesis luterana y calvinista de la obediencia absoluta y señala que la soberanía
pertenece al pueblo.

La Escolástica Española
Francisco de Vitoria (1.480 / 1.546)
Es un dominico escolástico que recibió una fuerte influencia de Erasmo. Catedrático
de Salamanca, y en La Sorbona es un decidido anti imperialista. En su obra "Las
Relectiones Theologicae", abarca claramente el campo político. La sociedad y el Estado
pertenecen al ámbito del derecho natural. No puede concebirse a la humanidad sin
organización social y política, cuya finalidad debe ser el bien común. La Monarquía está
sometida a las leyes divinas. El mundo es una sola república y es así que todos los
hombres están amparados por el mismo e irrenunciable derecho natural.

261
Sus "Relectiones Theologiae", fueron publicadas en Lyon en 1.557. Entre ellas
sobresalen "De potestate civile"; "De Indis y de Jure Belis".

En este último título, Vitoria aparece como el fundador del Derecho Internacional,
anticipándose a Grocio. Vitoria es partidario de la Monarquía por el hecho de favorecer
la unidad del poder y sustraerlo de las fracturas de las diferencias de opinión y de las
divisiones del "gobierno de varios". Esta afirmación no empece su convicción sobre el
consenso de la mayoría en decisiones como la que se refiere a las formas de gobierno.

Juan de Mariana (1.537 / 1.624)


Fue profesor en Roma y en París y luego se retiró a Toledo. Su obra De Rege et Regis
Institutione -1.594-, nos recuerda a Erasmo, en especial en los capítulos en que se refiere
a la Educación del Príncipe.

Mariana señala las limitaciones que debe enmarcar el poder del Rey mediante la
participación del pueblo en los asuntos públicos y por la sumisión del Príncipe a las Leyes
del Estado.

Mariana aparece como uno de los apologistas católicos del tiranicidio. Sin embargo,
ha reiterado los argumentos contra el regicidio, aunque justificó el asesinato de Enrique
III a manos de Jacques Clement, como una justa venganza por la cruel eliminación del
Duque de Guisa -campeón católico- por orden del Monarca.

En ese discurso justificatorio ha reproducido los argumentos de Tácito, referidos a la


muerte de Nerón, dándoles un ropaje cristiano.

Suárez: (Ver lecturas obligatorias - Texto de la obra "Derecho Político" de Mariano de


Vedia y Mitre.)

En síntesis, los autores de la Contrarreforma más representativos son:

El cardenal Roberto Belarmino; que en su obra "De Sumo Pontífice" (1.586) expresa
que el Papa no tiene una espada temporal pero sí el derecho de oponerse al Príncipe que
ponga en peligro la catolicidad de su pueblo y la salud de la cristiandad.

Por esta razón los jesuitas sostendrán que la soberanía pertenece por derecho divino
al pueblo y no al soberano. El pueblo no deberá acatamiento al soberano herético (Luis
Molina) y sobre todo Juan de Mariana: De Rege et Regis Instituttione (1.598-99). Es quien
justifica el tiranicidio.

La Escolástica Española:

- Se inspira en Aristóteles y Santo Tomás

- Apunta a la Monarquía limitada.

- Sostiene que la legitimidad se sustenta sobre la Base del bien común y del consenso.

- La soberanía, en última instancia, viene de Dios al Pueblo (vox populi vox dei) y de
éste al Príncipe.

262
El Padre Suárez
Transcripción del texto: DERECHO POLITICO DE MARIANO DE VEDIA Y MITRE

“Francisco Suárez de Toledo nació en Granada el 5 de enero de 1548. Procedía de


noble prosapia castellana. La cédula de admisión en la Compañía de Jesús dice que era
de “primera corona” refiriéndose a la tonsura clerical que le fue aplicada a los diez años
de edad, y antes de que recibiera en 1558, la colación de dos beneficios eclesiásticos
que correspondían a su familia. Ingresó en la Universidad de Salamanca donde siguió
estudios de derecho canónico, que abandonó sin terminarlos, pues no se distinguió por
su aprovechamiento. Solicitó su ingreso en la Compañía de Jesús en 1564".

“Enseñó teología en Segovia, en Valladolid y en Roma. Trasladado a Alcalá, después


de haber asentado en Roma su justa fama de erudito, de trabajador incansable y de
espíritu sagacísimo, comenzó a escribir las obras que inmortalizarían su nombre. Las
primeras que compuso y publicó fueron de carácter teológico, y entre ellas un comentario
a treinta y tres primeras cuestiones de la tercera parte de la Suma Teológica de Santo
Tomás. Luego hizo conocer sus Comentarios y Disputaciones en que también desarrolla
los principios de la filosofía tomista. A esa obra le siguió Disputaciones Metafísicas en
que, señalando una notable diferencia con sus contemporáneos que se aplicaban a
comentar los doce libros de Aristóteles, expuso su propia doctrina”.

“Nombrado por Felipe II profesor de la Universidad de Coimbra, adonde se trasladó


en 1599, comenzó al poco tiempo a explicar la materia que constituye su obra
fundamental sobre las leyes y que tituló al publicarla años después, "Tratado de las leyes
y de Dios legislador".

Como se ha observado con exactitud, su Tratado es, en mayor parte, el desarrollo de


la ley y del derecho que expuso Santo Tomás en la Suma Teológica. Repite su definición
de la ley:

“Es cierta regla y medida según la cual es llevado


uno a obrar o es retraído de obrar”.

También puede ser llamada ley aquella que es regla recta y honesta. Por ello dijo
Santo Tomás, que el precepto torpe no es ley sino iniquidad, lo propio que San Agustín,
cuando dice que para él no es ley la que no fuera justa. Repite la expresión de Cicerón
de que la ley debe darse para llevar una vida justa, quieta, feliz y así los que dieron leyes
injustas, cualquiera cosa dieron menos leyes.

Analiza después el autor, la diversa significación de derecho (jus) y ley. Suele llamarse
“jus” o derecho, dice, a cierta facultad moral que cada uno tiene de lo que es suyo o de
lo que le es debido, y así del dueño de una cosa, se dice que tiene derecho a la cosa o
en la cosa, y el operario se dice que tiene derecho al salario. Aclara que en el derecho
se distingue, el derecho en la cosa y a la cosa. Luego establece la diferencia entre lo lícito
y el derecho y la ley. Según San Isidro, lo lícito es la ley divina y se explica con este
ejemplo: “pasar por un campo ajeno es lícito, no es un derecho”. Pero Santo Tomás quiere
que el nombre derecho, según cierta especial propiedad, más convenga a las leyes que
son ordenadas a los hombres en sus relaciones, que a las leyes que ordena Dios al
hombre, y por ello más bien se llama la ley licitud y no derecho.

Entiende al analizar la ley, que ley divina es para Platón, la razón gobernadora del
Universo existente en la mente de Dios, la cual reconocen también los teólogos, pero la
llaman ley eterna.

263
“De dos maneras puede decirse divina la ley: la una, porque
está en el mismo Dios; la otra, porque está dada meramente
por Dios aunque esté fuera del mismo Dios”.

De ahí la diferencia de las clasificaciones de Platón y de los teólogos. A la segunda la


llamaron éstos eterna y así la llama el padre Suárez. De esta primera ley divina o eterna,
puede deducirse la primera división de la ley eterna y temporal, pues se parte de la base
de que nada hay eterno fuera de Dios, y consta que hay muchas leyes existentes fuera
de Dios.

Definiendo la ley natural, expresa Suárez, es aquélla que está inserta en la mente
humana para discernir lo honesto de lo torpe, como lo dice Santo Tomás. La ley natural
es una participación de la ley eterna en la criatura racional. Por eso dice también:

“....porque el hombre entre los demás animales conoce la


razón del fin y la proporción de la obra al fin; por eso la
concepción natural grabada en el que se dirige a obrar
convenientemente se llama ley o derecho natural;
pero en los demás, se llama estimativa natural”.

Al hablar de la ley que Platón llamó humana y pertenece al derecho que Aristóteles
llamó legal y Cicerón popular, asienta que por su parte, siguiendo a los teólogos, la
llamará positiva porque cuando el superior quiera que algo sea hecho por el súbdito, si
no intima voluntad, no manda. La intimación en cuanto está en el legislador, parece ser
principalmente la voluntad de intimar exteriormente, interiormente se incluye a la
voluntad de obligar, o de ella se sigue, de donde concluye que también por esta razón
la ley pertenece a la voluntad.

Es de esencia y sustancia de la ley que se dé por el bien común, así lo enseña Santo
Tomás, Soto, los teólogos en general y lo entienden también los intérpretes del derecho
civil. Tómase además esta verdad de Aristóteles, que ya dijo que las leyes se han de
acomodar a la república y no la república a las leyes. Cita a Marsilio Ficino, que en su
comentario al Minos de Platón, colige así como de “Las Leyes” y “La República”, esta
descripción de la ley: “es la verdadera razón de gobernar que dirige al mejor fin, por
medios acomodados a las cosas gobernadas”.

Después de haber fijado las propiedades de la ley, entra más precisamente a definirla.
Cita a Cicerón que dijo que la ley es algo eterno existente en la mente de Dios, que es
la recta razón del Supremo Júpiter, etc. Dice otra vez que es la recta razón grabada por
la naturaleza, y Aristóteles que es el común consentimiento de la ciudad. La definición
más general la extrae de Santo Tomás, "que dice que la ley es el dictamen de la razón
práctica", en el príncipe que gobierna alguna comunidad perfecta. Observa que esas y
otras definiciones, sólo expresan las opiniones propias de sus autores y cree que “la
definición debe ser como el primer principio y fundamento común a todos”. Cree hallar
la solución diciendo que es la ley el precepto común, justo y estable y convenientemente
promulgado.

La distinción entre el derecho natural y el derecho de gentes (jus gentium) la formula


extensamente y es el primero de los tratadistas que deja ya establecida tal distinción, la
que por otra parte basa en argumentos de fondo. Del derecho de gentes se habló ya en
el Digesto, en la Instituta y en los Doctores en ambos derechos, y también lo hicieron
Santo Tomás y sus comentadores. Dado lo equívoco de la expresión, el padre Suárez

264
abunda en su estudio para marcar bien su carácter. Antes se había hecho consistir la
distinción en que el derecho natural es común a los animales y el de gentes sólo a los
hombres. Así, en la ley 9 de la Instituta, se dice que se llama derecho de gentes aquél que
la razón natural constituyó entre todos los hombres y es guardado entre todos con mucha
equidad. De donde resulta que al derecho de gentes se le considera también derecho
natural, pero de modo especial, propio de los hombres. Según tal definición la división de
derecho o de ley es: natural, de gentes y civil. Debe reducirse a que la ley se divida ante
todo en natural y luego la ley natural en la que es propia de los animales, que retuvo la
denominación absoluta de derecho natural, según cierta acepción, y ley natural propia de
los hombres que así ha sido llamada derecho de gentes. Y la razón de tal subdivisión puede
ser porque aquellas dos razones son verdaderamente distintas en realidad, y pueden tener
diversas consideraciones y efectos morales.

Con todo, la parte fundamental de la obra del padre Suárez es la que se refiere a su idea
de gobierno y de soberanía. Después de haber establecido que de acuerdo al derecho
natural todos los hombres son iguales en esencia, le corresponde establecer el
fundamento del poder, o sea del gobierno, pues no puede haber gobierno desprovisto de
poder. Para el autor, no es dudoso que el hombre es libre por naturaleza y a nadie está
sujeto, sino sólo a su Creador.

Se apoya luego en Aristóteles y Santo Tomás, siguiendo el método de su obra y sienta,


de acuerdo con sus enseñanzas, que el hombre es animal social, y apetece natural y
rectamente vivir en sociedad. Para él, hay doble comunidad de hombres, la imperfecta
o familiar, y perfecta o política. La primera es sobre todo natural y fundamental, y tiende
a la propagación del género humano. Mas esta comunidad no es suficiente para sí, y por
tanto, en virtud de la naturaleza misma es necesaria en el género humano la comunidad
política, que constituya al menos la ciudad, y se componga de muchas familias; porque
ninguna familia puede tener en sí, todos los ministerios y artes necesarios para la vida
humana, y mucho menos, puede bastar para conseguir el necesario conocimiento de
todas las cosas. Y en la comunidad perfecta es necesaria la potestad a la que
corresponda el gobierno de la comunidad, lo cual para él, parece evidente de suyo.

Después de considerar que de la potestad del padre en la familia, procede la del


gobernante sobre la comunidad, se apoya de nuevo en Santo Tomás para decir que
ningún cuerpo puede conservarse si no hay algún principio al que corresponda procurar
e intentar el bien común de él, como consta en el cuerpo natural; y en el político, enseña
lo mismo la experiencia. Y la razón la halla clara, porque cada miembro privado atiende
su comunidad privada, la cual es muchas veces contraria al bien común, y frecuentemen-
te hay muchas cosas que son necesarias para el bien común que no lo son para los
particulares, y aunque lo sean a veces, no las procuran como comunes sino como
propias. Por ello, en la comunidad perfecta es necesaria la potestad pública a la que
pertenece por oficio intentar el bien común y preservarlo. Al concluir que, como
consecuencia de este razonamiento, es necesaria la existencia de magistrados civiles en
la “comunidad perfecta”, y tal potestad, dice, debe estar en mano de los hombres, “porque
los hombres no son naturalmente gobernados en lo político por los ángeles, ni inmedia-
tamente por Dios mismo”. El magistrado o conjunto de magistrados ha de dar leyes en
virtud de su potestad “si en su orden es supremo”. Si el magistrado civil es necesario en
la República para regirla y ordenarla, uno de los actos más necesarios es dar leyes, y tiene
potestad para ello, porque el que recibe un cargo, recibe toda la potestad necesaria para
ejercerlo convenientemente, lo que es principio manifiesto de derecho.

Plantéase luego el padre Suárez la cuestión de si la potestad de dar ley humana ha


sido dada a los hombres inmediatamente por Dios, autor de la naturaleza. Hay razón de
dudar de ello, dice, pues, parece seguirse que tal potestad se deriva de la comunidad

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formada por todos los hombres mediante el consentimiento propio de ellos, pues es él
mismo el principio de tal potestad y el de la misma comunidad en la cual reside; pero la
misma comunidad se forma mediante el consentimiento y la voluntad de cada uno; luego,
de las mismas voluntades emana la potestad.

La idea del contrato social surge de estas palabras suyas: “Esta potestad no está en
todos los hombres tomados separadamente, ni en la colección o multitud de ellos en un
cuerpo, cuasi confusamente y sin orden ni unión de miembros; luego, es antes que tal
cuerpo se constituya, que está en los hombres tal potestad; porque primero debe ser el
sujeto de la potestad que la misma potestad, al menos en el orden de naturaleza”. Sólo
cuando está constituido el cuerpo político está en él esa potestad, por virtud de la razón
natural. Y a la manera en que el hombre tiene uso de razón, adquiere potestad sobre sí
mismo y sus miembros y por la misma razón es naturalmente libre, no es siervo, y sí, señor
de sus acciones; así el cuerpo político de los hombres, por lo mismo que a su modo es
producido tiene potestad y régimen a sí mismo y por lo tanto sobre sus miembros. Y en
la misma proporción, dice textualmente, “así como a cada hombre ha sido dada la libertad
por el Autor de la Naturaleza, mas no sin intervención de la causa próxima o del padre
por el cual es producido, así también esta potestad es dada a la comunidad de los
hombres por el Autor de la Naturaleza mas no sin intervención de la voluntad y
consentimiento de los hombres, por los cuales ha sido reunida y congregada tal
comunidad perfecta”.

Para Suárez la potestad la ejerce el príncipe supremo y la razón es que “hay como
cierto convenio entre la comunidad y el príncipe”, y por lo tanto la potestad recibida no
excede el marco del convenio. Ese marco puede colegirse por la costumbre, si no ha sido
escrito; pues la misma costumbre puede ser suficiente para dar la jurisdicción; he ahí la
idea del pacto social, que comenzó por ser para Suárez un pacto entre los miembros de
la comunidad para constituirla y que luego se hace necesario, bien sea tácito o expreso,
entre la comunidad y el príncipe.

Se hace, pues, preciso “el consentimiento del pueblo” para dar leyes fundamenta-
les, cuando el pueblo es gobernado por reyes. Para él, en principio, la potestad legislativa
está sólo en el príncipe supremo o sea absoluto, mas según la costumbre puede referirse
al consentimiento del pueblo, al menos, en cuanto a la aceptación . La potestad legislativa
está en aquellas comunidades perfectas que son gobernadas por sí mismas, no por
reyes, ríjanse aristocrática o popularmente y expresa que ello se toma del Digesto, o de
justitia et jure y de la ley omnes populi. La razón es también manifiesta, porque estas
comunidades retienen en sí, la suprema potestad legislativa, si no la han delegado a
algún príncipe, y por eso pueden darse leyes. Lo mismo opina respecto “de aquellas
repúblicas que retienen en sí, la potestad suprema como Venecia, Génova y otras”. Dice
que en ellas, aunque elijan un solo dux o príncipe, “no le traspasan todo el poder”; y
por eso entiende que en ellas el régimen es mixto y la suprema potestad ni está en el
príncipe solo, ni en la comunidad sola, en cuanto se distinguen, sino en todo el cuerpo
con la cabeza. Y del mismo modo en todo él reside la potestad de dar leyes, de suerte
que ni la comunidad sin el príncipe, ni el príncipe sin la comunidad, pueden darlas. Según
se echa de ver aquí parece insinuarse la teoría que mucho más posteriormente a él se
formulará sobre la “soberanía” del Estado como persona moral.

Al considerar la materia de la ley que llama civil y discurrir qué puede mandar o prohibir,
se responde que la ley puede ser sólo de los actos humanos que están en la potestad
del hombre; de donde también es cierto que sólo de ellos puede darse la ley civil; mas
estos actos pueden ser buenos, malos e indiferentes y en ellos puede hallarse gran
variedad según las varias especies de virtudes y de vicios.

La teoría del padre Suárez sobre la suprema potestad, está íntimamente ligada a su
teoría del gobierno. Para él, aunque esta potestad sea absolutamente de derecho

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natural, la determinación de ella a cierta manera de potestad y de régimen, provienen del
arbitrio humano. Lo que llama el gobierno simple o puro según doctrina de Platón y de
Aristóteles es triple, a saber monarquía o régimen por una sola cabeza; aristocracia,
régimen de pocos y los mejores; democracia, régimen de muchos y de plebeyos. De los
cuales modos, pueden comprenderse varios otros modos de gobernación, o compuesta
por participación de todos, o por lo menos de dos de ellos. En el estado de la ley natural
no son obligados los hombres a elegir determinadamente uno de estos modos de
gobierno. Porque aunque entre ellos la monarquía sea el mejor, como demuestra
extensamente Aristóteles, y puede colegirse del gobierno y providencia de todo el
universo, que es que es conveniente que sea lo mejor, y de ahí concluyó Aristóteles que
es la monarquía, y lo mismo según el propio padre Suárez demuestra el ejemplo de Dios
nuestro Señor en la institución y gobierno de su Iglesia, y por fin, convence de ello el uso
de todas las naciones aunque esto reconozca que sea así, no obstante los otros modos
de gobernar no son malos, sino que pueden ser buenos y útiles, y por tanto por la ley fuera
de la naturaleza, no son obligados los hombres a tener esta potestad en uno o en muchos
o en la reunión de todos; luego esta determinación debe hacerse al arbitrio humano.
Consta también por la experiencia, que hay gran variedad en esto; pues en algunas
partes hay monarquías y rara vez simples, porque “supuesta la fragilidad, ignorancia
y malicia de los hombres”, conviene mezclar algo del gobierno común que se hace por
muchos, y que es también mayor o menor, según las varias costumbres y juicios de los
hombres. Las palabras puestas entre comillas y que son totalmente tomadas del padre
Suárez, parecen inspiradas en el extremo pesimismo de Maquiavelo sobre la condición
humana. El padre Suárez y Maquiavelo según se ve, pensaban lo mismo acerca de las
“virtudes” de los hombres como masa. Sin embargo, el padre Suárez cree que se puede
gobernar simplemente en nombre de la virtud y sin malicia. Se limita a señalar los medios
que en algunos países se han buscado constituyendo los que él llama gobiernos mixtos
o compuestos. Los remedios de Maquiavelo son otros, pero sin olvidar nunca que deben
tender al bien del pueblo, como lo dice reiteradamente.

El padre Suárez extrae una conclusión substancial de sus propias consideraciones.


Supuesta “la fragilidad, ignorancia y malicia de los hombres” de que antes habló,
depende la forma de gobierno del humano consejo y arbitrio. Así lo demuestran naciones
del mundo. Por eso es injusto y erróneo decir que el padre Suárez se decide por la
monarquía y menos por la monarquía absoluta, como más de un autor lo ha asegurado,
pues del análisis de su obra se deduce, según se ve, que no cree que pueda haber sobre
el particular preceptos absolutos. Su idea final sobre el problema la expresa él mismo así:
todos los hombres tienen por naturaleza y parcialmente virtud para componer una
comunidad perfecta y al componerla, resulta en toda ella la potestad suprema. No
obstante el derecho natural no obliga a que sea ejercido inmediatamente por la misma
comunidad entera, o que permanezca siempre en ella; antes porque sería moralmente
dificilísimo que se hiciera así, pues habría infinita confusión y tardanza si hubiesen de ser
dadas las leyes por los sufragios de todos, por eso es esta potestad determinada
inmediatamente por los hombres a alguna de la predichas formas de gobierno. Pero una
vez más se ha de inculcar en que el padre Suárez, sólo formula la teoría de la soberanía
en cuanto a que pertenece inicialmente al pueblo. Cuanto éste se da un príncipe
“supremo” para emplear su expresión, es evidente que el pueblo se ha despojado de su
soberanía aunque él hable sólo de la “potestad”. Pero en él los términos son equivalentes,
precisamente porque no llega a formular de una manera expresa la teoría de la
soberanía. Sin embargo, se advierte que surge de toda su exposición y en especial
manera de lo que según se habrá leído respecto a que la comunidad perfecta no ejerce
las" supremas potestas".

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