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Por qué creo en Dios

La increencia y la creencia nos antañe a todos.

1.-Creo en Dios porque hay no creyentes

Existencia de ateos me enseña que hay hombres que pueden vivir sin creer en Dios. Se trata de un
hecho de civilización. La increencia es un hecho. ¿Importancia? Me enseña la afrmación de Dios no
es coaccionante. Y si no me fuerza, es que soy libre de creer en Él.

Dios es una opción personal, un acto de libertad que a mí me libera. Fe en Dios es un acto de
libertad y que mi fe en Dios no es impuesta, no es el resultado de una necesidad racional o de otra
clase.

Acepto que hay cosas que vengan por imposición, incluso por exigencia racional o lógica pero creo
que me sería difícil soportar que Dios viniese impuesto.

Sin los NO creyentes no sabría esto. Los ateos son más exigentes que nosotros y tienen a menudo
una idea de Dios muy elevada. Es cierto que ellos no creen en Dios pero esto les impide tener de Él
una concepción a menudo más elevada que la de nuestra indolencia. Por lo tanto los no creyentes
me enseñan, pues, a estar más atento y a ser más exigente en la confesión de mi fe.

Creyentes insisten en la existencia de Dios. Los no creyentes se preguntan por la naturaleza de


Dios, por lo que es. Evangelio y Revelación enseñan sobre Dios, he aquí lo que el no creyente me
invita a recuperar con renovado ímpetu. Dios es muy digno de ser creído, pero la forma habitual
en la que hablo de Él no lo hace creíble. No basta con creer en la existencia de Dios.

Otra realidad que enseñan los NC (no creyentes) es que todos tenemos una división personal de
creyente y NC. Muchos NC se pueden preguntar ¿y si fuera verdad? Tambien C tienen
inquietudes. Como C aprendo a no ser arrogante, sin fisuras ni fanático. Santo Tomás dice que la
existencia de Dios no es evidente en el sentido filosófico. Por esto, contra un fácil fideísmo, él
desarrolla pruebas para mostrar que era necesario hacerlo. Creer no es tan evidente. En todo S.H
vive duda y fe. Si no escucho al NC que hay en mí, reprimo una parte mia. Lo que no tiene nada de
glorioso. Aprendo entonces que hay objeciones de los NC que debo afrontar, la fragilidad del
hombre no es una vergüenza.

No olvidemos que Dios se niega a violentarnos y anular nuestra libertad.

El NC me estimula también porque sin desconcierto mi fe permanece despierta, brillante en mi


corazón de manera que no me canso de reavivarla.

2.-Creo en Dios porque he nacido en un ambiente cristiano

Si fuese de otra cultura no sería cristiano. No se puede afirmar esto sin sucitar ciertas cuestiones.
Según Montesquieu “ Un cristiano es ordinariamente el que sabe la historia de su secta…es como
ser un español o francés: uno es de su patria pero no es capaz de preferir el bien de esta antes del
suyo propio” Otra razón entonces que me asegura como cristiano, porque he asumido la fe que he
recibido. Esta fe cristiana me hace sentido, quiero que forme parte de mi existencia. Creo, porque
creo? Porque se le ofrencen al hombre dos posibilidades, por un lado la religión, pero con el riesgo
de elvar a Dios a una cumbre tan alta y exclusiva que ya no haya espacio para el hombre. Por otro
lado que solo se centre en el hombre, una afirmación excerbada para el hombre. No me identifico
con ninguna, por eso me senta el cristianismo como la religión que consigue ser a la vez una
afirmación radical de Dios y una radical del hombre. Cristo se entregó totalmente a Dios y se
entregó totalmente al hombre. Son dos cosas absolutamente no contradictorias y que una remite
en la otra y la respalda. Esta es una razón fundamental (para mí) para creer en el cristianismo. Ver
como se unen estas dos aspiraciones fundamentales.

Por una parte el hombre tiene deseo de trascendecia y de ir más allá, pero que sucedería si esta
confesión de Dios tuviese que arrastrarle a desinteresarse del hombre, del otro del hermano? Aquí
me dice todo lo contrario, por lo tanto estas 2 son inseparables.

Por otro lado el hombre tiene ese deseo de tratar al otro como un fin y no como medio, esto
puede encontrarlo en el cristianismo.

En esta posición singular y genial del cristianismo encuentro indicio de verdad, mientras que al
hombre lo veo tan tentado por maniqueas, exclusivas y dualistas.

El hombre no es una libertad absoluta, toda una herencia cultural como biológica, pesa sobre mí,
pero el hombre es libertad en situación y le toca recuperar por propio titulo una herencia. Cuando
uno nace cristiano reasume la fe y se reinventa con el mismo derecho con el que un NC convertido
se inventa. ¿Por qué un NC se puede convertir en creyente y un C no podría convertirse en
creyente?

Creo en Dios porque he nacido en un hogar cristiano

He asumido esta fe que he recibido, porque he descubierto que tenía sentido creer en Dios. Me da
sentido la palabra de Dios, porque no la veo como una palabra aberrante ni dice cosas estúpidas,
al contrario, percibo una manera de plantear cosas pertinentes, sensatas y muy inteligentes,
portadoras de sentido.

No considero que la cuestión abierta por la fe sea planteada por locos y carentes de sentido. Que
uno nazca en un ambiente creyente no significa que no pueda cuestionárselo, así a pesar de esto
me autodenomino como creyente. El hombre esta siempre preocupado por salvaguardar su
identidad. Hoy se descubre que vivir su identitdad supone vivir también su nacimiento. El hmbre
ser cultural, es un ser-nacido, se identifica elaborando una tradición. Problema de nuestra
identidad se decide de una manera más “contingente”, no es una especie de universalidad pura,
espejismo del racionalismo. El hombre siempre va precedido por respuestas, esto es positivo,
natural, ya que con ellas ha podido construirse (me). Pero el descubrimiento que cabe hacer
justamente que uno puede interrogar esas respuestas, puede someterlas a prueba y cuestionarlas.
Acaso sea este el auténtico estatuto del hombre. Éste más que interrogar preguntas, interroga
respuestas. Por mi parte, creo que la mayoría de las claves que da el cristianismo, permiten
descifrar el sentido de último de la vida del hombre que soy yo, y de vivir como persona.

Creo en Dios por Jesucristo

Este Hombre que vino a la Tierra independiente de la creencia sobre Él. Un hombre humanamente
digno de fe. Él creyó en Dios y me impresiona. Este hombre no aparecía como un ser despreciable.
Hablo de Dios con naturalidad, hablo infinitamente bien del hombre, asumió la fe del Antiguo
Testamento y además trató a Dios de Padre. Un hombre que dio pruebas de una existencia
humana serena a nivel personal y no desentendido de los problemas de la vida humana. Un
hombre que confirmó una dimensión del hombre de la trascendencia, considerando que no había
ni sin-sentido, ni evasión, he aquí una de las razones más importantes por las que creo. El hecho
que uno como Él se exprese así y nos confíe que Dios es una buena noticia para el hombre. Pues el
Dios del que Jesús da testimonio con su conducta no es banal. Jesús ama a los pecadores, a todos.
La actitud de Jesús es tan impresionante, por constituir una trasgresión casi continua de las
prohibiciones religiosas, que hay multiplicar los ejemplos. Por esto creo en Dios, gracias a
Jesucristo. Contra todas las evidencias, Él cree en este Dios hasta el extremo. Él es hombre como
todos nosotros, a menudo mejor que nosotros, pues su solidaridad con los hombres resilta de una
veracidad singular. Pero esto no le separa de su fe en Dios, de una fe que Él nunca ha trivalizado.

Creo en Dios porque esta fe me construye

La fe en Dios es una dimensión fundamental en mi existencia. Creer y tener fe en las cosas son
dimensiones completamente naturales de nuestra existencia. En efecto nadie puede vivir sin fe.
No hay vida sin fe. Si no confío en nadie, auqneu sea un grado mínimo, acabaré volviéndome loco,
y muy pronto, pues me vería obligado a verificarlo todo por mí mismo. Creer es tan inherente al
hombre como pensar, amar, trabajar, jugar, etc. La fe en Dios me preseta como una actitud digna
del hombre porque expresa también ella algo del hombre y sobre el hombre. La fe no crea su
“objeto” (Dios) , sino que lo descubre.

La fe es como una alusión a algo muy discreto, no siempre muy visible ni sensible, pero que, en
determinados momnetos, percibimos como un eco en lo más hondo de nosotros mismos, y que
ella nos des-descubre y nos re-vela. La fe es como una capacidad de descubrimiento. La fe señala
la existencia de una alterlidad, de este otro que buscamos siempre en los demás, pero que, a la
larga se desgasta, en mí y en otros. Aquí el otro tiene un nombre: el Otro, el Otro hombre, los
Otros hombres, de todos nosotros, es Dios. Veo la fe como la capacidad específica de revelar algo
insospechado por otras vías, como capaz de decir también una verdad, pero tampoco caer en el
fideísmo.

Creo en Dios por ser quien es

Dios es historia, viene a aportarme un hilo más para encontrarme a mí mismo, para construirme,
para re-anudar mi vida. Dios no llega como una “sustancia”, como una cosa ni siquiera como
Alguien que estuviese allí, lejos, inmóvil. Lo miro como Alguien que me acompaña y que se hilvana
en mi historia, compañero de camino, al paso de mi propia historia y de mi propia andadura,
respetando los caminos y curvas de mi ruta. Un Dios de la historia es un Dios que respeta el
tiempo, mi tiempo, no esta ahí inexorable, de una vez, sino que a veces se hace olvidadizo e
incluso desaparece por un tiempo, no es obsesivo, se amolda a los altibajos de mi existencia y a
sus ritmos, siempre está ahí, en el fondo, sabe ausentarse. Un Dios que como amigo, que sabe
adaptarse y comprender. Él no se ha impuesto forzosamente. Dios no viene a ocupar todo el lugar
en mi vida, historia, lo que hace es proponerme y ofrecerme su lugar, pero todo el lugar.

Dios ha creado en nosotros la urdidumbre de la tela. A nosotros nos toca enhebrar la tela.

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