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¿Qué pasó con el cerebro de Rubén Darío?

Lo que ocurrió con el cerebro de Rubén Darío ha sido objeto de muchas especulaciones
desde el día de su muerte. Unos afirman que el gobierno se lo entregó a su esposa
Rosario Murillo. Otros aseguran que el cerebro quedó destruido en una disputa entre el
médico que le atendía y el hermano de su mujer, Andrés Murillo. A como podemos ver,
las versiones de lo que ocurrió ese día son muchas, por lo que a continuación, hare un
análisis de lo presentado acerca del cerebro en el libro “El Último Año de Rubén Darío”
y también, abordaré la investigación de un escritor nicaragüense que ha dedicado la
mayor parte de su vida al estudio de nuestro celebre poeta, Armando Zambrana
Fonseca, quien es también actual profesor de la UAM.

A como todos ya saben, Rubén murió hace ya 100 años, un 6 de febrero del año 1916
en la ciudad de León, víctima del alcoholismo que lo dominó desde que era muy joven.
Inmediatamente a la muerte del poeta se procedió a la autopsia y embalsamiento de su
cadáver, la cual estuvo a cargo de los doctores Luis H. Debayle y Escolástico Lara, en el
mismo local de la casa mortuoria. Dos días después de la autopsia de tórax y abdomen,
después de la velada fúnebre en La Universidad Nacional, el cadáver fue trasladado
nuevamente a la casa mortuoria para la extracción del cerebro.

Es acá en donde las dudas comienzan a salir a flote, e incluso en el libro “El Último Año
de Rubén Darío” no se habla mucho sobre el tema, o bien, la información brindada muy
es escasa, sin embargo, considero importante destacar la siguiente teoría que aparece
en la página 449 y cito: “Después de realizar la autopsia, el Dr. Debayle extrajo el cerebro
de Darío, lo depositó en un recipiente con formalina y lo entregó a Andrés Murillo.
Debayle tenía el propósito de hacer un estudio científico al hermoso cerebro del poeta,
Murillo pensaba obtener otros beneficios por lo que se fue con la apreciada víscera.
Recurrieron a los agentes de policía desencadenándose un conflicto que ocasionó que
el cerebro del poeta fuera llevado a la comisaría de policía y permaneciera varias horas
en la cárcel hasta dilucidar el enredo.”

A pesar de que esta es una historia muy creíble, poca es la información que se brinda, y
muchas son las preguntas que quedan sin responder. ¿Cómo fue que el cerebro terminó
en la comisaría de policía? ¿Cuál fue el uso que se le dio al cerebro? ¿En dónde se
encuentra actualmente? Para contestar algunas de estas interrogantes, me parece
correcto abordar un poco acerca de la investigación del escritor nicaragüense, Armando
Zambrana, la cual presenta los siguientes aspectos:

En el momento en que se realizó la extracción del cerebro, uno de los pocos presentes
además de los doctores Debayle y Lara, era el hermano de Rosario. Fue entonces que
ocurrió el hecho más inesperado de todos, cuando Andrés Murillo se abalanzó sobre el
órgano y escapó lo más rápido que pudo a la calle, llevando en la mano el cerebro del
poeta contenido en un frasco. Debayle lo siguió y lo logró alcanzar, y comenzó entre los
dos una brutal lucha, que acabo rompiendo el frasco y, por lo tanto, golpeando y
deformando el cerebro del poeta. Ante el escándalo, un policía que se encontraba
presente recogió el cerebro del suelo y lo llevó a la Dirección de Policía de la ciudad,
donde permaneció más de dos horas en espera de instrucciones del gobierno, que
finalmente ordenó que le fuera entregado a Murillo.

El día 8 de febrero por la tarde, el Dr. Debayle reunió en su casa a médicos amigos, y,
emocionado les explicó que había que buscar un cerebro con urgencia para efectuar un
cambio con el dañado de Rubén, haciéndoles prometer discreción absoluta. De esta
manera, mientras sucedían las honras fúnebres, los doctores Debayle y Lara obtuvieron
dos cerebros, de otros cadáveres sometidos a autopsia, los cuales sirvieron para
presentarlos públicamente como el cerebro de Darío.

El día 12 por la noche, mientras se efectuaba la velada fúnebre en la Universidad, el Dr.


Debayle reunía en su biblioteca a sus íntimos y les mostraba el rescatado, deteriorado y
verdadero cerebro de Rubén y, luego de examinarlo, optaron por esconderlo en la alcoba
de Monseñor Simeón Pereira y Castellón en el Torreón del Seminario. Era obvio que el
cerebro continuaba desfigurándose debido a los desgarramientos y pérdida de sustancia
durante el día de la lucha, razón por la cual, debido al mal aspecto que ya presentaba, el
Dr. Debayle dispuso a sepultarlo y de acuerdo con Monseñor Simeón Pereira y Castellón,
procedieron a enterrarlo en la misma tumba del poeta en la Catedral de León, bajo la
escultura del león doliente.

Esta es solo una teoría, y a como las hay muchas, sean unas más reales que otras,
considero que lo importante acá, y especialmente en el centenario de la muerte de Rubén
Darío, no es el paradero de su cerebro, si no la obligación que tenemos todos nosotros
como nicaragüenses de conmemorar su legado en cada poema y obra que redactó, con
todo el esplendor y dignidad que se merece, porque él es y seguirá siendo nuestra
máxima gloria nacional.

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