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Las clases y modelos de relojes que han existido (de sol, de agua, de arena, de
cuerda, de péndulo, etc.) Hasta los modelos más actuales (de cuarzo,
automáticos, atómicos)
Los relojes no se limitan solo a marcar una sola hora, sino que hay modelos
que marcan dos o más horas alrededor del mundo.
El tiempo es importante para el ser humano, porque el transcurso de éste nos permite
entender ciertas cosas como el transcurso del día y la noche, el cambio de estaciones,
crecimiento de los animales y plantas, y el ciclo de la vida. Sin embargo, pueden ser
muy difíciles de predecir sin tener alguna manera de medir el transcurso del tiempo.
Por eso, el ser humano ha ido desarrollando maneras de controlar el flujo del tiempo.
Se empezó a medir el tiempo en diferentes lugares del mundo, y cada cultura creó su
propia forma de medirlo, esto se debe a que las culturas surgieron en diferentes
épocas y lugares, sin comunicación entre ellas. No existe una ubicación exacta de
donde comienza a medirse, pero el hombre se vio en la necesidad de medir el tiempo,
mucho antes de que supiera escribir.
Cultura Maya
El hombre midió el tiempo desde que tenía el uso de la razón y observó los días y las
noches. Luego midió la duración de las épocas o estaciones, y cada cuanto se
repetían; esto lo hizo para satisfacer sus necesidades, que iban cambiando según la
época. Más tarde, el hombre empezó a establecer formas de medir el tiempo, para
poder crear calendarios basados en días, meses y años, o su equivalencia en
diferentes culturas.
La clepsidra fue inventada por los antiguos egipcios, y era usada por las noches,
cuando el reloj de sol no funcionaba. Este “aparato” medía el tiempo a través del flujo
regulado de cualquier líquido: consistía en una vasija de cerámica llena de agua hasta
cierto nivel, en la base de la cual había un orificio con un tamaño que aseguraría la
salida del líquido a una velocidad determinada. En el interior había varias marcas que
indicaban el paso del tiempo.
La invención del reloj de sol también fue de factura egipcia, así como la división del día
en 23 horas y el año de 353 días. Recordemos que algunos calendarios, además de
marcar hitos agrícolas, también servían para marcar eventos religiosos –como
ejemplo, fíjate que la palabra correspondiente a “hora”, para los egipcios, equivalía del
mismo modo a “deber sacerdotal”–, por eso eran los sacerdotes quienes anotaban la
aparición de las constelaciones o estrellas, llamadas por ellos decan, en el horizonte;
cada hora nocturna tenía su correspondiente decan, y así dividieron la noche en 12
decan de intervalos iguales.
Más o menos 1.500 años a.C., en tiempos del faraón Tutmosis III, diseñaron un
instrumento que bautizaron “sechat”, que era un reloj solar que medía el tiempo
mediante la longitud de las sombras. Este pequeño reloj, que los expertos piensan
que pudo incluso ser portátil por sus dimensiones, constaba de dos piezas de piedra,
prismáticas, de tres decímetros de largo, colocadas perpendicularmente: una tenía las
horas marcadas y la otra servía de aguja.
El sechat es particularmente interesante, pues en la antigüedad los instrumentos
usados para medir el tiempo no solían ser portátiles. Por ejemplo, en Mesopotamia,
los zigurats (aquellos templos con forma de torre o pirámide escalonada) ayudaban a
contar las horas contando los peldaños que iban quedando oscurecidos por la sombra
de sus propios bordes.
Los relojes de sol son llamados también cuadrantes solares, y los encontramos en
numerosos sitios, aunque no hay duda de su origen babilónico, y egipcio.
La invención del reloj de arena surgió a mediados del siglo XIII, y consta de dos
recipientes de cristal unidos por un estrecho puente por el que pasa la arena situada
en uno de ellos. Era muy inexacto, y actualmente su función es más ornamental.
La invención del reloj fue clave en muchas culturas, desde la antigüedad hasta la Edad
Media, abarcando especialmente a los árabes y a su astronomía. Estos relojes
árabes –generalmente de sol–, sobre todo a partir del siglo X, son planos y construidos
en mármol o en placas de cobre; no había elementos esféricos y todos, sin excepción,
indicaban la dirección de la Kaaba en La Meca.
Recuerda que los árabes, en aquella época, acometieron una increíble labor de
recopilación del conocimiento antiguo, y gracias a traducciones del árabe se pudo
hacer una enorme “transferencia tecnológica” que permitió grandes avances en el
terreno de los relojes solares, para luego llegar a los relojes de pesas y ruedas.
Este tipo de reloj fue inventado por el monje benedictino Gerberto (futuro papa
Silvestre II) a finales del siglo X, aunque se conocía un poco antes en el imperio
bizantino. Pero otras fuentes indican que el primer reloj mecánico lo construyó Richard
de Wallingford, abad de San Albano, en 1326, pues al parecer el de Gerberto sólo era
un reloj solar. Los relojes mecánicos funcionaban con pesos que hacían girar una
manivela.
A partir de aquí comenzaron a construir grandes relojes que colocaban en las torres de
las iglesias: en Padua, en 1344, Santiago Dondis hizo construir el segundo. El tercero
se hallaba en el Louvre de París, que Carlos V de Francia mandó a llevar de Alemania.
Podríamos decir que el extraordinario mecanismo de Anticitera es el ancestro de estos
relojes.
Era lógico, al menos en el Occidente cristiano, colocar los relojes mecánicos en los
campanarios, de manera de indicar las horas con las campanadas: así marcaban las
llamadas a misa y a diversas oraciones (como el Ángelus). En 1647, Christiaan
Huygensaplicó el péndulo a los relojes de torre, lo cual permitió ganar en exactitud
pues se agregó la aguja del minutero.
Un revolucionario avance fue la invención del reloj de bolsillo, hecho nada menos que
en 1647 por Pedro Bell de Nuremberg. Huygens también aplicó a estos relojes el
muelle de espiral, y dos años más tarde, en 1649, se inventaron los relojes de
repetición.
El reloj de pulsera fue inventado por deseo de la reina de Nápoles, María Carolina de
Austria, en 1812, y no era más que un simple reloj de bolsillo montado en un brazalete
de piedras preciosas y oro. Pero realmente quienes inventaron este reloj, llamado
también reloj de muñeca, fueron el brasileño Alberto Santos Dumont y el francés Louis
Cartieren 1901. La Primera Guerra Mundial fue el impulso para su producción en
masa, pues se dieron cuenta de su extraordinaria funcionalidad; luego del conflicto, fue
común ver a los hombres con estos relojes.
El primer reloj propiamente tal fue la Clepsidra o reloj de agua, inventado por los
antiguos egipcios, que consistía en un recipiente lleno de agua que se vaciaba a
intervalos regulares gracias a un orificio practicado en su parte inferior.
Más tarde, en el año 1000 a. de C, los sabios del Medio Oriente crearon el reloj de sol;
en éste, la sombra de un poste vertical caía sobre una esfera marcada regularmente,
moviéndose según transcurría el día. Este reloj fue muy popular en Asia
Otro ingenioso invento fue la vela-reloj, desarrollada por los anglosajones, que
consistía en una vela marcada a intervalos regulares, permitiendo así medir el tiempo
según se derretía la cera.
Alrededor del siglo XIII d. de C. se popularizó el reloj de arena, formado por dos
recipientes de vidrio unidos por su parte más estrecha, a través de la cual caía arena.
El tiempo que tardaba en vaciarse un recipiente era equivalente a una hora.
Los primeros relojes mecánicos conocidos funcionaban con grandes pesos que hacían
girar una sola manivela. Estos relojes eran muy rudimentarios e inexactos. Un gran
avance en el logro de la precisión fue la invención del péndulo como mecanismo
regulador, realizada por Christiaan Huygens (1629- 1695) en el año 1657. La idea
de Huygens permitió, además, agregar al reloj el minutero, con lo cual este
instrumento ganó en exactitud y confiabilidad.
El primer reloj de pulsera fue hecho a petición de la Reina de Nápoles María Carolina
de Austria en 1812. Este singular reloj realizado por capricho de la Reina era un simple
reloj de bolsillo atado o mejor dicho montado sobre un brazalete de oro y piedras
preciosas. Sin embargo el primer reloj de pulsera o mejor dicho de muñeca fue una
creación del brasileño Alberto Santos Dumont y Louis Cartier en 1901. No obstante su
fabricación en masa se produce en la Primera Guerra Mundial que impulsó su uso
cuando los oficiales y soldados del ejército se vieron obligados a utilizarlos, y después
de la guerra era común que los hombres llevaran en sus muñecas el utilitario artefacto.
Una década más tarde del fin de la Gran Guerra, en 1929, el relojero estadounidense
Warren Albin Marrisson inventó el reloj de cuarzo, con una imprecisión de entre 30 y
0,3 segundos por año. En 1957 aparecieron los relojes de pulsera eléctricos. El primer
reloj de pulsera eléctrico del mundo fue el Hamilton Electric. Dichos relojes se
alimentan gracias al empleo de pequeñas pilas y funcionan mediante diminutos
dispositivos que hacen avanzar el segundero a saltos, mientras que las manecillas
correspondientes a las horas y los minutos se mueven, con mayor lentitud, accionadas
por un engranaje convencional.
Hoy día vemos relojes en todos lados, en los microondas, en el DVD, en los teléfonos
celulares, en las computadoras, en el GPS, los televisores. Vemos relojes plásticos,
otros de fino cristal donde vemos su interior y su extraño mecanismo, relojes de
pulseras que son joyas y que valen una fortuna. Medir el tiempo se ha convertido en
una obsesión humana, pero para bien o para mal del hombre el tiempo siempre
controlará la acción humana.
HISTORIA DE LA HOROLOGIA
El primer instrumento del que se tiene noticia para medir el paso del
tiempo, hacía uso del movimiento solar. Unos 1000 años a. Jesucristo, los
egipcios inventaron un reloj de sol, consistente en una barra indicadora
montada transversalmente sobre otra, calibrada en horas.
El dispositivo se instalaba horizontalmente, con la barra encarada hacia el
Sol, al Este por la mañana y al Oeste por la tarde. La lectura del tiempo se
realizaba por la posición de la sombra de la barra indicadora sobre la
calibrada.
La lectura puede hacerse siguiendo la posición del nivel del agua sobre
una escala dibujada en la vasija, o utilizar un flotador, que bien acciona
directamente un indicador, o gobierna el movimiento de una manecilla
mediante un sistema de ruedas dentadas.
Los relojes de arena están construidos, por regla general, de forma que se
puede medir en ellos un tiempo total de una hora, sobre una escala
dividida en cuartos.
Más recientemente en la historia del reloj, los científicos han utilizado las
frecuencias naturales de oscilación de átomos y moléculas como patrones
de tiempo, en ciertos tipos de relojes de muy alta precisión.
Así por ejemplo, la molécula de amoniaco está constituida por un átomo de
nitrógeno, y tres de hidrógeno, dispuestos en forma de pirámide triangular,
en cuyos vértices básicos están situados los átomos de hidrógeno, y en la
cúspide el de nitrógeno.
Conexión a Internet,
sincronización con nuestro Smartphone,
el estado del clima
y por supuesto, nos proporciona la hora del día.
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 4
Comencemos esta introducción aclarando que el mito que Hans Wilsdorf era Suizo es
completamente falsa.
Otro mito que circula es que Hans era de nacionalidad Inglesa, esto también es falso,
debido a que ya hemos aclarado era alemán, sin embargo esta confusión se ocasiona
debido a que Hans, en 1905 se traslada a Inglaterra para fundar su propia empresa.
Además tampoco era relojero de profesión, Hans se quedó huérfano a los doce años
de edad y fue enviado a un internado, en el cual tuvo la oportunidad de aprender
inglés, que aunque no le gustaba, en el futuro abriría muchas puertas. Hans dominaba
tan bien el inglés que una vez graduado en la universidad encontró trabajo escribiendo
la correspondencia comercial en Cuno Korten, en La Chaux-de-Fonds, una empresa
suiza exportadora de relojes de bolsillo más importante del país.
En 1905, Hans, a los 24 años, decidió mudarse a Inglaterra y probar suerte montando
su propio negocio. Asociándose con Alfred Davis, fundó la compañía “Wilsdorf &
Davis”, en Londres, que se dedicaría a importar a Inglaterra los relojes que su viejo
amigo Herman Aegler ensamblaba en su fábrica de Suiza para luego venderlos a
minoristas locales.
Sumemos a esto que en ese momento (principios del siglo XX) los relojes de bolsillo
estaban de moda y los de pulsera eran más vistos como artículos de joyería para las
mujeres y se fabricaban en pequeñas cantidades. Además, los relojes de pulsera de
ese entonces no eran precisos ni estaban bien calibrados.
Convencido del inmenso potencial del reloj de pulsera, Hans Wilsdorf dedicó toda su
energía a su sueño de producir relojes de pulsera precisos y elegantes.
El joven empezó a soñar con un reloj para llevar en la muñeca que sea preciso y tuvo
el presentimiento de que podrían llegar a ser, además de precisos y elegantes, fiables.
Pero ahí nace una de las más importantes cuestiones en el mundo del Marketing y de
la relojería: ¿Cómo haces cambiar de opinión a las personas que un objeto utilizado
únicamente por el público femenino puede ser utilizado por el masculino; es superar
las fronteras y límites de ideas homosexuales y discriminadoras. Hans fue un
revolucionario no solo del Marketing (como podrán apreciar más adelante) sino que
rompió con los esquemas populares e independizó la idea de un reloj de pulsera
masculino: hoy en día el público que más usa relojes es el masculino, no solo en
porcentaje de compradores masculinos, sino también por la cantidad de relojes que se
usan; siendo algunas unidades de colección limitada y por consiguiente de un precio
únicamente pagable por cierto público. Entonces, deducimos que el público masculino
es porcentualmente el que más compra, en comparación con las mujeres, ni el que
más unidades unidades adquiere, sino que también es el que más gasta en ellos; pues
es distinto pagar un millón de soles por un millón de relojes, que un millón de soles
solo por uno.
Sin embargo, ¿en qué momento de la historia fue que el hombre comenzó a usar más
el reloj que la mujer?
Fue precisamente tras la primera Guerra Mundial que el hombre se atrevió a usar esa
pieza de colección, pues durante el siglo XIX los machos preferían llevar este
complemento en el bolsillo.
Razón por la que los sastres de la época incorporaran un bolsillo en el frontal izquierdo
de los chalecos masculinos, ya que resultaba más fácil sujetar tal accesorio con la
mano izquierda mientras lo manipulaban con la derecha.
Inconscientemente así se comenzaron a sentar las bases de una tradición que recién
en el siglo XX tomaría forma, cuando al Príncipe Alberto, esposo de la Reina Victoria,
propone colgar el reloj de una cadena denominada ‘Albert chain’ (llamada leontina en
español) para asegurarlo a la ropa.
Además de la influencia del piloto brasileño, la I Guerra Mundial fue decisiva para que
surgiera esta moda. En confrontaciones anteriores, los militares ya habían empezado
a lucir relojes en su muñeca, lo cual les permitía coordinar las acciones bélicas sin que
el enemigo se enterara.
Pero este episodio bélico fue crucial para impulsar esta moda, ya que los tan
preciados “tic tac” fueron imprescindibles en el equipamiento de los pilotos, quienes
gracias a este cambio lograron consultar la hora sin apartar la mano de los mandos de
guerra.
CASIO, TISSOT, ROLEX, TAG HEUER, AUDEMARS PIGURT, PATEK
PHILIPPE, CARTIER, LONGINESS, Omega, GUCCI, BULGARI, DANIEL
WELLINGTON, ETC.
[14:44, 19/5/2018] Milagros Casafranca: Pero creo q ahi podemos la ayuda socual q
hace la.empresa en.si
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