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ANTECEDENTES LEGISLATIVOS

En Europa, el primer Código que incluyó la disciplina unitaria aplicable a todos los títulos
valores fue el Código de obligaciones de Suiza modificado por la ley del 18 de diciembre
de 1936, usando la definición hecha por Brunner. El Código de Comercio de Turquía, del
año 1957 sigue la legislación Suiza. El Código Civil italiano del año 1942 establece la
disciplina aplicable a todos los títulos de crédito. Méjico fue el primer país en América
Latina que incorporó al derecho positivo la disciplina legal de los títulos valores, en la
Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito en 1932, luego el Código de Comercio
de Honduras del año 1950 dedica a esa disciplina, la ley peruana No. 16587 de 1967 y
el Código de Comercio Terrestre colombiano de 1972

Francia sigue el sistema dual, disciplinando los llamados “efectos de comercio” y los
“valores mobiliarios”, entre los que se encuentran las acciones y las obligaciones o
debentures. Los títulos de tradición (conocimiento de embarque, certificados de
depósito, etc.) están reglamentados en los respectivos contratos que les dan origen.

Los Estados Unidos de América siguen el sistema tripartito, distinguiendo los títulos
de participación “segurities” de los títulos representativos de mercaderías, “documents
of tittle” y los que sirven de medio de pago, letras de cambio, cheques o sea los
“negotiable instruments”1.

EN EL PERU

Los títulos valores están regulados en nuestro país por la Ley n.º 27287 promulgada el
17 de junio del 2000 y publicada en el Diario Oficial el 19 del mismo mes y año por el
presidente de la República, ALBERTO FUJIMORI. La ley presente se subdivide en dos
libros: el primero de Parte general y el segundo de Parte especial; en ellos se presentan
secciones y títulos que dan mayores explicaciones sobre los títulos valores.

Centrándonos en los antecedentes históricos de los títulos valores en el Perú, vemos


que desde marzo de 1968 y hasta octubre del 2000 se ejerció la Ley n.° 16587 de títulos
valores, aunque algunos títulos no eran considerados como tal ya que presentaban
distintos mecanismos como en el caso del warrant y las acciones; el primero estaba
incluido en el Decreto Legal n.° 2763 y las segundas, en el Decreto Legal n.° 861 de la

1 PÉREZ FONTANA, Sagunto. Obra citada. Páginas 19, 20 y 21


Ley de mercado de valores. Asimismo, de acuerdo con el libro Cajeros IFB para bancos
y empresas de la Institución de Formación Bancaria, "en el Perú, a partir del 17 de
octubre del 2000, entró en vigencia la Ley n.° 27287 que reúne de forma ordenada,
clara y sistemática, en un solo cuerpo legal, todos los títulos valores contemplados por
nuestro ordenamiento jurídico" (2010, p. 224). Cabe señalar que los documentos de esta
Nueva Ley de Títulos Valores están en concordancia con la leyes ya establecidas en el
país, como, por ejemplo, la Ley General del Sistema Bancario, la Ley de Mercado de
Valores, el Código Civil, la Ley General de Sociedades, entre otras.

COMO EVOLUCIONO LA DENOMINACION

En cuanto a su denominación, no hay uniformidad ni en la doctrina ni en la legislación. En


Francia los efectos de comercio sirven para denominar a títulos de corto plazo, como
las letras de cambio y cheques; y denomina valores mobiliarios cuando se trata de
identificar títulos de largo plazo como las acciones y los bonos. En Alemania se les
denomina Werpapier que tiene un significado de papier valeur en francés y título valor
en español. En Italia se les denomina Título de crédito. El Código Suizo usó en el idioma
alemán werpapier; en el idioma italiano titoli di credito; y en el idioma francés papier
valuers. En España se usó la terminología títulos de crédito. Winizky ha desarrollado la
teoría de los títulos circulatorios, en razón a su finalidad2.

Se ha objetado, con la expresión título de crédito, que ella alude a una sola de las
variedades de esta clase de documento: a los títulos de contenido crediticio, es decir,
a aquellos que imponen obligaciones que dan derecho a prestaciones en dinero u otra
cosa cierta. En cambio, se confiere a la expresión título-valor una acepción más amplia,
pues hace referencia a distinta clase de prestaciones, cuyo contenido son diversos
valores patrimoniales y no solo el crédito. Así, hay títulos representativos de
mercaderías o de derechos sobre ellas o de servicios, o un conjunto de derechos de
participación, o un status de socio, según se ha expresado3.

Garrigues dice que una parte de la doctrina española habla de títulos de crédito. Pero
esta denominación es poco comprensiva, porque, por un lado, no alude a otro aspecto
distinto del crédito, cual es la denominación jurídica de la cosa misma, propia de los
títulos llamados de tradición; mientras, por otro lado, existen títulos (acciones de S.A.)

2 MONTOYA ALBERTI, Hernando. Nueva Ley de Títulos Valores. Gaceta Jurídica. Lima Julio 2000. Página 7
3 MONTOYA MANFREDI, Ulises. Comentarios a la Ley .... Página 15 – 16
que no atribuyen un solo derecho de crédito a su titular, sino más bien un conjunto de
derechos subjetivos de índole varia, que componen una cualidad o posición jurídica
compleja; por esta razón, prefiere el nombre de títulos-valores para designar
jurídicamente ciertos documentos cuyo valor, estando representado por el derecho al
cual se refiere el documento, es inseparablemente del título mismo4.

Solís Espinoza dice que la denominación título valor expresa con precisión la amplia
variedad de títulos que forman parte de esa categoría jurídica. En efecto, la mencionada
aceptación no solamente comprende a los títulos representativos de crédito, sino también
a los de mercaderías, e incluso tanto más al título representativo de participación; en
cambio, la expresión literal de “título de crédito” contiene un significado limitado
solamente a los títulos representativos, de un derecho de crédito, de modo que esta
terminología es inadecuada y aparece insuficiente para definirla5.

Las denominaciones han estado ligadas a la existencia de un soporte papel, a un cartón,


aspecto que actualmente se encuentra superado con la existencia de los títulos
desmaterializados, por lo que quizás el término título valor no resulte el adecuado para
identificar lo desmaterializado (sin papel, electrónico) con un mero registro en cuenta6.

En el derecho cambiario moderno se reconocen e identifican como género a los valores


negociables y como especie: a los en título o títulos valores y, a los valores electrónicos,
que la propia ley del mercado de valores, decreto legislativo 861, los denomina
“anotaciones en cuenta y registro”7.

Es por ello que consideramos que la denominación de “valores negociables” como género,
es el más adecuado, estando integrado por los valores materializados o títulos valores
y los valores desmaterializados o valores representados en cuenta.

IMPORTANCIAEN LA ECONOMIA PERUANA

Las relaciones comerciales de hoy, y las que se celebraron desde inicios de la actividad mercantil,
demandaron el uso de instrumentos que garanticen celeridad y sencillez en el tráfico, debido al

4 GARRIGUES, Joaquín. Curso de Derecho Mercantil. Tomo III. Editorial Temis. Bogotá, Colombia, 1987. Página 85
5 SOLIS ESPINOZA, Jorge Alfredo. Temas sobre derecho cartular. Idemsa. Lima 1995. Página 13
6 MONTOYA ALBERTI, Hernando. Obra citada. Página 7 – 8
7 BEAUMONT CALLIRGOS, Ricardo y CASTELLARES AGUILAR, Rolando. Comentarios a la nueva Ley de Títulos

Valores. Gaceta Jurídica, Lima 2000. Página 8.


gran número de operaciones que podían cerrarse en simultáneo. Diremos entonces que fue la
necesidad de facilitar las actividades de intercambio lo que motivó la creación de instrumentos
que incorporen los derechos y obligaciones derivados de dichas transacciones. Uno de esos
instrumentos fueron los títulos
Valores, que serían aquellos documentos que representan o incorporan derechos patrimoniales,
que nacen con una vocación para circular y que deben cumplir con requisitos formales esenciales
para que los derechos incorporados puedan ser exigibles por quien sea su legítimo tenedor. Sobre
esta simple definición que hemos propuesto, algunos podrían pensar que los títulos valores son
similares a un contrato de compraventa o a un acuerdo de pago, que si bien son documentos
privados como los títulos valores, entre ellos hay una diferencia fundamental, y es que los títulos
valores están legitimados, es decir, han sido investidos por ley para que el derecho incorporado
no requiera ser probado: es suficiente la posesión del título y que este reúna una serie de
requisitos formales para que el derecho sea exigible. Es importante anotar que la mayoría de las
veces en las que se utiliza el término ‘títulos valores’ se hace respecto a una de sus formas de
representación, a saber, como valores materializados, cuyo contenido está expresado en un
documento, incluso la propia denominación de ‘títulos’ nos hace pensar en un soporte físico; sin
embargo, también pueden no tener una expresión documental, a estos se les conoce en la doctrina
como ‘valores desmaterializados’.

REGULACIÓN CAMBIARIA

Los títulos valores en nuestra legislación están regulados por la Ley N° 27287 (en adelante, la
LTV), que fue publicada el 19 de junio del 2000, que en su artículo 1 dispone que “los valores
materializados que representen o incorporen derechos patrimoniales tendrán la calidad y los
efectos de título valor, cuando estén destinados a la circulación, siempre que reúnan los requisitos
formales esenciales que, por imperio de la ley, les corresponda según su naturaleza”. El siguiente
artículo de la LTV precisa que “los valores desmaterializados, para tener la misma naturaleza y
efectos que los títulos valores señalados en el artículo 1, requieren de su representación por
anotación en cuenta y de su registro ante una institución de compensación y liquidación de
valores”. A pesar de su denominación como Ley de
Títulos Valores, vemos que la norma vigente ha recogido tanto los valores materializados como
los desmaterializados. No fue el caso de la Ley N° 16587, derogada por la LTV, que solo regulaba
a la letra de cambio, el pagaré, el vale a la orden y el cheque. En nuestro medio se llegó a proponer
que la norma debía llamarse Ley de Valores Negociables porque regía tanto los valores
materializados como los desmaterializados, lamentablemente dicha propuesta no fue recogida,
tal vez porque el nombre de la norma responde, más bien, a una tradición jurídica. Es importante
precisar que no todos los títulos valores que encontramos en nuestro sistema jurídico están
contenidos en la LTV, ya que pueden crearse nuevos por leyes o normas legales distintas,
autorizadas para tal efecto. Es el caso de la factura negociable, regulada en la Ley que promueve
el financiamiento mediante la factura comercial, Ley N° 29623; o el del Valor de Producto
Agrario, creado por Ley N° 28005, incluso el artículo 276 de la LTV autoriza a la
Superintendencia del Mercado de Valores y a las Administradoras Privadas de Fondos de
Pensiones a crear otros títulos valores.La LTV regula en extenso los valores materializados, que
son títulos en sentido estricto(letra de cambio, cheque, pagaré, factura conformada, título de
crédito hipotecario negociable, entre otros), cuyos derechos serán exigibles por quien resulte
ser su legítimo tenedor; por tanto, la posesión del título es necesaria para el ejercicio de los
derechos contenidos en él. Situación distinta se da con los valores desmaterializados, que se
representan mediante anotación en cuenta, es decir, hay un registro contable de los mismos y se
reputará como titular a quien figure como tal en dicho sistema, además deben registrarse en una
Institución de Compensación y Liquidación de Valores, rol que en nuestro medio cumple Cavali,
sociedad anónima encargada de la creación, mantenimiento y desarrollo de la infraestructura del
mercado de valores nacional. La propia LTV señala que la creación, emisión, transmisión y registro
de los valores desmaterializados se rigen por la ley de la materia y por la LTV en todo aquello que
no resulte incompatible con su naturaleza, así tenemos, por ejemplo, las resoluciones emitidas por
la Superintendencia del Mercado de Valores, en el caso de las acciones que se cotizan en bolsa.8

Impacto
Los títulos valores son valiosos instrumentos jurídicos que
facilitan el intercambio y circulación de valores, ya que permiten
el traslado de dinero o disposición de mercaderías sin que sea
necesaria su entrega física. Así, en un mundo globalizado como
el nuestro, donde se puede comprar y vender desde una
computadora, resulta muy útil para los inversionistas tener a su
disposición valores que se registren en un sistema contable, ello
les garantiza no solo velocidad en las transacciones, sino que
también les brinda la seguridad de que su inversión gira dentro
de un mecanismo regulado y supervisado

8
Según Thalia Olenca Cardenas Garcia,abogada por laUNMS asociada en JORGE RAMIREZ ABOGADOS.
HISTORIA

Los títulos valores nacen en


la Edad Media, cuando los
sistemas tradicionales de
Derecho Privado resultan
insuficientes para atender
las necesidades de un
tráfico jurídico cada vez
más intenso. El Derecho
común, inspirado en un
criterio ius privatista,
estaba inmerso en un
formalismo que, en aras de
la seguridad del tráfico, hacía que las instituciones fueran inadecuadas al naciente
Derecho Mercantil como derecho regulador de las relaciones profesionales del
comerciante. Esta situación se hace especialmente patente en materia de obligaciones
y contratos, basada en relaciones jurídicas de carácter cerrado, de tal manera que la
novación subjetiva no afectaba a las obligaciones contraídas y, consecuentemente, el
adquirente recibía el crédito con asunción derivativa plena de aquél del que traía causa,
lo que suponía que se le podrían oponer las mismas excepciones personales que a éste
último. Esta ausencia de seguridad en cuanto a la posición del adquirente, tenía que ser
suplida mediante mecanismos que hicieran posible desligar el contenido del derecho
adquirido por uno y otro, a fin de lograr la suficiente independencia en cuanto al derecho
del accipiens.
Las soluciones adoptadas en derecho consuetudinario perseguían dos objetivos: probar
la existencia del derecho, y considerar a éste, al propio derecho o crédito, como valor
económico en sí mismo. La constancia documental del derecho hizo posible que el
acreedor reforzara su situación procesal ya que suprimía la necesidad de probar su
existencia; la consideración del crédito como valor económico, una progresiva
objetivación de éste, desligándolo de las eventuales excepciones que fueran oponibles
a su anterior titular. Con estas medidas se facilitaba el ejercicio del derecho y su rápida
y ágil circulación. El nexo entre documento y derecho de crédito consiguió ser así no
sólo un instrumento probatorio idóneo, sino acreditar a su poseedor como tenedor
legítimo del mismo, según el derecho aplicable a su concreta circulación.9
El nexo entre documento y derecho de crédito consiguió ser así no sólo un instrumento
probatorio idóneo, sino acreditar a su poseedor como tenedor legítimo del mismo, según
el derecho aplicable a su concreta circulación. En síntesis, la novación subjetiva en la
relación obligacional, dejaba de tener la relevancia que hasta ese momento se le había
otorgado, desde la esfera del derecho común, y se sometía a reglas propias de
funcionamiento, más cercanas al tráfico de cosas. En definitiva, el derecho se incorpora
al documento, de tal forma que sigue la suerte de aquél; el documento sirve al derecho,
determinando su contenido y alcance. Tal configuración hace nacer los títulos valores,
caracterizados por la unión indisoluble entre el soporte papel y el derecho en él
contenido.

Esta modalidad de circulación de los créditos, en definitiva, estos nuevos instrumentos


de circulación de derechos, facilitan el ejercicio del derecho documental por tres
razones fundamentales: acreditan la existencia del derecho; establecen un nexo entre
el derecho y el soporte documental, de tal manera que el primero sigue la suerte del
segundo; y, por último, determinan la legitimación activa para el ejercicio del derecho
contenido en el título. De esta forma, se ejercitará el derecho documentado por el
poseedor del título, conforme a la normativa propia de su circulación, en función de la
clase de título de que se trate, porque, en suma, el derecho sigue al documento cuando
éste último se transmite.

En la actualidad, sin embargo, la primitiva funcionalidad de los títulos valores, ha perdido


eficacia. Precisamente su consideración como documentos que incorporan un derecho
cuya legitimación deriva de la posesión de aquél, frena, en ocasiones, la circulación de
los mismos. Si resultaron ser instrumentos idóneos para la circulación en épocas en las
que la economía se movía a impulso de los comerciantes, hoy en día, dada la
mercantilización de la sociedad y su utilización masiva por todos los operadores del
mercado, incluidos los consumidores, hacen patente su inoperatividad e inadaptación a
las exigencias del tráfico y deja de ser un sistema ágil y eficaz, para convertirse en un
obstáculo a veces insalvable.

Con la finalidad de evitar las consecuencias negativas de su excesiva utilización, con


respecto a los efectos de comercio, o títulos emitidos aisladamente, las entidades de

9
Paul Valeri Albornoz. Curso de Derecho Mercantil Ediciones Liber
crédito, arbitraron fórmulas que sustituían el tráfico documental, el desplazamiento
material del título, inmovilizando las letras de cambio y los cheques (truncamiento), sin
que por ello quedará afectado el derecho ni la legitimidad que confería la posesión
material.

Medidas éstas que, después tuvieron reconocimiento legislativo en la Ley Cambiaría y


del Cheque (art. 45 L.C.Ch.). A estos efectos, el Real Decreto 1369/1987, de 18 de
septiembre, y la Orden de 29 de febrero de 1988, regulan un sistema nacional de
compensación electrónica (SNCE), completándose, con diversas circulares del Banco de
España, del que depende.10

HISTORIA DE TÍTULOS VALORES EN EL MUNDO


Se remonta a los comienzos de la civilización. Parece que las instituciones bancarias tienen
su origen en Babilonia. C umplen allí esta función los templos, entonces no solo centros
religiosos sino también políticos y económicos, prestando dinero a interés según los tipos
establecidos en el Código de Hammurabi (1792-1750 A. de C.).

Templos dedicados a
esta actividad: Eridon,
Sippar, Babilonia y el
Rojo de Dorouk, del que
se dice que es el
establecimiento bancario
más antiguo (3.400 a.c.
aprox.)

Los cambistas comerciantes cuya actividad radicaba en el cambio de moneda o lingotes


surgen en Grecia bajo el nombre de TREPEZITAS (de trepeza = mesa en la que trabajaban)
y en el préstamo de dinero. Algunos de ellos son: Filestéfanos de Corinto, Antístenes y
Arkestratos.

Los banqueros griegos llevaban libros de contabilidad donde los pagos se efectuaban por
anotación en cuenta y no en efectivo, tal como se realizan hoy en día y en muchos casos

10
Julián Pérez Porto y Ana Gardey. Publicado: 2015. Actualizado: 2016.
por las instituciones financieras. Llevaban un libro Diario y un Mayor que hacían prueba en
juicio. (Tematico, 2009)

 CHINA
1. El uso de papel moneda y
métodos contables le dieron
fluidez al comercio
2. Wu-ti estableció la nivelación
que consistía cuando había
abundancia de un género, los
agentes de gobierno cobraban
grandes cantidades para evitar
su depreciación, vendiéndolo
después; permitiendo a las
provincias que producían gran abundancia de algunas cosechas, pagar sus impuestos en ella,
para venderla en donde fuera escasa.
 BABILONIA
a) Origen de comercio a través del intercambio de cosas mercantiles o comerciales entre
un pueblo y otros que se daban principalmente en Mesopotámica.
b) La utilización de la plata y el oro como medidas de cambio que se distinguían como signo
de cambio.
c) Las rutas mercantiles aparecen como factores capitales del progreso
d) La navegación aparece como elemento importante del progreso, los mares y los ríos
determinaban el cambio de productos
e) El rey Hammurabi codifica las costumbres del comercio (“El código de Hammurabi”),
donde se ven contratos de sociedad, préstamo con intereses, contratos de comisión, el
depósito, etc.
 ROMA

a) Origen y nacimiento del derecho mercantil como disciplina sistemática.


b) Se conocen los términos del comerciante, mercancías, etc.
c) Surgen algunas normas o reglas de responsabilidad sobre el comercio.
d) Se aplican disposiciones como la obligación de llenar libros a cierto tipo de comerciantes
como los argentari (antecedentes de los banqueros).
e) No existe el derecho mercantil solo el derecho de gentes. (Trujillo, 1999)
A partir de 1887 con la expedición del Código de Comercio Terrestre el Derecho
Colombiano comenzó sus primeros vestigios normativos frente a la regulación de lo que hoy
llamamos títulos valores. Dicho estatuto contemplaba las letras de cambio, pagarés a la
orden, libranzas, conocimientos a la orden y pólizas de préstamo a la gruesa y los
denominaba efectos de
comercio. Entre estos, la
letra de cambio no constituía
un bien mercantil, por el
contrario, hacía parte de los
contratos y más
específicamente se
reflejaba en el contrato de
cambio. Así las cosas, los
efectos de comercio
básicamente cumplían una
función meramente
probatoria. En el año 1916 se
expidió la Ley 75, mediante la cual se efectuó una regulación más profunda de esta figura
que hacía parte de los efectos de comercio.
Es así, como en el año 1971 mediante el Decreto 410 se adopta el Código de Comercio,
incorporando en su libro tercero la regulación de los títulos valores basada en su mayor
parte a los preceptos establecidos en el Proyecto Intal[1]. Cabe resaltar que nuestro país
fue uno de los primeros en adoptar esta regulación. Así las cosas, podemos concluir que en
materia de títulos valores nuestro país no cuenta con un marco normativo de exclusivo
origen interno, por el contrario, con facilidad podemos observar como el mismo se
encuentra influido por distintos pensamientos internacionales, pero principalmente por
régimen legal italiano, al ser este como se expresó la base regulatoria del Proyecto
Intal (Remolina, 1971).

NORMATIVIDAD

Los títulos valores forman parte de los bienes mercantiles, junto con los establecimientos
de comercio que son el conjunto de bienes organizados por el comerciante para lograr los
fines de la empresa, la llamada propiedad industrial constituida por las patentes de
invención, las marcas de productos y servicios, el nombre comercial y la enseña que sirve
para distinguir o identificar un establecimiento.
Dichos bienes mercantiles están reglamentados por las disposiciones contenidas en el libro
III del código de comercio y, dentro de este, el título III está dedicado a los títulos
valores y comprende los artículos 619 al 821.

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