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El Cine un arma para la guerra.

A lo largo de la historia bélica de la humanidad, la vista se ha consolidado como un


instrumento de vital importancia. Junto a la maquinaria de guerra, siempre ha existido una
“maquinaria de observación”. Desde las torres vigías hasta la era de los satélites, la visión
juega un rol preponderante en el hacer la guerra: desde el surgimiento de la fotografía
militar en la Guerra Civil estadounidense hasta la filmación de la guerra misma (desde la
segunda guerra mundial), todo ello con el objeto de organizar las batallas. Y el cine juega
un rol preponderante en este aspecto.
La manipulación de la información que nos llega a través de los medios de
comunicación, junto la propaganda que se nos envía por el cine, la música, la Tv. Libros y
discursos “académicos” –el claro ejemplo de “globalistas pop” como García Canclini- que
han contribuido a deformar la realidad y guiarnos por la propaganda imperialista. Se nos
hace creer desde, que la globalización existe, además de que es irreversible, ineludible y
que es la solución de todos los problemas de la humanidad, hasta que EEUU es una
hiperpotencia invencible, que posee un poderío económico, político y militar inigualable.
Produciendo una cultura de desesperanza –e ignorancia- que limita o elimina las
resistencias a la dominación. Marcuse afirma que ​“la difusión y la efectividad de este
(discurso de carácter orwelliano, BGH) prueban el triunfo de la sociedad sobre las
contradicciones que contiene; las mentiras son reproducidas sin que hagan estallar el
sistema social” ​(1972:119)

Si analizamos las películas que se nos envían –imponen-, la gran mayoría posee
un discurso político que debe ser contextualizado de acuerdo a su época. Películas como
“1984”, adaptación de la novela de George Orwell, financiada por la CIA, fue proyectada
en tiempos de la Guerra Fría, y su objetivo era claro: El Comunismo es Totalitario. Otra
película fue “los 300 espartanos”, proyectada en la década de los sesenta, también en
Guerra Fría, adaptación de las guerras de las Termópilas, y en cuya película se resaltó la
lucha entre Occidente y Oriente.

300
Pero esa incursión de la política en el cine y su ideologización, no fue solo
característico de la Guerra Fría. En años recientes se proyectó una nueva adaptación de
las guerras de las Termópilas. Bautizada como 300, a parte de presentar el discurso
estético del sistema, esto es, héroes “bellos”, “perfectos”, “tranquilos”, “obedientes” y
buenos “padres de familia” amenazados por un inmenso ejército de enemigos,
obviamente monstrificados, que pretenden el control del mundo, buscan asaltar al poder,
por lo que la mismidad amenazada debe recurrir a la guerra, en defensa de los valores
occidentales, la libertad y la justicia, valores también defendidos por la Administración
Bush. Pero la “belleza” de los héroes no puede quedar oculta tras las armaduras, por eso
se van a la guerra en tanga contra un enemigo que posee “armas de destrucción masiva”.
Curiosamente, el enemigo no será presentado solo como Oriente, sino que se le localiza,
es Persia, antiguo nombre de Irán. ¿Acaso, ese no es el mismo discurso de la
Administración Bush, Irán tiene armas de destrucción masiva, y es una amenaza para el
mundo?

La película se vuelve un poco contradictoria, los “hermosos” héroes en tanga son


capaces de acabar con las armas de destrucción del enemigo monstrificado, vence a
elefantes y rinocerontes furibundos. Lo que no es magia del cine es el mensaje que
queda, “apoyen nuestra guerra, nosotros, un nosotros excluyente, EEUU, luchamos por
toda la humanidad, el mundo civilizado, apoyen nuestra guerra, somos los únicos capaces
de defenderlos”.

Madagascar.

Pero este tipo de discurso no es exclusivo de las películas de acción, el mismo


discurso lo encontramos en las películas para niños, un claro ejemplo: Madagascar. A
primera vista, una película para niños. Inocente, cargada de buen humor, que nos hará
pasar un rato entretenido. Sin embargo, es aún más interesante, ver la película
nuevamente, pero desde una perspectiva más crítica, interrelacionando los elementos del
saber-poder que imperan en los EEUU. Se encuentran elementos político-ideológicos,
que si se enmarcan dentro del contexto que vivimos actualmente1, esta película termina
siendo un elemento propagandístico con un lenguaje “suavizado” que nos muestra a los

1
A diferencia de lo que pregonan los globalistas y cualquier otro idealista económico, el mundo se encuentra en
guerra, y más específicamente en una “guerra civil social” (Saxe Fernández, 2005) pero además total -guerra de
aniquilamiento y de destrucción natural- que acelera los procesos de “colapso ecosocial mundial” (Saxe Fernández,
2005), que fueron producidos mayoritariamente por esta sociedad occidental patriarcal (cristiana y capitalista).
Estados Unidos, como el “hegemón benevolente” (elemento que se desarrollará más
adelante).

Supongamos que los animales tienen una nacionalidad determinada (se podría
afirmar que nacieron en cautiverio), por su identificación como los “gigantes de Nueva
York” y porque se puede ver representado en los animales a una sociedad multiétnica, en
última instancia son estadounidenses. Se torna interesante, analizar la película desde
este punto de vista, porque se puede contemplar el mensaje político-ideológico (incluso
militar y económico) de la película, que pretende suavizar, normalizar, naturalizar e
incluso satirizar, la dominación. Esto porque se nos presenta a los grandes animales, que,
como se afirmó anteriormente, son estadounidenses, como los salvadores de los
pequeños, inofensivos, vagos, salvajes, tontos “animalitos” (países subdesarrollados), de
los depredadores (que podrían ser otras potencias, o simplemente algunos problemas que
aquejan al mundo). Por lo que, todas las incursiones internacionales de los Estados
Unidos tienen un carácter de salvaguarda para la humanidad.

Siguiendo esta línea, en la película se presenta un elemento interesante, los


animales son presentados como los “​gigantes de Nueva York​”-alguien podría afirmar que
se refiere sencillamente a un equipo de algún deporte estadounidense- sin embargo, en
escenas posteriores se les muestra como los “​mancitos gigantes”​ , para un niño, o para
cualquier persona puede parecer algo inofensivo, de hecho podrían afirmar que es
“estúpido” catalogar esta frase como una expresión política. Sin embargo, esta frase sí
posee un trasfondo político-ideológico, con una gran tendencia militar.

Esto porque podemos relacionarla con el concepto neoconservador (neocons) del


“hegemón benevolente”. Soriano y Mora, en su diccionario neoconservador americano,
afirman que los neocons alegan que es benevolente porque ​“Estados Unidos no quiere
dominar como los antiguos imperios, ni permanecer en los países que ataca, sino deponer
a los tiranos en beneficio de sus propios súbditos, y asegurar la paz internacional puesta
en entredicho por ellos” (Soriano y Mora, 2005:27). En última instancia, la retórica del
“hegemón benevolente” se encuentra asociada y debe ser entendida con el concepto de
la ​pax americana.
También, se puede encontrar otro elemento importante, con respecto a la figura del
león, el rey de la selva, en otras palabras, el hegemón del sistema internacional. Si nos
centramos en él, topamos con una idea dilemática, semejante a la cuestión de la lucha
contra el terrorismo –es decir, para acabar con los terroristas, tenemos (el gobierno de
EEUU) que ser terroristas-, esto porque, el león es un animal depredador y, siguiendo la
secuencia de la película, la única manera de librar a los “animalitos” de los depredadores,
es por medio de un gran animal depredador. En la película se discute este dilema, en el
diálogo de los dos lemúridos, y en el cual concluyen que no hay peligro por que el león es
amigable, “​mansito”​ . Se encuentra aquí uno de los mensajes de la película: pese a ser un
depredador, es un “hegemón benevolente”.

Lo interesante es que al igual como sucede en la vida real el discurso de la


hegemonía benevolente acaba después de vencer a los enemigos, en la cual se aplican
políticas de explotación y prácticamente se da una apropiación territorial (un elemento que
se presta para debatir mi argumento, pero sencillamente, al ser este un breve análisis de
una película, no pretendo desarrollar este punto), esto se puede encontrar en la película
en la escena en la que el león vence a los depredadores y afirma que “ese es su territorio
y no quiere volver a verlos ahí”, viene a colación la doctrina Monroe, que nos permite
vincular la trama de la película hacia una localidad específica, América Latina.

Al localizarlo en América Latina, la película transmite un mensaje, o mejor dicho


una advertencia sobre las tendencias políticas que imperan en la región, principalmente
en América del Sur. Se nos dice: “no muerdas la mano que te da de comer”, frase que se
repite varias veces a lo largo de la película, en una escena en específico, se presenta las
graves consecuencias que sufrirán los que muerdan la mano, en otras palabras a todo
aquel que se revele al poder estadounidense, le esperarán graves consecuencias, esto lo
podríamos asociar al maniqueísmo discursivo de Bush: “si no están con nosotros, están
con los terroristas”.

A mi parecer, la película al igual que la inmensa cantidad, por no decir la totalidad,


de lo que se produce en Hollywood, y sobre todo después de los atentados del 11 de
septiembre de 2001, posee un fuerte contenido político-ideológico que busca manipular la
opinión pública –principalmente la estadounidense- a favor de las políticas de
Washington, y el fomento del nacionalismo para la fortificación de la potencia imperial2.
Después de todo este análisis, y de ver la película varias veces, la conclusión a la que se
llega es la necesidad del grupo en el poder de crear la sensación de peligro inminente por
que “la idea de estar en guerra, y por lo tanto en permanente peligro, deforma los hechos
de tal manera que la delegación del poder absoluto a una reducida casta aparezca como
la condición natural e inevitable para la supervivencia (Orwell, 2002:189-191)”.

Por ello “la guerra moderna... sirve para agotar el sobrante de bienes y ayuda a
conservar la atmósfera mental imprescindible para una sociedad jerarquizada. Y el
objetivo de la guerra es... mantener intacta la estructura de la sociedad” (2002:198) El
adoctrinamiento político que se nos impone desde esta película es que aceptemos de una
vez por todas que ellos son “​bonitos y gorditos​”; que pese a ser depredadores son unos
“​mansitos gigantes​” y al final, gracias únicamente a sus “intervenciones heroicas”,
nosotros los indefensos, débiles, y subdesarrollados podremos “​seguir moviendo el bote”​ .

Transformers

El mismo discurso lo encontramos en otra película, Transformers. Está dirigida a


toda la familia, contiene acción y comedia. Es la adaptación al cine de una serie animada
con la que muchos crecimos. La quietud de la sociedad se verá amenazada por un
enemigo retador, elemento que caracterizará a gran parte de las películas de Hollywood y
que es un claro reflejo de la “política internacional”, esto es una lucha por el poder. El
enemigo es diferente a “nosotros” –obviamente un nosotros excluyente-. No podía faltar la
monstrificación del otro, sin ella, el héroe es innecesario. El enemigo no es humano, no
puede ni debe serlo, son presentados como los enemigos de la humanidad. Y al no ser
humanos y al ser enemigos de lo que sí se considera como humano, se permite la
utilización de cualquier arma, es imperativo y justo dicha utilización, pues es legitima
defensa.

Los “villanos” quieren el poder, con él consolidarían una especie de “imperio del

2
Se debe recordar que, Estados Unidos no es un imperio, pues no posee la capacidad ni la fuerza para serlo, ni
mucho menos es un hegemón fuerte, pues ha demostrado que ha perdido su influencia internacional y por ello debe
recurrir constantemente al uso de la fuerza. Estados Unidos tampoco es una potencia militar invencible, esto porque
es incapaz de salir victorioso en dos teatros bélicos frente a 2 países devastados y sin capacidad militar como lo es
Afganistán e Irak. En realidad Estados Unidos es un hegemón en decadencia con aspiraciones imperialistas.
terror”, y ello significaría el fin de la especie humana. Los “héroes” no quieren el poder,
pero deben tenerlo para salvar a la humanidad de cualquier peligro que se presente.
Surge nuevamente la figura del “Hegemón Benevolente”.

En esta película, como en la gran mayoría de las producidas en Hollywood, la


figura del Hegemón Benevolente se le atribuirá a seres tecnológicamente avanzados,
poderosos, por ende son “seres-potencia” que no están sedientos de poder, son los
únicos capaces de de derrotar a los villanos que paradójicamente también son “potencia”,
o aspiran a serlo. Los héroes con el poder que obtuvieron, nos protegerán de futuras
amenazas, “​vivimos entre los humanos, ahora escondiéndonos a simple vista (…) pero
vigilándolos en secreto (…) Esperando y Protegiéndolos​”, dialogo de uno de los robots
héroes.

Cabe recordar que, para enfrentarse a los monstruosos enemigos, hay que ser
igual de monstruosos, los héroes monstrificados asaltan el poder, para impedir que sea
asaltado por los villanos, ya monstrificados, lo que se contempla no es otra cosa que la
construcción de la conspiración internacional, en términos más exactos, la lucha contra el
terrorismo.

Con el transcurso de este análisis de discurso, se contempla con más claridad, la


asignación de roles fuera de la pantalla: EE.UU. el héroe monstrificado, que lucha
incansablemente contra los “temibles terroristas”, por ello asalta al poder, por que no le
queda más remedio, es la única solución al problema, sólo así puede salvar a la
humanidad.

Es interesante la imagen que proyecta esta película con respecto al poder,


representado en la figura de un cubo de energía, y es que no cualquiera puede optar por
el poder, está destinado para los “seres-potencia”, los humanos –en este caso, más
inclusivo-, término que vendrá a representar al “Tercer Mundo”, caracterizado por
encontrarse atrasado tecnológicamente, esto es no desarrollados, no sabrá que hacer con
el poder, el cubo es inútil en manos humanas. Pero en manos de los “seres-potencia”, la
historia es otra. Como fueron los héroes que asaltaron el poder, presentado como un
sacrificio, a costa, incluso, de su propia vida, ellos se encargarán de protegernos,
derrocarán tiranos, lucharan contra terroristas, sin más, y reiterando, es el discurso de la
“hegemonía Benevolente”.

2012

2012 es quizás la mejor película respecto al Colapso Mundial. Una película que evidencia
al colapso como tiempo-ahora, una catástrofe de enormes dimensiones. Resulta
interesante cómo la película se encuentra ambientada, precisamente, en el año 2012, a
escasos 3 años de su exhibición en los cines del mundo (noviembre 2009), lo que permite
vislumbrar como lo inmediato es la esencia del cine catastrofista, como también se
evidencia en películas como Armageddon (1998) y Deep Impact (1998). En otras
palabras, la ciencia-ficción pasó de ​imaginar futuros lejanos a ​describir presentes que
todavía-no-son, pero que son, en términos benjaminiamos “​jetztzeit”​ (Tiempo ahora).

Es importante destacar que en la película, y en general este genero catastrofista del cine,
el colapso mundial es algo completamente natural, al que estamos destinados
irremediablemente. Siempre es un agente externo lo que nos amenaza: un meteorito, los
rayos solares, extraterrestres. Imperando así la lógica inmunitaria que en términos
sociales se refleja en “el/la otro/a amenazante”: los/as inmigrantes, los/as homosexuales,
las mujeres, lo/as ateos/as, el/la islámico/a, el/la pobre, etc. Es una lógica inmunitaria que
se refleja en casi que totalmente en nuestra vida cotidiana. Siempre hay algo y/o alguien
que nos amenaza, y en un mundo que se hunde, esto nos transporta a un estado
hobbesiano de “bellum omnium contra omnes”, lo que nos sumerge en una “espiral de
obsesión inmunitaria”, que se reflejará en nuestra cotidianidad.

Al percibirse estas catástrofes como cuestiones externas y ajenas a la humanidad, lo que


se hace es eximir a la humanidad de toda responsabilidad. “El sistema no tiene la culpa
de lo que suceda con el ambiente”, “la naturaleza y el capitalismo se llevan de maravilla”.
Pero nuevamente esta idea me lleva a una concepción de exclusión: “nosotros/as no
somos el problema, son los/as otros/as los responsables”. Si bien la mayor parte de las
catástrofes en la historia de la biosfera “fueron de origen endógeno, causadas por la
propia evolución del planeta -lo que Margalef llama “la sombra oscura de Gaia”- (Agustí,
1996: 11), no podemos obviar el hecho de que hemos sido nosotros/as, con nuestra
transhumancia histórica quienes hemos llegado a prácticamente acabar con la capacidad
homeostática del planeta.

A pesar de una trama lineal, la cuestión del destino, se nos presenta una idea que vale la
pena rescatar: la destrucción exponencial de las catástrofes que caracterizan al Colapso
Mundial. La naturaleza no se comporta de forma lineal, por lo que las catástrofes
ambientales no pueden ser comprendidas desde lo lineal, sino desde lo exponencial, en
otras palabras las destrucciones, extinciones en masa, etc. se darán en lapsos cada vez
más breves de tiempo, y con una fuerza destructiva cada vez mayor.

Otro elemento que caracteriza a esta trama lineal, es que sin importar que suceda, ya sea
que un terremoto acabe con toda una ciudad, o que exploten volcanes, caigan edificios
sobre sí, el héroe siempre sale ileso, sobrevive casi que de forma mágica, y esto recuerda
a un anuncio comercial de cerveza, en el que un ciclista sufre un desperfecto con su
bicicleta y cae por el precipicio, y tras el impacto de la caída, el ciclista despierta como si
nada, luego un camión lo atropella y un meteorito cae sobre él, y él aún se levanta intacto,
y esto por que la muerte estaba de fiesta.

Sin lugar a dudas la película está sobrecargada de un mensaje cristiano, que no sólo se
reflejaría en la linealidad temporal que impregna la trama, sino también por sus
simbolismos: la caída de la capilla sixtina, en la que la destrucción de “la creación de
Adám” de Miguel Ángel, representaría una ruptura entre lo terrenal y lo divino, y junto a
ello el castigo divino: el diluvio universal. Sin embargo, y a pesar de que lo religioso es un
mecanismo inmunitario que nos permitiría comprender la ​immunitas que se instaura como
norma en este mundo que se hunde, opto por analizar la película desde la metáfora del
“bote salvavidas” (Y en este punto considero valioso rescatar la figura del trasatlántico que
aparece en varias escenas de la película).

Ahora bien, por que según una máxima de este sistema “nada sale gratis”, y al igual que
nos lo decía antes la iglesia católica con la figura del indulto: “la salvación tiene un precio”
y en esta película nos lo dicen -el precio-, es ni más ni menos que 1 millones de euros,
una cifra que prácticamente se nos hace inimaginable. Entonces, me pregunto ¿Quiénes
se salvarán? O en términos más exactos, ¿quiénes podrán costear su salvación? Y, a
diferencia del precio de la salvación que se nos presenta como inimaginable, quienes se
salvarán nos resulta harto sencillo de imaginar: políticos/as -y no cualquier político/a-,
sacerdotes, narcotraficantes, magnates y sus malcriados/as engendros que protagonizan
programas como “mis súper 16” de la cadena MTV, mafiosos/as, dictadores sanguinarios
y Carlos Slim como representante latinoamericano. El “resto” -dicho en forma despectiva-,
hemos sido declarados/as “​homo sacer”​ , y no es ya una cuestión de exclusión, sino más
bien una cuestión final: un exterminio sistemático... “por el bien de la humanidad”.

De lo anterior resulta interesante destacar el asesinato de quien revele información sobre


el proyecto y proteste contra el mismo, el argumento que esgrimen en la película está
impregnado de la concepción schmittiana de lo político: una distinción entre amigo y
enemigo. Son en última instancia: “los/as enemigos/as de la humanidad”, en otras
palabras, son “individuos peligrosos” y por tanto debe ser penado irremediablemente con
los recursos que se tenga a disposición, es decir: derecho penal del enemigo.

Cabe destacar que no habrá de qué preocuparse, no hay necesidad de sentir culpa, si
bien han muerto, o están a punto de morir, prácticamente el 80% de la población mundial,
lo más valioso de la humanidad, se salvará: la cultura. Pero no cualquier cultura será
preservada, sino única y exclusivamente la cultura hegemónica: Picasso hace acto de
presencia, a lo lejos se contempla al David de Miguel Angel haciendo su entrada triunfal al
trasatlántico, mientras miles de millones de gentes, contemplan atónitos como serán
arrasados por una enorme ola.

Ha muerto ya el 80% de la población mundial, es un problema menor en la trama, el


problema ético de la película se da cuando, gracias al carácter exponencial de las
catástrofes, el tiempo se ve mermado y quienes ya están abordo deciden cerrar todos los
accesos, ahora sólo el 1% de la población (quienes ostentan el poder real) serán los/as
elegidos/as para repoblar la tierra y reconstruir un mundo, que precisamente, fueron
ellos/as quienes lo destruyeron. Sin embargo, no todos/as están de acuerdo, les parece
inhumano dejar morir a las gentes que aún no lograron abordar -todos/as ricos/as y
poderosos/as-, es una carga emocional con la que nadie puede cargar: la muerte de
quienes ostentan el poder, NO de quienes ya murieron, estos/as son insignificantes: son
vidas que no merecen ser vividas.
Por último, me gustaría destacar 2 elementos más: en términos políticos, resulta
interesante el simbolismo que se nos presenta: la destrucción y hundimiento de EEUU y la
proyección de China como la potencia que mantendrá las bases de este mismo sistema y,
por último, el elemento más conservador de toda la película: tras el colapso mundial, la
familia tradicional tal como la conocemos (papá, mamá, hijos/as, abuelos/as y la mascota)
es salvada, y más bien la situación que han sobrevivido, los vuelve a reunir. Es la
societas perfectas l​ a que se pretende salvar. Son ellos/as, los/as bellos/as, los/as
moralmente puros/as, quienes se salvan: la amante con siliconas muere, el gordo mafioso
muere... todos mueren, excepto la familia y los valores occidentales.

Batman o la guerra por otros medios

Batman es la figura idealizada por los grupos dominantes para la conservación del poder.
Un súper héroe que ya no corre al auxilio de la población indefensa, sino por el contrario
representaría “el otro mecanismo” con el que cuentan exclusivamente los gobiernos para
hacer valer “el imperio de la ley”. Paradójicamente en la película Batman es presentado
como un ​outlaw, ​un proscrito, un bandido, el ​Friedlos -el “sin paz” del antiguo derecho
germánico-, en última instancia “quién está fuera de la ley”. Lo que resulta contradictorio
pues el “hacer valer” el imperio de la ley es quién está más allá de la ley, lo que nos
remite a la lógica del estado de excepción: para defender el derecho, hay que suspender
el derecho. En otras palabras, Batman es la medida excepcional para contextos
excepcionales: la guerra civil social mundial.

Surge aquí la figura de Harvey “Dos caras” Dent, quien representaría una especie de
“umbral” en el que hecho y derecho confluyen y confunden. Dent, sería en este caso la
figura del Poder Soberano, en cuanto tiene el poder para decidir sobre el estado de
excepción, quien también garantiza el anclaje al orden jurídico. Esto porque,
“precisamente en la medida en que la decisión concierne aquí a la anulación misma de la
norma; en tanto, es decir, el estado de excepción representa la inclusión y la captura de
un espacio que no está ni afuera ni adentro (aquel que corresponde a la norma anulada y
suspendida), “el soberano está fuera (steht ausserhalb) del orden jurídico normalmente
válido, y sin embargo, pertenece (gehört) a él, porque es responsable por la decisión
​ gamben, 2004:75)
acerca de si la constitución puede ser suspendida ​in toto” (A

Es Dent el poder soberano que determina sobre el estado de excepción, quien decide
sobre las medidas excepcionales a utilizar para hacer frente al colapso ontológico
ecosocial mundial. Las medidas “normales” resultan ineficaces para enfrentar a un
desbordado crimen organizado, las mafias han comprado a policías, jueces y políticos.
Ciudad Gótica -que vendría a ser cualquier ciudad-, alegóricamente vendría a representar
a una especie de “Estado Fallido”.

Es tal el grado de criminalidad que a quienes nos gobiernan, no les queda otra opción
más que hacer uso de medidas excepcionales (por ejemplo, militarizar la lucha contra el
narcotráfico en México), lo que llega a poner en jaque al crimen organizado. Las mafias
temen a la noche por Batman, y a lo que Batman representa. Entonces el crimen
organizado contrarresta esta embestida, haciendo uso también de medidas excepcionales
(Joker). Este argumento está influenciado extremadamente por un discurso
neoconservador, con el que se pretendió vincular al narcotráfico y el crimen organizado,
con guerrillas y grupos subversivos que fueron catalogados como terroristas.

Ante esta unión de criminales organizados y terroristas que también son 2 acepciones de
la guerra civil social mundial, la única solución que se nos presenta es que esta amenaza
latente debe ser enfrentada con toda la “fuerza de ley”. Y a esto nos dice Jakobs: “la
supresión de derechos, encaminada no a la reparación del daño en un sentido amplio,
sino al combate de una fuente de peligro, es lucha y -con ello-, guerra” (Jakobs, 2009: 42)

En el plano jurídico para hacer frente a este nuevo contexto se llega a adoptar la figura del
derecho penal del enemigo. Al ser los mafiosos y el terrorista “individuos peligrosos” a
ellos no se les puede juzgar por el derecho penal del ciudadano. Al representar un peligro
para el orden establecido, la sociedad les suspende su categoría de personas, y con ello
sus derechos elementales. Es por tanto valida la tortura, la amenaza de muerte, los
atentados contra la integridad física y mental de los ahora declarados enemigos. Y este
tipo de castigo nos explica Günther Jakobs, “​no se dirige contra la persona en derecho
-ésta ni oculta pruebas ni huye, esto es, no cumple los presupuestos de prisión
preventiva- sino contra el individuo, el cual, con sus instintos y miedos naturales, deviene
peligroso para el desarrollo correcto del proceso; esto es, se comporta en ese sentido
como un enemigo” (​Jakobs, 2009: 41).
Resulta interesante como nos presentan la figura del terrorista en esta película: el
terrorista es un anarquista, es una de esas gentes que “solo quieren ver arder al mundo”,
él no tiene un rostro y/o identidad definible (como si lo tienen los criminales organizados),
su objetivo no es lucrar, sus propósitos son enteramente ideológicos: él quiere cambiar el
mundo, al igual que las feministas, que la comunidad GLBTT, ambientalistas, indígenas, y
demás movimientos sociales; y por eso es un criminal, pero más que un simple
delincuente, él como terrorista, es un enemigo de la sociedad. De ahí que resulta
​ ero a
interesante la figura del guazón, quién también vendría a ser un forajido, un ​outlaw, p
diferencia de Batman, este es catalogado como un enfermo. Y por su “enfermedad
mental”, no es de los que aprenden la lección, es por eso que “su medicina es la
masacre”, como se puede leer en el camión en el que viajaba el guazón.

El terrorismo es más peligroso que el crimen organizado, nos dice la película. Y para
hacer frente a esta amenaza, se deben adoptar medidas excepcionales, por que es la
única forma de vencer, nos dicen. Y esto se ve reflejado en una idea que emerge en
varias ocasiones. Nos dicen primero “nunca está tan oscuro como cuando amanece” y
luego “las cosas tienen que empeorar para que mejoren”. El Joker, es un anarquista, y
eso lo hace un terrorista y un enemigo de la sociedad. Él quiere acabar con el orden
establecido, por eso, en defensa de ese mismo orden, el poder soberano, determina
sobre el estado de excepción, es decir, suspende el derecho, para evitar que el derecho
establecido sea suspendido. Y por eso Dent se alía con Batman, por que la única forma
​ s siendo ​outlaw t​ ambién. Es decir que nos sumerge en el dilema y
de vencer a un ​outlaw e
ciclo del terrorismo: para vencer al terrorismo hay que ser terrorista también.

Y por estas razones la guerra civil social mundial, es también una guerra total. Una guerra
que no acepta la disidencia, y que hará uso de todos los recursos disponibles para “hacer
valer” su imperio de la ley. Esta es una película que evidencia la zona de indistinción en la
que hemos caído, un mundo en el que hecho y derecho se confunden, así como lo militar
y lo policiaco, el crimen organizado y el terrorismo, el amigo y el enemigo. Y ante este
nuevo tipo de combate contra el peligro: “Se hace todo lo posible para combatir el peligro,
y cuando se le combate todo está en regla” (Jakobs, 2009:36). Por eso el vigilar a toda la
ciudad, destruyendo los límites entre lo privado y lo público, el rastreo de llamadas, a
pesar de ser ilegal se justifica por pretender fines legales: el fin justifica los medios. Ya
sea espiando a todas las personas para rastrear al terrorista, o bien viajando
clandestinamente a China a secuestrar personas para ser juzgadas en tribunales de
EEUU.

Ahora bien, hay un nuevo dilema ético que se evidencia en la película cuando el Joker
coloca explosivos en 2 barcos repletos de gentes, y los pone a decidir sobre quiénes
viven y quienes deben morir. En un barco hay civiles, y en el otro criminales. ¿Quiénes
deben sobrevivir? Este acto del Joker resulta interesante en 2 aspectos: por un lado
puede ser visto como una acción prometéica: en el sentido de que le otorga a la gente el
poder soberano, que es también biopolítico, nos dice Agamben, para determinar sobre la
vida y la muerte. Pero también nos remite a una “sociedad civil” indefensa, temerosa,
incapaz de adoptar medidas excepcionales para protegerse. Es una sociedad que no es
capaz de presionar el botón, por lo tanto, lo que nos dice es que para enfrentar a este
nuevo tipo de criminalidad, no bastan los medios civiles, y que más bien estos no están a
la altura de los acontecimientos, y por tanto debemos relegar nuestro poder a un grupo
líder que si es capaz de adoptar esas medidas con tal de garantizar la paz y la seguridad.
Al nadie presionar el botón para destruir al otro barco, la vida y la muerte ha sido relegada
nuevamente al que está más allá de la ley, algo completamente hobbesiano...

Al final, nos presentan toda esta cuestión de la excepcionalidad como un sacrificio, que
hacen ellos, quienes ostentan el poder, para protegernos en esta nueva guerra, se les
odiará, pero es parte del sacrificio -No es de extrañar que Bush se preguntara por qué el
mundo odia a los EEUU-, pero al final, la ilegalidad, si bien no es algo de qué
enorgullecernos, es un medio que nos garantiza paz y seguridad. Por eso Batman no es
un héroe, es un vigilante, un guardian... ¿Un hegemón benevolente?

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