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donada resoludón y le otorga la calidad de cosa juzgada; por ello, al recurrir un fallo
adverso impedimos la inmutabilidad de dicha resolución178.
La segunda finalidad consiste en la búsqueda de modificar la resolución que nos
cause agravio, que se materializa en la posibilidad de reforma o anulación de la resolu
ción del juez de primera instancia, por medio de un nuevo examen sobre lo ya resuelto.
En efecto, lo que se busca con la interposición del recurso es que el juez de segunda
instancia, modifique la resolución del juez de primera instancia, esta modificación
puede consistir, de acuerdo a la configuración particular de cada recurso, en una revo
cación que implica la sustitución del fallo revocado por otro o en una anulación, que
implica dejar sin efecto algunas actuaciones del proceso179.
C. REM EDIO S
El profesor JUAN MONROY180señala: “Los remedios son aquellos a través de los
cuales la parte o el tercero legitimado pide se reexamine todo un proceso a través de
uno nuevo o, por lo menos, el pedido de reexamen está referido a un acto procesal.
El rasgo distintivo está dado porque el remedio está destinado a atacar toda suerte de
actos procesales, salvo aquellos que están contenidos en resoluciones. Los remedios
son aquellos medios impugnatorios encaminados a lograr que se anule o revoque, ya
sea en manera parcial o total determinados actos procesales que no se encuentran
contenidos en resoluciones”.
178 ARBULÚ MARTÍNEZ, Jimmy. Derecho Procesal Penal. Tomo II, Legales, 2013, p. 257.
179 NEYRA FLORES, José. Tratado de Derecho Procesal Penal, Tomo II, Idemsa, Lima, 2015, p. 564.
180 MONROY GÁLVEZ, Juan. Teoría General del Proceso. Editorial Themis, Perú, 2009. p. 207.
181 MONROY GÁLVEZ, Juan. Ob. cit., p. 173.
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la ley, previsto en el inciso 2) del artículo 2o de la Constitución; y, con ello, que todos
los justiciables se encuentren, en principio y como regla general, sometidos a los mis
mos tribunales, sin que se considere constitucional la existencia de fueros especiales o
de privilegio en “razón” de la mera e inadmisible diferenciación de las personas o de
cualquier otra consideración absurda.
En la sentencia recaída en el Exp. N ° 017-2003-AI/TC, el Tribunal sostuvo que el
principio de unidad de la función jurisdiccional: “se sustenta en la naturaleza indivisi
ble de la jurisdicción, como expresión de la soberanía. Según esta, la plena justiciabili-
dad de todas las situaciones jurídicamente relevantes han de estar confiadas a un único
cuerpo de jueces y magistrados, organizados por instancias, e independientes entre sí,
denominado Poder Judicial”183.
C. INDEPENDENCIA
Sobre la independencia, el Tribunal Constitucional ha sostenido: “La indepen
dencia judicial debe ser entendida como aquella capacidad autodeterminativa para
proceder a la declaración del derecho, juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado, dentro
de los marcos que fijan la Constitución y la Ley. En puridad, se trata de una condición
de albedrío funcional.
El principio de independencia judicial exige que el legislador adopte las medidas
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en lo concerniente a la actuación judicial per se, salvo el caso de los recursos impugna
tivos, aunque sujetos a las reglas de competencia.
La independencia, como una categoría jurídica abstracta, necesita materializarse
de algún modo si pretende ser operativa. En tal sentido, no basta con que se establezca
en un texto normativo que un órgano determinado es independiente y autónomo en
el ejercicio de sus funciones, como el caso del artículo III del Título Preliminar de la
Ley Orgánica de Justicia Militar [es autónoma y en el ejercicio de sus funciones sus
miembros no dependen de ninguna autoridad administrativa]; también es importante
que la estructura orgánica y funcional de una jurisdicción especializada -com o la mi
litar- posibilite tal actuación”184.
D. IMPARCIALIDAD
MIXÁN M ÁSS185nos dice que la imparcialidad obliga al juez, durante el procedi
miento, a mantenerse “equidistante” de las pretensiones de las partes y siempre activo
y diligente en el empeño por detectar la verdad concreta; franquear las oportunidades
que la ley concede a las partes para que contribuyan a la averiguación integral del caso;
no conceder “la ley de la ventaja” a una parte con relación a la otra; denegar motivada-
mente las peticiones denegables y amparar las amparables. La imparcialidad impone
la rigurosa aplicación del principio de la identidad: el juez es juez, nada más que juez.
Y entre el juez y las partes resulta aplicable el principio del tercio excluido; o bien es
parte o bien es juez; no hay posibilidad intermedia. Para la práctica de la imparcialidad
deben entrar en juego la honestidad como formación personal, el concepto de justicia
como valor social inabdicable, una posición ideológica identificada con el bienestar
general, aptitud y decisión para renunciar a los halagos, a las tentaciones del lucro,
inhibirse las demás inclinaciones y pasiones, así como mostrarse inflexible frente a las
presiones de diversa índole.
E. CONTRADICCIÓN
Sostiene el Tribunal Constitucional186: “Es un principio que se desprende de la
garantía constitucional a la defensa; este principio protege el derecho a no quedar en
LEGALES EDICIONES
estado de indefensión en cualquier etapa del proceso, consiste también en que todo
acto del proceso debe realizarse con conocimiento de las partes; este principio está
directamente ligado al objeto de la notificación procesal, puesto que cuando uno toma
conocimiento -mediante la notificación- puede ejercitar este principio a través de los
mecanismo de defensa que la ley procesal estipula”.
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187 CARRIÓN LUGO, Jorge. Tratado de Derecho Procesal Civil I. Editorial Grijley, Lima, 2000, p. 43.
188 STC. Exp. N° 1243-2008-PHC, F.J.: 2; 5019-2009-PHC, F.J.: 2; 2596-2010-PA; F. J. 4.
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H, JUICIO PREVIO
Según BINDER190: “la garantía a un juicio previo se refiere a la exigencia de que
no puede existir una condena que no sea el resultado de un juicio lógico, expresado
en una sentencia debidamente fundamentada” “El principio de juicio previo importa
la regulación de un proceso que anteceda válida y legítimamente a la imposición de
una sanción penal; esto es, que exista un proceso penal a través del cual se determine
la responsabilidad penal del imputado conforme a los principios, garantías y derechos
que nuestro ordenamiento jurídico reconoce”
VELEZ MARICONDE expresa que: “Imponer la necesidad de un juicio previo
a toda sanción significa, pues, imponer la necesidad de una acción procesal condi
cionante de la jurisdicción. Esto significa que la norma constitucional, es la fuente
dogmática del poder jurídico eficiente para provocar el juicio previo (acción procesal)
y que el derecho procesal se limita a disciplinar el modo de ejercerlo”191.
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sino también a toda entidad que resulta conflictos, incluido el Tribunal Constitucio
nal) debe estar debidamente motivada. Ello significa que debe quedar plenamente es
tablecida a través de sus considerandos, la ratio decidendi192 por la que se llega a tal o
cual conclusión193.
La debida motivación debe estar presente en toda resolución que se emita en un
proceso, salvo los decretos.
Sostiene el Tribunal Constitucional194: “Como derecho, la debida motivación im
plica que cualquier decisión cuente con un razonamiento que no sea aparente o defec
tuoso, sino que exponga de manera clara, lógica y jurídica los fundamentos de hecho y
de derecho que la justifican, de manera tal que los destinatarios, a partir de conocer las
razones por las cuales se decidió en un sentido o en otro, estén en la aptitud de realizar
los actos necesarios para la defensa de su derecho”.
K. COSA JUZGADA
Señala el Tribunal Constitucional195: “Es el derecho a que se respete una resolu
ción que ha adquirido la autoridad de cosa juzgada se garantiza el derecho de todo
justiciable, en primer lugar, a que las resoluciones que hayan puesto fin al proceso judi
cial no puedan ser recurridas a través de medios impugnatorios,” es decir, que una vez
pasado el término legal -ya sea porque éstos han sido agotados o porque ha transcurri
do el plazo para impugnarla- no puedan ser alteradas arbitrariamente; asimismo, en
segundo lugar, este principio protege que “el contenido de las resoluciones que hayan
adquirido tal condición, no pueda ser dejado sin efecto ni modificado, sea por actos de
otros poderes públicos, de terceros o, incluso, de los mismos órganos jurisdiccionales
que resolvieron el caso en el que se dictó”196; o sea, que se restringe en abuso de poder
y la infiltración de derechos subalternos que puedan perjudicar la Resolución emitida
por el órgano jurisdiccional.
192 Es una expresión latina, que significa literalmente en español "razón para decidir" o "razón suficien
te". Hace referencia a aquellos argumentos en la parte considerativa de una sentencia o resolución
judicial que constituyen la base de la decisión del tribunal acerca de la materia sometida a su cono
cimiento.
193 STC. Exp. N° 06712-2005-HC. F.J. 10.
194 STC. Exp. N° 06712-2005-HC. F.J. 10.
195 Exp. N° 04587-2004-AA/TC. F.J. 38.
196 Loe. cit.
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3. Juzgados de Trabajo;
4. Juzgados Agrarios;
5. Juzgados de Familia; y,
6. Juzgados de Tránsito y Seguridad Vial.
La Corte Suprema, atendiendo a las necesidades del servicio judicial y a la carga
procesal, puede crear otros juzgados de distinta especialidad a los antes señala
dos, definiendo su competencia.
En los lugares donde no hay juzgados especializados, el despacho es atendido por
un Juzgado Mixto, con la competencia que señale el Consejo Ejecutivo del Poder
Judicial.
Todos los juzgados antes señalados tienen la misma jerarquía.
Los Juzgados de Paz Letrados
Están conformados en Distritos. Los Juzgados de Paz Letrado conocen: de las
acciones derivadas de actos o contratos, sobre acciones de desahucio y de aviso
de despedida, de los derechos alimentarios, de las tercerías excluyentes de propie
dad, los procesos por faltas, sobre pretensiones individuales referidas a pago de
soles, las acciones relativas al derecho alimentario, y sobre cuestiones conyugales.
Por consiguiente, resuelve las apelaciones realizadas sobre las sentencias de los
juzgados de Paz.
¡Los Juzgados de Paz
El Juez de Paz tiene un rol conciliador. Facilita posibles soluciones a las partes
para resolver el conflicto, pero está impedido de imponer un acuerdo. También
investigan y sentencian en casos de faltas menores, conforme a su competencia.
La Justicia de Paz es un órgano jurisdiccional del Poder Judicial, cuya ubicación
jerárquica se encuentra establecida por el artículo 26 de la presente Ley Orgánica.
La elección, atribuciones, deberes, derechos y demás aspectos vinculados a esta
institución, son regulados por la ley especial de la materia (art. 61 de la LOPJ).
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inculpado o del tercero civilmente responsable que sean bastantes para ase
gurar la reparación civil.
Pedir que se corte la instrucción, respecto del menor de edad que estuviese
erróneamente comprendido en ella y que se le ponga a disposición del juez
de menores, con los antecedentes pertinentes.
Solicitar el reconocimiento del inculpado por médicos psiquiatras, cuando
tuviere sospechas de que el inculpado sufre de enfermedad mental o de otros
estados patológicos que pudieran alterar o modificar su responsabilidad pe
nal; y en su caso, pedir su internamiento en un nosocomio, cortándose la
instrucción con respecto al inimputable.
Solicitar, con motivo de la investigación policial que se estuviera realizando
o en la instrucción, que el juez instructor ordene el reconocimiento del ca
dáver y su necropsia por peritos médicos, en los casos en los que las circuns
tancias de la muerte susciten sospecha de crimen.
Solicitar que se transfiera la competencia, cuando, por las circunstancias, tal
medida fuere la más conveniente para la oportuna administración de justi
cia. Podrá oponerse a la que solicite el inculpado alegando causales de salud
o de incapacidad física, si el fiscal no las considerase debidamente probadas.
Emitir informe cuando lo estime conveniente y, en todo caso, al vencerse el
término de la instrucción.
Visitar los centros penitenciarios y de detención provisional para recibir las
quejas y reclamos de los procesados y condenados en relación con su situa
ción judicial, y el respeto a sus derechos constitucionales. Duplicado del acta
correspondiente elevará, con su informe, al Fiscal Superior en lo Penal, sin
perjuicio de tomar las medidas legales que fueren del caso.
Solicitar la revocación de la libertad provisional, de la liberación condicional
o de la condena condicional, cuando el inculpado o condenado incumpla
las obligaciones impuestas o su conducta fuere contraria a las previsiones
o presunciones que las determinaron.
En estos casos la solicitud del fiscal será acompañada con el atestado policial
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Afirma ALSINA que la independencia del Poder Judicial no importa una desvin
culación completa respecto de los otros poderes, sino la garantía suficiente para que
los jueces puedan pronunciar sus fallos con absoluta libertad, con prescindencia de
las otras ramas del gobierno y sin temor a represalias por parte de las mismas. Solo
en esas condiciones podrá afirmarse que la sentencia es la expresión de la justicia. En
cuanto cualquiera de los otros poderes, ya sea en forma directa o indirecta, a modo de
sanción ó recompensa, pueda influir en el ánimo del juez, nace el peligro de que sus
actos no traduzcan fielmente su pensamiento, y la sentencia no, sea, por lo tanto, justa
en derecho197.
Para DU GUIT el Estado no es una potencia, que manda, una soberanía sino “una
cooperación de servicios públicos organizados y controlados por los gobernantes”. El
servicio público implica toda actividad indispensable para el desarrollo de la vida so
cial, que toca a los gobernantes, en virtud del poder, que detentan, organizar y asegurar
de modo continuó, en beneficio de los gobernados.
Así se entiende por independencia del Poder Judicial el procesó histórico en cuya
virtud las funciones del Estado relativas al ejercicio del poder jurisdiccional se asignan
específicamente a órganos públicos diferenciados de otros, especialmente de aquellos
que constituyen el Poder Ejecutivo.
Pero cabe advertir, desde luego, que en la materia no es posible obtener con
clusiones de validez absoluta si se analizan sistemas tan particulares como los que
informan, por ejemplo, la justicia inglesa. Efectivamente, a pesar de que esta Nación
apenas acepta el principio de la independencia funcional del Poder Judicial, pues se
confunden muchas veces sus órganos con los del Poder Ejecutivo, generalmente no sé
duda que, no obstante esta y otras deficiencias técnicas, su justicia es la mejor del mun
do, resultado solamente explicable por especiales razones de tradición, costumbres e
idiosincrasia propias198.
Sostiene Alsina con acierto que existen otros aspectos que caracterizan la inde
pendencia funcional del Poder judicial, contribuyendo a darle mayor precisión: 1) El
juez puede declarar ineficaz la ley por ser contraria a la Constitución, pero el Congreso
no puede desconocer por ley los efectos de la sentencia pasada en autoridad de cosa
juzgada, y 2) Ningún acto del juez puede ser revisado por el Poder Ejecutivo, pero los
actos de este son susceptibles de caer bajo el contralor jurisdiccional. Lo dicho no es
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197 ALSINA, Hugo. Trotado teórico-práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial. Buenos Aires, 1941,
tomo I, p. 369.
198 COUTURE. "La justicia Inglesa". En: Estudios de Derecho Procesal Civil. Buenos Aires, 1948, tomo I, p. 145.
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trámites o gestiones que forman sus diversas etapas, de modo que tenga vigencia desde
los primeros actos de la fase de conocimiento o cognición hasta las últimas actuacio
nes de la fase de ejecución. Por ello, si no depende del propio Poder judicial la fuerza
pública que haya de hacer cumplir coercitivamente sus resoluciones cuando sea nece
sario, por lo menos es preciso asegurar que cualquiera que fuere el órgano que deba
suministrarla, carezcas de atribuciones, una vez requerido legalmente, para calificar el
fundamento, la legalidad o la justicia de la decisión.
Observa ROSENBERG que la plena independencia de los tribunales exige sus
traerlos de toda influencia, tanto de arriba como de abajo que puedan intentar ejercer
sobre la actividad judicial en el caso concreto el gobierno, el parlamento, los parti
dos políticos, la opinión pública, las autoridades de la Administración de Justicia (por
ejemplo, por vía jerárquica) o los interesados en el pleito.
Es decir, junto a la concepción objetiva de la independencia de la función, se hace
necesario adoptar medidas que tiendan efectivamente a garantizar la imparcialidad o
independencia subjetiva del juez, distinción que ROSENBERG hace notar claramente.
Una visión amplia del problema en examen permite apreciar que la independen
cia del Poder Judicial debe mirar muy especialmente a la persona que ejerce el poder
jurisdiccional y a todos los factores que de alguna manera de vinculan a la imparciali
dad de ese agente público, de manera de garantizarle en la más absoluta independencia
moral, una atmósfera de dignidad, de sereno recogimiento, de pacífica visión de la
vida circundante199.
Habrá mayores o menores garantías de imparcialidad en el juez según sea el siste
ma de nombramiento que adopten las legislaciones o la rigurosidad para establecer re
quisitos habilitantes en la asunción de tal investidura. Su progreso en la magistratura y
la independencia de este agente publico se enlazan, obviamente, con sus posibilidades
de ascenso y de remuneración y con problemas de incompatibilidad y responsabilidad
finalmente su egreso, en sus tópicos de remoción y cesación en las funciones, como
asimismo en lo atingente a los derechos del juez al dejar el cargo, deben tenerse espe
cialmente en cuenta si se desea hacer de él una autoridad justa e imparcial. El juez es
instituido en su función mediante designación hecha por órganos del Estado; es decir,
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201 La figura de Hermes no es desconocida en el pensamiento jurídico. Algunos autores la evocan, aun
que con sentidos muy diferentes de los que nos ocuparemos. L. Sala Molins (La Loi, de que 1 droit?,
París, 1977, p. 29 y ss., y p. 103 y ss.) lo presenta como el heraldo de la ley universal del deseo, que
se aprovecha de la ley política. El autor le atribuye la filosofía de Ramón Llull, con la que está de
acuerdo, y que podría expresarse en estas palabras: Yo me basto, al diablo la ley. Esta aproximación
a Hermes nos parece totalmente restrictiva; lejos de ser la expresión de una voz solipsista, Hermes
es al contrario el intérprete, el mediador, el portavoz. Según Sala Molins, ningún lugar es reservado
al diálogo y a la mediación; ya que la palabra no era más que monólogo, afirmación del yo, la ley no
será más que violencia, y el juicio, inquisición. Otro autor contemporáneo evoca igualmente a Her
mes: R. DWORKIN (Law's empire. London, 1986, p. 317 y ss.), quien lo traza esta vez bajo los rasgos
del juez que interpreta la ley en función de la voluntad del legislador, método que critica el autor,
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particularmente por la imposibilidad de identificar tal voluntad. Varios rasgos diferencian nuestro
Hermes del de DWORKIN: 1. Para DWORKIN, se trata exclusivamente de un juez, mientras que,
para nosotros, Hermes representa todo actor jurídico, todo locutor que se expresa en el discurso
jurídico, aunque sea un simple particular, a condición de que adopte la actitud hermenéutica que
representamos como la propia del modelo de Hemes. 2. Para DWORKIN, el juez Hermes se consa
gra a interpretar la ley en el sentido correspondiente a la voluntad del legislador, mientras que, para
nuestro jurista Hermes, la voluntad del autor del texto solo representa un elemento entre otros que
concurren a determinar el sentido óptimo de las normas a interpretar. En definitiva, el juez Hermes
de Dworkin privilegia la voluntad del legislador, mientras que nuestro jurista Hermes se esfuerza
por integrar, en la construcción del sentido jurídico, las creaciones normativas que emanan de otras
fuentes como la jurisprudencia, las costumbres, las convenciones internacionales, los principios ge
nerales del Derecho, la doctrina, etc.
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nera idónea a las demandas de justicia. En tal sentido, las principales características
de un juez son:
Formación jurídica sólida;
Capacidad para interpretar y razonar jurídicamente a partir de casos concretos;
Aptitud para identificar los conflictos sociales bajo juzgamiento;
Conocimiento de la organización y manejo del despacho judicial;
Independencia y autonomía en el ejercicio de la función y defensa del Estado de
Derecho;
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cer la docencia universitaria en materia jurídica, a tiempo parcial, hasta por ocho
(8) horas semanales de dictado de clases y en horas distintas de las que corres
ponden al despacho judicial. Igualmente, con las mismas limitaciones, pueden
realizar labores de investigación e intervenir, a título personal, en congresos y
conferencias;
Presentar una declaración jurada de bienes y rentas al inicio del cargo, anualmen
te, al dejar el cargo y cada vez que sus bienes y/o rentas varíen en más de un veinte
por ciento (20 %);
Residir en el distrito judicial donde ejerce el cargo;
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202 De conformidad con el Numeral 1.1 del Resolutivo del Expediente N° 00006-2009-PI-TC, publicado
el 10 de abril de 2010, se declara INFUNDADA la demanda de inconstitucionalidad respecto respec
to de los artículos 34, inciso 15), 40, incisos 5) y 8) y 48, inciso 12) de la presente Ley, y se dispone
INTERPRETAR, de conformidad a los fundamentos 26 y 27, supra, que el concepto "lugar donde
se ejerce el cargo" previsto en el presente inciso, no se asimila al de distrito judicial (concepto de
sarrollado en el artículo 34, inciso 5), menos aún en el caso de conurbación, ni impide que el juez
pueda tener más de un domicilio que goce de tutela constitucional, además que la prohibición de
ausentarse del lugar donde ejerce su cargo solo será válida en los horarios en que está laborando el
juez, ya de manera regular o excepcional, como cuando está de turno.
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él. Y agrega que son variantes de este principio los de concentración, eventualidad,
celeridad y saneamiento.
Por su parte GOZAÍNI hace referencia a que este principio es una regla de los
procedimientos, y que como tal puede manifestarse en forma tal de orientar la tenden
cia que se quiere asegurar en la regularidad de la instancia. Podrá ser en algunos casos
203 AA. VV., "'Principios Procesales: Economía Procesal" En: Colección de Análisis Jurisprudencial. Ele
mentos de Derecho procesal civil. Director: Osvaldo Alfredo Gozaíni, Ed. La Ley, Bs. As. 2002, p. 139.
Fallo Comentado: Corte Suprema de Justicia de la Nación (CS) 1993/04/27 Dimensión Integral de
Radiodifusión S.R.L. c. Provincia de San Luis.
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cia y comparación con otros sistemas, han demostrado que la gratuidad de la justicia
trae mayores complicaciones que soluciones al problema de acceso a la justicia, pues
el tener libre acceso a la jurisdicción sin costo alguno, dio como reflejo el crecimiento
geométrico de la litigiosidad. Luego, la ausencia de otro tipo de consecuencias a las
del simple hecho de perder el pleito, anima los excesos del justiciable aventurando que
lleva al proceso al plano del ilícito procesal o del abuso del proceso.
204 Cfr. GOZAÍNI, Osvaldo A., "El principio de economía procesal" En: Sup. Doctrina Judicial Procesal
2012 (noviembre), 1, Ed. La Ley, Bs.As., 2012.
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Se debe entender por “costo razonable” el importe que pueda soportar cualquier
individuo para tener acceso a la jurisdicción, según las condiciones socioeconómicas
en las que se encuentre. Ahora bien el quid será determinar el alcance de dicho valor
para que el mismo no llegue a la onerosidad desproporcionada, alejando al justiciable
de los beneficios que obtiene para la tranquilidad social, la decisión emitida por el juez.
Hace operativo este aspecto de este principio la posibilidad de peticionar el “be
neficio de litigar sin gastos”, en donde quien verdaderamente se encuentra imposibili
tado económicamente de afrontar los gastos de un proceso, demostrando tal situación
puede aun así acceder a la jurisdicción exento del pago de gastos.
Sin embargo, es un deber permanente del juez, como director del proceso, evitar
gastos superfluos para el proceso. Este podrá cumplir con él por ejemplo, cuando en
materia probatoria, elimine toda aquella que resulte inconducente o carente de utili
dad para la resolución de la controversia.
Por otro lado, en cuanto a la “economía de tiempo” o de “esfuerzos”, debemos
considerar dos aspectos vitales para la eficacia del proceso: que este sea terminado en
el plazo más breve posible, y que ello se logre con la menor cantidad de actos posibles.
Son por lo tanto la celeridad y concentración, principios consecuentes respecto de esa
finalidad. Se tiene por mira el objetivo de lograr un proceso ágil, rápido y efectivo,
empleando el menor tiempo posible. Ello se podrá lograr, entre otras cosas, poniendo
énfasis en la conducta a observar por las partes y en la simplificación del procedimien
to, extremos que el juez debe observar permanentemente.
El principio de economía procesal orienta entonces al justiciable para obrar
con interés y celeridad, poniéndole condiciones técnicas a sus actos, pero actuando
siempre con buena fe. En este sentido la ética profesional juega una carta importante.
Mediante el principio de celeridad se intenta impedir la prolongación innece
saria de los plazos y eliminar trámites procesales superfluos y/u onerosos. La inci
dencia del tiempo tiene una garantía genérica en el “plazo razonable” que se exige
para todo tipo de proceso. Su desarrollo debe producirse evitando dilaciones inne
cesarias, demoras imprudentes, o periodos prolongados sin otro fundamento que la
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mera actuación.
La buena fe procesal es primordial, y todo acto de temeridad, malicia y mala fe,
debería ser sancionado duramente por los magistrados, quienes desde luego, no deben
dejarse llevar permanentemente por el obrar dilatorio que asumen muchos litigantes
que, conocedores de la falta de razón con la que actúan, optan por encarar maniobras
tendientes solo a ensuciar el juicio. Al respecto, refiere VIGO que: “el proceso debido
tiene un cierto ritmo y es necesario que su conclusión resulte oportuna, toda conduc
ta que altera ese ritmo, prolongando el proceso más de lo razonable, atenta contra
la seguridad jurídica que genera la sentencia judicial al definir equitativamente los
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derechos y obligaciones de las partes, y además provoca una justicia tardía que por ser
tal puede llegar a ser injusta”205.
205 VIGO, Rodolfo Luis. Ética del Abogado. Conducta procesal indebida. Reimpresión, Ed. Abeledo-
Perrot, Bs.As., 1997, p. 106.
206 Sobre ello LÓPEZ ORTEGA, J. J., "La dimensión constitucional del principio de publicidad de la justi
cia". En: Revista del Poder Judicial, XVII (Número especial/Justicia, Información y Opinión Pública),
Consejo General del Poder Judicial, Madrid 1986, pp. 39-58.
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una proyección general”207. Y esta proyección no puede hacerse efectiva más que con
la asistencia de medios de comunicación social, en cuanto que tal presencia permite
adquirir la información en su misma fuente y transmitirla a cuantos, por una serie
de imperativos de espacio, tiempo, distancia, quehacer, etc., están en la imposibilidad
de hacerlo.
Sin embargo, en ocasiones, al informar sobre asuntos sub judice, se sustituye la
jurisdicción estatal por el juicio mediático. En este sentido, hablamos de juicios para
lelos cuando los medios de comunicación asumen un papel que está asignado consti
tucionalmente a los jueces y magistrados que integran el Poder Judicial del Estado. No
hay juicio paralelo cuando la investigación periodística descubre asuntos y situaciones
ilegales que acaban posteriormente en los tribunales, pues en tales casos los medios de
comunicación cumplen su función constitucional. Pero una vez iniciadas las actuacio
nes judiciales, la frontera hasta donde debe llegar la información se hace menos nítida.
En verdad, el juicio paralelo en los medios puede alcanzar diversas intensidades.
En su máxima expresión se llega a buscar testigos y pruebas a fin de confrontar las
declaraciones de acusados, acusadores y peritos, lo que plantea problemas de relevan
cia constitucional. Uno de los más trascendentes es la vulneración de los derechos al
honor, a la presunción de inocencia y a la defensa, pues se puede inducir en la opinión
pública un veredicto anticipado de culpabilidad de una persona sin que esta pueda
disfrutar de las garantías que recoge la Constitución. Otro grave problema es la posible
influencia de estos juicios paralelos sobre la imparcialidad de los jueces profesionales o
la de los ciudadanos que forman un jurado. Sin olvidar la perturbación que la informa
ción de tribunales puede causar en el desarrollo de la investigación judicial.
Se plantea con ello un conflicto entre las reglas de funcionamiento de la Admi
nistración de Justicia y la libertad de información, que ha de resolverse concillando la
función constitucional de la justicia con la de los medios de comunicación. Resulta im
prescindible evitar la sustitución de los jueces por la prensa, pero ello no debe ser una
excusa para limitar el derecho de crítica pública a la justicia208 ni, por supuesto, limitar
la publicidad de las actuaciones judiciales que consagra nuestro texto constitucional.
Hay que conciliar la libertad de información con otros derechos, bienes y valores del
mayor respeto y dignidad.
A falta de un precepto concreto que regule o limite la actuación de los medios
LEGALES EDICIONES
207 STC 30/1982, del 1 de junio. Por lo que se refiere a la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Dere
chos Humanos, véase la sentencia Weber c. Suiza, del 22 de mayo de 1990.
208 GIMENO SENDRA, V., "La sumisión del juez a la crítica pública", En: Revista del Poder Judicial, cit., pp.
295-306.
209 Sobre la significación jurídico-constitucional del principio de proporcionalidad, MEDINA GUERRE
RO, M., La vinculación negativa del legislador a los derechos fundamentales. McGraw-Hill, Madrid,
1996, pp. 117-145.
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9* LA DOCTRINA JURISPRUDENCIAL
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luego de la expulsión del ordenamiento jurídico de una ley o norma con rango de ley
Tales circunstancias tienen que ver con la existencia de dos principios rectores de la
actividad constitucional-jurisdiccional, a saber; el principio de conservación de la ley
y el principio de interpretación desde la Constitución.
B. LOS PRECEDENTES
El ordenamiento jurídico nacional deviene de los principios del derecho romano-
germánico basado muchos de ellos en el Código de Napoleón y el Código de Andrés
Bello con un rigorismo apegado a las fuentes formales del Derecho en su sentido mate
rial como lo son: la Constitución, la Ley, los Decretos y las demás normas positivas del
ordenamiento vigente y se tenía como fuentes auxiliares, la jurisprudencia, los prin
cipios generales del derecho, entre otros, sin vinculación obligatoria para el operador
judicial El precedente judicial es propio del principio del store decisis perteneciente
al case law del sistema jurídico anglosajón.
Los precedentes son herramientas jurídicas, mediante las cuales los jueces to
man decisiones basadas en casos ya tratados con anterioridad, y con los que se guarda
una relación de semejanza. Con ello, se entiende que éstos -los precedentes- no son
creados de la noche a la mañana, sino que se van dando durante el correr del tiempo,
siempre con relación a los casos que se vayan presentando.
Así con los precedentes se producen normas obligatorias aunque se aparte de la
ley, en ese sentido asumimos que en una sociedad tan cambiante como en la que nos
encontramos hoy en día, las situaciones que se presentan en un caso determinado,
muchas veces desobedece la lógica que se perseguía en la decisión de una sentencia
anterior respecto al mismo tema en conflicto, provocando que el resultado de esta
decisión sea distinta ahora.
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otros parámetros normativos con los que puede entrar en conflicto -com o la ley-; y,
finalmente y a la postre, (iii) construir una teoría general que sea capaz de integrarlas
armónicamente y explicar el sistema de relaciones que surge de su interacción. En esa
línea, el presente trabajo pretende ser el primer paso de una reflexión más amplia en
ese sentido, abordando el tema de la jurisprudencia constitucional en general, y de
ambas figuras en particular, como “fuentes del Derecho”.
La doctrina jurisprudencial apunta a satisfacer la exigencia de predictibilidad de
la decisión judicial, en tanto determina reglas a aplicar a los casos concretos, reducien
do de forma positiva el carácter discrecional del juez al momento de decidir.
211 MOVILLA ÁLVAREZ C. "Responsabilidad del Juez". En: Poder Judicial V. especial, Dirección Consejo
General del Poder Judicial de España, p 161.
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