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Este trabajo muestra, desde mi modesto juicio, los elementos fundamentales y esenciales del proceso de
Autoformación Colectiva, Integral, Continua y Permanente (ACICP) de la Clase Trabajadora venezolana, vista
dialécticamente desde el materialismo histórico, haciendo énfasis en el papel que juega la Autoformación de la
Clase Trabajadora para derrotar el pensamiento burgués y al mismo tiempo construir el pensamiento
proletario; de manera que la Clase trabajadora asuma la Gestión Directa y Democrática de los Medios de
Producción para ponerlos al servicio del pueblo y satisfacer sus necesidades materiales y espirituales, hasta
alcanzar la Sociedad Justa y Amante de la Paz: la Sociedad Socialista.
Este material aporta elementos conceptuales y argumentos filosóficos del proceso de Autoformación
Colectiva, Integral, Continua y Permanente; todo reflejado desde reflexiones marcadas por mi cosmovisión
cristica, marxista y chavista para interpretar la realidad desde mi práctica, de un hacer y un convivir en la
transformación de la realidad objetiva venezolana.
El propósito de este trabajo es evidenciar algunos elementos que han surgido en el debate donde he
participado como integrante de la Clase Trabajadora; en esa intención perseverante e irreverente por construir
modelos y métodos desde la Universidad Bolivariana de Trabajadores “Jesús Rivero” (UBTJR), que
coadyuven a la construcción de la Sociedad Socialista legada por nuestro Comandante Supremo Hugo Rafael
Chávez Frías.
Espero que sea un aporte de gran utilidad para todos y todas las personas que andamos en lo mismo: hacer
irreversible la Revolución Bolivariana.
Palabras claves:
Educación, trabajo, Autoformación Colectiva, Integral, Continua, permanente, Sociedad, universidad,
Socialismo.
Fundamento Histórico de la Autoformación Colectiva, Integral Continua y
Permanente de la Clase Trabajadora en la Revolución Bolivariana
Desde que la sociedad se dividió en clases sociales: opresores y oprimidos; primero en amos y esclavos en la
sociedad esclavista, luego en señores feudales y siervos en la sociedad feudal y por último en burgueses y
proletariados en la sociedad capitalista; la clase dominante ha mantenido un sistema de fuerza represivo
como parte del Estado para someter a la clase dominada y hacer que por la vía del dolor físico esta obedezca
y trabaje para que la clase dominante mantenga su hegemonía. La instrumentación de ese sistema de fuerzas
represivo lo ha hecho a través de sus fuerzas armadas, sus cuerpos policiales y demás grupos a su servicio y
en función de sus intereses hegemónicos. Pero la clase dominante descubrió a través de la filosofía de
Aristóteles; quien mantenía que había seres que nacían para ser amos y seres que nacían para ser esclavos,
y que los amos nunca iban a ser esclavos ni los esclavos nunca iban a ser amos; por tanto se necesitaba a su
juicio, una educación para amos y otra para esclavos; con esta argumentación se instauró desde hace siglos,
hasta nuestro días, un modelo de educación elitesco que reproduce la ideología dominante; es decir, la clase
opresora descubrió a través de la educación el mecanismo de represión sin dolor físico, si no mediante la
usurpación mental y la formación del no pensamiento o del pensamiento oprimido en el ser humano oprimido.
En Venezuela a raíz de la implementación, durante la IV República, de un modelo socioeconómico basado en
el rentismo petrolero y en la cultura colonial, bajo el nuevo reparto imperial mundial, se nos delegó la tarea de
ser suministradores de materia prima y manejadores de equipos ajenos y en consecuencia se desarrolló un
sistema de educación que se encargaba de garantizar la acumulación de riquezas de una élite parasitaria y
vividora del Estado venezolano y por supuesto una educación que garantizara la dependencia tecnológica de
las transnacionales del imperio norteamericano y de las potencias europeas. Con la llegada de la Revolución
Bolivariana, bajo el liderazgo del Comandante Supremo Chávez, se inició un proceso de liberación nacional y
de construcción del Poder Popular, para alcanzar la Sociedad Socialista; eso planteó inmediatamente la
necesidad de transformar el sistema educativo que respondía a la sociedad rentista en un sistema de
educación que respondiera a la satisfacción de las necesidades materiales y espirituales de la población. Por
esta razón se ha iniciado desde 1998, un proceso de transformación general de educación y que a partir del
2003 se profundiza con la puesta en marcha de las Misiones Educativas. Por supuesto que con la Misión
Sucre se inició un proceso de transformación universitaria que responde a la inclusión social de todo el pueblo
venezolano y a la formación de nuevos ciudadanos y ciudadanas de la Patria. Además de la Misión Sucre, el
Presidente Chávez formaliza la institucionalización de un conjunto de Universidades Bolivarianas, más todas
aquellas experimentales que se han sumado a la causa justa de educar para que el pueblo alcance la mayor
suma de felicidad posible. Esta transformación de la sociedad y la transformación de la educación universitaria
lleva implícita la necesidad de crear un modelo socio productivo que derrote el rentismo petrolero y que sea
capaz de garantizar los bienes y servicios fundamentales que satisfagan las necesidades del pueblo, en forma
soberana e independiente, mediante un Modelo de Relaciones de Producción Socialista que nos conduzca a
la Gestión Directa y Democrática de los Medios de Producción, para construir la Sociedad Humana o la
Sociedad del Trabajo Libre: la Sociedad Socialista.
En el marco de esa transformación educativa y en la transformación universitaria con la nuevas Universidades
Bolivarianas, el Comandante Supremo decretó el 4 de noviembre de 2008, la Universidad Bolivariana de
Trabajadores “Jesús Rivero” (UBTJR), para el desarrollo de la Autoformación Colectiva, Integral Contínua y
Permanente de la Clase Trabajadora en el seno de sus Centros de Trabajo; tomando como objeto de
investigación y estudio, su práctica socioproductiva en el Proceso Social de Trabajo.
Fundamento Jurídico de la Autoformación Colectiva, Integral Continua y
Permanente de la Clase Trabajadora en la Revolución Bolivariana
a. Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
“Art.3: La educación y el trabajo son los procesos fundamentales para alcanzar los fines esenciales del
Estado, dentro de los cuales se destaca la construcción de la Sociedad Justa y Amante de la Paz.”
“Art. 5. La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo,...” Este artículo define el colectivo Pueblo, como
el sujeto protagónico que asume la educación y el trabajo para construir la sociedad justa y amante de la paz.
Es de hacer notar que la integración de la educación y trabajo como un solo proceso y asumido por el pueblo;
lo denominamos: Autoformación Colectiva, Integral Continua y Permanente de la Clase Trabajadora,
asumiendo Pueblo como la Clase Trabajadora de la República Bolivariana de Venezuela.
b. Ley Orgánica de Educación (LOE):
“Art.15, En cuanto a los fines de La Educación. Numeral 6: Formar en, por y para el trabajo social liberador,
dentro de una perspectiva integral, mediante políticas de desarrollo humanístico, científico y tecnológico,
vinculadas al desarrollo endógeno productivo y sustentable.
Numeral 8: Desarrollar la capacidad de abstracción y el pensamiento crítico mediante la formación en filosofía,
lógica y matemáticas, con métodos innovadores que privilegien el aprendizaje desde la cotidianidad y la
experiencia.
Numeral 9: Desarrollar un proceso educativo que eleve la conciencia para alcanzar la suprema felicidad social
a través de una estructura socio económica incluyente y un nuevo modelo productivo social, humanista y
endógeno.”
c. Decreto 6.499 - Creación de la UBTJR:
“Art. 3: La Universidad Bolivariana de Trabajadores “Jesús Rivero”, como instrumento de autoformación
colectiva, integral y permanente de la Clase Trabajadora, desarrollará los programas de formación requeridos
por la Revolución Bolivariana, dentro de las condiciones propias de la experimentación educativa y el
ordenamiento jurídico, para la búsqueda del conocimiento a través de la investigación científica, humanística y
tecnológica, desde la práctica social productiva en función del beneficio espiritual y material de la nación.”
“Art.5: La Universidad Bolivariana de Trabajadores “Jesús Rivero” ofrecerá los programas de formación desde
la práctica socioproductiva vinculadas a las necesidades fundamentales de la población y al proceso de
transformación social que se vive en nuestro país, América Latina y el Caribe, como parte de los cambios
estructurales necesarios de las naciones humanas a escala planetaria. Estos programas se ajustarán en
correspondencia con la evaluación de los resultados durante su ejecución y se elaborarán nuevos programas
de formación requeridos para el desarrollo independiente y soberano de las fuerzas productivas, que den
sustentabilidad a dicho proceso con una visión consustanciada con la unidad latinoamericana y caribeña, a fin
de impulsar la unión de los pueblos del sur.”
e . Reglamento Ejecutivo de la UBTJR:
“Artículo 2. La Universidad Bolivariana de Trabajadores “Jesús Rivero” es la comunidad de trabajadores y
trabajadoras organizados como Centros de Formación en sus centros de trabajo, para desarrollar el proceso
de autoformación colectiva, integral, continua y permanente, la creación intelectual, la sistematización del
conocimiento científico y tecnológico generado desde su práctica social productiva, fusionando en el proceso
de trabajo a la educación y la generación de conocimientos vinculada a las necesidades fundamentales de la
población y al proceso de transformación social que se vive en nuestro país, América Latina y el Caribe, como
parte de los cambios estructurales necesarios de las relaciones humanas a escala planetaria.”
“Artículo 4. La Universidad Bolivariana de Trabajadores “Jesús Rivero” es el instrumento de autoformación
colectiva, integral, continua y permanente de la Clase Trabajadora para diseñar y desarrollar, desde su
práctica social productiva, los programas de formación requeridos para el desarrollo soberano de las fuerzas
productivas del país, en función de la ejecución del plan de desarrollo nacional y gestionar los Programas
Nacionales de Formación que el ministerio del poder popular con competencia en educación universitaria le
autorice, dentro de las condiciones propias de la experimentación educativa, el ordenamiento jurídico y la
profundización de la Revolución Bolivariana.”
d. Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y Trabajadoras (LOTTT):
Título V, “DE LA FORMACION COLECTIVA, INTEGRAL, CONTINUA Y PERMANENTE DE LOS
TRABAJADORES Y LAS TRABAJADORAS EN EL PROCESO SOCIAL DE TRABAJO”, y específicamente el
Articulo 313 plantea que: “La Clase Trabajadora, los trabajadores y trabajadoras tienen derecho a organizarse
para asumir su proceso de autoformación colectiva, integral, continua y permanente”
Criterios de sostenibilidad
Valores tecnológicos
Ingeniería humanística
Dentro del enfoque educacional y de sostenibilidad por el que sin duda alguna apostamos, creemos
conveniente hacer unas reflexiones en el ámbito de la empresa, por su importancia como enlace entre la
tecnología y la sociedad. Siguiendo a Javier Elorriaga, autor del libro Ingeniería humanística para el desarrollo
de personas y negocios, el mundo de la empresa está necesitado de un cambio cultural que incorpore el valor
de la persona en el proceso productivo. Se habla con frecuencia de políticas de calidad desde un punto de
vista global, de gestión integral, pero siguen primando los aspectos puramente técnicos y económicos.
Conviene prestar más atención a los recursos humanos, a la inteligencia de las personas que crean,
finalmente, un valor en el mercado. Se ha acuñado el término “ingeniería humanística” para hacer clara
referencia a los aspectos éticos en la gestión. Las empresas son en última estancia redes de personas, son
“microsociedades” en las que hay interacción humana de forma constante. La excelencia en los procesos
productivos no es posible sin este enfoque integrador, que debe formar parte de la cultura y razón de ser de la
empresa, de sus objetivos y funciones. Se aporta, pues, una nueva dimensión a la gestión empresarial, como
gestión del conocimiento, de la inteligencia y las capacidades de las personas, de sus motivaciones, de sus
intereses, de su crecimiento como seres humanos en todas las vertientes. Si se gestionan personas, se ha de
hacer no como si se tratara de activos económicos, de bienes materiales, sino sobre la base de unos valores
humanos reconocidos. En este sentido, el refuerzo de la motivación y la autoestima, la capacitación
profesional, el reconocimiento de la autonomía y del potencial creador e innovador de los empleados
contribuyen a dignificar el trabajo y la propia vida. Se debe propiciar, en consecuencia, un cambio educacional
en el nivel de la gestión y del liderazgo de las empresas como nueva gestión ética, que integre el valor
humano en los procesos productivos.
Esta nueva cultura de empresa puede convertirse en estandarte, en modelo a seguir en otros ámbitos de la
sociedad. En el fondo se trata de valorar a las personas, dignificando su trabajo y el entorno tecnológico en el
que desarrolla su actividad.
Científico humanista
Nuestra sociedad se caracteriza por un pragmatismo exagerado, en el que todo se cifra en términos de
rentabilidad, en un momento histórico de “embarazo intelectual”, vitalizado por un “afán reproductor”, de modo
que se aporta muy poco o nada nuevo. Escasea lo original, lo verdaderamente nuevo; al contrario, se viste
como nuevo aquello ya digerido, se presenta como original el reverso de la palabra. Es preciso, pues, un
desaprendizaje del pensamiento viciado existente para generar ideas y conductas verdaderamente
“revolucionarias” y críticas, que superen la inercia psicológica hacia la mediocridad. Si el sentido común se
convierte en discurso de excelencia, es evidente que algo no va bien; no obstante, ponemos el énfasis en ello,
son necesarias ciertas dosis de sentido común en los tiempos que corren.
Es la llamada “sociedad de la información”, sociedad de la abundancia de información reiterada, abundancia
que adormece las conciencias y convierte en sujetos híperpasivos a la inmensa mayoría. Prima la
desorientación y la pérdida del norte en el caminar diario. ¿Será la interactividad? Es indudable que el estado
tecnológico actual permite comunicarnos con cualquier parte del mundo en tiempo real, pero da la sensación
de que todo evoluciona demasiado rápido y que los cambios no se asimilan adecuadamente. Es preciso
sosegarse y disponer de unos cimientos fuertes basados en el conocimiento del ser humano y en las
relaciones interpersonales. Puede resultar paradógico que la “comunicación” aísle, cuando su objetivo es
precisamente el contrario. Internet fomenta la lectura, los contactos, la amistad... pero ¿consigue superar la
soledad o la acentúa? Dejamos la pregunta abierta. Las nuevas tecnologías deben hacernos más humanos,
no más “humanoides”, no más superficiales, no más islas dentro de la masa impersonal. Por ello, unos valores
sólidos y una formación amplia son imprescindibles para conseguir integrar conocimiento científico y
conocimiento humano, y, lo que es más importante, saber asumir en el día a día los avances tecnológicos,
incorporándolos y adaptándolos a nuestra forma de vida, sin perder nuestra identidad, nuestra capacidad
crítica, nuestro criterio, sin ser manipulados.
No apostamos por el pensamiento único, uniforme, sino por la pluralidad de ideas capaz de integrar y construir
nuevo conocimiento. Así, el pensamiento científico ha de ser entendido también como humanismo científico,
en tanto que expresión de la creación e inquietudes del ser humano; además ha de ser un “pensamiento
sostenible”, no al margen de la sociedad, de la naturaleza, de la historia y del futuro de la humanidad. Faltan
quizás ciertas dosis de pedagogía en todos los ámbitos para superar lo que no es sino una división “artificial”
entre cultura científica y cultura humanista. Estas ideas de carácter global deben llevarse a la práctica en
nuestro entorno local, en nuestro trabajo, en nuestro camino profesional, abriendo una senda de cambio.
Perspectivas
En palabras de Ortega y Gasset, “la cultura es el sistema vital de las ideas en cada tiempo”. Partiendo de la
base de que la ciencia es cultura, creemos en una visión definida y clara de la cultura como ente plural y
diverso, como cultura “integral”, como patrimonio intelectual de la humanidad, que agrupa, funde, relaciona y
da sentido a la ciencia y al arte, a la técnica y a la filosofía, al conocimiento del ser humano en tanto que ser
creador en el más amplio sentido del término. Cualquier manifestación de la inteligencia humana constituye
“cuantos de conocimiento”, contribuciones únicas y al mismo tiempo complementarias.
Se ha apuntado con cierta reiteración el papel decisivo de la educación en el “cambio de mentalidad”
necesario para la superación de la escisión entre cultura humanista y cultura científica. Las nuevas
generaciones han de tener una visión amplia de la cultura en su conjunto, circunstancia que les permitirá estar
preparados para la permanente adaptación al medio en un momento histórico de convulsiones constantes.
Nos compete a todos (profesores, comunicadores, científicos…), con respeto y dedicación, asumir el reto de
educar para el futuro, de formar y gestionar los recursos humanos (permítase el símil con la empresa) de las
próximas décadas. El cambio, pues, estará basado en la educación, en cómo eduquemos, en qué enseñemos
a nuestros jóvenes. La educación marca a corto pero, muy especialmente, a medio y largo plazo. Queda
mucho trabajo por hacer.
Nos hemos referido a los “valores tecnológicos” como los valores de la nueva sociedad, que deben plasmarse
en todas las interacciones del ser humano. No pretendemos dotar de “ánima” a las máquinas, pretendemos
que el hombre actúe conforme a unos principios de conducta comúnmente aceptados, que piense por sí
mismo, que sea sensible a su entorno...
Como se ha dicho, la palabra clave es integrar, dar sentido a la misma realidad desde diferentes puntos de
vista, aceptar opiniones, visiones o perspectivas del mundo. La sostenibilidad como tolerancia, como respeto,
como solidaridad ha de ser un referente en la solución de los grandes problemas de la Humanidad.
Esperamos que las ideas aquí esbozadas sirvan para propiciar y enriquecer el debate.
Referencias
Flórez, Cirilo y otros. El humanismo científico. Caja Duero. Salamanca, 2001.
Elorriaga, Javier y Elorriaga, Tomás. Ingeniería humanística para el desarrollo de personas y negocios. Obeto-
Banpro. Vizcaya, 2001.
Entrevista a Eudald Carbonell. La tecnología nos hace más humanos. codirector del proyecto de Atapuerca.
Técnica Industrial n.º 244, 2002.
Sáez Brezmes, María José y otros. La cultura científica: un reto educativo. La Muralla. Madrid. 1998.
RESUMEN