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Osear Masotta

Lecciones de Introducción
al Psicoanálisis


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Derechos para todas las ediciones en castellano

© Editorial Gedisa, S. A. 1
Monlaner 360, entlo., 1ª 1
Tel.: 201-6000
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para esta edición.
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Guanajuato 202-302
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México, D.F.
Tcls.: 564-5607 • 564-7908 ¡;

ISBN: 968-852-070-5

Derechos reservados conforme a la ley EL RESGUARDO DE LA FALTA


Impreso en México (Vigo: 26 y 2 7 de ,ioviembre de 1976)
Printed in Mexico l.
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INDICE

Prólogo . 15
l. Origen del psicoanálisis. Sexualidad y Sa-
ber. Labilidad del objeto de la pulsión. El
sexo como escisión. . 19
II. Falo y nivel de "derecho". Lugar teórico
de la falta. La pulsión de Saber. La histe-
ria y la defensa. Deseo y lenguaje . 37

III. Lapsus y querer decir. Comunicación y


comprensión. El signfficante. El chiste es
11
modelo 55
Resumen y discusión 65
IV. El sueño y la realización del deseo. El ·
deseo es articulación. El tercero deseante
y la "pareja" de la histérica. Dora, Isabel
de R. . 81
V. Psicoanálisis, Medicina, Saber. El cuerpo
se erogeniza en un mal lugar 97
Resumen y discusión . 101
VI. La función del corte. El padre y la figura.
El padre muerto. Totem y tabú: bricolage
\ de discursos . ,· • 111
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.·~ .....l.
PROLOGO

Debo agradecer al doctor Cipriano Jiménez Casas


y al doctor José Rodríguez Eiras la invitación que me
dejó un día abrir los ojos ante el regocijo de la dura
belleza de las rías gallegas. Entre las romas aristas de
"vielen bunten Bildem", las que recogen y plastifican
tarjetas. que el viajero puede adquirir en cualquier
estanco de tabaco, y el Colexio Medico Comarcal de
Vigo, se extendía para mí como para cualquiera la in-
sondable, pujante geografía humana, mezcla tan euro-
pea que siempre apasionará a un latinoamericano, la
fuerza visual, estética, de la tierra obsesivamente la-
brada, la riqueza de la tierra y la· pobreza campesina,
fábricas de automóviles, casas de una planta de ven-
tanas niveladas a la pared. Que la audiencia que acu-
de en Vigo a mi seminario llevado a cabo los días 26
y 27 de noviembre de 1976 se reclutara entre médi-
cos, psiquiatras, psicólogos, pediatras, trabajadores so-
ciales, estudiantes, fue el mejor testimonio de que mi
función en esta punta de Espaiia "no era completamen-
te obvia" y que ante las "presentaciones", de paisajes
y de personas, era yo más bien un "espectador inter-
mitenteH.
En dos días y en nueve horas de trabajo había que
introducir a la audiencia a los puntos básicos de la
teoría psicoanalítica. Cumplido el tiempo, el trabajo
realizado se revelaba insuficiente. Nos dimos cita para
15
1
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continuar con el seminario para el mes siguiente y los en los textos de Freud. ¿Pero qué significa leer a Freud? 1
días 28 y 29 de enero de este aiio volví a hablar dura11- ¿Habéis reflexionado sobre el hecho bastante poco in- i:
te más de nueve horas ante los mismos que ,ne había¡¡ significante de que un seminario se lleva a cabo con 1
escuchado la vez anterior. Tampoco esta vez la empre- palabras efectivamente proferidas y que éstas no son
sa pudo llegar a su término: abiertos ciertos temas, ajenas a la teoría puesto que nd hay teoría que no esté
ciertos otros parecieron can razón inacabados. El rigor construida con palabras? ¿Pero habéis reflexionado
de la experiencia y las orejas cada vez más atentas me además sobre este otro hecho, de que la boca puede
indujeron la idea de publicar en una serie de pequeños ser algo nzás que una 111era "cavidad priinaria"? 1
volúmenes esto que con suerte podrá llegar a ser u11 Nos proponemos entonces, y sin alejarnos dema-
bosquejo de los ejes capitales de una manera de en- siado de la manera de hablar de Freud, de constrnir
tender a-Freud. Titulé "Resguardo de la falta" al pre- una referencia de base que podríd permitirnos una lec-
sente prinier volwnen de estas lecciones, pensando, vía tura de ida y vuelta constante hacia el texto freudiano
significante, tanto en el Sorge heideggeriano como en y sus fzmda111e11tos. Sin abrir juicio sobre el valor y el
el significado habitual e11 Espafía de la palabra "res- alcance de la teoría de Melanie Klein, ¿no existe acaso
guardo": boleta de pago, testimonio de inscripción, pa-
una diferencia entre sus textos y los textos freudianos?
pel que es prueba.
Ahí donde la psicoanalista de niiios gesta el concepto
La intención: introducir al psicoanálisis haciendo
al contacto, yo no diría de la "experiencia", si110 del
uso de palabras sencillas, de términos que no fueran
"técnicos". ¿Es posible no banalizar las ideas? Si difi- ejemplo, Freud puede una y otra vez pensar el concep-
cil, no debiera ser imposible. La dificultad no está en to y volver, sin referencia al ejemplo, a lo que lo fun-
los términos, 11i en los desvíos, ni en los accidentes de_ damenta.
su significación; sino más· bien en las ideas y los há- La noción de "relación de objeto" es bastante poco
bitos Y también, en la posición del interlocutor; a sa; freudiana. Decir tan crudamente como nosotros que la
her, la audiencia. Hablar de introducción al psicoa11á- pulsión no tiene objeto significa en primer lugar una
lisis no significa decir que quien "i11troduce" es el ·con- posición crítica ante cualquier psicologización de los
ferencista, puesto que todo discurso se origi11a en el conceptos de la teoría. Los autores pos-freudianos Izan
lugar del otro. Mi audiencia gallega -para decirlo de hablado de desarrollo en términos de etapas "anob je-
111anera intpresionante pero siiz afán de inzpresionar~ tales", "protoobjetales",· nosotros entendenws que tal
fue-todo lo que -yo tuve en aquella primera oportu- terminología es equívoca, puesto que objeto "hay"
nidad. siempre. Lb que debe estudiarse en el desarrollo del
Si se me permite, entonces: el presente volumen es niiio son las etapas de la constitución del Otro. Freud
mi audiencia, y también, es de mi audiencia. Debo des- hablaba de identificaciones primarias y de elección
de ya y por lo mismo agradecer a ella que pudiera yo de objeto: en ambos casos el objeto era en primer lu-
desarrollar ini supuesto fundamental: es necesario vol- gar el padre y/o la madre. Por lo mismo, se equivocaría
ver a Freud aislando sus ideas del r.esto de gran parte quien viera e11 este primer volumen de Lecciones de
de la evolución pos-freudiana de la doctrina, todo ello introducción al psicoanálisis la intención de hacernos
sin forzar las ideas, pero devolviendo a las palabras
la capacidad de asombrar. f:a teoría psicoanalítica está J. Ver, por ejemplo, René A. Spitz, Tite first year o{ life.

16 17

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autores por '.ª
invención de conceptos. Repetimos que
no_ se tratara de gestar términos, sino de no dejar de
senalar el límite que el concepto en cuestión 110 podría
fr~nquear sin destruir los fundamentos de la Úoría
ps,coanalítica misma. Afirmar que en primer lugar 110
se trata smo de "falta de objeto" no es más que realizar
el trazado de tal límite.

Barcelona, marzo de 1977


I

Intentaré una iniciación a los conceptos básicos de


la teoría psicoanalítica: a la obra de Freud. Es decir,
que comenzaré a contar a ustedes,- a lo largo de seis
reuniones, las articulaciones de base de la teoría psi-
coanalítica freudiana. Cuando llegué a Galiéia estaba
imbuido de un cierto opümismo. Es que hace tiempo
que no dictaba, propiamente, un curso de "introducción
al psicoanálisis". Pero ocurre que con respecto al Psi-
coanálisis, la cuestión no es cómo comenzar a. pensar
las ideas, sino algo que tiene que ver con su práctica.
O tal vez· debería yo pedir que se me preste una oreja
espontánea. Tal vez llegaríamos entonces a poder ha-
blar el lenguaje de la teoría. Este lenguaje no se parece
al lenguaje de todos los días (pero ello ocurre con todo
lenguaje científico).
Lenguaje peculiar en primer lugar. Puesto que si
alguien entrara a este recinto en el término de media
hora, no podría ya entendernos. O bien, esa persona
podría pensar que, mentalmente hablando, no estamos
muy bien de salud. Peru ello porque no habría escu-
chado nuestras razones de entrada: las palabras que
utilizaremos valen en el interior de la teoría que inten-
taremos. reconstruir. Toda conceptualización es sui
generis. Por lo mismo, no tendremos por qué inquie-
tarnos.
Trataré de ser sencillo. Digamos en primer lugar
18
19
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que hablaremos de un campo específico. El campo podía producir y suprimir síntomas, Iá idea de la exis-
específico de la teoría psicoanalítica. El campo de su tencia de dos niveles del psiquismo, la idea de que 1~ 1

práctica y de su teoría. Este campo teórico-práctico histeria tenía que ver con cosas sexuales. ¿ Pero de que 1
1
poco tiene que ver con la Psicología, con la Psicología manera se conectaba la histeria con la sexualida? Des-
General, la Psicología Evolutiva. Es en cambio el cam- de los griegos hasta entonces se ha,?í'.'- pe?s.~d~, como
po de las articulaciones del sujeto descrito en térmi- Jo dice el nombre mismo, ya que histeria viene de
nos de la teoría freudiana (de su evolución, su estruc- "útero", que la enfermedad era femenina. En ~u tiempo
tura, y de las consecuencias de esa "evolución" y de Freud estuvo del Jado de- quienes contrariaban esa
esa estructura). creencia, y se puede decir así qu': el .!?sicoanálisis co-
La mejor manera de hacer una "introducción al Psi- mienza con algo que va en esta direcmn: :r":ª?do de
coanálisis" consistiría tal vez en conducir a ustedes separar Ja enfermedad psíquica del sexo b1olog1co. ~s
a. la i~ea d~ que tal cosa no es fácil, y sugerir que la importante decirlo así, puesto que pavece paradoJa,
histo_na sena un buen punto de partida, que tal vez que el psicoanálisis, que como todo el mundo p~rece
habna que comenzar por los orígenes históricos del saber, trata de conectar el psiquismo con 1~ _sexuahda_d,
psicoanálisis, volver a la época de los comienzos. Re- se origina históricamente negando la relacmn de la his-
cordar que el creador del psicoanálisis es Sigmund teria y el útero. .
_ Freud y que el psicoanálisis tiene que ver con los ava- En una conferencia de 1886en la que debe mformar
tares de su propia vida, con la manera en que va él ante la ·sociedad médica de Berlín sobre su viaje a
descubriendo el inconsciente, construyendo ulterior- Francia Freud muestra cómo la histeria es también
mente la teoría. La mejor manera, tal vez de lograr una enf~rmeda de hombres, y todavía de mayor interés
una "introducción al psicoanálisis" consistiría en mi- para nosotros, que un trauma psíquico puede estar ~n
mar la experiencia de Freud, evocar la experiencia de el origen del síntoma histérico, que la causa de la his-
los orígenes. · teria puede ser psíquica, que la histeria depend~ de
Nos veríamos conducidos a la historia del encuen- acontecimientos encerrados por el pasado. Esta idea,
tro del hipnotismo y la psiquiatría, a Francia en tiem- seguramente, molestó bastante a los maestros de Freud,
pos de Charco!. En sus presentaciones de los martes los médicos de la s_ociedad berlinesa.
mostró_ Ch_arcot que m<;diante la hipnosis se podía En resumen, una teoría que relacionaría el sufri-
producir smtomas seme3antes a los de la histeria. En miento psíquico con la sexualidad, comienza separando
1885'. durante su beca en Francia, Freud pudo pre- la histeria de la genitalidad y describendo la causa en
senciar tal':~ experien;i_a~ en La Salpetriere: y también términos de trauma, ubicándola además en el pasado
la produccmn de parahs1s experimentales. Los pacien- psíquico, por decirlo así. Si se nos obligara a definir
tes tenían experiencias de las que no guardaban con- en pocas palabras en qué consiste este campo de lo
ciencia. La hipnósis mostraba la existencia de cosas psíquico que constituye el campo de la práctica y de
que no estaban en la conciencia y que tenían efectos la teoría del psicoanálisis habría que decir que se cons-
sobre el comportamiento y la vida despierta de los su- tituye a partir de una reflexión sobre la sexualidad.
jetos. La estancia en París y su viaje a Nancy pusieron Pero desde entonces la sexualidad pasa a ser algo que
'.'- Freud en contacto con tales experiencias y nuevas no tiene que ver con el Saber de todos los días. Punto
ideas: que en la relación.con el hipnotizador el paciente difícil, puesto que no quiere decir que el verdadero

20 21
"saber científico" wbre la sexualidad sea privilegio del
psicoanalista. Quiere decir otra cosa, y aun, lo contra- terminación de la sexualidad en la vida adulta, el_ suj~~o
rio. Quiere decir que la indagación freudiana de la buscará un objeto (que le será dado) y la_reahzac~on
sexualidad delimita un campo donde el sexo quedará de un acto, el acto sexual. Un objeto y un fm, el c01to.
aislado del Saber, y en este sentido el campo del psi- He ahí en resumen todo el Saber vulgar sobre la sexua-
lidad; pero se podría decir más: todo 1 Saber pre-
coanálisis es distinto al del Saber de todos los días
freudiano o no-freudiano sobre la sexualidad.
7
sobre el sexo: no p:>rque el psicoanalista sabe más, sino
porque separa el sexo del Saber. El Psicoanálisis es Ahora bien, en esa primera página que comento, tal
entonces no-Sexología. Si los sexólogos tuvieran razón, concepción del sexo queda in,?iediata~ente ~ontrove~~
1

el psicoanálisis no li'!..bría existido, puesto que no ha- tida Verdadero vuelco histónco, que hace fecha di-
bría l1istéricos, ni Ül)sesLvoS, ni fóbicos: la gente no se ría ;o, como se dice de esos barcos que "h~c. .en" a_gua,
porque se van a hundir. Lo que entonces se 1na a pique
enferma porque ¡ignora las reglas biológicas, sino por-
es la idea del niño inocente y del adulto no:111aI. Lo
que hay algo bien enigmático en~\l sexo. Si la sexuali- primero que Freud va a mostrar es que ';º es c1~rto que
dad ha de ser rpptimida, como m stró Freud, la culpa
durante la vida infantil no hay sexualidad. Srno m~s
no reside en la\ sexualidad misma sino en lo que la
bien Jo contraio, ya que a los cinco años, en la teona
sexualidad contieµe de enigmático Cuando se reprime
freudiana, el niño ya tiene determinada su estru~tu:a
es porq':'e no se q l i i ~ b ~ -d-'; al~? que exige ser sexual, y la que irrumpirá en l_a ~ubertad no _sera d:s-
reconocido. Ahora bien, lo que áqm exige, ser recono- tinta de la estructura ya constJtmda en la pnmera m-
cido es que no hay Saber... unido al s~xO: fancia. Pero además -y aquí está el ¡mnto que n?s
Pueden leer esta idea en la edición-española de las interesa- que la relación que une al suJeto a sus obje-
i
Obras Completas de Freud, la primera página del pri- tos sexuales no es tan fuerte ... , a saber, que es_a rela-
mero de los "Tres ensayos", obra de 1905 que encontra- ción de determinación es bien lábil, q:1e el o_bJeto es
rán bajo título de Una teoría sexual. Por más mal que lo que más puede variar, lo que el suJeto mas puede 1
se lea es imposible no leer en esa primera página tal cambiar, y también que el fin buscado puede ser otro
idea. Freud dice ahí que hay una concepción vulgar de y distinto del coito normal._ Comienza entonces_ un largo
1
la sexualidad (pero es la de los médicos, la del sexólo- capítulo sobre las perverst~ne~. sexu~les. Capitulo que
go), que ·consiste en creer que la sexualidad no existe en 1 "hace" historia y que ningun traba¡ador de_ la salu?
la vida infantil, que el sexo hace su irrupción en la pu- mental" debería ignorar, puesto. que es a parti_r del pn-
bertad y que solamente se determina en la vida adulta. mero de los "Tres ensayos" que las pervers10nes c?-
Tal determinación de la sexualidad del adulto significa ¡- bran racionalidad, quedan integradas a una teona
-es la creencia vulgar- que el sujeto está de entrada sobre los trastornos psíquicos o a un discurso so?re
comprometido, prometido a su objeto, el objeto de la \ sufrimentos y terapias. Es la primera vez que tal_ tipo
exigencia normal del instinto sexual. Freud entiende
por "objeto" a la persona de la tendencia, a la persona
\\ de discurso --el discurso psicoanalítico- se constituye
sin necesidad de expulsar a las perversiones sexua!es
a la que se dirige la exigencia sexual (lo aclaro porque de su campo. O más aún, un discurso que no solo
en textos post-freudiano la palabra "objeto" tendrá un
desarrollo diferente). De tal manera, y según esta de- { otorga racionalidad a la_ per:1e_rsión s:xual (que se per-
mite pensarla, tornarla mtehg1ble)'. sm~ que de algu1;a
manera afirma que su propia rac10nahdad como dis-
22 v
1 ¡
23
curso depende de lo que las perversiones sexuales nos pensemos en las relaciones entre Psiquiatría y Psicoaná-
muestran y nos obligan a indagar. Tal el discurso freu- lisis. Aun hoy, en 1976 (debiéramos avergonzarnos ~e
'¡'-
diano. Antes de Freud o en tiempos de Freud existían lo que dirán de nosotros los historiadores que un dia
ya "trat~dos" sobre la sexualidad. Por ejemplo, la fa. se ocupen de nosotros) hay psiquiatras que rech~zan 1

masa Ps1c/10pathia Sexualis de Kraft-Ebing, o los tra-


bajos de Havellock Ellis. Pero en aquellos textos no se
el psicoanálisis, sin dejar de otorgar a la sexualidad
un lugar en la etiología de la enfei:me?ad mental. ~ho-
li
hacía más que describir los infinitos tipos de perver- ra bien, lo que distingue a esos ps1qmatr~s del psicoa-
siones : un listado de todas las posiblidades sexuales nálisis, es que ellos siguen insistiendo, afirmando, que
perversas. Pero eran descripciones, realizadas desde saben sobre el sexo. ·
afuera: las perversiones mismas no adquirían gracias Para delimitar el camp_o de la teoría habr,¡ que co-
a esas descripciones, más allá del escándalo de su exis- menzar por decir qctela pulsión -a diferencia del ins-
tencia, ningún interés. Las perversiones en aquellos tinto animal- no tiene-objéto. Esta idea es fundamen-
textos pertenecen todavía al campo de la patogenia tal. y sólo a partir de ella se puede pasar a hablar de
incomprensible. Es bien distinto lo que ocurre en el las otras dos grandes ideas a través de la: cuale~ el
discurso freudiano. psicoanál-isis se constituyó en tanto tal : el mco:1sc1en-
En primer lugar la indagación de las perversiones te freudiano (digo "freudiano" porque hubo un mcons-
sexuales le sirve a Freud para la constitución de su ciente antes de Freud), y la "transferencia"; a sa?er,
propio campo de conceptos. Surge así el concepto de qt1e lo que ocurre entre médic? y enfermo no. e~ _mo-
"pulsión", que Freud distingue del instinto animal. La cente que tiene que ver ademas con toda pos1b1hdad
pulsión (alemán: Trieb) tiene para Freud corno carac- de te~apéutica futura. Algo que tiene que ver con el pa-
terística fundamental la labilidad de eso que la liga sado del paciente y que el paciente repite durante el
al objeto. En términos de querer definir habría enton- tratamiento y en su relación con el analista. Tales son
ces que decir que en Freud, y en primer lugar -y está las tres grandes ideas (¿ cómo llamarlas?): que la pul-
en la base de la teoría- no hay una relación de deter- sión no tiene objeto, el inconsciente freudiano, la trans-
minación de la pulsión a su objeto. A saber, que la pul- ferencia.
sión no tiene un objeto dado, natural. Que la relación No me ocuparé de manera explícita del inconscien-
de determinación de la pulsión a su objeto no es una te freudiano (en verdad no dejaré un ins_tante de refc:
relación de determinación necesaria. A partir de enton- rirme a él). Tampoco de la transferencia. Machacare
ces, y para que ustedes puedan medir la consecuencia en cambio sobre esta idea concreta: que no hay rela- \
de esta posición de partida de Freud, no es tan fácil ción de determinación de la pulsión a su objeto, que'
por ejemplo decir qué es un coito. Todo el mundo ningún dato natural Jiga la pulsión al objeto.
sabe qué es un coito. Pero si se acepta el concepto freu- Tal idea, es obvio, no es fácil. Freud no_ la encon-
\ tró por azar en una de las vuel_tas ~el cammo. _Como
diano de pulsión, diría yo, ya no será tan fácil decir
qué es un coito. Y por lo mismo, aceptado este punto \ el psicoanálisis mismo, tiene historia: la del. tiempo
de partida, puede ya uno dejar de escuchar a la gente \\ de su descubrimiento, la manera en que paulatmarnen-
cuando habla de "relaciones sexuales". Quiero decir,
dejar de escuhar a quienes creen que sabe1i sobre ese
¡ te Freud la va extrayendo, deduciéndola de un cont~x-
to contradictorio. Conviene en este punto deja~se gu~a_r
"objeto-" del que están hablando. Otra consecuencia: ( por quienes han ·estudiado los orígenes del psicoanah-

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sis (se puede leer por ejemplo: L. Chertok y R. de la relación de transferencia del paciente con el médico.
Saussure, Naissance du psychanalyste, Payot, París, Los Estudios sobre lá histeria están firmados por Freud
1973; o también -libro más académico, más cuidado- y por Breuer, pero si-se lee bien se ve hasta qué punto
so- Ola Andersson, Studies in the prehistory of psy- Freud muestra cierta cautela en relación a las ideas
choanalysis, Stockholm, Svenska Bokfürlaget, 1962). de Breuer. Cuando Breuer trató a Ana O. debió enfren-
Tiene especial relevancia, se'lo sabe, en el comienzo tarse ·con ciertos fenómenos de transferencia a su per-
de esta historia, la relación de Freud con Breuer, quien soná de los deseos sexuales de 1a paciente: Ana O. ha-
había tratado a la famosa Ana O., joven histérica que bía fantaseado que estaba · embarazada por Breuer.
exhibía una sintomatología bien frondosa; y había lo- Este embarazo histérico -atemorizó a Breuer. Tanto
grado ciertos efectos terapéuticos importantes sólo de- Charco! como Breuer, dos personalidades de peso en
jando hablar a la paciente, induciendo la rememora- la formación de Freud, reconocían la conexión de la
ción del pasado y sobre todo la palabra. "Talking cure", sexualidad con la histeria, pero no permitían que tal
como bautizó al tratamiento la propia Ana O. reconocimiento pasara ni a sus ideas ni a la práctica
De vuelta de su viaje a Francia y después de haber clínica.
sacado ciertas consecuencias de las experiencias que Contra las dos invenciones nosográficas de Breuer
había observado en La Salpetriere y en Nancy (la exis- se lee en los Estudios cómo Freud esboza por su parte
tencia de un nivel inconsciente de la vida psíquica, el una entidad nosográfica nueva: habla de histeria de
poder de la sugestión hispnótica en la producción y en defensa. La entidad no tendría historia ulterior, puesto
la eliminación de síntomas, las parálisis artificiales, que, se sabe, el hecho de la defensa (a saber: la repre-
la extraña relación del síntoma histérico con la -anato- sión) no caracteriza para Freud un tipo específico de
mía, las histerias postraumáticas, la evidente alusión a histeria, sino que define a la histeria misma. Pero le
la _sexualidad en el ataque histérico), Freud invita a sirvió a Freud para señalar, contra Breuer, que la his-
Br.euer a publicar juntos un trabajo. Nace entonces teria era el resultado de una defensa, que el paciente
en 1895 los Estudios sobre la histeria. Cosa curiosa: producía síntomas y escindía su personalidad psíqui-
el capítulo más teórico del libro lo escribe Breuer y ca para llevar a cabo el rechazo de ciertas representa-
no Freud. Curioso, puesto que casualmente, la idea que ciones que se le hacían intolerables: esas representacio-
Freud encontraba -la conexión con la sexualidad- nes eran de contenido sexual. He aquí un punto en la
era la misma sobre la cual Bre.:ier nada quena saber. historia de los orígenes del psicoanálisis que es preciso
Breuer escribe entonces aquel capítulo para mostrar con"servar en la memoria. Comienza entonces la histo~
cómo la histeria era el producto automático de una ria del concepto freudiano de inconsciente. Sin embar-
división de la personalidad psíquica; los síntomas no go, trataré de sugerirlo en seguida, sólo se trataba del
significaban más que esa escisió'n. Breuer inventa dos comienzo.
entidades: la histeria de retención y la histeria hipnoi- Las ideas descubiertas pivoteaban sobre sí mismas,
de. Digo que inventa porque ni una ni otra describían el terreno era resbaladizo. Freud dio el primer paso,
observables clínicos; o mejor, permitían observar todo pero sólo después vino la verdadera historia de la· teo-
lo que ocurría en la experiencia clínica, menos lo esen- ría psicoanalítica. Afirmar la etiología sexual de la his-
cial. A saber: pasaban por alto tanto la represión de teria era un paso de indudable importancia histórica,
la sexualidad enclavada en el síntoma histérico, como pero a su vez planteaba problemas. ¿ Por qué la sexua-
26 27
li?ad podía to;11arse intolerable y producir efectos pa- !lo en lo sexual en efecto que hace que lo sexual deba
togenos? ¿Que hay que entender por sexo? ¿Se podía caer bajo los golpes de la represión?
construir una teoría con la idea que cada uno tiene El problema merecería ser tomado en cuenta, y aun
de la sexualidad, con el saber vulgar o médico sobre por los psicoanalistas mismos. He conocido psicoana-
el sexo? Y si el sexo puede ser reprimido, ¿qué hay en listas que lo ignoraban. Lo hemos dicho, en 1905 Freud
el sexo que lo haga reprimible? Supongamos que se intenta el comienzo de una respuesta a tal enigma, lo
conteste que la culpa no es del sexo, sino que siempre que el sujeto reprime es lo sexual, pero babia que agre-
ocurrió que ciertas sociedades, ciertas culturas, pro- gar: sólo en tanto la pulsión carece de un objeto dado
hf?en determinadas prácticas sexuales. Pero tal "posi- de antemano. Para decirlo de una manera banal: lo que
c10n no aclara mucho: por una parte, porque no todas el sujeto reprime es que, tratándose de cosas sexua'
las sociedades prohíben el mismo tipo de práctica les, tiene que arreglárselas solo. Ni la pulsión le fa~ili-
sexual, ya que hay comportamientos sexuales que al- ta la determinación del objeto, ni hay Saber del obJeto
gunas no toleran pero que otras aceptan perfectamen- que la pulsión podría determinar.
te, e incluso, a nivel de sus normas, las recomiendan. Lo que está en juego en el sexo es el Saber del ob-
Pero además, y si todas prohibieran la sexualidad o jeto. La pulsión no facilita ese Saber. En este sentido
ciertos aspectos determinados de la sexualidad, ¿ ~ué se podría afirmar que el concepto de inconsciente e_s
es lo que torna a esos aspectos prohibibles? Como se isomórfico a la razón por la cual el sexo debe ser repri-
ve _la cuestión no es sencilla. ¿ Qué hay en el sexo, 0 mido; o mejor, el inconsciente es simétrico e inverso a
que es lo que liga el sexo a lo que debe ser reprimido? esa razón: el sujeto no sabe sobre aquello que está en
O menor aún, ¿qué es lo que hace que lo reprimido el origen de los síntomas que soporta ( he ahí al incons-
deba ser reprimido? ¿Pero no intentamos ya un esbozo ciente) porque nada quiere saber de que 110 puede saber
de contestación a tal cuestión?
que no hay Saber sobre lo sexual. Que se de vuelta esta
Puesto que para intranquilizar los espíritus podría fórmula de todas las maneras que se quiera; siempre
yo contar a ustedes una anécdota divertida, citando las -a mi entender- se verá uno conducido a algo que
p_alabras de una cierta señora que cada vez que se men- tiene que ver en serio con el inconsciente freudiano.
c10nan cosas sexuales, no deja de intervenir y repetir Pero podría dar un ejemplo bien sencillo para con-
que tales cosas, para ella, son maravillosas y que no en- ducirnos al punto al que quisiera ahora poder llegar:
tendió nunca a Freud quien dice que la gente reprime o bien las cosas sexuales deben ser incluidas en la clase
la sexualidad. ¿Por qué habría alguien de defenderse de las cosas ininteligibles, o bien hay cosas sexuales
de alguna experiencia sexual ya que -dice ella- lo que nos ,introducen a la idea de que son enigmáticas.
sexual es placentero por naturaleza? Confiesa sentirse Pero un enigma no es un ininteligible, sino algo que
muy bien en cualquier experiencia sexual y expresa plantea una cuestión y exige una respuesta. Pensemos
con franqueza no sólo su amplitud de criterio sino aun por ejemplo en el fetichismo. ¿Por qué un objeto, a
la capacidad de sus posibilidades para arr~glárselas veces un trapo sucio, e incluso oloroso, puede hacerse
muy bien en muchas y bien distintas experiencias preferir a la persona del sexo opuesto? ¿ Cómo es que
sexuales. Se ve que más allá de lo cómico o de lo en- hay seres que se las arreglan mejor con trapos que con
vidiable de la vida de tal señora -si es que no mien- personas? Pregunta bien lacaniana. ¿Cómo es que hay
te- ella nos devuelve a nuestro enigma. ¿ Qué es aque- . seres que pueden alcanzar el orgasmo con un trapo
28
29
insignificante, b~nal, o un objeto sucio; pero siempre jeto, sino puntos de Hegada, términos de ese desarrollo.
y cuando tal ob3eto cumpla ciertas determinadas con- Pero no haríamos justicia a las posiciones freudia-
diciones?
nas si no hiciéramos referencia a la historia ulterior,
quiero decir, a la utilización por los discípulos del con-
cepto ,de desarrollo de la líbiclo. Podríamos decir, y tal
En 1905 Freud se ocupa del fetichismo en el prime- ve; sin exagerar, que esa historia tuvo un sentido ne-
ro de los Tres ensayos. En 1905 comienza a elaborar gativo, trágico incluso, puesto que dejaría olvidar el
su teoría sobre el desarrollo de la libido. Libido es una postulado freudiano fundamental: la labilidad del ob-
expresión, decía Freud, para el instinto sexual. A saber jeto de la pulsión. El resultado fue una utilización ex-
u'.'~ _ralabra para significar la pulsión, la que por defi'. cesiva de la noción ele "frustración", de la idea de que,
mcwn carece de objeto. Ustedes conocen la teoría clási- en el efecto patógeno, siempre se puede ver el resulta-
ca de ese desarrollo, la que sería tomada, modificada, do de una privación, e incluso la idea ele que toda agre-
P_or Abraham, Melanie Klein, Fairbain. Lo que· Freud sión es resultado de una frustración. La pareja concep-
vmo entonces a decirnos es que la sexualidad del adulto tual f111stración-agresión, que es posible, encontrar no
tiene que ver con ciertas maneras que ticü,.; el niño de sólo en textos psicoanalíticos sino -y a mejor título-
referirse a sus primeros objetos. Freud llamó"et,mas" en textos de psieoiogía general o psicología animal, no
a _esas man_eras: una manera ora], una manera anal, et~ es freudiana. Si el sujeto agrede porque se lo frustra
cetera. Lo Importante: que esas maneras eran especies --es fácil comprenderle;,- será porque debe estar bien
de "patterns" po_r donde el niño erogenizaba su propio seguro ele que el objeto de la frustración era exacta-
cuerpo. Y ademas, que el cuerpo erógeno (el cuerpo mente el que necesitaba. Lo que bien puede ocurrír
s':xuado, capaz de goce del adulto) se constituye en los cuando lo que está en juego es la necesidad biológica.
anos de 1~ eda~ infantil, que todo estaí decidido ya Pero otro es el caso ele la pulsión. La noción ele frus-
para los cmco anos. En 1905 Freud describe tres "eta- tración conduce a la idea de que el objeto de la priva-
p_as.." y un "período", al que llama "período de laten- ción es real y oscurece por lo mismo el postulado freu-
cia . Una etapa oral (cuyo modelo corporal es la rela- . diana de que la exigencia pulsional no tiene objeto,
ción del sujeto con el seno materno),· 1111 ;¡ etapa anal que no lo tiene. determinado, que al menos no lo tiene
(]_a relación narcisista del sujeto infantil con sus pro- de entrada. En resumen: la teoría del desarrollo de la
pws exc~·ementos). Esta última adquiriría una especial líbido pudo conducir al desvío ele un cierto empirismo,
relevancia, en la historia ele la teoría pos-freudiana a una concepción reifieacla del objeto.
(Abraham), a partir ele la descripción que Freud había Hay dos maneras de evitar esos desaciertos. Por un
hecho ele la inscidencia de la etapa anal en las condi- lado, distinguiendo -como en la teoría lacaniana-
cio'.'es de_! carácter y especialmente en la neurosis ob- entre la necesidad (biológica) y la demanda (cuyo fun-
sesiva. Fmalmente Freud describe en 1905 una etapa damento es la demanda de amor). Y aun, estos dos re-
genital, la que sigue al período de latencia, y en la gistros no agotan el campo del sujeto, ya que es nece-
que la estructura del sujeto queda acogida en los mol- sario además introducir el deseo. La otra manera es
des de la masculinidad o la feminidad. Obsérvese al comenzando bien por el comienzo; a saber, por la cues-
pasa~ que masculinidad y feminidad no son para Freud tión del Falo. Será esta última la que ensayaremos hoy.
propiedades del punto de partida del desarrollo del su- Retornemos pot un instante a la historia. Decir,
30
31
(aparece la fantasía) en el mismo momento que la rea-
como Freud, que lo patógeno resiclía en algo ocurrido lidad del referente (la escena sexual infantil) se mani-
en el _rasa~o, q~e ese pasado tenía que ver con la festaba como falso.
s_ex'.1ahdad mfant1l, no significaba sino comenzar a de- Nace entonces en la historia de la teoría la noción
!1m_1tar el com_rlejo de Edipo. Entre 1893 y 1896 Freud de fantasía, término que designa eso que no había
ms1ste en la. idea de trauma: una seducción del niño existido en lo real sino en el discurso del paciente, pero
Pº: _un adulto ha s_ido el acontecimiento real que ha que por ello mismo conserva su capacidad de causa,
ongmado la ne~ros1s. A partir de tal teoría intenta in- su poder patógeno. Fantasía de seducción en primer
cluso ~na espe~ic de nosografía, trata de distinguir la lugar, a la que Freud otorgaría un estatuto nuevo: el
neurosis obsesiva de la histeria. En el primer caso el de "protofantasía". La protofantasía, o fant'lsía origi-
!rauma de seducción habría sido vivido activamente naria de seducción, es concebida como estructura fan-
mduso agre~ivamente; en e] segundo se Jo habría so'. tasmática referida a una escena de seducción del niño
portado pasivamente. Freud ve además y por detrá por un adulto. Cuando Freud dice protofantasía (Ur-
de toda sintomatología, algo así como u~a enfermeda~ phantasie) quiere significar a la vez algo viejo en el
d:_ base con estructura histérica: un trauma de seduc- tiempo, arcaico pero también algo constitutivo, [un-
c10n soportado pasivamente en la primera infancia dante de la esiructura del sujeto. En términos moder-
Freud -~º había i?ventado la cuestión del trauma d~ nos diríamos que la palabra denota y connota algo que
seducc10n; Jo habia obtenido de su experiencia clínica tiene que ·,•er a la vez con la historia evolutiva y con
d;l relato de sus pacientes. Pero pronto, en 1897, debe'. la estm·_tura. Posteriormente Freud agregaría a esta
na abandonar la teoría del trauma. Se cita siempre un prolo[antasía de seducción otras dos protofantasías:
carta de Freud a Fliess de 1897 ·(del 21 de septiembre) fa castración y la escena primaria.
en la q_ue con pesar confiesa a su amigo "que ya no Protofantasía de escena primaria: a saber, 1a visión
cr:e. mas en su neurótica", a saber, en la teoría trau- (no interesa· en principio si real o no) del coito pa-
mat)ca Y en _la utilidad de las consecuencias que de ella rental. Psicoana!íticamente hablando: algo · perturba
h_ab1a extraido. Freud había descubierto que los pa- al sujeto infantil, un motivo profundo de disgusto y
cientes n:entían, que las escenas sexuales relatadas so- miedo. En cuanto a la protofantasía de castración·: en
bre la pnmer~ infancia no habían en verdad ocurrido. primer lugar, lo importante es eso mismo, que Freud
Pero en la misma carta Freud encuentra la salida a otorga estatuto de" protofantasía" a la castración. Asa-
aquella encrucijada, nada menos que el descubrimien- ber, estatuto de dato arcaico y valor fundante, valor
to del concepto de fantasía, piedra de toque y pivote de estructura. ¿ Pero no delimita la suma de las tres
fun~amental del discurso analítico. En efecto -re- protofantasias el campo mismo del complejo de Edipo?
flex10;1a Freud-: que esas escenas sexuales no hayan En primer lugar, el temor a la retaliación paterna
ocurrido en reahd~d, pero que sin embargo aparecen si se cumpliera el deseo de acostarse con la madre
en el ;elato del paciente, no indica sino que las escenas (protofantasía de castración). En segundo lugar, la idea
han sido fantasea1as. ¿Pero no había ya en tal manera de separar a .la pareja de los padres, unión insoporta-
de razonar algo bien peculiar? Algo que sin duda per- ble que merma la importancia del sujeto para su ma-
tenece.-:Y de la manera más íntima_:_ al discurso psi- dre (protofantasía de escena originaria). Y finalmente,
coanahtico, y qu~ además tiene que ver con ]a noción la idea de una relación con un adulto (protofantasía de
de verdad : el discurso del paciente se torna verdad
33
32

seducción que apunta en verdad a los padres como ob-
jetos sexuales). ·
Pero, ¿qué hay que entender por complejo de Edi-
po? La ligazón amorosa de! niño con e] padre de] sexo
~}~~~~i~ºd!r~:t:~:o: :d~/;¡;i~i;~i;~ ; ;~r: ;::!;:~
mado complejo de ca~tr~cwn¿· : del Falo. El sujeto
opuesto y la hostildad contra el padre del mismo sexo. ción es la consecuencia rnme I~ ~ , lo hay

Pero dejando de lado que Freud hablara también de infantil -niño o niña- ha partido. del que so¡- y
. ..
pene que un1came ntc existe
· el 0crenlta d mascu. mo, e
un Edipo invertido, homosexual, y también la bisexua-
cuan 'd o con e l 1·cmpo
1 descubre que hay os sexos,- qu e
lidad (la presión simultánea de la heterosexualidad y
de la homosexualidad), en esta definición, que podía- anatómicamente hay seres que c~;eceE~l ~:r~~e;;t~rYa
· . 1 mpleJo de castrac10n. ,
mos !!amar clásica, no quedaría señalado que en el entofncest. e. ó~o con el hecho de la diferencia, s;: siente
Edipo cuentan más cosas que los tres personajes cen- con ron ac1 - .,_ . ese pene-
" amenazado" en su genital. El lo tiene -:-ª lo
trales de 1a tragedia. Pero aún, ¿ cuál es el secreto de
la relación entre niño, madre y padre? pero podría perderlo. En ,,cua1:~~ _~ l~:V~J~:• ¿;,uee:.m" 1--".l,
tiene, anhela tenerlo, lo e:1;1 ta . . t :rminos
¿Qué es lo que, en el Edipo, tiene fuerza "causal",
capacidad en todo caso de mover las relaciones? O bien, ción y amenaza -de castrac1on:. _no s~lna:~niarin
en el
que nombran el caso de la mu ier y . le. o
¿qué es lo que allí se juega? ¿En qué están los perso- interior de esa estructura que Frcud llamo comp J
najes interesadns? El niño en cometer el incesto, el pa-
dre en conservar a la madre. ¿Pero y la madre? No es de castración. " "d" d 1
tan sencillo. El complejo de castración es entonces env1_ ia ~
pene " en 1a mui·er · Pero no significa darled pnv1legio
d La
Es que no se puede reflexionar sobre el Edipo freu- a1 no al varón. Tener un pene no_ ase~u~·a_ e na a.
diano sin introducirnos en la cuestión del Falo. Pero gu_ f eudi"ai1a le1·os de ser antifemmista ofrece un
diré en seguida !o que muchos saben, pero no aquellos, tcona r · ' . . l f · · me,
punto de partida adecuado pa~~ plantear ~ ¡mmis
me imagino, a quienes una sonrisa despierta en la boca.- como necesidad y con10 cuest1on. Recom1en o que_ se
Diré para tranquilizarlos que el Falo no es el pene. Se- lea sobre este punto un libro recicntement_e tra~ucido
gún términos de Freud el Falo es la "premisa universal 1 - 1 de una feminista inglesa: Juhet M_ I!chel,
del pene", es decir, la loca creencia infantil de que no a espano . - l A - ma Bar-
Piscoa11álisis y feminismo (Ed1tona nagra '
hay diferencia de los sexos, la creencia de que todo el celona, 1976). - - noci
mundo tiene pene. En la teoría de Freud se parte de Ad . y como lo dice con perspicacia una co .' -
esta posición de] sujeto infantil: sólo existe un órgano d f ...emas,"A esa mujer no le falta na d a " . Id ea cuna-
genital y tal órgano es de naturaleza n1asculino.
Debiéramos en adcÍante tratar de desconectar la
s:. ¿~:~~á mujeres a las -~ue algo les falta? i~:~s:~o~~
suelo? ¿ Cuál es la relacion. del pene que a a
cuestión ciel-Falo-de·las--i•i~1~nes. Si llamamos Falo a . J
mujer y el deseo mascu lmo. . .
la "gremisa-universal del pen<{, lo menos que nos cabe Pero c.s interesante: no sólo a ciertas rnuJere~ s1~0
a c e p t a ~ ú c c l ~ l o es un no-representa- a todas las mujeres, a ninguna mujer le f~l_ta na e\Ja:
ble. No se puede dibujar, no se puede esculpir un Falo. cual muestra que no se entiende la cas1 rac10n s1 s -
Pero meís importante: es por la cuestión del Falo te de los datos de hecho. .
que la castración se introduce en la estructura del su- La nocwn O la estructura freud!ª'.'ª def co1;1_P 1eá~
34
de Castración sirve para dejar percibir la uncion

35
'-·.'r•'• •
la falt~ en la constitución sexual del sujeto humano
Pero s1 se parte de datos de hecho, no hay falta. Par;
que algo fa! te es necesario partir de con1· e turas d
sa J'd , e co-
s no cump I as. En resumen: de datos de derecho y
no de hecho.

II !

Lo real es algo tan 1!eno como un ganso después de ·


haberse comido todas las bellotas. Para que exista la
falta debe haber espera, un tiempo abierto, algo por
cumplirse, conjeturas. O mejor: exigencias, un nivel
de derecho. La falta surge en la encrucijada del nivel
de hecho. Es a partir del "debe de haber" que algo
puede faltar. Supongamos que alguien entrara ahora
en esta sala y nos dijera que faltan aquí butacas viole-
tas. Uno reaccionaría con malhumor: hay aquí las bu-
tacas del color que hay y punto. Para dar un ejemplo '·)

'
gracioso: pensemos en un astronauta que desde la luna !

tiene q11e transmitir a la tierra la descripción del suelo ::
lunar. El hombre comienza a caminar sobre el piso ¡
lunar con sus enormes zapatones y trasmite: "camino 1

sobre un suelo normal, hay ahora una depresión, sien- 'I


to que el terreno sigue descendiendo, ahora la pendien- 1
te se detiene y el suelo parece comenzar a ascender, en 1
efecto comienza una pendiente ascendiente. etc.". Pero
/,¡
supongamos que en el momento en que el terreno des-
ciende el hombre trasmitiera: "Falta aquí una monta-

t
ña". Sería absurdo. Ahora bien, la teoría y el objeto
del psicoanálisis tiene que ver con un tipo de cosas
semejante. Con un tipo de discurso donde lo real se
parece poco al piso del reconocimiento lunar. ¿ Se ven
J;
las consecuencias? Si yo dijera -como en la Biblia- !:
que el hombre nace hombre y la mujer nace mujer, po- 1;
36
!_··
37 1¡:
I,..,
i,t
aparición dé la dentición definiti~a. "Fase': significa
~r~ a~~ar desp1;1é_s, s_egún los intereses· del poder po- en definitiva algo que se secuenc13: en el tiempo,. ~e
htico, _ciertos pnv1leg10s a un" que quitaré a otros. modo obligatorio, más la emergencia de una. 1:~lac10n
Pe_ro SI_ parto ,de que uno y otro t'Stán vueltos a una nueva con los objetos. En la fase oral. la relac1~n con
ex1genc1a comun: el Falo (el "debe de haber" solo pene), el seno materno, que desaparecerá (pero no es simple_:
las cosas ca~b'.a.n basta~te, Tener el pene, para e] volveremos sobre este punto) para permitir la apan-
hombre, no s1gn1f1ca ventaJa algun,~: si lo tiene, es por- ción de la fase anal, modelo de la relación narcisista
que p1;1ede p~rderlo. Su situación no es mejor a la de con el excremento (modelo a su turno del carácter, de
la muJer, qmen sumida en la referencia fálica envidia
el p~ne. No hay privilegio que venga a sellar ~ntonces las obsesiones).
Que el Falo sea fase supone entonces obligatorie-
la d1fe~encia ana~ómica. Se contestará que. no es claro, dad y novedad en la aparición. ¿Obligatoriedad de
que existe º? cierto privilegio, que si se quiere, ]a fase?, ¿pero para quién? S_e_ lo ve'. pa~a todo;5, para el
est~uetura m1sm, es masculina, puesto que hombre y niño varón como para la nma muier. { habna que co-
muJer permanecen ref~ridos al falo. Que hay privilegio menzar por las consecuencias en el desan:ollo de la
pu~sto que es como si sólo existiera un principio mas- sexualidad femenina, la que a su tun10, tiene conse-
culmo, como si sólo existiera la masculinidad, por más cuencias para el desarrollo de !a sexualidad tanto del
que se la describa siempre en peligro en el hombre,
como , ,ihelad[\ en la mujer. Y en efecto existe un varón como de la mujer. ,
Lo interesante de la posición de Freud no consiste
text~. de F reud en que se sugiere que habría una sola entonces en el descubrimiento de que la sexual!dad co-
puls1m,, de naturaleza masculina. No dos pulsiones, mienza a estructurarse desde n1uy temprano, sino ade-
una ':·J hombre y otra de la mujer, sino una y la mis- más que esa sexualidad se estructura en torno a una
n1a, tJ.e natura~eza masculina, para ainbos. Pero aquí falta: por el Falo, por donde hay falta. O por 1~ pul-
d_e ·• camas depr hablar a un sencillo razonamiento: sión, la que no tiene determinado su objeto. Podnamos
s: "º, hay manera de distinguir es porque no hay dis- decir para resumir que en la teoría de Freud la falta
tr:icwn_ :1ue pued~ ser utilizada con fines de poder. ¿ Si tiene lugar teórico. y ello porque s_e ~escubre en la
la pulswn del varon es masculina, de qué le sirve, pues-
práctica, en el psicoanálisis como practica.
to que la de la mujer también lo es? Decíamos un instante atrás que el fundamento de
.. _E~. 1923 Freud comenzaría a hablar además de "fase la teoda que tratamos de mostrar a ustedes tiene que
foh~a . Da enton_ces un paso más. Hacía tiempo que ver con la sexualidad, en el sentido de esta pregunta:
hab1a ya reconocido la importancia de la premisa uni-
versal del pene en el desarrollo psicosexual. Pero ahora
· ¿ qué es lo que hay en el sexo que lo sexual o ª'.go ~e !º
· sexual deba siempre ser reprimido? No ncce;51to insis-
su~iere .~demás el estatuto de" fase" del Falo. "Etapa" tir en la respuesta: de lo que el sujeto ?º qu1e.re saber
o fase del desarrollo de la libido. Debiéramos dete- nada (rechazo original por donde hay mconsc1ente) es

nernos un instante y definir la expresió:f:t. "Fase" es de la estruttura misma de la pulsión, la que no lo c?~-
algo que el sujeto debe iri'emediable y obligatoriamen- duce a un Saber de ese objeto, puesto que por defm1-
te atravesar. Pero además, y durante la fase, aparece ción es Jo que ella tiene de más lábil: el objeto. Y ade-
,,
d
o emerge una estructura de relación novedosa. Como más, 0 simultáneamente, el sujeto nada quiere saber
los dientes de leche -valga la comparación que hace de eso que, el Falo articula, o introduce: de que hay
Freud- que aparecen y luego caen para permitir la
39
¡
--.

· "corte" en lo real, fisuras, agujeros, heridas; a saber, esa relación al Saber (bien temprana, propia del sujeto
la castración. El sujeto no quiere Saber nada del pro- infantil) es constitutiva de la sexualidad. Repitámoslo:
blema con respecto al Saber del objeto que ·no hay porque el Saber se quiere Saber de un objeto que la :¡
"razones" para que haya objetos que fal{an, pero que pulsión no alcanza a determinar.. . . . ¡¡
estos faltan. :/
En este sentido, por lo <lemas, la lustena es bien
Pero estas faltas introducidas por la estructura de relevante para el psicoanalista: por definición hay que 11
:j
la_ pulsión Y la castración, son estructurantes. Por lo entender por "histérico" o "histéri~a" a] sujeto incapaz ¡r
m'.smo, son imprescindibles teóricamente. ¿ Cómo ex- de determinar el objeto de su tendencia sexual. ¿A
. phcar lo c¡ue algunos psicoanalistas han llamado "cam- quién amo, a él o a ella? ¿Qu~ quiere dec!r ~':e sea yo ,¡:1
po de la ilusión" sin referencias a esas faltas a esos mujer? Tal las preguntas básicas de ,]a h1stenca. Pero Jl.
largos cortocircuitos de lo real introducidos' por el entonces el término no es peyorativo. ¿No descubre :¡
Falo?
la estructura histérica algo que pertenece a la estruc- '¡'_,_·,:
¡ ·;
Se comprende por dónde pretendo abrir esta intro- tura misma de la pulsión? Incluso se podría decir que
ducción a la teoría psicoanalítica, la necesidad de con- histeria y teoría psicoanalítica se parecen al menos en
¡ Á

'/ -!11
¡
ceptualizar esa intersección del nivel de derecho ]a ese punto: ambos descubren la labilidad fu~~amental i¡-:11
~xigencia, con el nivel de hecho: el Falo, la castracÍón,
,á estructura de la pulsión.
Cuando hablo de "Saber" me re"fiero a algo que tie-
del objeto de la pulsión. O bien, que la relac10n al ".b-
jeto pertenece de alguna manera a una z_on~ de emg-
mas. ¿No aparece Edipo confrontado a oraculos, a pre- . :¡11
J
ne que ver con esas faltas. Lo cual sólo en apariencia guntas y al destino, a enigmas? El Edipo es el relato ,!
1
',¡
¡/_
result~ contra_dict~rio con la descripción que Freud mítico del incesto como destino, pero simultáneamente 111
nos drn del su3eto mfantil, el niño interesado en e.J co- -y en tanto el oráculo se cumple- enigma para Edipo :¡n
no~imiento de las cosas sexuales. El niño, según Freud ,¡\!,
de su propia identidad. ¿No muestra el mito acaso que /:/l
qmere Saber. La cuestión es que quiere Saber de eso
que casualmente nada quiere Saber. De ahí que Freud
Edipo no era quien él creía ser? . .
Pero detengámosnos un instante en la h,s_tena. Ma_s
. . UI
í•!I

describiera al niño Leonardo da Vinci interesado en 111


allá ele eso que los manuales (de. psic_oterap1~, d~ psi- I' J"il
~na investigación que dejaría siempre inconclusa, ac- quiatría) podrán decir sobre la histeria, la h_1stena es 1 111
titud que repetiría el adulto: Leonardo en la investi- una estructura que pone en juego el Saber (mcluso el t- nt-
gación de la naturaleza. Lo que Freud llama la "in ves- · discurso de los psiquiatras}: ello en la medida que el
ligación sexual infantil" es un impulso que por decirlo histérico muestra que su relación al objeto de la ten-
! i.t"
así encuentra su propio freno en sus objetivos. El niño !I
dencia sexual es bien lábil, difícil de determinar. Quie-
es~ investigador incansable de cosas sexuales, nad~
qm:':e Saber de aquello mismo que motiva su investi-
re decir: que el discurso psiquiátrico comienza por
excluir del campo teórico toda referencia al deseo, a
!!
ga~10n: la diferencia de los sexos. Es decir, que nada la pulsión, al goce. De ahí que el ps!co~1_1álisis tenga ' :)
qm 7re Saber de que no es cierto que sólo hay un solo bastante que ver con el discurso del h1stenco, en tanto
:1
g:mtal,. ma~culino. Si Freud otorga tanta importan- incluye esos puntos un tanto gravosos, siem1:re intere-
•. ¡;¡.!'11i.•
cia a la mvest1gación sexual infantil, es en primer lugar santes en fin, que la psiquitría excluye. Repito: el de-

u
porque sospecha las consecuencias sobre la sexualidad seo, el goce, la pulsión, su labilidad, el Saber sobre el
del adulto. Y si se mira bien, no quiere decir sino que objeto sexual como enigma.
.40
41
,ilí.íJ.,
fAt·
.
Ser psicoanalista significará, y en primer lugar, ser ¿ Pero por qué espiar? ¿ Por qué la necesidad-" co1:3-
e , ,,z de prestar oído a eso que se juega en el discurso pulsiva" decia la mujer- de abrir la corr~sponde~cia
del histérico, permitir que el paciente articule v elabore de la hija? Cuando se la invita a asociar confiesa
las faltas en relación a la palabra, lo que die~ en rela- ella misma su temor de ser frígida como su madre.
ción a sus enigmas, la cuestión del Saber en relación Cuando se había enterado del estado de su madre ha-
a h labilidad del objeto de la pulsión. Podríamos con- bía acudido por Jo demás a esos libros sobre la sexua-
tar el caso de una paciente en quien la investigación lidad y el matrimonio que todo el mundo conoce. Ha-
sexual (la "pulsión epistemofílica", como la llaman
bía hojeado página tras página en tales libros. Siempre
algunos) se revelaba en la relación a su propia hija.
con una sensación -dice- de culpabilidad, de temor:
¿ Serán ustedes capaces de prestarme ese oído mínimo
¿por descubrir lo que temía descubrir o por ser descu-
sin 'e] cual no hay campo psicoanalítico? La paciente,
una mt:jer de cincuenta años, cuenta có1no un día ha- bierta? En resumen: había "espiado" esos libros. Ba-
bía descubierto que su madre era frígida ... Pero el pro- bia "espiado": literalmentt, buscado temiendo encon-
blema de la frigidez no consiste únicamente en que trar tal vez eso mismo que buscaba. En este caso un
exista (todo el mundo sabe que está mejor repartida Saber que la hubiera descalificado como sujeto sexua-
de Jo que en general ]a gente confiesa): lo inte,~sante do. ¿Pero no es esa misma ambigüedad con respecto al
de la frigidez éS que, casualmente, la mujer frígida abre Saber el que se halla en el origen de la necesidad de
e! _problema de la determinación del objeto de la pul- espiar las cartas de la hija? La paciente declara, final-
s10n. Para comportarme yo como mujer -vendría a mente, que en efecto, que le ocurre espiar en el pre-
decir.nos la mujer frígida- debería saber primero qué sente la correspondencia de la hija, los papeles de su
es ser una mujer, lo cual casualmente no puedo ir a hija, corno en el pasado buscaba en las hojas de los
preguntárselo a la pulsión, Pero volvamos a nuestra libros sobre sexualidad. Pero aparte: ¿no había que
paciente. Ella descubre que la madre era y había sido interpretar que sobreva!orizaba el Saber sexual de la
frígida (la madre misma se lo había contado en un mo- hija? ¿No otorgaba a la hija el_ mismo Saber que an-
mento <le la vida de ambas imbuido de un cierto trági- iaño había otorgado a los libros sobre el .sexo y el ma-
co, de rnnfesiones y tragedia). ¿ Pero ;:;.,::lJ era la rela-· trimonio? Es t¡n poco pronto para decir la fórmula:
ción de la historia sobre la frigidez de la madre con la pero esta paciente era bien histérica, puesto qu~ otor-
vida actual de la paciente, la que confiesa que no pue- gaba el Saber sobre la sexuali~d. a la otra mu¡er, en
de evitar meter las narices en la vida amorosa de su este caso a su propia hija. ¿:~e~c, 1nu perciben ustedes
propia hija, abrir su correspondencia, espiarle las re- -no oyen ustedes, quiero decir- por dónde se elabo-
laciones? La paciente dice de buena fe que su preocu- ra en este caso la "pulsión epistemofilica", esa compul-
pación responde a la necesidad de asegurarse sobre la sión a espiar? En definitiva: la necesidad de Saber
moral sexual de la muchacha. La hija de la paciente sobre el sexo es idéntica o correlativa al hecho de que
-una chica de nuestro tiempo, época llamada, ustedes la pulsión no determina el objeto, que esa determina-
saben, de la '"revolución sexual"- Ueva por lo demás ción es objeto de uná necesidad de saber, y esta nece-
una vida sexual complicada, neurótica y desprejuiciada sidad la consecuencia de un enigma de base.
a la vez. Por lo misroo, la necesidad de espiar llevaría Pero dejemos por el momento esta vertiente de !_as
a la madre a sus buenos dolores de cabeza. . relaciones del Saber a la pulsión, para comenzar a m-
42
43
-
J~ti\'a a una icfo., q ue h., \',t1t1h\;11lo , un 1
co.ntcmdo, dd ..~t_j1,: u.~n,.. Nü ...- IM t• tlC" :;~d;,.';'!\. •1!1
• 111º'¡
e1 pac,cntc: •~ontu:!io<' ·J ll " hn_p,H t illll«'"• .,1,,O l 1• ,.,-,
cir lc tub 1Ar e- 1o que 11pa.1T n1 c in<:11t~ 1...,,,..•• ,1, 1
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Jo jottlT'Oit,S que no ha.bln parqut- •nada de lm¡l0r1an i-f1&
te se le ha ocu..rrido" Lo que ta'lou.almfnl~. <"O~h.A
Frc:ud. habrá que lntcrprclar co mo ~ ). como l)r:
ptiva a comunicar esas ideas b ::u u les que con titmpo,
con rodeos y mediaciones. nos pOdrlan conducir a lu
idea, inttrtUritcs. Lo que conduce a a lgún lado no
es desde entonces la confesión. sino ~....-.sacfad6a : m
el dlscuno lo iroponantc es lo~ importante:, PJi-
coanaliLlrsc desde entonces si¡nift ni aba.ndona.ri.t a
la politic.a dcJ teto. ¿Pe.ro hay lt'ro en Espafl il'? ¿Cono-
aen ustedes r.l dicho sobre la condU(:l.a del 1cro? E"lc
pajunco. como se sabe, poned grito en un lado y 10 1-
lunos m otro ...
f Tocamo$ este campo espinoso : el del psic:o;)niilli-
llls propiamente dicho. Freud deda que bte comienu n L
cando epalabra revela JU tcrnCianu. fund11m ,-:, "'
fuiiaiSñde la bra m el chbte. La lunci&l\ )
rapor ne pa rasreve 1uca e;.,
'!!'.
llll" qu ,,\ÍD0. 1. lllra}:l-r.:
J::., • '!' la palabra para el psícoan'1JSi• un opc-
llro : no ha)' que .-r
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ii

sino realizar. su deseo de parir un hijo ... Como se ve, cijada había tres> elementos que debiéramos tomar en
el operador "tero" nos conduce a consecuencias que cuenta: la<dóbJe:.C01icié11cia, la capacidad del hipnoti-
pueden ser duras. zador de producir síntomas, y el origen sexual de la
¿ Pero en qué se parece todo esto (para i:cpetir la histeria ( este punto, más allá de la conexión de la pa-
fórmula de las adivinanzas) con la labilidad del objeto labra "histeria" con el órgano sexual femenino). Freud
de la pulsión y coh esa concepción de la sexualidad que con1ienza entonces por separar la histeria de la gen.i-
ecíamos escindida del Saber? Se lo ve: en todo. De ta/idad. Seiiala además que la histeria no es estricta-

D
a misma manera que la pulsión no conduce al objeto, mente femenina. Y además -lo cual tiene mayor im-
·. ampoco la palabra conduce a lo que ella significa, no portancia- la conexión de la histeria con una causa
, nos asegura (como en el chiste) sobre su referente. hundida en el pasado, con un trauma en el pasado.
' Pero entonces, y si todo esto fuera cierto, el psicoa- El campo de la relación de la histeria con el psicoa-
nálisis nos permitiría una cierta experiencia del in- nálisis (la histeria selló el origen del psicoanálisis)
consciente a través de la capacidad de la palabra de no abre el problema del o.b.jeto de la pulsión y del sexo
nombrar a sus referentes, de referirse a otra cosa. Ha- como enigma. En 1905 Freud describe el pensamiento
bría entonces que liberar ese potencial de operador ( pero es el del médico) vulgar sobre la sexualidad y
"tero" de la palabra, para poder evocar, en la palabra abre el campo teórico de otro tipo de indagación. El
y sólo en ella, la labilidad del objeto de la pulsión. conocimiento vulgar afirma que 110 había sexualidad
A partir ·de este punto nos podríamos referir a la fa- infantil, que la sexualidad irrumpía en el período de la
mosa frase de Lacan que dice que "el inconsciente está pubertad, y que la determinación del objeto de la
estructurado como un lenguaj~". sexualidad se realizaba en la edad adulta. Y además
que el fin único al que tendía la sexualidad era el acto
sexual. La sexualidad en esta visión esl'recha sólo sig-
Resumen de A. Berenstein. Quisiéramos acentuar nifica el coito del adulto. Freud introduce desde enton-
en el discurso de Masotta, el privilegio otorgado a l; ces una divergencia con respecto al pensmniento vul-
palabra según Freud. Por lo mismo, será fundamen- gar, una ruptura: 110 sólo hay sexualidad infantil sino
tal escuchar a la audiencia, las preguntas, las certi- que afirma que a los cinco m10s ya se encuentra deter-
dwnbres, las dudas. Me gustaría ayudar el diálogo or- miíwda la estructura de la sexualidad del adulto. Des-
denando previamente las cuestiones introducidas por cubre que la relación de determinación de la pulsió,z
Masotta en sus conferencias de hoy. Sintetizaré, de ma- con objeto es bien lábil, y la posibilidad aún de la bús-
nera breve, las afirnzaciones qlle tal vez son interro- queda de fines sexuales que poco tienen que ver co,z
gantes para ustedes, las cuestiones, algunas bastante el acto sexual. De tal certidumbre parten las investiga-
áridas, que Izan sido planteadas a lo largo de las dos ciones freudianas sobre las perversiones. Se sei1ala _in-
conferencias. · mediatamente que existen tres ideas centrales del pen-
En primer lugar Maso/la se refirió a los orígenes samiento freudiano: la pulsión sexual, el inconsciente
del pensamiento psicoanalítico. Ese origen está ligado ("freudiano") y la transferencia. Con respecto a la
a la propia historia de Freud como investigador y el pulsión, Masotta insiste en que la ¡-elación con el ob-
punto de partida está en la hipnosis y la presentación jeto no está determinada, que no hay relación natural,
de los casos de histeria por Charco/. En aquella encm- necesaria con el objeto, que la relación del objeto a la

46 47
¡:J-.~
¡ .
pulsión es lábil. Con respecto al inconsciente freudia- hay pene como órgano genital, el rechaza ele, la. dife-
no se afirma que no se lo abordará directamente, pero rencia de los sexos. La cuestión o la problematica del
que no se hablará de otra cosa, que será el tema implí- Falo nos lleva al complejo de castración; pero no hay
cito de las conferencias. A raíz de la estructura de la que confundir el complejo con la amenaza ele castra-
pulsión Masotta recuerda el encuentro de Freud con ción. Hay que distinguir entre fantasía, amen~za y com-
Breuer, el caso Ana O., el planteo de Breuer en los· plejo de castración. Refiriéndose a la sexualidad feme-
estudios, es decir, la conciencia dividida o la doble nina se dice que hay falta ahí cloncle en lo real nada
conciencia. Y por otra parte, en el 111isnzo libro escrito falta y se habla de la intersecció,i del nivel ele clerech~
en común, el planteo de Freud: la histeria de defensa. y el nivel de liec/zo en el corazón mismo ele la cleten_1;i-
Freud afinna contra la idea de una doble conciencia nació11 sexual del sujeto. Hay comple¡o de castracwn
mecánica, que si el sujeto se escinde es porque hay algo por la premisa, la que dice que sólo debe ele haber
que 110 puede tolerar. Lo que no es dejado entrar en pene. La falta "tiene lugar" en la teoría freucliana. El
la conciencia es el contenido ,sexual de la repi·esenta- Falo por lo demás es también "etapa" del desarr~llo
ción. El sujeto se defiende ele cosas sexuales. Pero hasta libiclinal: la fase fálica, que Freucl introduce posterior-
entonces, y aun en Freucl, lo sexual era referido al "ins- mente a su trabajo capital de 1905, debe ser atrevesa~a
tinto11 y pertenecía al pasado. ¿Pero qué es eso que e.n por tocio sujeto, sea hombre o mujer. Se_ nos remite
lo sexual debe se,· reprimido? La respuesta es: que 110 nuevamente al problema ele que la sexualzclad conecta
hay objeto cletenninaclo ele la pulsión, que 110 hay Sa- y conduce a la falta de objeto, a la estructura ele la pul-
ber sobre el objeto. El i11consciente sería algo así como sión por lo mismo. La pulsión 110 tiene ele entrac!a ob-
lo que no va entre el Saber ele lo sexual y la sexualidad. jeto y no hay Saber sobre la sexualidad. La /11stena.
Recuerda Masotta inmediatame,ite las tres proto- viene aquí a corroborar esta estrnclllra ele la sexuah-
fantasías freuclianas: la seducción, la escena primaria clad. Histeria y teoría psicoanalítica ~e p~•:ecen en a(go:
( coito parental vivido como perturbador por el sujeto en la promoción ele la 110 determ111ac1011 del ob¡eto
infantil}, y la castración. Las tres protofantasías nos
por la pulsión. , .
conducen al complejo de Eclipo, la tendencia amorosa · Se nos introduce finalmente al campo especifico ele
hacia el padre del sexo opuesto, y a la castración como la teoría y la práctica psicoanalítica: el campo ele. la
nudo del Eclipo. El Eclipo es· un complejo, es decir, palabra. Para hacer posible la ele Masotta en segwcla
un complicado nudo ele relaciones .. Lo mismo la cas- diría yo que la audiencia debería hacer uso ahora ele
tración: es un complejo, un 11uclo ele relaciones. Inme-
ella.
diatamente y para introducirnos en el Eclipo, Masotta
habla ele Eclipo ampliado. En el Edi'po reducido colo-
ca todos los casos en que no se trata sino de t1·es per- Pregunta. Me gustaría que Masotta '.':e ac/a,:ara
sonajes ( Edipo positivo, negativo o completo). El Ecli- algunas cosas. ¿Qúé significa que la pulswn no tiene
po ampliado co11tiene algo más que los tres personajes:
una "cosa" (?); introduce en la estructura lo que ase-
objeto en nuestro contexto cultural actual? f!º nos
lleva tal cosa hacia ciertos cle,.,.oteros .. ., por e¡emplo,
gura su climímica, el Falo. hacia que no habría una evolución normal hacia l_a he:
Del Falo se dice que no es el pene, que es la premi- terosexualiclacl del adulto normal y la monogamia. S,
sa universal del pene, la creencia infantil ele que sólo la pulsión no tiene objeto hay ahí un principio abstrac-
48 49
:, :
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.i)-~
to, algo no concreto, indeterminado. Como si la pulsión Lo positivo de la posición freudiana es que nos per-
brotara de algo vital, biológico, indeterminado. Algo mite otorgar racionalidad a las perversiones, las que
que no se podría racionalizar ni domesticar. Y enton- entran ahora en el campo de la teoría y la práctica. Un
ces para la pulsión sería lo mismo que hubiera un sexo perverso -al menos de derecho- es analizable. Por lo
u otro. O que los dos o que ninguno, y que una ener- demás, el término mismo no indica nada peyorativo
gía sublimada ... para Freud. Las perversiones sólo nos ayudan a no ol-
vidar la estructura de base de la pulsión. Pero no os
Usted habla de un cierto campo de la cultura que intranquilicéis ante la posición del psicoanalista: tam-
se vería perturbado por el hecho de que habría algo poco se puede decir que su voluntad es la de promover
profundamente indomesticable en la pulsión. No son las perversiones. Pero al revés, tampoco promueve la
mis palabras pero ellas -las suyas: Freud usaba las sexu.alidad normal. El psicoanálisis no promueve nada.
mismas- traducen bien mi pensamiento. En efecto, la Pero aun, para intranquilizarnos: ¿ es que hay per-
teoría que entiendo exponer deja concluir que no hay versiones sexuales entre los animales? Sólo muy apa-
"evolución" segura hacia una sexualidad "adulta" he- rentemente. Algunos homosexuales ilustres, escritores
terosexual normal; en el sentido de que tal evolución importantes, quisieron alguna vez justificar la homo-
sería sólo "normativa" sin quedar garantizada por nin- sexualidad mostrando que aun los animales, e inocen-
guna legalidad de hecho. Las leyes de hecho ( un cierto temente, la practicaban. Pero era mucho otorgar, era
invento del pensamiento de las derechas políticas), no hacerse, para mi gusto, una idea demasiado alta del
podrían tener lugar alguno en la teoría psicoanalítica. reino animal. La perversión sexual por antonomasia es
En la teoría psicoanalítica, como dijo Mario Levin, el fetichismo, ¿pero conocen ustedes algún animal feti-
un psicoanalista argentino: no hay lugar para la nor- chista?
malidad. Todo el lugar está ocupado por los neuróticos, Volviendo a sus palabras, hay en efecto algo indo-
los perversos y los psicóticos. Sin embargo, hay una mesticable en la pulsión: tiene que ver con la cultura
paradoja inherente al campo: la gente se enferma -nos
y ·con la represión. Pero la represión en la teoría psi-
vino a decir Freud- por intentar domesticar lo indo- coanalítica no es un concepto cultural. Freud usa otro
mesticable. La paradoja consiste en que tampoco se po-
término distinto al de represión cuando se refiere a
dría decir que la teoría recomienda las perversiones.
los objetos de lo rechazado por lo cultural: es lo" opro-
Pero Freud no dijo -y menos yo- que ese aspecto
bioso". La represión tiene que ver en cambio con la
indominable de la pulsión estuviera determinado por
lo biológico. La teoría freudiana es lo que menos se estructura misma de la pulsión. Nosotros decíamos que
parece a cualquier ideología del orden de los vitalis- el sujF.to se constituye como inconsciente (a saber, que
mos. Freud dice, mejor, que los objetos sexuales son reprime) porque nada quiere Saber de que no hay en
alcanzados trabajosamente, que ninguna fuerza asegu- la pulsión Saber del objeto. Para usar una frase de
ra o facilita la relación del sujeto con los objetos de su Freud: la represión es un destino de la pulsión ...
sexualidad. En cuanto a la heterosexualidad, y para El sujeto se enferma -para decirlo groseramente-
tranquilizarlo a usted: diré que existe, según Freud, porque no quiere saber de que no hay Saber (o que el
pero como término laborioso y siempre lábil del desa- Saber, como dice Lacan, no se confunde con la Ver-
rrollo psicosexual. dad). Por lo menos, es lo que le ocurre al neurótico. De

50 51
;.,."--
ahí que el sujeto "pida". ¿Qué? Saber. He aquí lo que entre· una cosa ·y · la otra tiene que haber alguna co-
tiene que ver profundamente con la transferencia. nexión fundamental. Pero todo a la vez tiene que ver
con la lengua y el lenguaje. Pulsiones sin objeto, pala-
bras sin referentes ...
Pregunta. Me. ha parecido que usted utiliza refi-
riéndose a la pulsión dos definiciones distintas. Por
una parte usted habla de falla de obje/!J, de que a la Pregunta. Discúlpeme, pero no entiendo. ¿La pul-
pulsión le falta el objeto. Por aira afirma una relación sión tiene o no tiene objeto?
de la pulsión a la represión ... ¿Es posible precisar el
estatuto del objeto de la plllsión? ¿Falta, está reprimi- A la altura de mi discurso de hoy deberé LOntestar
do o hay un tercer camino para entender la cL1estión? por una parte sin abandonar cie~!ª arnb!güedad! y por
la otra por la negativa. La puls10n no tiene obJeto, lo
Usted tiene razón de señalarme el uso simultáneo encuentra. Pero hay que cuidarse: que lo encuentre no
de definiciones o caracterizaciones distintas hablando quiere decir que lo tenga. Y teóricamente hablando,
de la pulsión. Una cierta ambigüedad de mi discurso debe uno cuidarse además de no obturar las faltas. En
cuando se trata del objeto de la pulsión, ya que por la teoría psicoanalítica no hay "seres" perfectos ni en
momentos hablo de labilidad, en otros de no determi- este mundo ni en ningún otro: el psicoanálisis no es
nación, y en otros directamente de falta de objeto. Pero un platonismo. Como dice Lacan: en ,psicoanálisis se
me parece que esta ambigüedad podría ser fructífera. trata de repetición, no de re1ninisce11.cia. Si uno recuer-
Y fue por el desvío de esta ambigüedad por donde sin da corno en Platón lo que una vez supo, es que en al-
transición pasé yo, de hablar sobre la pulsión, a hablar gún lado hay un sujeto que Sabe. Ello en algún lado,
sobre las palabras. Para que exista el lenguaje (el ver- en un pasado mítico o en algún "topos" celestial. En
bal, el lenguaje por antonomasia) las palabras deben Freud, y si yo no he entendido mal (pero este ~unto
poder no remitir a sus referentes. Si la palabra "copa" es difícil), el sujeto repite el hecho de que creyo _que
sólo significara la "copa", no habría lengua castellana podía Saber. El objeto primordial, la madre, el obieto
(punto sobre el cual los catalanes se pondrían conten- profundamente perdido: he ahí el objeto de una ilu-
tos, pero que no dejaria menos de cuestionar la exis- sión de Saber. Pero para Freud ni aun la madre es
tencia misma del catalán). capaz de obturar ese "indomable" del que hablábamos
Para aclarar un poco la cuestión diré que cuando hace un rato ...
hablo de no determinación del objeto de la pulsión,
me refiero casi expresamente a la bisexualidad, que
Freud describió corno básica. Lo cual viene a significar Pregunta. Usted está contra el platonismo. ¿Pero
que tanto la heterosexualidad corno las perversiones no es el Falo un objeto bien platónico?
son resultados de] desarrollo, no datos de entrada (ello,
es cierto, en un sentido, puesto que para Freud el niño Si usted ve ahí un principio de platonismo, sería di-
es poli-perverso). Pero al introducir el Falo en mi dis- fícil convencerlo de lo contrario. Pero en todo caso
curso, tenía que hablar además de falta de objeto. Lo habría que decir, ·con Freud, que la culpa no es de la
que trataba de sugerir con mis ambigüedades es que teoría. El platonismo estaría en los niños.
(
. 52 53
I
(
. Pregunta. ¿Cuál es la relación entre la falta y la
11na?':n especular? ¿En el Estadio del espejo 110 viene
":l 1w10 a obturar la falta mediante la apropiación de su
imagen?

Yo no he hablado aún de. "estadio del espejo" ni


pensaba hacerlo en estas conferencias. A veces, no hay
que ?1ezclar los lenguajes teóricos. De cualquier mane-
ra pienso, con respecto a su pregunta, que algo falta
en efecto en_ la imagen especular: es la mirada de ]a
III
madre. La m,r~~a de la madre que ratifica la mirada
Pº: donde el mno_ descubre su propia imagen en el es-
peJo Y a ella se aliena. En el espejo el sujeto no obtura
la apertura fálica: abre el campo de una mirada que Resulta interesante notar que cuando Freud debe
falta. Es la mirada de la madre. dictar un curso de introducción al psicoanálisis, los te-
mas que elige aparecen en el siguiente orden: en pri-
mer lugar se referirá a los actos fallidos, en seguida
tratará de estudiar los sueños, y finalmente la teoría
sexual y la teoría de la neurosis. Pienso en las famosas
conferencias de Introducción al psicoanálisis de 1916-
1917. Quiero decir, que cuando Freud quiere introducir
a su audiencia al concepto psicoanalítico por excelen-
cia, el inconsciente, no lo hace hablando sin más de la
represión de la sexualidad, sino que trata de mostrar
las lagunas del discurso inconsciente, llama la atención
más sobre fenómenos de palabras que sobre las cues-
tione,; del sexo. Sin embargo, se lo ve: si se puede par-
tir de los fenómenos de lenguaje (equívocos, lapsus,
olvidos) para luego llegar a plantear cuestiones que
hacen a la represión y a la sexualidad, no es sino por-
que hay una estrecha relación entre lo uno y lo otro.
Apasiona observar el cuidado didáctico con que Freud
conduce a la audiencia desde un cabo al otro de la cues-
tión. Los olvidos, los lapsus, los a~.t.os..faJJidos, no obe,
decen sino a la neci,sidacLde o6Ultar un deseo ... ; y será
por este desvío' del deseo que las fallas de la palabra
se relacionan con la.sexualidad.
Freud enseña en efecto que no es sino con las pala-
bras que el sujeto puede decir lo que casualmente no
54 1· 55
quiere en absoluto decir. Y eso que en el discurso del lábil) de la palabra a su referente; a saber, nos intro-
sujeto queda dicho sin que el sujeto lo quiera, abre duce a la cuestión del significante.
-se lo ve- el campo de la relación del sujeto al deseo. Ahora bien, este punto es fundamental. Por varias
Los lapsus, las equivocaciones verbales, los olvidos de razones. En primer lugar porque es un punto perma-
palabras, son cortocircuitos del discurso por donde se nente en la obra de Freud, algo que Freud no deja de
filtra el deseo inconsciente. Freud cuenta el caso del afirmar (la relación del significante con la estructura
presidente de la Cámara Austro-húngara, quien abre un del sujeto y el inconciente) a lo largo de toda su obra.
día la sesión con las siguientes palabras: "Seiiores di- Como se ha dicho, Freud. ha sido un autor de ideas
putados, en la apertura de la sesión, hecho el recue11to cambiantes. Pero sobre este punto, nada ha cambiado
de los prese11tes, y viendo el suficiente número, se le- desde sus primeros trabajos hasta sus artículos pós-.
vanta la sesió11". Ejemplo claro, donde se ve que el dis- tumos.
curso dice exactamente lo contrario ele lo que el sujeto Insistíamos sobre la cuestión de la pulsión y el ob-
que habla se propone decir. Y se ve también en acción jeto, su labilidad; la cuestión, si se prefiere, de que
al deseo del presidente de la Cámara: el deseo de le- la pulsión no tiene objeto. ·Es necesario conectar ahora
vantar ele inmediato la sesión en cambio de tener que ese punto con este otro: con la idea del significante en
soportarla. En el mismo texto, encontrarán ustedes Freud. Que no hay relación unívoca entre palabras y
este otro ejemplo, el de un profosor de anatomía que referentes, tiene alcance, para Freud, en la determina-
después de su lección sobre la cavidad nasal pregunta ción de la estructura del sujeto; o aún -si se me per-
a sus oyentes si le han comprendido, y que después de mite- tiene alcance patógeno, es capaz de producir
recibir una respuesta afirmativa, sigue diciendo: "No efectos, promover síntomas.
lo creo, puesto que las perso11as que comprenden ver- Pero no menos fundamental: el significante tiene
daderamente las cuestiones relacionadas co11 la anato- no sólo que ver con aquello que el inconsciente es ca-
111ía de la cavidad nasal, pueden contarse, aún en una
paz de producir, los síntomas, los actos fallidos, los
gran ciudad de mcís de un millón de habita11tes, con sueños, etc.; sino que aún -y por lo mismo- con la
un solo dedo. ¡Oh, perdón!, quiero decir con los dedos delimitación misma del campo en que se lleva a cabo
de una sc¡la mano". Se lo ve: había uno solo que enten- la práctica psicoanalítica. Si en psicoanálisis (en un
día, él mismo. Freud nos introduce al inconsciente me- psicoanálisis) sólo median las palabras, entonces abrá
diante ejemplos de este tipo. En otro ejemplo, en su que tener muy en cuenta esta capacidad de la palabra
toma de posesión del cargo un catedrático dice: "No de zafarse de su significado habitual, no habrá que
estoy inclinado a hacer el elogio de mi estimado p'rede- olvidar a ese "tero" que habita toda palabra.
cesor". Mientras que había querido decir, en tono fal- Digamos algo con respecto al concepto de "signifi-
samente cordial hacia quien había dejado el cargo: "No cante". Ustedes saben, no es freudiana, pertenece a
soy yo quien estcí llamado a hacer el elogio de mi esti- una tradición más moderna, tiene que ver con la his-
mado predecesor". Este ejemplo es más interesante, toria de la lingüística contemporánea y remite al Curso
puesto que de una frase a otra sólo media la semejan- de lingüística general de F. de Saussure. A nosotros nos
za de dos términos: estar inclinado, estar llamado (más bastará por el momento, y para poder manejarnos en
evidente en alemán: geneigt/ geeignet). Interesante, di- adelante, con una definición sencilla de lo que es .el sig-
go, puesto que se lo ve: nos remite a la relación (bien nificante. Diremos entonces, a manera de definición,
56
57
que llamamos "significante" a la palabra, ello en la Freud, a quien le gustaban los chistes judíos, cuenta
medida que la palabra puede remitir a más de una sig- el de un judío que le dice a otro: "Has tomado un
nificación. Cuando decimos "palabra·", habría que agre- ba,io?". Y el otro contesta: "¿Es que falta alguno?".
gar, que nos referimos en primer lugar al sonido, ~ lo En este ejemplo se ve cómo la palabra "tomar" es la
que llega a la oreja. Por ejem1:lo _e) grupo de_ som?os responsable de este efecto que llamamos chiste. La
en español /cazar/ que puede s1gmficar tanto ir a tiro- palabra permanece, su sentido se desliza, subrepticia y
tear perdices como quien tira tiros al viento, o bien repentinamente cambia: el resultado es el chiste. Pero
puede significar -sólo media una leve diferenci_a ?e lo que importa, como decía, es que Freud ve en este
sonidos- el hacer que dos individuos de sexo d1stm- deslizamiento del significado el modelo de toda forma-
tos den prueba a la sociedad de que van a promover ción. Y también, el modelo de I¡¡ formación que llama-
la especie, lo que poco tiene que ver con el v_iento ... mos síntoma. Ello quiere decir algo cuyo alcance puede
En el famoso Curso de Saussure esto estaba dicho de resultar un tanto inusitado: que el proceso psíquico
manera distinta, pero la intención es semejante. Saus- [' que produjo un síntoma contiene un operador del tipo
s>lte ·señalaba el hecho de que no hay necesidad algu- del significante, también en el proceso de producción
na que ligue una palabra a lo que ella q~iere de,~ir. del síntoma más grave. Lo que Freud viene a decirnos,
Que no hay razón para llamar / caballo/ al caballo , a se Jo ve, es un mensaje un tanto incómodo: que hasta
ese animal que conocemos por tal nombre. La mane_ra las enfermedades mentales del hombre están estructu-
más sencilla de comprobarlo es recordar que los m- radas como un chiste .. Es bueno recordar, al respecto,
gleses llaman /horse/ a la misma tris!~ figura. . un temprano ejemplo tomado de un caso clínico pre-
En torno a los años 1900 Freud escribe tres volumi- sentado por Freud. · .
nosos libros que responden a la intuición fundamental A menudo me agrada dar este ejemplo ya que mues-
del significante: sus libros sobre el Chiste (1905), la tra hasta qué. punto Freud estuvo convencido desde
Psicopatología de la vida cotidiana (1901) y la Traum- muy temprano sobre el papel estructurante del signifi-
deutung (1900). En su trabajo sobre el chiste reflexio- cante en relación al síntoma. Se trata del caso de Isa-
na sobre sus relaciones con el inconsciente, como lo bel de R. que Freud relata entre los historiales clíni-
dice el título mismo del libro, y lo que encuentra es cos del libro que en 1895 publica conjuntamente con
nada menos que el chiste es modelo. A saber: que la Breuer, los Estudios sobre la histeria. Freud había tra-
operación que subyace a ese efecto de un relato que tado a la paciente en 1892, quien sufría en especial,
nos hace reír es la misma operación que suyace a toda entre otros síntomas, de una astasia-abasia,' parálisis
Bildung (formación), es decir, a todo producto produ- de las piernas, en las que además se observaban áreas
cido por el inconsciente, el lapsus, el síntoma, el sue- particularmente dolorosas. Freud nos cuenta el trata-
lci
ño, el acto fallido. El chiste es interesante para Freud miento y la manera en qu'e investiga el origen de los
porque está hecho con palabras, porque su efecto ~e-
'i
síntomas, buscando en la historia de la paciente el con-
pende únicamente de las palabras. Con un poco de m- )Í 1

junto de Jos pequeños traumas que habrían sido res-


glés se entiende por qué a los )ondinenses les !sl:sta : ponsables de los dolores y la parálisis. Lleva a cabo, si
tanto este chiste: Un señor se dirige a otro para pedirle se quiere, un verdadero, serio trabajo de detective, bus-
fuego para su cigarrillo: "Have you gota light, Mack?''., cando en los acontecimientos y en los conflictos reales
Y el otro contesta: "No, I have a heavy overcoat!'. de la paciente, con su padre, sus hermanas, sus cuña-

58 59
dos, su familia en fin, las causas de lo , t ·sus. padecimientos. Ya en nuestra "comunicación preli-
las particularidades de los lugares pre~i:~~ ~~~~I aun minar" hemos afirmado que un tal simbolismo puede

t:
recian los. dolores somáticos. Descubre entonces ;:;á:
.un~ s~r!e de traumas y de causas. Pero al fin del tra-
de::rm:na~::~:ª1:gr~gat que aun había operado en la
dar origen a lo.s síntomas somáticos de la histeria, y en
la epicrisis de este caso expondremos algunos ejem-
plos que así lo demuestran, sin dejar lugar ninguno a
. s sin ornas otra serie, ]a que se unía dudas. En el caso de Isabel de R. no aparecía en primer
a 1as anteriores para acentuarlos R f· . . d
. F d 11 . e inen ose a tal término el mecanismo psíquico del simbolismo: pero
sene reu ega . func1onal
a hablar de "p ara·1·1s1s . .
b o. I.ica " , entendiendo
.
por "simbólico" .
s1m- aunque no podía decirse qüe hubiera creado la abasia,
!amente l . . en este texto exac- sí habíamos de afirmar que dicha perturbación preexis-
o mismo que nosotros llamamos hac tente había experimentado por tales caminos una im-
momento "significante". Vale la pena re rodu ~ un
portante intensificación. De este modo, en el estado
f~agment? ~ompleto del texto freudiano (bbras c:!c,,~~
P etas, Bibl10teca Nueva, 1948, tomo I, p. BS): en que yo la encontré, no constituía tan solo dicha aba-
sia una parálisis asociativa psíquica de las funciones,
"D sino también una parálisis funcional simbólica".
... e e s~e modo había crecido primeramente por apo-
1
dszcwn
f' e .area dolorosa
. ' ocupan d o ca d a· nueva trauma ¿Es que se entiende? Resumamos a Freud. Isabel,
e e zcacza patogena una nueva región de la .
y en segundo lugar, cada una de las escenas si,;ze;:;~;• como buena histérica, y esto es de importancia, había
pasado bastante tie~-cuiclanclo--a~ padre enfermo.
::ant;,s hab~a dejado tras sí una huella, estable~iend;
na ca,·ga. permanente y cada vez mayor d l d. Situación de por 5\ histerogenizante,') como lo había
ver~as func_wn es de las piernas, o sea una .con:xi~~ dt- ya descubierto entonces-F-i.:eud--y-B~er. Detengámos-
es tas funcwnes con las sensaciones dolorosas M. e nos un instante en este punto. J,p histerógeno: haber
apart.e de es_to, era innegable que en el desarroll; de ªf' pasado mucho tiempo junto al--Iecho de un enfermo,
a~tasza-abasza había intervenido ailn un tercer nzeca~ en situación pasiva ante la fÍ~dd del otro (padre,
~~sm4 Observa,'.do que la enferma cerraba el relato hermano, pariente). Y se entiende la razón: ¿ qué puede
t~ a una sene de sucesos con el lamento de haber hacer- la persona a la cabecera del enfermo con sus
sentzdo dolorosamente durante ella "lo sola que e t b " propios deseos, con sus deseos más banales, ante la gra-
( stehen significa en ale1nán tanto "esta " ~, a a vedad del estado del enfermo? La emergencia del más
d · ") r co1110 estar
e. pze .· y que no se cansaba de repetir, al conzu.nicar mínimo deseo basta para tornar a ese deseo culpable,
olla s.e'.'~ refer~nte a sus fracasadas tentativas de re- estructura que Freud había comprendido se hallaba
f°nstrn11 la antigua felicidad familiar que lo más d en la base de la represión. Una relación de este tipo,
oroso para ella había sido el sentimfento de "· o- la del culpable para con sus propios deseos, se halla en
poten · " z su znz-
cza y .~ sensación "de que no lograba avanzar la etiología de los sfutil'mas de Isabel. Culpa además
un solo paso en sus propósitos, no podian10s nzenos -según interpreta Freud- por sentirse atraída por
j" conceder a sus reflexiones una intervención en el su cuñado, el marido de su hermana, la cual, por lo
~sarrollo de la abasia y suponer que había buscado demás, enferma y muere. Será sobre el fondo de esta
dzrectamente una expresión simbo'l1·ca de situación doble o triplemente culpable que Freud bus-
· d sus pensa-
1111entos olorosos, hallándola en la intensificación de cará los acontecimientos vividos por Isabel, los acon-
60
61
· . ¡ que evi-
, segundo e¡entp 0
d
"Afiadirenzos to avia un . otras condiciones
tecimientos relevantes para entender los dolores somá- . . del simbolzsnzo
dencia la ef ,cacia
en ,
'oda atonnento a ec,-
C .
ticos. Pero aun, Freud sabía además que como buena distintas. Duran
te cierto pen ¡
el talón derec 10, qu
e le
histérica Isabel de R. era bien endofamiliar, es decir, 1
lia M. wi violento do ?': _en zos condujo a una época .
que se preocupaba por mantener, por sostener, por afir-
mar los lazos familiares, por mantener a la familia en
impedía and~r. El
en que la su¡eto se ,a
t111~~,t~ e:i un sanatorio ex:ranje'.J· .
te una semana, J,ab1~- ten, ~
un st--1tu qua de felicidad que el tiempo y la reaHdad Desde su llegada; y dw;tn ue se levantó, acudw el me-
desdecían. Las histéricas de Freud son endofamiliares, que guardar cama. El ,a q ra conducirla al comedor,
centrípetas: tiran hacia adentro los lazos familiares. . la hora de almorzar pa . ,era aquel dolor,
d ,ca a . (, por vez pm1 ., d
¿ Pero cómo iban las cosas en la familia de Isabel? Pa- y al tomar su braza ~''.' '; la escena desaparecw _al e-
dre muy enfermo, muerto, la madre lo mismo. La her- que en la reproducczon ~es me dominaba el m1ed~ ~
mana mayor se casa con un personaje bien desagrada- cir la sujeto: 'Por e11'.011e11tre los demás huéspedes e
ble para aquella histérica; a este hombre poco le inte- no entrar con buen pie
resa la familia, se lleva a Ja hermana mayor a vivir • 1 1/

lejos de la familia. En cuanto a la hermana menor: ahí


1 sanaion° · .
,
1 'poca dolores en los
las cosas funcionaban bien, sólo que Isabel se enamora enferma sufría, para edsa_ e rna' Ahora es a la
E s ta b guar ar ca . 1 d
(y no lo sabe, interpreta Freud) de ese encanto de hum•
,,.• pies que la obliga -~n ª. •ficante, semejante a a e
bre endofamiliar y respetuoso de la familia que su her- inversa: la operacIOnh.51fe'1 no sólo está en la based_de
mana había elegido por marido. Se lo ve, los proyectos la formación de un e_ is ' sino que aun, nos , ice
endofamiliares de Isabel derivan en un verdadero de- la producción del smtoma, 1 levantamiento del smto-.
sastre. Se podría decir: "En esa familia, las cosas 110 Freud es útil inclus?. para e . stedes me permiten-
andaban, no cmninaban 11 • He ahí entonces, nos señala ! n10· tiene utilidad -si u
rna mis ,
Freud, que Isabel de R. tampoco anda, no camina. terapéutica. . rrnite introducimos o aclarar
A saber, que hace su parálisis histérica ... Este ej"emplo nos pe l ·gn1"ficante tiene que ver
Escucho -como decía el cronista de toros- el . , de que e si . a
nuestra afirmac1on de la práctica ps1coan .
silencio en el ruedo. Silencio interesante pa.ra mí, ya con el límite mism? del ~amp:s modelo de toda forma-
que estamos hablando del alcance de las palabras, de !ítica. En efect~, si el ch1s~ee el analista deberá captu-
lo que por esencia debe ser escuchado. Pero es cierto ., · qué sera aquello q . algo que tenga que
que Freud se muestra cauteloso y no dice que el sínto- c1on, < b d 1 paciente smo b el
rar en la pala ra . _e define al modelo' a sa er'
ma sin más ha sido producido por esa operación seme- ver con la operac1on que .
jante a la del chiste, sino que dice que tal operación se • ·f·
s1gm ican .te? . ,. b
se lo sa e, P-pro se olvida
. , .
agrega a la producción, que "intensifica" el síntoma. La situación anahtica . - es una relación dialog1-
Pero es demasiado temprano para entrar a discutir tal enudo las consecuencias- \ación de palabras
a ro . decir una re h bría
cautela freudiana ... Vale más volver otra vez al texto, ca por excelencia, es , Pero sin embargo, a
al ejemplo que nos prometía para el final de la epicri- donde sólo median ~alabras.l elación, que únicame~te
sis del. caso (Obras completas, Idem., p. 101): que cuidarse de dec'.r que ~:/ relación de "cortiumca-
pasa por el lenguaje, es 63

62
ción". Lo que el analista "está a la escucha" de la pa- veces, placentero. Tal a veces el campo maravilloso y
labra, _es la operación "tero" que la habita, y no lo que tranquilo de la vida cotidiana, cuando de paseo en el
el paciente quiere decir. En lo que quiere decir y por monte alguien le dice a su mujer: "Oye, por qué.no lle-
interm_edio de esa~ fallas de la palabra, escucha '10 que vas este cántaro, y traes agua de la fuente para beber",
el paciente no quiere decir. La situación ana1ítica 110
y la mujer lleva el cántaro y lo devuelve con agua,
es una sit1;1ación de comunicación, y nada tienen· que mientras el señor juega con los niños en el suelo, y la
hacer aqm los modelos comunicacionales, los deriva- fuente pertenece a una antigua construcción románica,
dos teóricos de la ingeniería de la información. Esto de las que abundan en algunos hermosos pueblos de
P?r 1:1: \~do, pero si se entendiera la palabra "comu- España. Pero todo eso poco tiene que ver con el psicoa-
n1cac1on en un sentido, digamos, más humanístico, nálisis. En mi ejempló, lo único que tendrh que ver
c?mo "comprensión"; bueno, entonces habría que de- con el psicoanálisis es esa mención a lo antiguo, a la
cir q':e i:nucho_ menos. que lo que delimita el campo de presencia de ruinas. Pero es claro, las ruinas no tienen
la ?ract1ca ps1c?analítica es algo que -y en sentido nada que hacer con la comunicación. Lo que el psi-
activo- nada tiene que ver con la comprensión. El coanalista escucha -y traza así el campo de su prác-
a~alista no está ahí para comprender a su paciente. tica- no es lo que el paciente quiere decir, sino aque-
S1 _por fo'.tuna se escucha decir a alguien que s.: está llo que en su palabra traicionalo que casualmente no
psicoanalizando y que su analista lo comprende; se quiere en absoluto decir. Se. puede simpatizar, com-
puede estar seguro: ese análisis no funciona. prender a las personas; pero el psicoanalista no trata
Decía_ que esta situación, este campo bien peculiar, con personas, sino con un cierto sujeto ug,.,.táñro ~é~ca-
no podna ser modelizado con ideas derivadas de la broso, pleno de 1:-1~ª~-~?'-s y que se llama : ~ 9 t e .
teo~í:' de la coi:nunicación. Estos nacieron de la preocu-
pac10n de los mgenieros de que los aparatos que sir-
ven de medios de. comunicación (telégrafo, radio, telé- Resumen de A. Berenstein. Si se desea abrimos el
fono: etc.) fun~ionen bien. Es decir, que el supuesto diálogo y comenzamos a cambiar ideas. Y o quisiera
consiste en no interrogar lo que el emisor dice, sino en sefialar cie,-tos puntos, el ritmo del discurso escucha-.
tratar de t:asl~dar_ el infonne, de trar;s,;.itirlo, y de la do; marcw las escansiones. Y hay que decirlo así para
maner~ mas fidedigna posible, hasta el receptor del permanecer ce,-ca de nuestro campo, el que tiene que
me;1saJe. _A saber, el supuesto del modelo es que el ver con el escuchar psicoanalítico.
':n:11sor dice lo que quiere decir y que es bueno y bien Masotta abrió su segunda conferencia refiriéndose
ut1l. que el re.ceptor se entere del modo más perfecto al libro de Freud de 1900, La interpretación de los sue-
posible de es~ mismo, de lo que el emisor dice, y esto ños. Masotta se refiere en especial a la lib1·e asociación
p~rque lo qmere decir. En este sentido, ¿no se podría y a la búsqueda de la significación, pero no en el re-
afirmar que la vocación de la teoría de la comunica- ferente, no en aquello a lo que la palabra remite como
ción, de la ingeniería de la información es bien huma- a su significado, sino a lo que ocurre en la cadena del
nística? ¿No nos prometía ese seño; llamado Mac discurso. El sujeto no sabe lo que dice o no dice lo que
Lugham, un mundo mejor a raíz de los inventos mo- quiere decir, o cuando dice lo que quiere decir no
dernos de la información? sabe lo que está diciendo. No sabe que está diciendo
Comunicarse: eso puede ser bonito, e incluso, y a algo que tiene .que ver con la verdad en el momento
64 65
mismo que se equivoca con las palabras, en el momen- formación del inconsciente: también el lapsus, el sue-
to en que, y sin dejar de decir, no dice lo que quiere. 110, el olvido, los actos fallidos, el síntoma. Se hace en-
No hace falta más para introducirse en la fórmula de tonces referencia al caso de Isabel de R. para mostrar
Lacan: "el inconsciente está estructurado como un len- en el síntoma wt juego de palabras: la familia no cami-
guaje". Se recuerda entonces el curso de Freud de In- na, ella tampoco. He ahí su astasia-abaxia. Se recalca
troducción al psicoanálisis para llamar la atención so- que en toda formación se expresa el deseo. Pero punto
bre el orden de los temas elegidos por Freud: los actos importante: el chiste no sólo es modelo de toda forma-
fallidos, los sueiios, y finalmente la teoría sexual. Ma- ción, sino que su operación, el significante, delimita
so/ta retoma fundamentalmente el problema de los el campo más propio de la práctica psicoanalítica, el
actos fallidos y los sue,,os para referirse al significan- de la relación del· analista con el analizado. Sin duda
te. Freud comienza por los fallidos, los de palabras en que el chiste es modelo también de ese campo: no hay
especial, cuando trata de probar la existencia del in- chiste sin otro que se ría, a saber, que es el otro el que
consciente. Mediante esos fallidos el sujeto puede decir sanciona el chiste como tal, por donde ese otro aparece
lo que no quiere decir. Se señalan entonces cuatro pun- como esencial a la palabra. Ello nos lleva en efecto a
tos fundamentales en torno a esos fallidos: 1.', que tie- la relación analítica misma. Cuando escucho 110 escu-
nen sentido; 2.º, que tienen que ver con el dese9; 3.º, que cho en efecto. lo que el paciente quiere decir, sino lo
tienen que ver con un 111ovin1iento de oculta,niento; y que 110 quiere decir, lo que para nada quiere decir. Tal
4.º, que tienen que ver con la 1nanera de aparición formulación poco tiene que ver con la teoría de la co-
del deseo en la palabra. En cuanto a los suefios, la fór- numicación, ni con ninguna idea -por ,nás hwnanísti-
mula freudiana es fundamental: los sue110s son una ca- de comprensión. Entre el psicoanalista y el psi-
realiwción de deseos. Masotta suspende entonces la te- coanalizado ( el psicoanalizan te, habría que decir) no
mática del deseo, para insistir de lleno en la cuestión está en juego nada del orden ele la simpatía, de la com-
del significante, a saber, en la palabra. prensión. El concepto de comunicación poco nos ayuda-
El significante es un término que Freud no utilizó ría a entender qué es lo que está en juego en el psi-
y que proviene de la linguistica saussureana. La defini- coanálisis.
ción de significante: que es la palabra misma. Las ca-
racterísticas se11aladas: que toda palabra puede remitir Agradezco a Berenstein su excelente resumen. Pero
a más de una significación, que importa de la pnlabra al oírlo me di cuenta que en esta etapa de mi. expo-
su aspecto sonoro, que hay una relación arbitraria en- sición la _m::\nera en que presenté las ideas ha sido un
tre la palabra y la cosa, entre la palabra y el signi- tanto perentoria, como dogmática. La afirmación por
ficado. ejemplo de que la relación analítica no es una relación
Se hace referencia en seguida al voluminoso traba- de comprensión, ni de comunicación. Afirmación un
jo sobre El chiste y sus relaciones con el inconsciente, tanto grave. Es que la gente a menudo, y con buena vo-
y se insiste en el hecho de que el chiste es un fenóme-
no de palabras, o de juego con las palabras. La palabra
permanece y el significado se desliza. El efecto de sen-
luntad, quiere practicar lo que llaman "psicoterapia".
Y entonces se esfuerzan por comprender. .. ¿No hay
t
/
gente acaso a quien le gusta ... ser psicoterapizado ...
tido producido con este juego de. las palabrns es el por la simpatía? No bromeo. AqÚí está el punto, el que
chiste. Masotta se11ala en el chiste el modelo de toda sella la diferencia y además toda idea de relación posi-
66 67
bl~ entr_e. l~s psicoterapias,, las psiquiatrías, etc., y el
ps1coanahs1s. Como ven, m1 dogmatismo tenía al me- ya me han escuchado: que la pu!sión no tiene objeto,
nos un fin: alertar a ustedes, despertar la atención. que el si 3 i f i c a n t ~ sin más al significado,

que el aber sobre la S"E!Jlli ad esJ::Lseparado...de-la
se!s]J_alid~lrrreme, que el sujeto en cuestión es-
Pregunta. Se entiende su intención de mostrar lo tará siempre demandando por consiguiente algo a! ana-
que a su entender constituye lo propio del psicoaná- lista: Saber.
lisis, y que no tendría nada que ver con lo que se llama Pero ocurre además que la gente siempre s¡¡be de
co1nunicación. Pero entonces, ¿có1no es posible el deci- qué está hablando. Como aquel médico que una vez le
fre del significado de los síntomas? No me opongo a lo contestó en tono molesto a Freud que la histeria era
que usted dice, le pregunto. En el psicoanálisis los sue- una enfermedad de mujeres, porque la palabra histeria
11os y la libre asociación tienen un lugar capital, Pero provenía de "útero". Y usted, quien me pregunta, hace
como pasar desde ellos a la interpretación del psicoa- si se quiere una operación semejante: cuando nombra
nalista. ¿No hay múltiples maneras de interpretar? Por la palabra interpretación cree entender que la palabra
lo demás, hay una pluralidad de casos, muchos tipos le deja entender de qué está hablando, para salir de
diferentes de neurosis y de neuróticos. ¿Qué es lo que este atolladero bastaría que se invirtiera algo. El con-
ha pasado en cada caso? flicto del sujeto es un nudo donde ni pulsión ni signi-
ficante le sirven de garantía de nada, y él en verdad
Pues si mal no entiendo, la pregunta sería: si no está bien neurótico a raíz de que nada quiere saber de
hay comunicación ni comprensión en el diálogo analí- esa falta de garantías. Cuando usted pregunta por la
tico, ¿en qué consiste la interpretación? garantía de la interpretación, ¿ de qué lado se coloca?
- Quiero decir, que la interpretación, como palabra,
se ubica en el interior de un campo donde un sujeto
Pregunta. Pero me gustaría completar lo que que- busca garantías. La pregunta por la garantía de la in-
ría decir. ¿Qué garantía hay de que la interpretación terpretación es entonces la pregunta misma de ese su-
que se hace, digamos, de los actos fallidos, de los datos . jeto idéntico al neurótico que se encierra en su nece-
de la libre asociación, es correcta? ¿Qué garantiza la sidad de pedir garantías. Al revés, de ninguna inter-
corrección de la interpretación? . pretación se podría decir que consistió o que dio con
la verdad absoluta.
Es que alguno quisiera comentar, o contestar estas Lacan diría que la pregunta por la garantía es una
pregur,tas. Ellas seüalan dos vertientes: por un lado, pregunta de universitarios. O lo que es !o mismo, que
y dada la crítica a la idea de comunicación, ¿ qué sig- pertenece al registro de las resistencias sabias al aná-
nifica interpretar? Y por otro, ¿ quién garantiza la pa- lisis. La pregunta por el criterio que da garantía de la
labra del analista, su interpretación, ante el relato del ii:iterpretación no es una pregunta para ser contestada_,
paciente? La pregunta por la garantía de la interpre- smo para ser replanteada. En psicoanálisis se trabaja
tación me ha inspirado. Pero ayúdenme ustedes en mi únicamente con palabras. ¿Pero quién podría dar ga-
trabajo de hoy, conducir a ustedes a las ideas de la rantía de que un significante conduce únicamente a un
teoría y a la práctica psicoanalítica. Vuelvan a lo que único significado? El psicoanálisis en verdad pone en
aprieto al concepto j,urídico (y por lo misnío, persecu-
68
69
t?rio) de garantía. Cuando el paciente busca la garan-
ti_a de¡:nanda Saber sobre su deseo, intenta estabilizar Me parecé haber ya comenzado a contestarle en la
ciertos lugares de sí mismo que la gente llama intimi- segund¡¡ parte de lo que acabo de decir. Pero se podría
dad ~ ~~e tienen que ver con el goce y el sexo. En psi- agregar que no hay por qué no pedirle, exigirle, ciertas
coanah_sisfa garantía es lo que el paciente no podrá cosas a aquél que se plantea en posición de analista.
Bueno, con respecto a su formación, y además que él
no pedir, y en este sentido tal pedido pertenece al cam-
po de ~a Transferencia. Por lo demás, una teoría que mismo se haya analizado. Pero no quiero hoy hablar
de_nuncm ~ toda epistemol_ogía de objetos dados, es ella de este punto, que es muy delicado, y podría generar
ciertos errores, ..
misma _epistemología, en el momento de su práctica, de
una episteme cuestionada.
,:~ro para co_1;testarle a usted. No existe, en psicoa-
nahs1s, en relac10n a la interpretación más criterio de
Pregunta. ¿Pero no importa que el psicoanalista
controle a sus pacientes con otro psicoanalista? La
verificación que comprobar si el análi~is marcha O no cuestión del control, el tiempo que ha controlado ...
¿Pero cómo Saber si un análisis funciona? Hay ún;
manera: entender qué ocurre en la transferencia la Recién tratamos de introducirnos e-i:; algunas ideas
relación analítica por antonomasia. Dicho de otra ~a- básicas del campo del psicoanálisis, y estamos hablan-
nera: el criterio.: de verificación es que -la relación anaR do de formación del analista, de controles, etc. Pero
lítica ~unc(one, .que marche hacia adelante, que se abra en fin, no es culpa nuestra. Quien se plantea un punto
una _hist~~m, que el sujeto en cuestión pueda andar en del campo psicoanalítico termina pronto planteándose
la d1recc10n de su deseo. Desde Franco -a otros censo- el conjunto de sus cuestiones. Pero para hablar poco:
res, ustedes sab 7n, h_ay mucha gerüe que se preocupa digamos que la cuestión del "control" tiene en prime-
en general para que la gente no tenga historia. y yo II
rísimo lugar que ver con las garantías". Si un psiR
me temo que quienes se ponen del lado de los amos II
coanalista fuera a buscar, al controlar" a sus pacien~
son los mismos que temen por las garantías. El analis- tes, la garantía ... ; en fin, ¿se dan cuenta ustedes lo que
ta no le pide al paciente que sea serio en su decir. Sino habría que pensar de ese psicoanalista? Lacan dice
a_l_ revés, que sea errático; que asocie libren1ente en que el psicoanalista se debe a sí mismo ... Es sólo des-
fm ...
pués de haber reflexionado sobre este punto primero
y capital que hay que plantearse la significación y la
necesidad de los controles ... Por lo demás, el término
Pregunta. La respuesta me parece adecuada sirve "control)', ¿no es un tanto policial? Pero este punto
para ilustrar nzuchas cosas. Sin enzbargo mi pr;gunta es arduo. Confío que algún día podremos hablar de él.
no se dirigía tanto al lado, digamos, epistemológico de
la ver1ad en sí, sino al lado terapéutico, a la capacidad
de la znterpretación de producir efectos terapéuticos. Pregunta. ¿Qué se ha de pedir al psicoanalista e11
¿En qué se garantiza el terapeuta? ¿En su propia ex- relación a su formación?
periencia? ¿De dónde surge la garantía de que y si bien
él sabe que no posee la vúdad, tampoco ha de hacerle Como decía Freud, no mucho que tenga que ver con
dafzo al paciente? · · la medicina, Mas bien con la lingüística, la lógica, la j
literatura, el estudio antropológico del mito... -
70
71
Pregunta. ¿Pero la enfe d d .
ver con la sociedad, ·Q é drme a n_o tiene nada que Pregunta. ¿Cómo es que, si en todo acto que entran
· · e u e 1naterzas ca . l
gza, economía, historia del a czvz
. ·¡zzaczon?
· ., . mo soeza o- en relación dos individuos hay comunicación, cómo es
que en psicoanálisis se puede plantear que no hay co-
Otra persona. municación? No creo que ahi no haya comunicación.
en tono burlón). y yo aiiadiría la medicina (lo dice ¿Pero no será que en el acto analítico se ejerce una
dominación por parte del analista sobre el analizado?
Otra persona. Sin embar o al d b
ver el psicoandlisis con la gd_ . go e e tener que La pregunta parece ingenua. Concedo que aclarar
aquí de enfermedades ment 7'e zctna. He oído hablar definitivamente lo que estaba en juego en lo que yo
a es ... llamaba mis afirmaciones dogmáticas, pue;le-.nO,.c~er
Berenstein. y O diría fácil. Tal vez pueda ayudar que en una diséiplina_teó-\
tema de la farmacia', 1 d z' par!~ centralizar un poco el rica nunca se ,trabaja con objetos reales sino con-con-
h ay una afirmación- u e ana zsta • que en su pregunta cepJ_Qs.-Cuando usted ve dos individuos jun(o;;, ve ahí
ser médico. . q e para ser psicoanalista hay que un objeto real: se comunican. Yo le preguntaría a us-
ted en cambio qué entiende por comunicación, cómo
la conceptualiza usted.
La misma persona No y .
clínica. Enfennedad : "f. · ~ ~soeza enfermedad a
sa ber un míni1no de szgnzd. zca
.
clmtca ¡· . . .
y e znzca szgnzfica
La misma persona. Entiendo que la comunicación
. 1ne zczna. es un fenómeno objetivo, independiente de la inter-
pretación que se de a la situación. Aun, y si dos perso-
Hay asoc1aczones
· · peligros d nas se encuentran y no hablan, si permanecen en silen-
das. La relación de I f as, que eben ser revisa- cio, hay la misma comunicación.
.. • · no es obvia la
gu1st1ca a den ermedad
· f mental· con 1a lin-
. . • e 1a en ermeda-' m t 1
me dzcma parece indiscut"bl1 e. Camo se ~sabe,en a con la Me gusta la idea de que el silencio sólo existe en
cüscutió. Freud Ja
un universo de palabras. De la misma manera que decía ·
¿ Pero no alienta que h bl que no hay fetichismo entre los animales, agregaría
cuestiones? ¿Pero no ya a emos de este tipo de que los animales no conocen el mismo tipo de silencio
to do que según m d" esunpocop rema t uro? Sobre que nosotros. ¿Pero quién osaría decir que los anima-
. . ' e icen no hay · .
l zc1a. Pero está bien . sob , t d aun ana 1zstas en Ga- les ignoran el silencio? Del mismo modo, nunca dudé
por una razón fundame~;at o que hablemos ... y ello de que uno se comunica con su perro. Tal vez fue si-
sentido (lo que d" · · porque al menos en un guiendo a esta idea que un genio como Gregory Bateson
zgo no es una af ·, ..
tual) no se hace un . • zrmac10n antnntelec- se puso un día a estudiar delfines. Por lo· demás, ¿no
misión de la teoría s~s1coana1zst~ con libros. La tras-
hay otro modo de comunicarse que mediante palabras?
del analista y su rela~~~\~~ pszcoanális!s el análisis Alú están los gestos. Sin embargo, observen ustedes,
supone siempFe un . 01:~s analistas, lo que
a cierta trasmisión I d b hay una diferencia de lógicas. Es cierto que se pueden .
E sa trasmisión pertenec I d" . ?ra e1 sa er.
. e a zscurso psicoanalítico. cometer actos fallidos con gestos : socudir la cabeza
72 diciendo no cuando en verdad uno con cortesía debía

73
haber contestado que sí. Pero no s .
gestos. En este sentido (. e puede ·asociar con si se quiere, es el analizado quien lo otorga : parte de
entero), los gestos no sper'.' esto llevaría un seminario eso tiene que ver con lo que se llama transferencia,
0
·
psicoanalítico . n m terpret a bl es en e] sentido
del t.erm1no. Pero en análisis la transferencia es lo que debe ser
analizado, lo que h~y que liquidar, disolver. Pero aun,
¿se ha reflexionado sobre qué cosa es el poder? En
Pregunta. Entre lo u . - primer lugar todo pqder se quiere central. Ustedes en
y lo que usted Maso/la c~ ~ m, campanero preguntaba España no lo ignoran. Pero en la situación analítica
rece claro que qui:n
trones de cotnunicac·.
e~::r.
por donde se podr'a v I n esta j"e parece ver una veta
a P ante~,- la cuestión. Pa-
ecel, en _pszcoanálisis, los pa-
el psicoanalista se des-centra hacia .el psicoanalizante,
al que conduce, apoya, hacia su descentramiento. Le in-
duce, lo repito, a que sea errático ... le conduce para
. l zon, es e pszcoa ¡ · . .
do os en parte, ·desea1·¡· ¡ ¡ · dº na- isla, iecortan-.
I zcanc O que pueda hablar de lo que generalmente calla, de los
b!e1nática. ¿Qué ti de e a. zn . z_vlt1uo en su pro- objetos múltiples, erráticos, de su deseo. Pero en se-
p:anteo que el psic1::a.nalist o17u;11c_aczon e:tiste en- este gundo lugar, no hay poder sin relación del poder con
¿No se podrá hablar ª e ~ace al psu,c"-nalizado? el goce. Lo que en el poder queda prohibido es el goce
calificadora? en es 1e sentido de dominación, des- del otro. Aunque es cierto que de cualquier manera el
otro goza, masoquísticamente .... Este punto es funda-
Otra persona. Pienso que el rob/ mental para entender qué es el psicoanálisis, puesto
lado. El terapeuta está ahí / _ema queda seiia- que el descubrimi(;nto fundamee- ~-al de Freud consiste
separados por una raya E , j e paciente ahí: ambos en haber denunciado que la en errn •dad es goce~~
Es en ese espacio . l n e nzedzo, un espacio vacío masoquístico (autocastigo"°i,-1-lus ér.ico-en-el-sírítoma
. que a palabra . • ·
senil do. ¿Qué garant. , p . gaiantza carece de somántico de conv_gsión). Pero en el discurso del po-
ºd za. e1 o entonces la co1nunzcación
que pz es no tiene sent·do
.
z ... der, en la lógica del poder, este goce del otro queda
ocultado. Prohibido y ocultado. Razón por la cual tan-
Otra persona. Al hacer. a ·e ta gente arna a los amos. Pero además, el psicoanalista
de la problemática de ¡ 1 no el cmnpu analítico
. a conzunicac · · •¡ no prohibe el goce. Pretende dejarle hablar, devolverle
un pairan de dominio sob1·e l 1· zon, so o se pone a la palabra, dejar que se muestre, en la experiencia
· ·
entenas de co1ni1111·ca . .
e ana
l izado Q · fija los
. u1en
es e a 1 ¡- analítica misma, su origefl, su estructura, las condicio-
1o que está en juego esczon
la do . _ '. ~ zsta. En el fondo nes de su formación. Por Jo demás el psicoanálisis deja
el psicoanalista. mmaczon del analizado por al goce sobre la tierra. Los amos lo prornelen para pa-
sado mañana, lo anudan al castigo y al látigo, lo per-
Tal teoría no es novedosa E . mj¡en si uno se redime, si paga sus culpas. Como el
comunicación y terapeut . . . x1ste u.n teórico de la psicoanáiisis nada tiene que ver con todo esto, tal vez
a mgen10so qu ¡
vez que le preguntan algo p ' e ~ expone cada es por ello que haya tanta gente que nada quiere saber
P?r qué el psicoanálisis nada ;i:: le explicaré a usted del psicoanálisis.
g1ca del poder. O me1·or . . e que ver con una ló-
. . , y s1 tzene que v
psicoanalista trabaja en O t d ~r'. es porque el Otra persona. Sería bueno dejar de lado el poder
c n ra e esa log1ca. El poder y comenzar a hablar de religión. ¿No es dogmática la
74 '
75
------ ____ , _____
concluye en el Receptor (la dirección del movimiento
contestación de Masotta? ¿No ha anulado Masotta la · se invierte luego). En la relación analítica quien emite
pregunta? La pregunta es irrelevante sólo él está en el mensaje es el Receptor, al que Lacan llama Otro,
posesión de la verdad de la teoría... ' con mayúsculas, y que no es Dios. Los mensajes que
nosotros aparentemente emitimos según nuestra volun-
Usted dice que mi respuesta ha sido dogmática y tad y nuestro querer, son para la teoría psicoanalítica
que ha excluido a la pregunta. Que he contestado que Mensajes que se emiten en nosotros y que se originaron
la pregun'.a no entraba en el campo psicoanalítico, y
en Otro lado, en uria estructura. ¿Recuerdan el catedrá-
que al d~c_i;lo he convertido a la teoría en dogma, como
tico del ejemplo que clice cerrar la sección en el mo-
en la rehg10n. Me parece que todo esto no es cierto. Cier-
ta práctica de la enseñanza me ha enseñado a perma- mento en que va a inagurarla? ¿Quién emitía tal men-
necer atento a las operaciones que realizo mientras saje? El psicoanálisis contesta que ello es analizable,
deb'? responder. En primer lugar yo no afirmé que no que remite al desrnontamiento de una estructura, que
h~b1era comunicación en general, sino que cuando me- en esa estructura está en juego el deseo, el goce ... etc.
dian las palabras la relación debe ser conceptualizada Hay además unas diferencias de lógicas. Mediante pa-
d_e una manera que es ajena a los modelos comunica- labras (fenómeno que Freud llamó Verneimmg, dene-
c1onal_es. En _tanto la_ persona de la audiencia (es lo que gación) se puede diciendo "no" afirmar el reconoci-
?ºs d1ferenc1a) no distingue entre objeto teórico y ob- miento profundo de un deseo inconsciente. Pero pien-
Jeto real, ella siguió insistiendo en esta idea: la relación sen ustedes lo que podría ocurrir, cuando en alta mar
analí!ica e~ _u?a rela_ción de comunicación, y si es que dos barcos se comunican con un código de banderas y
el_ J?S1coanahs1s lo mega, entonces sólo habrá que de- se informara lo contrario de lo que se desea ...
d1cir que la relación analítica es una relación de domi-
nación. _Hay ahí sólo entonces un amo y un esclavo. Una persona. Todo ello no niega que en la situa,
Conteste que no se podía homologar la posición del ción analítica hay una situación de comunicación. Cuan-
amo con la del psicoanalista: el discurso del amo es do se comunica algo que no se quería comunicar no se
centralista, ig;1ora ~¡ deseo, lo prohíbe, excluye el goce deja de comunicar. Las ondas sonoras de la l!OZ se ex-
del otro; o bien, solo lo incluye corno panacea de la tienden y deben ser captadas por algún tipo de mem-
relac(ón rnis~a de dominación. Es el masoquismo. Para brana: es la oreja del psicoanalista. Pero supongamos
el psicoanalista el masoquismo no sólo es analizable que en efecto, y por motivos teóricos, encontremos que
sino que debiera ser disuelto. ' la comunicación no es deseable en psicoanálisis. Sin
embargo, y no por ello, la comunicación deja de existir.
Otra persona. Su última reflexión es interesante
aclara lo que tiene que ver con la relació,r amo-esclavo'. Hay en lo que usted dice un desplazamiento del lu-
¿Pero no deja sin contestar por qué el psicoanálisis \ gar donde ponía yo en mis palabras la significación.
puede no ser una relación d-e co1nunicación? Pero sea, esa relación de los efectos físicos sonoros con
i la membrana del tímpano constituye lo que los teóri-
Tal vez resulte útil explicar las cosas de esta mane- 1
cos de la comunicstción han conceptualizado como Ca-
ra. Cuando se habla de comunicación, hay un vector
que se origina en el Enzisor, pasa por _un•Mensaje, y ( nal o Contacto. Lo malo fue, para esos modelos, que
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cuando se puso el acento en el Canal se termlnó creyen- de una multitud de precauciones. Intranquilícese us-
do que el mensaje sólo remitía al querer decir del emi- ted: creo e¿ efecto que en más de un aspecto la histo-
sor. Decía que el poder está incluido en el discurso ria, entendida como cambio de los usos y presiones
analítico en la medida que la piedra de toque de ese culturales, puede ser considerada como invariante cuan-
discurso es la transferencia. Pero que en el análisis do se trata del sujeto del que se ocupa el psicoanálisis.
ésta deberá ser disuelta. Pero además, ¿ qué entienden Sin embargo, y al revés, los individuos son efectos,
por poder? ¿ Es seguro que no codifican ustedes el po- hijos de su tiempo. Pero de época en época hay algo
der como opuesto a lo que podría ser el libre juego de que se repite: se ama por ejemplo y según la época de
las opiniones? Para ustedes, tal vez, lo otro del poder distintas maneras, pero ninguna época ha resuelto las
es el liberalismo. Lo malo es que se ignora así el con- aporías del amor. Si la pulsión no tiene objeto es por-
cepto de inconsciente. Cuando en la Casa de los Comu- que seguramente no lo tenía en la época de Sócrates
nes, en el Parlamento inglés, se contraponen opiniones, y Alcibíacles. Por lo mismo, la historia varía mientras
el sistema puede ser todo lo bueno que se quiera, según que el deseo es invariante. Basta releer El Banquete
el gusto político de cada uno, pero el inconsciente. en para comprender que lo que ocurre ahí a nivel del de-
tal situación hace de convidado de piedra. Hay algo, seo entre Sócrates y Alcibíades se parece en más de
ustedes saben, en el liberalismo, que debiera ser recha- un punto a lo que se plantea en la situación psicoana-
zado. Si no fuera así el marxismo no hubiera existido. lítica.
Tal vez no se "libere" la verdad contraponiendo opinio- Todo lo cual no significa que afirme yo que el psi-
nes. Pero en el psicoanálisis es distinto: en tanto lo que. coanalista y su psicoanalizante puedan ubicarse fuera
está en juego es algo que tiene que ver con el deseo de la historia real. Confieso además que me gusta la
inconsciente, algo entonces que tiene que ver con la tesis de Guatarí (ca-autor de E/ ,antiedipo, libro que en
vetdad del sujeto es lo que está en juego. No lo que el cambio no me gusta), tesis que no sé si conocen y en
sujeto cree de sí, su opinión, sino lo que estructura su la que se habla de una "transversalidad" del deseo; a
opinión ... saber, que· el deseo muerde en los objetos que son los
objetos de la historia, los conflictos sociales, las coyun-
turas políticas. ¿Pero no es ·suficiente por hoy? .
Pregunta. (Inaudible).

Berenstein. Lo que usted de alguna manera intro-


duce ahorn es la teoría de que la sociedad oprime a la
persona y que por medio de la fmstración produce los
síntomas de la enfermedad. Y al mismo tiempo afirma
una posición cercana a la antipsiquiatría de Laing.

Esa cuestión del individuo en relación a las varian-


tes e invariantes históricas, que usted ha introducido,
y que seguramente cobra sentido en un modelo experi-
mental de control de datos, sólo podría ser útil después

78 79
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IV

Vimos apai;ecer en Freud la idea fundamental de


que el chiste es modelo; a saber, paradigma de toda
t formación. Es su operación, aquello que produce el
chiste como resultado, lo que es paradigmático para
l Freud. La permanencia de la palabra y el deslizamiento
·del significado. Para que haya chiste el sentido debe
pasar por un cierto estado peculiar, quedar obturado
primero, para inmediatamente abrirse pero hacia una
nueva dirección: primero extravío del sentido, y des-
pués sorpresa.
Pero agregábamos: el significante define el límite
del campo mismo del pscioanálisis como práctica. Aquí
quien habla no emite lo que dice : quien habla es el
inconsciente. En el lapsus el sujeto recibe un mensaje
que proviene de otro lugar (o del lugar del Otro); esas
fallas del lenguaje constituyen en primer lugar para el
psicoanalista las huellas de una pista que no hay que
perder, la del deseo inconsciente. El emisor, dice Lacan,
recibe del receptor el mensaje: pero aun, lo recibe en
forma invertida. El catedrático de nuestro ejemplo pre'
tendía querer abrir la sesión; el lapsus dejó escucha;
al revés que quería terminar de una vez con ella. Es
preciso una oreja peculiar para seguir la pista de estos
1 - retorcimientos de la dirección del querer decir.
Habíamos evocado el orden de temas que Freud eli-
ge cuando quiere guiar a su audiencia hacia una I ntro-

81
ducción al psicoanális"is. Primero el lapsus, el equívoco, ven para mostrarnos bie.n rápidamente hasta qué punto
el acto fallido: todos fenómenos de nuestra vida des- los_ :~eños realizan un deseo, pero Son engañosos si
pierta. Pero inmediatamente, nuevo tema: el sueño. En qms1eramos aprender de ellos la estructura misma del
el pasaje de un tema a otro emerge en la obra la mues- deseo en cuestión. El deseo 'parece definirse en ellos
ca fundamental: el deseo. La fórmula freudiana de que por su objeto; lo que no ha sido alcanzado en Jo real
el sueño es una realización de deseos se ubica sin duda aparecerá conseguido en la pantalla alucinada del sue-
en el fundamento del campo teórico y práctico del psi- ño .. Que el sueñ:' e~ _una realización del deseo signifi-
coanálisis. Que el sueño sea la realización del deséo no cana que la pnvac1on real aparece en positivo O tal
significa, nos dice, sino que el sueño es el guardián del cual en el sueño. A11ora bien, hay que ponerse por lo
dormir. O bien el deseo se realiza en la vida despierta menos de acuerdo en esto: el objeto del deseo no es
a través de las fallas de la palabra, o bien se realiza jamás <:_l objeto alucin_ado, así se trate de la pantalla
en la pantalla del sueüo, para permitir que el sujeto del sueno o de la alucmación psicótica. Lo saben bien
duerma. Se lo ve, debe haber algo dolqroso en el de- los psiquiatras cuando se topan con los productos fron-
seo, inabordable para la conciencia despierta. El deseo dos_os de la alucinación delirante. Un delirio no es fácil
no es la panacea de la conciencia. de '.nterrogar ni de interpretar. Por lo demás la alter-
Pero cuando aborda el estudio del sueño nos vemos nativa o privación real o logro alucinado, conduce a un
pronto enfrentados con el significante. Gusta a Freud modelo teórico falso, incompleto. El error consiste en
citar el ejemplo de Alejandro con sus ejércitos ante ma~ejarse en do_s reg_istr~s y únicamente en dos; 0 hay.
la ciudad de Tiro, quien tiene un sueño que pide a un realidad o hay 1magmac1ón. Pero ustedes han visto·
intérprete que descifre. Alejandro había soüado con un el inconsciente tiene que ver con el lenguaje, con la es:.
Sátiro, y el intérprete le dice: "¡Adelante, Alejandro, tructura del significante, con la palabra. En un modelo
tu sueiio quiere decir que tuya es Tiro (Ta Tiro)!". Mas corre~to habría que hablar de tres registros, introducir
en su afán didáctico Freud debe comenzar por mostrar el reg1stro de la palabra y de lo simbólico ...
que el sueüo es en efecto una realización ·de deseos. · Sólo en un campo teórico de tres registros es posi-
Utiliza para probarlo, de la manera más económica, los ble inscribir entonces la pregunta por el deseo. ¿Cómo
sueüos infantiles y los· de privación. Se recuerda el comprender la frase freudiana según la cual el sueüo es
ejemplo de la niüa Ana Freud, a quien en la víspera se una realización .del deseo?
le había prohibido que cogiera cerezas y que en el sue- An1:_e todo habría que recordar esta idea simple. En
110 se come todas las cerezas. Freud cuenta también el el s_ueno el deseo se realiza pero ---<:orno nos viene a
ejemplo de otro niño que había visitado las montaüas decir Freud- sólo lo hace disfrazándose. A saber, que
pero sin llegar hasta un lugar al que habría querido entre el deseo y el sueüo como realización median.
llegar; en el sueño el niüo se ve ya en ese lugar. Lo l~s disfraces. En el sueüo todo queda desfigu;ado: los
mismo con los sueños de privación. ¿ Con qué sueüan disfraces son funciones de la censura que el deseo debió
los exploradores del polo sino con todo aquello que no atravesar. Por lo mismo,. hay compuertas, pasajes, dis-
tienen, el calor suficiente, comida caliente y abundante, fraces, mediación; es decir, la relación del deseo a su
etcétera?, objeto en el sueüo no es directa.
Sin,, embargo, teóricamente hablando, estos ejem- ·•·.. "J?~seo beb~r un vaso de jugo de naranja" -pide
plos eran peligrosos. Freud no deja de señalarlo. Sir- - un nmo despues de haber bebido dos vasos de agua y

82 83
un jugo de limón-. En el deseo hay algo que falta, · también, que el paciente es capaz de rebajar su ansie-
pero es una falta excesiva. Por ello los sistemas sociales dad. Cuando. elabora el paciente puede darse tiempo:
nada quieren saber del deseo. Si los individuos afir- es lo que ocurre con el deseo en el sueño. En el sueño
man la falta mucho más allá del mínimo que necesitan, el deseo se da tiempo. De ahí el valor terapéutico posi-
¿a dónde se va a llegar a parar? El psicoanálisis plan: tivo que a veces es posible reconocer al soñar. Un pa-
tea, en cambio, al deseo en primer lugar, promueve, s1 ciente depresivo ha venido a sesiones durante tres, cua-
se quiere, tal exceso de la falta. tro meses, sin pronunciar palabra. Dice que no tiene
También podría decirse que él deseo es ·la insatis- nada que decir. Un dia relata un sueño: sin duda hay
facción como resto después del colmamiento de la ne- que conceder a la aparición de ese sueño un carácter
cesidad. El deseo vive de su insatisfacción, resguarda dinámico; algo ha comenzado a elaborarse en e'. pacien-
esta extraña función: la función de la insatisfacción. te, algo que tiene que ver con su deseo inconsciente
Freud lo decía con todas las letras: ningún objeto coin- pasará ahora a la relación con el analista. Freud habla-
cide con el objeto que el sujeto busca. El deseo es ba de Traumarbeit, de trabajo del sueño. Es el trabajo,
como una lanzadera, que sigue tejiendo cuando al ojo la elaboración del deseo. El sueño es la jornada del
le parecía que el trabajo estaba terminado. Esta rela- deseo, el lugar de su producción y de su articulación.
ción profunda del deseo con la intisfacción liga el deseo El sueño es el lugar donde el deseo se elabora, se
a la labilidad del objeto de la pulsión. articula y se da tiempo; lo contrario qe quien pensara
Volvamos a nuestro interrogante. ¿Qué significa la que el objeto del deseo aparece en persona en la pan:
frase freudiana según la cual en el sueño el deseo se talla alucinada del sueño. En el sueño el deseo no ob-
realiza? Habría que contestar de esta manera: quiere tiene a su objeto directamente, sino bien indir.ectamen-
decir que en e] sueño el deseo se articula. A saber, que te: por procuración, de sesgo, por medio de desvíos.
encuentra sus eslabones, se constituye en secuencia de Procuración: quiere decir algo sencillo. Hay ahí una
representaciones. Por intermedio de la libre asociación cesta y yo quiero alcanzarla. O bien, me pongo de pie y
el análisis descubre que el sueño contiene un conjunto voy a buscarla. O bien le digo a mi madre, que está
de representaciones, de recuerdos, de vivencias relacio- más cerca de ella, que me la alcance. Éste es el caso del
nadas entre sí. Por lo mismo, que el deseo se articula deseo: que me procuro la cesta por medio de la ayuda
en el sueño significa decir que en el sueño el incons- de mi madre. Yo, mi madre, y entonces, recién la cesta.
ciente trabaja, recuerda las vivencias, las relaciona, y He ahí una articulación, una cadena de tres eslabones.
produce un resultado : el sueño. Decir que en el sueño Pero existe un ejemplo inmejorable para hablar de
el deseo se articula es lo mismo que decir que en el la elaooración, la articufación, la procuración indirecta
sueño el deseo se elabora (para usar esta vieja palabra del objeto: los dibujos de un humorista norteameri-
conocida de psicoterapeutas y psicoanalistas). ¿Pero a cano, cuyo nombre no me viene en este momento a la
qué se refieren ellos cuando dicen que el paciente "ela- memoria, bien conocido y festejado por el público de
bora"? Quieren significar la incorporación positiva del su país allá por los años treinfa. Sus dibujos eran in-
trabajo terapéutico, que el paciente por ejemplo es ca- confundibles, aparecían todas las semanas. Siempre se
paz ahora de situarse de manera distinta en r_elació? a trataba de lo mismo, aunque los objetos de la articula-
sus hijos, a su mujer. A saber: que puede sunbolizar ción fueran distintas cada vez ... Eran inventos de ex-
los conflictos en cambio de actuarlos con violencia, y trañas máquinas caseras construidas con el fin expreso
84 85
de obtener derto preciso resultado. Lo cómico consis- más directo:. "María, pues quiero que te vengas a la
tía en que el objetivo buscado era siempre insignifi- cama conmigo". Pero ocurre muchas veces que los ado-
cante, mientras que la maquinaria resultaba complica- lescentes (por lo menos en mi época) resultan un poco
dísima. El objetivo por ejemplo era pelar una naranja. más tímidos. El joven Juan está enamorado, se lo ha
Tal era el título de su dibujo del día: "¿Cómo tener confesado a sí mismo, de María. ¿ Qué hace entonces
una naranja ya pelada en el m.0111ento 111isn10 que usted Juan? Descubre en primer lugar que cuanto más ama
entra a su casa?" La idea, además, en la que algunos a María más tímido se pone si trata de abordarla. Deci-
críticos entusiastas del humorista veían una sátira a la de entonces no decirle a Máría, sino hacerle saber, por
sociedad norteamericana, relacionaba, se lo ve, un fin intermedio de otros. Como sabe que María tiene una
estúpido con una exigencia de economía y ahorro. Se hermana, Cecilia, y que ésta una amiga, L.:isa quien
veí~ en el dibujito a una persona llegando a la casa y a su turno es bastante amiga de un amigo suyo, de
abriendo la puerta. Pero la puerta desde su lado inter- Juan, quien se llama Pedro, comprende pronto cuál
no, al abrirse aflojaba una cuerda que pasaba por un será la vía para hacerle llegar a María el conocimiento
arandel en el techo, de tal manera que una jaula con de· su anhelo. Le dice entonces a Pedro que por favor
su pajarraco descendía hasta la altura del suelo. Un le diga a Luisa, quien es amiga de Cecilia, que le diga
gato saltaba entonces sobre el pájaro, perq poniendo a ésta que le diga a María, su hermana, que él, Juan,
en movimiento, mediante una cuerda atada a su cola en fin, la ama ... ¿Cómico, ridículo? ¿Pero no po-
un gramófono, que a su turno n1ovía 'un disco al que s~ dria servir este ejemplo de modelo de cosas que efec-
había fijado un cuchillo: en cada vuelta cortaba éste. tivamente ocurren en otros fragmentos de la vida so-
la cáscara de una naranja fijada a distancia óptima. cial? Y ello por una sencilla razón, que había sido vista
¿No era cómico? Impresionaba en estos dibujos una por, Hegel, de que lo social no es sino una red de de-
cierta malignidad de fondo: siempre aparecía un ani- seos. Pero una observación más, é!Ún, para conducir a
mal ahullando, o furioso, al que se utilizaba y hacía ustedes un paso más hacia eso que hoy pretendo abrir:
sufrir. Con el sueño pasa algo semejante, y yo no diría comenzar a pensar sobre qué cosa es el deseo. Supon-
que en el deseo subyace algún principio de bondad o de gamos que en nuestro ejemplo Pedro mismo, una de
bien. las personas que Juan usara como eslabón para hacer
Por lo demás, en el análisis de los sueños, uno se canecer a María sus anhelos, que Pedro mismo, digo, se
encuentra como constante con ideas de culpa y de encuentre él mismo más o menos oscuramente enamo-
egoísmo. Al revés, ¿quién es, en el deseo, el animal uti- rado de María o interesado en ella. Y que de cualquier
lizado, que ahulla? manera Pedro se presta al pedido de Juan. Y que ade-
Pero me gustaría sobrecargarlos a ustedes con un más Juan no ignora lo que le está ocurriendo a Pedro.
ejemplo más de esto que llamo yo relación de procu- ¿No se podría decir que no es muy bondadoso por par-
ración. Es el caso de ciertos amores adolescentes. Se te de Juan querer comprometer a Pedro en sus cuestio-
supone (bueno: un supuesto) que la actitud normal, nes con María? ¿No hay ahí como en el ejemplo de los
como se dice, del adulto, en caso de un hombre intere- dibujos humorísticos un animal que chilla? Pero ade-
sado sexual y afectivamente en una mujer, que es capaz más, ¿ qué busca Pedro prestándose gustoso a ayudar
de afrontar a su objeto, acercarse a fa mujer y decirle: a Juan? Todo esto es muy complicado, se lo ve. ¿Ten-
u Oye, María, me gustas", o bien, y sf el interés es aún drá que ver, e~o que llamamos deseo y que nos parece

86 87
)
que pertenece a un individuo particular, con algo del Tocamos ahora este punto, la relación del deseo con
tipo de una red de deseos? ¿ Pero han leído ustedes a la histeria. Relación intrincada, estrecha, hasta el ex-
Stendhal? El novelista de la Cartuja de Parrna sabía tremo que me parece debiéramos decir que sin el cono-
muy bien, como su maestro Lacios, que tratándose del cimiento psicoanalítico de la histeria jamás podríamos
deseo hay siempre una red de deseos. ¿Pero es siempre llegar a entrever qué es lo que es el deseo.
el otro, y jamás el sujeto, el animal que ahulla cuando ¿La histeria? La histéric, en primer lugar es aque-
está en juego el deseo? lla quien no aborda jamás el objeto de frente, direc-
En el sueño el deseo se inscribe, se realiza como tamente. Lo busca, a veces infructuosamente, por pro-
una escritura, como una cadena de relaciones. Si yo curación. De. ahí que Freud haya querido titular su
quisiera hoy avanzar un paso con respecto a qué debe ensayo sobre el caso clínico conocido por el nombre
pensarse del deseo, debería decir además que esta ins- de Dora ("Fragmento del análisis de un caso de histe-
cripción, que esta articulación, que esta elaboración ria", 1905) de este modo: La histeria y los sue,ios. Es
del deseo en el sueño, no existe tal vez sin su interpre- que tal vez existe una analogía profunda entre el sueño
tación psicoanalítica. Abran ustedes cualquier libro de y la histeria. Antes y más allá de cualquier teoría de la
Freud y verán pronto cómo esa serie de inscripciones personalidad, psiquiátrica o psicoterapéutica sobre la
en qué consiste el sueño, no aparece. sino a condición histeria (y todas coinciden en redundar sobre la teatra-
de ser interpretada. El análisis del sueño desanda el lización, la seducción histérica), el problema funda-
mismo camino que el "trabajo d'el sueñe," había reco- mental de la histérica es que no puede determinar el
rrido, pero no podríamos enterarnos de ese recorrido objeto de su deseo. Es por ello que a veces el psicólogo
sin este nuevo trabajo de caminar el camino hacia o el terapeuta sucumbe a la tentación de presionar a
atrás, hacia el deseo infan ti!... la histérica para que "asuma", como se dice, el objeto
La sociedad, enseñaba Hegel, en un conjunto de sexual. Las histéricas, como se ha dicho, pueden re-
deseos deseándose mutuamente como deseos. Pero vol- sultar insoportables, recalcitrantes. Pero en psicoaná-
vamos un instante a nuestro ejemplo. Al enterarse lisis, y en cambio, no se trata de hacer que el paciente
Juan de que Pedro anhela también llegar a mantener ,, asuma " na da. El concepto·
· de " asunción " ( que evoca
relaciones con María, ¿qué le puede ocurrir? ¿No podrá además la elevación al cielo de la virgen, a saber, la
ocurrirle que el anhelo de María por Pedro le intensi- promoción de la denegación de la castración) yo diría,
fique su propio deseo por María? Ahora bien, podrían no pertecene a las operaciones incluidas e interesantes
ocurrirle muchas otras casos, pero lo que Freud y para el psicoanálisis. La histérica, en primer lugar,
Lacan vinieron sin duda a decirnos, es que es esto últi- como lo mostraron Lacan y sus discípulos (confrón-
mo, exactamente, lo ·que no puede dejar de ocurrir. En tese los apasionantes trabajos de Luden Israel en
definitiva: el deseo que en el sueño se articula es de- Alsacia), merecería un elogio. Y en efecto, ¿no nos con-
seo que tiene que ver con el deseo del otro. El objeto duce ella a la idea. de que no hay deseo sin laberintos?
del deseo siempre tiene que ver con el objeto del deseo A los datos de la clínica tradicional que insiste en
del otro. Cuando se trata del deseo hay siempre "plu- la teatralización histérica, hay que comenzar agregando
ralidad de personas psíquicas", para decirlo con una esta verdad de perogrullo : la histeria comienza cuan-
frase que Freud usó una vez para referirse a la i denti- do hay tres. Para jugar con el significante: la histérica
ficación histérica. tiene "pareja", es decir, que casi siempre es ella más

88 89

-..- ~ - - ~
un matrimonio, o una pareja de amantes, o un hombre no dejaba de cortejar infructuosamente a Dora, le d!c_e
y una mujer. Es lo primero que resalta cuando se lee a Dora que eJla, Dora, era todo para él. "'.' para rat1'.1-
el caso clinico de Dora. En efecto -y se lo comprueba carle la confesión le agrega que en cambio su propia
a lo largo y en el desarrollo de la observación de mujer no era nada" para él. La reacción de Dora es
II

Freud- el problema de Dora no es sólo con el señor sorprendente: premia con una bofetad~, que surge co_n
~-, y ~reud tarda en comprenderlo, sino también y la espontaneidad y la rapidez de un latigazo, la corte_srn
szmultaneamente con la mujer de K. Su problema es y la declaración del amante. ¿Se comprende el sentido
con la pareja matrimonial, con ambos simultáneamen- y el origen de la bofetada? Se diría que no es la mano
te, y no con un único objeto, el señor K. únicamente de Dora quien la propina, sino a través de esa mano la
o la señora de K. únicamente. La historia de este caso estructura inconsciente en que la histérica está apre-
Y su tratamiento psicoanalitico tiene seguramente una sada. La bofetada es un mensaje: "¿Qué puedes tú
cierta relevancia en la historia de la doctrina. A Freud poder significar para mí, ya que todo lo que :ne ü,tere-
no le va bien con Dora, pero se trata de un fracaso saba en ti era el interés de tu esposa por tz. Pe, o ~a-
positivo: queda ahí una enseñanza. Al comienzo del sualmente, la condición de ese interés es que tu "':'Je:
tratamiento Freud intenta inducir a Dora para que fuera algo para ti?" En resumen: si el hombr': ~1gn1-
reco;10zca en el señor K. al objeto de su tendencia fica algo para la histérica es porque éste se s1tua e'.'
sexual; y bastante infructuosamente: es como si la el circuito deÍ interés de la otra mujer. Pero la condi-
relación no marchara. Al final del tratamiento Freud ción de ese circuito, es que la otra mujer sea deseada
comienza a pensar de manera distinta, y le parece com- por el hombre.
probar que más allá de los intereses libidinales de Es interesante: el acceso al objeto del deseo es
Dora por K existe una clara tendencia homosexual otorgado por un tercero. El objeto es el obj':to del
de Dora por la señora de K. Se lo comunica a la pa- deseo del tercero. Con respecto a este tenor existe un
ciente, quien recibe la interpretación bastante fría- artículo de Freud que evoca el caso de ciertos sujetos
mente. Dora abandona el tratamiento. Lo que ocurría masculinos que únicamente pueden sostener el deseo
--y_ es Lacan quien nos guia en el enigma- es que sexual por muje~es cuando éstas se hayan ya compro-
el m~erés de Dora residía en la relación de los per- metidas con otro sujeto n1asculino, marido, amante, lo
sonaJes de la pareja y no en los personajes. La líbi- que fuera. Se trata del articulo "Sob,;e un tipo especial
do de la histérica atraviesa la relación del hombre y de elección de objeto en el hombre ( 1910). Freud se-
la mujer, y sólo se interesa en cada uno de ellos des- ñala que la intención de tales sujetos no es otra que,
de la perspectiva del interés del otro. El interés de sobre el modelo de la hostilidad edípica al padre, oca-
Dora por K. no es otro sino el resultado de la identifi- sionar un perjuicio al tercer hombre en cucslión. Ejen1-
cación de Dora con la señora de K. El deseo de Dora plo interesante, puesto que tal "perjuicio del t_erccro"
por K es el deseo de la señora de K por su esposo. Lo señala algo que se sitúa claramente en la !mea d~
mismo con lo que Freud interpretó como tendencia ho- nueslrtas reflexiones. Tales tipos de suJetos masculi-
mosexual de Dora, el interés por la señora de K no es nos, se lo adivina, permanecerían indiferentes en -~na
sino que Dora se hace anunciar por K ese objeto del isla desierta ante un sujeto del sexo opuesto. Debwra-
deseo. mos poner otro hombre en la isla para que. algo del
Durante la famosa escena del lago, el señor K, que orden del deseo por la mujer comenzara a despertarse

90 91

'"'/:".-
-,-;,;:.;-
en el sujeto en cuestión. Recuerdo ahora el caso de un para comprar lo necesflrio, pero re.cuerdo qu~ es
esquizofrénico que pude entrevistar en un hospital de domingo y que las tiendas están cerradas. Intento
Buenos Aires y quien durante años sólo se interesaba luego telefonear a algunos proveedores, y resulta
Pº': las mujeres que habían tenido algo que ver con un que el teléfono no funciona. De este modo, tengo
amigo suyo, y únicamente con ese amigo. que renunciar al deseo de dar una con1ida ".
Decir entonces que el objeto es una tendencia en
sesgo, oblícua, que no aborda al objeto directamente Freud le contesta en primer lugar que necesita más
es referirse también a la estructura de la pulsión, !~ datos, invita de alguna manera a que la paciente aso-
que, y por definición -machacábamos- no asegura cie. Se lo verá: ¿ cuáles son en este sueño los trazados
de nada con respecto al objeto. En este sentido que el de la procuración del objeto? El matrimonio tiene una
tercero deseante sea quien da el acceso al objeto (Dora mujer amiga, delgada, una flaca fea, se podría decir
desea a K únicamente en la medida que K es el objeto exactamente el tipo contrario de mujer que agrada al
del deseo de la señora de K -al menos es su creen- · marido, este carnicero para quien ella, n1ujcr digamos
cia-), si~?ilica que tal oblicuidad del deseo cumple de carnes suficientes, es el tipo ideal. Pero para comen-
una fu?_c10n: ayuda a la estabilización· del sujeto de zar tienen ustedes ya el triángulo: ia histérica, el hom-
la puls10n. Pero en verdad, es como si la estructura bre (en este caso su propio marido) y la tercera. El
fuer~- de mal en peor. De la labilidad del objeto de la primer análisis de Freud muestra a la paciente que el
puls10n hemos pasado a esa insatisfacción fundamental sentido de su sueño seguía la dirección de sus celos.
que define todo deseo humano. Pero esa insatisfacción No dar la comida era la manera de asegurarse de que
es fundamental, hace de resguardo de la función de la su amiga no engordase, para no correr el peligro de
falta. que le gustase a su marido.
Otro ejemplo freudiano nos ayudará a comentar Jo Pero la interpretación que Freud hace de este sue- ·
mismo,, v~rlo de acuerdo a distintas implicaciones, ño -que les recomiendo que lean ustedes meticulosa-
desde d1stmtos puntos de vista, en distintos niveles. Es mente, más de una vez- se mantiene en más de un
el ejemplo de Freud que ustedes podrán encontrar en el nivel de análisis. Como si el sueño fuera no solamente
capítulo IV de La Interpretación de los sueiios y que una escritura, sino la superposición de más de una
Lac_an ha titulado "la hermosa carnicera", Lo que está escritura (leer al respecto el breve trabajo traducido
en Juego en ese texto de no más de dos páginas; puede al español con el título de "El block maravilloso").
~arecer enredado; pero sólo porque lo que está en Pero aun, en el relato de la paciente aparece algo
Juego e_s el deseo de esta histérica que Freud pone digno de llamar la atención. Bromeando la paciente le
como eJemplo de esas pacientes que pretenden contra-
decía siempre a su marido que a ella le gusta muchí-
decir su tcoria. ¿ Es que usted dice, Freud, que el sueño
simb el caviar; pero le hace al mismo tiempo la salve-
es una _realización de deseos? Pues bien, yo le contaré
un sueno en el que casualmente mi deseo se veía in- dad, de que por favor, no le compre cavi.ar. Esto para
cumplido. La mujer había soñado en efecto:· un marido que hubiera satisfecho inmediatamente cual-
quiera de sus caprichos. "Observo además -escribe
"Quiero dar una comida, pero no dispongo sino Freud- que mi paciente se ve obligada a crearse en la
de un poco de salmón ahumado. Pienso en salir vida un deseo insatisfecho" (Obras completas, I, 330).
i _·
92 93
,,,

\_

Pero la paciente recuerda además una anécdota re-


ferida a su propio marido, que si no queda suficiente-
mente analizada en el texto, Freud no ha dejado en
cambio de indicar. El marido le había contado a la
mujer que en el café un pintor había querido retra-
' Lacan (en la edición Corregidor, 1974). Asimismo pue-
den referirse ustedes a los lugares de la obra de Lacan
a las que mi texto remite. Finalmente, insisto, se debe
leer con cuidado y más de una vez el hermoso texto
freudiano de la hermosa carnicera ...
tarle, que le había dicho que jamás había conocido
cabeza más expresiva. Pero el marido había contestado
que seguramente un trozo de trasero de mujer le ha-
bría de resultar más agradable de pintar que toda su
cabeza. ·
¿Pero cual es la conexión? La histérica, que de al-
guna manera sin saberlo sabe que el deseo no se define
por la satisfacción (sobre todo ésta, que pretendía que
el marido le dejase un deseo, el caviar, sin satisfacer),
¿ qué podía escuchar en la anécdota del pintor sino
que también su marido, y de alguna manera, sabía
también él sin saberlo con qué estofa está hecho el
deseo? Se ve entonces por qué desvío surgen los celos
hacia su magra y fea amiga: ella debería ocupar algún
lugar en el deseo de su marido, puesto que por el tipo
no era la que podía satisfacerle. Y aun, y más allá de
los celos (el final del breve texto de Freud es apasio-
nante) la hermosa carnicera se identifica a la amiga:
"Para ocupar el lugar que aquella ocuparía en la estima
de su marido". Pero es suficiente. Lo que estas t>n juego
en este ejemplo difícil es la relación de la tendencia
sexual al Saber. Propiamente hablando, la histérica
poco sabe del objeto de su tendencia. ¿ Qué es ser una
mujer? ¿Si la hermosa carnicera se identifica a la ami-
ga, ella que sabe que de alguna manera su marido sabe
qué es el deseo (algo que no tiene que ver con el objeto
safisfactorio), no es sino porque es la otra mujer la
que debe saber? ¿Qué? Bien, qué es una mujer, lo que
ella no sabe. De ahí la radical seducción de la "hermo-
sa" en cuestión por su magra amiga ... Pero ustedes enN
contrarán un comentario de este ejemplo en las pági-
nas 142-148 de mi Introducción a la lectura de Jacquer

94 95
_-· ··-,~·-~·~·--.---·- ---- ________,_____ --
- ----- --, . -- -~-- - . ! : : . . - - - - - - - - - - - - ~
V

De acuerdo al orden de los temas que ,figuran en


el programa 1 debería ahora hablar sobre psicoanálisis
y medicina, o mejor sobre el Saber médico y el Saber
en el interior del .discurso psicoanalítico. No abundaré
mucho en el tema, ¿pero no es más o menos obvio,
como señala Lacan, que tratándose 'del deseo los poe-
tan están mejor preparados que aquel que fue formado
en las disciplinas médicas? Pero prefiero soslayar el
punto y promover simultáneamente un argumento de
autoridad. Consulten ustedes algo de lo que el mismo
Freud pensaba sobre este punto:
"Sobre la enseñanza del psicoanálisis en la Univer-
sidad (1919) (Obras Completas, Tomo III, 1968, pági-
na 994).
"El psicoanálisis silvestre" (1910) (Obras Comple-
tas, I, 1948, p. 315).
"Psicoanálisis y psiquiatría", én Introducción al
Psicoanálisis (1916-1917) (Obras Completas, I, p. 183).
"Los sueños" (1901) (Obras Completas, I, p. 231).
"Análisis profano" (1926) (Obras Completas, II, pá-
gina 750).
También pueden ustedes consultar la intervención
de Jacques Lacan en la mesa redonda organizada por
el Colegio de Medicina en la Salpetriere el 16 de febre-

l. Ver prólogo.

97
ro de 1966, publicada con mimeógrafo bajo título de la fuerza de una primera seducción inevitable, la _ej_er-
"Psychanalyse et Medecine". 'd p r ]a madre Freud llamó desarrollo de la hb1do
c1 a o · . d 1 " de
Para no soslayar completamente la cuestión dire- a las consecuencias de la historia e esa re a~1on
mos que hay un Saber médico, el que se aplica, es ob- amor del niño y la madre. Pero aun -y he aqu1 !ª
ve:·
vio, a los objetos de su campo, mientras que en psi- dadera originalidad de la doctrina- _Freud senalana
coanálisis .es el lugar mismo del Saber de lo que se el aspecto gravemente conflictual que maugura ese de-
trata. En el sujeto llamado "paciente" está en juego sarrollo. • d 1
una relación del goce, el deseo y la pulsión, con los ob- La teoría del desarrollo de la libido, la teona e. as
jetos de su Saber. Sería un mal médico quien ignorara "etapas" (oral, anal, etc.) es la historia _de 1~ s~xuahz~-
la evolución y el tratamiento de ciertos males determi- ción del cuerpo en un mal lugar (está bien 0<ec1rlo _as1).
nados; pero sería un pésimo psicoanalista quien pre- Si el cuerpo se ·erogeniza es porque extrae en primer
tendiera Saber sobre esos objetos de los cuales el pa- término su sexualidad de su con tacto con el cue11;0 _de
ciente pretende ya Saber (en el sentido de la función), la madre: lo hace entonces en un mal lugar (e'. umco
mientras que le son enigmáticos. posible por Jo demás), ya que casualmente ah1 en la
Pero podría abordarse este punto por un lado más primera infancia aprende los duros y claros esbozos
sencillo. En la medida que se trata del. deseo y del goce, de Jo que será su capacidad sexual con aq~ellos qu~, Y
lo que en el campo de la teoría psicoanalítica está en de manera puntual, esa sexualidad 1~ e~t~ra proh1b1da.
juego es el cuerpo del sujeto. Pero este cuerpo, hecho La idea [reudiana del desarrollo hb1dmal es una pe-
de superficies y bordes, poco tiene que ver con el cuer- culiar teoría del aprendizaje, que nada tie_ne que _ver con
po orgánico y anatómico del que se ocupa la medicina. ningún conductismo, puesto que ]a te1:na con:;~1:e ~n
Se podría decir que en un caso el Saber reúne al médi- si misma los conceptos capaces de exphc~.r las ~1Jac1~-
co con sus objetos, mientras que en el otro el psicoa· nes" las detenciones del desarrollo, las regres10nes. •
nalista debe evitar que el objeto no se le adhiera al Pero' peculiaridad fundamental además de este apren;
Saber. Podríamos llamar cuerpo erógeno a ese cuerpo dizaje: con quienes se aprende es con ~u.1enes no podra
que puede gozar ignorando que goza o que puede lograr lo aprendido ser utilizado. El lugar ed1p1co de las r~l_a-
el goce como certidumbre sin dejar de ignorar la gé- ciones del sujeto infantil con sus padres es el s11Io
nesis y la estructura de esa certidumbre y de ese goce. donde incidirá ese impedimento de hecho que se llama
Cuerpo erógeno: selectivo, hecho de bordes. El psi- prohibición del incesto. . . .
coanálisis nos dice al respecto que ese cuerpo es el La prohibición del incesto, const1tu11va de toda so-
resultado de un /earning (para decirlo con una pala- ciedad humana (a nivel de sus normas o sus leyes, se
bra que carece de alcance en psicoanálisis): en tanto sabe, no hay sociedad permisiva al respecto) es causa
cuerpo erógeno se originó en el contacto con el cuerpo eslructurante del cuerpo erógeno, a saber, de un con-
de la madre. flicto de base que se construye sobre el filo de un~
Hablar de Complejo de Edipo en la teoría psicoa- trasoresión la que define ese tipo especial de aprendi-
nalítica significa entonces referirse a las relaciones más zaje "por ddnde el cuerpo se inviste de sexuali_dad.
tempranas del niño con el objeto primordial, la ma- En su desarrollo, en su crecimiento, el suieto debe-
dre, al valor "sexophoro" de los primeros ciudadanos rá elaborar ese conflicto fundame.ntal, ese nudo que no
maternales. La teoría de Freud mostró en primer lugar se desata, y que en el mismo sentido no puede ser del

98 · 99
---v· ~--- ----•-·- •-··• . -
todo supe_rado. Tratán~ose del desarrollo del sujeto abrirse. El hombre debe darse sus objetos sexuales so-
-de los hitos que constituyeron su erogenización como bre el modelo del objeto primordial, la madre, pero
cue_rpo Y, co1:10 sujeto-, toda "superación" podría ser para eso debe poder transgredir lo que encuentre del
peligrosa: SI el sujeto ha de ser un ser sexuado lo modelo en la mujer. Hay hombres en que se ve claro
ª!"r~';~ido en el conflicto del acceso al sexo con su pro- hasta qué punto eligen a la mujer sobre el modelo de
h1b1_c10n deberá ser conservado. Al revés, el sujeto de- la madre, pero la clínica descubre que cuando han de-
bera desprenderse del lugar del aprendizaje, a saber, bido abordarla sexualmente se han visto físicamente
de la madre, deberá perder ese cuerpo de referencia paralizados. ·
pri1:'e:o: hay ahí un corte necesario. Pero se ve que el En esta perspectiva el Complejo de Edipo no es _más
nac1m1ento en sí mismo, la separación del útero maM que esa encrucijada, una especie de nudo borr?w1~1;0
terno, poco tiene que ver con tal corte. El nacimiento donde la prohibición es condición de la erogemzac10n
puede en el discurso teórico simbolizar el corte, pero y el sexo algo así como la repetición de la trasgrepión
no lo representa. Ese corte, que aísla al sujeto de Jo realizada ya en el punto de partida.
aprendido, pero no en el vientre de la madre sino en
el cuerpo también erogenizado de la madre toca por
de:ir)o así, lo~ '.u.n_damen_tos de la estructur~ del 'suje- Resumen de A. Berenstein. Coincidió d punto de
to. SI la proh1b1c10n del incesto no incidiera sobre los partida con el punto de llegada de ayer, la cuestión del
da!os del apren_dizaje sex;1al, si no "marcara" al cuc,·pu chiste y sus consecuencias, por decir así, la importan-
erogeno del su3eto, podna ocurrir hasta la ruina com- cia teórica y práctica del chiste. El chiste aparece como
pleta de su historia de ser sexuado. Pero dados los da- modelo de las formaciones del inconciente, el síntoma,
tos de partida de ese aspecto conflictua] constitutivo el sueiio, el lapsus, el olvido, el acto fallido.
Freud dirá que la neurosis es la cosa mejor repartid; Pero aún, y desde el punto de vista del campo de
del mundo. Anticipemos desde ya el nombre con que la práctica psicoanalítica, el chiste es el modelo mismo
en la teoría se ha bautizado dicho corte: es la castra- de la palabra en la función del análisis. Se afirmó que
ción. Llamaremos en adelante "castración simbólica" este modelo -el campo o la sit¡¡ación psicoanalítica-
a la función positiva del corte. poco tenía que ver con los modelos comunicacionales
Cuando Freud refiere casos de impotencia en el o infonnacionales, donde ·está en juego llna relación
hombre muestra cómo resultan de esta incrustación de unidireccional, digamos, normal, entre el emisor del
1~ prohibición del incesto en el aprendizaje de la sexua- mensaje y su receptor. ..
lidad en el cuerpo también erógeno de la madre. Algo Maso/ta se refirió al s!lefio y Sll estrecha relacwn
no ha sido elaborado en el conflicto original y el com- con el significante para evocar la fórmllla de Freud se-
portamiento sexual masculino . se torna improbable. gún la c!lal el sueiio es una realización de deseos. Se
Freud señala también hasta qué punto también la im- recordó la relación entre el deseo en el Slleiio y que el
potencia en el hombre está mejor repartida de lo que sueiío funciona como guardían del dormir, se tomó el
generalmente se cree, y que al menos alguna o en al- ejemplo de los suefios infantiles y los sue,ios de priva_-
gunas, por pocas, oportunidades, todo hombre ha sido ción. Pero estos últimos pueden inducir opiniones equi-
impotente. Es que la líbido en el sujeto masculino debe vocadas la idea de ,que el deseo se define por la clara
atravesar una compuerta que repentinamente puede no determi;,ación de su objeto. Y aun, la idea también
IDO 101

-.. ---·--.~·-"'···· -~----~··-::,_e==~~


equivocada de que el objeto del deseo es alcanzado en gen, desarrollo e historia. Los primeros cuidado~- que
la pantalla alucinada del sue,io. Lo que no se obtiene el amor-de la madre ejerce sobre el cuerpo del nmo se
en la realidad se lo consigue en lo imaginario alucina- sitúan en el origen y en el fundamento del cuerpo como
do del sue,io. Nada más alejado de la concepción freu- ser sexuado. Pero ese origen es el comienzo de un con-
diana del deseo. Había en prime,· lugar que volver a flicto que de algún modo permanecerá irr~s_uelto, con:
la pulsión: de la misma manera que no "da" el objeto, flicto que al mismo tiempo _exige resolucwn. Hay ~/u
el deseo debe ser distinguido de la necesidad. En la un nudo. El cuerpo se erogemza en un mal lugar. Ap_, en-
pulsión no hay relación dada, necesaria con el objeto, de todo lo que tiene o tendrá que ver con la sex~1~l,dad
mientras que en la necesidad el objeto está duramente en el lugar de sus contactos con el cuerpo tambzen ero-
determinado. Para el hambre no hay más salida que genizado de la madre. Esa rela_c!ón con la madre, p~r
el alimento. Pero por lo mismo, los sue,ios de los ex- donde habrá sexo, es una relaczon profundamente p1 o-
ploradores en el polo no darían cuenta de lo que se hibida. Aquí la prohibición del incesto, que es ley an-
juega en el corazón del deseo. tropológica absoluta ya que no existen sociedades don:
¿Pero cónto entender que el sueiio es una realización de de alguna manera la mujer del endogrul;o no e~ta
de deseos? Las respuestas fueron: decir que en el sue- prohibida, es el lugar donde la ley social se mternalzza
1io el deseo se realiza es decir que en el sue,io el deseo . y se·torna Eros. . . .. .
se articula. Articulación significa, por lo demás, ela- Pero en la medida en que la prohzbzczon del mces_~o
boración. Que el deseo se elabora en el sue,io significa es estructurante del cuerpo erógeno, surge la ~uestwn
que en el proceso onírico se ha introducido el tiempo. del corte. El sujeto deberá recuperar lo posztzvo de
Pero no el tiempo tal vez muy breve del so1iar, sino el aquella relación para darse un destino de ser sex~,a-
tiempo supuesto por el trabajo del suelio. El deseo se do Pero ese movimie/110 de retención de lo aprendido
da tiempo en el sue,io, lo cual viene a contrariar la debe ser simultáneo de un acto de desprendimiento.
creencia de que el objeto, en la alucinación onírica, se EL ejemplo de la impotencia en el hombre indi~a lo aza-
entrega de inmediato. Pero el tiempo en c.uestión ( pun- roso, arduo de ese corte. La madre es soste11'.da en la
to difícil) parece ser correlativo a la interpretación psi- fantasía para apuntalar el acceso a la muJer. Pero
coanalíiica del sueiío. En un sentido no hay trabajo cuando el ·sujeto 1nasculi110 se ap1:esta a ese acceso s~t~-
onírico sin ese trabajo de descifre llevado a cabo en la ge el fantasma de la madre y el mcesto como_ prohzbz-
situación psicoanalitica y en la transferencia. · ción. El sujeto queda paralizado. Quiere deczr que la
En su segunda conferencia Masotta apuntó una di- historia del sujeto como ser sexuado tzene profi~nda-
ferencia con respecto al lugar del Saber en el discurso mente que ver con esta Ley universal. Por el des~w de
médico y en el discurso psicoanalítico. El saber médico la Ley social nos vemos conducidos a la determmant~
-si no de hecho, al me,ios de derecho- sustenta y de- que para la teoría psicoanalítica está en el fundamento.
tenta ca.nocintiento sobre el caerpo anatónzico y orgá-
nico. En el discurso psicoanalítico cambia el objeto, y
\ el Complejo de Edipo.

al mismo tiempo se pone en tela de juicio la relación Pregunta. Masotta ~ntiende -c'."eo enten_de~-: que
del Saber a ese objeto. El objeto del psicoanálisis es nunca hay referencia a cosas, que solo hay szg'.11fzcante
im sujeto apresado en su cuerpo eró geno. y falta de objeto. Pero entonces yo preguntarza por_ (ª
La erogenización del cuerpo tiene prehistoria, ori- relación del discurso psicqa11alítico con la represzon
103
102
i-
-----· ~e···_.,_,. __ ,_ _ _ _ _ _ _ _...-''-'-·
y los mecanismos represivos de que la sociedad hace · y el efecto de cura no debería hacerse esperar. Pero
uso. Me re feria al decir "cosas" a los objetos sociales. ocurrió que tal idea de la cura no funcionaba demasia-
¿Por qué razón habremos de preferir la visión laca- do bien. No bastaba con "asumir" mediante la verbali-
niana de Freud, en cambio, por ejemplo, del discurso zación el acontecimiento del pasado. No era seguro que
de Reicl1, o de los intentos modernos de vincular el el tratamiento consistiría en hacer pasar lo inconscien-
psicoanálisis Con el 1narxis1no? te a lo conciente. O lo que es lo mismo: pescar en las
aguas del inconsciente era algo más que llegar a cono-
Otra persona. Si como usted dice el psicoanálisis cer los peces que habitaban un elemento turbio.
poco tiene que ver con la idea de asun1ir cosas, con la Hay una frase de Freud de cuya interpretación de-
idea de asunsión, ¿có1110 se ponen en juego, son atra- pende la idea que uno se puede hacer del psicoanálisis,
pados, en la cura psicoanalítica, los efectos de la repre- sobre la cual Lacan vuelve una y otra vez en su ense-
sión? ñanza y sus escritos. Es la. famosa: "Wo es war, sol/
ich werden", cuya traducción literal, groseramente ha-
blando, sería: "donde eso fue debe el Yo llegar a ser".
Con respecto a términos corno asuns1on, asumir, Se interpretó entonces que para Freud se trataba sim-
diré que tienen que ver más con teorías o disciplinas plemente de substituir el Ello (lo prototípico del in-
de la conciencia. Sugieren la idea de hacerse cargo de consciente, una zona, para esta interpretación, de de-
algo por medio de la voluntad candente. Por lo mismo, sorden pulsionaL.) por el Yo, a saber, por este princi-
II
la idea de asumir" pone en juego ciertas postulaciones cio de orden, por esta zona "libre de conflictos" (para
éticas. Las pone en juego de entrada. Las operaciones usar la frase .de Hartmann, Kris et alia). El yo debe
de la práctica psicoanalítica también están entrelaza- devenir yo consciente para substituir las oscuras pul-
das, comprometidas con la ética. Pero no la ponen en sienes del Ello. Tal interpretación podría figurar, sin
juego de entrada, en el sentido que no es la conciencia duda, en el frontispicio de las ideologías modernas
lo que va a estar en juego, sino el inconsciente. El pos- adaptacionistas más reaccionarias.
tulado ético primero donde se funda la ética en psicoa- La interpretación lacaniana es radicalmente dife-
II 11
nálisis es una invocación al buen decir Pero decir

rente. Freud vino a decirnos con la frase que ahí donde
bien, aquí, no significa sino zafar las palabras del peso el sujeto estaba escindido (labilidad del objeto ele la
de la conciencia: es lo que se llama libre asociación. pulsión, laberintos del deseo, castración, estructura del
Volvamos a la historia de la evolución en Freud de significante), es ahí mismo hacia donde es deber del
la construcción de la teoría. Se podría decir que al co- sujeto dirigirse; a saber, hacia el reconocimiento de la
mienzo Freud creyó que la cura consistiría en hacer Spalt,mg, la escisión o escisiones constitutivas. Dicho
pasar lo inconciente a lo consciente. Freud descubre de otra manera: ahí donde el sujeto era escisión del
que en el pasado existía un acontecimiento enterrado, Saber y la verdad, es ahí mismo que el sujeto debe diri-
cargado libidinalmente, preñado de culpa; a saber, un girse, ahí donde la pulsión no otorgaba el Saber del ob-
contenido sexual separado de su verbalización. Recor- jeto. Y aún de esta otra manera: que lo que está en
dar, entonces, era abréaccionar, una catarsis por me- juego es la experiencia de ese descentramiento del su-
dio de las palabras. Una representación que pertenecía jeto con respecto a lo que cree Saber, es decir, una
al inconsciente era ligada a la palabra correspondiente, cierta experiencia del inconsciente.
104 105
Pero entonces el psicoanálisis se aplica sobre la es- En el análisis el silencio del analista cobra una dimen-
tructura del sujeto, es decir, sobre el lugar que el Saber sión difícil de minimizar.
ocupa e;1 ~sa estructura, y no opera en cambio (al me-
nos no urncamente) sobre el contenido inconsciente de
las repr_esent_aci?ncs. "Ha 111uerto ,ni padre -se escu- Pregunta. Si el objeto de la relación edípica es
cha decir-;, y solo después de mios he podido asumir dado por procuración y no directamente, si el niño de-
esa muerte . Sí, tal vez pudo haberla asumido mucho sea a la madre en tanto y en cuanto la madre es el
a esa muerte, la que casualmente no tiE!ne poco que ve; objeto del deseo del padre, éen qué consistiría la es-
con ese ~aber ~el que hablamos; pero habrá siempre tructura edípica en un niño que vivió o bien con su
q_ue averiguar s_1 _e~a muerte ha pasado realmente por madre o bien con su padre, pero con exclusión del
ciertas fases, dificil_e_s de defmir, pero que tienen que otro; con un ni11.o, por ejeniplo, que no ha conocido
ver con la castrac10n, fases a través de las cuales al padre y jamás vivió con él?
habría sido posible (probable) una determinada indi-
v~d:;ia1ísima, experiencia del inconsciente. Una "~iven- Percibo en su pregunta un realismo bien ingenuo.
CJa de eso: de que no se. quiere Saber nada que el En efecto, el modelo del que he hablado no está hecho
Saber es control patógeno de la estructura de la pul- ni sirve sino para tratar de entender los casos de su
sión, de lo indomable del deseo. No se trata enton~es
1 ejemplo. Tenemos por ejemplo al niño Leonardo da
de "asumir se trata de operaciones de resguardo de
',
Vinci, hijo de un notario y de una campesina. Después
la falta.
de nacido, el padre abandona a la madre, y Leonardo
crece junto a su madre. Cuando a los cinco años Leo-
nardo vuelve a reencontrar a su padre, ya está todo
Pregunta. Esta experiencia de la que usted habla decidido, dice Freud; a saber, el motivo fundamental
i
la de la escisión del sujeto y del Saber, éestá re/acio'. de su elección de objeto homosexual.
nada, por así decirlo, con la elaboración?

Eso. que en la vida de todos los días !::>s terapeutas


lla1:1an "elabor~ción", puede no tener que ver con la
actitud del paciente frente a la interpretación. Se dice
\ Otra persona. Debe usted contestar aún sobre
Freud, Reic/1, Lacan ...
qu': un paciente "elabora" porque acepta las interpre- En efecto, a ello iba. Pero es difícil aclarar muy rá-
taciones, porque la relación analítica se torna menos pidamente la pregunta, puesto que evoca muchas co-
torme~tosa ,?e lo qu~ había sido al comienzo, y porque sas. Si distinguiéramos distintos niveles, diferentes pa-
e( paciente cambia : ahora ha decidido casarse, por rámetros problemáticos, haríamos mejor que contestar
eJemplo. Hay que tener cuidado con esta manera de en cambio sin más a una preocupación que pone todo
pensar. La elaboración de la situación analítica puede en juego al mismo tiempo, sociedad, política y _PS!coa-
no tener que ver con la interpretación. Se puede anali- nálisis. Está por una parte el problema de las distmtas
zar, y un análisis puede así funcionar bastante bien, in- tendencias psicoanalíticas, y la política sólo institucio-
terpret'.'ndo bastante poco. En el límite se podría acep- nal, que cada uno lleva a cabo en relación o contra las
tar la idea de que es posible analizar sin interpretar. otras. Cierta lucha, por ejemplo, más o menos sorda de
106
107
---- --~-- ·.,, ___ ' ________ ,___ _
las instituciones que pertenecen a la Internacional con- ge la idea de que hay que trabajar en el interior de los
tra los lacanianos. Está el problema de que cada teoría dispensarios sociales, luchar en contra de la hipocresía
se define en relación a las instituciones sociales. El sexual para producir efectos positivos, salubres, a nivel
problema de la incidencia del psicoanálisis como insti- de la masa y de la clase social. La amputación que hace
tución en las distintas instituciones sociales, la escue- de Freud lo conduce por sí misma a la psicohigiene -
la, los hospitales, y aun, hasta las cárceles. Está en social. La teoría freudiana completa no conducía nece-
juego el problema que planteaba Reich, el de la rela- sariamente al mismo lugar. Reich veía una conexión de
ción del psicoanálisis con la "represión" social de la necesidad entre la moral sexual social y la lucha ele
sexualidad, su incidencia en las instituciones que la clases, y tal vez no se equivocaba. A Freud le intere-
sociedad crea para ordenar y controlar la sexualidad. saba más desentrañar qué era ese "sexual:• de _lo cual,
Con respecto a Reich habría que decir en primer h.1- tanto los hipócritas, como quienes como Reich lucha-
gar, y desgraciadamente, que cuando afirma la nece- ban contra la hipocresía, pretendía saberlo todo. Más
sidad de una política sexual y se separa de Freud, sólo tarde Reich demostraría en efecto que no entendía mu-
lo hace a condición de negar ciertos fundamentos bá- cho de la cuestión. Pero al revés, ¿no se habría podido,
sicos de la teoría freudiana, y de equivocar otros. Se con una teoría menos equivocada, intentar abordar ese
sabe: teóricamente hablando, Reich esta):,a prof,mda- mismo campo social, el de una práctica social real, ese
mente equivocado, y con los años su teoría derivaría campo donde a pesar de su buena voluntad Reich mis-
en un energeticismo delirante ajeno por completo al mo habría de fracasar? La cuestión es corriplieada, y si
freudismo. Su libro sobre el orgasmo es interesante, se tratara -a la manera de ciertos historiadores, que
pero muestra hasta qué punto Reich confundía libido siempre juzgan mal el pasado, y añoran siempre el
con genitalidad. Toda su teoría había derivado del con- hecho probable de que la historia podría haber ocurri-
cepto freudiano de "neurosis actuales", con el que do de otro modo- de volver a pensar la conyuntura
Freud, al comienzo del desarrollo de su pensamiento, europea de los años treinta, uno se Vería cünducido a
subsumió los males de la neurastenia, los dolores de la revisar las posiciones políticas de los partidos comu-
hipocondría. Freud encontró que estas sintomatologías nistas, la ideología y los cambios de esa ideología, mu-
por momentos difusas o frondosas, te.>o:a'.1 que ver di- chas veces nada progresista, con respecto a la sexuali-
rectamente con causas sexuales reales, actuales: la n1as- dad. Me refiero a los grupos marxistas. Como se ve, la
turbación, el coito interruptus. Pero jamás dejó de dis- coyuntura estaba plagada de equívocos; se trataba de
tinguir entre esas neurosis "actuales" y lo que llamó una verdadera encrucijada donde la buena voluntad se
psiconeurosis, cuya etiología remitía en prin1cr lugar entretejía a la ignorancia, donde las armas ele la crítica
al pasado, y en segundo Jugar obligaba a refinar los con que se pretendía luchar contra la hipocresía no
conceptos teóricos, particularmente los de pulsión, lí- había pasado ella misma por la crítica, donde el poder
bido, y también, los que definen los accidentes de la real ejercido por los grupos incidía contra los grupos
situación psicoanalítica: resistencia, transferenoia. mismos que enlendían, con10 Rcich y otros, denunciar
Reich creyó que la verdad, lo útil, o lo que fuera, sólo las miserias sociales de la sexualidad a la que entendían
se sitúa en la primera mitad de la teoría, en la causa- resultado y momento de la lucha ele clases. De cual-
ción real, por mal funcionamiento genital, de la enfer- quier manera, el problema abierto por Reich aún lo
medad y de las perturbaciones neuróticas. De ahí sur- está, abierto quiero decir, y sus detractores no son
108 109
aquellos, como creen algunos, que promueven la in-
vestigación teórica y la práctica psicoanalítica en sí
misma. Lacan no se ocupa de Reich, pero la investiga,
ción abierta por Lacan no obtura el problema abierto
por Reich. ¿No es el mismo Guatarí discípulo de La-
can? ¿Conocen ustedes los trabajos de Maud Mannoni
con niños caracteriales? Ni la teoría ni la práctica psí-
coanalítica contradicen la cuestión abierta por Reich
sobre una psicohigiene sexual no hipócrita y las rela-
ciones de clases. VI

Podríamos definir el Edipo como lugar donde se


historiza, en la temprana infancia, una función preci-
sa: la necesidad de un "corte" en la relación entre ma-
dre e hijo. A saber, una función capaz de dinamizar, de
hacer andar, el conflicto fundamental, evitar las fija-
ciones del sujeto a ese mal lugar donde constituye y
erogeniza su cuerpo. Si el complejo de Edipo remite
entonces al hecho de que la prohibición del incesto
está inserta en la erogenización del cuerpo, es porque
el su_jeto se ve de entrada referido a los polos donde
la relación se constituye: el padre, la madre. Y está
bien hablar -decía Leclaire- de polos y no de perso-
najes, para evitar las imágenes, soslayar esa trampa
que consiste en pensar el padre y la madre en términos
de caracteres o imágenes. Esos polos son funciones. Po-
dríamos decir: la función madre, la que decíamos, de-
termina la historia del cuerpo erógeno. Mientras que la
función padre tendrá que ver con el efecto del corte,
con la pérdida obligatoria del objeto primordial y sus
secuelas.
Si se lee con cuidado los textos freudianos se com-
probará que el padre en cuestión en el Edipo no es
el padre real. O que la figura del padre, lejos de ser
unívoca, se dobla en el material clínico de los pacien-
tes, y que en el discurso teórico, se triplifica. ¿No ha-
bla Lacan -cuando interpreta los textos freudianos-
110 111
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de padre simbólico, de padre imaginario y de padre padre muerto. La función del padre _en Talen y tabú es·
real? el padre muerto. ·
Resulta claro al menos que el padre real no se su- Intentemos un acercamiento al texto. Freucl encuen-
perpone a la función del padre, o bien, que cuando ha- tra en primer lugar una conexión entre totemismo e
blamos de función de corte no nos referimos ni a las incesto, Freucl sabe ya ele la universalidad de la prohi-
capacidades ~i .ª las propiedades de la figura del padre bición del incesto, que no existe sociedad que no incida
real. No es fac1l de entender: el padre es su función de alguna manera en la relación con la mujer del cndo-
la que no depende, por ejemplo, de la representación ~ grupo. Conecta esa prohibición con el to_temismo: los
de la imagen clásica del padre como personaje viril. distintos totems dentro del grupo social cumplen la
I-I_ay razones: nada más irrisorio que un hombre viril. función de resguardar el incesto, en la mecl,da que el
Si hemos _i?sistido tanto sobre la labilidad del objeto toiem codifica los matrimonios prohibidos y los ma-
el~ la_p_u_ls10n er": casualmente para mostrar que no ba- tromonios permitidos. Las sociedades llamadas primi-
bia vmhdacl posible en el punto de partida. En cuarito tivas rigen mediante el totemismo -cree Frcud-_ .el
al punto de llegada, sólo podría haber, por lo mismo orden del parentesco, el sistema de parentesco. Diga~
exlubición de virilidad, parada, pavoneo: nada más fe'. mas al pasar que había algo que no era correcto en el
menino, en efecto, que un hombre que se exhibe verda- razonamiento, puesto que si es cierto que la prohibi-
deramente ~iril. O como decía una paciente histérica, ción del incesto es una ley absolutamente universal, el
Y_ por lo mismo capaz de inteligencia con respecto a totemismo es un fenómeno etnográfico que no lo es
ciertas cosas: "En verdad yo no he encontrada la viri- en absoluto, y cuya definición, por lo demás, tampoco
11
lidad nzás qu~ entre 111ujeres Se in1agina: no es se-
• es clara, Levi-Strauss señala que como concepto antro-
guro qu_e un padre viril pueda llenar los requisitos ele pológico el totemismo es dudoso, y que aun, en la his-
la func10n del padre. toria de la antropología, tiende a disolverse si no a de-
Tampoco se trata de la imagen ele un padre fuerte saparecer, (Levi-Strauss, Le Totémisme a!ljo¡¡rd'lzui).
o ele un padre débil. No es fácil: se trata ele! padre Pero hay errores fecundos y la historia delas cien-
como polo o lugar capaz de ejercer la función ele corte cias está plagada de ellos. Por lo demás, el objetivo de
de asegurar una escisión, una separación. ¿Qué es J~ la reflexión freudiana se ubica más acá de la veracidad
que en el padre permite reasegurar la prohibición del de ]os datos antropológicos. El problema freudiano per-
inc';sto? ~~ué es lo que, y simultáneamente, reasegu- tenece al orden del discui'so, se podría decir, y no al
rara al h1Jo contra los desgastes del cuerpo erógcno, orden de los datos. Freud parte de la conexión entre
ese cuerpo aprendido en el filo ele una contraclición y totemismo e incesto para preguntarse inmediatamente
ele una trasgresión? por su sentido, ¿Por qué el totem, y las reglas que res-
. , Para esbozar, si no la respuesta, al menos b direc- guardan al animal y rigen la.conducta hacia él, a saber,
c10n de una búsqueda, no estaría mal retornar a un las prohibiciones que pesan sobre el totem estarían
texto freudiano _bastante famoso y no siempre bien leí- relacionadas con la prohibición fundamental, el inces-
do. Me refiero a Talen y tabú. La respuesta ele Frcud to? En el capítulo IV del libro define su posición, Pero
en el texto a la cuestión sobre el padre puede resultar a nosotros nos importa señalar de la explicación freu-
asombrosa, ya que contesta que lo que asegura, en el diana ciertas particularidades del discurso o ele los dis-
grupo social, la prohibición del incesto, no es sino el cursos en que dicha explicación se sostiene. Pertenece
112 . , 113
a una rara espec.ie esa demostración que_ se encuentra infantiles, dice, nos ha enseñado que el animal te~ido
en el capitulo IV, por la cual la prohibición del inces- simboliza al padre. Quiero decir: Freud opera -s1 se
to es _i?éntica a la muerte del padre; la cuestión y su me permite expresarme así- superponiendo discursos
soluc10n pertenecen al orden del discurso: no se puede que pertenecen a niveles distintos. De los datos por )º
hablar ni del incesto ni del padre -Freud nos vendría demás construidos por el antropólogo pasa, y no· sm
a decir- si se permanece en un discurso de un solo cierta audacia, a los datos y conceptos que pertenecen
nivel, o bien, en un tipo único de discurso. De ahí la a su propio campo : de la fiesta a la f?bia. Y simu) ~á-
dificultad cuando se trata de "hablar" de la función del neamente, a la inversa: la actitud ambivalente del mno
padre. La cuestión de la función del padre pertenece con respecto al padre se extendería, dice Freud, al ani-
a un orden donde es necesario articular y superponer mal totémico. Pero aún Freud no cede en el ,:nétodo, Y
más de un discurso. sugiere que para probar lo acertado de la conexión es
Freud parte en su "demostración" de un libro de preciso apoyarla en la "hipóte~i~," darwinia1;a del es-
W. Robertson Smith sobre la religión de los semitas, tado primitivo ("la orda salvaie ) de la _sociedad hu- .
donde el autor expone la opinión de que una "comida mana. "Confrontando nuestra concepción psicoanalíti-
totémica" formaba parte de los rituales que consti- ca del totem con el hecho de la comida totémica y con
tuían el totemismo. Para mostrar su tesis se apoyaba la hipótesis darwiniana del estado primitivo de la so-
en un único dato, una descripción que provenía del ciedad humana, se nos revela la posibilidad de llegar
siglo v. Por medio de un conjunto de deducciones, y a una mejor inteligencia de estos problemas y entreve-
también de inducciones, Freud genera un conjunto de mos una hipótesis que puede parecer fantástica, pero
hipótesis. Tal comida, que reunía a los miembros del que presenta la ventaja de reducir a iina im(dad insos,;
clan, se originaba en rituales primitivos de sacrificios pechada series de fenómenos hasta ahora inconexas
de jlnimales a los que se agregaba su comida. La comi- (Obras Completas, II, p. 496). Las hipótesis aquí depen-
da en común estrechaba el lazo de los miembros del den se lo ve no tanto del aspecto fantástico de los su-
clan, al mismo tiempo que el parentesco· del clan con pue~tos, sin~ de una suerte de bricolage de los dis-
el animal. Por lo demás, se mata primero al animal, cursos. -
luego se lo llora, y aun, el acto de su devoración se Pero sigamo's el razonamiento. En el com!enzo 1~
constituye en fiesta. Todo el ritual, corno su culmina- sociedad estaba constituida por una arda salvaie domi-
ción en la fiesta, representa un pasaje desde el tiempo nada por el padre, el único que tenía acceso a las mu-
profano a un tiempo sagrado, comunitario: lo prohibi- jeres del grupo. La dominación de este mac~o pode-
do al individuo, la devoración del animal totémico está roso despierta el odio de lqs hermanos, qmenes se
permitido a la reunión del individuo en el grupo. ' conjuran para matar al padre y apoderarse de las mu-
¿Pero quién es, a quién representa, el animal que jeres a cuyo goce sólo él tiene acceso. Pero consumad?
está en juego en el ritual? Ese animal muerto y llorado, el acto, ¿qué es lo que ocurre? Lo que ocurre en pri-
contesta Freud, no puede ser otro sino el padre. 1 mer lugar es un nuevo corte en el di,scurso: el lengua-
Pero lo interesante, es la manera en que Freud llega je mítico darwiniano es abandonado ahora en favor
a ésta conclusión. Lo hace comparando los datos de de la observación etnográfica. En efecto, consumado
las hipótesis deductivas de Robertson Smith con sus el crimen del padre, cuyo móvil es el apoderamiento
propios datos teóricos. La observación de las fobias f. de las mujeres del grupo, no se ve muy bien por qué

i 14
!lic · •B
-reflexiona Freud- las mujeres del endogrupo están es extraño, sino el hecho enigmático de que se ha echa-
prohibidas para los hombres del mismo grupo: a sa- do ma~o de distintos tipos, de diferentes niveles, de
ber, que aun las sociedades más atrasadas, esas socie- discursos: el discurso de las inducciones antropoló-
dades australianas sobre las que Freud reflexiona en gicas, el discurso de las cor:iprobaciones teorico-p1:~c-
la primera página de Totem y Tabú, no dejan de ob- ticas del psicoanálisis, el discurso de la obscrvac10n.
servar la ley de la prohibición. El conector, ahora, es
decir las razones que permitirán dar cuenta de ese pa-
etnográfica. Una verdadera s_uperposi~ión ?~ . discu;•
sos, la que no carece en camb_,o ~e art1culac1on: el b~-
saje, de esa transformación donde el resultado no coin- sico, ]a "obediencia retospect1va , sella la pertenencia
cide con el móvil, lo logrado con lo esperado, no es del conjunto al campo del psicoanálisis. Lo_ que puede
otro que la culpa. Una vez muerto el padre, satisfechos escandalizar, 0 mejor dicho, lo que debena ,escanda-
los sentimientos hostiles y el odio, surge el amor. El lizar no es tanto la referencia fantástica, la muerte del
resultado de esta ambivalencia a posteriori es el senti- pad;e en el tiempo mitico _de la _arda, sin? la utiliza-
miento de culpa. He ahí el conector, señala Freud, que . ción la mezcla aun, de distmtos tipos de discursos. Se
da cuenta de la transformación por donde el asesinato dirí~. el discurso freudiano no se 1nantiene. O bien,
del padre por los hermanos, que debía haber condu- sólo se sostiene a condición de saltar alegremente los
1 cido a lá apropiación por los hombres de las mujeres escalones, de pasar sin, aviso y sin transición de nivel
¡¡
· del grupo, culmina en lo contrario: los hombres se a nivel.
prohíben el acceso a ellas. La culpa se alimenta de Alegre liviandad de la de_most~aci_ó~ qu~ _d:ja ~os-
obediencia al padre después de la muerte del padre. pechar la existencia de algun pnnc1p10 d1tiram!'1_c_o,
Surge entonces un verdadero concepto, para nuestro nietzschiano en la obra de Freud. Sea, pero a cond1c10n
gusto, capaz de dar cuenta de la universalidad· de la de no olvidar que Nietzsche hablaba más vale de la
ley, de la prohibición del incesto; es la "obediencia re- vida mientras que Freud utiliza el discurso para ha-
trospectiva" {Obras Completas, II, pp. 496-7). blar' sobre el discurso. Pero seamos sencillos. Totem Y
Raro relato, dirán algunos. Contestaría que nada Tabú es uri texto de primera línea puesto que nos_ i~-
tiene de extraño y que en cambio remite a una lógica . forma de esta buena nueva, difícil sin duda de as1m ,.
difícil. La muerte del padre reascgura, vía obediencia lar: que no se puede "hablar" sob:e la funci~n del pa-
retrospectiva, la norma social por autonomasia, la ba- dre manteniéndose en un solo mvel del discurso, o
rrera que impide el acceso del individuo a la mujer bien que dicha función remite a un campo cuya consis-
del grupo. Se podría también decir que lo que posibi- tencia permanece a distancia de los objetos que. en la
lita y asegura, según la lógica del discurso, la expulsión vida de todos lcis días nos parecen meramente reales,
del individuo del grupo hacia afuera, la prohibición de sean éstos representaciones ~ imáge,n:s... .
las mujeres del endogrupo, y por lo mismo, abre al su- ¿Cómo es posible que un act~ fant_astJco, el asesm~-
jeto la puerta obligada, en materia de goce sexual, ha- to del padre, conduzca al entromz~m,ento de la prohi-
cia otros grupos sociales, no es sino esa referencia a bición del incesto como ley? Este tipo de pregunta nos
ese padre muerto asesinado (ausente porque muerto), introducen al tema al que pretendo introducir a mi
el que sólo aparece -no hay por qu_é olvidarlo- en el audiencia: el psicoanálisis. La cuestión aquí es un pro-
ji seno del discurso mítico. blema de discursos. Pero obsérvese al menos qu: en
No es el relato, ni la lógica que lo atraviesa, quien la demostración freudiana hay por lo menos dos tiem-
116 117
1
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pos, dos momentos distintos, dos tiempos en la suce- definen el idilio madre-hijo, Esa figura es el padre: \!
sión. La idea de una º obediencia retrospectiva" evoca pero la función del padre todavía no está ahí.
r
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esos dos momentos: el tiempo del asesinato, el tiempo Segundo tiempo. Emerge aquí el padre como figura
de los efectos. Para que la función del padre ( el padre capaz de llevar a cabo la función de corte. Es el mo:
muerto) pueda. ejercer la función de "corte" (la prohi- mento que Lacan llama del "padre terrible"; doble pro-
bición del incesto) es preciso que opere la temporali- hibición: a la madre, "no integrarás tu producto"; al
11
dad propia de la culpa, el efecto a posteriori de la hijo: no te acostarás Con tu madre".
obediencia retrospectiva. Tercer momento. Reaparece el padre pero bajo for-
Refiriéndose al Edipo, también Lacan habla de ma de padre permisivo, condición de acceso a la mujer
"tiempos". Manteniendo cierta distancia del tipo de bajo el modelo de la madre prohibida. El padre se
hipótesis y de la lógica de Totem y Tabü, pero utili- ofrece como polo de las identificaciones sexuales del
zando un tipo de discurso que no oculta los puntos e11 hijo, y simultánectmente, de sus ideales sociales. Esta
común con las mostradones freudianas, Lacan divide estructura introduce como cuestión el problema de las.
al Edipo -por motivos pedagógicos en primer lugar- identificaciones, que no podríamos abordar aquí. Sin
en tres tiempos. embargo hay que recordar que el polo de la identifi-
Primer tiempo. Es el del idilio del amor de la madre cación es el polo deseante, de cuyo deseo depende la
y el hijo, amor atravesado -bien entendido- por la determinación del objeto para el sujeto. Identificarse
contradicción que roe la erogenización del cuerpo del es entrar (¿histéricamente?) en la ronda del deseo.
hijo: idilio en el mal lugar -que me parece que Rous- ¿ Cuál es entonces el valor de la identificación en la
seau ignoró- donde lo inmediato de la relación de dos normativización de la sexualidad del hijo?
cuerpos está transida por la prohibición. Se entiende Pero retornemos al segundo tiei:npo. ¿Qué hay que
que los accidentes de ese idilio no carecen de impor- entender por padre terrible? Nos vemos remitidos así
tancia para la clínica, y no únicamente en el trata- desde un lenguaje aceptable al bricolage de Totem Y
miento de niños. Ocurre que en la relación entre la Tabú. Aquí se habla del asesinato mítico del padre,
madre y el hijo se organizan ya en la edad temprana allá de la capacidad de espanto del hijo. No es fácil
todos esos gestos de seducción recíprocos, cuyo con- "hablar" sobré el padre, se lo ve, sobre todo cuando lo
tenido ilusorio -pero por ello no menos patógeno- que está en júego es aquella referencia del Eros a la
significa cierta trasgresión de la prohibición, momen- palabra. En el límite, el padre es aquél -dice Lacan-
to donde importa, se lo adivina, la neurosis misma de qÚien podría pronunciar esta frase impronunciable:
la madre, su capacidad de emitir mensajes de seduc- "Yo soy el que soy". Pero se sabe que el padre, o como
ción, de cuya interpretación por el hijo dependerá par- se quiera, que la función del padre no es Dios. La reli-
te de su futuro, o mejor, las determinantes de base de gión, para Freud, y más allá de toda discusión al res-
su futuro de ser sexuado (pero habría que dedicar más pecto, es neurosis obsesiva. ¿Cómo pronunciar tamaña
tiempo a esta última expresión). Sobre el horizonte de frase sin hacer el ridículo? ¿Cómo es posible que un
la prohibición, horizonte que es lo más cercano, surge padre real se sostenga en tal encrucijada? Al conflicto
entonces o ya está ahí el esbozo de figura capaz de de base que sellaba la erogenización del cuerpo, se su-
hacer de vehículo de la ley social, de estructurar el in- ma el conflicto que corroe el lugar mismo de aquél que
terior de las cercanías, reacomodar las certezas que debiera asegurar ese corte por donde el hijo dinamice

118 119
- -··
,iJ
- - - - - - - ~ """"'=..-=::..___:.._ __ - - ·--· --- ----- -------.
las ilusiones de su relaci_ón a! objeto primordial. ¿ Se sagrado de la fiesta,. tiempo sacra,nentál de sacrificios
entiende de dónde viene esa tentación siempre reali• y alborozo, los individuos del clan matan al totem y
zada, a nivel de las costumbres sociales, por donde la lo devoran. El discurso freudiano acepta ele plano la
figura del padre queda identificada sin más a la figu• explicación mítica. Los hermanos ele la tribu asesina•
ra de la autoridad? En definitiva -y ojalá comiencen ron al padre para apoderarse ele las mujeres que sólo
a poder oír de qué se habla en ese lugar al que preten· aquél gozaba. A nivel sociológico se observa en cambio
do introducirlos-: pulsión sin objeto determinado, que no existe sociedad que no prohíba el acceso a las
deseo que se alimenta de su insatisfacción, erogeniza- mujeres ele/ enclogrupo. La· ambivalencia ele los senti•
ción del cuerpo en un mal lugar, fallas de la función mientas hacia el padre, más la culpa que rnsulta de esa
(el padre) que debe reasegurar al hijo de un destino, mnbivalencia, conducen a la "obediencia retrospecti-
de uria historia por venir. Hay una frase de Lacan que va". Se buscaba la apropiación ele las mujeres del gru·
cierra su Télévision (Paris, seuil, 1974) que resume, sin po, se concluye en una barrera que impide el acceso a
duda económicamente, tal desarrollo: "De lo que per- ellas. El padre edípico es el padre muerto. Ni real ni
dura de pérdida pura a lo que no apuesta más que del in1aginario, el padre aparece -asesinado- en el inte~
padre a lo peor". rior del discurso mítico. El relato freudiano, final• •
mente, evoca la aparición ele una temporalidad aprcs-
coup: los hijos obedecen pero después de perpetuado
Resumen de A. Berenstein. En la última conferen- el hec/10, restrospectivamente.
cia Masotta nos introduce de lleno en la temática del Lacan habla también ele tie,tzpos. Masotta refiere
complejo de Edipo, la íunción de la Ley. Cierta opera- la descripción lacaniana de los tres tiempos del Eclipo
ción constitutiva remite a la Ley que asegura el corte ( Seminario sobre "Las formaciones del inconsciente").
de las relaciones de la madre con el hijo, permite que El primer tiempo remite a las seducciones y a la re/a.
e/ sujeto pueda tener un destino sexual. ción ilusoria ele la madre y el hijo. Lugar de la eroge-
En la estructura Edípica no se trnta de imágenes, nización del cuerpo, muerde en él ya la prohibición del
sino de funciones: la función de la madre, que tiene incesto. Sobre el horizonte de la relación idílica, eroge-
que ver con la primera erogenización del cuerpo; la nizante, aguarda el padre, que surgirá como prohibidor
función del padre, que asegura el fin de la relación con en el segundo tiempo. Momento del padre terrible cuya
el objeto primordial, la madre. El padre en cuestión no función es asegurar el corte. En el tercer tiempo el pa-
se confunde con el padre real, hay que supernr una te· dre se torna permisivo: es el polo de las identificacio-
mcítica_ de imágenes; el poder, el padre como autori- nes eclípicas. Pero la noción de identificación no es
dad, el padre viril -toda presentación viril del hombre fácii ni tampoco su función en el análisis.
es siempre ridícula-; la cuestión del padre no se re-
sÍtme · e,i las imágenes del padre fuerte o del padre
débil. · Se hace referencia entonces a Totem y Tabú, Pregunta. Ningún hombre en el límite podría pro-
trabajo qúe gira alrededor de la función del padre y la nunciar la frase "Yo soy el que soy" .. ¿No es así? ¿Qué
prohibición· del incesto. Freud dirá que el Tolem es el padre real podría pronunciar tal frase? Correcto. Pero
padre'y evocará la prohibición, dentro del sistema to- aparece una-duda. ¿No estamos hablando del padre
témico, de matar al animal totémico. Pero en el tiempo real después ele decir que no se trata del padre real?
120 121
-";····
Ninguna norma social ha fo r d .
Pregunta extraña. Pareciera que está mal formula- se cumplieran en todos I g a o que sus exigencias
.da, pero no es así. Es como si usted se embrollara en existido, sigue existiend~s
veces se lo olvid p
~:Sts.
bEI mcesto existe, ha
. . s a ueno recordarlo, a
el discurso. Se pone usted a andar por una banda de
Moebius en cuyo piso ve inscrito que no hay padre de de la Le El a. ero la existencia del incesto depen-
real, sigue usted caminando y sin atravesar ningún dental al :e~os PJº~lema es: quien en la familia occi-
borde comienza usted a leer que hay padre real. Si La- el padre Pe • e e asegurar el alcance de la Ley es
can estuviera entre nosotros, entiendo que se regoci- so de s~ Ju ro dadals las características de Jo dificuÍto-
gar, es o que yo q .
jaría. Le contesto que mostrar que la función del padre hay trasgresión. Hay tras esi ,uena acei:tuar, siempre
lidia con el ridículo, es Jo mismo que decir que no se exactamente el de I grd on a un mvel que no es
as con uctas s · ¡
puede partir del padre real. Hay algo que aún no dije, trasgresión al fin El . , .. ocia es reales, pero
pero que podría formular ahora: pensar la función del arenas movedizas· d bps1coanahs1s es difícil, en estas
padre es alejar la figura de las realidades para acer· tión del padre se dº ~ e move:se el analista. La cues-
cario a las funciones, y a las ausencias. Tenemos un estos dos polos: º1~:,; -;;j"ª nrel ob;5ervación- entre
tipo de ausencia particular, que es la muerte concreta. ':f
caso de los trastornos neu/:. re ta ausente, y es el
el padre está presente o icos,. e Leonardo; o bien
En tal pendiente tenemos la hostilidad del niño hacia
el padre. Ella debe de tener algo que ver con el dis- del presidente Schrob~r:ero teneis entonces la locura
curso mítico. La muerte del padre, fantaseada en la
hostilidad, es lo que encontramos en Totem y tabú.
En resumidas .cuentas pareciera que hay una función
positiva de ]a ausencia del padre. Pero esta ausencia, coma finalidad¿Tiene
Pregunta. l el . . como función,
1 !?"; icoana,1zsts
H b , . • ª reso ucw11 de los conflictos,
de la qu hablo, no tiene que ver con la ausencia real,
7
ª na que contestar que si.• Pero el conflicto
co es que el sujeto · bási-
cuyo efecto podría ser bien patógeno. No es necesario
q_ue el padre falte para que falte -dice Lacan-; del del objeto, y por
0
i~
conflicto significaría P er~
f:~:-e s~ber que no hay Saber
el deseo. Resolver el
mismo modo no es preciso ·que no esté presente para
que falte. Hay entonces una función eficaz de la falta. cia del inconsciente •poor ~n a o una cierta experien-
Hablando del deseo decíamos que el d,:;:c.o resguarda en la dirección del cÍ ser e otro ser capaz de caminar
e o ...
la falta. El padre debe poder no "ahogar" al sujeto en
los momentos de su constitución. En un sentido es una
Pregunta •En z z . , analítica ~s el analista
suerte que ,en el límite el Jugar del padre sea insoste- o el analizada ~l qu: ;: ?to'i
nible. cubrimiento de los confl~:t:ªs/ parte activa en el des-

Pregunta. A partir de la prohibición del incesto, de Los términos "pacientes" ,, . 1" "
ser abandonados. son . . o ana izado debieran
donde usted parte, debería poder hablarse de enferme- mejor "analizan!~" o ""t:nªasl1~1zdan;,es ... Habría que decir
dad y normalidad. Pera al mismo tiempo el incesto, a ¡· · ·, iza o En efecto · ¡
1c1pac10n más que activa d 1 " • ¡· • sm a par-
veces, se realiza. El psicoanálisis que na valoriza la nor- lisis posibles Pero e ana izante" no hay aná-
malidad -usted habló entre comillas de ".normali- . creo que ya fº •
mos ya cinco horas hoy d t be~ s~ 1c1ente: merodea-
e ,a aJo Juntos .. ,
dad"- y que parte de lo patógeno ...
123
122 _j

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