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INTRODUCCIÓN

La prisión puede considerarse como la última fase del proceso de justicia penal, que
comienza con la comisión del delito, prosigue con la instrucción del caso, el arresto
de los sospechosos, su detención, el juicio y, por último, termina con la sentencia.
La magnitud de la población carcelaria viene determinada por la forma en que el
sistema de justicia penal enfrenta a los delincuentes, lo que a su vez repercute de
manera significativa en la gestión de los centros penitenciarios. Por otro lado, el
sistema de justicia penal se ve influido por las políticas gubernamentales y del clima
político del momento, determinado en gran medida por los ciudadanos, que en los
países democráticos eligen sus gobiernos. Por todo ello, al evaluar el sistema
penitenciario será preciso tener en cuenta que la gestión eficaz y las condiciones
satisfactorias de las cárceles no dependerán únicamente de las autoridades
penitenciarias. Lo que ocurra en las cárceles estará intrínsecamente relacionado
con la gestión del sistema de justicia penal en su conjunto y con las presiones que
reciba dicho sistema de parte de los políticos y los ciudadanos en general. Por esa
razón, cualquier intento de reforma del sistema penitenciario deberá formar parte de
un programa amplio dirigido a hacer frente a los desafíos que plantee la totalidad
del sistema de justicia penal.

El nivel de confianza que se deposita en el sistema de justicia penal en general, y


en la prisión en particular, como solución a algunos de los problemas más
acuciantes de la sociedad es señal de la actitud de la ciudadanía y los políticos
electos ante la delincuencia y sus causas principales. Cuando los gobiernos adoptan
un enfoque punitivo, sin tratar de eliminar los factores que dan lugar a conductas
delictivas, los centros penitenciarios acaban convirtiéndose en lugares que albergan
a un número elevado de personas procedentes de los grupos más vulnerables y
desfavorecidos de la sociedad, junto con un número muy inferior de delincuentes
peligrosos y violentos.

Por otro lado, los sistemas penitenciarios deben rendir cuentas ante la sociedad.
Aunque esto es válido para todos los servicios públicos, lo es para el sistema de
prisiones de manera particular porque en gran medida está exento de la supervisión
pública y es un ámbito que se presta fácilmente al abuso de poder.

Las condiciones de vida en una prisión constituyen uno de los factores primordiales
para determinar el sentimiento de autoestima y dignidad de los reclusos. La calidad
del alojamiento, la disposición de los dormitorios, la alimentación que reciben los
reclusos y el lugar en que se sirve esa alimentación, las prendas de vestir que se
les permite llevar, el acceso a instalaciones sanitarias, son todos elementos que
influyen enormemente en la sensación de bienestar del preso. Incluso cuando las
condiciones materiales son adecuadas, las prácticas restrictivas como, por ejemplo,
el hecho de tener que pedir permiso a los guardias para ir al aseo, pueden afectar
la salud mental de los reclusos. Entre las condiciones de vida se encuentra el
ambiente de la prisión, que viene determinado por el modo de gestión de la prisión
y por el tipo de relación que existe entre el personal y los reclusos.

Corrupción: es fundamental tener en cuenta que casi siempre el nivel de acceso de


los reclusos a las instalaciones varía en dependencia de su estatus social, su
complexión física, su poder adquisitivo y sus contactos. La corrupción entre el
personal y los reclusos está presente en casi todas las prisiones y es una práctica
extendida en muchas de ellas (principalmente en los países de bajos ingresos,
aunque no se limita a estos); ella condiciona hasta qué punto se respetan los
derechos de los presos y se satisfacen sus necesidades más elementales, como
cama, comida y medicamentos.
JUSTIFICACIÓN

El papel de un criminólogo en el ámbito penitenciario, es de suma importancia, ya


que la formación profesional de éste, lo capacita para poder realizar los perfiles
criminológicos, las predicciones de comportamiento delictivo y desviado y, en
general, todas las tareas relativas al estudio de la conducta delictiva, así como los
diferentes ámbitos relacionados con la delincuencia y la seguridad.

A diferencia de lo que sucede con la formación de psicólogos, juristas, asistentes


sociales o pedagogos y el resto de profesionales que tradicionalmente trabajan en
el entorno de la delincuencia y la conducta desviada, los estudios de Criminología
se enfocan de forma directa y exclusiva a la comprensión, análisis y actuación tanto
en la persona y circunstancias de los delincuentes como del mismo fenómeno de la
delincuencia, por lo tanto, estos profesionales se encuentran en condiciones de
poder aportar una visión de conjunto, omnicomprensiva y flexible, sobre el posible
comportamiento de los internos, basados en todos los aspectos que su entorno les
provee.

OBJETIVOS
OBJETIVO GENERAL
 Analizar el sistema penal penitenciario vigente en los Estados Unidos
Mexicanos.

OBJETIVOS ESPECIFICOS
 Determinar el papel y la importancia del criminólogo en el sistema
penitenciario y en la futura reinserción de un preso en la sociedad.
 Conocer las condiciones en que se encuentran los centros penitenciarios de
México, haciendo énfasis en un centro en particular.
 Identificar los factores de riesgo existentes en prisión que puedan funcionar
como detonantes para una conducta violenta de un preso a su salida.
MARCO TEÓRICO
En la presente investigación, antes de comenzar a analizar el papel que tiene un
criminólogo en el derecho penal y la vida de un interno al interior de prisión, es
importante definir el derecho procesal penal estudiándolo en forma integral y en lo
posible productiva e interesante, partiendo de los principios, sistemas,
comparaciones, yuxtaposiciones y críticas.

El Derecho Procesal es un conjunto de normas que regulan los pilares del debido
proceso, con la finalidad de la aplicación de las leyes de fondo, o derecho sustancial,
éste se ocupa también de la competencia y de la jurisdicción y la regula; así como
la actividad de los jueces, abogados y el Ministerio Publico. Por ultimo ejecuta la
norma sustantiva en un pronunciamiento razonado y de fondo que es la sentencia
Judicial. En el Derecho Procesal Penal regula el proceso desde el inicio hasta la
finalización del proceso, conjugándose diferentes funciones preestablecidas como
la investigación de acontecimientos criminales, acopio de pruebas, identificación de
objetos y personas y sancionar al comisor. Luego entonces el Derecho Procesal
Penal es aquel conjunto de normas jurídica encargada de proveer de conocimientos
teóricos, prácticos y técnicos necesarios para comprender y aplicar los actos
adjetivos destinados a regular el inicio, desarrollo y culminación de un Proceso
Penal.

El objeto del Derecho Procesal Penal radica en el esclarecimiento del hecho jurídico
denunciado o no previa acumulación de pruebas.

El objeto es obtener, mediante la intervención de un sujeto de derecho u órgano


jurisdiccional, la declaración de una certeza positiva o negativa de la pretensión
punitiva del Estado, quien la ejerce a través de la acción del Ministerio Publico.

El proceso se puede terminar antes de la sentencia, puede ser por no identificarse


el autor o no demostrarse los hechos, por lo que termina no con una sentencia, sino
con una resolución judicial o un archivo determinado sin que adquiera carácter de
cosa juzgada material. Con ello se busca alcanzar la certeza y seguridad jurídica.
El fin del Derecho Procesal Penal está dirigido a la comprobación del delito y
determinar la responsabilidad penal del procesado, por lo que se puede condenar o
absolver y archivar las mismas siempre y cuando no haya prescripto la acción.

ANTECEDENTES
El Reglamento Interior de la Secretaría de Gobernación de 1918 establecía, entre
sus atribuciones, la conmutación y reducción de penas por delitos del orden federal
y llevar los asuntos relativos a la Colonia Penal de Islas Marías; reos federales e
indultos, las cuales eran ejecutadas por el Departamento Consultivo y de Justicia.

Desde el inicio de su administración, el Presidente Plutarco Elías Calles (1924)


planteó y buscó que las penitenciarías fueran centros de regeneración, sin embargo,
sólo logró que en 1926 se fundara el Primer Tribunal de Menores en México.

Es hasta la administración del Presidente Emilio Portes Gil (1928-1930) cuando


entra en vigor un nuevo Reglamento, que es publicado el 28 de noviembre de 1929.
Este Reglamento establecía, en su Artículo 2o., que el Departamento Consultivo y
de Justicia tendría, entre sus atribuciones, la atención de los reos por

delitos del fuero federal y del fuero común en el D.F.; tramitación de indultos;
amnistías; conmutación y reducción de penas, y traslado de reos; registro de presos;
cumplimiento de sentencias (señalar lugar donde purgar su pena) y órdenes de
pago por alimentación.

Es importante señalar, que la Legislación Penal de 1929 contribuyó de manera


importante al derecho penal mexicano porque crea el Consejo Supremo de Defensa
y Prevención Social de la Secretaría de Gobernación y las actividades que asumió,
a través de su Departamento de Justicia, fueron el registro de los reos federales en
los libros, traslado de procesados y reos federales, libertades preventivas
concedidas, libertades preventivas negadas, libertades preparatorias negadas,
conmutación de penas concedidas, conmutación de penas negadas, pago de
alimentación de reos federales de todos los estados, distritos y territorios,
exceptuando el D.F.
El 30 de septiembre de 1929, el Presidente Emilio Portes Gil expidió el Código Penal
para el distrito y territorios federales, que individualizó las sanciones para cada
delincuente y adoptó un sistema de sanciones para darles a los internos un
tratamiento basado en el trabajo y seguimiento de sus efectos. Para ello, se realizó
una selección de los delincuentes, alojarlos en establecimientos especiales y
aplicarles el tratamiento diseñado, aunque la tarea no se realizó completamente.

El 7 de octubre de 1931, se transformó al Consejo Supremo de Defensa en el


Departamento de Prevención Social, dependiente de la Secretaría de Gobernación
y del Departamento del Distrito Federal, organizado en tres secciones:

· Sociología y estadística

· Médica-psicológica

· Secretaría General para Asuntos Administrativos

Fue el 13 de diciembre de ese mismo año cuando se promulgó el Código Penal del
D.F. y territorios federales en materia del fuero común y de toda la República en
materia federal.

Posteriormente, en enero de 1933, durante la administración del General Abelardo


L. Rodríguez, se inició una nueva etapa en la vida de las instituciones penitenciarias
y el tratamiento al delincuente, ya que fueron trasladados de las cárceles existentes
en la época, a la nueva penitenciaría del D.F. "Lecumberri".

El diseño arquitectónico de Lecumberri se basó en el sistema panóptico, que


facilitaba el control y la vigilancia de la población del penal constituido por una torre
central con mayor altura que los demás edificios, desde donde se dominaban las
azoteas y los espacios descubiertos entre las crujías; se convirtió en cárcel
preventiva y penitenciaría a la vez.

Lecumberri no tenía la capacidad para albergar cerca de 3000 presos y menos para
ocuparlos en algún trabajo; también sucedía que los jueces y los carceleros
mantenían la idea de que era necesario ejercer en contra de los delincuentes una
venganza, no obstante que las doctrinas señalaban lo contrario.
Ante esta situación, la Secretaría de Gobernación insistió que debían pugnarse por
la rehabilitación y buen trato de los presos, intentó una reorganización penal para
que en las cárceles los reos tuvieran trabajo, considerado el medio para lograr la
readaptación, sin embargo, esto fue limitado por las condiciones presupuestales.

En el "Plan Sexenal" del Gral. Lázaro Cárdenas, la política social se basó en


impulsar la unificación de las legislaciones penales en México. Para 1935, el
Departamento de Prevención Social ya se había reorganizado y su objetivo era
"cumplir y generar una real preocupación por la delincuencia infantil y juvenil".

Basado en ello, se desarrollaron las labores relacionadas al tratamiento de menores


y el control que llevaba también abarcaba la consideración y resolución de su
externación, para lo cual integraba un expediente que contemplaba el examen social
del medio familiar, el estudio médico y pedagógico del menor, al momento de
solicitar su salida.

Dada la problemática que aquejaba al sistema penitenciario en 1936, se realizó la


Convención Nacional para la Unificación de la Legislación Penal e Intensificación
de la Lucha contra la Delincuencia. En esta reunión, los delegados penitenciarios
de los estados y del Gobierno Federal, llegaron a los siguientes acuerdos:

· Correspondería a los estados la creación inmediata de los Tribunales para


Menores, mejorar los

existentes y abolir la pena de muerte.

· Reconocieron la urgencia de emprender una reforma penitenciaria.

· Utilizar las "Islas Marías" como institución de Readaptación Social.

· Designar al personal directivo de los reclusorios.

Posteriormente, el Departamento de Prevención Social, realizó un estudio de los


reos contemplando los aspectos médico, económico, social, pedagógico y
condiciones laborales, para integrar los expedientes, mismos que eran utilizados
para el otorgamiento de la libertad anticipada o el indulto y para clasificar a los
grupos de reos que debían ser enviados a las Islas Marías para compurgar sus
sentencias.

En 1940, al Departamento de Prevención Social también le fue encomendada la


vigilancia de los menores externados y de los reos liberados que gozaban de una
libertad condicional.

Durante el sexenio del General Manuel Avila Camacho (1940-1946), las principales
actividades del Departamento de Prevención Social de la Secretaría de
Gobernación fueron la expedición de disposiciones, leyes y reglamentos
encaminados a la "prevención y represión del delito".

Se creó la delegación del Departamento de Prevención Social en la Penitenciaría


del D.F., que se encargaría de hacer los estudios médico-psiquiátrico y social de los
reos.

En la administración del Presidente Miguel Alemán Valdés (1946-1952), las


instituciones que controlaba el Departamento de Prevención Social de la Secretaría
de Gobernación eran:

· Los tribunales para Menores e Instituciones auxiliares de tratamiento.

· Policía tutelar.

· Colonia Penal Federal "Islas Marías".

· Delegaciones en la Penitenciaría del D.F., y en los territorios Norte y Sur de Baja


California.

Para el sexenio del Presidente Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958), los servicios
fueron ampliados y entonces empezó a atender las necesidades de la Penitenciaría,
de la Cárcel de Mujeres y del Tribunal para Menores del D.F., Colonia Penal Federal
"Islas Marías" y de las prisiones de Quintana Roo y de Baja California; consolidó
sus delegaciones en la Penitenciaría del D.F. y en la Cárcel de Mujeres y se inició
el "Registro de reos sentenciados", mismo que se concluyó con una organización
general del Casillero de Sentenciados, su objetivo era contar con los antecedentes
de los reos.
En 1954, el Departamento fue reorganizado en las secciones denominadas: jurídico,
médico-criminológica, trabajo social, estadística e investigación y clínica de
conducta, policía tutelar, tratamiento de menores infractores y casillero nacional de
sentenciados.

Para 1956, el Casillero de Sentenciados contaba con información de 211 mil 329
sujetos con antecedentes penales y estadísticas de los delitos. De 1957 a 1958 se
construyó la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla, con una capacidad instalada
para mil 500 reos.

Durante la gestión del Presidente Adolfo López Mateos (1958-1964), se resaltan


dos aportaciones a la innovación del sistema penal, la creación del Patronato de
reos liberados, el cual quedó adscrito al Departamento de Prevención Social y la
iniciativa de reforma al Artículo 18 Constitucional que envió, el 1 de octubre de 1964
a la Cámara de Diputados, que consistía en proveer la adecuada organización del
trabajo en los reclusorios.

Esta reforma Constitucional se concretó hasta los primeros meses de gestión del
Presidente Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), aprobada por unanimidad en la
Cámara de Diputados y dieciocho Legislaturas Estatales y publicada el 23 de
febrero de 1965 en el Diario Oficial de la Federación (DOF).

Con esta reforma, el Departamento de Prevención Social diversificó sus funciones


abarcando principalmente la ejecución de sanciones de reos sentenciados, el
tratamiento de menores y el gobierno de la Colonia Penal Federal "Islas Marías";
así como la ejecución de las sentencias de los reos federales en todas las entidades
de la República y del fuero común para reos del D.F., territorios federales y
entidades con las que se hubiera suscrito convenio.
INFLUENCIA DE SISTEMAS PENALES EXTRANJEROS EN MÉXICO
Para la globalización económica la vigencia del Estado de derecho en la región es
una forma de garantizar el movimiento de la economía y el cumplimiento de los
contratos y la propiedad de las inversiones. Cuando la delincuencia organizada
empieza a afectar la economía de los Estados (especialmente los poderosos), éstos
buscan imponer sus medidas desde el derecho penal transnacional con
legislaciones en armonía con los sistemas de justicia y en la actualización de los
sistemas penales. El aspecto financiero se ha convertido en el componente esencial
para emprender la lucha contra el crimen organizado con apoyos y cooperación
internacionales, del cual México es vinculante.

La penetración y vigencia del discurso económico neoliberal como fundamento de


las reformas legales y judiciales tiende a reducir la administración de justicia a un
servicio… entre los que se consideran como privilegiados a los inversionistas…
[desplazando] la justicia como valor y por sus resultados políticos, sociales y éticos.

En este sentido, las reformas al sistema penal han estado muy lejos de cumplir con
los objetivos ligados a la impartición de justicia, al menos en México, como veremos
más adelante, porque, el acceso a la justicia en América Latina es un fenómeno
profundamente desigual que tiene de origen vicios en cuanto a la producción de
normas, a su aplicación discrecional y a la ejecución de la pena, tendiendo a
producir-reproducir las desigualdades estructurales en el sistema de justicia; "es ahí
cuando la justicia mercantilizada, en tensión con la justicia como valor, se torna más
riesgosa." Estas ideas se conjugan en la lógica de la modernización de los sistemas
penales relacionados con la política criminal de los Estados y seguridad ciudadana
que adopta el BID, que algunos autores identifican con un modelo de reforma judicial
pro-mercado, buscando una correspondencia de objetivos entre el fortalecimiento
de marcos institucionales eficientes que proporcionen seguridad jurídica y política a
los actores del mercado para la estimulación de inversión privada.
REFORMA AL SISTEMA PENAL 2008-2016
Las reformas procesales penales representan cambios jurídicos paradigmáticos,
que apuntan al tránsito de un sistema inquisitivo a otro acusatorio, modificando las
lógicas escritas, por lógicas y prácticas centradas en la oralidad como motor del
sistema. Las reformas tienen influencia de la cultura jurídica anglosajona, el sistema
Common Law. Cabe señalar, su implementación en la región (en su variante
estadounidense), sin considerar a fondo los problemas de los países creando falsas
expectativas en su eficacia-eficiencia, pero que, no obstante, se evalúan por las
agencias donantes con enfoques cuantitativos (costo-beneficio).

En la lógica de este trabajo, señalamos que el Estado de derecho en países


democráticos sustentado en la defensa de los derechos humanos y el respeto a los
derechos fundamentales y garantías individuales, conforme lineamientos
internacionales, exige la modernización del sistema penal, y el Estado mexicano,
hacia 2007, aún se encontraba rezagado en materia de administración de justicia.

La Oficina en Washington para Latinoamericana (WOLA, por sus siglas en inglés)


declaró en el marco de la Iniciativa Mérida, el respaldo a la reforma judicial mexicana
-constitucional y legal- para enfrentar a la violencia organizada, puesto que el sector
judicial es fundamental, no únicamente, para combatir el crimen y terrorismo,
también es el sustento de acciones económicas y de competitividad con condiciones
favorables para los inversionistas en beneficio del país.

La pregunta que nos hacemos ahora es: ¿cuáles eran las condiciones del sistema
de justicia en México antes de la reforma penal? Es oportuno señalar el Convenio
entre la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y el Centro de Estudios de
Justicia de las Américas (CEJA-OEA) para elaborar un diagnóstico sobre la justicia
penal en México. Las posibles respuestas, de éste y otros estudios, caerían en un
vacío, puesto que, expertos en el área, coincidieron con la falta de datos, de
estadísticas, de estudios empíricos, concretos y confiables sobre la impartición de
justicia, lo que impidió dimensionar respuestas y dar un diagnóstico certero.

Más adelante, y conforme las exigencias de la modernización, las asignaturas


pendientes que se detectaban en México y presionaban para una reforma judicial
eran: deficiencias en el acceso a la justicia; falta rendición de cuentas y
transparencia; ausencia de una reforma procesal, incluyendo medios alternativos;
vacíos en las relaciones de tribunales federales y locales a través del amparo
judicial; carencias en la enseñanza del derecho, incluyendo la formación judicial.

A estas apreciaciones vertidas por juristas, debemos agregar los escenarios de


inseguridad, violencia y muerte en el territorio mexicano que trajo consigo la "guerra"
contra la delincuencia organizada que emprendió el entonces presidente Felipe
Calderón (2006-2012) dos años antes de la reforma penal utilizando,
polémicamente, a las Fuerzas Armadas de México. Los objetivos hacia la
procuración e impartición de justicia en beneficio de la población en general,
fracasaron. Aún, al día de hoy, el país sufre las consecuencias de una "guerra"
improvisada, costosa, sin rumbo, ni planeación, improductiva e inútil, cuyos
resultados catastróficos, han dejado a un Estado más debilitado, a una delincuencia
más fortalecida y a miles de personas masacradas.

El fracaso en las estrategias de "guerra" emprendidas en el sexenio pasado denotan


un problema que Edgardo Buscaglia, explica en su libro Vacíos de poder en México.
Cómo combatir la delincuencia organizada de la siguiente manera: la delincuencia
organizada no es un fenómeno militar que pueda prevenirse o erradicarse mediante
la represión, es un fenómeno social y económico que crece por los vacíos de poder
y fallas de regulación del Estado acrecentando los grupos criminales, tal y como
ocurrió en el sexenio de Calderón, con inusitados niveles de violencia. Sin embargo,
las alertas fueron ignoradas y la respuesta del Estado mexicano ante las fallas y
crisis en el sistema de justicia fue la urgencia de una reforma al sistema penal,
obviando la esencia del principal fenómeno delictivo.

CAMBIO DE REGIMÉN ANTE UN SOLO CÓDIGO


Lo que hemos señalado únicamente tiene sentido en el marco de un código penal
que sea homogéneo para todo el territorio nacional. En México, coexistían 34
códigos procesales (federal, uno por cada entidad federativa, Distrito Federal y el
militar) creando grandes dificultades en la administración de justicia. Algunas figuras
delictivas diferían en su definición y en su pena. Ahora, por primera vez en la historia
del país, los procesos penales federales y estatales tienen criterios homologados
de jueces, concentrando las reglas procedimentales en materia penal para dar
seguridad y certeza jurídica a la ciudadanía. En el contexto de las reformas
constitucionales referidas, se crea la legislación que recoge el sistema procesal
penal acusatorio: Código Nacional de Procedimientos Penales (CNPP).

Enseguida mencionamos algunos puntos relevantes del CNPP, mismos que están
en plena concordancia con la reforma constitucional del 2008:

Vela por la presunción de inocencia. Protege los derechos de las víctimas. Garantiza
el respeto a los derechos humanos. Indica que las audiencias deben ser públicas y
orales. Homologa las normas del procedimiento. Garantiza el principio de
inmediación. Establece el juez de control y juez o tribunal de juicio oral. Incorpora
mecanismos alternativos y formas de terminación anticipada.

Con el CNPP se hizo necesario la creación de nuevas figuras. Únicamente tomamos


el ejemplo de las etapas del procedimiento penal y la acción de los jueces.
Anteriormente no se determinaba la especialización de los jueces: el mismo juez de
la causa era la misma autoridad jurisdiccional que dictaba auto para ligar a un
imputado a proceso, y que, a su vez, dictaba sentencia sobre su libertad o condena.
Con el CNPP y el régimen de especialización, se introduce el juez de control, figura
de gran relevancia quien resolverá las solicitudes de medidas cautelares y
providencias precautorias que requieran control judicial garantizando los derechos
de todos los implicados en el proceso, asimismo, podrán realizar la supervisión de
los acuerdos a los que lleguen las partes, a fin de no ir a juicio. Otra de las nuevas
figuras que se crearon fue el juez de ejecución de la sentencia, quien es ahora el
encargado de vigilar el cumplimiento, modificación y duración de las penas
impuestas a los sentenciados.

PANORAMA DE SEGURIDAD ACTUAL


La comunidad internacional de Estados, en la cual México se integra, comparte los
múltiples beneficios de la globalización en espacios que impulsan crecimiento y
desarrollo en áreas estratégicas de la economía mundial, pero que,
desafortunadamente, también mueven a la delincuencia organizada. Este fenómeno
global pone a prueba la cooperación entre naciones donde el derecho penal
trasnacional es fundamental. En 2007, México tenía un atraso de décadas sobre su
sistema penal y administración de justicia. Como en otros países de América Latina,
llegó la ayuda internacional económica y de asesoramiento jurídico por expertos.

Mucha expectativa generó en el país la reforma constitucional en materia penal por


el tránsito del modelo inquisitivo al modelo acusatorio adversarial. Sería incorrecto
considerar que, en un espacio reducido como éste, se pueda realizar un balance
profundo de esos cambios, particularmente, por los grandes factores que lo
conforman: soportes organizacionales, construcción de los espacios y de
infraestructura y capacitación de todo el personal que conduce el proceso penal.

Los avances de la reforma al día de hoy contrastan por varias razones. Tal parece
que al Estado mexicano pasó por alto el cambio en la composición social del
fenómeno delictivo. Los cambios al sistema penal buscan ante todo que el sistema
funcione eficazmente sin considerar los contextos socio-económicos de cada
entidad federativa, por ejemplo, el asunto de la presunción de inocencia y la prisión
preventiva, que ha dejado, para algunos expertos, fuera de la ley a personas que
delinquen. Ciertos fenómenos delictivos que han sembrado violencia y muerte en
zonas con dominio de la delincuencia organizada, no fueron considerados en la
reforma, como la portación de armas de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas y
del robo de combustible.

Las deficiencias en la aplicación del nuevo sistema penal se acrecientan por la


resistencia del personal involucrado como jueces, abogados defensores y policías,
que no sólo no confían en el sistema, lo perciben impositivo, o lo desconocen;
sumado a que aún prevalecen vicios del sistema penal anterior.

Los aciertos, vacíos y fallas en el actual sistema penal garantista, que han
enfrentado posturas de contrarreforma porque perciben desprotección de los
derechos humanos, contra posturas pro-endurecimiento de las penas por vacíos en
la ley, no eximen la responsabilidad de las autoridades encargadas de la justica por
el aumento inusitado de la violencia en todo el territorio mexicano.
ORGANISMOS A CARGO DEL SISTEMA PENAL
El sistema penal de los Estados Unidos Mexicanos, está a cargo de diferentes
organismos, entre los cuales destaca El Órgano Administrativo Desconcentrado
Prevención y Readaptación Social (OADPRS), es la Institución encargada de
organizar y administrar los Centros Federales de Readaptación Social
(CEFERESOS), para la reclusión de personas procesadas, la ejecución de
sentencias y la aplicación de tratamientos de readaptación social.

En este apartado de estadística del Sistema Penitenciario Federal, mismo que es


actualizado de manera mensual, encontrará información relacionada con los
CEFERESOS, como son su ubicación, capacidad e incidencias ocurridas en los
mismos.

De igual forma, hallará datos en particular sobre la población penitenciaria del fuero
federal, como pueden ser su situación jurídica, el género, el tipo de delitos por el
cual se encuentran recluidos, así como el número de beneficios de pre liberación
otorgados, además de la información que envían al OADPRS los Centros
Penitenciarios de las diversas Entidades Federativas.

Misión. Instrumentar la política penitenciaria a nacional para prevenir la comisión


del delito, readaptar a los sentenciados y dar tratamiento a los menores infractores,
mediante sistemas idóneos que permitan su readaptación a la sociedad, con la
participación de los diversos sectores sociales y los tres órdenes de gobierno.

Visión. Ser la instancia que contribuya al fortalecimiento del Sistema Nacional de


Seguridad Pública, mediante la aplicación de la política penitenciaria para la
readaptación a la vida social y productiva de los sentenciados, con estricto apego a
la ley y respeto a los derechos humanos, para consolidar las libertades, el orden y
la paz pública, así como la preservación del estado de derecho y prevención del
delito.
MISIÓN
Instrumentar la política penitenciaria a nacional para prevenir la comisión del delito,
readaptar a los sentenciados y dar tratamiento a los menores infractores, mediante
sistemas idóneos que permitan su readaptación a la sociedad, con la participación
de los diversos sectores sociales y los tres órdenes de gobierno.

VISIÓN
Ser la instancia que contribuya al fortalecimiento del Sistema Nacional de Seguridad
Pública, mediante la aplicación de la política penitenciaria para la readaptación a la
vida social y productiva de los sentenciados, con estricto apego a la ley y respeto a
los derechos humanos, para consolidar las libertades, el orden y la paz pública, así
como la preservación del estado de derecho y prevención del delito.

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