Sie sind auf Seite 1von 6

EL DETECTIVE COMO CIENTIFICO1

Ahora que hemos formulado y explicado los criterios con los cuales podemos juzgar hipótesis, estamos
en condiciones de describir el esquema general de la investigación científica. Antes de hacerlo, sin
embargo, será útil examinar una ilustración de este método. UN entero favorito, a este respecto, es el
detective, cuyo objetivo no es el mismo que el del científico puro, pero cuyo enfoque y cuya técnica
ilustran de manera muy clara el método científico. El ejemplo clásico del detective astuto que puede
resolver aun el más desconcertante misterio es la inmortal creación de Conan Doyle Sherlock Holmes.
Este, cuya estatura no disminuye con el paso del tiempo, será nuestro héroe en lo que sigue.

1. El problema. Algunos de los cuadros más vividos de Holmes son aquellos en que los recordamos
ocupado con una lupa y una cinta de medir, escudriñando y descubriendo pistas fundamentales que
habían escapado a la atención de esos estúpidos chapuceros, los “expertos” de Scotland Yard. Aquellos
que sean menos vigoroso de temperamento pueden preferir recordar a Holmes el pensador, “....que,
cuando tenía en la mente un problema no resuelto andaba inquieto durante días, y a veces durante una
semana, dando vueltas al problema por todos lados, reordenando los datos, contemplándolo desde todos
los ángulos, hasta que se convencía de que los datos de que disponía eran insuficientes”. En una
oportunidad, según el Doctor Waston:
Se sacó la chaqueta y el chaleco, se puso una larga bata azul y luego anduvo por la habitación juntando las almohadas de su cama y los
almohadones del sofá y los sillones. Con estos elementos hizo una especie de diván oriental y luego se acomodó allí con las piernas cruzadas, con
una onza de tabaco y una caja de fósforos a su alcance frente a sí. A la tenue luz de la lámpara lo vi sentado allí, con una vieja pipa de escaramujo
entres los labios, los ojos distraídamente fijos en la juntura del cielorraso, las volutas de humo azul brotando de sus labios, silencioso, inmóvil,
mientras la luz destacaba sus acusados rasgos aguileños. Así estaba cuando me quede dormido y así estaba cuando me despertó una brusca
exclamación y vi brillar dentro del departamento el sol estival, La pipa aún se hallaba entre sus labios, el humo seguía arremolinándose hacia
arriba y llenaba la habitación con una densa bruma, pero no quedaba nada del montón de tabaco que había visto la noche anterior.

Pero tales recuerdos son incompletos. Holmes no siempre buscaba claves o reflexionaba acerca de las
soluciones. Todos recordamos esos oscuros períodos - especialmente en las primera novelas - en que
Holmes, para la gran preocupación del bueno de Waston, se intoxicaba con morfina o cocaína. Eso
ocurrió, naturalmente, entre los casos. Pues, cuando no hay misterio que desentrañar, ningún hombre en
su sano juicio se dispones a buscar pistas. Estas en todo caso deben ser pistas de algo. Por eso, ni
Holmes, ni nadie puede empeñarse en profundos pensamientos, a menos que tenga algo en lo cual
pensar. Sherlock Holmes era un genio para resolver problemas, pero hasta un genio tener un problema
antes de poder resolverlo. Todo pensar reflexivo, y esto incluye tanto a la investigación criminal como a
la búsqueda científica, es una actividad de resolución de problemas, como muy bien han afirmado con
insistencia John Dewey y otros pragmatistas. Antes de que el detective o el científico puedan ponerse a
la tarea, deben sentir la presencia de un problema.

1
“LOS SIETE PASOS.....” cap. XIII, INTRODUCCION A LA LOGICA, Irving Copi., Editorial Universitaria de Buenos Aires. 1995, pag. 493
Claro que la mente activa ve problemas donde el tonto sólo ve objetos familiares. En una oportunidad,
durante la época de Pascuas, el doctor Waston visitó a Holmes y halló que éste había usado una lente y
pinzas para examinar. “ ....raído y desdoroso sombrero de fieltro duro, de uso imposible y rasgado en
vario lugares”. Después de cambiar saludos, Holmes le dijo a Waston respecto del sombrero: “Le ruego
que no lo contemple como un oreón estropeado, sino como un problema intelectual”. Así ocurrió que el
sombrero los condujo a uno de sus más interesantes aventuras, lo que no habría sucedido si Holmes no
hubiera visto en él un problema desde el principio. Podemos caracterizar un problema como un hecho, o
un grupo de hechos, para el que no tenemos ninguna explicación aceptables, que parece desusado o que
no se adecua a nuestras expectativas o preconceptos. Es obvio que son necesarias ciertas creencias
previas para que algo aparezca como problemático. Si no hay expectativas, no puede haber sorpresas.

Claro que a veces los problemas llegaban a Holmes ya clasificados. La primera aventura relatada por el
Doctor Waston comenzó con el siguiente mensaje enviado por Gregson, de Scotland Yard :
Mi querido señor Sherlock Holmes :
Durante la noche del 3 ocurrió un desagradable suceso en Lauriston Gardens, cerca de Brixton Road. Nuestro hombre de servicio vio allí
una luz a eso de las dos de la mañana y, como la casa está deshabitada, sospechó que pasaba algo raro. Encontró la puerta abierta y en la habitación
del frente, que está son muebles, descubrió al cadáver de un caballero, bien vestido, en cuyo bolsillo había tarjetas con el nombre de “Enoch J.
DrebberCleveland, Ohio, USA”. No hubo robo, ni tampoco ningún indicio acerca de lo que pudo causar la muerte del hombre. Hay manchas de
sangre en la habitación, pero en su cuerpo no hay ninguna herida. No sabemos cómo llego hasta la casa vacía ; en realidad, todo el asunto es
desconcertante. Si quiere ir por la casa a cualquier hora antes de las doce, me encontrara allí. He dejado todo como está hasta ponerme al habla con
usted. Si usted no puede venir, le daré más detalles y estimaré como una gran gentileza de su parte que me diga su opinión.
Lo saluda cordialmente (TOBIAS GREGSON)

Este era verdaderamente un problema. Pocos minutos después de recibir el mensaje, Sherlock Holmes y
el doctor Waston “se encontraban ambos en un cabriolé, yendo a toda velocidad hacia Brixton Road”.

2. Hipótesis Preliminares. Mientras se dirigían a Brixton Road, Holmes “charlaba acerca de los
violines de Cremona y de la diferencia entre un Stradivarius y un Amati”. El doctor Waston regañó a
Holmes por no pensar en el asunto que tenían entre manos, a lo que Holmes replicó: “Aún no
disponemos de datos... Es un error capital teorizar antes de tener todos los elementos. Deforma el
juicio” Holmes expresó este punto de vista muchas veces. En cierta ocasión, sermoneó a un detective
más joven: “ La tentación de formar teorías prematuras es el azote de nuestra profesión”. Sin embargo, a
pesar de toda su cautela en la materia sobre este particular Holmes estaba completamente equivocado.
Claro que no se debe emitir un juicios final antes de haber examinado gran cantidad de datos, pero esto
es algo muy distinto a no teorizar. De hecho, es completamente imposible hacer ningún intento serio por
reunir datos sin haber teorizado de antemano. Como observó el gran biólogo y autor de la teoría
moderna de la evolución, Charles Darwin: “... toda observación debe estar en pro o en contra de algún
punto de vista, para que pueda prestar algún servicio”. Lo que ocurre es que hay demasiados hechos
particulares, demasiados datos en el mundo, para que nadie pueda registrarlos a todos. Todo el mundo
hasta el mas paciente y minucioso investigador, debe apartar y elegir, debe decidir cuáles hechos estudiar
y cuáles dejar de lado. Debe tener alguna hipótesis de trabajo por la cual, o contra la cual, escoger datos
pertinentes a ella. No necesita ser una teoría completa, pero debe ser al menos un esbozo a grandes
rasgos. De lo contrario, ¿Cómo sería posible decidir que hechos seleccionar, para su análisis, de la
totalidad de todos los hechos, que es demasiado vasta hasta para comenzar a filtrar?

A este respecto las actitudes de Holmes eran más sabias que su palabras. Después de todo, las palabras
fueron dichas en un cabriolé que corría hacia la escena del crimen. Si Holmes no hubiera tenido
realmente alguna teoría sobre la cuestión, ¿Por qué dirigirse a Brixton Road ? Si todo lo que buscaba
eran hechos y datos, cualquier viejo hecho y cualquier viejo dato, sin hipótesis que lo guiaran en su
selección, ¿Por qué simplemente abandonó Baker Street ? Había montones de hechos en las habitaciones
de 221B, Baker Street. Holmes podía haber gastado su tiempo en contar todas las palabras de todas las
paginas de todos los libros que había allí, o quizá hacer mediciones muy exactas de las distancias entre

2
cada par separado de artículos de moblaje de la casa. Podía haber reunido datos a discreción y de paso
se habría ahorrado el costo del coche.

Podría objetarse que los datos que pudieran haberse reunido en Baker Street no tenía nada que ver con
el caso mientras que los que aguardaban a Holmes en la escena del crimen eran claves valiosas para la
solución del problema. Naturalmente fue esta consideración la que instó a Holmes a ignorar los “datos”
de Baker Street y apresurarse para reunir los de Brixton Road. Debemos insistir, no obstante, en que la
mayor importancia de los últimos no podía conocerse de antemano, sino que solamente podía
conjeturarse sobre la base de experiencias previas con crímenes e indicios. Fue en realidad una hipótesis
lo que indujo a Holmes a buscar sus datos en un lugar y no en otro, o sea la hipótesis de que hubo un
asesinato, de que el crimen se cometió en el lugar en que fue encontrado el cadáver y de que el asesino
quizá dejó un rastro o un indicio que permitiría descubrirlo. Siempre se requieren algunas de tales
hipótesis para guiar al investigador en su búsqueda de datos atinentes al problema, pues en ausencia de
toda hipótesis preliminar hay demasiados hechos en este mundo que examinar. La hipótesis preliminar
debe hacerse exclusivamente a título de ensayo y debe basarse en el conocimiento previo. Pero, para
comenzar toda investigación sería, la hipótesis preliminar es tan necesaria como la existencia del
problema.

Debemos destacar que una hipótesis preliminar, tal como aquí la concebimos, no necesita ser una
solución completa del problema. Lo que condujo a Holmes a Brixton Road fue la hipótesis de que el
hombre fue asesinado por alguien por alguien que dejó indicios acerca de su identidad, en o cerca del
cuerpo de la víctima. Esta hipótesis es, obviamente, incompleta : no dice quién cometió el crimen, o
cómo se lo cometió, o por qué. Tal hipótesis preliminar pude ser muy diferente de la solución final del
problema. Nunca será completa : puede ser una explicación esbozada a título de ensayo de una parte,
solamente, del problema. Pero por parcial y aproximada que sea, es menester una hipótesis preliminar
para que pueda procederse a la investigación.

3. La reunión de hechos adicionales. Toda investigación seria comienza con algún hecho o grupo de
hechos cuyo carácter problemático atrae la atención del detective o del científico y con los cuales se
inicia todo el proceso de la búsqueda. Habitualmente los datos iniciales que constituye el problema son
demasiado escasos para sugerir por sí mismos una explicación totalmente satisfactoria, pero pueden
insinuar - al investigador competente--- alguna hipótesis preliminar que lo conduzca a la búsqueda de
hechos adicionales. Se espera que estos hechos adicionales sean pistas importantes para la solución final.
El investigador inexperto o chapucero ignorará todos, excepto los más obvios de ellos ; en cambio, el
trabajador cuidadoso tratará de ser completo en su examen de los hechos adicionales a los que lo ha
conducido su hipótesis preliminar. Holmes, por supuesto, era el más precavido y laborioso de los
investigadores.

Holmes insistió en bajar del cabriolé a unas cien yardas del lugar de destino y se aproximó a la casa a
pie, para mirar cuidadosamente a su alrededor y especialmente el camino que conducía a ella. Cuando
Holmes y Waston entraron en la casa, los dos funcionarios de Scotland, Yard, Gregson y Lestra de, les
mostraron el cadáver. (No hay ningún indicio”, dijo Gregson. “Absolutamente ninguno”, repitió
Lestrade). Pero Holmes ya había comenzado su propia búsqueda de hechos adicionales y estaba
revisando el cadáver:
Sus dedos ágiles volaban de un lado a otro por todas partes, mientras palpaban, presionaban, desabotonaban, examinaban... Tan rápido era el análisis
que nadie habría podido adivinar la minuciosidad con que lo realizaba. Finalmente olfateó los labios del muerto y luego echó una ojeada a la suelas de
sus botines del charol.
Luego dirigió su atención a la habitación misma :
.... Sacó de su bolsillo una cinta de medir y una gran lupa redonda. Con estos dos implementos recorría de un lado a otro la habitación, se detenía a
veces, ocasionalmente se arrodillaba y en una oportunidad se tiró a lo largo boca abajo. Tan absorto estaba en su tarea que parecía haber olvidado
nuestra presencia, pues hablaba para sí mismo en voz baja continuamente, con un constante fluir de exclamaciones, gruñidos, silbidos y pequeños gritos
de estímulo y expectativa. Mientras yo lo observaba, me vino a la mente de manera irresistible la imagen de un raposero de pura sangre y bien
adiestrado, cuando salta hacia adelante y hacia atrás a través del huidero, gimoteando en su ansiedad, hasta que da nuevamente con el rastro perdido.
3
Continuó sus investigaciones durante veinte minutos más, midiendo con el mayor cuidado la distancia entre marcas que eran totalmente invisibles para
mi y aplicando ocasionalmente su cinta de medir a las paredes, de manera igualmente incompresible. Recogió muy cuidadosamente de cierto lugar del
suelo un montoncito de polvo gris e hizo una envoltura con él. Finalmente, examinó con su lupa la palabra que había en l pared, recorriendo cada una
des sus letras con la mayor minuciosidad. Hecho esto, pareció quedar satisfecho, pues volvió a aguardar en su bolsillo la cinta y la lupa.
“Dicen que el genio es una capacidad infinita de laboriosidad”, observó con una sonrisa “Es una mala definición, pero se aplica a la tarea del
detective”.

Hay un punto que debe ponerse bien en relieve. Los pasos 2) y 3) no son completamente separables,
sino que por lo habitual se hallan vinculados íntimamente y son interdependientes. Es cierto que
necesitamos una hipótesis preliminar para comenzar cualquier examen inteligente de los hechos, pero los
hechos adicionales pueden sugerir nuevas hipótesis que pueden conducir a nuevos hechos, los cuales
pueden sugerir a su vez nuevas hipótesis que pueden conducir a nuevos hechos adicionales, y así
sucesivamente. Después de su cuidadoso examen de los elementos disponibles en la casa cercana a
Brixton Road, Holmes se vio conducido a formular una hipótesis ulterior que requería el testimonio del
Policia que halló el cadáver. el hombre estaba fuera de servicio en ese momento y Lestrade le dio a
Holmes el nombre y la dirección del Policía.
Holmes tomó nota de la dirección.
“Venga, doctor, iremos a buscarlo”, dijo. “les diré una cosa que quizá pueda ayudarlos en este caso”, continuó, volviéndose hacia los dos detectives.
“Ha habido un asesinato aquí y el asesino era un hombre de más de más de seis pies de alto, en plena juventud, de pies pequeños para su altura, que
usaba botines ordinarios de puntas cuadradas y fumaba un cigarro Triquinópolis. Llegó aquí con su víctima en un cabriolé de cuatro ruedas tirado por
un caballo que tenia tres herraduras viejas y una nueva en la pata delantera derecha. Es muy probable que el asesino tenga un rostro encargado y que
las uñas de su mano derecha sean sumamente largas. Son sólo unas pocas indicaciones, pero quizá puedan serles útiles.”
Lestrado y Gregson se miraron uno a otro con una sonrisa incrédula.
“Si este hombre fue asesinado, ¿Cómo lo fue ?, preguntó el primero.
“Veneno”, dijo lacónicamente Sherlock Holmes, y salió a grandes pasos

4. Formulación de la hipótesis. En una u otra etapa de su investigación, toda persona – detective,


científico o mortal ordinario – tendrá la sensación de poseer todos los hechos que necesita para la
solución. Tiene su “2 más 2”, por decir así pero aún queda por realizar la tarea de “articulados”. Al
llegar ese momento, Sherlock Holmes se sentaba durante toda la noche, consumía una pipa tras otra y
trataba de imaginar cómo habían sucedido las cosas. El resultado o producto final de pensar, si tiene
éxito, es una hipótesis que explica todos los datos, tanto los del conjunto original de hechos que
constituían el problema, como los hechos adicionales que indicaban la hipótesis preliminares. El
descubrimiento real de semejante hipótesis explicativa es un proceso creador, en el cual hay tanta
imaginación como conocimiento. Holmes, que era un genio para inventar hipótesis, describía el proceso
como un razonamiento “hacia atrás”. Para decirlo con sus palabras:
Si usted describe una serie de acontecimientos, la mayoría de las personas le dirán cuál puede ser el resultado. Pueden articular esos acontecimientos en
sus mentes y razonar a partir de ellos para concluir que deberá ocurrir tal o cual cosa. Pero hay pocas personas que sean capaces, si usted les dice un
resultado, de elaborar por su propio razonamiento cuáles fueron los pasos que condujeron a ese resultado.

Tal es la descripción que hace Holmes del proceso de formular una hipótesis explicativa. Pero una vez
propuesta una hipótesis, su estimación debe hacerse según las líneas esbozadas en la sección 13.3.
Admitida su atinencia a los hechos, su posibilidad de ser sometida a prueba y sus compatibilidad con
otras creencias bien confirmadas, el criterio final para estimar el valor de una hipótesis es su poder
productivo.

5. La deducción de consecuencias adicionales. Una hipótesis verdaderamente fructífera no solamente


explicará los hechos que originariamente la inspiraron, sino que también explicará muchos otros. Una
buena hipótesis señalará, más allá de los hechos iniciales, la dirección de otros cuya existencia no se
habría sospechado sin ella. Como es de suponer, la verificación de esas consecuencias adicionales
tenderá a confirmar la hipótesis que condujo a ellas. La hipótesis de Holmes de que el hombre había sido
asesinado pronto fue sometida a tal prueba. Pocos días mas tarde fue también asesinado el secretario y
compañero de viaje del hombre. Holmes preguntó a Lestrade, que había descubierto el segundo cuerpo,
si no había hallado nada en la habitación que pudiera suministra una pista del asesino. “Nada”, respondió
Lestrade, y mencionó unos pocos efectos totalmente comunes. Holmes no estaba satisfecho e insistió :
4
“” ¿Y no había nada más ?”, “Nada de importancia”, contestó Lestrade, e indicó algunos pocos objetos
más, el último de los cuales era “una pequeña cajita de ungüento, que contenía un par de píldoras”. Al
oír esta información,
Sherlock Holmes, salió de su silla con una exclamación de alegría. “El último eslabón”, profirió exultante. “ Mi caso está completo. “ Los dos
detectives lo contemplaban con asombro. “Tengo en mis manos todos los hilos que han contribuido a formar esa maraña”, dijo mi compañero con tono
seguro. “Les daré una prueba de mi conocimiento. ¿Tiene usted a mano esas píldoras ?”
“las tengo”, respondió Lestrade, y sacó una cajita blanca...

Sobre la base de su hipótesis acerca del primer crimen, Holmes pudo predecir que las píldoras halladas
en la escena del segundo crimen contenían veneno. La deducción desempeña un papel esencial en el
proceso de toda investigación científica o inductiva. El valor primordial de toda hipótesis reside e su
poder predictivo o explicativo, los que significa que de una hipótesis apropiada deben ser deductibles
hechos adicionales. De su teoría según la cual el primer hombre había sido envenenado y la segunda
víctima había hallado la muerte a manos del mismo asesino, Holmes infirió que las píldoras encontradas
por Lestrade debían contener veneno. Su teoría, por seguro de ella que se sintiera, era sólo una teoría y
necesitaba ulterior confirmación. Obtuvo la confirmación al someter a prueba las consecuencias
deducidas a partir de la hipótesis y hallarlas verdaderas. Después de usar la deducción para hacer una
predicción, el paso siguiente consistió en someterla a prueba.

6. La verificación de las consecuencias. Para poner a prueba las consecuencias de una hipótesis, esto
es, las predicciones hechas sobre la base de esta hipótesis se pueden requerir medios diferentes. Algunas
sólo exigen observación. En ciertos casos Holmes no necesitó más que vigilar y esperar, como en la
aventura de la liga de los pelirrojos, en la que sólo tuvo que aguardar a que los asaltantes del barco
irrumpieran en la cripta, o como en la Aventura de la Banda Moteada, en la que esperó a que el doctor
Reylott deslizara una serpiente venenosa través de un falso respiradero. En cambio, en el caso que nos
ocupa, era necesario hacer un experimento.

Holmes pidió a Waston que fuera a buscar al viejo y achacoso perro del ama de llaves, la cual el había
pedido el día anterior que liberara al pobre perro de sus miserias. Holmes dividió en dos una de las
píldoras, la devolvió en un vaso de agua, agregó un poco de leche, y
... volcó el contenido del vaso en un platillo y lo colocó frente al perro, que lo bebió rápidamente hasta dejarlo seco. La actitud sumamente seria de
Sherlock Holmes se nos impuso tanto que nos sentamos todos en silencio, vigilado atentamente al animal y a la espera de algún efecto sorprendente.
Pero no hubo nada semejante. El perro continuaba estirado sobre el almohadón, mientras respiraba trabajosamente, pero en apariencia no estaba mejor
ni peor a causa de la bebida.
Holmes había sacado el reloj, y a medida que pasaban los minutos sin que se produjera nada, iba apareciendo en su rostro una expresión del mayor
disgusto y desengaño. Mordisqueaba sus labios, golpeteaba sobre la mesa con sus dedos y mostraba todos los síntomas de la más aguda impaciencia.
Tan grande era sus emoción que sentí una pena sincera por él, mientras que los dos detectives sonreían burlonamente, nada disgustados por el
contratiempo que Holmes experimentaba.

“No puede ser una coincidencia”, exclamó finalmente mientras saltaba de sus silla y caminaba agitadamente de un lado a otro de la habitación. “Es
imposible que sea una mera coincidencia. Las píldoras que me resultaron sospechosas en el caso de Drebber son halladas después de la muerte de
Stangerson. Y sin embargo son inocuas. ¿Qué puede significar esto ? No puede ser falsa toda mi cadena de razonamientos. ¡Es imposible ! Y, no
obstante esto, ese malhadado perro no manifiesta ningún signo de empeoramiento ¡j, lo tengo ! ¡lo tengo ! Con un grito de alborozo se precipitó a la
caja, cortó la otra píldora en dos, la disolvió, le agregó leche y se la presento al perro. Apenas parecía haber humedecido su lengua en la bebida, cuando
el desdichado animal experimento un estremecimiento convulsivo en las patas y cayó tan rígido y sin vida como si hubiera sido alcanzado por un rayo.
Sherlock Holmes aspiró profundamente y se secó la transpiración que corría por su frente.

Con el resultado favorable de este experimento, la hipótesis de Holmes recibió una espectacular y
convincente demostración.
7. La aplicación. En última instancia, la tarea del detective es de carácter práctico. Si hay un crimen
por resolver, no solamente tiene que explicar los hechos, sino que también tiene que atrapar y arrestar al
criminal. Esto último supone hacer una aplicación de su teoría, o sea usarla para predecir dónde se
encontrará el criminal y cómo puede ser capturado. Puede deducir otras consecuencias de la hipótesis,
ya no para obtener una confirmación adicional, sino con fines prácticos. Holmes pudo inferir de su
hipótesis general que el asesino se hacía pasar por cochero. Ya hemos visto que Sherlock Holmes había
5
logrado una descripción bastante clara de la apariencia del individuo y había enviado a todo su ejercicio
de “Irregulares de Baker Street” ; rapaces callejeros de la vecindad, a buscar y traer el coche conducido
por ese hombre. El buen éxito de la “aplicación” de su hipótesis puede describirse nuevamente con las
palabras del doctor Waston. Pocos minutos después de la muerte del perro,

...golpearon a la puerta y el representante de los callejeros, el joven Wiggins, introdujo su insignificante e inspirada figura.
“Permiso, señor”, dijo tocándose la melena “tengo el coche abajo.”
“Salud, muchacho”, dijo Holmes suavemente, “por qué no introducen este modelo en Scotland Yard ?”, continuó mientras sacaba un par de esposas de
acero de un cajón. “Vean qué bien funcionan los resortes. Se fijan en un instante”.
“El viejo modelo es bastante bueno”, observó Lestrade, “con tal de que encontremos el hombre al que se las debemos poner”.
“Muy bien, muy bien”, dijo Holmes sonriendo. “El cochero puede ayudarme con los baúles. Pídele que suba, Wiggins.”
Me sorprendió oír que mi compañero hablaba como si estuviera a punto de emprender un viaje, puesto que no me había dicho nada acerca del mismo.
Había una maleta en la habitación, y él la tomó u empezó a atar sus correas. Se hallaba empeñado en esta tarea, cuando el cochero entró en la
habitación.
“Ayúdame con esta hebilla, cochero”. dijo mientras se arrodillaba sin volver la cabeza.
El individuo se adelantó con un aire hosco y desafiante y piso sus manos sobre la maleta. En ese instante se oyó un golpe seco, con una resonancia
metálica, Sherlock Holmes se puso de pie nuevamente.
“Caballeros”, exclamó con los ojos chispeantes. “permítanme que les presente al señor Jefferson Hope, asesino de Enoch Drebber y Joseph Stagerson”.

He aquí un cuadro del detective como científico, en el que aquel razona a partir de los hechos
observados para llegar a una hipótesis que no solamente explica los hechos, sino que también permite
aplicaciones prácticas.-

Gvc/nov. 2001

Das könnte Ihnen auch gefallen