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BIB 2016\449
1 . Introducción
Numerosos partidos políticos vienen planteando en los últimos tiempos una reforma de nuestra
Constitución, habiéndolo manifestado abiertamente Izquierda Unida, Podemos, PSOE y Ciudadanos;
incluso el PP, inicialmente reacio, ha cambiado de postura y también abre las puertas a una futura
revisión constitucional1.
1 Pueden consultarse las noticias publicadas en los diarios ABC y El País, disponibles en
http://www.abc.es/espana/20150807/abci-reforma-constitucion-propuestas-partidos-2015080619 36.html
2 Ley Orgánica 3/1979 (RCL 1979, 3028) que aprobó el Estatuto de Autonomía del País Vasco, como la Ley Orgánica
13/1982, de 10 de agosto (RCL 1982, 2173, 2233) , de Reintegración y Amejoramiento del Régimen Foral de Navarra.
3 El Estatuto de Autonomía del País Vasco, aprobado por la Ley Orgánica 3/1979, de 18 de diciembre (RCL 1979, 3028) ,
establece, en su artículo 41, apartado 1, que las relaciones de orden tributario entre el Estado y la Comunidad Autónoma del
País Vasco se regularán por el sistema tradicional de Concierto Económico, y el apartado 2.d) de dicho artículo dispone que el
País Vasco contribuirá al sostenimiento de las cargas generales del Estado mediante la aportación de un cupo global
integrado por los correspondientes a cada uno de sus Territorios Históricos.En términos similares, el art. 45 de la Ley
Orgánica 13/1982, de 10 de agosto (RCL 1982, 2173, 2233) , de Reintegración y Amejoramiento del Régimen Foral de
Navarra dispone que la actividad tributaria y financiera de Navarra se regulará por el sistema tradicional del Convenio
Económico, que determinará las aportaciones de Navarra a las cargas generales del Estado señalando la cuantía de las
mismas y el procedimiento para su actualización, así como los criterios de armonización de su régimen tributario con el
régimen general del Estado. En consonancia, el art. 52 de la ley 28/1990, de 26 de diciembre (RCL 1990, 2673 y RCL 1991,
206) , por la que se aprueba el Convenio económico entre el Estado y la Comunidad de Navarra prevé que la contribución de
Navarra al Estado consistirá en una aportación anual, como participación de la Comunidad Foral en la financiación de las
cargas generales del Estado.
Para determinar esa aportación o cupo, se aplica un índice de imputación al importe total de las
cargas del Estado no asumidas por la Comunidad Foral, practicándose posteriormente ciertos
ajustes y compensaciones4.
4 Art. 3 de la Ley 29/2007, de 25 de octubre (RCL 2007, 1936) , por la que se aprueba la metodología de señalamiento del
cupo del País Vasco para el quinquenio 2007-2011 y art. 53 de la Ley 28/1990, de 26 de diciembre (RCL 1990, 2673 y RCL
1991, 206) , por la que se aprueba el Convenio económico entre el Estado y la Comunidad de Navarra.
Cabe destacar que tanto la Ley Orgánica 3/1979 (RCL 1979, 3028) que aprobó el Estatuto de
Autonomía del País Vasco, como la Ley Orgánica 13/1982, de 10 de agosto (RCL 1982, 2173, 2233)
, de Reintegración y Amejoramiento del Régimen Foral de Navarra, prevén que sus relaciones
financieras con el Estado central se adecuarán al principio de solidaridad contenido en la
Constitución5.
5 Art. 41.2.f) Ley Orgánica 3/1979 (RCL 1979, 3028) que aprobó el Estatuto de Autonomía del País Vasco y art. 1 y 45.3 de la
Ley Orgánica 13/1982, de 10 de agosto (RCL 1982, 2173, 2233) , de reintegración y amejoramiento del Régimen Foral de
Navarra
6 Arts. 2.1, 48.2 y 52.3.a) Ley 12/2002, de 23 de mayo (RCL 2002, 1345, 1519) , por la que se aprueba el Concierto
Económico con la Comunidad Autónoma del País Vasco y art. 4.3.a) Ley 29/2007, de 25 de octubre (RCL 2007, 1936) , por la
que se aprueba la metodología de señalamiento del cupo del País Vasco Arts. 2.1.d) y 54.2.a) Ley 28/1990, de 26 de
diciembre (RCL 1990, 2673 y RCL 1991, 206) , por la que se aprueba el Convenio Económico entre el Estado y la Comunidad
Foral de Navarra.
Así, por ejemplo, no abonan cuantía alguna por las partidas destinadas a dotar el Fondo de
Garantía de los servicios públicos fundamentales, que se plasma en los arts. 15 de la LOFCA (RCL
1980, 2165) y 9 de la Ley 22/2009 (RCL 2009, 2478) , y que como su propio nombre indica tiene
como finalidad garantizar un nivel mínimo similar en la prestación de los servicios públicos
fundamentales en todo el territorio español; y tampoco se establecen como gastos del Estado a
efectos del cupo la dotación que este realiza en el resto de fondos, excluido el de compensación
interterritorial.
Como consecuencia, la contribución de los territorios forales a los mecanismos de solidaridad
interregionales ha sido sensiblemente inferior respecto a otras CC.AA. con un nivel de riqueza
similar. Este hecho, unido a la metodología empleada para calcular el cupo o aportación, ha
provocado que dispongan tradicionalmente de más recursos per cápita para financiar sus
competencias que el resto de las CC.AA7.
7 Zubiriha apuntado que el País Vasco y Navarra obtienen un 65% más de recursos que las Comunidades Autónomas de
régimen común, aunque destaca que esta diferencia no es consustancial a los regímenes financieros forales, sino que
responde a cómo se fija el cupo y la aportaciónZubiri, I «Los sistemas forales: características, resultados y su posible
generalización», en la obra colectiva La financiación del Estado de las Autonomías: perspectivas de futuro, Instituto de
Estudios Fiscales, Madrid, 2007, pág. 360;Sevilla, J. V., «Saldos fiscales y solidaridad interterritorial». En la obra colectiva La
financiación de las comunidades autónomas: políticas tributarias y solidaridad interterritorial. Barcelona: Universitat de
Barcelona, 2005, pág. 258;Ferreiro Lapatza, J. J. , «El sistema de financiación autonómica de Cataluña: Estatuto y
Constitución», Revista Catalana de Dret Públic, núm. 32, 2006, p. 53; Generalitat de Catalunya. La problemática del vigente
sistema de financiación de las Comunidades Autónomas de régimen común. Barcelona, 2006;Medina Guerrero, M., «Las
Haciendas Autonómica y local en la STC 31/2010», Revista d'Estudis Autonòmics i federals, nº21/2011;Montilla Martos, J.A.
Reforma federal y Estatutos de segunda generación. Los Estatutos de Autonomía de segunda generación como modelo para
la reforma federal y de la Constitución Thomson Reuters-Aranzadi, 2015, pág. 186.
Qué duda cabe que esta sobrefinanciación de los territorios forales8, fruto de la financiación
autonómica asimétrica, es un foco extraordinario de desestabilización política, al aspirar
legítimamente las CC.AA de mayor renta per cápita, entre las que se encuentra Cataluña, a tener un
sistema de financiación similar al de aquellos9.
8 Utrilla de la Hoz, «La solidaridad interterritorial en el sistema de financiación foral» en la obra colectiva La financiación de las
CC.AA.: políticas tributarias y solidaridad interterritorial, Universidad de Barcelona, 2005; y, más radicalmente,De la
Fuenteconsidera que se encuentran subvencionados por las CC.AA de régimen común más ricas. En su artículo
«Implicaciones de la equiparación de la financiación de Cataluña con los resultados del sistema foral: un análisis preliminar y
algunas reflexiones» FEDEA – Colección de Estudios Económicos nº 2/2008.
9 Medina Guerrero, M., «Las Haciendas Autonómica y local en la STC 31/2010», Revista d'Estudis Autonòmics i federals,
nº21/2011.
Esta aspiración se manifestó en la propuesta de reforma del Estatuto de Cataluña que fue
aprobada en el parlamento autonómico en 2005, que indicaba en su Disposición Adicional octava
que se establecía un plazo de 15 años para equiparar la capacidad de financiación por habitante de
Cataluña a las del País Vasco y Navarra. Sin embargo, esa equiparación fue eliminada al tramitarse
la reforma estatutaria, y sustituida por una genérica referencia en el art. 201.4, que dispone que «De
acuerdo con el artículo 138.2 de la Constitución, la financiación de la Generalitat no debe implicar
efectos discriminatorios para Cataluña respecto de las restantes Comunidades Autónomas. Este
principio deberá respetar plenamente los criterios de solidaridad enunciados en el artículo 206 de
este Estatuto».
Esta asimetría financiera supone un agravio para las CC.AA. más ricas del régimen de financiación
común y no hay motivos para pensar que la inestabilidad política territorial cesará mientras se
mantenga esta deficiente contribución de los territorios forales a los mecanismos de solidaridad del
conjunto del Estado.
Por ello, la sobrefinanciación y el agravamiento de la desigualdad tributaria interregional
que conllevan los regímenes forales son temas que no deberían ignorarse en una hipotética
revisión constitucional de nuestra configuración territorial.
2.2 . Inestabilidad del modelo de financiación de las CC.AA. de régimen común y ausencia de
límites a la desigualdad tributaria interregional
La Constitución reguló de forma muy genérica la financiación autonómica en sus arts. 156 a 158; y
lo hizo porque los constituyentes no tenían claro como evolucionaría el Estado de las Autonomías
que se iba a poner en marcha.
La indefinición inicial del modelo autonómico se ha ido concretando mediante sucesivos procesos
de transferencia de competencias y de mejora de financiación a las CC.AA. impulsados por la
coyuntura política que ha vivido nuestro país, donde los partidos nacionalistas han actuado en
distintos momentos como bisagra para garantizar la investidura y gobernabilidad del país, utilizando
esta materias como moneda de pago política.
Treinta y ocho años después podemos afirmar que hemos asistido a un proceso continuado de
descentralización, política y financiera, que ha provocado una revisión periódica del modelo,
transformándolo por completo.
El peso relativo de las CC.AA. en materia de gasto público casi se ha duplicado, con un
incremento notable de los recursos disponibles.
La fuente principal de ingresos también ha ido cambiando. Se ha pasado de situación inicial en la
que prevalecía la transferencia directa de fondos del Estado central a otra en la que el 90% de los
ingresos tienen naturaleza tributaria, procediendo más del 50% de tributos cedidos, total o
parcialmente, por el Estado10 .
10 Acuerdo 6/2009, de 15 de Julio, del Consejo de Política Fiscal y Financiera sobre financiación autonómica para la reforma
del sistema de financiación autonómica de las Comunidades Autónomas del régimen común y ciudades con estatuto de
autonomía. Pág.15.Martos García, J. J., «Financiación autonómica e IRPF. Corresponsabilidad tributaria versus competencia
fiscal» Crónica Tributaria, nº 136/2010;
Cada uno de los sucesivos modelos ha incrementado los recursos disponibles en manos de las
CC.AA. y desde mediados de los noventa, se les han ido transfiriendo notables competencias
normativas en la regulación de algunos de los principales impuestos estatales, intentando con ello
acentuar su autonomía financiera y su responsabilidad tributaria.
Por otro lado, para dar respuesta al principio de solidaridad, y a la vez a las peticiones de ciertas
CC.AA., el Estado ha ido creando diversos fondos en la LOFCA, que acompañan al fondo
constitucional de compensación interterritorial, como el de servicios públicos fundamentales, el de
suficiencia global o los fondos de convergencia autonómica —Competitividad y Cooperación—.
Esta situación continuada de transferencia de competencias y recursos por un lado y de
contribución y reparto de los fondos de solidadridad por otro, ha desembocado en un conflicto político
casi permanente entre las distintas CC.AA. y de estas con el Estado, que sería recomendable
atenuar, a través de un nuevo marco jurídico que dote de mayor estabilidad al modelo de
financiación autonómico; y sería lógico dotar de estabilidad al modelo porque de no alcanzarla y
continuar con este proceso descentralización política y financiera, se puede llegar a una vaciamiento
competencial y financiero del Estado central, que ponga en riesgo su propia existencia. Además,
atendiendo al escenario político, tampoco parece previsible que en los próximos años se produzca
un proceso inverso de recentralización financiera y de competencias.
Esta necesidad de estabilizar el modelo de financiación autonómica se ha hecho más evidente si
se observan las consecuencias directas del camino emprendido hacia una mayor autonomía
financiera y corresponsabilidad fiscal. Esas consecuencias no son otras que el aumento de la
desigualdad tributaria interregional, no ya entre las CC.AA. de régimen foral y de régimen común,
sino entre estas últimas y la consecuente aparición del fenómeno de la competencia fiscal interna11 .
11 Sobre este fenómeno de la competencia fiscal interna puede consultarse aRamos Prieto, J., «La competencia fiscal en el
ámbito interno. Planteamiento general» yMartos García, J. J., «Residencia fiscal, control y competencia interna
inconstitucional», ambos trabajos en la obra colectiva Competencia fiscal y sistema tributario: dimensión europea e interna,
Thomson Reuters, Aranzadi, 2014.
12 Martos García, J. J., «Desigualdad Tributaria Interregional. Análisis constitucional y propuesta para limitarla». Quincena
Fiscal nº 21/2014 (BIB 2014, 4257) ; y también en «Residencia fiscal, control y competencia interna inconstitucional» en la
obra colectiva Competencia fiscal y sistema tributario: dimensión europea e interna, Thomson Reuters, Aranzadi, 2014 (BIB
2014, 4336) .
Así, la LOFCA y la Ley 22/2009, que regulan el modelo de financiación autonómica para el periodo
2009-201313 , prorrogado en 2014 y 2015, establecen un escenario en el que un considerable número
de impuestos estatales tienen competencias normativas cedidas a las CC.AA: IRPF, Impuesto sobre
el Patrimonio, ISyD, ITPOyAJD, Tributos sobre el juego, Impuesto especial sobre determinados
Medios de Transporte e Impuesto sobre hidrocarburos.
13 A la finalización de 2013 debe ser revisado, conforme a la Disposición Adicional Séptima de la Ley 22/2009 (RCL 2009,
2478) .
Solo el IVA, algunos Impuestos Especiales14 , el Impuesto sobre Sociedades y el Impuesto sobre la
Renta de los No Residentes son regulados íntegramente por el Estado (y solo en los 2 últimos no
hay cesión de la recaudación). En el resto se han transferido competencias normativas, teniendo
como nota común la cesión total o parcial de la tarifa o tipos de gravamen y la posibilidad de
establecer ciertos beneficios tributarios.
14 Impuestos especiales sobre la cerveza, vino, alcohol y bebidas derivadas, tabaco, electricidad, productos intermedios y
Ventas Minoristas de Determinados Hidrocarburos
Llama la atención como se han ejercido esas competencias en algunos impuestos como el de
Sucesiones y Donaciones (ISD) y el Impuesto sobre el Patrimonio, en los que el grado de
diferenciación entre CC.AA. ha sido extremo. Algunas los han anulado o reducido a su mínima
expresión, estableciendo importantes beneficios fiscales, mientras que otras los han mantenido en
términos similares a la regulación base estatal.
Por otro lado, el ejercicio de las competencias normativas autonómicas en el IRPF ha tenido dos
fases claramente diferenciadas. Inicialmente las CC.AA. no alteraron la tarifa complementaria y se
limitaron a establecer deducciones autonómicas, numerosas en líneas generales, pero de baja
cuantía. Sin embargo, a partir del periodo 2011 la situación cambió como consecuencia de la
supresión de la tarifa complementaria (aplicable hasta ese momento por defecto en caso de que la
Comunidad no hubiese aprobado la suya), obligando a las CC.AA. a que fijen su propia tarifa
autonómica con el único requisito de que sea progresiva. Con ello, están empezando a surgir
diferencias importantes (en ciertos tramos los tipos pueden variar hasta un 5%) que, posiblemente,
se irán acrecentando.
Y estas diferencias normativas, con mayor o menor intensidad, también están presentes en
impuestos como Transmisiones Patrimoniales Onerosas y Actos Jurídicos Documentados,
Hidrocarburos, Sobre Determinados Medios de Transporte o en Tributos sobre el Juego.
El panorama descrito evidencia una clara fragmentación tributaria interregional, que conlleva por
un lado, una gran erosión del principio de igualdad y, por otro, procesos de competencia fiscal interna
15
.
15 Martos García, J. J., «Desigualdad Tributaria Interregional. Análisis constitucional y propuesta para limitarla». Quincena
Fiscal nº 21/2014 (BIB 2014, 4257) ; y también en «Residencia fiscal, control y competencia interna inconstitucional» en la
obra colectiva Competencia fiscal y sistema tributario: dimensión europea e interna, Thomson Reuters, Aranzadi, 2014 (BIB
2014, 4336) .
A tenor de la situación política que vive nuestro país, lejos que esperar que esta tendencia se
invierta, parece bastante factible que el grado de desigualdad tributaria interregional se acentúe en el
futuro. No sería de extrañar que para calmar, al menos temporalmente, las crecientes tensiones
independentistas existentes en algunas zonas, el próximo modelo de financiación autonómica de una
nueva vuelta de tuerca en este proceso periódico de transferencia de fondos y competencias
normativas tributarias.
¿Pero hasta dónde puede llegar esta situación? ¿Hasta dónde puede llegar el Estado central en
esta continúa cesión de competencias normativas en los tributos estatales sin quebrantar el principio
de igualdad tributaria del art. 31 CE (RCL 1978, 2836) ? ¿Puede ser ilimitada?
¿Se puede interpretar el art. 31 en el sentido de considerar que el respecto al principio de igualdad
tributaria solo debe exigirse entre los contribuyentes de una misma Comunidad Autónoma y no entre
contribuyentes de CC.AA. distintas, admitiendo cualquier desigualdad tributaria por razón del
territorio?
El TC ha defendido en distintos pronunciamientos — ATC 182/1986 (RTC 1986, 182 AUTO) y las
SSTC 37/1987 (RTC 1987, 37) FFJJ 9º y 10º, 14/1998 (RTC 1998, 14) FJ11º, 233/1999 (RTC 1999,
233) FJ26º y 150/1990 (RTC 1990, 150) FJ7º— que el territorio, como única diferencia objetiva entre
dos contribuyentes, resulta suficiente para justificar una diferencia de trato fiscal, siempre que quede
« salvaguardada la identidad básica de derechos y deberes de los españoles —ATC 182/1986
FJ1º— o una igualdad de posiciones jurídicas fundamentales —STC 150/1990—»,
Por tanto, la relación entre los dos principios, autonomía financiera e igualdad debe ser
equilibrada. El grado de desigualdad tributaria interterritorial admisible constitucionalmente no es
ilimitado y no podrá alcanzar a una «identidad básica de derechos y deberes de los españoles» o
una «igualdad de posiciones jurídicas fundamentales».
El modelo de financiación autonómica podría llegar a ser contrario al principio de igualdad si el
Estado al aprobarlo, cediese tal grado de competencias normativas en los impuestos estatales, que
no se llegase a alcanzar a una «identidad básica de derechos y deberes de los españoles» o una
«igualdad de posiciones jurídicas fundamentales».
Con la configuración constitucional actual, corresponde al Tribunal Constitucional determinarlo,
valorar si el marco regulador de la autonomía financiera ha traspasado el límite que marca el
principio constitucional de igualdad tributaria, exponiendo claramente cuál es ese límite. Exponer en
qué tributos no será posible ceder competencias normativas a las CC.AA. o en su caso, sobre qué
elementos del tributo se podrán ceder.
Sin embargo, el Tribunal Constitucional no lo ha hecho. Aunque en anteriores trabajos hemos
propuesto como podría limitarla aplicando coherentemente su doctrina de los tributos del alcance
global a esta materia, lo cierto es que hasta el momento no se ha pronunciado sobre este asunto16 .
16 Martos García, J. J., «Desigualdad Tributaria Interregional. Análisis constitucional y propuesta para limitarla». Quincena
Fiscal nº 21/2014 (BIB 2014, 4257) ; y también en «Residencia fiscal, control y competencia interna inconstitucional» en la
obra colectiva Competencia fiscal y sistema tributario: dimensión europea e interna, Thomson Reuters, Aranzadi, 2014 (BIB
2014, 4336) .
Ante esta inacción del Tribunal Constitucional, actualmente no sabemos hasta dónde puede llegar
la desigualdad tributaria interregional sin que ésta sea contraria a nuestra Constitución.
Por ello, se echa en falta un modelo de financiación autonómico estable, que reduzca
sensiblemente el debate político en esta materia, y que fije con claridad los límites de la
desigualdad tributaria interregional, armonizando claramente los principios constitucionales
de igualdad tributaria y de autonomía financiera; y creemos que ambos objetivos podrían
conseguirse con una reforma constitucional.
17 Grau Ruiz, Mª A. La coordinación legislativa en los impuestos cedidos, Iustel, 2007, pág. 46. que parte claramente de la
distinción entre soberanía de la nación española (art. 1.2 CE [RCL 1978, 2836] ) y autonomía de las CC.AA (art. 2 CE), como
dejó claro la STC 4/1981 (RTC 1981, 4) FJ3º cuando manifestó que «Ante todo resulta claro que la autonomía hace referencia
a un poder limitado. En efecto, autonomía no es soberanía —y aún este poder tiene sus límites—, y dado que cada
organización territorial dotada de autonomía es una parte del todo, en ningún caso el principio de autonomía puede oponerse
al de unidad, sino que es precisamente dentro de éste donde alcanza su verdadero sentido, como expresa el artículo 2 de la
Constitución».
45, 138, 156, 158— convirtiéndose en un valor fundamental de nuestro ordenamiento. De hecho, en
varios de esos preceptos —arts. 2 y 156— el principio de solidaridad va inmediatamente a
continuación de proclamar la autonomía financiera de las CC.AA; y es que prever un Estado
descentralizado políticamente que otorgue autonomía financiera a las regiones sin contemplar,
simultáneamente, un mecanismo de solidaridad acrecentaría las desigualdades reales, por lo que
obviamente no es un accidente la formulación conjunta en los arts. 2 y 156 CE de términos como
autonomía, unidad nacional y solidaridad18 .
18 Linares Martín de Rosales, J. Régimen Financiero de las CC.AA. españolas, Diputación General de Aragón, Zaragoza,
1981, pág. 86.Martos García, J. J., «Desigualdad Tributaria Interregional. Análisis constitucional y propuesta para limitarla».
Quincena Fiscal nº 21/2014 (BIB 2014, 4257)
19 Medina Guerrero, M., «Las Haciendas Autonómica y local en la STC 31/2010», Revista d'Estudis Autonòmics i federals,
nº21/2011;Montilla Martos, J.A. Reforma federal y Estatutos de segunda generación. Los Estatutos de Autonomía de segunda
generación como modelo para la reforma federal y de la Constitución Thomson Reuters-Aranzadi, 2015, pág. 197.
Es por ello que los límites al principio de solidaridad interterritorial han sido objeto de una sólida
construcción jurisprudencial por parte del Tribunal Constitucional Federal Alemán. Conforme a su ya
lejana Sentencia de 20 de febrero de 1952 (BVerfGE 1, 117), las transferencias de nivelación que
exige el principio de Estado federal no deben comportar ni una nivelación total de la capacidad
financiera de los Länder ni un debilitamiento excesivo de la posición de aquellos que aportan
recursos a la nivelación. Años después, las sentencias de 24 de junio de 1986 (BVerfGE 72, 330), de
27 de mayo de 1992 (BVerfGE 86, 148) y de 11 de noviembre de 1999 (BVerfGE 101, 158), entre
otras, completaron esta doctrina añadiendo que no debe alterarse la posición de los Länder en el
ranking en función de su capacidad financiera como consecuencia de las aportaciones que éstos
realicen a los mecanismos de nivelación; admitiendo solo en situaciones excepciones que se pueda
alterar ese orden a través de las aportaciones realizadas por el Estado central —transferencias
complementarias— o mediante ponderación positiva de la población —ciudades Estado—20 .
20 Para un estudio de esta jurisprudencia en castellano, consúltese el trabajo deVega García, A., «EL principio constitucional
de solidaridad interterritorial en España y en Alemania: aplicación y límites», Revista d'Estudis Autonòmics i federals, nº
20/2014.
21 García Novoa, C., «El sistema de financiación en la reforma del Estatut catalán, ¿Es compatible con el orden
constitucional?», Revista Catalana de Derecho Público, nº 32/2006;Rodríguez Bereijo, A., «Constitución Española y
financiación autonómica» en la obra colectiva La financiación autonómica, Tecnos, 2010.
La STC 31/2010 (RTC 2010, 31) confirmó esta tesis, indicando que la regulación básica del
sistema de financiación debe contenerse en el bloque de constitucionalidad y no en los Estatutos de
Autonomía, de tal manera que los preceptos que éstos contengan sobre financiación autonómica
únicamente serán aplicables en la medida en que no sean contrarios a lo previsto en la propia
Constitución y en la LOFCA.
No obstante, consideramos que este intento estatutario por ajustar la implementación del principio
de solidaridad debe tomarse en consideración en la medida en que introduce conceptos en el debate
que, matizados, pueden hacer que el sistema en su conjunto sea más racional, permitiendo una
convivencia más armónica entre éste y el principio federal o territorial, contribuyendo con ello a
revertir situación de desafección con el Estado Español de parte de la sociedad catalana.
El establecimiento de límites racionales al principio de solidaridad interterritorial, que eviten
situaciones abusivas y lo desarrollen de forma equilibrada, ha sido y sigue siendo una cuestión
pendiente y de actualidad al hilo del desarrollo de los Estatutos de Autonomía de segunda
generación y, en especial, del Estatuto catalán de 2006 y de la posterior STC 31/2010.
Nos situamos ante una cuestión que aún no está bien resuelta en nuestro ordenamiento y
ante una posible reforma constitucional debería valorarse tomar como punto de partida esos
conceptos que pretendió introducir unilateralmente el Estatuto de Cataluña para, una vez
enriquecidos y consensuados, precisar expresamente los límites al principio de solidaridad.
22 López Casasnovas, G. yPons Novell, J. Anàlisi dels fluxos redistributius territorials a l'Estat espanyol: Criteris d'avaluació i
proposta de nous principis bàsics. Fundació Josep Irla, 2005.Bosch Roca, N., «El model de finançament autonòmic del
projecte de reforma de l'Estatut d'autonomia de Catalunya». Revista Catalana de Dret Públic, nº 32/2006.
Para evitar que esta situación volviese a repetirse en el futuro y tomando como inspiración la
doctrina del Tribunal Constitucional Federal Alemán, el art. 206.5 del Estatuto de Cataluña (RCL
2006, 1450) dispuso que «El Estado garantizará que la aplicación de los mecanismos de nivelación
no altere en ningún caso la posición de Cataluña en la ordenación de rentas per cápita entre las
Comunidades Autónomas antes de la nivelación».
Con este precepto pretendió limitar el alcance de la solidaridad, de manera que tras la aplicación
de los mecanismos niveladores, la posición relativa de Cataluña en el ranking de CC.AA. no se
alterase respecto a la que tenía previamente.
Qué duda cabe que aquellas CC.AA. de régimen común con mayor riqueza, en disposición de
generar mayores recursos tributarios per cápita saldrán normalmente beneficiadas con la
incorporación jurídica del principio de ordinalidad en nuestro ordenamiento; y Cataluña es una de
ellas.
La primera cuestión que se plantea es la variable utilizada para definir la posición de cada
Comunidad Autónoma en ese ranking antes y después de participar en el sistema de nivelación: la
renta per cápita.
En realidad, la variable final es el cociente resultante entre renta y población, por lo que se puede
descomponer en dos.
Respecto a la variable del numerador, la renta, concebida en términos generales, parece que no
es la más adecuada, dado que el sistema de nivelación no redistribuye suficientes recursos como
para modificar el orden genérico de renta per cápita por Comunidad Autónoma23 . A juicio
deCastellsyZabalza, entre otros, la formulación adecuada de este principio debería utilizar como
variable los recursos pér cápita que el sistema estaría en disposición de proporcionar a cada
Comunidad Autónoma antes (capacidad tributaria) y después de su participación en los mecanismos
de solidaridad 24 ;
23 Zabalza, A., «La financiación autonómica en el Estatuto de Cataluña». Hacienda Pública Española, nº 181/2007.
24 Castells, A., «Autonomía y solidaridad en el sistema de financiación autonómica», Papeles de Economía Española, nº
83/2000;Zabalza, A., «La financiación autonómica en el Estatuto de Cataluña». Hacienda Pública Española, nº 181/2007.
Lopéz Labordatambién es partidario de utilizar como variable en el numerador los recursos que el
sistema proporciona a cada Comunidad Autónoma antes (capacidad tributaria) y después de su
participación en los mecanismos de solidaridad pero, sin embargo, difiere respecto a la variable del
denominador. En relación a esta última entiende que se debe utilizar la población ajustada, en vez de
simplemente la población25 .
25 López Laborda, «Posibles reformas en la regulación constitucional de la financiación autonómica», Fedea Policy Papers, nº
02/2014.
Las necesidades de gasto de cada CC.AA. no solo dependen de su población total. En el modelo
de financiación autonómica de 2009 se hace depender también de otros aspectos como la superficie,
dispersión geográfica, insularidad y especialmente, la distribución de esa población —la cuantía de
los gastos educativos, sanitarios y sociales están condicionados por esa distribución—, que
26 A juicio deFernández Leiceaga «A la hora de establecer costes unitarios diferenciales el índice utiliza tres componentes
(superficie, dispersión e insularidad), con una ponderación agregada del 3% del total. Sin embargo, la disparidad de resultados
es considerable, porque el efecto de la insularidad está muy concentrado en Canarias y el de la dispersión en Galicia y
Asturias. La distancia entre el valor mínimo (Madrid: no insular, alta densidad, mínima dispersión) y el máximo (Canarias: alta
insularidad) es de más de diez puntos sobre una media de 100. Aunque cada una de las variables empleadas tiene su
racionalidad, tanto su elección frente a otras como las ponderaciones aplicadas son el resultado de la negociación más que el
producto de un estudio riguroso de las condiciones de prestación de los diversos servicios autonómicos. Por ejemplo, el
modelo no toma en consideración la existencia de costes fijos de administración o la influencia de diferentes niveles de
precios». Comunicación presentada al Congreso «Internacional Conference on Regional Science: Financing and the role of the
regions and towns in economic recovery», Universidad de Zaragoza, 2014.
27 Conforme a dicha metodología, a efectos de determinar la población protegida equivalente, la población protegida se
pondera por 1,031 para niños de 0 a 4 años, por 0,433 entre 5 y 14, por 0,547 entre 15 y 44, por 0,904 entre 45 y 54, por
1,292 entre 55 y 64, por 2,175 entre 65 y 74, y finalmente por 2,759 a partir de 75 años.
28 Como ha señaladoFernández Leiceaga, «Tanto las ponderaciones de cada función como las variables de ajuste
constituyen una primera aproximación razonable, aunque sería posible cuestionar algunos supuestos implícitos. Por ejemplo,
no tener en cuenta que la demanda efectiva de servicios públicos por persona se reduce en los segmentos de renta más
elevada; o que las comunidades autónomas asumen una parte sustancial del gasto universitario (educativo no obligatorio) y en
cambio no deben prestar servicios sanitarios gratuitos para la población cubierta con mutualidades; o que en los gastos
sociales el envejecimiento dentro del envejecimiento (porcentaje de mayores de 75 años) eleva de forma considerable las
necesidades». Comunicación presentada al Congreso «Internacional Conference on Regional Science: Financing and the role
of the regions and towns in economic recovery», Universidad de Zaragoza, 2014.
Este método para distribuir el fondo entre las distintas CC.AA. lógicamente puede provocar
diferencias en los recursos por habitante que corresponde a cada una de ellas.
Sin embargo, no ocurre así si la variable que tomásemos fuese los recursos por habitante
ajustado. En este caso, tras la aplicación de este primer fondo, cada Comunidad Autónoma recibiría
la misma cantidad por habitante ajustado, sin que existiesen diferencias entre ellas. La finalidad que
persigue este fondo —garantizar la financiación adecuada a cada Comunidad Autónoma para que en
todo el territorio nacional los servicios públicos fundamentales que reciben los ciudadanos tengan
una nivel equivalente, nivelándolos plenamente— y, consecuentemente, la forma en que se
distribuyen los recursos, en virtud de la población ajustada, garantiza que todas dispongan de los
mismos ingresos por habitante ajustado.
No obstante, la aplicación posterior del fondo de suficiencia global si origina diferencias por
habitante ajustado. La finalidad de este segundo fondo, cuya regulación básica se encuentra en el
art. 10 de la Ley 22/2009 es asegurar la financiación de la totalidad de las competencias de las
CC.AA., al tiempo que se respetan los resultados del modelo anterior a través de la cláusula del statu
quo, de manera que ninguna pierda con el cambio de modelo. Es decir, en el año 2009, todas las
CC.AA. tuvieron como punto de partida al menos una financiación idéntica a la que le habría
correspondido con el modelo de financiación de 200129 .
29 El art. 2 de la Ley 22/2009 (RCL 2009, 2478) hace mención a que el cálculo de las necesidades globales de financiación de
las CCAA será el resultado de adicionar a las del año 2007 una serie de recursos adicionales; indicando el art. 4 que el Estado
incrementará los recursos que el sistema proporcionará a las CCAA en el año 2009, garantizando el statu quo del año 2009
con el sistema de financiación regulado en la Ley 21/2001 (RCL 2001, 3245 y RCL 2002, 1318) y, además, añadiendo a ese
statu quo los recursos adicionales que se describen en dichos artículos 5 y 6 de la Ley 22/2009.
30 Así, el art 10.1 de la Ley 22/2009 (RCL 2009, 2478) dispone que «el Fondo de Suficiencia Global de cada Comunidad
Autónoma en el año base es la diferencia, positiva o negativa, entre las necesidades globales de financiación de la Comunidad
Autónoma en el año base y la suma de su capacidad tributaria, más la transferencia positiva o negativa del Fondo de Garantía
de Servicios Públicos Fundamentales, en el mismo año».
Sin embargo, la distribución del mismo no se realiza atendiendo a la población ajustada en cada
Comunidad Autónoma, tal y como es concebida en el fondo de garantía de los servicios públicos
fundamentales; sino, simplemente, cubre lo que recibía cada una en el año base, actualizándola y
ajustándola en los años venideros en virtud de diversos parámetros (capacidad tributaria, ingresos
del Estado, corrección modificación tipos en IVA e impuestos especiales).
El resultado final que se puede obtener tras aplicar estos dos fondos —garantía de los servicios
públicos fundamentales y suficiencia global— no deja de ser llamativo. Difiere la financiación por
habitante en cada Comunidad Autónoma y también difiere la financiación por habitante ajustado,
pudiéndose dar situaciones paradójicas como que CC.AA. con capacidad tributaria superior a la
media, reciban menos ingresos por habitante ajustado que la media; esto es, CC.AA. más ricas, que
generan más ingresos tributarios, y que por tanto aspiran legítimamente a beneficiarse de ello y
obtener más recursos, pueden acabar recibiendo menos financiación por habitante e, incluso, menos
financiación por habitante ajustado que otras con menor capacidad tributaria.
Notemos que cuando se elaboró el modelo de financiación de 2009 ya se habían aprobado los
nuevos Estatutos de Autonomía de Andalucía, Aragón, Castilla y León, Islas Baleares, Comunidad
Valenciana y Cataluña, y en este último venía recogido el principio de ordinalidad. Además, aún no
se conocía la posición del Tribunal Constitucional sobre los distintos límites al principio de solidaridad
que establecía el Estatuto de Cataluña.
Cabe plantearse si lo concibió utilizando como principio inspirador el principio de ordinalidad y, con
independencia de la variable a utilizar, si ha sido respetuoso con el mismo.
El legislador intento atenuar el descenso en la financiación por habitante ajustado en relación a la
media o a su propia capacidad fiscal que sufrían algunas CC.AA. como consecuencia de la
aplicación de los fondos de garantía de servicios públicos fundamentales y del fondo de suficiencia; y
lo hizo, esencialmente, a través de la creación del nuevo fondo de competitividad, contemplado en
el art. 23 de la Ley 22/2009.
El fondo de competitividad, dotado exclusivamente por el Estado, solo convierte en beneficiarios a
aquéllas CC.AA. cuya financiación por habitante ajustado es inferior a la media, o bien, aquéllas cuya
financiación por habitante ajustado es también inferior a su capacidad fiscal por habitante ajustado.
En este sentido, se considera la capacidad fiscal como el resultado de tomar en cada impuesto la
menor de las dos magnitudes siguientes: recaudación de la capacidad tributaria en términos
normativos y recaudación real.
Teniendo en cuenta las CC.AA. beneficiarias, el fondo de competitividad persigue un doble
objetivo. Por un lado, que aquellas Comunidades Autónomas cuyos recursos por habitante ajustado
previos a la aplicación de este Fondo sean inferiores a la media, atenúen o corrijan esa situación. Por
otro, que aquellas cuyos recursos por habitante ajustado sean menores a su capacidad fiscal, los
eleven.
Las CC.AA que se han beneficiado del fondo de competitividad en 2013 fueron Islas Baleares,
Comunidad Valenciana, Cataluña, Madrid y Murcia, lo que evidencia la finalidad indicada. Las dos
primeras, cumplen ambos criterios y son las más beneficiadas en términos relativos; en el caso de
Cataluña y Madrid, les corresponde una asignación por tener una financiación por habitante ajustado
inferior a su capacidad fiscal por habitante ajustado; y finalmente Murcia también percibe una
cuantía, en este caso porque su financiación por habitante ajustado es inferior a la media31 .
31 Al respecto, consúltese el Cuadro A.21 del trabajo elaborado porDe la Fuente, A., «La financiación de las CC.AA. de
régimen común en 2013» fedea, Estudios sobre la Economía española, nº 16/2015.
En todo caso, el incremento de recursos que les corresponde era limitado y no estaba dirigido a
reordenar estrictamente la posición de las CC.AA hasta que se respetase el principio de ordinalidad.
Lo cierto es que pese a que el legislador pudo tener en cuenta el principio de ordinalidad en el
diseño del modelo de financiación autonómica de 2009, circunstancia que se intuye de uno de los
objetivos que persigue el fondo de competitividad, los resultados que ha arrojado el modelo nos
llevan a afirmar que este no ha sido respetuoso con el mismo.
La causa radica en que el modelo obedeció a condicionantes políticos de partida, como que
ninguna Comunidad Autónoma perdiese recursos y al hecho de que el Estado no podía inyectar
recursos adicionales de manera ilimitada; de igual modo se inspiró en diversos principios, a veces
correlacionados de forma inversa, y todo ello han provocado resultados que no casan bien con
ninguno de ellos y, tampoco, con el principio de ordinalidad.
Como ha señaladoFernández Leiceagatras algunos años de aplicación del modelo de 2009, «no
respeta el orden de las autonomías según su capacidad fiscal, ni se ajusta bien a las necesidades de
gasto, ni tampoco aproxima intensamente sus recursos por habitante. Ha intentado conciliar criterios
alternativos (parcialidad de la nivelación y ordinalidad; aproximación de los recursos por habitante;
respeto a las necesidades de gasto; garantía de statu quo situándose en una tierra de nadie que
corre el riesgo de descontentar a casi todos» 32 .
32 Fernández Leiceaga, X., «La equidad horizontal en el modelo de financiación autonómica: ¿hacia dónde podemos ir?».
Comunicación presentada al Congreso «Internacional Conference on Regional Science: Financing and the role of the regions
and towns in economic recovery», Universidad de Zaragoza, 2014.
33 Así se evidencia para el año 2013 en el detallado trabajo deDe la Fuente, A., «La financiación de las CC.AA. de régimen
común en 2013» fedea, Estudios sobre la Economía española, nº 16/2015.
34 La situación creada ha sido calificada como de ordinalidad limitada o parcial porFernández Leiceaga, X., «La equidad
horizontal en el modelo de financiación de 2009 de las Comunidades Autónomas Españolas de régimen común» Papeles de
Economía Española, nº 143/2015. Véase también cuadro A.24 del trabajo elaborado porDe la Fuente, A., «La financiación de
las CC.AA. de régimen común en 2013» fedea, Estudios sobre la Economía española, nº 16/2015.
La STC 31/2010 (RCL 2010, 31) sobre el Estatuto de Cataluña, de forma ciertamente
sorprendente realizó una interpretación conforme y admitió el principio de ordinalidad como
límite al principio de solidaridad; y ello pese a venir establecido en una norma estatutaria, lo que
supondría igualmente la imposición estatutaria de condiciones al Estado en orden a la conformación
de la solidaridad interterritorial35 .
35 Irónicamente,Medina Guerroseñaló que «el afortunado azar ha querido que la voluntad del estatuyente coincida
plenamente con la voluntad objetiva de la Constitución» en «Las Haciendas Autonómica y local en la STC 31/2010», Revista
d'Estudis Autonòmics i federals, nº21/2011. También en esta líneaArias Abellán, Mª D., «Sobre la constitucionalidad de
determinados preceptos del Estatuto de Autonomía de Cataluña relativos a la financiación autonómica y local», Revista
Catalana de Dret Públic, Especial Sentencia 31/2010 del Tribunal Constitucional, sobre l'Estatut d'autonomia de Catalunya de
2006, El finançament, 2010, pág. 432;García-Moncó Martínez, A., «El sistema de financiación autonómica», en la obra
colectiva, Estudios sobre la Sentencia 31/2010, de 28 de junio, del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Autonomía de
Cataluña, Madrid, Instituto de Derecho Público, 2010, págs. 430-438.
Por tanto, su calificación como inconstitucional hubiese sido coherente con su planteamiento de
partida. Sin embargo, al referirse a este límite, la STC 31/2010 (RTC 2010, 31) , FJ134, consideró
que «No es propiamente una condición impuesta al Estado por el Estatuto de Autonomía de
Cataluña, sino solo expresión reiterada de un deber que para el Estado trae causa inmediata y
directa de la propia Constitución, que le impone la garantía de la realización efectiva del principio de
solidaridad "velando por el establecimiento de un equilibrio económico, adecuado y justo entre las
diversas partes del territorio español” (art. 138.1 CE). Adecuación y justicia que, predicadas del
equilibrio económico al que ha de ordenarse la realización de la solidaridad entre las Comunidades
Autónomas garantizada por el Estado, no pueden redundar para las más ricas en mayor perjuicio
que el inherente a toda contribución solidaria para con las menos prósperas en orden a una
aproximación progresiva entre todas ellas, excluyéndose, por tanto, el resultado de la peor condición
relativa de quien contribuye respecto de quien se beneficia de una contribución que dejaría de ser
solidaria y servir al fin del equilibrio para propiciar, en cambio, un desequilibrio de orden distinto al
que se pretende corregir».
Ahora bien, la interpretación conforme al espíritu constitucional del principio de ordinalidad
que hizo nuestro Tribunal Constitucional quedó condicionada a que fuese interpretado tal y
como se establecía en la propia STC 31/2010. Así, será constitucional, y por tanto habría que
corregir la situación creada para recobrar el mismo lugar en el ranking, siempre que «la alteración de
la posición de la Comunidad Autónoma de Cataluña se debiera, no a la aplicación general de los
mecanismos de nivelación, sino exclusivamente a la aportación que realizase Cataluña como
consecuencia de su posible participación en dichos mecanismos».
El Tribunal Constitucional no concretó claramente cuál es la diferencia entre la aplicación general
de los mecanismos de nivelación y la aportación catalana derivada de su participación en los mismos
36
. No obstante, parece razonable interpretar que está diferenciando entre asignaciones del Estado
central —verticales— o de las CC.AA. entre sí —horizontales—, entendiendo a nuestro juicio dentro
de estas últimas la aportaciones procedentes de la recaudación asignada a estas en los impuestos
cedidos.
36 Pagés i Galtés, J., «La financiación autonómica en la Sentencia 31/2010 del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de
Catalán de 2006», Revista Catalana de Dret Públic, Especial Sentencia 31/2010 del Tribunal Constitucional, sobre l'Estatut
d'autonomia de Catalunya de 2006, El finançament, 2010.
constitucional porque no recoge un mandato estatutario al Estado, que sería ilegítimo por invadir
competencias, sino la plasmación concreta del deber del Estado respecto de la nivelación y la
solidaridad interterritorial» 37 .
Cualquier Comunidad puede recurrir el modelo de financiación autonómico cuando arroje unos
resultados que no respeten el principio de ordinalidad, en los términos en los que ha sido
interpretado por el Tribunal Constitucional.
La doctrina de nuestro Tribunal Constitucional reduce los efectos del principio de ordinalidad como
límite al principio de solidaridad38 . Comparte con la doctrina del Tribunal Constitucional Federal
Alemán, que prohíbe alterar la posición en el ranking de los Länder/CC.AA. por las aportaciones que
estos realicen al sistema. Sin embargo, mientras que aquel solo admite en casos excepcionales que
las transferencias complementarias del Estado federal puedan alterarlo, nuestro Tribunal
Constitucional no requiere excepcionalidad alguna, admitiendo en cualquier caso que el Estado
Central puede hacerlo mediante sus aportaciones. Optar por una u otra interpretación supone limitar
en menor o mayor medida el alcance de la solidaridad interterritorial.
La interpretación del Tribunal Constitucional del principio de ordinalidad en el marco jurídico actual
resulta cuando menos chocante. Conforme a esta interpretación, cuando mayor sean los ingresos
tributarios que correspondan a las CC.AA. —impuestos cedidos total o parcialmente— y su
participación horizontal en los mecanismos de nivelación, mayor sería su alcance y, en
consecuencia, la limitación del principio de solidaridad.
37 Arias Abellán, Mª D., «Sobre la constitucionalidad de determinados preceptos del Estatuto de Autonomía de Cataluña
relativos a la financiación autonómica y local», Revista Catalana de Dret Públic, Especial Sentencia 31/2010 del Tribunal
Constitucional, sobre l'Estatut d'autonomia de Catalunya de 2006, El finançament, 2010, pág. 432.
38 Pere Sol i Ordisconsidera que la exclusión de las aportaciones estatales «desnaturaliza el precepto y diluye los objetivos»
que perseguía, en «La financiación», Revista Catalana de Dret Públic, Especial Sentencia 31/2010 del Tribunal Constitucional,
sobre l'Estatut d'autonomia de Catalunya de 2006, el finançament, 2010.
Así, el límite que debe regir la actuación del Estado central en la implementación del principio de
solidaridad, dependerá indirectamente de una decisión que constitucionalmente se le atribuye a él o,
dicho de otro modo, quien debe someterse al límite podrá alterar unilateralmente la manera de
determinarlo, por lo que en términos prácticos puede desvirtuarlo.
Mientras el Estado central tenga asignada constitucionalmente la implementación del principio de
solidaridad interterritorial, para que el principio de ordinalidad como límite a aquel resulte efectivo y
creíble, debe ser formulado de manera que su aplicación no se haga depender de una decisión
unilateral que deba tomar el propio Estado central —cargas tributarias— de naturaleza autonómica y
participación en el mecanismo de nivelación.
a . Concepto
La equidad fiscal horizontal es un principio clásico de los Estados federales que pretende
garantizar que los servicios públicos se presten de una forma razonablemente homogénea a todos
los ciudadanos, sea cual fuere su lugar de residencia y, por tanto, con independencia del mayor o
menor grado de desarrollo económico y de capacidad tributaria que tenga cada unidad política
subcentral39 .
39 Fernández Leiceaga, X., «La equidad horizontal en el modelo de financiación de 2009 de las Comunidades Autónomas
Españolas de régimen común» Papeles de Economía Española, nº 143/2015.
40 Bassols, M.,Bosch, N. yVilaltaM. El model de finançament autonòmic de 2009: descripció i valoració, Generalitat de
Catalunya, 2010
41 En este sentido, algunos autores han señalado que han hecho una interpretación del art. 158 CE tendente a cubrir la
totalidad de las competencias asumidas.Medina Guerrero, M., «Las Haciendas Autonómica y local en la STC 31/2010»,
Revista d'Estudis Autonòmics i federals, nº21/2011;Montilla Martos, J.A. Reforma federal y Estatutos de segunda generación.
Los Estatutos de Autonomía de segunda generación como modelo para la reforma federal y de la Constitución Thomson
Reuters-Aranzadi, 2015, pág. 198.
Sin embargo, el análisis de los resultados posteriores siempre ha evidenciado que conllevaban una
cierta inequidad horizontal, en parte porque los modelos incorporaban también otros principios
orientadores, como la recurrente cláusula de statu quo en cada reforma, garantizando a todas las
CC.AA., como mínimo los ingresos previos al nuevo modelo, que prolongaban las desigualdades de
partida42 .
42 Fernández Leiceaga, X., «La equidad horizontal en el modelo de financiación de 2009 de las Comunidades Autónomas
Españolas de régimen común» Papeles de Economía Española, nº 143/2015.
43 En términos similares, art. 123.2 del Estatuto de Autonomía de las Islas Baleares (RCL 1983, 396)
Junto a Cataluña, otras CC.AA. como Aragón, Andalucía y Baleares también establecieron
expresamente en sus respectivos Estatutos que debía garantizarse la nivelación en el ámbito de la
educación, la sanidad y otros servicios sociales esenciales, lo que evidenciaba un cierto consenso
autonómico al respecto.
Este hecho no pasó desapercibido para el legislador estatal y así, en el modelo de financiación de
2009 creó el Fondo de Garantía de Servicios Públicos Fundamentales con una clara finalidad, que
todas las Comunidades Autónomas reciban los mismos recursos por habitante, en términos de
población ajustada o unidad de necesidad, y no sólo en el primer año de aplicación, sino también en
el futuro, para poder prestar en términos similares estos servicios públicos esenciales del Estado del
bienestar.
Tras la aplicación de este fondo, cada Comunidad Autónoma recibiría la misma cantidad por
habitante ajustado, sin que existiesen diferencias entre ellas; y es que como ha apuntadoLópez
Laborda, su diseño es un ejemplo de manual de transferencias de nivelación44 .
44 López Laborda, J., «Posibles reformas en la regulación constitucional de la financiación autonómica», Fedea Policy Papers,
nº 02/2014
No ocurre así con el resto de fondos que contempla la Ley 22/2009, dotados con recursos
estatales y que perseguían finalidades distintas a la nivelación del resto de servicios. Su diseño
provoca que el modelo de financiación de 2009 tampoco arroje una nivelación plena de los servicios
públicos autonómicos.
La aspiración del fondo de suficiencia global es garantizar a las CC.AA. recursos suficientes para
prestar todas sus competencias tomando como referencia el año base, partiendo de unos ingresos
tributarios en un marco normativo estándar, esto es, corregidos los efectos recaudatorios del ejercicio
de las competencias normativas en los impuestos cedidos, y computando las cantidades asignadas
por el fondo de garantía de servicios públicos fundamentales.
Su distribución no se realiza atendiendo a unidades de necesidad en la prestación del resto de los
servicios en cada Comunidad Autónoma, sino simplemente a cubrir lo que recibía cada una en el año
base, actualizándola y ajustándola posteriormente; y es que dotar a cada Comunidad de recursos
suficientes para prestar las competencias atribuidas no implica que todas gocen de los mismos
recursos por habitante o por población ajustada.
De hecho, el fondo de competitividad, aplicado con posterioridad, tiene entre sus objetivos reducir
las diferencias en financiación homogénea por población ajustada entre CC.AA. que se producen
tras la aplicación del fondo de suficiencia global.
En este escenario llegó la STC 31/2010 (RTC 2010, 31) , cuyo FJ134 no cuestionó la restricción de
la participación de Cataluña en los mecanismos de nivelación que establecía el art. 206.3 del
Estatuto catalán, limitando su contribución a una nivelación parcial, solo de los servicios públicos
esenciales de educación, sanidad y otros servicios sociales del Estado del bienestar. Entendió que
esta referencia a los servicios públicos esenciales era equivalente a los servicios públicos
fundamentales, teniendo presente que «corresponde al Estado determinar qué servicios públicos son
fundamentales» y cuál es el nivel en la prestación de los mismos que debe resultar garantizado. A
partir de ahí, consideró que el citado art. 206.3, excluida la referencia a un esfuerzo fiscal similar,
podía ser respetuoso con nuestra Constitución.
Puede interpretarse que con esta sentencia, el Tribunal constitucional parece admitir
implícitamente que la interpretación del art. 158.1 CE sobre participación de las CC.AA. en los
mecanismos de nivelación debe restringirse a los servicios públicos fundamentales. Esta es la
interpretación que parece hacer el Estatuto de Cataluña y al respaldarla el Tribunal Constitucional,
parece mostrarse proclive a que el sistema garantice equidad fiscal horizontal en relación a los
mismos, pero no en relación a otros, limitando el alcance de la solidaridad interterritorial.
El debate seguirá abierto en sucesivos modelos sobre como estimar cuál es el coste de esos
servicios públicos fundamentales. El modelo de 2009 estableció una equivalencia en términos
relativos, correspondiéndose dicho coste con el 75% de los impuestos cedidos más una cuantía
adicional aportada por el Estado. Sin embargo, en el futuro, como señalóDíaz de Serralde, se tendrá
que realizar una «medición de las necesidades del financiación en términos relativos, y esto en dos
sentidos: midiendo en términos relativos las diferentes necesidades, y costes de prestación, de los
mismos servicios en las diferentes autonomías; y estimando qué parte del total de la financiación
debe hacerse corresponder con un nivel base de cobertura de ciertos servicios» 45 .
45 Díaz de Serralde, S., «La Garantía de Servicios Públicos Fundamentales en el nuevo Sistema de Financiación de las
Comunidades Autónomas» Presupuesto y Gasto Público, Nº 62/2011.
2.3.3 . Esfuerzo fiscal equivalente: Normativa estándar y nivel similar de fraude fiscal
El art. 206.3 del Estatuto de Cataluña no solo estableció como límite de la solidaridad la nivelación
parcial de los servicios de educación, sanidad y otros servicios sociales esenciales del Estado del
bienestar sino que además condicionó esa solidaridad a un segundo requisito: la realización de un
«esfuerzo fiscal similar».
En relación a este segundo requisito el TC no fue tan indulgente y en su STC 31/2010, FJ134,
declaró inconstitucional y, por tanto nulo, el inciso «siempre y cuando lleven a cabo un esfuerzo fiscal
también similar».
El argumento utilizado se basaba en que se usurpaba una competencia del Estado, pues es a él a
quien corresponde determinar la contribución que deben realizar las diferentes CC.AA. a los
mecanismos de nivelación y solidaridad y, por lo tanto, no es posible que un Estatuto de Autonomía
establezca una condición que afecte al conjunto del sistema de financiación.
La respuesta resulta lógica a tenor del marco constitucional y de hecho, esta misma
argumentación podría haberla utilizado, aunque no lo hizo, en relación a la restricción de la
solidaridad a la nivelación de los servicios públicos fundamentales, declarándola igualmente
inconstitucional.
En cualquier caso, la tacha de inconstitucionalidad no radicaba propiamente en que se emplee el
requisito de un «esfuerzo fiscal similar», sino en que sea impuesto por un Estatuto autonómico y no
por el Estado.
Al contrario, a nuestro juicio resulta fundamental condicionar la solidaridad interterritorial a la
realización de un «esfuerzo fiscal similar» en todas las CC.AA para evitar abusos y situaciones
claramente injustas; y si nuestra Constitución no lo recoge, debería introducirse en una futura
reforma constitucional.
Ahora bien, cuando nos referimos al concepto de «esfuerzo fiscal» debemos ser muy precisos en
su definición y en los objetivos que pretendemos con su incorporación constitucional, para evitar
lecturas interesadas.
Este concepto debe ser compatible con el principio de solidaridad interterritorial, por lo que en
ningún caso puede identificarse con una igualdad de recursos disponibles por habitante en cada
Comunidad Autónoma46 , como parece que pretendía el Parlamento de Cataluña en la propuesta de
Estatuto que aprobó y remitió a las Cortes Generales47 .
46 De la Fuente, A. yGundín, M., «La financiación autonómica en los nuevos Estatutos regionales», Hacienda Pública
Española, nº 182/2007;Medina Guerrero, M., «Las Haciendas Autonómica y local en la STC 31/2010», Revista d'Estudis
Autonòmics i federals, nº 21/2011;Vega García, A., «El principio constitucional de solidaridad interterritorial en España y en
Alemania: aplicación y límites», Revista d'Estudis Autonòmics i federals, nº 20/2014;Montilla Martos, J.A. Reforma federal y
Estatutos de segunda generación. Los Estatutos de Autonomía de segunda generación como modelo para la reforma federal y
de la Constitución Thomson Reuters-Aranzadi, 2015, págs. 199 y 200.
47 La Propuesta de Estatuto aprobada por el Parlamento catalán incorporaba otros preceptos, art. 210.Segundo c) y
Disposición final primera, suprimidos posteriormente por las Cortes Generales, que dejaban entrever matices diferenciales en
la interpretación del concepto de esfuerzo fiscal, se apoyaban en la idea de que debía calcularse como ingresos por habitante.
Así, , el art. 210.Segundo c) consideraba que «El mayor esfuerzo fiscal eventualmente llevado a cabo por los ciudadanos de
Cataluña, calculado a partir de la diferencia entre los impuestos soportados en Cataluña y el promedio de las comunidades
autónomas, debe traducirse en una mayor capacidad financiera y unos mayores ingresos para la Generalidad, dentro de los
márgenes que se determinen. Para calcular el esfuerzo fiscal, debe tenerse en cuenta el conjunto de precios privados por
servicios públicos ya soportados en Cataluña». Y el apartado 2 b) de la Disposición final primera manifestaba que: «En
coherencia con lo establecido en el artículo 210, para la determinación de la aportación inicial a la solidaridad debe tomarse
como referente la diferencia entre los coeficientes de población y esfuerzo fiscal de Cataluña, medido éste por el rendimiento
del impuesto sobre la renta de las personas físicas, sobre el conjunto del Estado».
Como señalóMedina Guerrero, con esa interpretación «aunque dos CC.AA. apliquen los mismos
tipos impositivos, no estarían realizando el mismo esfuerzo fiscal, toda vez que la más desarrollada
económicamente obtendrá como es lógico una recaudación mayor por habitante» 48 ; lo que como
acertadamente han apuntadoDe la Fuente y Gundín «supondría convertir en papel mojado la
cláusula de nivelación, puesto que la garantía de servicios iguales a igualdad de recaudación por
habitante no pasa de ser una forma de decir que cada uno tendrá los servicios que pueda financiar
con sus propios recursos» 49 .
48 Medina Guerrero, M., «Las Haciendas Autonómica y local en la STC 31/2010», Revista d'Estudis Autonòmics i federals,
nº21/2011.
49 De la Fuente, A. yGundín, M., «La financiación autonómica en los nuevos Estatutos regionales», Hacienda Pública
Tampoco es un concepto que deba relacionarse con las inversiones del Estado en cada
Comunidad Autónoma a través del fondo de compensación interterritorial, ni con las balanzas
fiscales, sino que está relacionado exclusivamente con los ingresos y no con el gasto público.
A nuestro juicio, el esfuerzo fiscal similar entre CC.AA., como concepto teórico compatible
con el principio de solidaridad, debe dar respuesta a la idea de determinar una recaudación
potencial conforme a la riqueza de cada una, en un marco normativo estándar para todas ellas
y con un nivel en términos relativos de fraude fiscal análogo.
Esa recaudación potencial así calculada situaría a cada Comunidad Autónoma en un nivel
de esfuerzo fiscal similar y debería ser tomada para determinar su participación en los
mecanismos de solidaridad.
Bien es cierto que el concepto y la metodología para calcular y comparar el «esfuerzo fiscal»
presenta dudas en la actualidad. Se trata de un concepto teórico cuyo cálculo debe ser elaborado por
los economistas, entre quienes aún no hay pleno consenso50 .
50 Para calcularlo,López CasasnovasyPons Novellproponían aproximarse mediante distintas variables, como la relación entre
los ingresos públicos y el PIB o la relación entre los ingresos públicos y la renta familiar bruta disponible en poder de compra,
si bien los anteriores autores son conscientes de las limitaciones que presentan Véase GuillemLópez Casasnovas, JordiPons
Novell, Anàlisi dels fluxos redistributius territorials a l'Estat espanyol: Criteris d'avaluació i proposta de nous principis bàsics,
Barcelona, Fundació Josep Irla, 2005, p. 44 y 48.Si no nos es indispensable conocer el nivel de cumplimiento fiscal específico
de cada territorio, sino que tan solo necesitamos conocer el cumplimiento fiscal relativo de cada territorio respecto a los demás
se puede prescindir de estimar dicha recaudación teórica. En esta línea se han formulado índices territoriales de esfuerzo
fiscal, como los propuestos porZabalzayLasherasque persiguen la evaluación del esfuerzo fiscal relativo que cada territorio
realiza en el cumplimiento de cada uno de los impuestos.Zabalza, A. yLasheras, M. A., «Índices territoriales de esfuerzo fiscal
en el IRPF: Concepto y medidas alternativas» Documentos de Trabajo. Departamento de Análisis Económico. Universidad de
Valencia, 1998; Seguido también porLópez Casanovas, G. yCastellanos Maduell, A., «Aproximación al concepto de esfuerzo
fiscal», 2002, disponible en.
Por ello, para evitar posibles confusiones futuras en la aplicación del concepto, se podría indicar
expresamente en nuestra Constitución los dos objetivos que perseguimos con ella para implementar
adecuadamente el principio de solidaridad. Ese doble objetivo sería, por un lado, partir de un marco
normativo estándar, común a todas ellas; y, por otro, que el nivel de fraude fiscal en términos
relativos sea similar.
Notemos que si la recaudación efectiva obtenida en cada Comunidad Autónoma se utiliza como
variable esencial para dotar los fondos de solidaridad, sin relativizarla en relación a algún concepto
que evidencie el potencial recaudatorio que tenga cada territorio, en un marco normativo estándar y
con niveles de fraude similares en términos relativos, se pueden dar situaciones claramente
distorsionadas que vulneren ese equilibrio económico adecuado y justo entre las distintas partes del
territorio español, que preconiza el art. 138.1 CE al implementar el principio de solidaridad.
51 Así, el segundo párrafo de la letra a) del art. 3 de la Ley 22/2009, de 18 de diciembre (RCL 2009, 2478) , por el que se
regula el sistema de financiación de las CC.AA. de régimen común y Ciudades con Estatuto de Autonomía, dispone que «En
el supuesto de recursos sujetos a liquidación se entiende por valor normativo el importe de su rendimiento sin tener en cuenta
el ejercicio de competencias normativas realizado por la Comunidad Autónoma».
Así, el art. 15.2 LOFCA señala que para dotar el fondo de garantía de los servicios públicos
fundamentales participarán, «(...) las Comunidades Autónomas con un porcentaje de sus tributos
cedidos, en términos normativos, y el Estado con su aportación, en los porcentajes y cuantías que
marque la Ley».
El segundo concepto, la «capacidad tributaria» de cada Comunidad Autónoma se obtiene
sumando la recaudación en términos normativos de los impuestos en los que se ceden competencias
normativas y la recaudación del resto de los impuestos cedidos, aquellos en los que no se ceden
competencias normativas52 ; y a esa capacidad tributaria se refiere el Fondo de Suficiencia Global
cuando el art. 13.Dos de la LOFCA señala que «cubrirá la diferencia entre las necesidades de gasto
de cada Comunidad Autónoma y Ciudad con Estatuto de Autonomía y la suma de su capacidad
tributaria y la transferencia del Fondo de Garantía de Servicios Públicos Fundamentales».
52 Exposición de Motivos y Art. 8 de la Ley 22/2009, de 18 de diciembre (RCL 2009, 2478) , por el que se regula el sistema de
financiación de las CC.AA. de régimen común y Ciudades con Estatuto de Autonomía.
Por tanto, el problema derivado del ejercicio de las competencias normativas en los impuestos
cedidos y, por consiguiente, de la existencia de una regulación distinta de esos tributos en cada
Comunidad Autónoma ya ha sido detectado y se ha intentado corregir en nuestro ordenamiento con
la introducción de los dos conceptos anteriores. Sin perjuicio de que se sigan perfeccionando los
cálculos en el futuro, existe un claro consenso sobre la necesidad de contar con un mecanismo como
éste y, por ello, creemos que el objetivo que persigue debería ser recogido expresamente en una
futura reforma constitucional.
una de ellas la recaudación normativa que correspondería al conjunto de los impuestos cedidos y la
capacidad tributaria, para determinar la contribución a los fondos de solidaridad, sin corregir las
diferencias de fraude fiscal, obviaría esta realidad, premiando a las zonas más defraudadoras en
detrimento de las más cumplidoras.
No contemplar el fraude relativo en cada Comunidad Autónoma, con independencia de su riqueza,
distorsionaría los mecanismos de solidaridad. Si aquel es mayor en CC.AA. más ricas, les haría
contribuir menos; mientras si lo es en aquellas con menor riqueza, la ausencia de ingresos sería
compensada con la solidaridad de otras.
En consecuencia se hace necesario el establecimiento de algún mecanismo corrector de las
diferencias del fraude fiscal relativo entre CC.AA. Lo llamativo es que esta realidad ha sido ignorada
en nuestro ordenamiento hasta el momento. Los distintos modelos de financiación autonómica y sus
respectivos mecanismos de nivelación no la han tenido en cuenta y para evitar que esta situación
vuelva a repetirse en el futuro, estamos convencidos que debería recogerse constitucionalmente
como criterio a seguir en la implementación del principio de solidaridad.
53 Medina Guerrero, M., «Las Haciendas Autonómica y local en la STC 31/2010», Revista d'Estudis Autonòmics i federals,
nº21/2011;Montilla Martos, J. A. Reforma federal y Estatutos de segunda generación. Los Estatutos de Autonomía de segunda
generación como modelo para la reforma federal y de la Constitución Thomson Reuters-Aranzadi, 2015, pág. 181.
tratamiento específico, bien porque facilite la preparación de los acuerdos a adoptar en el seno de los
órganos multilaterales, o bien, incluso, porque permita la deliberación común sobre la aplicación en la
Comunidad Autónoma de Cataluña de las decisiones o acuerdos adoptados por el Estado o por los
órganos multilaterales competentes al efecto» para concluir en su FJ 135º que tales funciones «no
excluyen ni limitan la capacidad de las instituciones y organismos de carácter multilateral en materia
de financiación autonómica, no afectan a la reserva de Ley Orgánica prevista en el art. 157.3 CE, ni
sustituyen, impiden o menoscaban el libre y pleno ejercicio por el Estado de sus propias
competencias». Por tanto, lo pactado en la Comisión bilateral Estado-Comunidad Autónoma puede
ser perfectamente alterado por las Cortes Generales.
Esta escasa participación de las CC.AA. en el diseño y aprobación de su modelo de financiación
se pretendió compensar a través de la creación del Consejo de Política Fiscal y Financiera, creado
por la LOFCA, como órgano multilateral para la coordinación de la actividad financiera.
Sin embargo, debemos tener presente dos rasgos de su régimen jurídico que determinan la clara
posición de prevalencia del Estado54 .
54 Montilla Martos, J. A. Reforma federal y Estatutos de segunda generación. Los Estatutos de Autonomía de segunda
generación como modelo para la reforma federal y de la Constitución Thomson Reuters-Aranzadi, 2015, pág. 181.
En primer lugar, sus acuerdos en relación al modelo de financiación autonómica no tienen carácter
jurídicamente vinculante. Son meras recomendaciones que se trasladan al Gobierno central y, en su
caso, a las Cortes Generales, para que actúen en consecuencia.
En segundo lugar, si atendemos al procedimiento de toma de decisiones previsto en el art. 10.3 de
su Reglamento de Régimen Interior, el Estado tiene una absoluta preeminencia en el seno del
Consejo pues cuenta con la mitad de los votos y las decisiones se adoptan por mayoría absoluta en
segunda votación. Basta con que atraiga el apoyo de una sola Comunidad para que pueda
aprobarse su propuesta de acuerdo.
En definitiva, se trata de un sistema de financiación prácticamente impuesto por el Estado, con
escasa participación de las CC.AA. en su diseño y aprobación, de manera que al no ser
consensuado con y entre ellas, sino impuesto verticalmente, algunas han presentado resistencias y
no lo han asumido como propio. De hecho, a lo largo de estos años hemos asistido continuamente a
reacciones de malestar con el Estado central por el trato recibido en el modelo de financiación
autonómica aprobado por aquel, que en algunos casos las ha llevado a no aceptarlo y a recurrirlo
ante el Tribunal Constitucional55 .
55 A modo de ejemplo, hace ya algunos años la fórmula establecida en el Acuerdo 1/1993 del CPFF para otorgar al sistema
de financiación mayor corresponsabilidad fiscal se basó en la cesión indirecta a cada CC. AA. de parte de la recaudación del
IRPF devengada en su territorio a través de la denominada participación territorializada. Durante ese periodo la LOFCA no
contemplaba la posibilidad de ceder a las CC. AA. recaudación o competencias normativas en el IRPF. El impuesto seguía
siendo netamente estatal en su configuración pero detrás de la participación territorializada en la recaudación del IRPF, se
escondía de forma encubierta una cesión parcial de la recaudación impuesto, prohibida por aquel entonces por el art. 11.2
LOFCA (RCL 1980, 2165) , pero realizada de facto a través de este mecanismo como manifestó el letrado de la Xunta de
Galicia, Comunidad que junto a Extremadura e Islas Baleares votaron en contra del Acuerdo, y presentaron recurso de
inconstitucionalidad sobre los apartados 6 y 7 del art. 95 de la Ley 21/1993 (RCL 1993, 3567) , de Presupuestos Generales del
Estado para el año 1994.Posteriormente el CPFF adoptó un nuevo acuerdo que se trasladó a la Ley Orgánica 3/1996 (RCL
1996, 3160) , de modificación parcial de la LOFCA, que subsanó la anomalía jurídica anterior, alterando su art. 11.2 para
permitir la cesión parcial del IRPF a las CC.AA. Sin embargo, éste no fue aceptado por Andalucía y Extremadura, que
siguieron recibiendo su financiación conforme al anterior sistema y que la recurrieron.Martos García, J. J., «Financiación
autonómica e IRPF. Corresponsabilidad tributaria versus competencia fiscal» Crónica Tributaria, nº 136/2010.
Pero si nuestra Constitución proclama y exige que se garantice la autonomía financiera de las
CC.AA., parece lógico que también las haga plenamente responsables de las posibles
consecuencias negativas de su ejercicio, sin que esperen que el Estado u otras CC.AA. vengan a
socorrerlas.
La mayoría de edad autonómica debe conllevar altas dosis de libertad para perfeccionar el
presupuesto, pero también debe acarrear la consecuente responsabilidad derivada de un mal
ejercicio de esa autonomía.
En este sentido, la reciente crisis económica ha hecho que algunas CC.AA. hayan estado
prácticamente en quiebra, habiendo acudido el Estado mediante la concesión de préstamos blandos,
a su rescate.
Ante una insuficiencia presupuestaria derivada de una mala gestión pública o una errónea
previsión de ingreso y gasto público, parece lógico que se impida que el Estado asuma el pago de su
deuda y de la parte de la sanción impuesta por la Unión Europea imputable al incumplimiento
autonómico.
Tampoco debería verse afectada su relación con los mecanismos de solidaridad, en términos de
aportación/recepción de asignaciones.
Con ello se pretende incentivar una mayor responsabilidad en la gestión de las finanzas públicas
autonómicas y que el contribuyente perciba directamente las consecuencias de esa mala gestión
pública. Si el Estado asumiese esas responsabilidades, la percepción de esa mala gestión se
difuminaría para el contribuyente, al seguir disfrutando de unos servicios públicos similares56 .
56 Del Blanco García, A., «La Sostenibilidad financiera del Modelo Autonómico Español», en ECJ Leading Cases, Año IV
(2015), vol. II, Enlace directo:.
Este principio se puede sintetizar indicando que consiste en la prohibición de que una
Administración asuma o responda de los compromisos de gasto de las otras Administraciones57 .
57 López Laborda, J., «Posibles reformas en la regulación constitucional de la financiación autonómica», Fedea Policy Papers,
nº 02/2014.
En todo caso, la propia Ley Orgánica 2/2012 no pareció tomarse demasiado en serio el principio
de responsabilidad que incluía, dado que en su Disposición Transitoria cuarta estableció una
excepción al mismo que lo desvirtuaba. Así, permitía que Estado central pudiese habilitar un fondo
con el fin de que las CC.AA. y las Corporaciones Locales hiciesen frente a las obligaciones
pendientes de pago con sus proveedores, para financiar sus vencimientos de deuda o para dotar de
liquidez a las propias CC.AA.
58 Generalitat de Catalunya. La problemática del vigente sistema de financiación de las Comunidades Autónomas de régimen
común. Barcelona, 2006.
No debemos olvidar que el art. 138 CE (RCL 1978, 2836) establece que el Estado garantizará la
realización efectiva del principio de solidaridad, velando por el establecimiento de un equilibrio
económico, adecuado y justo, entre las diversas partes del territorio español, añadiendo además en
su punto segundo que «Las diferencias entre los Estatutos de las distintas Comunidades Autónomas
no podrán implicar, en ningún caso, privilegios económicos o sociales».
Contrastando el art. 138.2 y la Disposición Adicional Primera de nuestra Constitución, desarrollada
en los términos indicados, se observa una clara antinomia, que debilita la coherencia del
ordenamiento jurídico; coherencia que no debe enfocarse siempre desde la inexistencia absoluta de
éstas, sino desde la previsión por el ordenamiento de principios que hagan posible la solución de las
colisiones normativas y la determinación del Derecho aplicable59 .
59 Balaguer Callejón, F., «El ordenamiento jurídico» en la obra colectiva Manual de Derecho Constitucional, Volumen I, 4ª
Edición, Ed. Tecnos, 2009, pág. 97;Montilla Martos, J. A., «Apuntes sobre colaboración y participación en el estado
autonómico. A propósito de la propuesta de reforma del estatuto de Cataluña», Revista d'Estudis Autonòmics i federals,
nº1/2005.
En la búsqueda de ese equilibrio, debemos apuntar que la mera existencia de los regímenes
forales no tiene por qué implicar privilegios financieros, de carácter económico, que entren
claramente en colisión con el art. 138.2 de nuestra Constitución, sino que esto dependerá de su
participación en los mecanismos de solidaridad y del procedimiento o de la metodología que se siga
para determinar la contribución o cupo al Estado60 .
60 Zubiri, I., «Los sistemas forales: características, resultados y su posible generalización», en la obra colectiva La
financiación del Estado de las Autonomías: perspectivas de futuro, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid, 2007, pág.
360;Sevilla, J. V., «Saldos fiscales y solidaridad interterritorial». En la obra colectiva La financiación de las comunidades
autónomas: políticas tributarias y solidaridad interterritorial. Barcelona: Universitat de Barcelona, 2005, pág. 258;Utrilla de la
Hoz, «La solidaridad interterritorial en el sistema de financiación foral» en la obra colectiva La financiación de las CC.AA.:
políticas tributarias y solidaridad interterritorial, Universidad de Barcelona, 2005;Ferreiro Lapatza, J. J. , «El sistema de
financiación autonómica de Cataluña: Estatuto y Constitución», Revista Catalana de Dret Públic, núm. 32, 2006, p. 53;
Generalitat de Catalunya. La problemática del vigente sistema de financiación de las Comunidades Autónomas de régimen
común. Barcelona, 2006;Medina Guerrero, M., «Las Haciendas Autonómica y local en la STC 31/2010», Revista d'Estudis
Autonòmics i federals, nº 21/2011;Vega García, A., «El principio constitucional de solidaridad interterritorial en España y en
Alemania: aplicación y límites», Revista d'Estudis Autonòmics i federals, nº 20/2014;Montilla Martos, J.A. Reforma federal y
Estatutos de segunda generación. Los Estatutos de Autonomía de segunda generación como modelo para la reforma federal y
de la Constitución Thomson Reuters-Aranzadi, 2015, pág. 186.
Pero cabe preguntarse cómo corregir esta situación ¿Podrá hacerlo unilateralmente el Estado
Central mediante una Ley aprobada en las Cortes, que modifique el Concierto Vasco y el Convenio
Navarro?
La respuesta es negativa y ello se debe a otro aspecto especialmente relevante de los sistemas de
financiación los territorios forales, la forma de aprobar o de modificar el Convenio o Concierto
económico con el Estado central. Conforme al contenido del Estatuto de Autonomía del País Vasco y
la Ley orgánica de Reintegración y Amejoramiento del Régimen Foral de Navarra, debe ser acordado
previamente en una Comisión bilateral entre Estado Central y territorio foral, de tal manera que sin
ese acuerdo, el Estado no puede unilateralmente modificar la ley que los regula.
Se trata, por tanto, de un sistema de financiación pactado de forma bilateral entre Estado y
territorio foral, cuya modificación legal también debe ser acordada entre ambos, exigiéndose su
aprobación mediante ley ordinaria previo sometimiento al Parlamento Foral y a las Cortes Generales.
Además, la falta de acuerdo no supondrá un peligro financiero para los territorios forales, ya que
como hemos apuntamos previamente, a través de su Hacienda recaudarán la mayor parte de los
impuestos del sistema tributario, por lo que tienen asegurada su financiación61 .
61 Montilla Martos, J.A. Reforma federal y Estatutos de segunda generación. Los Estatutos de Autonomía de segunda
generación como modelo para la reforma federal y de la Constitución Thomson Reuters-Aranzadi, 2015, pág. 186.
Es fácil vaticinar que manteniéndose el marco constitucional en los términos actuales, difícilmente
los territorios forales aceptarán modificaciones en el Convenio o Concierto que perjudiquen
notablemente su financiación.
De manera que si se quiere corregir o, cuanto menos, atenuar esta situación de privilegio
financiero permanente que disfrutan, estamos convencidos de que debe producirse una reforma
constitucional de la Disposición Adicional Primera.
Planteamos dos opciones. En primer lugar, la reforma puede consistir en poner fin a la relación
financiera cuasi confederada que tienen los territorios forales con el Estado central, equiparando
expresamente en nuestra Constitución su situación en materia fiscal y de financiación autonómica al
del resto de CC.AA. Notemos que otras singularidades del régimen foral no tendrían por qué verse
afectadas, pudiendo mantenerse el régimen foral en materias no financieras.
Sin embargo, somos conscientes que la situación política que atraviesa nuestro país hace que esta
alternativa, plenamente respetuosa con el principio de igualdad tributaria y de solidaridad, puede no
ser oportuna, dado que a la tensión territorial existente en Cataluña podría extenderse a País Vasco
y Navarra.
Si se descartase por motivos de oportunidad política la reforma constitucional anterior, como
segunda opción se podría plantear otra reforma que conciliaría la antinomia descrita en nuestro texto
constitucional, y que pasaría por señalar expresamente que estos territorios contribuirán también a
financiar todos los mecanismos de solidaridad, y por supuesto, los fondos de nivelación, tal y como
han apuntadoUtrilla de la Hoz,Sevilla,Castells,Sorribas,Vilalta,Ferreiro Lapatza,Vega García,López
LabordaoMontilla Martosentre otros62 .
62 Utrilla de la Hoz«La solidaridad interterritorial en el sistema de financiación foral» en la obra colectiva La financiación de las
CC.AA.: políticas tributarias y solidaridad interterritorial, Universidad de Barcelona, 2005;Sevilla, J. V., «Saldos fiscales y
solidaridad interterritorial». En la obra colectiva La financiación de las comunidades autónomas: políticas tributarias y
solidaridad interterritorial. Barcelona: Universitat de Barcelona, 2005, pág. 258;Castells, A,Sorribas, P yVilaltaM, «Las
subvenciones de nivelación en la financiación de las CCAA: propuesta de incorporación de las CCAA forales», en la obra
colectiva, La financiación de las comunidades autónomas: políticas tributarias y solidaridad interterritorial. Barcelona:
Universitat de Barcelona, 2005;Ferreiro Lapatza, J. J. , «El sistema de financiación autonómica de Cataluña: Estatuto y
Constitución», Revista Catalana de Dret Públic, núm. 32, 2006, p. 53; Generalitat de Catalunya. La problemática del vigente
sistema de financiación de las Comunidades Autónomas de régimen común. Barcelona, 2006;Vega García, A., «El principio
constitucional de solidaridad interterritorial en España y en Alemania: aplicación y límites», Revista d'Estudis Autonòmics i
federals, nº 20/2014;López Laborda, J., «Posibles reformas en la regulación constitucional de la financiación autonómica»,
Fedea Policy Papers, nº 02/2014;Montilla Martos, J.A. Reforma federal y Estatutos de segunda generación. Los Estatutos de
Autonomía de segunda generación como modelo para la reforma federal y de la Constitución , Thomson Reuters-Aranzadi,
2015, pág. 186.
63 Castells, A,Sorribas, P yVilaltaM, «Las subvenciones de nivelación en la financiación de las CCAA: propuesta de
incorporación de las CCAA forales», en la obra colectiva, La financiación de las comunidades autónomas: políticas tributarias y
solidaridad interterritorial. Barcelona: Universitat de Barcelona, 2005.Vega García, A., «El principio constitucional de
solidaridad interterritorial en España y en Alemania: aplicación y límites», Revista d'Estudis Autonòmics i federals, nº
20/2014;Montilla Martos, J.A. Reforma federal y Estatutos de segunda generación. Los Estatutos de Autonomía de segunda
generación como modelo para la reforma federal y de la Constitución ,Thomson Reuters-Aranzadi, 2015, pág. 186
64 Impuestos cedidos total o parcialmente por el Estado; recargos sobre los impuestos estatales; otras participaciones en los
ingresos del Estado; tributos autonómicos, transferencias de compensación interterritorial; rendimientos patrimoniales e
ingresos de derecho privado; y deuda.
65 A favor de esta línea de reforma constitucional se muestraMontilla Martos, J.A. Reforma federal y Estatutos de segunda
generación. Los Estatutos de Autonomía de segunda generación como modelo para la reforma federal y de la Constitución ,
Thomson Reuters-Aranzadi, 2015, págs. 192 a 196; yAja, E. Estado Autonómico y reforma federal, Alianza editorial, 2014.Por
otro,López Laborda, en «Posibles reformas en la regulación constitucional de la financiación autonómica», Fedea Policy
Papers, nº 02/2014 aboga simplemente por señalar en la Constitución la participación genérica de las CC.AA. en el IVA y en el
IRPF, remitiéndose a la Ley Orgánica para concretar el porcentaje de recaudación y las competencias normativas cedidas.
pequeña parte se destina a los municipios y el resto se divide también a partes iguales entre la
Federación y los Länder, si bien estos últimos no tienen competencias normativas. El reparto de la
recaudación del IVA no se fija en la Constitución, sino que se regula mediante una ley en función de
la evolución del resto de ingresos de la Federación y de los Länder —art. 106.4—66 .
66 Vega García, A., «El principio constitucional de solidaridad interterritorial en España y en Alemania: aplicación y límites»,
Revista d'Estudis Autonòmics i federals, nº 20/2014
67 Calvo Ortega, R., «Principios tributarios constitucionales y sistema autonómico» en El sistema de financiación territorial en
el modelo de Estado español y alemán, AA.VV., Ministerio de Administraciones Públicas, INAP, 2000; «Tributos cedidos:
concepto evolución y problemas actuales», Revista de Derecho Financiero y de Hacienda Pública, nº 268/2003;Falcón y Tella,
«El sistema de financiación en los modelos de Estado: una visión general» en El sistema de financiación territorial en el
modelo de Estado español y alemán, AA.VV., Ministerio de Administraciones Públicas, INAP, 2000; «Los tributos cedidos y las
competencias normativas de las CC.AA.» Papeles de Economía Española (Corresponsabilidad Fiscal), nº 83/2000;Checa
González, C., «El sistema tributario local», Aranzadi, 2001; Propuestas para un nuevo de financiación de las CC.AA. de
régimen común, en materia de impuesto propios y cedidos, Aranzadi & Thomson, 2008; «Impuestos propios y cedidos a las
Comunidades Autónomas: Su regulación en los nuevos Estatutos de Autonomía» Impuestos, nº 19/2009.Rodríguez Bereijo,
A., «Descentralización política y descentralización fiscal: la experiencia española», Repertorio Aranzadi del Tribunal
Constitucional, nº 20/2006;Lago Peñas, S. yMartínez-Vázquez, J., «La descentralización tributaria en las Comunidades
Autónomas de régimen común: un proceso inacabado» Hacienda Pública Española, nº 192/2010.
68 En esta línea también parece posicionarseLópez Laborda, J., «Posibles reformas en la regulación constitucional de la
financiación autonómica», Fedea Policy Papers, nº 02/2014.
En relación a los impuestos cedidos o compartidos, habría que enumerarlos, indicando si se ceden
competencias normativas y en su caso, cuáles de forma general, a quien corresponde la gestión
—salvo acuerdo contrario de las Administraciones— y unos límites porcentuales en el porcentaje de
recaudación cedido.
Incluir en la Constitución un porcentaje concreto de cesión introduce un enorme grado de rigidez
en el sistema. Por el contrario, omitir toda referencia al respecto supondría dejar en la incertidumbre
y sometido a coyunturales negociaciones políticas la fuente de ingresos fundamental en el sistema
de financiación, generando inestabilidad.
Por ello apostamos por una vía intermedia que armonice ambos aspectos, fijando una horquilla de
porcentajes de cesión en relación a los impuestos parcialmente cedidos. Así, a modo de ejemplo, la
Constitución podría calificar al IVA como impuesto estatal, sin perjuicio de su adecuación a la
normativa de la UE, sin cesión de la gestión ni de competencias normativas, asignándoles a las
CC.AA. entre el 30% y el 70% de la recaudación.
Notemos que este escenario constitucional no estaría exento, como es obvio, de desarrollo a
través de una norma con rango legal. Sin embargo, su gran aportación sería que dotaría de gran
estabilidad al sistema de financiación autonómico, acotando el margen de actuación legislativo, dado
que una mayoría parlamentaria simple no sería suficiente para alterarlo, siendo necesario poner en
marcha el procedimiento de reforma constitucional.
Con ello, a diferencia del marco normativo actual, también se limitaría constitucionalmente la
desigualdad tributaria entre residentes de distintas CC.AA, al quedar claramente determinadas las
competencias normativas que se podrían ceder en los impuestos compartidos. El Estado no podría
ceder competencias normativas en elementos del tributo no previstos en la Constitución, por lo que
se aseguraría un mínimo común denominador en la tributación de estos impuestos; quedaría
constitucionalmente establecida la identidad básica de derechos y deberes de los españoles — ATC
182/1986 (RTC 1986, 182 AUTO) FJ1º— o la igualdad de posiciones jurídicas fundamentales — STC
150/1990 (RTC 1990, 150) — en materia tributaria, que como ha indicado nuestro Tribunal
Constitucional debe ser salvaguardada en todo el Estado.
69 Medina Guerrero, M., «Las Haciendas Autonómica y local en la STC 31/2010», Revista d'Estudis Autonòmics i federals,
nº21/2011;Montilla Martos, J.A., Reforma federal y Estatutos de segunda generación. Los Estatutos de Autonomía de segunda
generación como modelo para la reforma federal y de la Constitución , Thomson Reuters-Aranzadi, 2015, pág. 197.
Pero además, junto a los límites mínimos y máximos sobre el alcance del principio de solidaridad,
resultan fundamentales otros, que más bien podrían ser considerados como directrices necesarias
para evitar que aparezcan distorsiones que adulteren la relación de cada territorio con el mecanismo
de solidaridad, permitiendo con ello determinar de forma equitativa la aportación y recepción de cada
Comunidad Autónoma al sistema.
Tras su inclusión en los Estatutos de Autonomía de segunda generación, el Tribunal Constitucional
ha confirmado la necesidad de ciertos límites, algunos de los cuales han sido tenidos en cuenta
como principios orientadores por el modelo de financiación autonómica de 2009 (LOFCA y Ley
22/2009 [RCL 2009, 2478] ), de manera que se puede afirmar que algunos de ellos ya forman parte
del bloque normativo de constitucionalidad.
Se trataría, por tanto, de clarificar la situación creada, recogiendo y precisando en nuestro texto
constitucional algunos aspectos sobre los que parece haber consenso y estableciendo otros que,
estamos convencidos, contribuirían al desarrollo equilibrado del principio de solidaridad en los futuros
modelos de financiación autonómica.
Establecer claramente en nuestra Constitución unos límites o directrices que deban ser respetados
al desarrollar el principio de solidaridad interterritorial, que gocen de un amplio consenso, contribuirá
a una mayor estabilidad del sistema de financiación autonómico y a rebajar la tensión del debate
político que periódicamente surge en relación este asunto.
similares a la jurisprudencia del Tribunal Constitucional federal alemán. Optar por una u otra
interpretación supone limitar en menor o mayor medida el alcance de la solidaridad interterritorial.
b) Clarificación constitucional de la variable/variables a utilizar en su formulación.
A falta de mayor concreción, la variable sería la renta per cápita que utilizan los Estatutos de
Cataluña e Islas Baleares y que implícitamente fue aceptada por el Tribunal Constitucional al admitir
la constitucionalidad de estos preceptos estatutarios.
Parece que hay cierto consenso en que por renta podría interpretarse los recursos normativos
disponibles para cada Comunidad Autónoma antes y después de su participación en los mecanismos
de nivelación; ahora bien, no resulta tan pacífica la determinación de la variable del denominador,
existiendo posiciones que defienden la utilización de la población, sin corrección alguna, y otras que
consideran que sería más adecuado acudir a la unidad de necesidad o población ajustada. Por tanto,
esta cuestión debería quedar clarificada.
c) Principio de ordinalidad supeditado a la nivelación de los servicios públicos fundamentales.
El principio de ordinalidad se convertiría en un techo a la solidaridad de las CC.AA. que generan
mayores recursos; pero ese techo a la solidaridad, estaría a su vez supeditado al objetivo
constitucional previo de garantizar la nivelación plena de los servicios públicos fundamentales en
todo el territorio, que se convertiría a su vez en el límite mínimo a la solidaridad interterritorial.
Por tanto, nuestra Constitución debería admitir el quebrantamiento del principio de ordinalidad
siempre que fuese necesario para garantizar la nivelación plena de los servicios públicos
fundamentales en todas las CC.AA.
d) Si se decide mantener la interpretación que ha realizado el Tribunal Constitucional del principio
de ordinalidad, cuando mayor sean los ingresos tributarios que correspondan a las CC.AA.
—impuestos cedidos total o parcialmente— y su participación horizontal en los mecanismos de
nivelación, mayor sería su alcance y, en consecuencia, la limitación del principio de solidaridad.
La paradoja que se da es que el Tribunal Constitucional desarrolla un principio para limitar la
actuación del Estado central al desarrollar el principio de solidaridad, pero a la par, hace depender su
alcance de decisiones que con el marco normativo actual deberán ser adoptadas por éste. Nos
referimos a qué cargas tributarias tendrán naturaleza autonómica y en qué cuantía participarán en el
mecanismo de nivelación.
Por tanto, el límite que debe regir la actuación del Estado central en la implementación del principio
de solidaridad, dependerá indirectamente de una decisión que constitucionalmente se le atribuye a él
o, dicho de otro modo, quien debe someterse al límite podrá alterar unilateralmente la manera de
determinarlo, por lo que en términos prácticos puede desvirtuarlo.
Mientras el Estado central tenga asignada constitucionalmente la implementación del principio de
solidaridad interterritorial, para que el principio de ordinalidad como límite a aquel resulte efectivo y
creíble, debe ser formulado de manera que su aplicación no se haga depender de una decisión
unilateral que deba tomar el propio Estado central.
En este sentido, bastaría con que el modelo de financiación autonómica no fuese aprobado en
exclusiva por el Estado central. Si su aprobación dependiese también del visto bueno de las CC.AA,
determinar qué cargas tributarias tendrán naturaleza autonómica y en qué cuantía participarán en el
mecanismo de nivelación ya no dependería única y exclusivamente del Estado Central, por lo que
éste no podría alterar indirecta y unilateralmente el alcance del principio de ordinalidad tal y como lo
ha formulado el Tribunal Constitucional. De esta forma, se evitaría que en términos prácticos pudiese
quedar desvirtuado.
3.3.3 . La nivelación de los servicios públicos fundamentales como límite mínimo y prioritario
Resulta indudable es que Estatutos de Autonomía, Tribunal Constitucional y el propio modelo de
financiación de 2009 apuestan por garantizar la nivelación de los servicios públicos fundamentales
—educación, sanidad y ciertos servicios sociales—, por lo que ante semejante consenso, nuestra
Constitución debería reconocerlo claramente, si bien, el inciso final del art. 158.1 CE ya establece «la
garantía de un nivel mínimo en la prestación de los servicios públicos fundamentales en todo el
territorio español».
Para ello, junto al fondo de compensación con destino a gastos de inversión del art. 158.2 CE,
sería conveniente que nuestra constitución recogiese expresamente la creación de un fondo de
garantía de los servicios públicos fundamentales como instrumento adecuado para conseguir esa
nivelación, constitucionalizando la esencia del fondo previsto en el art. 9 de la Ley 22/2009; esto es,
dotarlo según la capacidad tributaria de cada Comunidad Autónoma y distribuirlo por unidades de
necesidad o población ajustada.
Mostramos nuestra preferencia por la dotación exclusiva de este fondo mediante asignaciones
horizontales, de las propias CC.AA., salvo situaciones excepcionales. De todas formas, este aspecto
no es esencial y podría dejarse para el desarrollo legal de cada modelo.
Determinar qué servicios públicos son fundamentales, cuál es el nivel mínimo que debe quedar
garantizado, qué coste tienen prestarlos a nivel nacional y como se determina la unidad de
necesidad o población ajustada para el reparto del fondo constituido al efecto, serán cuestiones
capitales del modelo que deberán abordarse por el legislador fuera de la Constitución.
Por otro lado, como hemos apuntado previamente, este límite mínimo al principio de solidaridad
debe prevalecer en caso de conflicto con el límite máximo. El principio de ordinalidad debe quedar
supeditado expresamente en nuestra Constitución a que se garantice un nivel similar de los servicios
públicos fundamentales en todo el territorio nacional.
70 Díaz de Serralde, S., «La Garantía de Servicios Públicos Fundamentales en el nuevo Sistema de Financiación de las
Comunidades Autónomas», Presupuesto y Gasto Público, Nº 62/2011.
Es por ello que la consolidada Jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal Alemán prohíbe
la nivelación total de servicios públicos, salvo situaciones extraordinarias. Conforme a esta
jurisprudencia, las transferencias de nivelación que exige el principio de Estado federal no deben
comportar ni una nivelación total de la capacidad financiera de los Länder ni un debilitamiento
excesivo de la posición de aquellos que aportan recursos a la nivelación71 . Este planteamiento le
lleva también a defender el principio de ordinalidad.
71 Vega García, A., «El principio constitucional de solidaridad interterritorial en España y en Alemania: aplicación y límites»,
Revista d'Estudis Autonòmics i federals, nº 20/2014.
Por ello, creemos oportuno que nuestra Constitución manifieste que el respeto al principio de
ordinalidad será un límite infranqueable para la nivelación de los servicios públicos que no sean
considerados como fundamentales.
La financiación de los servicios públicos fundamentales debe garantizarse para que se presten a
un nivel similar en toda España, acudiendo a un mecanismo de nivelación para corregir las
diferencias de capacidad tributaria entre CC.AA.
Sin embargo, el resto de servicios no esenciales no tendrán por qué prestarse en iguales términos
en cada Comunidad Autónoma y, parece razonable que en relación a estos el principio de solidaridad
ceda frente al principio de ordinalidad, para que aquellas CC.AA. que generan más recursos
dispongan de más ingresos y, como señala el Tribunal Constitucional Federal Alemán, no ser
produzca un debilitamiento excesivo de su posición por la aportación de recursos a la nivelación.
Por tanto, la nivelación de los servicios públicos que no fuesen calificados como fundamentales
quedaría supeditada al principio de ordinalidad, de manera que si en futuros modelos de financiación
que pretendan nivelar parcialmente estos servicios se tendrían que prever mecanismos correctores
que impidieran transgredir el citado principio.
Ahora bien, nuestra Constitución debería seguir reconociendo el principio de suficiencia financiera
de las CC.AA. pero esa suficiencia financiera debe ser mínima y no tiene que garantizarse en los
mismos términos para todos los servicios.
Nos referimos a una suficiencia financiera mínima porque parece evidente que las CC.AA han
acometido muchas decisiones de gasto ciertamente discutibles, que han ido más allá del ejercicio
razonable de las competencias atribuidas: radios y televisiones autonómicas, crecimiento sector
público empresarial, embajadas, etc. Si una Comunidad Autónoma decide gastar sus recursos en
estas actividades no esenciales, la procedencia de los mismos debe venir de sus propios
contribuyentes, sin que ello afecte a su relación con los mecanismos de solidaridad.
La solidad no debería financiar este tipo de gastos a las CC.AA. con menor capacidad tributaria; y
de igual forma, cuando quien los realicen sean aquellas CC.AA. aportantes en términos netos al
sistema, no deberían alegarlos para negarse a seguir contribuyendo en los mismos términos que lo
venían haciendo.
Por ello, los servicios públicos no fundamentales deberían financiarse atendiendo a la capacidad
tributaria restante de cada territorio. Habría que fijar un nivel mínimo de financiación per cápita, o de
financiación por unidad de necesidad —que no tendría que conformarse en los mismos términos que
la unidad de necesidad de los servicios públicos fundamentales— para estos servicios; y si la
capacidad tributaria restante de una Comunidad Autónoma resulta insuficiente para alcanzar ese
mínimo de financiación, el Estado central podría realizar una asignación económica hasta alcanzarlo,
garantizando así una suficiencia financiera mínima.
Notemos que para evitar quebrantar el principio de ordinalidad, es posible que el Estado central
también tuviese que realizar al resto de CC.AA. asignaciones equivalentes per cápita o por unidad de
necesidad. De esta forma se garantizaría la diferencia de recursos por CC.AA. en relación a este tipo
de servicios.
72 Quintana Ferrer, E., «La financiación de la Generalitat en el nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña», Nueva Fiscalidad,
nº 6/2007;Vega García, A., «El principio constitucional de solidaridad interterritorial en España y en Alemania: aplicación y
límites», Revista d'Estudis Autonòmics i federals, nº 20/2014.
73 En sentido contrarioVega Garcíaque señala que «en la práctica el actual sistema de financiación autonómica ya aplica este
criterio. En concreto, según el art. 15 LOFCA (RCL 1980, 2165) , las comunidades autónomas participan en la constitución del
Fondo de Garantía de Servicios Públicos Fundamentales con un porcentaje de sus tributos cedidos en términos normativos,
esto es, independientemente del tipo impositivo que finalmente aplican en sus impuestos cedidos, por lo que puede
entenderse que esta precisión equivale a considerar que el esfuerzo fiscal de las distintas comunidades autónomas es
similar».Vega García, A., «El principio constitucional de solidaridad interterritorial en España y en Alemania: aplicación y
límites», Revista d'Estudis Autonòmics i federals, nº 20/2014.
directamente en los recursos de cada una de ellas. Se incorporaría en el ordenamiento una nueva
variable económica, cuya metodología de cálculo debería ser formulada por los economistas.
Lógicamente esas estimaciones llevarían implícitas un cierto margen de error, pero si la
metodología es buena y se va perfeccionando con el paso del tiempo, se pueden llegar a resultados
satisfactorios. En todo caso, la posible distorsión que podría provocar el margen de error implícito a
la estimación, debería ser sensiblemente menor a la que existe actualmente, en un sistema que
ignora por completo el efecto recaudatorio de diferencias relativas de fraude fiscal entre CC.AA.
Además, acudir a variables macroeconómicas y estimaciones en el reparto de la financiación
autonómica no sería una novedad en nuestro sistema, dado que ya se viene haciendo desde el
modelo de 2001 para distribuir la recaudación del IVA conforme al consumo relativo de cada región.
En cualquier caso la formulación constitucional del principio de solidaridad debe ir acompañada de
ciertos límites que impidan o, cuanto menos atenúen los efectos negativos descritos en el desarrollo
del modelo de financiación autonómico, derivados de las diferencias territoriales en el ejercicio de las
competencias normativas en los impuestos cedidos y del distinto grado de fraude fiscal; diferencias
que, lógicamente, afectarán a la recaudación efectiva en cada Comunidad Autónoma y pueden, si no
se es preciso en su implementación, distorsionar el principio de solidaridad, atentando contra el
equilibrio económico adecuado y justo entre las distintas partes del territorio español, que preconiza
el art. 138.1 CE.
Además, a diferencia de los anteriores límites al principio de solidaridad, estas directrices no
pretenden establecer un techo máximo ni en techo mínimo, no suponen un guiño a las CC.AA más o
menos ricas; su única pretensión sería lograr un desarrollo equitativo y sin distorsiones del principio
de solidaridad interterritorial. Partir de una foto real del potencial recaudatorio de cada Comunidad
para determinar cómo debe participar en los mecanismos de solidaridad.
74 En sentido contrario, considera adecuado mantener el actual sistema de participación y toma de decisionesLópez Laborda,
en «Posibles reformas en la regulación constitucional de la financiación autonómica», Fedea Policy Papers, nº 02/2014.
Con ello el Senado dejaría de ser una Cámara de trámite para pasar a convertirse en una Cámara
decisoria en la aprobación de las leyes que afectan a las CC.AA. En esta línea, nos parece razonable
la propuesta de aquellos que comoAjayMontilla Martos, se han mostrado proclives a que la
aprobación de la LOFCA requiera una doble mayoría; tanto en el Parlamento estatal, cámara de los
ciudadanos, como del Senado, convertido en la nueva cámara de representación de los territorios75 .
75 Aja, E. Estado Autonómico y reforma federal, Alianza editorial, 2014, págs. 314 a 316;Montilla Martos, J. A. Reforma federal
y Estatutos de segunda generación. Los Estatutos de Autonomía de segunda generación como modelo para la reforma federal
y de la Constitución , Thomson Reuters-Aranzadi, 2015, pág. 186
Así, el modelo de financiación autonómico, en línea con los Estados Federales, dejaría de ser
impuesto, dado que se requeriría que además del Estado central lo hubiesen aprobado las CC.AA.
b) Constitucionalización y reforma del Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF)
La segunda alternativa que plantearíamos pasaría por Constitucionalizar el CPFF76 , otorgándole a
sus acuerdos en materia de financiación autonómica un carácter vinculante para el Estado y
exigiendo que estos cuenten con el voto favorable de al menos el 50% de las CC.AA.
76 López Labordaplantea la posibilidad de constitucionalizar el CPFF pero sin alterar su los aspectos de su régimen jurídico
que proponemos en nuestro trabajo. En «Posibles reformas en la regulación constitucional de la financiación autonómica»,
Fedea Policy Papers, nº 02/2014.
Notemos que cualquiera de las dos opciones planteadas, el Senado como cámara territorial o la
constitucionalización y reforma del CPFF, permitirían darle participación a las CC.AA., no solo en la
aprobación, sino en la delimitación y desarrollo del modelo. Participarían en aspectos como la
determinación y concreción de los servicios públicos fundamentales que deben ser garantizados en
todo el territorio nacional; las variables o conceptos técnicos a utilizar para medir ese potencial
recaudatorio; la forma en que nivelarían esos servicios públicos fundamentales; como se dotarían los
distintos fondos de solidaridad; o en definitiva, cualquier otra materia que deba ser desarrollada en la
conformación del modelo.
También en ambos escenarios, la reforma plantearía simultáneamente la cuestión espinosa de
determinar el peso de cada Comunidad Autónoma en la Composición del Senado —¿Cuántos
senadores corresponderían a cada Comunidad Autónoma?— o del CPFF —¿Cuánto votos se
atribuirían a cada una?—. Cuestión ciertamente conflictiva que debería alcanzarse con el mayor
consenso posible entre todas las CC.AA. para evitar que algunas cuestionaran la legitimidad de la
reforma y, por tanto, de los modelos posteriores basados en el nuevo marco normativo77 .
77 Aja, E. Estado Autonómico y reforma federal, Alianza editorial, 2014, págs. 319 a 323, considera que la representación de
las CC.AA. el Senado debería ser ponderada y, por tanto, desigual.
78 López Laborda, J., «Posibles reformas en la regulación constitucional de la financiación autonómica», Fedea Policy Papers,
nº 02/2014.
La idea es simple. Los contribuyentes del resto del Estado no deben asumir los costes y sanciones
derivados de la mala gestión llevada a cabo en una Administración territorial concreta. Estos deberán
recaer sobre sus propios contribuyentes.
Como señalaDel Blanco García, «en el caso de que alguna Comunidad Autónoma quebrase
79 Este autor manifiesta su escepticismo sobre el cumplimiento futuro de este principio en nuestro ordenamiento. Lo justifica,
atendiendo a que los sucesivos incumplimientos Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera (RCL
2012, 607) , y en particular en relación a los desequilibrios presupuestarios de las Comunidades Autónomas, sin que se hayan
aplicado las medidas correctoras o coercitivas establecidas en la propia Ley.Del Blanco García, A.: «La Sostenibilidad
financiera del Modelo Autonómico Español», en ECJ Leading Cases, Año IV (2015), vol. II, Enlace directo:.
Pero además, también debería recaer sobre las CC.AA. la sanción aplicada por la Unión Europea
sobre el Estado español en la parte que les sea imputable por las responsabilidades que de tal
incumplimiento se hubiesen derivado.
Este principio, contenido también en el art. 125.1 del Tratado de Funcionamiento de la Unión
Europea (RCL 2009, 2300) , es habitual en las Constituciones de los Estados federales y creemos
resultaría conveniente que se incorporará en nuestro texto constitucional, si bien, matizado, para que
en caso de quiebra de una Comunidad Autónoma, el Estado siga garantizando la prestación de los
servicios públicos fundamentales; pero exclusivamente estos y no el resto de competencias
transferidas y servicios prestados80 .
80 Del Blanco Garcíamanifiesta su escepticismo sobre el cumplimiento futuro de este principio en nuestro ordenamiento. Lo
justifica, atendiendo a que los sucesivos incumplimientos Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad
Financiera, y en particular en relación a los desequilibrios presupuestarios de las Comunidades Autónomas, sin que se hayan
aplicado las medidas correctoras o coercitivas establecidas en la propia Ley. En «La Sostenibilidad financiera del Modelo
Autonómico Español», en ECJ Leading Cases, Año IV (2015), vol. II, Enlace directo:.
81 Así ocurrió cinco meses después de la entrada en vigor del art. 8 de la Ley Orgánica 2/2012 (RCL 2012, 607) . Esta
precepto pasó a estar vigente el 28 de abril de 2012 pero el propio gobierno de la nación promovió inmediatamente su reforma
y cinco meses después fue modificado mediante la Ley Orgánica 4/2012, de 28 de septiembre (RCL 2012, 1331) .
4 . Conclusiones
Unidad nacional, Autonomía y solidaridad son los tres principios básicos que conforman la base de
la organización territorial del Estado, desarrollada en el Título VIII de nuestra Constitución y
consideramos que deben seguir siéndolos en una hipotética reforma constitucional.
Sin embargo, la experiencia acumulada en el desarrollo del Estado de las Autonomías y de los
distintos modelos que lo han financiado ha evidenciado deficiencias en el engranaje de estos
principios que creemos deberían ser corregidas; deficiencias derivadas esencialmente de las
complejas circunstancias que tuvo que salvar el constituyente para buscar un consenso amplio entre
las distintas sensibilidades políticas que participaron en la elaboración de nuestra Constitución;
consenso que fue alcanzado a costa de incorporar ciertas atipicidades, como los regímenes forales
en materia financiera; o de dejar sumamente abierto del modelo de Estado, que ha caminado hacia
una progresiva federalización, evidenciando claras insuficiencias en su arquitectura jurídica.
La convivencia armónica entre unidad nacional y autonomía financiera de las CC.AA. implica que
se garantice un mínimo de igualdad en las cargas tributarias que soportan los ciudadanos y en los
servicios públicos que reciben, con independencia del lugar en el que residan; pero a la par, nuestro
sistema constitucional debe garantizar que las CC.AA. tengan margen de actuación suficiente para
poder obtener recursos de sus ciudadanos que les permitan poner en marcha políticas propias y
prestar otros servicios.
De la misma forma, la progresiva federación del Estado ha hecho que se acrecente una tensión
clásica, presente por otro lado, en todos los Estados con una importante descentralización política.
Los ciudadanos pertenecientes a unidades territoriales subcentrales más ricas aspiran a beneficiarse
en mayor medida de las cargas tributarias que soportan; mientras que aquellos que residen en otras
menos favorecidas abogan por priorizar la solidaridad en el marco de la unidad nacional.
El aumento del sentimiento de pertenencia a la unidad territorial subcentral hace que proyecten las
cargas tributarias soportadas, los servicios públicos recibidos y la solidaridad del sistema, del plano
individual del ciudadano al plano autonómico. El debate constitucional fue pasando del individuo al
ámbito territorial y ello provocó el desarrollo de los Estatutos de autonomía de segunda generación,
teniendo como punta de lanza el Estatuto catalán, que pretendió reenfocar el modelo de financiación
autonómico y que se encontró con la conocida STC 31/2010 (RTC 2010, 31) .
En este escenario se presentan las tres primeras líneas de reforma constitucional que planteamos
—revisión del modelo de financiación de los territorios forales, concreción de los tributos atribuibles a
cada Administración territorial y límites al principio de solidaridad— que pretenden armonizar la
convivencia de los principios que configuran nuestro modelo territorial: unidad nacional, autonomía y
solidaridad.
Pero además, en un modelo de Estado que se ha ido federalizando cada vez más, se presentan
ciertas disonancias en nuestra Constitución, quizás porque el constituyente no previó que su
desarrollo alcanzase el alto grado descentralización existente. Sea como fuere, en la situación actual
y tras las experiencias vividas, se echan en falta dos clásicos principios de los Estados federales: la
responsabilidad financiera de las CC.AA. en caso de mala gestión —cuarta propuesta—, así como
una mayor participación de estas en el diseño y toma de decisiones de su modelo de financiación
—quinta propuesta—.
Con estas cinco reformas, el modelo de Estado que tenemos, con independencia del término que
utilicemos, autonómico o federal, ganaría coherencia sustantiva e institucional.
Bibliografía
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