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DE LA SOCIOLOGÍA RURAL
A LA AGROECOLOGÍA
BASES ECOLÓGICAS DE LA PRODUCCIÓN
PERSPECTIVAS AGROECOLÓGICAS
© De esta edición
Icaria editorial, s.a.
Arc de Sant Cristòfol, 11-23
08003 Barcelona
www.icariaeditorial.com
ISBN: 84-7426-908-3
Depósito legal: B-49.800-2006
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1. Las distintas formas de coerción o control político sufrido por las Ciencias Sociales
en Estados Unidos hasta los años sesenta han sido denunciadas por muchos autores aun-
que, después de múltiples esfuerzos se alcanzó el consenso académico respecto a las bases
ideológicas del funcionalismo (Cf. Bottomore, Tom y Robert Nisbet, 1978), sin embargo
la coacción represiva de la academia fue especialmente dura en los comienzos. En este sen-
tido tiene especial interés el trabajo pionero del malogrado argentino/español Joan F. Marsal
(1967), aunque discrepemos de algunos aspectos de su trabajo, como su tipología de teo-
rías externalistas. Tiene mucho interés la crítica de Angel Palerm al «escapismo teórico de
la Antropología norteamericana» (1980: 218-275). En cualquier caso lo más relevante de
las teorías dominantes de la Sociología Rural estadounidense, son su conexión con la Re-
volución Verde, a través del Desarrollo Comunitario, como forma en que se implementaron
históricamente los hallazgos teóricos de esta tradición intelectual, allá por los años cin-
cuenta que, ciertamente «resultaron singularmente irrelevantes e inadecuados» (Shanin y
Worsley, 1972: V; Cf el prólogo a la edición castellana del excelente texto de Boguslaw
Galeski, traducido al castellano como Sociología del campesinado en Península, Barcelona,
1977), sobre todo en su diseminación por los países periféricos donde se incrementaron
fuertemente las desigualdades sociales en el campo.
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2. El trabajo clave del que se supone que se desprende esta concepción científica
del mundo es El Anti-During, de Engels (1972b, 1ª ed., 1978). Sin embargo, se debe a
Engels el conocimiento cabal de la obra clave de Marx: El Capital, del cual sólo el vo-
lumen I fue publicado en vida de su autor (1867), siendo los otros dos volúmenes edi-
tados y publicados por Engels (1885 y 1894) a partir de los manuscritos y notas de
Marx.
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3. Fue entonces cuando Marx desde el idioma ruso —que Engels desconocía— se
introdujo en la abundante literatura creada por la aparición del primer tomo de El Ca-
pital en Rusia, polémica, entre el narodnismo y el marxismo ortodoxo, pretendiendo
incluso intervenir en ella, aunque sus escritos fueron ocultados por la ortodoxia (Shanin,
1983; Palerm, 1976b).
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La comunidad «rururbana» para crear una Charles C. Galpin, John Gillette, Paul L. Vogt,
«civilización científica en el campo». Newel L. Sims y August W. Hayes.
El continuum rural-urbano. P. Sorokin y C. Zimmerman.
Los Sistemas sociales rurales y agrarios. Charles P. Loomis y J. Allen Beagle.
Ecodesarrollo. I. Sachs.
Enfoque francófilo (J. P. Darre / M. Servillote).
Farming Systems Research. Enfoque anglófilo (Tripp / Spedding / Gibbon).
Farmer and People First. R. Chambers / M. Cernea.
Agricultura sustentable de bajos insumos Coen Reijntes, Bertus Haverkort y Ann
externos. Waters-Bayer.
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1. Como textos clave de la Sociología de la Vida Rural hemos considerado los si-
guientes: John Gillette, 1923 ; Charles J. Galpin, 1923 ; E. D. Sanderson, 1942 ; Sorokin
y Zimmerman, 1929; Sorokin, Zimmerman y Galpin, 1930; Loomis and Beagle, 1950;
Charles P. Loomis, 1960; Hofstee y Constande, 1965; y Gwyn E. Jones, 1973; y sobre
su evolución historica: Otis Durant Duncan, 1954; Lynn Smith, 1957; Hofstee, 1963;
Taylor, 1965; Pahl, 1968; Lowry Nelson, 1969;Benvenuti, 1966; Benvenuti, Galjart y
Newby, 1974: 3-21; García Ferrando, 1976; Howard Newby, 1980 y su version caste-
llana ampliada: Newby y Sevilla Guzmán, 1983; Buttel, Larson y Gillespie, 1990; Sevi-
lla Guzmán, 1995: 13-46; y Buttel, 2001).
2. GATT : del inglés, General Agreement on Tariffs and Trade. Institución que fue
reemplazada en 1995 por la OMC: Organización Mundial del Comercio
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Reflexión final
Hemos situado a Alain de Janvry junto a estos trabajos modernizadores,
siendo conscientes de que es mucho más conocido por su importante
contribución a la perspectiva teórica de la Sociología de la agricultura, que
consideraremos después; no obstante, queremos resaltar aquí la fuerte
contradicción en que se mueve su trabajo que pasa de un enfoque eco-
nómico claramente neoclásico (y por tanto conectado al funcionalismo
agrario) a un enfoque calificado por Frederick Buttel (el sociólogo ru-
ral que más y mejor ha estudiado esta perspectiva teórica) como de
marxismo leniniano (Butell, 2001: 19). Sus estudios empíricos colom-
bianos le llevaron a establecer un «marco conceptual para el análisis
empírico de los campesinos» (Carmen Diana Deere y Alain de Janvry,
1979) que como modelo microeconómico mostraba la ineluctable des-
aparición del campesinado y que —aunque teóricamente inserto en el
más ortodoxo marxismo agrario— converge con sus primeros estudios
modernizadores de la «innovación inducida»; motivo por el que lo he-
mos situado en esta perspectiva teórica (coincidente con su praxis polí-
tica modernizadora); aunque aparezca también, como veremos en el
capítulo V, con la denominación de marco teórico de la descam-
pesinización, en la entonces emergente Sociología de la agricultura; ya que
de hecho, esta construcción teórica puede considerarse como una de las
primeras aportaciones teóricamente influyentes en el sustantivo cam-
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Diferencias ocupacionales
Del conjunto de diferencias que separan las formas de organización
social rurales de las urbanas, el criterio principal para su identificación
tiene sin duda un carácter ocupacional. Así, mientras las primeras se
encuentran vinculadas en sus actividades económicas a la agricultura,
por el contrario las segundas lo están a actividades no agrarias. «La so-
ciedad rural está compuesta por un conjunto de individuos activamen-
te implicados en un objetivo agrario; esto es, en la recolección y culti-
vo de las plantas y animales.» Su grado de implicación con la agricultura
puede ser directo, mediante el trabajo en el campo; o indirecto, caso
de la población dependiente o de quienes tienen otro tipo de activi-
dad, pero en todo caso «quienes han nacido y viven en una sociedad
rural, están marcados por muchas de sus características» en su forma
de comportarse, de relacionarse con los demás, y en general en su for-
ma de vivir, mediante una ocupación agraria. De esta diferencia se de-
rivan una serie de otras diferencias entre las comunidades rurales y ur-
banas, la mayor parte de las cuales están causalmente conectadas con
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Diferencias ambientales
La propia naturaleza de las formas de trabajo en la agricultura deter-
mina que el trabajo de los agricultores se realice fundamentalmente «de
puertas afuera» al contrario de lo que sucede en la mayor parte de las
ocupaciones urbanas. El hombre que trabaja en el campo está expues-
to en muy alto grado a las fluctuaciones de las condiciones climáticas
y su proximidad, real y física con la naturaleza es mucho más acusada
que la que posee el hombre que trabaja en la ciudad. Parece incuestio-
nable que la naturaleza de las ocupaciones no agrarias, y sus diferen-
cias, no son un patrimonio exclusivo de los tiempos actuales.
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2. Cf. Los extractos de los trabajos de Ibn-Khaldun (pp. 55-69); Maunier (pp. 153-
162); Petrie (pp. 162-165) entre otros no menos relevantes estudios aquí recopilados.
Sorokin, Zimmerman y Galpón, 1965, Tomo I.
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5. Entre los que se encuentran varios realizados por ellos mismos, y sobre todo el
estudio de Pitirim A. Sorokim, Social Mobility, Nueva York.
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Introducción
Pretendemos aquí, establecer el contexto teórico general, de naturaleza
sociológica, en el que se inscriben el conjunto de procesos clave que
permiten comprender la situación actual de la crisis ecológica, al tiem-
po que nos ayudan a desvelar la naturaleza de los problemas con que
se encara el manejo de los recursos naturales en el siglo XXI. Para ello
partiremos de una caracterización esquemática del proceso de gestación
del neoliberalismo. En segundo lugar, también de forma esquemática,
caracterizaremos el paso de la sociedad industrial a la posindustrial.
Pretendemos, así, centrarnos en los procesos que la economía y socie-
dad de los «sistemas rurales avanzados» han experimentado a lo largo
del siglo XX, para comenzar a caracterizar el modo industrial de uso de
los recursos naturales (MIURN) y las formas de degradación que éste ge-
nera en la naturaleza y la sociedad.
La agricultura industrializada puede ser definida como una forma de
artificialización de la naturaleza, localizada en las sociedades del primer
mundo y en ciertos enclaves del tercero, donde la climatología domi-
nante es templada y cuya forma hegemónica de producción agraria se
encuentra fuertemente capitalizada, con prevalencia de inputs ajenos al
reacomodo y reciclaje de la energía y materiales utilizados en los pro-
cesos biológicos, y pretende uniformizar el medio ambiente local para
estabilizar la producción, controlando al máximo el riesgo, eliminando
la biodiversidad local para obtener un máximo homogéneo de produc-
ción (Chambers et al., 1989: XVI). Sin embargo, tal definición no ad-
quiere su sentido cabal si no es en el contexto de las llamadas «socie-
dades avanzadas», cuya naturaleza vamos a explorar a continuación,
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Nota introductoria
A lo largo de los años ochenta ya se percibe claramente la génesis de
una nueva manera de enfocar los problemas agrarios en el contexto
teórico de la Sociología Rural. Como caracterizamos hace ya casi una
década (Sevilla Guzmán, 1995), en la segunda mitad de los años se-
tenta aparecen, «una serie de investigaciones críticas que recogiendo el
más puro acervo sociológico, aplican sus esquemas de análisis a los pro-
blemas de la agricultura inglesa». Su figura central era Howard Newby,
como cabeza de un grupo que denunciaba la extensión de la pobreza;
analizaba la posición de la agricultura familiar inglesa en la estructura
de clases de aquel país (Newby et al. 1978 y 1979); y señalaba la
invisibilidad de los jornaleros en el lugar de mayor tecnificación del
manejo de los recursos naturales, donde la ciencia agronómica había roto
ya la naturaleza medioambiental de la agricultura tradicional (Newby,
1977). Y, todo ello en el contexto teórico elaborado por Max Weber
sobre clase, estatus y poder para caracterizar la desigualdad social.
Paralelamente y por las mismas fechas, aparece en Estados Unidos
un nuevo enfoque intelectual que, desde la propia Sociología norteame-
ricana, critica el tipo de desarrollo agrario seguido en aquel país, así
como a las aportaciones hasta entonces realizadas por la Sociología Rural
y, sobre todo, se preocupa por una serie de problemas hasta ahora in-
éditos en la pesquisa de esta disciplina. Entre éstos se encuentran las
cuestiones relacionadas con el cambio estructural en la agricultura y el
medio ambiente; la estructura agraria; la comunidad rural y la polari-
zación regional; la agricultura y el Estado y sobre todo, la filosofía de
la ciencia utilizada en el análisis de los hechos agrarios (Cf. Buttel, 1979:
257-306). «La colaboración entre estas dos renovadoras corrientes bri-
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De la Sociología de la Agricultura
Las diversas conceptualizaciones de la agricultura realizadas desde una
perspectiva sociológica son clasificadas por Buttel, Olaf, Larson y
Gillespie Sr (1990), atendiendo a las sustantivas diferencias en sus en-
foques teóricos y metodológicos en tres períodos o «eras principales de
la Sociología Rural». La tercera era de la Sociología Rural respecto al
tratamiento de la agricultura se centra, para los citados autores, en el
análisis de la estructura de la agricultura, constituyendo para ellos la apa-
rición de una «nueva Sociología Rural» que denominan como «Socio-
logía de la Agricultura». Sus áreas de interés eran —para estos auto-
res— la economía política y la estructura interna y dinámica de la
agricultura. Su enfoque tenía una dualidad: neomarxista por un lado y
neo-weberiana por otro, y se centraba en el estudio de la «estructura
agraria»; las formas de producción y el cambio en la agricultura; el rol
de la etnicidad y la persistencia de la agricultura familiar; la agricultura
industrializada; la fuerza de trabajo asalariado en la agricultura; las pe-
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La comunidad «rururbana» para crear una Charles C. Galpin, John Gillette, Paul L. Vogt,
«civilización científica en el campo». Newel L. Sims y August W. Hayes.
El continuum rural-urbano . P. Sorokin y C. Zimmerman.
Los Sistemas sociales rurales y agrarios. Charles P. Loomis y J. Allen Beagle.
Ecodesarrollo. I. Sachs.
Enfoque francófilo (J. P. Darre / M. Servillote).
Farming Systems Research. Enfoque anglófilo (Tripp / Spedding / Gibbon).
Farmer and People First. R. Chambers / M. Cernea.
Agricultura sustentable de bajos insumos Coen Reijntes, Bertus Haverkort y Ann
externos. Waters-Bayer.
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3. Los trabajos más destacados de Mann y Dickinson son su pionero artículo (1978:
466-481) donde adelantan estas ideas y el trabajo definitivo de Susan, A. Mann (1989)
en los que se amplía, claramente, el marco teórico propuesto por Howard Newy para el
análisis de las sociedades capitalistas avanzadas a través del rescate de diversa categorías
analíticas de los trabajos clásicos de Lenin y Kautsky reconceptualizas para su aplicación
actual Cf. en este sentido E. Sevilla Guzmán (1991).
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5. La operación «terminator» que intentó llevar a cabo Monsanto al filo del año
2000 mediante la introducción de semillas híbridas con gran potencial productivo, y
homogéneas en su fruto, pero estériles o inestables en la segunda generación, muestra la
perversidad de estas formas de acción al pretender privar a las campesinos del uso de las
semillas.
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Nota introductoria
En el presente capítulo queremos mostrar el marco teórico de la econo-
mía y sociología políticas leninianas de la perspectiva teórica de la So-
ciología de la Agricultura; señalando su fuerte conexión con el liberalis-
mo funcionalista agrario, definido en capítulo IV a través del marco
teórico de la «descampesinización y el cambio tecnológico inducido» de
la Perspectiva teórica de la modernización agraria. Para ello, partiremos
de una clarificación conceptual sobre el pensamiento de Lenin y la
instrumentalización política que de éste hizo el marxismo leninismo al
descontextualizar su praxis intelectual de su acción política, en la diná-
mica del despotismo estalinista. Adelantaremos así algunos elementos de
la nueva tradición de los estudios campesinos (que consideraremos es-
quemáticamente, al ser algo teóricamente ajeno a la Sociología Rural,
en el capítulo VIII). Pretendemos mostrar, así, cómo es posible definir
una economía y sociología políticas leninianas desde la acumulación teó-
rica realizada por la literatura que hemos adscrito, siguiendo a Buttel,
en la Sociología de la Agricultura; aunque ello no responda realmente
al pensamiento de Lenin, tal como ha sido magistralmente analizado por
Shanin, desde los estudios campesinos. Para explicar dicha contradicción
caracterizamos una de las ideologías del «desarrollo» (W. Shachs, 1992),
que definimos aquí como la «ideología de la agonía del campesinado».
De esta forma, pretendemos establecer el contexto teórico del marco he-
gemónico en la Sociología Rural de la década de los ochenta.
No obstante, el objetivo central de este capítulo es mostrar el mar-
co conceptual para el análisis del campesinado que, desde una perspec-
tiva microanalítica, elaboró Alain de Janvry, como una teoría de la
descampesinización, análoga a la que realizara Everett Rogers al carac-
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sociedad rural.p65
PROCESO DE REPRODUCCIÓN DE LA UNIDAD DE PRODUCCIÓN CAMPESINA
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Autoconsumo
Términos de intercambio
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Insumos
Diferenciación social Términos de intercambio
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( ) Niveles de análisis empírico – Mecanismos de extracción de excedentes
Su análisis diferencia tres niveles explicativos: el de la organización
socioeconómica del campesinado, que consideramos en este apartado;
el de las formas de extracción del excedente; y el nivel de la posición
de clase y diferenciación social del campesinado. La especificidad de la
organización socioeconómica del campesinado frente a otras formas de
organización históricas vinculadas a la producción; es decir frente a otras
unidades de producción, lo constituye el que el campesinado posea una
dualidad funcional: además de ser una unidad de producción es tam-
bién una unidad de reproducción de la fuerza de trabajo utilizada a lo
largo del tiempo sobre una base generacional. Así:
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8. Las economías de base orgánica sólo podían funcionar con un tipo de producto-
res que presentaran las siguientes características: economía de base familiar y moviliza-
ción de todo el personal disponible para el trabajo agrícola, existencia de relaciones de
apoyo mutuo mediado por relaciones de parentesco, vecindad o amistad, en un contex-
to cultural en que funcionara una ética; y el uso múltiple del territorio, como una es-
trategia de diversificación frente a riesgos climáticos o sociales (Cf. Wrigley, 1989, 1992
y 1993; Sieferle, 1990; Pfister, 1990; citados en González de Molina y Sevilla Guzmán,
2000).
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1. Es ésta una situación en la que, sin duda, ha tenido mucho que ver el enfoque
neomarxista introducido por el profesor Friedland que, a pesar de sus excelentes análisis
sobre los referidos sistemas mercantiles agrarios (Friedland, 1984: 211-235 ; Buttel et
al., 1990: 174-175), margina de los mismos el neomarxismo surgido del último Marx
y rescatado por Teodor Shanin. En este proceso de crisis teórica estructural de la Socio-
logía Rural ha tenido mucho que ver tambien el propio Buttel (Cf. Friedland, Buttel,
et al, 1991: 1-26.). Para Friedland Marx sólo puso su atención esporádicamente en el
campesinado (Ib.: 5) cuando, en realidad, dedicó los últimos diez años de sus vida al
estudio del campesinado.
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5. Cf.. Las características hasta aquí apuntadas son una interpretación nuestra de la
argumentación de Frank (1991: 42 y ss.). Los debates básicos de esta corriente del
neomarxismo surgieron en torno a la acumulación del capital y los orígenes del capita-
lismo, a través de las polémicas generadas en distintas revistas como Science and Society,
Past and Present , New Left Review y Monthly Review, o en la española en el exilio parisino
Cuadernos de Ruedo Ibérico.
6. No entramos en los «confrontamiento academicistas» respecto a quien fue el pri-
mero en acuñar el concepto; definir esto o aquello; o calificar la «radicalidad» de las teorías
por cuestión de edad. Theotonio Dos Santos fue alumno de André Gunder Frank cuando
daba clase de Antropología en la Universidad de Brasilia. Si tenía contrato de catedráti-
co o lo hacía clandestinamente es algo irrelevante para este discurso.
7. También consideró en sus investigaciones este autor la forma en que se articula-
ban las fuerzas externas de la dependencia con los elementos internos Cf. Theotonio Dos
Santos, 1965; 1972: 83-95; 1967) y su trabajo mas acabado en colaboración con E.
Paletto, (1969), Cf. también el extracto de este trabajo en H. Alavi y T. Shanin (1982).
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8 Cf. Sus trabajos respecto a las interpretaciones erróneas respecto a como el muy
conocido en R. Stavenhagen et al., Tres Ensayos Sobre América Latina (1973) así como
los trabajos de Jacques Chonchol y Gerrit Huizer, entre otros, que analizaron el poten-
cial revolucionario del campesinado en determinados países de Latinoamérica.
9. Sus textos clave son: The Modern World System: en tres tomos I (Hasta el siglo XVI)
de 1974; II (de 1600-1750) de 1980; y III (de 1730 a 1840) de 1989. Cf. un resumen
en castellano en su trabajo de 1988.
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15. En el prólogo a la edición castellana del clásico Basic Concepts of Rural Sociology
de Boguslaw Galeski aparecido en Península, de Barcelona, con el título de Sociología
del Campesinado se incluye una lista de los investigadores que iniciaron esta andadura
(1977: 5-19.) La configuración del grupo germinal tuvo lugar como consecuencia del
trabajo interdiciplinario que Steward dirigió en Puerto Rico al final de los años cuaren-
ta Cf. The People of Puerto Rico (Urbana Ill.: University of Illinois Press, 1956). De aquí
surgieron las tesis doctorales de Sidney Mintz y Eric Wolf generándose una acumula-
ción teórica que incorporaba el «legado teórico marxiano», ya considerado aquí, de Childe
y White (Cf. Nuestra primera interpretación del tema en Newby y Sevilla Guzmán,
1983:148-151).
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18. Harriet Friedman, «Patriarcrhy and Property. A reply to Goodman and Redclift»
en Sociologia Ruralis Vol 26 nº 1, 1986, pp. 186-193, p. 187. M. Redclift y D. Goodman
argumentan que el trabajo asalariado ocasional o anterior desvirtuaría la conceptualiza-
ción de Friedmann así como que tal concepto no puede utilizarse como tipo ideal, dada
una realidad histórica pasada («Capitalism, petty commodity production and the farm’s
enterprise» en Sociologia Ruralis Vol. 25 nº 3 pp. 231-247). Ambos argumentos, para
nosotros poco convincentes, son repetidos en «La Agricultura de Europa Occidental en
transición: la producción simple y el desarrollo del capitalismo» en Agricultura y Socie-
dad (nº 43, 1987), aunque sean difíciles de identificar dada las deficiencias de la tra-
ducción castellana de este trabajo.
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La dimensión sociopolítica
Como ya hemos señalado, la Agroecología parte de aceptar la necesi-
dad de introducir junto al conocimiento científico, otras formas de
conocimiento para encarar la crisis ecológica y social que atraviesa el
mundo actual. Desarrolla, por consiguiente, una crítica al pensamiento
científico para, desde él, generar un enfoque pluriepistemológico que
acepte la biodiversidad sociocultural. Por lo tanto, el objetivo de incre-
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3. Muchas veces las formas de acción social colectiva de ambos tipos de movimien-
tos sociales se confunden. Cf el concepto de ecologismo popular Joan Martínez Alier
(1998), que consideramos anteriormente.
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