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UNIVERSIDAD ALAS

PERUANAS
ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO Y CIENCIA POLÍTICA

DERECHOS REALES. PARTE GENERAL. PRINCIPIOS LEGALES DE


CONTINUEDAD DE LA POSESIÓN DE LA PROPIEDAD, POSEEDOR
PROPIETARIO Y LA EXISTENCIA DE LA BUENA FE.
MG. FREDY CELSO QUISPE ZEA
Alumnos: Neyry Lincoln Canchano Cordova.
Jair Vásquez Choque
Guillermo Quispe Mamani
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I.- Planteamiento del problema

Presunciones Legales de Continuidad de la Posesión, de la Posesión de la Propiedad y la


Existencia de la Buena Fe.

Concepto

Se denomina presunción a una ficción jurídica a través de la cual se establece un mecanismo legal
automático, que considera un determinado hecho, o un determinado acontecimiento, se entiende
probado simplemente por darse los presupuestos para ello.

Las presunciones son una prueba indirecta, que consiste en deducir, partiendo de un hecho base,
un hecho consecuencia. Puede por ello, ser definida, en términos generales, como la averiguación
de un hecho desconocido, deduciéndolo de otro conocido.

1. Descripción del Problema


Conocer las presunciones legales de continuidad de la posesión en los derechos reales.
1.2. Objetivos generales.
La llamada posesión de cosas, que se da cuando una persona ejerce un dominio de hecho sobre
una cosa, independientemente de que sea el propietario, o de que no lo sea. Así podemos tomar
como punto de partida la idea de que la posesión es un señorío o dominio de hecho en el entendido
de que si se la califica como una situación o estado de hecho es para destacar que no presupone
la existencia previa de un derecho del poseedor, aun cuando una vez establecida esa situación o
estado de hecho, de ordinario produce consecuencias jurídicas que la protegen en diversa medida
o grado.
1.3. Derecho Civil Argentino

El artículo. 2355 del C.C. Argentino dice que Fuente especificada no válida.. La posesión será
legítima, cuando sea el ejercicio de un derecho real, constituido en conformidad a las
disposiciones de este Código. Ilegítima, cuando se tenga sin título, o por un título nulo, o fuere
adquirida por un modo insuficiente para adquirir derechos reales, o cuando se adquiera del que
no tenía derecho a poseer la cosa, o no lo tenía para transmitirla.

A pesar que nuestro Código no ha acogido la hipótesis subrayada por nosotros en el texto del
artículo del Código transcrito, para Fuente especificada no válida., una correcta interpretación
del arto 906 del C.C., que nos informa acerca de la posesión ilegítima de buena fe y en el que se
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habla del "vicio que invalida su título", nos permitiría admitir como causal de ilegitimidad de la
posesión no sólo el vicio formal, sino también la falta de derecho del adquirente a la posesión.

1.4. Art. 912. Código Civil Peruano.

Presunción de propiedad

El poseedor es reputado propietario, mientras que no se pruebe lo contrario.

Esta presunción no puede oponerla el poseedor inmediato al poseedor mediato. Tampoco puede
oponerse al propietario con derecho inscrito

Este artículo contiene una norma prescriptiva y dos prohibitivas:

a) “El Poseedor es reputado propietario mientras no se pruebe lo contrario”. Es decir, el


propietario es el único que debe probar el derecho de propiedad que contraponga el derecho
del poseedor
b) “Esta presunción no puede oponerla el poseedor inmediato al poseedor mediato”. No la
pueden ejercer esta presunción el arrendatario, usufructuario, depositario, etc.
c) “Tampoco puede oponerse al propietario con derecho inscrito”. ya que la prueba de la
propiedad se encuentra expresada en la inscripción registral de dominio. No obstante, subsiste
la posesión ad usucapionem de acuerdo art. 950 CC.
1.5. Objetivos específicos
Se presume la posesión de quien ejerce actualmente el poder sobre la cosa, siempre que no se
pruebe que comenzó a ejercerlo como simple detentador; por consiguiente, si la persona ha
ingresado a tener la cosa como simple detentador (por ejemplo, como inquilino) no puede
considerarse o presumirse que el mismo es poseedor sino simplemente detentador de la cosa y
mientras no demuestre que ha cambiado su título no se rompe esta presunción.

1.6. Código Civil Chileno

Cosas susceptibles de posesión

La posesión supone cosas sobre las cuales se puede tener ánimo de señor o dueño, es decir,
cosas susceptibles de apropiación. O sea, debe tratarse de cosas comerciables. En consecuencia,
no se puede tener posesión respecto a las cosas comunes a todos los hombres, sobre los bienes
nacionales de uso público y en general, sobre las cosas incomerciables.
Del propio art. 700, queda en claro que la posesión ha de recaer sobre cosas determinadas,
como acontece también con el dominio. No es posible concebir la posesión sobre cosas inciertas
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o individualizadas sólo por su género.


A pesar de que nuestro Código al definir la posesión se refiere a la tenencia de una cosa
determinada, con lo cual parece dar a entender que sólo se aplica a las cosas corporales, puesto
que la palabra tenencia denota una ocupación material, el mismo Código admite la posesión de
las cosas incorporales, los meros derechos: art. 715.

1.7. La buena fe
Código Chileno.
La buena fe es la conciencia de haberse adquirido el dominio de la cosa por medios legítimos,
exentos de fraude y de todo otro vicio. Así en los títulos traslaticios de dominio la buena fe
supone la persuasión de haberse recibido la cosa de quién tenía la facultad de enajenarla, y de
no haber habido fraude ni otro vicio en el acto o contrato.

1.8. Tenencia, posesión, Propiedad.


Tenencia y posesión básicamente es "tener" una cosa; la diferencia es que en la primera,
quien tiene algo efectivamente sabe, reconoce en otro la propiedad. Un ejemplo de ello
es el caso del locatario o arrendatario, que tiene la cosa pero reconoce en otra persona
la propiedad de la misma. La posesión, en cambio, además de "tener" la cosa bajo su
poder, tiene el ánimo de ser dueño de ella.

1.9. Justificaciones

Sobre la posesión la Legislación de España señala que: "Posesión natural es la tenencia de un


cosa o el disfrute de un derecho por una persona. Posesión civil es esa misma tenencia o disfrute
unidos a la intención de haber la cosa o derecho como suyos". En nuestra Legislación no interesa
la distinción entre posesión natural y posesión civil, porque no determina ninguna consecuencia
jurídica, ya que la protección de la acción interdicta (retener o recobrar) es a favor todo poseedor
quiera que sea civil o naturalmente, conforme al Art. 607 del Código de Procedimiento Civil
(1976).
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II. Marco Teórico

Antecedentes

Presunciones legales

2.1. El tratadista (RIVERA MORALES, 2009). Indica que el término presunción, en principio se
deriva de la voz latina praesumere, que significa resolver de antemano, anticipar, tomar una
cosa cierta sin que esté probada. Su evolución llevó a considerarla en el Digesto como forma de
prueba y se decía: «praesumptio iuris et de iure non admittit probationem in contrarium», o sea,
la presunción fuerte no admite prueba en contrario. No obstante, se verificó otro tipo
presunciones y se aminoró su valoración, diciéndose: «praesumtioni standum nisi contrarium
probetur», que significa que la presunción ha de mantenerse hasta prueba en contrario; más
tarde se establecieron unos principios que decían “probatio vincit praesumptionem” (la prueba
vence a la presunción) y “praesumptio cedit veritati”, (la presunción cede a la verdad). Con la
re-aparición del derecho romano (con los glosadores) y su integración con el derecho canónico
se incorporaron diversos tipos de presunciones: praesumptiones iuris et de iure, praesumptiones
iuris tantum y praesumptiones facti.

2.2. Al respecto (ROSENBERG, 1972). Afirma que .En ninguna otra parte existe tal confusión entre
el lenguaje y los conceptos como en la doctrina relativa a las presunciones. Se puede decir que
hasta ahora no se ha logrado aclarar el concepto de la presunción. Se considera presunciones a
todas las reglas relativas a la carga de la prueba del Código Civil o por lo menos a casi todas, a
las reglas interpretativas del Código Civil y a las reglas sobre la carga de la prueba del Código
de Procedimiento Civil. Por ello podríamos afirmar que la presunción es un concepto de prueba,
interpretativo y procesal.

2.3. Ventajas de la posesión

a) De acuerdo con el art. 700, 2º, el poseedor se reputa dueño mientras otra persona no justifica
serlo; lo que en otros términos, significa que está amparado por una presunción legal. Si
alguien quiere discutirle el dominio, debe probar dicho tercero su calidad de propietario.
b) Habilita para llegar a adquirir el dominio de la cosa por prescripción, luego de cierto plazo
(arts. 683 y 2498 y ss.)
c) Está protegida con las acciones posesorias (arts. 916 y ss.) y en ciertas situaciones, con la
acción reivindicatoria, aquí denominada “acción publiciana” (art. 894).
d) En algunos casos, poseedor de buena fe, el poseedor puede hacer suyos los frutos de la cosa
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poseída (art. 907, inciso 3º).


e) El poseedor tiene acción para ser indemnizado por los delitos o cuasidelitos cometidos por
terceros (artículo 2315).

2.4. Cosas susceptibles de posesión

(Penailillo Arévalo, 2007)La posesión supone cosas sobre las cuales se puede tener ánimo de
señor o dueño, es decir, cosas susceptibles de apropiación. O sea, debe tratarse de cosas
comerciables. En consecuencia, no se puede tener posesión respecto a las cosas comunes a
todos los hombres, sobre los bienes nacionales de uso público y en general, sobre las cosas
incomerciables.
Del propio art. 700, queda en claro que la posesión ha de recaer sobre cosas determinadas,
como acontece también con el dominio. No es posible concebir la posesión sobre cosas
inciertas o individualizadas sólo por su género.
A pesar de que nuestro Código al definir la posesión se refiere a la tenencia de una cosa
determinada, con lo cual parece dar a entender que sólo se aplica a las cosas corporales, puesto
que la palabra tenencia denota una ocupación material, el mismo Código admite la posesión
de las cosas incorporales, los meros derechos: art. 715.
Ya en el Derecho Romano se había admitido la posesión de los derechos de servidumbre y de
usufructo, figura que se denominaba cuasi posesión; pero no se extendió a los derechos
personales, manteniéndose en el ámbito de ciertos derechos reales.
En el Mensaje de nuestro Código Civil, se explica especialmente la admisión de la posesión
con respecto a los derechos reales. Sin embargo, hay discrepancia en la doctrina en cuanto a
los derechos personales.
Algunos autores piensan que todo derecho, sea real o personal, es susceptible de posesión.
Otros, rechazan la posibilidad de la posesión de los derechos personales y estiman que cuando
las leyes aluden a la posesión del estado civil (posesión notoria) o de los créditos, lo hacen en
un sentido muy diferente al sentido técnico de la posesión.

2.5. . La buena fe
(Civil) Código Civil Chile

a) Clasificación

La buena fe es uno de los conceptos fundamentales del Derecho Civil, y constituye un


principio básico del C.C. En doctrina, se distingue una noción subjetiva y otra objetiva de
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buena fe. Desde un punto de vista objetivo, se estima a la buena fe como una actitud
ordinaria o normal de un hombre corriente y que determinada con ciertos caracteres, es
socialmente exigible a los particulares. Considerada como convicción subjetiva o
psicológica, la buena fe debe examinarse en cada caso particular. Considerada
objetivamente, debe apreciarse “en abstracto”, comparando la conducta del sujeto con lo
que normalmente se considera como actuación de buena fe.

b) Concepto

A diferencia del justo título, la ley sí define la buena fe en materia posesoria, y lo hace desde
un punto de vista subjetivo: art. 706, incisos 1º y 2º: La buena fe es la conciencia de haberse
adquirido el dominio de la cosa por medios legítimos, exentos de fraude y de todo otro vicio.
/ Así en los títulos traslaticios de dominio la buena fe supone la persuasión de haberse
recibido la cosa de quién tenía la facultad de enajenarla, y de no haber habido fraude ni
otro vicio en el acto o contrato.

La creencia que importa la buena fe debe ser firme, el que duda de la legitimidad de la
adquisición posee de mala fe. Así queda de manifiesto en las palabras que usa la ley:
“conciencia” y “persuasión”; ambas exigen una convicción en el adquirente, excluyendo
un juicio vacilante.

c) Momento en que se requiere la buena fe para la posesión regular

En el derecho comparado, no están de acuerdo las legislaciones respecto a si basta


la buena fe inicial del poseedor o si es preciso que continúe la misma durante todo
el tiempo de la posesión o prescripción. El Derecho Romano aceptó el primer
criterio, reflejado en la regla de que la mala fe sobreviniente no perjudica al
poseedor. El Código Francés siguió el principio romano e igual cosa hizo el nuestro.
En efecto, el legislador chileno sólo exige para la posesión regular que esta haya
sido adquirida de buena fe; si con posterioridad se pierde la buena fe, esa sola
circunstancia no hará perder la posesión regular. Por consiguiente, se puede ser
poseedor regular poseedor de mala fe, y a la inversa, el poseedor de buena fe puede ser
poseedor irregular (si le falta alguno de los otros requisitos de la posesión regular): art. 702,
2º. El Derecho Canónico y el actual Código Alemán, por el contrario, exigen que la buena
fe subsista durante todo el plazo de la prescripción. Cabe señalar que la buena fe es un
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elemento personal o individual y exige examinar los antecedentes del caso para establecerla.
De tal forma, para determinar si el poseedor es regular, sólo hay que examinar su posesión.
La buena o mala fe no se traspasa de un poseedor a otro (salvo si hay agregación de
posesiones, art. 717).
Según varios fallos de la Corte Suprema, la buena fe considerada en la posesión regular, es
una cuestión de hecho que corresponde establecer privativamente a los jueces de fondo y
escapa por tanto del conocimiento de la Corte Suprema.

d) Influencia del error en la buena fe.

El error puede referirse a un hecho determinante de la posesión o al derecho.

d.1.) Error de hecho

Un justo error en materia de hecho no se opone a la buena fe (art. 706, 3º). Cabe
notar que la ley no acepta cualquier error de hecho, sino un “justo error de hecho”.
Se entiende por tal aquél que tiene un fundamento o motivo plausible, aceptable a
los principios de justicia.

d.2.) Error de derecho

El error de derecho constituye una presunción de mala fe, que no admite prueba en
contrario: art. 706, inciso final. Tal presunción es una consecuencia del principio de
que nadie puede alegar ignorancia de la ley después que esta haya entrado en
vigencia (art. 8).
Se ha discutido si esta presunción tiene un alcance general o sólo está restringida a
la posesión.
Para quienes sostienen que la regla del inciso final del art. 706 debe aplicarse
restrictivamente a la posesión, afirman que si la citada disposición se hiciera
extensiva, por ejemplo, a los contratos, resultaría el absurdo jurídico de que por el
solo hecho de declarase la ilegalidad de ellos, se declararía también la mala fe de
las partes, y por tratarse de un presunción de derecho, no podrían probar lo contrario.
Para otros, el art. 706 inciso final no es más que una consecuencia del art. 8 y del
art.1452, que excluyen la posibilidad de invocar un error en un punto de
derecho.
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Cabe agregar que la sola declaración de nulidad de un contrato no implica


mala fe de los contratantes, como queda en claro en las normas relativas a
las prestaciones mutuas. (arts. 904 y siguientes).

2.6. . El Principio de La Buena Fe

(Rioja Bermudez). Está estrechamente vinculado con la idea moral en el derecho, nos
encontramos con el principio de. La buena fe del agente puede atribuir al acto efectos que
éste no tendría en otro caso y, viceversa, la mala fe quita al acto efectos que tendría de no ser
así; el mismo acontecimiento produce efectos diversos según el agente tenga buena o mala
fe.

2.6.1. Distintas Especies Jurídicas de La Buena Fe.

Se distinguen en doctrina dos especies distintas de la buena fe: la buena fe-lealtad (también
llamada objetiva) y la buena fe-creencia (también llamada subjetiva). De ambas nos
ocuparemos en los números que siguen.

2.6.2. Concepto y Principales Aplicaciones.

El principio de la buena fe impone a las personas el deber de obrar correctamente, como lo


haría una persona honorable y diligente. La ley lo toma en cuenta para proteger la
honestidad en la circulación de los bienes.
Veamos ahora las principales aplicaciones que esta idea tiene en nuestro derecho positivo:

a) Contratos.- El artículo del Código Civil establece que los contratos deben celebrarse,
interpretarse y ejecutarse de buena fe y de acuerdo con lo que verosímilmente las partes
entendieron o pudieron entender, obrando con cuidado y previsión.

Buena fe en la celebración. Esto impone a las partes la obligación de hablar claro. Es por
ello que los tribunales tienen decidido que las cláusulas oscuras no deben favorecer al autor
de la declaración, principio especialmente importante en los contratos con cláusulas
predispuestas o de adhesión.
Buena fe en la interpretación del acto. Esto significa que los hombres deben creer y confiar
en que una declaración de voluntad surtirá en un caso concreto sus efectos usuales, los
mismos efectos que ordinaria y normalmente ha producido en casos iguales.
Finalmente, la norma que comentamos exige también buena fe en la ejecución del contrato.
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Es siempre el principio de que los contratantes deben obrar como personas honorables y
correctas.

b) Abuso del derecho.- Es prohibido por la ley el ejercicio abusivo de los derechos,
pues ese abuso es contrario a la buena fe con que se debe actuar en la vida social.

c) Teoría de la imprevisión.- Los contratos conmutativos bilaterales y en los


unilaterales de ejecución diferida o continuada, si la prestación a cargo de una de las
partes se tornara excesivamente onerosa, por acontecimientos extraordinarios e
imprevisibles, la parte perjudicada podrá demandar la resolución del contrato. Y es
que la buena fe en la ejecución del contrato se opone a que pretenda hacérselo valer
rígidamente cuando las circunstancias en las cuales se celebró han variado
sustancialmente, tornándolo injusto.

d) Teoría de los actos propios.- De acuerdo con esta teoría, nadie puede asumir en
sus relaciones con otras personas, una conducta que contradiga otra suya anterior,
cuando ésta haya despertado una legítima confianza en esas personas de que
mantendrá una línea coherente con sus propios y anteriores actos. Es también una
aplicación de la buena fe-lealtad.

El poseedor de buena fe tiene derecho a que se le paguen los gastos hechos en


mejoras necesarias o útiles; el de mala fe tiene derecho a que se le paguen estas
últimas sólo en la medida de que hayan aumentado el valor de la cosa.

El poseedor de buena fe no responde de la destrucción total o parcial de la cosa ni


por los deterioros de ella, aunque fueran causados por hechos suyos, sino hasta la
concurrencia del provecho que hubiera obtenido y sólo está obligado a entregar la
cosa en el estado en que se halla. En cambio, el poseedor de mala fe responde por la
ruina o deterioro de la cosa, aunque hubiere ocurrido por caso fortuito, si la cosa no
hubiere perecido o deteriorado igualmente estando en poder del propietario.

3. Posesión de Buena Fe.

3.1. Código Civil Peruano, Libro V, Derechos Reales

Como ejercicio de hecho de uno o más poderes inherentes a la propiedad, la posesión puede
ser legítima o ilegítima. Grosso modo podemos decir que la primera es la que se ajusta a
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derecho, en tanto que la segunda es la que se ejerce sin título alguno o cuando éste ha fenecido
(art. 911 C.C.); así como la ejercida sin derecho. Esto es que se puede tener título válido pero
ser poseedor ilegítimo, por el hecho de haberse obtenido la posesión de quien no tenía derecho
a enajenar (hipótesis no contemplada en el arto 911 de nuestro Código Sustantivo, pero sí,
por ejemplo, en el arto 2355 del Código de Vélez Sarsfield)'.

Nos vemos obligados, en este extremo, a hacer una observación. El artículo 911 de nuestro
Código define la "posesión precaria", cuando lo que alude es a la posesión ilegítima. Como
sostiene Jorge Avendaño, el concepto de poseedor precario no tiene cabida en los regímenes
posesorios inspirados en la doctrina de Rudolf von Ihering; puesto que la posesión precaria
parecería referirse a la inmediata. Y en este tipo de regímenes posesorios, el poseedor
inmediato temporal en virtud de un título es verdadero posee

Usamos la voz "virtual" en su tercera acepción, esto es, "que tiene existencia aparente y no
real" (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, vigésima edición, Madrid,
1984.).

El párrafo que nos interesa del arto 2355 del C.C. Argentino dice que Fuente especificada
no válida.. La posesión será legítima, cuando sea el ejercicio de un derecho real, constituido
en conformidad a las disposiciones de este Código. Ilegítima, cuando se tenga sin título, o
por un título nulo, o fuere adquirida por un modo insuficiente para adquirir derechos reales,
o cuando se adquiera del que no tenía derecho a poseer la cosa, o no lo tenía para transmitirla.

A pesar que nuestro Código no ha acogido la hipótesis subrayada por nosotros en el texto del
artículo del Código transcrito, para Fuente especificada no válida., una correcta
interpretación del arto 906 del C.C., que nos informa acerca de la posesión ilegítima de buena
fe y en el que se habla del "vicio que invalida su título", nos permitiría admitir como causal
de ilegitimidad de la posesión no sólo el vicio formal, sino también la falta de derecho del
adquirente a la posesión ("Thémis", Núm. 4, 2da. época, 1986, p. 60).

Dar; a diferencia de lo que ocurre en aquellos que siguen la teoría animista de Savigny. En
suma, no puede haber precariedad a este respecto, sino ilegitimidad.

Volvamos a la posesión ilegítima o "injusta" como la denomina Manuel Albaladejo. Esta


puede ser de buena o mala fe. Es de buena fe cuando el poseedor cree equivocadamente en
su legitimidad, por ignorancia o error de hecho o de derecho sobre el vicio que invalida su
título (art. 906 C.C.). Finalmente, la ley premia la buena fe: el poseedor de buena fe hace
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suyo los frutos que produzca el bien poseído, como nos lo informa el artículo 908 del Código
peruano.

3.2. Presunciones legales en el Código Civil Peruano

Art. 912. Presunción de propiedad

El poseedor es reputado propietario, mientras que no se pruebe lo contrario.

Esta presunción no puede oponerla el poseedor inmediato al poseedor mediato. Tampoco


puede oponerse al propietario con derecho inscrito

Este artículo contiene una norma prescriptiva y dos prohibitivas:

a. “El Poseedor es reputado propietario mientras no se pruebe lo contrario”. Es decir,


el propietario es el único que debe probar el derecho de propiedad que contraponga
el derecho del poseedor
b. “Esta presunción no puede oponerla el poseedor inmediato al poseedor mediato”.
No la pueden ejercer esta presunción el arrendatario, usufructuario, depositario, etc.
c. “Tampoco puede oponerse al propietario con derecho inscrito”. ya que la prueba de
la propiedad se encuentra expresada en la inscripción registral de dominio. No
obstante, subsiste la posesión ad usucapionem de acuerdo art. 950 CC.

Se presume la posesión de quien ejerce actualmente el poder sobre la cosa, siempre que no
se pruebe que comenzó a ejercerlo como simple detentador; por consiguiente, si la persona
ha ingresado a tener la cosa como simple detentador (por ejemplo, como inquilino) no puede
considerarse o presumirse que el mismo es poseedor sino simplemente detentador de la cosa
y mientras no demuestre que ha cambiado su título no se rompe esta presunción.

El artículo bajo comentario consagra la presunción de propiedad en favor del poseedor. La


racionalidad que inspira esta norma es que la posesión constituye la manifestación externa y
visible de la propiedad.

3.3. Presunción de posesión de los accesorios

Art. 913.- Presunción de Posesión de los Accesorios

La posesión de un bien hace presumir la posesión de sus accesorios.

La posesión de un inmueble hace presumir la de los bienes muebles que se hallen en él.
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Involucra tanto a las partes accesorias que forman parte y a los que se encuentren dentro del
bien inmueble objeto de una posesión determinada. Esto radica en el principio de «el bien
principal es un todo estructurado por bienes accesorios». La salvedad radica en que solo por
Ley o por contrato se podrían diferenciar o separar los bienes accesorios del principal.

El artículo bajo comentario, que no tiene precedente en el Código Civil derogado de 1936,
establece dos presunciones legales relativas o iuris tantum: la presunción de posesión de
bienes accesorios y la presunción de posesión de bienes muebles.

Ambas presunciones desplazan el peso de la prueba sobre aquella persona que tal presunción
perjudica y que debe tratar de impugnarla utilizando medios probatorios. A continuación,
desarrollaremos cada una de dichas presunciones:

3.4. Presunción de posesión de bienes accesorios

Esta presunción supone que, si poseo un bien, sea este mueble o inmueble (pues el precepto
normativo no hace distingo alguno), poseo también sus accesorios. El artículo 888 define a
los bienes accesorios como aquellos que, sin perder su individualidad, están
permanentemente afectados a un fin económico u ornamental con respecto a otro bien.

Aun cuando la presunción legal bajo comentario solo se refiere a los bienes accesorios,
autores como. RAMÍREZ CRUZ, sostienen que debe entenderse que la presunción se
extiende también a los bienes integrantes, frutos e incluso productos del bien que se posea.
Al respecto señala que el término "accesorio" del artículo 913 debe entenderse en su acepción
más amplia, incluyendo los bienes o partes integrantes (artículo 887), los bienes accesorios
propiamente dichos (artículo 888), los frutos o provechos renovables que no afectan ni
disminuyen la sustancia del bien (artículo 890), y los productos o provechos no renovables
extraídos del bien (artículo 894). RAMÍREZ CRUZ infiere esta conclusión del texto del
artículo 889 que reconoce el principio de accesoriedad.

Si es esa la intención del legislador, ¿por qué no referirse de forma expresa a los bienes
integrantes, frutos y productos? Es difícil concebir que debamos entender por "accesorios"
un concepto más amplio del que el propio Código Civil señala en el artículo 888. En nuestra
opinión, la presunción no requiere extenderse a los bienes integrantes pues ellos, por su
naturaleza, se entienden como parte del bien principal. Por tanto, es implícito y no presunto
que se presumen los bienes integrantes de un bien principal. Asimismo, la presunción no
debería extenderse a los productos y frutos pues ellos se entienden como bienes distintos,
independientes, respecto de los cuales por el contrario se pueden establecer presunciones.
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3.5. Presunción de Posesión de Bienes Muebles

El segundo párrafo del artículo bajo comentario establece que la posesión de un bien inmueble
supone la posesión de los bienes muebles que se encuentren dentro de él. Al analizar esta
segunda presunción hay que tener en cuenta la presunción anterior, referida a los bienes
accesorios. Como sabemos, los bienes muebles que se encuentran dentro de un bien inmueble
pueden gozar a su vez de la condición de ser bienes accesorios. Entonces, ¿cuál es la intención
del legislador al establecer esta segunda presunción?

Para (RAMÍREZ CRUZ . Eugenio). La finalidad de la norma es establecer una presunción


de posesión solo respecto de bienes muebles que no sean accesorios. Así, por ejemplo, los
electrodomésticos, muebles y enseres, obras de arte y cualquier otro mueble que se encuentre
dentro de una vivienda, aun cuando no sean de propiedad del poseedor (v.gr. dados en prenda,
depósito, prenda, etc.), y que se encuentren no afectos permanentemente al fin económico u
ornamental del inmueble principal.

Creemos que existen dos posibles interpretaciones respecto al segundo precepto del artículo
bajo comentario. Si seguimos el método de interpretación literal, concluiremos que la
presunción de los bienes muebles debe ser entendida sin restricciones. La norma no distingue
tipos de bienes muebles; por tanto, podríamos estar frente a bienes muebles accesorios como
no accesorios. Por otro lado, sobre la base del método de interpretación sistemático por
comparación, al existir una norma que regula la presunción de posesión respecto de bienes
accesorios, este segundo precepto solo se referiría a los bienes muebles que no gocen la
condición de ser accesorios. Bajo cualquiera de los métodos de interpretación señalados,
creemos se arriba a una única conclusión: se presume la posesión del bien mueble, sea este
accesorio o no, que se encuentre dentro de un bien inmueble.

4. Distinción entre Tenencia, Posesión y Propiedad

A diario se escucha pronunciar las palabras "tenencia", "posesión" y "propiedad" como si


fueran sinónimos; sin embargo, desde un punto de vista técnico existen numerosas e
importantes diferencias. Se trata de diferentes categorías de derechos que, a su vez, tienen
distintos efectos legales. Tenencia y posesión básicamente es "tener" una cosa; la diferencia
es que en la primera, quien tiene algo efectivamente sabe, reconoce en otro la propiedad. Un
ejemplo de ello es el caso del locatario o arrendatario, que tiene la cosa pero reconoce en otra
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persona la propiedad de la misma. El tenedor es pues un representante de la posesión del


propietario. La tenencia puede ser, además, interesada, cuando quien detenta la cosa puede
obtener el uso y goce (arrendatario) o al menos el uso en el caso del comodatario. También
puede la tenencia ser desinteresada. La posesión, en cambio, además de "tener" la cosa bajo
su poder, tiene el ánimo de ser dueño de ella. Es un hecho que debe traducir la voluntad e
intención exteriorizada. Es decir; que se puede ser poseedor aunque no se esté usando la cosa
o aun cuando se autorice a otra a hacer uso de la misma, por ejemplo cuando se cede la
tenencia en un arrendamiento. El hecho posesorio es en ciertas circunstancias generador de
derechos. Asimismo, puede ser legítimo porque corresponde al ejercicio de un derecho
conforme a la ley, o no, como es el caso del usurpador. Podemos afirmar que la propiedad
técnicamente el dominio pleno es la categoría mayor; la más amplia y comprensiva de
aquéllos. Este derecho incluye la mayor cantidad de facultades posibles que alguien pueda
tener sobre una cosa. El dueño tiene el derecho de poseer, usar, gozar (derecho de extraer los
frutos), disponer (derecho de vender, donar; constituir hipotecas, abandonar o consumir la
cosa), excluir a otros, cerrar y administrar la cosa. Cabe aclarar que todo ello con las
limitaciones legales que puedan estar dispuestas, pues ningún derecho puede ser ejercido
abusivamente o contrariando la buena fe, la moral y las buenas costumbres. Si la cosa de que
se trata es un bien inmueble u otro bien registrable, tal el caso de los vehículos, para ser
propietario es necesario no sólo tenerla en todos los sentidos expuestos, sino que además debe
estar inscripta en el Registro de la Propiedad Inmueble. Nuestra legislación exige para los
casos expresados que la persona que obtuvo la cosa porque la compró, la recibió en donación,
la heredó o porque la consiguió por prescripción adquisitiva (usucapión), deba llevar a cabo
la inscripción registral. De no hacerlo, el "dueño" estará impedido de ejercer con plenitud
todos los derechos y facultades que la ley le acuerda.

III. Marco Conceptual

Posesión es tener una cosa corporal (bienes muebles o inmuebles) con ánimo de conservarla
para sí o para otro; por tender algún derecho real sobre el mismo que debe ser respetado por
todos. Recordemos que la propiedad es el poder jurídico que el hombre adquiere sobre las
cosas de conformidad con la voluntad general que es la Ley. La posesión, por el contrario, es
el poder jurídico que el hombre establece sobre la cosa de conformidad a su voluntad
individual. Cuando ambos poderes se concentran en la misma persona, el hecho es conforme
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al derecho; por eso la posesión es el poder de hecho ejercido sobre una cosa mediante actos
que denotan la atención de tener sobre ella el derecho de propiedad u otro derecho real.

Cuando una persona posee una cosa reconociendo el derecho de propiedad u otro derecho
real en otra persona, se llama tenencia; por lo tanto, éste último posee legítimamente en
nombre de otro.

Al respecto nuestra Legislación dispone:

a). La posesión es el poder de hecho ejercido sobre una cosa mediante actos que denotan
la atención de tener sobre ella el derecho de propiedad u otro derecho real.

b). Una persona posee por sí misma o por medio de otra que tiene la detentación de la
cosas.

El corpus. Es el elemento material de la posesión; es decir, tener la cosa, o es el poder de


hecho que se ejerce sobre una cosa determinada y concreta.

El animus. Es la intención de actuar como dueño de la cosa o tener algún otro derecho real.

"Para hablar de posesión, es menester la existencia de dos elementos constitutivos, uno


objetivo, el otro subjetivo:

1) El corpus possessionis, es decir el poder de hecho del sujeto sobre la cosa, el


elemento material de la posesión.

2) El ánimus possidendi (elemento espiritual) o intención de actuar por su propia


cuenta o de alegar para sí un derecho real sobre la cosa. Ambos elementos deben
coexistir al mismo tiempo, cuando alguien tiene el mero poder de hecho pero no está
acompañado del ánimus o sea de la intención de ejercitar una actividad
correspondiente al ejercicio de un derecho real, se perfila un fenómeno diverso de la
posesión que se llama detentación.

Con mucho criterio señala el profesor. (BORDA), que "las ideas de corpus y ánimus no han
hecho sino complicar innecesariamente el concepto de la posesión; se trata simplemente de
proteger ciertas situaciones de disfrute, ciertas conductas del hombre respecto de las cosas.
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El presupuesto fáctico de la posesión no es por consiguiente la aprehensión de la cosa ni la


posibilidad de aprehenderla, sino un cierto señorío de hecho sobre ella. La ley determinará
qué debe entenderse por tal señorío o, para decirlo con mayor precisión, en qué casos la
conducta de una persona respecto de una cosa merece la protección posesoria.

IV. Caso Práctico

Fenecimiento de Título por Resolución Extrajudicial

En un contrato de compraventa de inmueble a plazos se conviene expresamente que "si el


comprador dejara de pagar hasta tres cuotas consecutivas, el vendedor se reserva el derecho
de resolver automáticamente el contrato". Este pacto es válido conforme a las siguientes
disposiciones: el art. 1353 dispone que las partes pueden determinar libremente el contenido
del contrato, siempre que no sea contrario a norma legal de carácter imperativo; en tal sentido
el art. 1430 prescribe que puede convenirse expresamente que el contrato se resuelva cuando
una de las partes no cumpla determinada prestación a su cargo, establecida con toda precisión,
y que la resolución se produce de pleno derecho cuando la parte interesada comunica a la otra
que quiere valerse de la cláusula resolutoria; el art. 1429 establece que la parte perjudicada
con el incumplimiento de la otra puede requerirla mediante carta notarial para que satisfaga
su prestación, caso contrario el contrato queda resuelto de pleno derecho. En el ejemplo
propuesto, si el comprador se atrasa en el pago de tres cuotas y el vendedor le cursa una carta
notarial concediéndole un plazo no menor de quince días para que pague las cuotas vencidas,
bajo apercibimiento que, en caso contrario, el contrato queda resuelto; si el comprador no
paga vencido el plazo, resulta evidente que el título (el contrato de compraventa) que
ostentaba para poseer el inmueble ha fenecido, deviniendo su posesión en precaria conforme
a lo previsto en el art. 911.

El precario no tiene vínculo alguno con el propietario u otro titular de derecho real sobre el
bien. Se es precario frente a quien tiene derecho a poseer. El que posee una res nullus o un
bien abandonado por su propietario no es precario sino poseedor originario. El precario está
expuesto a que el titular del derecho real le reclame el bien en cualquier momento.

Conclusiones
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1. Es necesario comenzar por destruir los equívocos que derivan de la multivocidad de la


palabra posesión y tener siempre presente que el mismo término se utiliza para aludir al
menos a tres realidades distintas vinculadas en la materia:

a) El señorío de hecho jurídicamente protegido,

b) Diversas situaciones que aun cuando no constituyan señorío de hecho reciben la


misma protección legal que dicho señorío.

c) Las consecuencias jurídicas derivadas del señorío de hecho y de las situaciones


que se le asimilan. En el fondo, si se quiere, esa trilogía puede reducirse a dos
términos: el hecho posesorio (señorío de hecho y situaciones asimiladas) y
consecuencias jurídicas posesorias, o si se prefiere, la posesión como hecho y la
posesión como derecho.

2. Tanto el hecho posesorio como las consecuencias jurídicas posesorias presentan


peculiaridades que oscurecen el análisis de la cuestión examinada.

a) El hecho posesorio es un "estado" en el sentido de que es una situación continua y duradera.


Así, por regla general, al cesar el hecho posesorio, cesan sus consecuencias jurídicas, a
diferencia de lo que ocurre con otros hechos que, aun cuando sólo sean instantáneos, producen
efectos que los sobreviven.

b) La principal consecuencia jurídica del hecho posesorio es precisamente el mantenimiento


y restablecimiento de dicho hecho posesorio, de modo que el hecho posesorio es fuente de
sus consecuencias jurídicas (se protege al poseedor precisamente por cuanto posee) y, a su
vez, es su consecuencia más típica en el sentido de que la misma consiste en conferir al
poseedor la facultad de mantener o restablecer el hecho posesorio cuando haya mediado
perturbación o despojo.
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Bibliografía

BORDA, G. A. (s.f.). Argentina.

Civil, C. C. (s.f.). codigo. Chile.

Penailillo Arévalo, D. (2007). Los Bienes. La propiedad y otros derechos reales. Santiago, Chile:
Editorial Juridica de chile.

RAMÍREZ CRUZ . Eugenio, M. (s.f.). Derecho y Ciencia Política. Lima: UNMSM.

Rioja Bermudez, A. (s.f.). Doctrina y Jurisprudencia del Derecho Procesal Civil. Uversidad científica
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RIVERA MORALES, R. (2009). Las Pruebas en el Derecho Venezolano. Venezuela: Rincón G.C.A.

ROSENBERG, L. (1972). La Carga de la Prueba. Buenos Aires: E.J.E.A.

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