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PERUANAS
ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO Y CIENCIA POLÍTICA
Concepto
Se denomina presunción a una ficción jurídica a través de la cual se establece un mecanismo legal
automático, que considera un determinado hecho, o un determinado acontecimiento, se entiende
probado simplemente por darse los presupuestos para ello.
Las presunciones son una prueba indirecta, que consiste en deducir, partiendo de un hecho base,
un hecho consecuencia. Puede por ello, ser definida, en términos generales, como la averiguación
de un hecho desconocido, deduciéndolo de otro conocido.
El artículo. 2355 del C.C. Argentino dice que Fuente especificada no válida.. La posesión será
legítima, cuando sea el ejercicio de un derecho real, constituido en conformidad a las
disposiciones de este Código. Ilegítima, cuando se tenga sin título, o por un título nulo, o fuere
adquirida por un modo insuficiente para adquirir derechos reales, o cuando se adquiera del que
no tenía derecho a poseer la cosa, o no lo tenía para transmitirla.
A pesar que nuestro Código no ha acogido la hipótesis subrayada por nosotros en el texto del
artículo del Código transcrito, para Fuente especificada no válida., una correcta interpretación
del arto 906 del C.C., que nos informa acerca de la posesión ilegítima de buena fe y en el que se
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habla del "vicio que invalida su título", nos permitiría admitir como causal de ilegitimidad de la
posesión no sólo el vicio formal, sino también la falta de derecho del adquirente a la posesión.
Presunción de propiedad
Esta presunción no puede oponerla el poseedor inmediato al poseedor mediato. Tampoco puede
oponerse al propietario con derecho inscrito
La posesión supone cosas sobre las cuales se puede tener ánimo de señor o dueño, es decir,
cosas susceptibles de apropiación. O sea, debe tratarse de cosas comerciables. En consecuencia,
no se puede tener posesión respecto a las cosas comunes a todos los hombres, sobre los bienes
nacionales de uso público y en general, sobre las cosas incomerciables.
Del propio art. 700, queda en claro que la posesión ha de recaer sobre cosas determinadas,
como acontece también con el dominio. No es posible concebir la posesión sobre cosas inciertas
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1.7. La buena fe
Código Chileno.
La buena fe es la conciencia de haberse adquirido el dominio de la cosa por medios legítimos,
exentos de fraude y de todo otro vicio. Así en los títulos traslaticios de dominio la buena fe
supone la persuasión de haberse recibido la cosa de quién tenía la facultad de enajenarla, y de
no haber habido fraude ni otro vicio en el acto o contrato.
1.9. Justificaciones
Antecedentes
Presunciones legales
2.1. El tratadista (RIVERA MORALES, 2009). Indica que el término presunción, en principio se
deriva de la voz latina praesumere, que significa resolver de antemano, anticipar, tomar una
cosa cierta sin que esté probada. Su evolución llevó a considerarla en el Digesto como forma de
prueba y se decía: «praesumptio iuris et de iure non admittit probationem in contrarium», o sea,
la presunción fuerte no admite prueba en contrario. No obstante, se verificó otro tipo
presunciones y se aminoró su valoración, diciéndose: «praesumtioni standum nisi contrarium
probetur», que significa que la presunción ha de mantenerse hasta prueba en contrario; más
tarde se establecieron unos principios que decían “probatio vincit praesumptionem” (la prueba
vence a la presunción) y “praesumptio cedit veritati”, (la presunción cede a la verdad). Con la
re-aparición del derecho romano (con los glosadores) y su integración con el derecho canónico
se incorporaron diversos tipos de presunciones: praesumptiones iuris et de iure, praesumptiones
iuris tantum y praesumptiones facti.
2.2. Al respecto (ROSENBERG, 1972). Afirma que .En ninguna otra parte existe tal confusión entre
el lenguaje y los conceptos como en la doctrina relativa a las presunciones. Se puede decir que
hasta ahora no se ha logrado aclarar el concepto de la presunción. Se considera presunciones a
todas las reglas relativas a la carga de la prueba del Código Civil o por lo menos a casi todas, a
las reglas interpretativas del Código Civil y a las reglas sobre la carga de la prueba del Código
de Procedimiento Civil. Por ello podríamos afirmar que la presunción es un concepto de prueba,
interpretativo y procesal.
a) De acuerdo con el art. 700, 2º, el poseedor se reputa dueño mientras otra persona no justifica
serlo; lo que en otros términos, significa que está amparado por una presunción legal. Si
alguien quiere discutirle el dominio, debe probar dicho tercero su calidad de propietario.
b) Habilita para llegar a adquirir el dominio de la cosa por prescripción, luego de cierto plazo
(arts. 683 y 2498 y ss.)
c) Está protegida con las acciones posesorias (arts. 916 y ss.) y en ciertas situaciones, con la
acción reivindicatoria, aquí denominada “acción publiciana” (art. 894).
d) En algunos casos, poseedor de buena fe, el poseedor puede hacer suyos los frutos de la cosa
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(Penailillo Arévalo, 2007)La posesión supone cosas sobre las cuales se puede tener ánimo de
señor o dueño, es decir, cosas susceptibles de apropiación. O sea, debe tratarse de cosas
comerciables. En consecuencia, no se puede tener posesión respecto a las cosas comunes a
todos los hombres, sobre los bienes nacionales de uso público y en general, sobre las cosas
incomerciables.
Del propio art. 700, queda en claro que la posesión ha de recaer sobre cosas determinadas,
como acontece también con el dominio. No es posible concebir la posesión sobre cosas
inciertas o individualizadas sólo por su género.
A pesar de que nuestro Código al definir la posesión se refiere a la tenencia de una cosa
determinada, con lo cual parece dar a entender que sólo se aplica a las cosas corporales, puesto
que la palabra tenencia denota una ocupación material, el mismo Código admite la posesión
de las cosas incorporales, los meros derechos: art. 715.
Ya en el Derecho Romano se había admitido la posesión de los derechos de servidumbre y de
usufructo, figura que se denominaba cuasi posesión; pero no se extendió a los derechos
personales, manteniéndose en el ámbito de ciertos derechos reales.
En el Mensaje de nuestro Código Civil, se explica especialmente la admisión de la posesión
con respecto a los derechos reales. Sin embargo, hay discrepancia en la doctrina en cuanto a
los derechos personales.
Algunos autores piensan que todo derecho, sea real o personal, es susceptible de posesión.
Otros, rechazan la posibilidad de la posesión de los derechos personales y estiman que cuando
las leyes aluden a la posesión del estado civil (posesión notoria) o de los créditos, lo hacen en
un sentido muy diferente al sentido técnico de la posesión.
2.5. . La buena fe
(Civil) Código Civil Chile
a) Clasificación
buena fe. Desde un punto de vista objetivo, se estima a la buena fe como una actitud
ordinaria o normal de un hombre corriente y que determinada con ciertos caracteres, es
socialmente exigible a los particulares. Considerada como convicción subjetiva o
psicológica, la buena fe debe examinarse en cada caso particular. Considerada
objetivamente, debe apreciarse “en abstracto”, comparando la conducta del sujeto con lo
que normalmente se considera como actuación de buena fe.
b) Concepto
A diferencia del justo título, la ley sí define la buena fe en materia posesoria, y lo hace desde
un punto de vista subjetivo: art. 706, incisos 1º y 2º: La buena fe es la conciencia de haberse
adquirido el dominio de la cosa por medios legítimos, exentos de fraude y de todo otro vicio.
/ Así en los títulos traslaticios de dominio la buena fe supone la persuasión de haberse
recibido la cosa de quién tenía la facultad de enajenarla, y de no haber habido fraude ni
otro vicio en el acto o contrato.
La creencia que importa la buena fe debe ser firme, el que duda de la legitimidad de la
adquisición posee de mala fe. Así queda de manifiesto en las palabras que usa la ley:
“conciencia” y “persuasión”; ambas exigen una convicción en el adquirente, excluyendo
un juicio vacilante.
elemento personal o individual y exige examinar los antecedentes del caso para establecerla.
De tal forma, para determinar si el poseedor es regular, sólo hay que examinar su posesión.
La buena o mala fe no se traspasa de un poseedor a otro (salvo si hay agregación de
posesiones, art. 717).
Según varios fallos de la Corte Suprema, la buena fe considerada en la posesión regular, es
una cuestión de hecho que corresponde establecer privativamente a los jueces de fondo y
escapa por tanto del conocimiento de la Corte Suprema.
Un justo error en materia de hecho no se opone a la buena fe (art. 706, 3º). Cabe
notar que la ley no acepta cualquier error de hecho, sino un “justo error de hecho”.
Se entiende por tal aquél que tiene un fundamento o motivo plausible, aceptable a
los principios de justicia.
El error de derecho constituye una presunción de mala fe, que no admite prueba en
contrario: art. 706, inciso final. Tal presunción es una consecuencia del principio de
que nadie puede alegar ignorancia de la ley después que esta haya entrado en
vigencia (art. 8).
Se ha discutido si esta presunción tiene un alcance general o sólo está restringida a
la posesión.
Para quienes sostienen que la regla del inciso final del art. 706 debe aplicarse
restrictivamente a la posesión, afirman que si la citada disposición se hiciera
extensiva, por ejemplo, a los contratos, resultaría el absurdo jurídico de que por el
solo hecho de declarase la ilegalidad de ellos, se declararía también la mala fe de
las partes, y por tratarse de un presunción de derecho, no podrían probar lo contrario.
Para otros, el art. 706 inciso final no es más que una consecuencia del art. 8 y del
art.1452, que excluyen la posibilidad de invocar un error en un punto de
derecho.
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(Rioja Bermudez). Está estrechamente vinculado con la idea moral en el derecho, nos
encontramos con el principio de. La buena fe del agente puede atribuir al acto efectos que
éste no tendría en otro caso y, viceversa, la mala fe quita al acto efectos que tendría de no ser
así; el mismo acontecimiento produce efectos diversos según el agente tenga buena o mala
fe.
Se distinguen en doctrina dos especies distintas de la buena fe: la buena fe-lealtad (también
llamada objetiva) y la buena fe-creencia (también llamada subjetiva). De ambas nos
ocuparemos en los números que siguen.
a) Contratos.- El artículo del Código Civil establece que los contratos deben celebrarse,
interpretarse y ejecutarse de buena fe y de acuerdo con lo que verosímilmente las partes
entendieron o pudieron entender, obrando con cuidado y previsión.
Buena fe en la celebración. Esto impone a las partes la obligación de hablar claro. Es por
ello que los tribunales tienen decidido que las cláusulas oscuras no deben favorecer al autor
de la declaración, principio especialmente importante en los contratos con cláusulas
predispuestas o de adhesión.
Buena fe en la interpretación del acto. Esto significa que los hombres deben creer y confiar
en que una declaración de voluntad surtirá en un caso concreto sus efectos usuales, los
mismos efectos que ordinaria y normalmente ha producido en casos iguales.
Finalmente, la norma que comentamos exige también buena fe en la ejecución del contrato.
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Es siempre el principio de que los contratantes deben obrar como personas honorables y
correctas.
b) Abuso del derecho.- Es prohibido por la ley el ejercicio abusivo de los derechos,
pues ese abuso es contrario a la buena fe con que se debe actuar en la vida social.
d) Teoría de los actos propios.- De acuerdo con esta teoría, nadie puede asumir en
sus relaciones con otras personas, una conducta que contradiga otra suya anterior,
cuando ésta haya despertado una legítima confianza en esas personas de que
mantendrá una línea coherente con sus propios y anteriores actos. Es también una
aplicación de la buena fe-lealtad.
Como ejercicio de hecho de uno o más poderes inherentes a la propiedad, la posesión puede
ser legítima o ilegítima. Grosso modo podemos decir que la primera es la que se ajusta a
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derecho, en tanto que la segunda es la que se ejerce sin título alguno o cuando éste ha fenecido
(art. 911 C.C.); así como la ejercida sin derecho. Esto es que se puede tener título válido pero
ser poseedor ilegítimo, por el hecho de haberse obtenido la posesión de quien no tenía derecho
a enajenar (hipótesis no contemplada en el arto 911 de nuestro Código Sustantivo, pero sí,
por ejemplo, en el arto 2355 del Código de Vélez Sarsfield)'.
Nos vemos obligados, en este extremo, a hacer una observación. El artículo 911 de nuestro
Código define la "posesión precaria", cuando lo que alude es a la posesión ilegítima. Como
sostiene Jorge Avendaño, el concepto de poseedor precario no tiene cabida en los regímenes
posesorios inspirados en la doctrina de Rudolf von Ihering; puesto que la posesión precaria
parecería referirse a la inmediata. Y en este tipo de regímenes posesorios, el poseedor
inmediato temporal en virtud de un título es verdadero posee
Usamos la voz "virtual" en su tercera acepción, esto es, "que tiene existencia aparente y no
real" (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, vigésima edición, Madrid,
1984.).
El párrafo que nos interesa del arto 2355 del C.C. Argentino dice que Fuente especificada
no válida.. La posesión será legítima, cuando sea el ejercicio de un derecho real, constituido
en conformidad a las disposiciones de este Código. Ilegítima, cuando se tenga sin título, o
por un título nulo, o fuere adquirida por un modo insuficiente para adquirir derechos reales,
o cuando se adquiera del que no tenía derecho a poseer la cosa, o no lo tenía para transmitirla.
A pesar que nuestro Código no ha acogido la hipótesis subrayada por nosotros en el texto del
artículo del Código transcrito, para Fuente especificada no válida., una correcta
interpretación del arto 906 del C.C., que nos informa acerca de la posesión ilegítima de buena
fe y en el que se habla del "vicio que invalida su título", nos permitiría admitir como causal
de ilegitimidad de la posesión no sólo el vicio formal, sino también la falta de derecho del
adquirente a la posesión ("Thémis", Núm. 4, 2da. época, 1986, p. 60).
Dar; a diferencia de lo que ocurre en aquellos que siguen la teoría animista de Savigny. En
suma, no puede haber precariedad a este respecto, sino ilegitimidad.
suyo los frutos que produzca el bien poseído, como nos lo informa el artículo 908 del Código
peruano.
Se presume la posesión de quien ejerce actualmente el poder sobre la cosa, siempre que no
se pruebe que comenzó a ejercerlo como simple detentador; por consiguiente, si la persona
ha ingresado a tener la cosa como simple detentador (por ejemplo, como inquilino) no puede
considerarse o presumirse que el mismo es poseedor sino simplemente detentador de la cosa
y mientras no demuestre que ha cambiado su título no se rompe esta presunción.
La posesión de un inmueble hace presumir la de los bienes muebles que se hallen en él.
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Involucra tanto a las partes accesorias que forman parte y a los que se encuentren dentro del
bien inmueble objeto de una posesión determinada. Esto radica en el principio de «el bien
principal es un todo estructurado por bienes accesorios». La salvedad radica en que solo por
Ley o por contrato se podrían diferenciar o separar los bienes accesorios del principal.
El artículo bajo comentario, que no tiene precedente en el Código Civil derogado de 1936,
establece dos presunciones legales relativas o iuris tantum: la presunción de posesión de
bienes accesorios y la presunción de posesión de bienes muebles.
Ambas presunciones desplazan el peso de la prueba sobre aquella persona que tal presunción
perjudica y que debe tratar de impugnarla utilizando medios probatorios. A continuación,
desarrollaremos cada una de dichas presunciones:
Esta presunción supone que, si poseo un bien, sea este mueble o inmueble (pues el precepto
normativo no hace distingo alguno), poseo también sus accesorios. El artículo 888 define a
los bienes accesorios como aquellos que, sin perder su individualidad, están
permanentemente afectados a un fin económico u ornamental con respecto a otro bien.
Aun cuando la presunción legal bajo comentario solo se refiere a los bienes accesorios,
autores como. RAMÍREZ CRUZ, sostienen que debe entenderse que la presunción se
extiende también a los bienes integrantes, frutos e incluso productos del bien que se posea.
Al respecto señala que el término "accesorio" del artículo 913 debe entenderse en su acepción
más amplia, incluyendo los bienes o partes integrantes (artículo 887), los bienes accesorios
propiamente dichos (artículo 888), los frutos o provechos renovables que no afectan ni
disminuyen la sustancia del bien (artículo 890), y los productos o provechos no renovables
extraídos del bien (artículo 894). RAMÍREZ CRUZ infiere esta conclusión del texto del
artículo 889 que reconoce el principio de accesoriedad.
Si es esa la intención del legislador, ¿por qué no referirse de forma expresa a los bienes
integrantes, frutos y productos? Es difícil concebir que debamos entender por "accesorios"
un concepto más amplio del que el propio Código Civil señala en el artículo 888. En nuestra
opinión, la presunción no requiere extenderse a los bienes integrantes pues ellos, por su
naturaleza, se entienden como parte del bien principal. Por tanto, es implícito y no presunto
que se presumen los bienes integrantes de un bien principal. Asimismo, la presunción no
debería extenderse a los productos y frutos pues ellos se entienden como bienes distintos,
independientes, respecto de los cuales por el contrario se pueden establecer presunciones.
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El segundo párrafo del artículo bajo comentario establece que la posesión de un bien inmueble
supone la posesión de los bienes muebles que se encuentren dentro de él. Al analizar esta
segunda presunción hay que tener en cuenta la presunción anterior, referida a los bienes
accesorios. Como sabemos, los bienes muebles que se encuentran dentro de un bien inmueble
pueden gozar a su vez de la condición de ser bienes accesorios. Entonces, ¿cuál es la intención
del legislador al establecer esta segunda presunción?
Creemos que existen dos posibles interpretaciones respecto al segundo precepto del artículo
bajo comentario. Si seguimos el método de interpretación literal, concluiremos que la
presunción de los bienes muebles debe ser entendida sin restricciones. La norma no distingue
tipos de bienes muebles; por tanto, podríamos estar frente a bienes muebles accesorios como
no accesorios. Por otro lado, sobre la base del método de interpretación sistemático por
comparación, al existir una norma que regula la presunción de posesión respecto de bienes
accesorios, este segundo precepto solo se referiría a los bienes muebles que no gocen la
condición de ser accesorios. Bajo cualquiera de los métodos de interpretación señalados,
creemos se arriba a una única conclusión: se presume la posesión del bien mueble, sea este
accesorio o no, que se encuentre dentro de un bien inmueble.
Posesión es tener una cosa corporal (bienes muebles o inmuebles) con ánimo de conservarla
para sí o para otro; por tender algún derecho real sobre el mismo que debe ser respetado por
todos. Recordemos que la propiedad es el poder jurídico que el hombre adquiere sobre las
cosas de conformidad con la voluntad general que es la Ley. La posesión, por el contrario, es
el poder jurídico que el hombre establece sobre la cosa de conformidad a su voluntad
individual. Cuando ambos poderes se concentran en la misma persona, el hecho es conforme
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al derecho; por eso la posesión es el poder de hecho ejercido sobre una cosa mediante actos
que denotan la atención de tener sobre ella el derecho de propiedad u otro derecho real.
Cuando una persona posee una cosa reconociendo el derecho de propiedad u otro derecho
real en otra persona, se llama tenencia; por lo tanto, éste último posee legítimamente en
nombre de otro.
a). La posesión es el poder de hecho ejercido sobre una cosa mediante actos que denotan
la atención de tener sobre ella el derecho de propiedad u otro derecho real.
b). Una persona posee por sí misma o por medio de otra que tiene la detentación de la
cosas.
El animus. Es la intención de actuar como dueño de la cosa o tener algún otro derecho real.
Con mucho criterio señala el profesor. (BORDA), que "las ideas de corpus y ánimus no han
hecho sino complicar innecesariamente el concepto de la posesión; se trata simplemente de
proteger ciertas situaciones de disfrute, ciertas conductas del hombre respecto de las cosas.
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El precario no tiene vínculo alguno con el propietario u otro titular de derecho real sobre el
bien. Se es precario frente a quien tiene derecho a poseer. El que posee una res nullus o un
bien abandonado por su propietario no es precario sino poseedor originario. El precario está
expuesto a que el titular del derecho real le reclame el bien en cualquier momento.
Conclusiones
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Bibliografía
Penailillo Arévalo, D. (2007). Los Bienes. La propiedad y otros derechos reales. Santiago, Chile:
Editorial Juridica de chile.
Rioja Bermudez, A. (s.f.). Doctrina y Jurisprudencia del Derecho Procesal Civil. Uversidad científica
del peú.
RIVERA MORALES, R. (2009). Las Pruebas en el Derecho Venezolano. Venezuela: Rincón G.C.A.