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Enfoque Cívico.
Basados en el concepto de adicción como una enfermedad "progresiva y mortal", que "no
respeta sexo, edad, ni condición social", la mayoría de enfoques cívicos se fundamentan en
el modelo de Alcohólicos Anónimos trasladado a otros psicoactivos. En este modelo, la
persona "enferma de adicción", ha de tratar su enfermedad tal como la medicina ortodoxa
trata al resto de las enfermedades, como una fuerza externa que irrumpe en la vida de una
persona convirtiéndola, contra su voluntad, en un enfermo. Aunque tal como en la medicina
escolástica, se acepta que hay una marcada propensión a adquirir la enfermedad en función
de factores de tipo ambiental y genético, así como problemas familiares y personales.
En este modelo, el alcohol o las drogas en cuestión son considerados como algo que atrapa
al usuario y se adueña de su voluntad, dejándolo en la impotencia. El adicto debe recurrir
entonces a un poder superior que le ayude a recuperarse. Ese poder es Dios, "como sea que
uno lo entienda".
Si bien no hay una tendencia religiosa en particular, la espiritualidad es vista como la única
salida de las garras de la adicción. Y en esto estriba la principal diferencia de los enfoques
cívicos con los tratamientos institucionales, además de que su financiamiento proviene de
donativos privados y de las mismas personas que acuden a solicitar ayuda.
El término "alternativo" aplicado al ámbito terapéutico se utiliza para hacer constar que se
trata de un enfoque distinto al de la medicina convencional, también denominada ortodoxa o
escolástica, que únicamente se ocupa de la parte física del ser humano y confina su psique al
campo de la psiquiatría o la psicología sin tener en cuenta su dimensión espiritual.
En el caso del problema de la adicción, los terapeutas holísticos no rechazan una primera fase
de asistencia médica ortodoxa para lograr la desintoxicación antes de iniciar una terapia de
reestablecimiento; pero posteriormente recomiendan tratamientos más o menos integrales
cuyo objetivo es devolver el poder a la persona y en la mayoría de los casos, orientar su vida
en un contexto espiritual, aunque no religioso. El financiamiento de todas estas terapias suele
ser privado y en ocasiones se manejan también con donativos.
Perspectiva Cognitivo-Conductual:
Ha sido demostrado científicamente que este enfoque es el más adecuado para el
tratamiento de las adicciones. Esta orientación terapéutica consiste básicamente en el
desarrollo de estrategias para aumentar la capacidad control personal que tienes sobre ti
mismo. El contenido básico y las técnicas de intervención están orientadas a la prevenir tus
recaídas. Las características generales de la intervención Cognitivo-Conductual son:
Modelo Ambulatorio
Es indicado para las personas que necesiten tratamiento y que además tienen conservado gran
parte de su funcionamiento psicosocial, de modo que acuden simultáneamente a su trabajo y
permanecen en su ambiente familiar.
Modelo Hospitalario
Las personas que participan en este tipo de tratamiento conviven con una comunidad de
adictos en recuperación. De esta manera se logra incorporarlos a un estilo de vida compartido
y de responsabilidad personal.
Este modelo se enfoca en la relevancia de los factores sociales que favorecen la recuperación
tales como el trabajo y las relaciones sociales de apoyo.
Este modelo de tratamiento coercitivo que se propone como alternativa las penas
correspondientes a los delitos relacionados con las sustancias psicotrópicas.
Medicamentos
Se pueden usar medicamentos para ayudar con los diferentes aspectos del proceso de
tratamiento.
El alcohol: Tres medicamentos han sido aprobados por la FDA para el tratamiento de la
dependencia del alcohol: naltrexona, acamprosato y disulfiram. Un topiramato en cuarto
lugar, está mostrando resultados alentadores en ensayos clínicos. Naltrexone bloquea los
receptores opioides que participan en los efectos gratificantes del consumo de alcohol y
en el deseo de consumir alcohol. Se reduce la recaída en el consumo excesivo de alcohol
y es muy eficaz en algunos pero no todos los pacientes-esto probablemente se relaciona
con las diferencias genéticas. El acamprosato se cree que reduce los síntomas de la
abstinencia prolongada, tales como insomnio, ansiedad, inquietud, y la disforia (un estado
emocional desagradable o incómodo, como la depresión, ansiedad o irritabilidad). Puede
ser más eficaz en pacientes con dependencia severa. El disulfiram interfiere con la
degradación del alcohol, dando como resultado la acumulación de acetaldehído, que, a
su vez, produce una reacción muy desagradable que incluye el lavado, náuseas y
palpitaciones si el paciente consume alcohol. El cumplimiento puede ser un problema,
pero entre los pacientes que están muy motivados, el disulfiram puede ser muy eficaz.
La terapia cognitiva conductual, que busca ayudar a los pacientes a reconocer, evitar y
hacer frente a las situaciones en las que tienen más probabilidades de abusar de las drogas.
Terapia familiar multidimensional, que fue desarrollado para adolescentes con problemas
de abuso de drogas, como así como a sus familias de las direcciones de una amplia gama
de influencias en los patrones de abuso de drogas y está diseñado para mejorar el
funcionamiento de la familia en general.
El tratamiento en un entorno de justicia penal puede tener éxito en la prevención del retorno
del delincuente a la conducta delictiva, sobre todo cuando el tratamiento continúa durante su
transición de vuelta a la comunidad. Los estudios demuestran que el tratamiento no tiene por
qué ser voluntario para ser efectivo.
Las comunidades terapéuticas (CT) son programas altamente estructurados en los que los
pacientes permanecen en una residencia, por lo general de 6 a 12 meses. Los pacientes en las
comunidades terapéuticas se incluyen aquellos con historias relativamente largas de la
dependencia de drogas, participación en actividades delictivas graves, y el funcionamiento
social sumamente deteriorado. El enfoque de la comunidad terapéutica es la reinserción
social del paciente a una libre de drogas, la delincuencia estilo de vida libre.